Partida Rol por web

Una vez se han distribuido los grupos de guardia y todo lo que resta es prepararse para la jornada siguiente, el anciano uroxi decide pasearse por los diferentes grupúsculos que se han formado espontáneamente entre las gentes congregadas al pié de la Colina, al parecer intentando darles ánimos ante la inminente batalla… o tal vez tanteando su verdadero temple y valor:

- No creáis que soy incapaz de apreciar lo que vale realmente vuestra oferta de combatir en persona – afirma con tono claramente elogioso mientras palmea el hombro de Gorkar Laerner – Muchos jóvenes parecen creerse que su vitalidad y su fuerza les hacen mejores luchadores que los veteranos como nosotros… pero tú y yo sabemos, amigo mío, que aunque la mano tal vez no posea ya la firmeza de antaño… la experiencia no tiene precio – asegura con un guiño antes de soltar el viejo proverbio theyalano – Gallina vieja hace buen caldo…

Entonces se dirige hacia Maerken Bartan, que está apenas a unos pasos, para reconocerle también su sensatez:

- Agradezco también el buen sentido que habéis mostrado hace un rato, hablando en el consejo – hace una breve inclinación de cabeza – Sin duda tus palabras pusieron algo de coherencia ante la ingenuidad de ese posadero, no parece mala persona… pero la verdad, me pregunto en qué mundo cree que vive… es como si no conociese la verdad de las cosas… ¿Pero de dónde habrá salido?

Un asentimiento respetuoso hacia el hombre santo de Urox es la única respuesta del silencioso Gorkar. Tal vez porque en pocas horas estará enfrentándose a la muerte contra peligrosos enemigos.

El orondo granjero echa una mirada de soslayo a Jorhen, a varios metros a la derecha de donde se ha sentado Maerken.

- Jorhen no es uno de nosotros. Como algunos de esos mercaderes que han venido. Hombres de ciudad, acostumbrados a vivir como hormigas en un hormiguero, rodeado de gente que echa sus orines a la calle en la puerta del vecino. Seguros tras unos muros patrullados por soldados, nunca han tenido que ser ellos los que se enfrenten a los peligros. No saben a lo que se enfrentan, y el exceso de prudencia, o directamente el miedo, habla por las bocas de ese tipo de hombres.

Varias hogueras se encienden a los pies de La Colina, separadas por unas decenas de metros unas de otras, y los distintos grupos se van sentando alrededor para descansar. En un grupo Maerken, Gorkar y Helerlavi con su hijo mayor, Varhen, en otro los hermanos Kelebram y su familia, en otro los extranjeros que han venido del sur como comerciantes, aunque en realidad persiguiendo a los secuaces de Samaliman. El tabernero Jorhen se une a su campamento. Holguer no ha decidido aún dónde situarse, pues está hablando todavía con algunos lugareños.

Como es necesaria una vigilancia, algunos son destacados en turnos de guardia para vigilar el perímetro y otros algo más al sur en unas rocas vigilando directamente en dirección a la torre por si se divisan antorchas en la lejanía.

Mientras habla con Gorkar y Maerken en su campamento, el Khan de las Tempestades no presiente mancha alguna en los presentes...

Sin decir nada pero pensativo, Groth se dirige hacia su puesto de vigilancia. Se sitúa orientado hacia la torre, temiendo desear ver antorchas en la lejanía.

- Komdu med mer, ad bu vara Suk -le dice al trollkin, esperando que su capacidad para ver en la oscuridad le sea útil- add me ef bu tekur eitthvad ovenjulegt, pu ert. Serstaklega ef pad kemur padan, fra turninum.

Sin decir nada pero pensativo, Groth se dirige hacia su puesto de vigilancia. Se sitúa orientado hacia la torre, temiendo desear ver antorchas en la lejanía.

- Acompáñame, Suk -le dice al trollkin, esperando que su capacidad para ver en la oscuridad le sea útil- quiero que me avises si notas algo raro, lo que sea. Sobre todo si viene de allí, de la torre.

