Partida Rol por web

Cuando Bosporus y Heenshen están en las inmediaciones del campamento, comprueban que no hay fuego encendido. Desde lejos solo distinguen siluetas en la noche, y la conversación de algunos de sus compañeros. La voz de la única mujer es inconfundible, Gábriel ha regresado. Pero, ¿es esa la voz de Horen?, ¿y quién es el otro que parece sentado sobre un barril volcado, tranquilamente comiendo algo?

Al ver que el guerrero guarda silencio, seguramente aturdido por estar al borde de la muerte, Groth vuelve a tomar la palabra con gesto cansado mientras mordisquea una galleta.

- Esos trolls buscaban a los mismos que nosotros. Al parecer a ellos les robaron un ídolo muy importante -contesta- Y es bien sabido que los uz no destacan por su sutileza, así que decidieron emboscarnos. Cuando hablaron conmigo se dieron cuenta de su error, pero ya era tarde para Onaekko que ahí está, muerto. Su alma ha partido con sus antepasados en el regazo de Humakt.

Señala de nuevo hacia el cuerpo yaciente del Hombre y Medio sin dar muestras aparentes de tristeza, aunque su voz se tiñe de respeto.

- El resto de nuestro grupo escapó y supongo que irán regresando poco a poco, como vosotros. A mi por poco me matan, como a Horen, pero por suerte no caí inconsciente y pude hablar con ellos ¡Una gran batalla, puedes jurarlo, llena de momentos dignos de ser recordados! -Groth parece suspirar- Pero ahora hay que esperar a los demás y enterrar al caído. Y decidir qué debemos hacer a continuación. Yo por mi parte tengo claro que quiero continuar, pero supongo que deberemos hablarlo tras recuperarnos.

Se palpa la tripa mal vendada y la pierna ensangrentada.

- Varios todavía estamos heridos, aunque los trolls nos curaron al darse cuenta de su equivocación.

Horen guarda silencio mientras observa a Onaeko, meditabundo. Muchas cosas pasan por su mente, pero ninguna sale de su mente. Sin duda, algo inquieta mucho al guerrero, algo que le mantiene tan abstraído que casi ni se percata de la llegada de Gábriel.

- Hola, pelirroja. Es todo lo dice.

Sin duda, anda preocupado por algo.

- No deben vivir. No pueden atacarnos y marcharse como si nada hubiera ocurrido. Shargash no permite que haya un combate sin vencedores. Para los demás puede ser otro acto de furia ciega del guerrero, pero están muy equivocados. Horen piensa mucho en lo sucedido...

Todo sucede muy rápido y la mirada de Gábriel se torna de fuego cuando ve el cuerpo de Onaekko en el suelo. No es la primera vez que debe dejar atrás a compañeros caídos, pero hoy no sólo deja a un cazador, sino también a un hombre y medio con una promesa por cumplir. Puede que debido a un cúmulo de acontecimientos, el agimori finalmente sí hubiese cumplido su deuda con Gábriel, pues ella todavía se mantenía en pie. ¿Pero alguién sabe si Onaekko marchó en paz con su deuda?

- Debemos honrar su muerte según sus costumbres - la cazadora se agachó para preparar al gran hombre y medio para su marcha y sólo añadió - Y por supuesto que hay que continuar...esos trolls ahora tienen dos problemas - la mujer sabía perfectamente la superioridad del enemigo con el que se habían encontrado, pero también sabía que siempre hay un punto, por minúsculo que sea, en el que una flecha puede arrancar una vida, y la próxima vez sólo debía abrir más los ojos para encontrarlo - Y si no una muerte honrosa me llevará...

Observa al berserker con atención. Ya no se ríe. De hecho, no le hace ni puñetera gracia.

- Despierta, guerrero -replica con seriedad- Sí que hay perdedores. Nosotros.

Hace un gesto amplio que abarca toda la escena. Sangre, madera, cenizas y muerte.

- Nos derrotaron en buena lid y después nos perdonaron la vida -murmura mientras se recuesta en la pared del desvencijado carromato- No hay nada que podamos ganar yendo tras ellos. No hay honor en matar a quien ha sido generoso en la victoria. Lo único que lamento es que no hayan querido unirse a nosotros porque les hemos debilitado demasiado. 

