Partida Rol por web

Cachorros

En el hospital militar du Val du Grace

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11/11/2014, 12:31
Philip "Bolshevik" Corver

- Philip… Philip – El eco de aquella voz se iba dispersando en las paredes de una sala que ahora se presentaba mucho más real. Ya la piedra fría y el silencio onírico se hacía un murmullo cada vez más claro. Ya aquellos cadáveres en estado de descomposición invadidos por gusanos hambrientos se convertían en figuras femeninas  vestidas de blanco que se acercaban a él y con voz preocupada le susurraban dulcemente, o al menos así le pareció después de haber pasado los últimos años de su vida en una prisión o bajo las órdenes de un general en medio de una batalla de la que poco o nada entendía realmente. – Philip, despierta, no tienes nada que temer – creyó escuchar antes de volver a abrir los ojos definitivamente, ya no como un parpadeo incesante sino como el último golpe de gracia de la tortuosa vigilia.

Que rara la sensación de despertar luego de tanto tiempo – pensó mientras que con expresión confusa alzaba levemente sus manos y las observaba preparándose para reconocer su cuerpo. Su primer impulso fue llevarlas hacia su torso, que era eso que quería salir de adentro suyo? Qué era? No había sido un sueño, no podía ser. Aquella rara sensación de despertar después de tanto tiempo era sin dudas la de confundir lo onírico con la vigilia al punto de ya no saber que es real y que no, al punto de casi enloquecerte. Necesitaba una sensación, necesitaba sentir dolor. Las palmas de sus manos fueron hacia su rostro esperando encontrar cicatrices abiertas llenas de pus e infección brotando, en su lugar encontró cicatrices cerradas, cerró sus manos apretando su rostro y el dolor se presentaba insoportable. Estaba despierto. Que rara la sensación de despertar luego de tanto tiempo – volvió a pensar y esta vez se sentó sobre la cama dificultosamente

Hora  de la comida, anunciaba una enfermera que lo invitaba a sentarse sobre la cama y tomar una sopa que parecía agua de río contaminado. A sus lados comían un plato de alguna carne sus compañeros que habían sobrevivido de la 211, él no podía, no podía masticar por sus heridas, posiblemente casi no podría hablar aunque no lo sabía ya que no había articulado palabra desde vaya a saber cuándo. Pero si podía escuchar, escuchar y pensar, esas dos cosas eran las únicas que hacía desde que había llegado a Francia, casi no había hablado, solo había intercambiado algunas palabras con aquel boxeador retirado del que ya no recordaba su nombre, ese escritor que andaba por todos lados con su libreta y aquel psicólogo o psiquiatra, ya no lo recordaba. Ahí estaba también Van DeVere, Corver entornó los ojos tratando de enmarcar a esa figura dentro de su vida, lo había visto rodeado de los cadáveres que lo atormentaron durante su estado onírico, quizás aquella figura no era real, sino que aún quedaban resabios de aquella otra dimensión de la que no podía terminar de salir, sin embargo también lo recordaba de antes, de estar en la 211 junto a él. Tantas imágenes, tantas sensaciones y todas tan reales como esa sopa inmunda.

Aquel tatuaje, que era ese tatuaje, tan pocas cosas en que pensar pero tan trascendentales. Qué era aquello? Todos tatuados con una misma imagen, tosca, torpe, trazada a groso modo. Ni siquiera Tchoiklov lo había marcado. Sin embargo ahí yacía recostado en una cama mullida observando dificultosamente aquella marca que compartía con todos los que habían quedado de la 211. De aluguna forma eso los unía, como una marca de la supervivencia. Sin embargo mucho no le importaba el hecho en sí, ni eso ni aquella delirante historia sobre Reims, ni la suerte de Richard Harper, quizás incluso él estaba mejor que ellos aún en su estado de coma, realmente no le importaba nada, solo le reconfortaba tener en que pensar, y las piernas gordas y celulíticas de esa enfermera rechoncha y de ojos saltones que lo atendía y lo miraba cargada de terror cada vez que sus ojos se posaban en el rostro de Corver.