Tras apoyar las palabras del Khan, se ha limitado a escuchar con atención lo que decian unos y otros, si es él quién va a arriesgar su vida, colandose en la torre para intentar abrir las puertas, quiere saber que tipo de respaldo puede esperar de todos estos desconocidos.
Aunque ese trollkin le hace pensar en otra posible opción, cuando lo ve junto al humakti les acompaña. Lo observa detenidamente, pero no es curiosidad o sorpresa lo que se lee en su rostro, lo está sopesando, midiendo, comparando. - Será más grande que Thorkegar imagino, aunque no necesitaría la luz para trepar.
Cuando el tal Groth nota su interés se decide a hablarle. - Parece que conoces bien la lengua oscura ... y a este trollkin. Tranquilo - añade mostrandole las manos al ser de la oscuridad - no pretendo hacerte daño. - Después vuelve a dirigirse al hombre. - ¿Sabes si este compañero tuyo, sería capaz de subir por una cuerda a lo alto de la torre sin hacer ruido? - la luz de las hogueras se refleja en sus ojos por un momento y sonrrie levemente.
- Verás, creo que eres el más indicado para comentar unos problemas a los que no paro de dar vueltas desde que me hablaron de esa maldita torre. Creo poder invocar la ayuda de Orlanth para hacer llegar a alguien muy liviano, con el extremo de una cuerda, a lo alto de la torre. Tengo un candidato en el grupo de mostalis pero, también tengo dos problemas. El más importante, hay vigías allá arriba y habría que eliminarlos antes de que nos vean o den la alarma. El segundo es la puerta de arriba, cerrada por dentro, aunque confío en que los enanos puedan hacer algo. - deja un momento para que el guerrero evalue la situación y luego prosigue con el motivo de todo esto. - Si yo pudiera entrar en la torre, conseguiría llegar a las puertas de abajo sin ser visto y quizá abrirlas, para que todos entren. - Duda en el modo de expresar lo siguiente. - Al igual que Orlanth, he recorrido la senda de la oscuridad y escapado con éxito de los hijos de la sombra, ahora soy capaz de recurrir a ese poder pero, debo entrar y la torre debe de estar en calma, si hemos de tener éxito.

Con unas últimas frases afables y gestos de ánimo hacia Helerlavi y Varhen el anciano cultista de Urox se separa del primer grupo al que se ha dirigido para encaminar sus pasos al constituido íntegramente por el clan familiar de los Kelebram. Allí presenta formalmente sus respetos a todos los presentes, ofrece nuevamente sus condolencias por su pérdida, en especial cuando ha sido bajo tan terribles circunstancias… y aprovecha para estrechar con firmeza el brazo de Darnor y luego el de Orlug, susurrándole arteramente al oído unas palabras cuidadosamente calculadas:

- Quiero que sepáis que comparto a título personal vuestra justa sed de venganza – afirma mirando directamente a los ojos a su interlocutor – La aberración que han cometido con vuestro padre, al igual que con todos los demás fallecidos en esas circunstancias, sólo puede ser pagada con sangre y fuego – alimenta la hoguera del odio antes de dejar caer la siguiente – Y por si no te lo han contado todavía, mi buen Orlug, debes saber que tu hermano Darnor ha dado muestras incontestables de que la sangre de los más bravos ancestros de vuestro clan corre vigorosa por sus venas, no le tembló la mano a la hora de ajusticiar como es debido a uno de los guardias de la torre maldita.

 Y el hecho de haberse manchado las manos de sangre aboca por extensión a toda su familia, de una forma irrevocable, hacia la senda de la guerra… con lo que los ha convertido en unos aliados seguros y fiables. No tienen otra opción. Como debe ser.

- No albergo la menor duda acerca de vuestro valor en la contienda que se avecina – continúa taimadamente su intervención – Al igual que sé que puedo confiar en Helerlavi y los suyos, en Palgrem, en Girkar y Maerken… aunque mi confianza merma un tanto cuando miro hacia quienes no pertenecen a nuestras raíces orlanthis – mira de reojo hacia el tercer grupo, en el que se encuentran los extranjeros – Por ejemplo… ¿Creéis que se puede confiar realmente en ese segureño, el posadero Jorhen? Supongo que habrá provisto de buena parte de sus recursos a la gente de Samaliman, cuando llegaron a estas tierras ¿Tenía mucha relación con ellos? ¿Creéis posible que los conociera de antes?

