Partida Rol por web

Horen levanta su hacha dispuesto a descargarla con toda su fuerza sobre el trollkin. Le amputa limpiamente el brazo. Uno menos, un sacrificio que no satisfará a Shargash. No es rival digno para mí.

No había terminado de pensar la frase, cuando escucha el aviso de Suk y nota el suelo reverberar bajo sus pies. ¡Por los mil demonios de Alkoth! Abre los ojos desemesuradamente, abriendo la boca con un gesto de clara sorpresa. Está a punto de rezar a Shargash para que aterrorice a su nuevo objetivo, pero llega tan rápido hasta él que sólo tiene tiempo de interponer su arma cuando el gran troll descarga su descomunal espada sobre él. Reacción instintiva. Fatal desenlace. El golpe es tan terrible que sobrepasa toda la protección del experto guerrero, lo que le produce un corte espantoso que, por suerte para él, no le amputa la pierna. Si no hubiera sido por su duro entrenamiento, ese impacto habría cortado a un caballo por la mitad. Sin embargo, el hombre sale volando cual gorrión en un huracán, chocando con un ruido sordo sobre la blanca nieve. "¡Plooch!". En el tiempo que tarda una gota en caer al suelo durante una lluvia torrencial, Horen puede observar una mancha negruzca que resalta sobre la nívea superficie, a través una oscuridad más negra que la de la misma noche. Con una sonrisa de satisfacción por saborear la sangre ofrecida a Shargash, Horen se deja llevar por el sueño eterno, al abrazo de su Dios, y espera con emoción inusual encontrarse en los campos eternos de batalla junto a Él. Y entonces pierde la conciencia.

Vaerles consigue por fin encender la hoguera con la magia a pesar del dolor del brazo. ¡Gracias, diosa viajera! -piensa, muy aliviado. Cuando Suk grita una advertencia a Horen, Vaerles ve que un monstruo enorme y acorazado se lanza a por el shargashiano. Reza para que pueda hacer frente al ser y decide tratar de ayudar a Heensheen como pueda, ya que parece tener problemas para deshacerse del trollkin. Sin embargo, justo cuando se disponía a abalanzarse sobre el ser oscuro con el escudo por delante, la pequeña llama de la hoguera vuelve a apagarse. El rubio mercader maldice a los trolls y se concentra de nuevo para reavivar la llama, pero el grito de dolor de Horen le pone muy nervioso y no consigue manipular la magia una y dos veces. Al tercer intento, la hoguera vuelve a encenderse y la luz le deja ver un troll gigantesco y muy bien acorazado que se lanza a por Gábriel y Onaekko. La pequeña llama de la hoguera vuelve a apagarse. ¡¡¡Cómo odio a los trolls!!! -piensa Vaerles al comprender que debe haber alguno ahí afuera concentrado en destruir la luz. Decide entonces lanzar un conjuro para protegerse de ataques mágicos, pero el dolor del brazo se lo vuelve a impedir. A su alrededor, sus compañeros siguen luchando contra trolls y trollkins y es entonces cuando un vendaval violento lo rodea y lo eleva por los aires, alejándolo del combate y provocándole un vértigo inesperado.

-¡Nooooooo! -grita Vaerles aterrorizado sin comprender lo que ocurre-. ¡Karrgiraaaaz! ¡Soltadmeee! -trata de zafarse del viento que lo rodea, pataleando sin tocar el suelo, pero no sirve de nada. Anodadado, ve que Gábriel también se eleva por el aire junto a él, muy asustada. Los dos se alejan de allí llevados por el viento, y los gritos de miedo y frustración de Vaerles pronto suenan lejanos.

