Partida Rol por web

Raine no tenía la menor intención de ir a avisar a nadie; había salido corriendo de la habitación bastón en mano incluso y después de toparse con aquello lo último que pensaba hacer era irse. Que lo hiciera otro.

Se abrió paso a empellones hasta su "hermana" (con tanta energía que a punto estuvo de tropezar y caerse ella) La genasí tenía claro que nadie normal entraba en la habitación de una persona sólo para hacer pinturas rupestres de aquella índole, y también tenía muy claro que la gente no olía azufre. Y la tiefling tampoco.

Sólo se le ocurría una cosa que pudiera haber ocasionado tanto la reacción como el escenario y dicha cosa no le gustaba en absoluto.

—¡Edana!—jadeó arrojándose de rodillas al suelo y abrazándola con fuerza—. Mystra... dime que estás bien.

"¿Qué ha pasado?" era la pregunta que le ardía en la garganta. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba a punto de terminar preguntando lo mismo que Kroggar de modo que cerró la boca, no tenía sentido hacer el papel del eco.

Quería preguntarle algo muy concreto a la otra maga, pero no delante de todo el mundo (so pena de hacerlo en infernal, que tampoco era plan) Así que se limitó a aguardar respuesta.

Artair soñaba con bellas damiselas deseosas de recibir a un guerrero recién llegado de la batalla, victorioso con un gran botín, cuando un agudo grito, femenino, le despertó de golpe. Algo en el grito le resultaba familiar, pero no hubiese puesto las manos en el fuego en ningún caso. Salió de la cama tal cual estaba, con un taparrabos de cuero que apenas le cubría más de lo necesario y descalzo. Sintió el suelo frío de piedra bajo sus pies, pero no le causó el más mínimo cosquilleo. Durante su infancia, Artair, como el resto de chiquillos de su aldea, corría descalzo por cualquier lugar, por lo que sus pies tenían una gruesa piel, callosa, que hacía que hiciese falta algo más para que le doliesen. Salió al pasillo tras abrir la pesada puerta con prisa, sólo para encontrarse que Raine y Kroggar ya estaban fuera.

El ruído parecía provenir de la habitación de Edana, por lo que con grandes zancadas el bárbaro se encaminó tras sus compañeros hasta la misma. La puerta estaba abierta, pero lo peor estaba por venir. Una antorcha iluminaba la estancia, con danzarinas llamas. En las paredes, runas desconocidas, pintandas en lo que parecía sangre. En el centro de la estancia, sobre su cama, Edana jadeaba con fuerza y una película de sudor cubría su esbelto cuerpo. El aire, tenía un ligero olor a huevos podridos. El típico olor dejado por el azufre. Pero éste no parecía provenir de Edana, ni la sangre tampoco ya que no parecía que tuviese herida alguna. Sin embargo, tan concentrado estaba Artair mirando las runas de la pared a ratos y a otros mirando, preocupado a Edana, que no se dió cuenta de las marcas de garras que había en la puerta. Lo cierto es que si las hubiese visto quizás le hubiese dado igual. Su amiga parecía en problemas. De alguna manera. Y eso era lo único que realmente le preocupaba a Artair.

Kroggar, primero, y Raine de seguido, se lanzaron sobre el lecho de la tiefling con la esperanza de reconfortarla y saber si estaba bien. Kroggar se giró y ordenó cerrar la puerta, a lo que Artair respondió mirando a Elatha, quien había entrado en último lugar. Sabiendo el origen de Edana, era normal que el enano prefiriese que nadie se enterase de lo que ocurría. El tono de Kroggar cambió de repente. Su voz era suave, dulce incluso. Artair no salía de su asombro pues jamás había escuchado al enano usar ese tono, ni siquiera lo hubiese imaginado. Pero de alguna manera, lejos de reirse por ello, Artair respetó más a su amigo entonces. Un hombre no es tal sólo por ser duro, sino por ser lo que se espera de él en cada momento. Y en ese, tocaba preocuparse por Edana.

Edana estaba tensa como la cuerda de un arco: tenía los ojos lechosos muy abiertos, la respiración entrecortada, y los dedos cerrados con crispación en torno a la sábana. Su mirada ausente de pupilas recorrió con nerviosismo a todos los presentes. La situación escapaba a su control y estaba a punto de dejarse llevar por el pánico. A un lado de ella, Spin estaba hecho una bola erizada de púas, resoplaba agitadamente y daba pequeños saltos en el sitio.