De nuevo, la semilla está sembrada en el terreno más fértil. Ahora habrá que esperar sus frutos.

El hombre se pone en pie para recibir a Holguer, al que estrecha el antebrazo con firmeza. Asiente cuando le habla de su hermano menor y de como ejecutó a uno de los soldados supervivientes a la emboscada, dando a entender que Darnor ya se lo ha contado. Tras escuchar en silencio las dudas de Holguer sobre Jorhen, sonrie con aire divertido.

- Sí, Jorhen no es de los nuestros, y sin duda los mercenarios son sus clientes más asiduos, así que perderá mucho con todo esto. Pero es un buen hombre, a pesar de su aspecto gruñón y usurero -se ríe quedamente antes de continuar en voz más baja- Fíjate, antes me ha preguntado si yo sabía si los enanos usan monedas de hierro para pagar a los humanos y si creía posible que se quedaran unos días en su taberna cuando todo esto acabe, antes de regresar a sus cuevas, o donde vivan los enanos.

Luego se pone serio de nuevo, y mira de soslayo a Jorhen, allí sentado entre el tal Heenshen y ese otro mercader, Vaerles.

- No creo que tenga tratos con Samaliman, pero no podemos dejar nada al azar... lo mantendremos vigilado y yo me encargaré de hacer guardia junto a él si es preciso.

El mercenario observa con tranquilidad al cazador. Parece meditar durante unos instantes durante los que se frota la barbilla, meditabundo.

- No creo que Suk sea la respuesta a ese plan, amigo -dice, bajando la voz para que solo le oiga el trollkin y el orlanthi- Puede ver en la oscuridad y por Humakt que tiene más cojones que la mitad de guerreros que he conocido, pero resultó muy debilitado por unas fiebres y se podría poner a toser en el peor momento.

El hombretón suelta una risita y le guiña un ojo con aire confidente.

- Pero creo que me has dado una idea -baja todavía más la voz- Verás, llevo un buen rato dándole vueltas a una iniciativa que tal vez se complemente con la tuya. Nosotros viajamos durante un trecho con algunos de los ocupantes de esa torre. Como has visto, nuestro grupo está compuesto sobre todo por mercaderes, así que no se decidieron a cortarles la garganta a esos malnacidos adoradores del Diablo, pero tal vez ahora esa indecisión nos sea útil.

Mira a su alrededor para asegurarse de que están solos.

- Podríamos intentar entrar nosotros directamente por la puerta. Ellos nos conocen, viajamos con ellos y no tienen motivos para desconfiar de nosotros. Podríamos decirles que un grupo de enanos nos atacó al confundirnos con ellos y que necesitamos refugiarnos dentro de la torre y que les ayudaremos a defenderla. Una vez dentro, será más sencillo abrir la puerta o lanzar una cuerda por una almena, o lo que coño que Humakt disponga.

Adopta una postura algo más enhiesta y exhibe una sonrisa de orgullo.

- ¿Qué te parece la idea? ¿Me ayudas a convencer al resto?

Tampoco presiente el Mal Absoluto entre los Kelebram mientras mantiene la conversación con el ahora patriarca de la familia...

Tras concluir también su breve charla con los Kelebram, el viejo guerrero se encamina por fin hacia el tercer colectivo, sin duda el más diverso, pues en él se encuentran gentes de los más variados orígenes. Sin embargo, parece que en el último momento decide variar su rumbo y en lugar de sentarse junto al fuego para departir con el núcleo del grupo… se dirige a los tres individuos que conversan en pié algo más apartados, vigilando el camino.

A Hal ya lo ha tratado bastante, el otro hombre se ha dado a conocer como seguidor de la Espada y eso le hace un aliado relevante. Y bueno, la miserable criaturilla de la oscuridad apenas cuenta… aunque incluso un ser así podría tener alguna utilidad para nuestra sagrada misión. Y que el humakti se haga acompañar de él ya habla algo en su favor.