Suk corre hacia Groth, su amo, que lucha a tientas contra un trollkin al tiempo que vé a un gigantesco troll avanzando en la oscuridad hacia el hombre malhumorado llamado Horen, que camina hacia atrás con la vista perdida en las tinieblas. Los humanos son tan ridículos en la oscuridad... Pero no puede dejar que mueran así, por lo que avisa a Horen del peligro y se lanza sobre el rival de Groth.
La hoguera se enciende justo cuando iba a golpear, deslumbrandole y haciéndole fallar. Se apaga de nuevo y logra concentrarse para herir al trollkin en el estómago, justo antes de encenderse el fuego de nuevo.
Deslumbrado y confuso, se aleja de la hoguera mientras Groth acaba con su enemigo.
Desde debajo de la carreta, y a oscuras de nuevo, observa cómo los dos trolls de detrás están atrapados en la tierra, cómo a hembra y otro humano huyen volando, y el hombre oscuro parece haber desaparecido. Horen está por los suelos, a pesar de su advertencia y los dos grandotes se acercan a Groth y al hombre del sombrero gracioso, peligrosamente.
Suk unta su daga con veneno y se encomienda al Gran Devorador mientras trata de meter aire trabajosamente en sus pulmones.

Maldice a todos los demonios de la Oscuridad mientras intenta deshacerse del malhadado trollkin. En condiciones normales la lucha duraría lo que un suspiro, pero la negrura que les rodea impide que distinga los movimientos y fintas de la escurridiza criatura equilibrando la contienda.

"¡Un golpe, necesito un golpe!", piensa mientras intenta detener los ataques del contrario. El bueno de Suk le ayuda, molestando a su contrincante desde un flanco.

Nota una punzada en el abdomen que afortunadamente no logra sobrepasar su protección, pero que le sirven de acicate. Una última embestida y el enlo se derrumba convertido en una masa informe y gorgoteante, con una pierna seccionada manchando la tierra a un metro de distancia.

Marcha hacia atrás un poco aturdido, intentando hacerse una idea de la situación. Casi por inercia, ataca al primer troll de gran tamaño que ve, aunque su conjuro es rechazado por algún tipo de magia defensiva. La cosa se pone seria, justo como temía.

Una rápida ojeada le confirma que, al menos en esta parte del combate, las cosas no pintan nada bien. A la Cazadora le ha entrado un ataque de histeria y ha escapado... ¿volando? Y llevándose con ella al herido Vaerles. Bosporus parece haber marchado a luchar al otro lado de la caravana, por donde también han atacado, también como había adivinado. Horen yace en un charco de sangre entre los asustados caballos y frente a Groth se alza un gran troll y el que parece el líder del grupo, un recio troll negro.

En cuanto a sus aliados, ha visto a Aleü en el techo del carromato. Parece una maga competente, pero está centrada en la otra parte del combate. Suk está oculto entre las ruedas y resopla ruidosamente, acompañando su respirar con toses y quejidos. Heenshen está junto a la apagada fogata mientras la enorme bestia se dirige hacia él. Onaekko está de espaldas, y no acierta a saber si está luchando todavía o no.

Mientras recupera el aliento, evalúa sus opciones ¿cómo se lucha contra una montaña de músculos de tres metros?

El joven mercader lucha hombro con hombro junto a Groth, zafándose de las acometidas del enlo y tratándo de encajarle una estocada en la oscuridad. Sus llamadas a la tregua proclamando el nombre de su patrón Karrgiraz no han tenido respuesta alguna, prueba de que los uz no le conocen o puede que incluso sean enemigos suyos.

Luchar en la penumbra de la luna roja resulta difícil, pero al fin logra una estocada limpia en el brazo de la criatura, atravesándoselo de parte a parte. Sin embargo cuando el enlo se derrumba hecho un ovillo sobre su brazo, Heenshen comprueba que no puede sacar el arma del brazo del enlo, quizá la flexible hoja esta doblada y tocando hueso y sus tirones no la recuperan. Mientras trata de liberar su espada, comprueba como Groth y Suk, que se han encargado del otro enlo, retroceden hacia la carreta, tras la cual se oyen gritos que identifica claramente como de uz en combate, y Bosporus va mas allá de la carreta precisamente.

