Partida Rol por web

Vaerles moja un paño en agua y sigue a Groth para insistirle en su pregunta. Quiere entrar en la torre, pero no va a hacerlo si el espectro de Horen sigue ahí para atormentarlo.

El rubio mercader sale unos instantes después de los otros, dispuesto a acompañarles...

Vorkadung se queda protegiendo a los supervivientes, aunque de espaldas a los demás, aún les vigila también a ellos con su especial sentido terrestre, en especial a ese mugriento trolkin hijo de la oscuridad.

El joven enano aguarda paciente a que regresen sus camaradas.

Palgrem y Sokendal parecen haber llegado a un acuerdo respecto del hecho de que la muchacha telmori deba o no morir, y el uroxi se aleja de la mujer algo malhumorado mientras el granjero se acerca a ella y trata de decirle algo. Una vez que la tensión ha descendido, Heenshen y el guardia siguen a lo suyo, confirmando que no pueden ayudar a Darnor más allá de lo que ya hicieron por él con el vendaje de su abdomen.

El granjero se aproxima un poco a la chica, conciliador, pero no demasiado como para que se asuste. Le habla en lenguaje comercial y gesticula para intentar hacerse entender mejor.

- Tu tranquila. Él no atacarte -continúa señalando a Sokendal y negando con la cabeza. Amigos.

La chica parece entender lo que el granjero intenta explicar, y se relaja un poco. Se acerca al trollkin, con el que parece que ha hecho buenas migas, y se arrodilla a su lado.

Vorkadung permanece en su puesto pero no deja de atender a lo que pasa en el interior del almacén. A pesar de estar de espaldas, sus sentidos le advierten de cómo Palgrem se aproxima a la chica para calmarla, y cómo Sokendal el uroxi se desplaza por la habitación alejándose. Sin embargo, el soldado nota en el desplazamiento de los dos hombres una maniobra de pinza en la que Palgrem se aproxima amistoso y Sokendal le corta la retirada dando un rodeo. A estas alturas sus manos ya deben estar en las empuñaduras de sus armas, listos para atacar a la chica que parece haber caído en su trampa...

- ¡Si esa hembra sufre alguna herida, por el Hacedor que no saldréis de aquí con vida! -grita de repente girándose y alzando el hacha con ambas manos en actitud claramente agresiva, adoptando la pose que otras veces le han visto en combate. Tras una brevísima pausa les hace ver que aún tienen la oportunidad de evitar el combate.- El capitán ordena que mujer vendrá con nosotrros. Así que vendrá con nosotrros, viva y sin un rasguño. -y les mira alternativamente de forma amenazante.

Queda claro que el enano no bromea. De hecho, los enanos no tienen mucho sentido del humor. Sin duda el enano al que llaman Tres Tubos, que hasta hace bien poco era un aliado, puede convertirse de repente en enemigo, y es que para un enano las órdenes, son las órdenes.

Pasan apenas unos segundos y Vorkadung aguarda la reacción de los humanos, listo para avalanzarse sobre cualquiera que tenga la osadía de desenfundar su arma.

El granjero, cuya espada ya estaba empezando a salir de la vaina, se detiene sorprendido y se gira con cara de sorpresa al enano, que creía menos atento a lo que tramaban Sokendal y él.

Tras sopesarlo un instante, suelta la empuñadura y la espada se desliza de nuevo en la vaina.

Sokendal aprieta los dientes y se detiene en su lugar, con el cuchillo ya en la mano. Mira a la mujer, que a pesar de que las palabras del enano han llamado su atención aún no se ha dado cuenta de la maniobra que estaban realizando Palgrem y él para atacarla por sorpresa. Parece medir la distancia que le separa hasta ella, apenas tres o cuatro metros, y la que le separa del enano situado en la puerta, unos catorce metros.

¿Tendrá tiempo de actuar antes de que el enano forrado de hierro llegue hasta él?, ¿se arriesgará a una probable muerte para acabar con la chica?

El enlo está acuclillado, como a él más le gusta, al lado de la mujer. Mira al mostali y luego a los dos humanos sin parecer muy consciente de qué está pasando, pero sin soltar su hueso.

Vorkadung no destaca por ser muy inteligente, pero en lo que al combate se refiere tiene un instinto bastante desarrollado. Ve claramente que Palgrem se lo piensa mejor, pero nota que Sokendal duda unos segundos. Podría atacar a la mujer, e incluso matarla con un buen golpe de su cuchillo, pero por otro lado estaría cometiendo un suicidio. Tres Tubos sabe que eso es precisamente lo que sopesa, si merece la pena perder la propia vida a cambio de extinguir la de esa mujer. El enano sabe que los humanos pueden llegar a ser tan fanáticos como cualquier mostali, lo ha visto con anterioridad, pero no es capaz de distinguir qué será capaz de hacer este humano en particular.

Para salir de dudas, decide aumentar el nivel de amenaza.- Se qué piensas. -dice mientras se acerca lentamente hacia la chica, para interponerse entre ella y Sokendal.- Pero te asegurro que te partirré en dos. -realiza un par de movimientos con el hacha para demostrar su habilidad mientras habla y camina, con fines claramente intimidatorios, y aunque no es nada demasiado espectacular, da para hacerse una idea de su habilidad.- Así que si desides que merece la pena morir por esto, más valerrte ser certerro en tu primer golpe, porque no darrás un segundo.