- ¿Cómo va la guardia? – bromea cuando se acerca – Supongo que los sentidos de esa mascota vuestra podrían llegar a sernos de utilidad en la negra noche…

Groth mira con un punto de desconfianza al recién llegado. Parece un anciano, pero por sus maneras y comportamiento el mercenario le reconoce como el verdadero cabecilla de los orlanthis. Un uroxi, nada menos.

Y ya ha tenido bastantes berserkers con Horen.

No tiene nada contra ellos, son unos fenomenales guerreros, pero para el taciturno y conservador humakti la violencia desenfrenada no sirve de nada si no se desata en el momento adecuado, y los fieles del Toro Tempestuoso no destacan por su autocontrol.

Pero ya que se ha acercado voluntariamente... tal vez los años le hayan colocado bridas a ese temperamento.

- Bienvenido, guerrero -no es tan estúpido como para provocar a un uroxi, sobre todo si ha llegado a viejo- Estábamos aprovechando la noche para nuestras pequeñas conspiraciones. Este buen amigo me acaba de proponer un plan para entrar en esa torre y yo le he contestado con otro ¿tienes tú también uno?

Muestra una sonrisa abierta y franca. No puede sustraerse a la excitación previa al combate.

Bosporus sabe que ese odioso Khan puede desenmascararlo, asi que intenta estar lejos de el, cuando ve que se acerca se pone en pie y se estira, al ver que se dirige donde esta el humakti parece que puede respirar otra vez. Aprovecha entonces para bromear sobre la cena y poder ir a cagar, lejos de ese Khan... aunque si tiene que cagar es la mejor escusa para no estar cerca de el.

El viejo contesta con una sonrisa críptica:

- Los años me han enseñado a escuchar primero y hablar después... ¿Cuál es vuestra estrategia?

Bosporus que esta sentado junto al fuego ve como se acerca el viejo Holguer y antes de llegar hasta ellos el viejo se va donde esta Groth, Bosporus dice en voz baja - Ese viejo solo esta alimentando el odio de los campamentos para su unico proposito, que es destruir el caos sin importarle si morimos o vivimos. Solo se acerca a los guerreros que pueden aportarle algo... pues a mi que no se acerque ni me hable... yo quiero vivir.  Luego se levanta y dice - Creo que esta cena ya se abre camino... jajajajaja!!! y se aleja hacia unos matorrales buscando un buen sitio para utilizarlo como letrina a una distancia prudencial para no oler esta noche su propia esencia y asi evitar las palabras de Holguer que al parecer a Bosporus no le han sentado bien. Quien sabe lo que le hizo recordar con esas palabras que dijo antes, ¿que recuerdos a reavivado? lo que si esta claro es que no tiene muchas ganas de hablar con el ni dirigirle la palabra.

Hal no tiene problema en hablar delante de Holguer pues, llegados a este punto, su enemigo es el mismo y mejor que estén coordinados. Cuando se aproxima saluda asintiendo con la cabeza. - Khan Holguer, como dice Groth, pensamos en dos sendas distintas. Él aún ve posible que les dejen entrar a la torre, a los de su grupo, si dicen que huyen de los enanos, entonces combatirán para abrir las puertas. El problema es que, los meldeks, en las horas finales de su ritual, puede que no permitan entrar a nadie. - Mira al humakti con estas palabras pues aún no le había mostrado su parecer, después se vuelve hacia Holguer. - Si recuerdas, ya estuve pensando anoche, en la granja de Helerlavi, en un modo de entrar, pero no era el momento de hablarlo. Sigo pensando que solo hay un camino al interior de la torre, por arriba. Puedo pedir ayuda a Orlanth para hacer llegar al mostali Thorkegar, con el extremo de una cuerda, a lo alto de la torre. El problema más importante son los vigías, habría que eliminarlos antes de que den la alarma. De la puerta de arriba, cerrada por dentro, confío en que se encarguen los enanos. Si consigo entrar en la torre, llegaría a las puertas de abajo sin ser visto y quizá abrirlas rápido, para que todos entren. - Vuelve a detenerse antes de decirlo, aunque piensa que, desvelar su secreto, ya no tiene importancia en estos momentos. - Al igual que Orlanth, he recorrido la senda de la oscuridad y escapado con éxito de los hijos de la sombra, ahora soy capaz de invocar ese poder. Funcionará mientras todo permanezca en calma y en la torre no estén alerta. Sea cual sea nuestra senda, si salen a combatir a los enanos, lo tendremos más fácil. Incluso podríamos volver vestidos con las ropas de los soldados - Calla un momento y recorre con los ojos a todos los allí reunidos. - Si alguno de los que están aquí esta noche, pudiera ayudar en uno de los planes, tendríamos más esperanzas de conseguirlo, así solo contamos con la suerte de los locos y quedamos a capricho de Eurmal. - Fija la mirada en el viejo como si le estuviera recriminando algo pero, guarda silencio.