Al cabo de unas horas lo invitaron a ponerse de pie, alguien llegaba, supuso que sería alguien dispuesto a felicitarlos por haber entregado su vida por el ejército, por su país, y vaya a saber cuántas estupideces más. Sin embargo quien entraba no tenía en su rostro expresión de hacer buenos amigos, al contrario, aquel ser entraba con ínfulas intimidantes, como un boyero entra al corral con un látigo dispuesto a movilizar al rebaño. Bolshevik ahogo una resoplido al verlo entrar, si no estuviera tambaleándose a punto de caer al suelo posiblemente no hubiese dudado en atarlo a una cama y clavarle agujas en los ojos solo para que aprenda a mirar con más respeto. Sin embargo toda esa cháchara de la que discutían no hacía más que causarle más gracia aún que la que ya le causaba aquel pulcro general al que escupía mentalmente.

- Desertor! – le daba vueltas a aquella palabra como si no la comprendiera. - Ven a decírmelo en la cara maldito estúpido. Acaso iré preso nuevamente? Estúpido. Un desertor abandona el deber para con su patria, pero cuando estás en medio de la batalla no desertas porque tu único deber es mantenerte con vida.

Corver se cruzaba de brazos dispuesto a ser el próximo en hablar, o al menos a intentarlo, si es que aquel maldito imbécil vestido de muñeco de torta de casamiento no entendía las razones que ya le habían expuesto amablemente. Su paciencia comenzaba a agotarse muy rápidamente.

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13/11/2014, 20:21
Anthony Anselm Wheelock

¿Qué es este jaleo? Se preguntó Anth mientras los gritos del teniente Xabier le despertaban de su apacible sueño. ¿Deserción? ¿Traición? ¿Pero qué diantres?

Estaba cansado, demasiado para soportar todo aquello. Ya había sido el día lo bastante confuso con el descubrimiento de aquel horrible tatuaje de su hombro, con la insípida comida de hospital y con las atenciones casi nulas de los médicos. ¿Cómo se suponía que iba a recuperarse adecuadamente si tenía que compartir espacio y recursos con toda la compañía? De acuerdo, eran sus compañeros de armas, pero bien podían haber preparado otras dependencias –e incrementar la calidad de los cuidados, de paso- para los oficiales.

Y luego estaba el asunto de la fuga de memoria, bastante preocupante de por sí. ¿Qué había pasado en aquellos días? Se temía que nunca encontraría la respuesta.

Pero sin duda lo peor de todo había sido aquel sueño terrible y perturbador. No podía quitarse de la cabeza aquel rostro pétreo y fantasmal, mirándole con sus cuencas negros e inverosímilmente vacías. Su sólo recuerdo le ponía los pelos de punta.

¡¿Por qué y cómo habéis desertado!? —pregunto el teniente Xabier de nuevo, impertérrito ante las respuestas que al parecer Doc le había dado. Anth apenas le había prestado atención a aquella conversación, que ya bastante le había costado conciliar el sueño después del almuerzo como para despertarse de buenas a primeras a atender las demandas del primer tenientillo con delirios de grandeza que se presentara.

Se incorporó en la cama y escuchó atento el relato de Brick. Se retiró el pelo de la frente y trató de adoptar una pose digna (cosa harto difícil cuando lo único que se lleva encima es una sábana y un camisón).

Se olvida usted, mi buen Teniente –dijo una vez Brick hubo acabado—, de que la deserción implica intención. Y si se tomara la molestia de escuchar con el debido respeto y la debida atención a los hombres de la compañía, descubrirá no sólo que son soldados leales y entregados, sino que en ningún momento se les ocurriría siquiera la idea de desertar. Y mucho menos en conjunto y de forma consensuada, ¿no cree, señor?  

Las palabras sonaban quedas, un poco apagadas quizá. Sin embargo la prosodia era firme y el tono desafiante. ¿Quién se había creído ese tal Xabiar para venir aquí a llamarle desertor? 

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14/11/2014, 00:30
Sarah Whitman

Ante la interrogativa de Virginia, la mujer simplemente se encogió de hombros haciendo un gesto de duda.