Escruta su cara desencajada... hasta un fiel del Toro Tempestuoso tendría más criterio.

- Nos han dado más de una lección esta noche. Si eres lo bastante inteligente, la aprenderás, y si no... estoy seguro de que verás la faz de Humakt antes que yo. Desde luego no voy a ser yo quien te secunde en una venganza estéril que solo complacerá tu enfermizo orgullo. He dado mi palabra y eso es más importante que una batalla perdida. Todos perdemos de vez en cuando hasta la última derrota, la definitiva, la que nos lleva más allá.

No puede evita un suspiro, casi de... añoranza.

El mercader Heenshen se aproxima al campamento saliendo de la penumbra por el oeste. Le acompaña otra figura de mayor envergadura: se trata de otro de los mercaderes, Bosporus Garan, que tambien se incorpora al campamento tras haber sido cegado por la magia de los seres de la oscuridad y haber huido a ciegas dando trompicones. Ambos adivinan las formas del resto en la oscuridad de la noche y por las voces van reconociendo a Gábriel, Horen y Groth. La ausencia de luz les impide ver si el resto andan por ahí... pero han oído claramente que Onaekko ha perdido la vida y que los uz que les han atacado han confundido su carreta con la de los mismos ladrones que andan persiguiendo, o quizá la otra carreta que se les ha unido.

El mercader mira a todos lados, como incapaz de creer que casi todos estén de vuelta en el campamento y no haya ni rastro de los uz que les atacaron.

- ¡Gracias a los dioses!, ¡estás vivo! -dice refiriéndose a Groth. ¿Cómo está esa pierna?, ¿puedes caminar?

Luego mira alrededor y ve a Horen tumbado en el suelo con la pierna aún muy maherida y se acerca al guerrero.

- ¿Es prudente encender alguna luz?, no se ve nada y hay algunos vendajes que hacer... si encuentro mis cosas entre este desastre. ¿Habéis comprobado bien que en efecto el hombre y medio está muerto?... una lástima. Fue un valiente y luchó hasta el final sin temor a la muerte.

Antes de que nadie encienda un fuego ya está examinando la terrible herida que el uzdo le ha infligido a Horen, pero continúa hablando.

- Acabo de oír que los uz se han marchado tras comprobar que no éramos los que buscaban... Es terrible que todo esto haya sido un malentendido... pero aún es más extraño descubrir que otros ladrones siguen el mismo patrón en otro lugar... ¡y se reúnen tras sus fechorías!. ¿Han dicho de dónde venían? , ¿dónde han robado también?... sin duda ahora veo claro que este es un misterio del que apenas hemos arañado la superficie...

Gábriel recuerda que el guerrero de ébano le habló de que su raza fue creada del mismo fuego, aunque personalmente Onaekko adoraba al Hijo Pródigo, como cazador que era. En la cultura orlanthi los adoradores de Odayla, el dios de la caza, son colocados en plataformas elevadas en lugares barridos por el viento mientras su carne vuelve a incorporarse al ciclo de la vida, pero ignora si en las llanuras de Prax los hombres y medio tienen la misma costumbre que sus homónimos orlanthis.

Groth vuelve a sonreír ampliamente tras haber arrugado el ceño al escuchar a la Cazadora y a Horen. Les creía más experimentados.

- Provenían de Halikiv -dice en idioma oscuro, esperando que solo Heensheen y Suk le entiendan- Y si puedo, les devolveré el favor que me han hecho retribuyéndoles el ídolo que han perdido.

Vuelve a mirar al resto de compañeros, especialmente a Horen y Gabriel y vuelve al lenguaje humano.

- Haced lo que queráis, pero deberíais honrar la memoria de vuestro camarada caído de una mejor manera que persiguiendo a esos trolls. Lo mismo podía haberse despeñado por un barranco o ser atravesado por un rayo. La Muerte se lo ha llevado de una manera honrosa, y cuanto antes lo enterremos, antes volverá con sus antepasados en el seno de Humakt. Si queréis ir tras los uzkos, vosotros mismos, pero estaríais cometiendo una terrible injusticia amén de desperdiciar vuestro tiempo y esfuerzos en una venganza fría y sin sentido. 

Se levanta con cierto esfuerzo, apoyándose en su pierna mala con una mueca de dolor.