El anciano escucha en silencio, sin interrumpir en ningún momento las explicaciones, para luego cavilar largamente sobre todo lo que ha oído. Y eso ya es algo remarcable tratándose de un uroxi. Luego, cuando ya se ha formado una idea clara, responde:

- Sin duda alguna, lo que va a marcar el curso de esta guerra será si nuestro enemigo cae en la trampa que le hemos dispuesto y envía a parte de sus tropas para aplastar a los enanos – afirma muy convencido – Aunque yo tracé este plan antes de saber nada acerca de esa invocación que al parecer están preparando, si tuviéramos más tiempo otro gallo cantaría… pero sabiendo que es un asunto tan inminente, la vedad, dudo que quieran correr riesgos ahora – razona con una indudable frialdad – En cualquier caso, nada podemos hacer al respecto ahora mismo y no tardaremos en saber cuál será su reacción. Si mañana no se han movilizado tendremos que avanzar nosotros hacia la torre y entonces todo será evidente, ya no habrá lugar a engaños.

Hace una pausa y observa con detenimiento a Hal “Buscasendas” y al humakti antes de añadir:

- Sinceramente, Groth, dudo mucho que permitan a vuestro grupo entrar en la torre en las actuales circunstancias, si no os permitieron acceder cuando llegasteis a Karia tras haber viajado juntos, tanto menos lo harán ahora que ya han sufrido las primeras bajas – el viejo emplea argumentos mucho más racionales que temperamentales, aunque todavía da la sensación de que se guarda algo para sí mismo – Sin embargo, me parece muy oportuna la táctica propuesta por nuestro amigo Háloric, contar con la ayuda de los hijos de Mostal no tiene precio, pero me alegra comprobar además que tú mismo aportas habilidades y caminos mágicos sorprendentes – le halaga – De todos modos, lo ideal sería derribar a los guardias de la cima de la torre antes de empezar, tal vez alguno de los viajeros que acompañaban al buen Groth disponga de recursos útiles al respecto… – y entonces añade ladino – Dime, muchacho… ¿Los conoces bien? ¿Hace mucho que viajáis juntos?

El mercenario suspira. "Genial, un uroxi paranoico", piensa.

- He sangrado con ellos, anciano -replica con un punto de irritación al tiempo que señala al trollkin que permanece callado a unos pasos- Hemos enterrado a un hombre y medio allá atrás, y una bruja que ojalá estuviera aquí se marchó para no volver. Y curiosamente han sido los guerreros más orgullosos y vociferantes los que se largaron en pleno combate, mientras que los más humildes lucharon como leones.

Suspira, algo melancólico.

- No creo que tengamos nada que temer de ellos, pero la mayoría no son precisamente combatientes, y de ahí mi idea. Serán mucho más efectivos en una misión encubierta que luchando a campo abierto -sonríe cómplice- Engañar se le da bien a los mercaderes ¿no es cierto?

Mira hacia la torre, esperando ver de una vez el brillo de las antorchas.

- Creo que con un grupo de orlanthis y enanos detrás de nosotros serán más proclives a dejar entrar aliados en la torre, y que tampoco tenemos mucho que perder si no nos dejan. De hecho lo único que me preocupa es que nos dejen entrar para aniquilarnos mejor. Además... ¿quién os ha dicho que no hay defensas mágicas que impidan el acercamiento desde el aire? -hace una pausa y retoma su discurso- Pero estoy de acuerdo contigo en una cosa: sea lo que sea que hagamos, debe esperar hasta mañana. Si nos atacan esta noche todo puede cambiar.