-Pues lo mismo que tu, querida... al parecer han venido esta mañana cuando se enteraron de que despertaban-

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14/11/2014, 00:33
Marjorie Joan Holgate

La doctora se acercó luego de que la enfermera Whitman hablara -La situación es inusual, y lógicamente las mismas fuerzas militares querrán saber que ha sucedido- comentó en voz baja, como no queriendo que los militares apostados en el largo corredor escuchasen. -Me temo que nuestros pacientes no serán de mucha ayuda, como han podido observar y escuchar si han hablado con ellos- lanzó una mirada fulminante a la joven Rose, que ahora simplemente se secaba la cara y la nariz -Ninguno recuerda nada desde hace quince días a la fecha- entrecerró los ojos y se llevó los dedos a la sien. Su cara mostraba claros signos de agotamiento. Estos últimos cinco días habían sido especialmente duros para ella, ya que además de hacer el mismo trabajo que todas las enfermeras del piso, había estado encargada de los distintos análisis que se habían llevado a cabo sobre los misteriosos pacientes. Tener sobre sus hombros la confianza completa del doctor Villevile era una bendición y una tarea ardua además.

-Es un tema complicado, la mayoría de las preguntas no tienen respuesta alguna, y creo que el susodicho teniente se irá a su cuartel con las manos vacías- Terminó de hablar mientras se paraba con los brazos cruzados mirando hacia la dirección de la sala de internación. Por su tono se entrevía fácilmente que ese teniente era alguien que no le caía nada bien.

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14/11/2014, 00:42
Guardián Ciego

Desde la sala proviene una voz chillona, orgullosa y desdeñosa, cuyo volumen tapa a todos los demás que dialogan. Algo te dice que es el teniente quien la emite. Sus palabras son acusadoras, se repite varias veces el término 'deserción' conjugado de varias formas: '¿habeis desertado?', 'desertores', 'confesad vuestra deserción'...

Te queda claro que aquél hombre está encargado de interrogarlos e investigar el caso, y parece más que convencido de que han desertado.
Te pone un poco nerviosa pensar lo que una persona así podría hacerles a otros si la situación fuese propicia para sus acusaciones.

Quizá, cuando Jean Pierre te consiga los informes prometidos, algunas de las dudas puedan resolverse.
Quizá, hablando con los soldados de manera amable se consigan más respuestas que con los gritos violentos del policía militar.

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14/11/2014, 01:15
Alan Xabier

El teniente desechó las palabras de Charles rápidamente -No quiera el destino que alguna vez llegue a encargar la investigación de un crimen a los presuntos culpables-. Se acomodó los anteojos y negó rotundamente con la cabeza. -Por fortuna, estareis un buen tiempo aquí, lejos de hacer lo que estuvieseis haciendo en Reims- Comentó mientras lanzaba una rápida mirada desaprobante sobre el hombro derecho de Anthony y se acercaba a él, que había sido el último en hablarle.

-Pareceis un joven de familia decente- Le dijo sin una gota de amabilidad en sus palabras -Podría decir si os viera solo, que no cometeriais crimen alguno. Sin embargo, no puedo dejarme engañar por simples apariencias. La situación es inusual en extremo y llegaré al fondo de éste asunto. Tanto como si deseais colaborar como si no.- Bufó, con un gesto de cansancio, dirigiéndose hacia la salida de la sala.

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17/11/2014, 10:55
Robert W. Cassidy "Rob"

Mientras escuchaba a aquel teniente un tanto repelente había comenzado a atar los cabos sueltos. Gracias a los comentarios, la mayoría susurrados, de sus compañeros pudo empezar a encajar las piezas del puzzle. En silencio, como le gustaba, comenzó a repasar los detalles de los que tenía conocimiento.

Lo último que recordaba había sido la trinchera. Había estado hablando con algunos de sus compañeros y recordaba que era miércoles porque los miércoles siempre solía ir a cenar al bar del señor Verson y había estado hablando de lo bien que se cenaba allí.

Y ahora despertaba un jueves. Miró la hoja del calendario que colgaba en la pared. Parecía que había estado durmiendo un día cuando en realidad habían pasado quince. Dos semanas perdidas.

¿Qué coño nos ha pasado?

Repasó con el dedo el tatuaje de su hombro derecho. Observó que muchos de sus compañeros hacían lo mismo, como si pudieran borrarlo si frotaban fuerte.

