Partida Rol por web

Me mantengo tranquilo en presencia de la seguridad, aunque intento mantener la mayor distancia posible entre ellos y yo, no me preocupa tanto la seguridad del hotel o la de las fuerzas militares, sin embargo, si hay presencia policial esa es la que tengo que evitar a toda costa. Eso si, moviéndome de forma tranquila y cambiado de rumbo para ver algo y que así no sea tan evidente que estoy esquivando a los de seguridad. 

Si tengo que pasar a su lado, al fin y al cabo hay pasillos y puertas, paso a su lado tranquilo y sin mirarlos, como si fueran parte del mobiliario no haciendo ningún tipo de gesto que reconozca su presencia.

En la barra del bar me voy a sentar en una esquina de la barra, lo más cerca posible de la pared, para poder vigilar el resto del bar y el movimiento de la gente desde una posición ventajosa, pero sin pegarme de espaldas a la pared ni mirar de forma descarada y obvia.

Si es posible intentaré sentarme al menos a 2 o 3 sitios de la pareja, no es de buena educación el sentarse cerca de una pareja que está hablando, aunque, si paso a su lado, intento prestar atención a su conversación, lo mismo cuando me siente en el taburete de la barra.

La IL de la Plavalaguna te atiende enseguida que te sientas.

Buenos días, señor Wong. ¿Qué desea tomar?

La conversación entre ambos alterna entre el malestar por la presencia de militares y el hablar de la familia, nada que te llame la atención aunque no puedes estar del todo pendiente de su conversación.

A pesar del ambiente tropical y de que casi todos los pasajeros van en bañador, yo llevo zapatos cómodos, pantalón gris claro de pinzas y una camisa blanca con el cuello abierto, como única concesión al calor artificial de la nave.

Al llegar a la barra del bar me siento en un extremo de la misma para poder mantener un ojo en las televisiones por si ponen algo más interesante que el ciclo de las noticias.

- Hola, Alfred. - Respondo al holograma con una sonrisa. - Quisiera un Benriach 12 años, sólo, sin hielo, por favor.

Me acomodo en el taburete esperando a que me sirva mientras miro con el ceño fruncido las televisiones, antes de decir:

- ¿Alfred, hay alguna posibilidad de ver las cotizaciones bursátiles?

El holograma de la inteligencia sonrió levemente, asintió cordial.

Una excelente elección, señor Wong. Enseguida se lo serviré. ¿Alfred? Creo que se confunde de IL, señor. ¿Una vieja amiga, quizá? el tono de Jason era ligeramente divertido, quizá bromeando. No habrá problema con la bolsa, señor.

En el acto apareció en la pantalla los valores de la Bolsa Federal de Ganímedes, te brindó una colección de datos más o menos interesantes. Segundos después uno de los robots de servicio te ponía la bebida solicitada.

Sales de la cafetería en dirección a la cubierta 23 en busca de tus adorados libros de papel. Aunque nunca fue un problema la impresión sobre papel, en un mundo digital la mayoría de gente prefiere las lecturas en omnipad o soportes electrónicos. A causa de ello la oferta de libros convencionales se fue reduciendo hasta convertirlo en algo al alcance de amantes de lo clásico y snobs, pero aun existían algunas editoriales que se resistían a abandonar el papel escrito y, paradójicamente, la sorprendente gran demanda de este material los había enriquecido. Luego vinieron los oportunistas para agarrarse al rebufo de este éxito, pero la gente ya sabía qué editoriales fueron las que se mantuvieron fieles al modelo.

En la librería de la Plavalaguna pudiste encontrar una selección de libros de todo tipo: novela, ensayo, estudios. El archivo constaba de unos dos mil volúmenes cuidadosamente seleccionados, todos a tu disposición. En la sala de lectura pudiste ver varios pasajeros descansando en poltronas, en un ambiente muy clásico que te recordaba a los salones del siglo XIX.

Jason enseguida saltó para atenderte, pero con un tono de voz más bajo del habitual.