Edana se obligó a concentrarse en el rostro de Kroggar. Él le había salvado de la hoguera cuando era cría; no la abandonaría ahora. Y Raine tampoco: eran sus dos mejores amigos. Se obligó a tragar saliva y respirar hondo.

—Sí, estoy bien —le contestó a Kroggar, enjugándose el sudor de la frente con una mano temblorosa.

Instintivamente se llevó las manos al vientre y comprobó que no estuviera manchado de sangre o tuviera otro tipo de marca o señal.

—No estoy segura de lo que ha sucedido —tartamudeó, y miró por encima del enano para mirar a Elatha y a Artair antes de añadir—. Creo que la bruja ha estado aquí. Haciéndome algo. Induciendo mágicamente una pesadilla, desde luego. Pero creo que algo más.

Decidida a demostrar su fuerza y resolución, y no debilidad, Edana se incorporó y se puso de pie sobre la cama.

—Tsaran korilath, ith hakon. 

Eran las palabras de un encantamiento que revelaba la presencia de auras mágicas. Elminster le había inculcado la noción de que en asuntos magia, era de sabios ser pacientes. Antes de intentar descifrar aquellos glifos -que si estaba en lo cierto, bien podían estar escritos en infernal-, se aseguraría de que no les iban a explotar en la cara a todos ellos.

Elatha comprendió lo que debía hacerse, luego de comprobar a la distancia que Edana estaba bien, se postró como un vigía afuera de la habitación y cerró la puerta, vigilando que ningún curioso decidiera pasar por allí y viera el desastre dentro de la habitación, lo que causaría ver a un Tiefling junto a unas inscripciones infernales hechas en sangre causarían un revuelo en toda la posada y el rumor no tardaría en extenderse a lo largo y ancho del valle de la daga y las zonas aledañas.

Kroggar observó las marcas en la puerta, unas pequeñas garras las habían hecho, como si la mano de un bebé le hubieran crecido tres largas garras. Luego de consolar paternalmente a su protegida, logró observar algo en un extremo de la habitación, una inspección de cerca revelaría un montón de cenizas aún calientes y humeantes.

Edana empezó a concentrarse en uno de sus conjuros, intentando discernir si había o no magia presente en la habitación...

Hace algunas noches, en la tumba de los no-muertos que azotaban las inmediaciones del clan de Artair, creíste oír tu nombre en más de una ocasión, un susurro que se disipaba con el silencio de la tumba y la fuerte respiración del Enano. Una voz que te ponía incómoda, pero en ese entonces pensaste que era producto de tu imaginación.

Ahora esa misma voz volvía a aparecer y esta vez el rostro de una anciana la venía acompañando, algo dentro de ti sabía que esa anciana tenía alguna conexión contigo y sin saberlo a ciencia cierta, tu instinto te indicaba con todas sus fuerzas que esa anciana ya había estado en tu vida antes, de hecho fue la causante de tu vida. Sin hechos ni indicios (pensamiento lógico y racional en el que todo mago, incluyéndote, seguía) sabías que esa anciana con rostro era la misma bruja que había engañado a tu madre para concebirte. Y de alguna manera sabías que no sería la última vez que te la volvieras a encontrar.

La sensación actual era rara, un sin sabor en la boca seca y un temblor nervioso se apoderaba de tu cuerpo. El sueño había sido muy real. Aún ahora, despierta, sentías como si hubieras vivido el sueño, como si hubiera sido una realidad, las manos te temblaban y la saliva no pasaba de tu garganta cuando intentabas tragar.

Te costó algún tiempo concentrarte en el conjuro para detectar la magia, falló una vez antes de que pudieras empezar a ver mediante los ojos de Mystra. Varios segundos de concentración pasaron y ningún rastro de magia en las paredes ni en ningún lugar de la habitación. Esas inscripciones habían sido hechas con sangre y a pulso, sin utilizar magia.