- Yo fui quien permaneció aquí mientras vosotros yacíais inconscientes o escapabais y sé que no hubo deshonor en su fallecimiento. Si hubiéramos luchado como un equipo en lugar de como un grupo de estúpidos tal vez seguiría vivo. Los uzkos no se ensañaron con su cadáver ni lo devoraron ¡ni siquiera lo saquearon, algo de lo que difícilmente podemos presumir los humanos! -exclama con un tono demasiado fuerte, fruto tal vez del agotamiento que empieza a enseñorearse de su cuerpo- ¡Si queréis recordar su memoria terminad lo que empezamos y llevad su recuerdo a los suyos! Cualquier otra cosa sería una estupidez y una injusticia. 

Dicho esto, se tambalea y palpa a tientas para recostarse finalmente sobre el costado del carromato.

Horen sigue pensando mucho en la situación, y estudia atentamente la reacción de Groth. Tal y como lo esperaba, Groth se piensa que lo que busca es simple venganza. Eso es, caliéntate. Inclina la balanza. Cuando menciona a Humakt, el guerrero tensa los puños y le falta poco, muy poco, para lanzarle un directo. Pero espera, pues sabe que no es momento y que tendrá otro momento.

 - ¿Tu palabra, dices? -le espeta a Groth, mirándole con los ojos abiertos sólo un poco- Sí, es curioso cómo complace a un troll la palabra de un Humaktita... que además conoce muy bien sus costumbres y su lengua oscura. Sí, me gustaría ver la cara de tu dios. ¿Qué pensaría si viera que uno de sus fieles hubiera usado a su mascota y a su lengua para pedir clemencia en vez de usar su "hombre espada"? -dice, haciendo mención al significado de Humakt en sartarita que escuchó habitualmente en la ciudad, refiriéndose a su espada- ¿Me está dando lecciones de honor el seguidor del hermano de Orlanth, al que traicionó brindándole la muerte? ¿Qué puedo esperar de semejante gente, aparte de esperar el vasallaje de los que le acompañan?

Horen va aumentando el volumen de su voz a medida que su plétora avanza. ¿Y qué puedo esperar de aquellos que mataron a Yelm por orgullo y vanidad, sin pensar en las consecuencias, y luego regresaron con el rabo entre las patas para implorarle su perdón y su clemencia, cuando abrieron los ojos y vieron que no quedaba nada que iluminara sus vidas? -Horen se crece al llegar al final de su discurso- ¿Eso es lo que debo esperar de alguien que sigue los mismos pasos que su dios, haciendo gala de la fama de "impredecibles" que tiene el panteón de las tormentas? ¿Llamas honor a descender una ladera a gritos para emboscar a unos simples mercaderes? ¿Eso es lo que hace tu gente?

- De repente, suaviza al máximo el tono y su volumen, como si hubiera sido hechizado. Ahora que ha conseguido llamar la atención del resto de los oyentes, espera que el contraste de su voz grabe el mensaje en sus mentes tal y como el agua solidifica la lava. Pienso, Groth, mucho más de lo que tú quieres hacernos creer. Esos trolls tienen el mismo destino que nosotros, y nos han mermado. ¿Pretendes también que un enemigo mejor preparado que este nos ceda amistosamente el libro que pretendemos mediante tu "palabra"? ¿O acaso piensas que saldrán espantados al mencionar a tu dios? ¿Enviarás a tus mercaderes a que te acompañen? Lo que hago es aprender de los errores -dice "los" en vez de "mis" errores, para eludir cualquier responsabilidad suya sin involucrar a otros directamente, hábilmente, no como tú, que quieres salir del fuego para caer en las brasas.

- Coge aire, y esconde el gesto de dolor en su pecho, para meter su hachazo final. Si fueras mínimamente inteligente, entenderías que ellos son nuestra mejor baza; no tenemos más que seguirles, pues persiguen nuestro mismo objetivo, y sin duda podremos aprovecharnos de su entrada triunfal en el campamento enemigo para coger tranquilamente lo que queremos. Si crees que quiero atacarles por venganza de un amigo caído, como acto de pura rebeldía, espera a ver un acto de pura estupidez cuando ataques una caravana que te duplica en número y fuerza para tratar de recuperar algo que ni siquiera sabes lo que puede llegar a hacer. Estamos en el juego de los trolls, y somos sus marionetas.