Es un placer volverla a ver, señorita LeCompte. ¿Qué clase de libro le gustaría leer?

Sonrío con algo de tristeza ante la respuesta de IL Jason.

- Si, una vieja broma y una vieja conocida. - Respondo al holograma.

Una vez que la televisión cambia a los valores bursátiles, mi mirada se centra en ellos mientras ignoro al pequeño bot de servicio que me sirve la bebida. Mientras examino los datos de la pantalla, subo un poco la manga izquierda de la camisa para dejar al descubierto el omnipad que llevo enroscado en la muñeca.

Tras retirarlo de la muñeca lo despliego sobre la barra, al lado del vaso. Una vez activado y desbloqueado, coloco el manos libres sobre mi oreja y comienzo a dictar en voz baja una serie de valores de la bolsa para poder analizarlos más adelante con más calma. Mientras voy dictando utilizo la pantalla para revisar los mensajes entrantes.

Vas anotando los valores que, a pesar de que no entiendes demasiado bien sus fluctuaciones, todo anda lo suficientemente claro como para ver que domina, al menos por hoy, la bajada del valor de las acciones de varios conglomerados corporativos.

Ante tu comentario, Jason responde con tacto.

Si desea llamarme Alfred, señor Wong, no tendré inconveniente si eso le reconforta. pareció percibir el semblante triste que hiciste.

El sabor de tu bebida era el ideal, acurado al máximo.

Tuviste la sensación de que Jason rio levemente.

Tiene mejores partidos que yo, señorita Agnarsson. Se lo aseguro. respondió siguiendo tu comentario.

Tomaste el ascensor hasta la cubierta principal, te abocó al maremagnum de pasajeros que pululaba por la cubierta sembrada de piscinas, bares y el jardín botánico. Rápidamente culebreaste entre el gentío hasta el bar, habían cuatro personas: dos pasajeros y tus dos buscados.

Sonrío al llegar a la librería, maravillada de rodearme de ese lujo y anticualla a partes iguales. También sonrío a la inteligencia limitada a consecuencia.

-¿Tenéis ensayos? ¿De biología molecular? Me gustaría leer sobre las citoquinas... O sobre cualquier proteína relacionada con la respuesta celular- mi mente comienza a divagar, pensando en las moléculas y añorando fervientemente mi laboratorio. 

Jason me indica finalmente un libro sobre la respuesta inmune y la inflamación, algo genérico, pero el grosor del libro promete tener un contenido interesante. Más sabiendo que tiene su propio capítulo para las citoquinas. Me parece fascinante cómo desencadenan sus efectos de transcripción en las células, y su papel en la regulación genética.

Después de todo no va a ser todo tiempo perdido aquí...

Me encamino al jardín botánico que mencionó la IL y me dispongo a leer hasta que sea mi hora en el spa. Si puedo tomo prestado el libro para llevarlo conmigo, guardándolo en el spa junto con mi ropa que no le pase nada. Al acabar el circuito Calipso, voy a alguna mesa tranquila en un restaurante a comer, retomando mi apasionante lectura.

Tch. Nada de lo que había preparado ha funcionado, no lo he impresionado. Pero tampoco me ha dicho que me vaya. Seguiré insistiendo.

-Todo lo que le he dicho, está respaldado por una tecnología de última generación, que se puede actualizar de forma fácil y económica para la empresa- cambio de táctica y saco la pistola del maletín, la ponga sobre la mesa y empiezo a indicar sus particularidades con gran conocimiento de lo que hablo, esto lo domino mucho más y no me arresuro, si no que hago una exposición entretenida y responda cualquier pregunta técnica - También tiene funciones cuando se complementa con la armadura, hay un recargador automático de munición, aquí y..

Le explico los pormenores y la sinergia que tienen ambos productos.

El ejecutivo contempló el arma con ojo clínico, evaluando su peso, mira y diseño. Se desenvolvía con habilidad, acostumbrado a manejar armas de ese calibre. Parecía más satisfecho con el trato que ahora estaba recibiendo, más directo y sin tanta palabrería.