Una vez descartada la magia en las inscripciones, empezaste a observarlas con más detenimiento. Estaban escritas en una especie de idioma infernal, pero mucho más arcaico, a pesar de conocer el idioma de los demonios, se te dificultaba leer lo que decía, solo lograbas descifrar algunas palabras, sin estar del todo segura si esotraducían: "Hijo" "Ritual" "Muerte" "Tres" "Daga de Nazlûg"... Nada o todo tenía sentido, depende como se viera, quizá tenía mucho que ver con el sueño pero todo tuvo un mayor sentido cuando descubriste un símbolo en el extremo de la pared:

Tres lineas verticales irregulares, como si fueran la herida ocasionada por unas garras (parecidas a las de la puerta). Entre ellas habían 2 orbes. Eso hizo evocar en tu mente una antigua clase de religión por parte de Elminster, una en la que recuerdas a Raine cabezeando y luchando con todas sus fuerzas por no dormir. Una clase en la que describían la simbología de dioses muertos, uno de ellos consistía en tres lineas verticales con dos orbes entre ellas, un símbolo ancestral con el que se representaba uno de los tres aventureros que lograron amedrentar (matar?, intimidar?) a una deidad hace tiempo extinta, un aventurero que ascendió a deidad bajo el manto del asesinato y murió no hace mucho cuando los dioses caminaron por Faerûn, un aventurero y una deidad conocida como Bhaal...

—Hijo... ritual... muerte... ¿daga de Nazlûg? —fue traduciendo Edana—. No me gusta el cariz que está tomando esto.

Entonces se detuvo en un signo concreto: consistía en tres lineas verticales con dos orbes entre ellas. Se detuvo y miró a sus compañeros de hito en hito.

—Éste símbolo representa a Bhaal, el Dios del Asesinato —balbució con los ojos abiertos como platos. 

¿Era ella, de algún modo, la clave de un ritual para devolverle la vida al dios muerto?

"Júntate con magos..." Elatha empezaba a encontrar un denominador común. Ariadna estaba como una regadera, Sabine era una estirada megalómana, Rhiannön tenía mucho odio en unos ojos tan bonitos...y ahora Edana. Desde luego, cuando pasaba las noches de posada emborrachándose con guerreros y bandidos nunca pasaba nada malo. El problema estaba en juntarse con gente que se dedicaba a las artes arcanas. Eran un imán para lo extraño. Así de simple. ¿Por qué su amiga de la infancia se mezclaría con algo tan evidentemente peligroso? ¿No podía hacer como él y ganarse la vida de forma segura?

Y luego lo del dios ése. Toda la vida rodeado de dioses, plegarias y clérigos y nunca había pasado nada tan turbio. Claro que eran dioses honestos. Hasta los malvados como los de los orcos. Eran deidades de la guerra cuyos salmos eran los gritos de los heridos. No cosas raras que se inventaban los magos.

Esperaba no parecer insensible cuando dijo:

- ¿Y qué tal si volvemos todos a la cama y limpiamos mañana? Yo hago la primera guardia en la puerta, si queréis

—¿Y que Edana duerma en una habitación así?—se horrorizó Raine poniendo una expresión parecida a la que habría puesto alguien a quien acaban de describirle una receta de algo hecho a base de tripas de avolakia y ojos de contemplador—. Estamos hablando de que alguien ha escrito la pared con sangre mencionando algo sobre un sacrifício, la daga de... alguien y el dios del asesinato. ¡Yo no puedo irme a la cama como si fuese cualquier cosa!

Lo cierto es que de por sí ya le había costado conciliar el sueño pero ahora no se sentiría tranquila si no se quedaba en aquella habitación con la tiefling. Y no precisamente porque Edana fuese una niñita asustada, sino porque le daba pánico que le pasase algo; junto a Elminster era la única familia que tenía.

Miró aquellos macabros símbolos y tras un instante frunció suavemente el ceño como si se le hubiese ocurrido algo.

—Lo voy a borrar. Ahora—dijo mirando a la tiefling como si esta fuera a intuir a qué se refería. Luego se volvió a poner de pie dando un golpecito con la base del bastón en el suelo y extendió una mano hacia la pared—. Ast berjudi sihir.

Edana cogió lo primero que tenía a mano -una jofaina de barro con agua- y se la tiró a Elatha, sin mucha intención de darle.

—¡Claro! ¡La próxima vez que una bruja se presente en mi cuarto a media noche para realizar un ritual con el que resucitar a un Dios muerto me daré la vuelta en la cama y le diré que vuelva mañana! —resopló la tiefling—. ¡Serás gilipollas...!

La tiefling se bajó de la cama de un salto mientras Raine borraba todo aquél desastre.