Pero al mirar al otro lado ve como Gábriel y Vaerles escapan volando envueltos en un vendaval y Onaekko se queda solo luchando contra una mole de tres metros, un uzdo acorazado y armado con una espada descomunal con la que ha derribado a Horen, que quizá está muerto. Onaekko no tiene ninguna posibilidad, pero afortunadamente escapa corriendo a una velocidad sobrenatural, y en ese momento otro uz aparece avanzando desde el sur, dando órdenes al uzdo según pasa directo hacia la carreta...

Heenshen está paralizado por el terror y el uzdo gira su cabeza hacia él en la oscuridad...

Onaekko tiembla, oculto por la oscuridad, pero no es de frío ni de miedo. Siente que El Hijo Pródigo está a su lado. Sus brazos enloquecen. Convulsiones. Una fuerza recorre su espalda. Tensa los músculos y agarra con fuerza dos de sus jabalinas y la energía que agita sus brazos pasa automáticamente a sus armas. El agimori sabe que ahora está bendecido.  

A su alrededor se ha desatado la caza. Violenta y peligrosa. 

Una pequeña llama se vuelve a encender en las ascuas que fueron la hoguera del campamento. Alguien grita. La llama se vuelve a apagar pero su destello ha sido suficiente para ver lo que se acerca. Es una presa grande, mucho más que las pequeñas criaturitas que han iniciado el ataque. Sin duda, la presa grande es mucho más fuerte. Ha sido sólo un segundo pero ha visto cómo su piel relucía. Hay que matar a la cabeza de la manada.

Apenas lo intuye en la penumbra, pero hacia las sombras arroja su primera jabalina. Ésta desaparece. Surca el aire sin encontrarse con el gigante. Onaekko entorna los ojos y busca con más determinación. Arroja su segundo dardo con más precisión y golpea en el pecho del ser.

¿Cómo? Su piel debe ser realmente dura. La jabalina del agimori ha rebotado sin arañar la piel del gigante. Las sombras se agitan. Los golpes se suceden. El gigante se enzarza con Horen. El escandaloso humano de rostro barbudo grita. La figura del hombre, un enano al lado del gigante, sale despedida por un tremendo impacto. 

Una gran pieza, sin duda. Además de fuerte, el gigante demuestra ser veloz y antes de que Onaekko prepare su última jabalina, se abalanza sobre Gabriel. Es muy rápido. A duras penas la vingana consigue evitar los embates del gigante. Es hora de saldar mi deuda.

El reflejo de una llama sobre la hoguera indica que el fuego ha sido de nuevo encendido. Lo ve con claridad.

-¡Ahora!

Una bestia grande y peluda. Gábriel escapa por los pelos de otro descomunal tajo. El gigante no espera el ataque del agimori. La lanza le alcanza el vientre. Onaekko siente que la piel es demasiado dura. Demasiado. Apenas un arañazo. Es un demonio. ¿No hay ninguna posibilidad de atravesar semejante protección? Es como atravesar una roca. Oscuridad: la llama que empezaba a crecer de nuevo en la hoguera, ha sido sofocada. Gabriel grita. 

-¿Dónde está Pelo de Fuego. -Onaekko busca en todas direcciones y no es hasta que mira al cielo, cuando ve a Gabriel alejándose por los aires. Un rugido le devuelve al lugar que pisa: la tierra frente al gigante.

Perder la concentración es lo último que suele ocurrir antes de que un gran troll reviente tu cabeza. El impacto que el gigante tenía reservado para la negra cabeza del Agimori yerra por poco. El monstruo ruge. El suelo tiembla. El aire se agita a su lado. Onaekko agradece al Hijo Pródigo que haya desviado el arma del gigante. Es demasiado grande. Debe salir de allí. Debe llamar al poder del Hijo Pródigo y con él, atravesar la dura piel del monstruo. Pero necesita alejarse. Está demasiado cerca. El olor de la criatura es nauseabunda. 