Horen se recuesta sobre un tocón, sin desviar la mirada de él. Sin duda, en este juego hay más personas involucradas que los trolls, y si lo descubro rodarán cabezas. Nadie va a hacerme bailar al son de su música, por Shargash.

Horen se acerca a la pata coja al cuerpo de Onaeko y le susurra a Gábriel. No tengo nada contra tu gente. Yo también fuí uno de los tuyos... aunque sea difícil de creer. Simplemente es que no me gusta que me traten de estúpido, aparte de que hay gente en la que no confío. Aunque ahora no es momento de hablar de ello -dice mientras mira a Onaeko-. ¿Puedo ayudarte?

El joven mercader trata de apaciguar los ánimos y de sujetar a Horen, pero el impetuoso guerrero es una fuerza de la naturaleza y a pesar de tener la pierna hecha un desastre se levanta y apoyado en una rama se acerca hasta el cuerpo de Onaekko.

- Debemos dejar nuestras diferencias culturales a un lado... ¡y no te muevas Horen, esa pierna aún no soporta tu peso y no puedo curarte si te mueves de aquí para allá!, ¡y que alguien encienda algo de luz y me la acerque!

Cuando el guerrero se detiene junto a Onaekko, le obliga a tumbarse para poder vendar la terrible herida como corresponde. Mientras lo hace, sigue interesándose por los incursores uz.

- Entonces, ¿los uz han partido en persecución de los ladrones, como dice Horen?, ¿y no han querido unir fuerzas con nosotros?... aunque claro, ellos pretenderán simplemente masacrar a los ladrones y recuperar el ídolo que dices que les han robado y para nosotros recuperar el viejo grimorio robado es secundario... nos interesa saber qué hay detrás de todo esto.

Mientras ata los extremos de la venda que cubre la pierna de Horen, se queda pensativo.

- Han mandado otro grupo de ladrones a Halikiv a robar un ídolo de los uz... esto es más extraño a cada momento.

De repente, parece darse cuenta de algo.

- ¿Donde está la anciana Aleü?, ¿no ha vuelto?

El suspiro de Groth se escucha en todo el claro. 

- A veces pienso que hablo en idioma oscuro todo el rato, yelmita -replica con una sonrisa fría- A ellos esta pelea tampoco les ha salido gratis. Han empleado toda la magia potente que poseían y uno de ellos, un poderoso Señor de las Runas de Karrg, incluso llegó a solicitar la intervención directa de su dios para salvar a uno de los suyos. Que es bastante más de lo que hemos estado dispuestos a hacer nosotros por vuestro llorado Hombre y Medio.

Suelta una carcajada gutural y se queda mirando al berserker con una sonrisa ladeada, depredadora.

- Tus trolls están yendo en dirección contraria, amigo. Mientras tú dormías y tu amiga salía volando llevándose a otro de nuestros hombres, la vieja bruja y un servidor les hemos inflingido tal daño que han tenido que abandonar la búsqueda -abre la cantimplora que le ha acercado Suk y le pega un buen trago- Estamos solos en esto. Maldita sea.

Desde la distancia, el trollkin observaba la escena. lentamente iban volviendo aquéllos que habían huído del combate y ahora se habían reunido alrededor del cuerpo del hombre oscuro y no dejaban de discutir. Apenas entendía el lenguaje de los humanos, pero había presenciado tantas veces una situación así que casi podía adivinar qué decían.
-Yo quiero comerme sus muslos.- Diría el hombre siempre enfadado.
-No, no, tu conformate con las pantorrilas, que caíste el primero. -Le estaría respondiendo el amo Groth, lo que habría causado la ira del primero.
-No hay que pelearse, hay carne para todos. -Trataría de tranquilizarles el más jóven.
Y la mujer voladora allí detrás, relamiendose los labios y esperando su turno para comer.
Pero Suk solo esperaba que tras el reparto, alguien se acordara de dejarle algo para él.