A ver, el diez de julio, miércoles, estábamos en Chaumont. El veinte nos traen procedentes de Reims; veintiún compañeros, que son lo que queda de todo el batallón, todos marcados como si fuéramos ganado. Y cinco días aquí en coma disfrutando de la hospitalidad de París. ¿Cómo demonios acabamos en Reims?

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17/11/2014, 15:01
Virginia Floret

No sé si sea lo correcto, pero algo en mí me impulsa y me dirijo como un rayo hasta la sala de donde provienen los gritos. Escucho que me llaman, no sé si sea la doctora enojada, u otra de las chicas, pero me dirijo a la sala y le digo lo más seria posible, no quiero se note mis nervios o exaltación: disculpe señor pero usted sea quien sea no tiene permitido levantar el tono de tu voz de esa manera, o acaso no se da cuenta que esto es un hospital y aquí la gente no se encuentra bien. Le voy a pedir por favor que baje su voz, no puede continuar gritando. 

No sé por qué siento que me he metido en tamaña situación! 

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17/11/2014, 15:34
Guardián Ciego

El paso vivo y seguro de Virginia deja descolocados a los soldados que vigilaban el pasillo. Incluso el doctor Alexander queda perplejo al verla pasar tan veloz que no atina más que a poner cara de situación y quedarse paralizado en el lugar.

Cuando la joven francesa se acerca al portal que delimita la sala de internaciones, un cabo allí apostado se acerca, estirando el brazo y hablandole con voz temblorosa, como si la duda aflorara de su accionar.

-Señorita, no está perm... - sus palabras se cortan en seco cuando Virginia lo evita dando un rápido paso al costado, quedando el efectivo más que atónito -...itido pasar...-

La profesora de literatura irrumpió en la sala dónde los internados se encontraban algunos de pie, como sodlados firmes, otro sentados según sus estados se los permitiese. Las caras de todos ellos estaban repletas de dudas, miedo, confusión. 

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17/11/2014, 15:52
Alan Xabier

En frente de Virginia apareció una figura alta, severa, pulcra. Con un rostro que no parecía ser de buenos amigos y mezclaba cansancio, violencia, enojo. Parecía caminar hacia la misma puerta desde dónde había ingresado la francesa y se detuvo confuso ante la presencia y decisión que ella traia consigo.

-disculpe señor pero usted sea quien sea no tiene permitido levantar el tono de tu voz de esa manera, o acaso no se da cuenta que esto es un hospital y aquí la gente no se encuentra bien. Le voy a pedir por favor que baje su voz, no puede continuar gritando. -

Le frase sonó chillona, denotando cierta inseguridad. El teniente hizo una mueca de disgusto, sin embargo no respondió en el momento, generando un momento de silencio tenso, incómodo.

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17/11/2014, 15:57
Guardián Ciego

En cuanto el malhumorado teniente se acercó hacia la gran puerta de hoja doble que hacía de salida y entrada a la sala de internación, algo sucedió de manera repentina, que casi nadie pudo reaccionar a tiempo.

Un ruido se pasos rápidos y decididos retumbó en el largo pasillo, contrastando con el sonido de murmullos leves que reinaba allí mientras el teniente los estaba interrogando. Uno de los soldados apostados en la puerta intentó detener a alguien, de manera torpe e infructuosa.

Finalmente, la figura de la enfermera Floret hizo aparición en el salón, apurada y con rostro serio, plantándose frente al teniente, quién la observó confundido.

-disculpe señor pero usted sea quien sea no tiene permitido levantar el tono de tu voz de esa manera, o acaso no se da cuenta que esto es un hospital y aquí la gente no se encuentra bien. Le voy a pedir por favor que baje su voz, no puede continuar gritando. -

El regaño no hizo más que provocar una mueca de disgusto en Xabier, sin embargo, no fue rápido en responder. Claramente lo habían dejado descolocado y estaba intentando organizar sus pensamientos.

Siguió un silencio tenso e incómodo. 

Notas de juego

Cualquier post que hagan ahora debe incluir a la enfermera Floret como destinataria.

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17/11/2014, 16:10
Guardián Ciego

Anthony está convencido de que el teniente no vino a escucharlos, sino a forzarlos a que ellos confiesen su culpabilidad.