—Ya está, Spin. Todo está bien —le dijo a su erizo, por no convertir a Elatha en un montón de cenizas humeantes.

Elatha esquivó el proyectil. Qué poco aguante...se olvidaba que no estaba entre guerreros. Para haberse consagrado a poderes más allá de la imaginación de muchos, los magos no estaban muy preparados para resistir la presión. En fin, sonrió con cansancio.

- Entiendo que estés asustada; pero quien haya hecho esto ya está lejos y está consiguiendo lo que quiere, que es ponerte nerviosa - dijo con un encogimiento de hombros -. A la luz del día las marcas de cultos oscuros no inspiran tanto terror, te lo aseguro

Echó una mirada furtiva al pasillo. Quizá el ruido de la jofaina al romperse había llamado la atención. Si alguien se acercaba, estaba preparado para interpretar su papel de borrachín-paseante nocturno para disimular. Porque aunque fuera un "gilipollas" sabía perfectamente qué había que hacer en esos casos, y Edana también lo sabría si tuviera algún tipo de entrenamiento.

Dio un paso fuera de la habitación para mirar a ambos lados. Y luego se apoyó en la puerta, bloqueándola.

- Te sugiero que te tranquilices; no podemos hacer nada ahora mismo sin que hagan un montón de preguntas y arriesguemos tu condición, Edana. Mañana podremos sonsacar a la gente de la taberna y me pondré en contacto con alguien - tragó saliva...Ariadna era muy peligrosa, Sabine, aún más, ¿A quién mandar un mensaje? -. Que puede tener información sobre malos practicantes de vuestro Arte, ¿Lo ves? Eso es hacer algo. Ponerse nerviosa y tirar cosas a la gente que quiere ayudarte es hacer el tonto

—¡Oh genial! Tienes un contacto que tiene información sobre "malos practicantes de nuestro Arte", ¡problema resuelto! —señaló a Elatha como un dedo—. Puedes tener toda la apostura de mercenario frío como el hielo, curtido en mil batallas que lo sabe todo y que lo ha visto todo. Pero no es más que apostura. Eres sólo un bobalicón ignorante que gracias a una chispa de inspiración divina ha logrado entender que las espadas pinchan por un extremo y deben agarrarse por el otro. Lárgate de mi habitación ahora mismo, antes de que haga algo de lo que me arrepienta. 

Bhaal. Kroggar frunció el ceño. Cualquier mención a un dios muerto nunca era una buena señal, mucho menos cuando el susodicho era el pernicioso dios del asesinato. ¿La daga de Nazlûg? El enano intentó recordar si le sonaba de algo. Nunca había sido alguien que estudiara sobre otras deidades, y menos si no estaban relacionadas con la guerra, pero quizás…

Al ver que Edana estaba más tranquila y se encaraba con Elatha, el enano volvió a su habitual carácter.

—¡Ya está bien! ¡Orrejas picudas aquí hay gente lo suficiente diestrra en el Arrte y los asuntos divinos como parra necesitarr ayuda! Esto es algo más que “malos prracticantes de magia” ¡Niña no es momento parra perrderr el contrrol!—dijo con la intención de cortar la discusión que ya había comenzado..

Consciente de que había que examinar todas las pistas que tenían. El enano señaló las cenizas del rincón al tiempo que se acercaba a la puerta para examinar las marcas.

—Chicas, examinad esas cenizas. Igual podéis averriguarr si se utilizan para algún conjurro en concrreto. Arrtairr, Orrejas picudas, echadme una mano con estas marrcas. ¿Se os ocurrre alguna crriaturra que haya podido hacerrlas?

No fue hasta que Kroggar señaló las marcas en la puerta cuando Artair se fijó en ellas. En la primera inspección a la habitación no las había visto y, después, no había tenido tiempo cuando una discusión entre una evidentemente nerviosa Edana y un quizás demasiado práctico Elatha estalló. A un lado, Raine miraba a todos con ojos tristes, preocupada por su amiga y lo que estaba ocurriendo con ellos. Los asuntos de magos nunca son cosa buena. Pensó el bárbaro para sus adentros.