Onaekko sale corriendo para refugiarse entre las sombras.  

El combate está siendo brutal. Los trollkins han caído rápidamente, pero al parecer no era más que una táctica prevista para sorprender con los verdaderos guerreros uz, entre los cuales destaca un gran troll fuertemente acorazado y armado. Horen ha caído ante el enorme monstruo y yace en un charco de sangre junto a los caballos, que amenazan con soltarse de sus ataduras y dispersarse. Además, alguien entre la partida de incursores uz aporta un poder mágico competente al ataque, pues los intentos de Vaerles de encender la hoguera han sido contrarrestados una y otra vez, Groth ha comprobado como el gran troll está protegido contra los conjuros ofensivos y Gábriel ha sido presa de un conjuro que ha acabado con su voluntad de lucha.

Pero no todo está decidido ya en su contra, porque el ataque sorpresa de dos guerreros uz por detrás de la carreta ha sido hábilmente desbaratado por los poderes de Aleü, y Bosporus ha acudido a intentar rematar la faena. Quizá si eliminan esa amenaza rápidamente puedan derribar al gran troll entre todos... aunque a riesgo de que alguno más caiga como Horen en el intento.

Y finalmente un nuevo guerrero uz hace acto de presencia y se encamina directo hacia la carreta mientras grita en idioma oscuro al gran troll...

Desde debajo de la carreta, Suk observa impotente el combate, sin saber cómo actuar para inclinar la balanza a su favor.

No puedo resistirme y adelanto la tirada...

Pero tiene sentido (aparte de satisfacer mi ansia...) porque conviene que estés al tanto de mis planes! ;)

Mi intención es capturar al Gran Troll con los mínimos daños posibles, así que si cae ante mi hechizo (de momento creo que le he paralizado una pierna) volaré sobre él (pero sin exponerme, a buena altura) gritando a mis compañeros que respeten su vida, que es mi prisionero. No se puede combatir con un mandoble estando caído, con ajelarse de él les bastará...

Tan pronto como sea posible (con todos los demás Uz fuera de combate) enviaré al gnomo para enterrarlo hasta el cuello y mantenerlo así prisionero.

Sin embargo no pienso exponerme con los Uzkos, son demasiado peligrosos, pues su espíritu es fuerte y su magia nada desdeñable. En especial, sin duda, la del que ejerce como su líder. Así que a ese lo quiero muerto o severamente incapacitado. Ya tenemos atrás a un prisionero uzko al que interrogar, así que por mucho que el jefe pudiera tener información selectiva, no voy a correr riesgos.

Los Uzdos, por el contrario, suelen tener mucho físico y poco seso… y eso es justo lo que ando buscando ahora mismo. Como ya habrás imaginado, mi idea una vez incapacitado es negociar su sumisión a mi voluntad. Le retendré hasta haber recuperado suficientes PM y luego le obligaré a jurar fidelidad a mi causa atándole con el Dominar Pacto.

Pienso llamarle Gran Uzdo... y bien podría ser un PJ de sustitución para cierto fallecido reciente! ;P

Que mate, me dice... ¡Ya lo estoy intentando!. Pero la mujer estaba hecha de puro viento, evitaba mis golpes en lugar de pararlos hasta que ha desaparecido en un vendaval, y el humano gigante y oscuro como La Madre tiene pies de escarabajo y corre como uno de ellos. Matar... sí, ahí quedan algunos humanos que matar.

El troll, a pesar de su enorme envergadura y de su pesada armadura, se mueve como un felino, volteando su desproporcionada espada haciendo gala de una fuerza y destreza intimidante. Se dirige rápidamente hacia el patético humano que trata de sacar su delgada espada trabada en uno de los enlos. La enorme cuchilla que blande en amplios giros es una guadaña segando todo lo que pilla en su camino...