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17/11/2014, 16:13
Guardián Ciego

Robert no necesita mucho más tiempo con una persona del temperamento de Alan Xabier como para sacar una radiografía de su comportamiento: es el típico 'bully' de manual. Aprovecha cada situación de poder para humillar a otras personas y lo disfruta enormemente.

Duda realmente poder obtener algún tipo de ayuda de él, al menos en la situación actual.

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18/11/2014, 18:19
Charles "Brick" Conroy

"Presuntos culpables", ahora es lo que eran. ¡Si ni siquiera sabían lo que habían hecho? Todos sus compañeros parecían igual de confusos. Algunos ni siquiera se habían despertado aún. ¿Y que debían hacer? ¿Esperar a aquel lechugino los fuera interrogando uno por uno? Su lugar estaba en el frente, no en una sala de interrogatorios. Y, sin embargo, era la jerarquía del ejército. Era un superior y había que cumplir las órdenes. Ni siquiera Anthony, el chico de buena familia, había logrado hacer entrar en razón al teniente. Al menos se permitió una sonrisa al ver como una de las enfermeras echaba un rapapolvo al ruidoso teniente. Tenía un par de ideas raras sobre lo que le había ocurrido en la trinchera, pero no quería comentarlo delante de un extraño. Le tacharían de loco y ya tenía bastante con ser considerado un desertor. Esperó, paciente, a que el teniente saliera de escena. Quería hablar con sus compañeros pero no delante de aquel hombre.

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19/11/2014, 04:27
Michael "Doc" Van DeVere

Las palabras de sus compañeros se presentaron justo a tiempo, allí estaban ellos como en ocasiones pasadas acudiendo en su ayuda, se sitió 'cuerdo' de nuevo, no era el único a quien éste sujeto ignoraba. De alguna manera este pensamiento lo reconfortó.

Uno a uno, Michael agradeció con un gesto: al enorme “Brick” en primer lugar, luego al inconfundible “Bolshevik” y finalmente al joven Anthony.

Volvió la vista a Xabier sólo para verlo menospreciar a Anthony y darse la vuelta para irse, como sabiendo que éste no reaccionaría.

Abrió la boca para dirigirse a Xabier, cuando de repente vio entrar a las apuradas a la enfermera Floret, su rostro afilado cubierto de un inusual brillo y la cofia fuera de lugar indicaban que era la culpable de los pasos apresurados en el pasillo, cuando habló lo hizo a los gritos y dirigiéndose a Xabier, la imagen era extraña, como grotesca, se le antojó una madre regañando a sus hijos por haber entrado corriendo a la casa con los piés llenos de barro. Cerró la boca y como anticipando lo que sucedería, apretó la mandíbula e intentó incorporarse. No te atrevas a maltratarla… gruñó su cerebro a la vez que volvía a su mente el recuerdo del primer rostro amigable tras aquella increíble pesadilla.

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20/11/2014, 13:16
Anthony Anselm Wheelock

Anthony frunció el ceño y justo cuando tenía la réplica más mordaz e ingeniosa que se le pudo ocurrir en la punta de la lengua, apareció en escena la hermosa enfermera Florent, siempre dispuesta a ayudar a los necesitados. Asertiva, echó al tenientillo de la sala, con el pretexto de que debían descansar.

Bueno, pensó, al menos hace alguien bien su trabajo.

Anth se retrepó entonces en la cama y volvió a inspeccionarse con ojo crítico aquel pérfido tatuaje. Por Dios Bendito, ¿qué clase de rufián pendenciero era el que les había drogado y tatuado aquel garabato tan terriblemente feo y carente de gusto? ¿Cómo le iba a explicar ahora al tío Charlie que era un hombre digno de confianza con una marca tan ignominiosa en el cuerpo? Sería la ruina de su carrera política. Y eso que todavía no había ni empezado.

¿Pero quién diantres les había drogado? Porque claro, aquella fuga de memoria y aquellos sueños tan turbadoramente extraños sólo podía deberse al efecto de alguna clase de droga. Opio seguramente, muy de moda entre los europeos más chabacanos e indecentes. ¿O se trataría quizás de alguna droga nueva? No quería ni pensarlo. 

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30/11/2014, 16:29
Guardián Ciego

Uno de los miembros de la policía militar que había estado custodiando la puerta ingresó al salón con prisa. Su rostro agitado y mostrando una expresión de vergüenza que evitaba mirar directamente a los ojos del teniente. Había realizado mal su trabajo al no intervenir en el ingreso de la enfermera a la sala.