Trata de apelar a la confianza en si mismo del humano, sembrar la duda de si podrá matarla con un golpe o no, y hacerle ver la posibilidad de que muera por nada.

El enano de estaño se queda solo momentáneamente. Permanecía cerca de la mujer lobo hasta que ésta decidió arrodillarse junto con el pordiosero ser de la oscuridad. Momentos después, puede ver como el uroxi se acerca con el cuchillo en mano a la chica. Una decisión importante tiene que tomar y él no es mostali de armas, puede interponerse entre el humano y la mujer para impedir que éste no llegue a ella y dar tiempo a Tres Tubos a hacerle ver su estúpido error. O bien intentar él pararlo.

Quizás no haya sopesado bien sus posibilidades, pero mientras se interpone lentamente en el camino del humano empieza a recitar unas palabras para alterar la realidad física del universo y afectar con ellas al guerrero llamado Sokendal.

El hombre, sabedor de que el enano tiene razón, y comprobando que el otro enano empieza a recitar un conjuro en apoyo de su compañero, decide retroceder levantando las manos. Se retira al rincón opuesto del almacén, donde descarga su frustración arañando con su cuchillo la madera de uno de los postes, lanzando miradas de rencor a los enanos.

El amigo granjero del uroxi se le acerca, tratando de tranquilizar los ánimos.

- Tranquilo Sokendal, los enanos se llevarán de aquí a la loba en cuanto vuelvan de la torre. No pisará estas tierras de nuevo. Nos libramos de esa alimaña de todos modos... y no arriesgamos nuestras vidas para exterminarla. Míralo desde ese punto de vista.

El uroxi le contesta, destilando rencor en sus palabras.

- Cuando al llegar la oscuridad se transforme en una bestia asesina y les arranque la cabeza se acordarán del error que han cometido hoy. Y será demasiado tarde. Urox sabe cómo tratar con estos seres... 

El mercader, sobresaltado por el altercado, se levanta y permanece atento a lo que pueda ocurrir con las manos cerca de las armas.

- La chica no ha hecho nada malo, no es razonable matar a una criatura por un daño que aún no ha hecho, si se puede impedir por otros medios que haga tal daño.

Vorkadung baja el hacha lentamente, pero ahora esta alerta. Ya ha perdido la confianza que tenia en algunos de estos humanos.

- Si se trransforma en una bestia asesina y nos ataca, serrá lo último que haga. -dice enseñando el filo del hacha en contestación a Sokendal. Ignora por completo a Heenshen, pues ni siquiera le habla a él, y la situación exige más atención a los otros dos hombres.

Se acerca al centro de la estancia y habla para todos alzando la mano izquierda y señalando con un dedo acusador a todos los presentes- Lo vuelvo a repetir, parra aquellos que no lo hayan entendido. La mujer humana está bajo custodia de los enanos. Cualquierra que le ataque, ataca a un enano. Y eso quierre decir que tendrré que matarlo. No habrrá mas adverrtensias, ¿queda claro? -el enano espera una confirmación de que su amenaza ha sido correctamente entendida por todos los presentes, ya sea una mirada, un asentimiento, o de viva voz.

Estos enanos no se andan con chiquitas, ni ponen la otra mejilla. Si se la haces, la pagas. Tienen suerte los humanos de que estos enanos sean aperturistas y por tanto mucho mas tolerantes con todo lo que no es hijo de Mostal, pero eso no significa que vayan a tolerar ciertas actitudes.... más de una vez.

Al finalizar detiene su mirada en los dos que perpetraron el intento de asesinato.- Y vosotros... Mostal siempre está vigilante. Quieto, pero vigilante. No quierro que os mováis ni lo mas mínimo, o tendré que usar el protocolo de combate.

Tras la tensión generada, aunque algunos puede que no se hayan enterado de lo que pasaba, Tres Tubos se coloca de nuevo en la puerta. Pero esta vez empuña la ballesta, y una vez la sujeta, lanza una fugaz mirada a Sokendal y a Palgrem, para luego seguir vigilando... en todas direcciones.

Ahora no tendrá que acercarse, si hacen cualquier movimiento, tiene la forma de inmovilizarlos a distancia.

Los dos enanos de hierro y los dos humanos regresan más rápido de la cuenta de su expedición a la torre en llamas. No traen nada, salvo alguna mancha de hollín en las caras y sus vestimentas.

Los cuatro regresan al almacén donde se guardan las carretas. Vorkadung permanece en la puerta, con la ballesta lista para disparar en una mano y una actitud de alerta tanto al exterior como al interior. Dentro, el uroxi Sokendal y el granjero Palgrem están separados del resto en un rincón. Heenshen y el guardia al que capturó siguen junto a Darnor y el trollkin, la mujer telmori y el pequeño Thorkegar están juntos en otra esquina del almacén. El ambiente es tenso, y hay miradas de recelo cruzándose entre Sokendal y Vorkadung.