La cazadora todavía está agachada junto al cuerpo de Onaekko, asegurándose que su corazón ha dejado de latir, y parece ausente ante todo lo que se está hablando; sin embargo no puede estar más atenta. Es algo raro en ella, pero no salta ante las sandeces que se aventuran a pronunciar los dos interlocutores por su boca – A lo mejor he subestimado a Groth...y a lo mejor es una clave fundamental para mis propósitos - la mujer posa su cabeza sobre el pecho del agimori para ver si todavía puede escuchar su corazón - No olvidaré quién te ha quitado la vida, pero por ahora será mejor dejar la venganza para otro momento y aclarar qué está pasando aquí como dice Heenshen - y sigue examinando a Onaekko haciendo un gran esfuerzo por no contestar a Groth. Gábriel ha perdido a la única persona que era digna de su confianza, y ahora más que nunca se muestra atenta a todos los detalles y comportamientos de sus misteriosos compañeros de viaje.

El hombre y medio es un cadaver. Ha perdido varios litros de sangre y su otrora negra piel es ahora de un tono pálido azulado. Con el frío de la noche está ya rígido como la madera y de su boca no sale aliento alguno.

Aunque le alivia que las bajas no hayan sido mayores, ver el cuerpo inerte de Onaekko, cubriéndose de nieve lentamente, llena de tristeza a Vaerles. No solo por haber perdido un compañero de viaje tan leal y un buen guerrero, sino porque su muerte podría haberse evitado muy fácilmente, si solo hubieran hablado en vez de luchar. Hay muchas formas crueles de morir, y morir por un malentendido creo que es una de ellas -reflexiona, apesadumbrado-. Claro que los trolls nos tendieron una emboscada y no se detuvieron a hablar hasta que ya estaba todo decidido... malditos demonios de la oscuridad... Pero tal vez se nos podría haber ocurrido que su objetivo era el mismo que el nuestro, tal vez podríamos haber...

-Lo hecho, hecho está -concluye en un suspiro cargado de resignación, contestando a Groth-. Vamos a aprender la lección y tratar de evitar malentendidos como este en el futuro mientras podamos -añade para tratar de poner fin a las rencillas. Se quita el casco mientras avanza hasta los restos de la hoguera. Deja el pesado escudo en el suelo y se agacha para recomponer la leña desperdigada durante el combate. Entonces reúne la energía mágica, esta vez con los dos brazos, y el fuego aparece y se reconforta algo en la visión de los troncos y ramas que siguen ardiendo sin apagarse-. Seguro que si Aleü está por los alrededores, cuando vea la luz se dará cuenta de que que ya no hay trolls cerca y volverá -estira el brazo para recuperar la cimitarra caída al principio del combate y la envaina en el cinto-. Aunque quizá nos está viendo y escuchando desde la lejanía con su magia extraña... -añade al recordar lo que ha hecho esa tarde. El cuerpo del mercader se sacude levemente mientras un escalofrío le recorre el cuerpo. Se friega las manos para entrar en calor y luego las expone al calor de la lumbre-. Mientras tanto, dos cosas: ¿cuáles son los ritos funerarios del pueblo de Onaekko? y... ¿cómo es posible que Bosporus sea tan sumamente gafe?

Bosporus escucha como el humakti y el yelmita se cruzan palabras un poco subidas de tono respecto a dioses y actos que al mercader en este momento parece no importarle demasiado a pesar de rezarle a Orlanth... mira al agimori tumbado y a la cazadora a su lado, mira a todos y dice mientras busca sus pertenencias y su caballo - Amigos no quiero ser crudo con la situacion, pero si queremos seguir con nuestro cometido deberiamos apresurarnos en recomponer el campamento y enterrar a Onaekko... verificar nuestro equipo e intentar descansar lo que podamos. Si no vamos a seguir adelante, podemos seguir llorando a los caidos y seguir hablando de teologia... parece que el mercader no tenga sentimientos o tal vez sea que sus años como soldado le hagan tener estomago y no llorar mas de lo extrictamente necesario a los caidos.

Groth se acerca renqueando hasta el fuego y se frota las manos para entrar en calor.

- Estoy de acuerdo contigo, Bosporus -asevera- lo mejor que podemos hacer es descansar y planear una estrategia para abordar nuestro objetivo. Nuestras fuerzas han quedado muy mermadas, así que no nos podemos permitir que nos vuelvan a pillar con el culo al aire. En cuanto a enterrar al Hombre y Medio... puedo improvisar un rito funerario si es necesario, pero si alguien tiene una idea más cercana de lo que le hubiera gustado, que la diga.