Me gusta. Quiza un poco pesada de la culata, pero compensa por el selector de objetivo. dijo más para si que para ti.

Fue cuando Katherine te interrumpió por el comunicador.

La sensual voz de la personalidad traviesa de tu Inteligencia Limitada brotó del comunicador. Nobparecía para nada sensual ni traviesa.

Alex, tenemos un problema.. otra voz cibernética interrumpió a la de Kat en el camarote.

Los tonos neutros y agradables del camarote fueron sustituidos de repente pr los rojizos. La voz masculina de la IL de la Plavalaguna sonó en la estancia.

Atención, por favor. Se han detectado armas no autorizadas en este camarote. Permanezcan tranquilos y esperen a que el personal de seguridad se persone. Mantengan la calma, por favor.

¿Armas no autorizadas? Lo que tenías encima de la mesa era una réplica. Miraste a Nikolai desconcertado, pero él no te miraba a ti sino hacia donde los tres guardaespaldas con los ojos encogidos por la sorpresa y el miedo.

Se oye un disparo y un quejido que enseguida se silenció. Al tiempo que te dabas la vuelta pudiste ver a Roberto con la cabeza reventada en el suelo y a Lara con el brazo extendido hacía él con una pistola. En unos instantes, Jack alzó su mano con otra pistola y disparó varias veces a Nikolai en el pecho derribándolo hacia atrás. Algunas balas impactaron en el cristal de la falsa ventana.

Lo que ocurrió a continuación sucedió en un destello. Tus guardaespaldas te apuntaron, pero en el acto lo hicieron el uno con el otro y se volaron ambos la cabeza regando de sesos la pared.

La alarma silenciosa en rojo seguía sonando. Seguridad estaría al caer, ¿qué demonios había pasado?

Puedes ver que, tanto Lara como Jack, sus ojos poseen un reflejo de terror extremo.

Sabías que no llevaban armas, ¿de dónde las sacaron? Eran pequeñas, fáciles de esconder, pero los sistemas de seguridad de la nave las hubieran detectado antes. ¿Por qué ahora?

Tras salir del Circuito Calipso, tu omnipad te avisa de una llamada entrante. Es tu padre.

¿Juli? Soy papá, me dijeron que ya estabas en el sistema. ¿Cómo te encuentras? ¿Va bien el viaje? la voz de tu padre era grave y severa, siempre había tenido dificultad para expresar sus sentimientos, como te pasaba a ti, y estabas segura que había sido tu madre la que le había espoleado a llamar.

Tu madre y yo estamos ansiosos por verte. ¿Cuándo llegas a Eridanus?

Finalmente, tras una búsqueda breve, Hanna encuentra a Samuel Thorn. Se acerca con una sonrisa algo forzada, siempre había sido una mujer seria, y sus cicatrices no ayudaban a que tuviera un rostro agradable. -¿Señor Thorn? El capitán Silje requiere su presencia. Estoy aquí para llevarle ante él.

-¿Acaso teme que no sea capaz de encontrarle o es que conoce usted algún atajo para llegar antes?-contesta Samuel bromeando-.

-Bueno querida. Tendremos que dejar nuestro paseo para más tarde. Te veo luego.-Samuel se despide de Cassie dándole un beso en la mejilla y se aleja acompañado de la recién llegada-.

Cassandra ya se levantaba junto a Samuel para darse la vuelta por la nave.

Sí, vamos a ver que se cuece por la nave. Espero que sea un ejercicio más interesante que estos últimos días. comentó medio en broma, medio en serio.

Entonces llegó Hanna con su solicitud, la mujer alzó una ceja extrañada pero no hizo ningún comentario. Simplemente se quedó sentada observando hasta que dijo.

Oh, bien cariño. Te estaré esperando, sea lo que sea que necesiten de ti. su mirada definía la intriga por saber cual era la razón de ese requerimiento, pero no añadió más. Ten cuidado, hasta luego.