Se dirigió directamente hasta la posición de la señorita floret, con el brazo extendido y la esperada intención de tomarla por el brazo.

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30/11/2014, 16:33
Alan Xabier

En cuanto el soldado se acercó a la enfermera, Xabier le hizo un gesto de negación desaprobante y le indicó con la mano que no era necesario. Esa orden gestual pareció sorprender al sargento, el cual se detuvo un instante, mientras su mano temblaba. El teniente lo observó a los ojos, severamente.

-No es necesario, sargento Higgs- Expresó en voz calma, acentuando el silencio entre palabras de manera sarcástica, como si estuviese hablando con un lelo.

Higgs reaccionó de inmediato a las palabras y se puso recto, con el rostro aún más congestionado de humillación. -Si señor...- salió apagado, un hilillo de voz, al tiempo en que se volvió presuroso por dónde había entrado.

Xabier se aclaró la garganta y giró sobre sus talones con ese modo militar que parecía tan acompasado y practicado. Retorció los labios, como si hubiese probado algo muy agrio -Señores- sus palabras ahora mostraban un cierto disgusto, más que la violencia que desbordaban antes -Debo retirarme, sin embargo os dejo advertidos, esta deserción os costará una visita al pelotón de fusilamiento-.

Si esas últimas palabras tuvieron un buen sabor en su boca fue imposible saberlo. Tras finalizar esa frase nefasta, volvió a girar sobre sí mismo, le hizo un rápido gesto a la enfermera que tenía en frente y se retiró del salón como había llegado.

Del pasillo llegó un murmullo y luego un estruendo de muchos pasos, pues seguramente la comitiva que había llegado acompañanado a Alan Xabier lo seguía en la retirada.

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30/11/2014, 20:57
Virginia Floret

Me sentí aliviada de que ese hombre horrible se fuera de la sala. Tratando de ganar compostura y volver a la "normalidad" la situación, les dije a los soldados en la sala: 

Bueno, bueno, vayan a sus camas cada uno les pido, necesito asegurarme de que se encuentran bien. ¿Cómo están? Alguien necesita algo en especial, algo que pueda hacer? 

Me puse a observarlos uno por uno, más allá del dolor físico principalmente derivado del cansancio físico y mental que tiene un soldado, me quedé mirándolos a todos ahí, tan confundidos, como perdidos en el mundo y el tiempo. Quería ver si podía hablar con alguno de ellos, preguntarles qué está pasando y por qué los culpan de cosas que nadie habla ni nadie creo sabe bien de qué se está hablando en definitiva. 

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01/12/2014, 12:17
Robert W. Cassidy "Rob"

El curso de sus pensamientos se vio interrumpido cuando el "simpático" sargento se despidió.

Pelotón de fusilamiento.

Tragó saliva mientras intentaba, sin mucho éxito, incorporarse para ver mejor a su alrededor.

Tiene que ser una broma. ¿Van a fusilarnos por quedar inconscientes?

Finalmente consiguió sentarse en la cama y deseó no haberlo hecho. El dolor le apretó la cabeza como si tuviera un casco que se estuviera haciendo cada vez más pequeño. Levanto la mano intentando llamar la atención de aquella enfermera tan guapa.

No es el momento de flirtear, idiota. Desde luego no estaba en su mejor momento y en su estado ni seis copas de brandy conseguirían que la chica se fijara en él. De hecho en nadie, pensó cuando vio el calamitoso estado del resto de sus compañeros.

Pensar aquello le originó un ataque de risa. Bueno, fueron dos carcajadas seguidas de una fuerte tos cuando la saliva hizo de las suyas y acabó en donde no debía. Cuando se tranquilizó volvió a mirar a la enfermera.

- Disculpe señorita - consiguió decir por fin. - ¿Podría darme un vaso de agua?

Una vez que hubo bebido un par de tragos se sintió bastante mejor. Dejó el vaso junto a su mesita de noche y volvió a mirarla.

- Disculpe de nuevo, ¿podría decirnos qué ha ocurrido y quién es ese sargento tan agradable? - ironizó.