Maldice en voz baja. La oscuridad le hace estar en inferioridad de condiciones ¡Hasta un trollkin ha sido capaz de herirle!

No le queda otro remedio. Para él la huida no es una opción. Al menos no sin luchar. Su espada le da una posibilidad, aunque remota, y siempre que consiga traspasar la armadura de esos monstruos.

Piensa en utilizar su magia... el troll negro debe haber usado mucha y eso le puede haber debilitado. Pero también podría tratarse de un mago hábil, con grandes reservas mágicas. 

¡Si por lo menos la Cazadora no se hubiera llevado a Vaerles! Era el único capaz de encender una luz que igualara las tornas...

Con las cosas como están... va a lanzarles todo lo que tiene.

- ¡Heenshen! -chilla a pleno pulmón- ¡Retrocede! ¡Tras la carreta!

Después se gira y provoca al troll negro, al que supone jefe de la cuadrilla.

- ¡Fjandinn big, skrímsli Nysalor rotten! -le grita en Idioma Oscuro- ¿parftu binn geludyr til auglitis vid manneskju?

Y encomendándose a Humakt, avanza para enfrentarse con él, esperando que lo próximo que vea sea la efigie de su dios.

El troll está en una situación desesperada, atrapado por el terroso elemento y hostigado por el humano que ha conseguido golpearle en la cabeza, afortunadamente sin consecuencias. Pero quizá la próxima vez no tenga tanta suerte. Su compañero yace inerte a su lado, atrapado también en la tierra y víctima del conjuro de la bruja. Trata de zafarse del humano ayudándose de la magia y de sus armas, mientras intenta sacar las piernas de la carcel de tierra que le aprisiona. Mientras grita desesperado en idioma oscuro:

- ¡La bruja sobre la carreta ha hechizado a Ojklab!, ¡y estamos atrapados por su elemento terrestre!. ¡Ayuda!

El troll está en una situación desesperada, atrapado por el terroso elemento y hostigado por el humano que ha conseguido golpearle en la cabeza, afortunadamente sin consecuencias. Pero quizá la próxima vez no tenga tanta suerte. Su compañero yace inerte a su lado, atrapado también en la tierra y víctima del conjuro de la bruja. Trata de zafarse del humano ayudándose de la magia y de sus armas, mientras intenta sacar las piernas de la carcel de tierra que le aprisiona. Mientras grita desesperado en idioma oscuro:

- ¡Norn a vagninn hefur Heillud Ojklab!, ¡Og eru fost vid jardneska frumefni sín!. ¡Lettir!

Groth puede escuchar claramente una voz inhumana procedente de la parte de atrás de la carreta...

- ¡La bruja sobre la carreta ha hechizado a Ojklab!, ¡y estamos atrapados por su elemento terrestre!. ¡Ayuda!

Onaekko puede escuchar claramente una voz inhumana procedente de la parte de atrás de la carreta, pero habla en una lengua desconocida para él...

- ¡Norn a vagninn hefur Heillud Ojklab!, ¡Og eru fost vid jardneska frumefni sín!. ¡Lettir!

Onaekko susurra al Hijo Pródigo que le dé fuerza suficiente para arrojar su jabalina. El espíritu poderoso está de su lado. Después, echa un rápido vistazo a su alrededor. Y se dirige a la parte trasera del carro, en silencio, donde espera coger por sorpresa al monstruo que allí se encuentra.

Bosporus es consciente de que tiene que terminar rapido el combate y decide lanzarle estocadas a su oponente hasta verlo fuera de combate pero sin dejar de vigilar a su alrrededor para no ser sorprendido.

En la oscuridad, Heenshen ve venir al monstruo hacia él haciendo molinetes con su espadón y traga saliva. Debí haber lanzado mi conjuro de protección en cuanto todo esto empezó...

La criatura es más rápida de lo que parece posible para su tamaño, así que encomendándose a sus dioses, suelta su espada atascada en el enlo y trata de retroceder intentando evitar sus golpes.