Ya lo había hablado muchas veces con Elatha, el "orejas picudas" como le gustaba llamarle a Kroggar, con una jarra en la mano. La magia aunque útil, siempre tenía un poder corruptor terrible y, por tanto, los poderes malignos siempre se terminaban beneficiando de ella. Uno podía saber lo que iba a pasar cuando se enfrentaba con un enemigo que portaba un arma en la mano. Podía ser mejor que tú, podía tener una técnica desconcertante, podía ser rápido como un rayo o esquivo como un ratón, pero siempre uno sabía a qué atenerse. ¿Pero con la magia? La magia es impredecible. Al menos para aquellos sin los conocimientos suficientes sobre ella. Lo cual era un problema gordísimo.

Bien es cierto que era una gran ventaja cuando era en tu ayuda, pero cuando no... ya se veía en ese momento.

Los entendidos en las artes mágicas parecían haber descubierto que un dios de la muerte, ni más ni menos, estaba relacionado con lo que parecía un ritual en la habitación de Edana. Artair no podía sentirse más incómodo y elevó una silenciosa plegaría a Mielikki. Sus músculos se relajaron en ese momento. Poco después, Kroggar le pedía ayuda. El bárbaro asintió a su amigo y se fijó en las marcas.

En la era de los Trastornos, cuando los Dioses caminaron sobre Faerûn, Cyric, la deidad que hoy porta el portafolio de a muerte, asesinato, intrigas, engaño e ilusión, asesinó a Bhaal sobre el río sinuoso y robó sus poderes divinos.

Bhaal supo de su muerte mucho antes de que ocurriera y antes de la era de los trastornos el Dios caminó en forma de mortal y engendró varios hijos a lo largo y ancho de Faerûn, ellos serían los que lo traerían de vuelta mediante su sacrificio.

La sangre del dios muerto se derramó sobre el río sinuoso y lo contaminó con su esencia divina y maligna. De sus aguas emergió una daga completamente negra, encontrada por un sirviente de Bhaal llamado Nazlûg, oriundo del mar de la luna y un militar de alto rango entre los Zentharims*, juró encontrar la manera de revivir a su dios. 

Los grandes eruditos y clérigos no prestan demasiada atención a las historias en torno a Nazlûg ya que no existe un poder mortal tan grande como para traer de la vida a un dios muerto.

Diferente el caso de Bane, un dios que antes de su muerte logró trasladar su esencia absoluta a un mortal al cual utilizó como un capullo para regresar. Técnicamente Bane no murió, a diferencia de Bhaal.

El sonido de la jofaina rompiéndose llamó la atención de alguien efectivamente, un huésped de una habitación cercana asomó la cabeza por la puerta de su habitación, pero al ver la letal mirada del Semielfo decidió que no valía la pena investigar al respecto. Era curioso ver que un jarrón ropiéndose en una pared llamara más la atención que un grito de espanto!

El momento tenso dentro de la habitación quedó zanjado con la intervención autoritaria de Kroggar, el Enano experto en deidades enanas y de guerra, había escuchado algo alrespecto de Bhaal en sus interminables horas de estudio y se le había quedado guardado en su cabeza por demasiados años.

La inspección a la puerta no reveló nada más delo que ya sabían, hechas por filosas garras de tres dedos por parte de una criatura que podría tener el tamaño de un gato, bípedo sin duda alguna a juzgar por la altura de las marcas. Mientras Raine limpiaba con magia las insignias, Edana se esforzó por memorizarlas en su cabeza, algo en lo que ella era muy buena.

Las cenizas estaban tibias al contacto y desprendían el nauseabundo olor a azufre que impregnaba el aire de la habitación, la ilustrada Edana, una vez más calmada supo que todo encajaba si la criatura que había hecho todo aquello no pertenecía a ese plano de existencia. La criatura había sido invocada afuera de la habitación, y se las arregló para entrar. No era muy difícil forzar una cerradura de aquellas puertas, pero una criatura de otro plano no es que supiese hacerlo en absoluto, tampoco la forzó o el sonido hubiera despertado a la fea durmiente. Quizá habría recibido ayuda, ¿pero de quién?. La criaturita hizo lo que hizo y luego se esfumó a su plano nativo, dejando una estela de cenizas mientras se desvanecía, era sabido que cuando un ajeno era expulsado del plano material, dejaba alguna marca.

Solo una criatura encajaba con aquella descripción, un diablillo  pequeño y alado que en ocasiones se le confundía con un murciélago grande, un Imp. ¿Quién lo habría invocado? ¿quién lo habría ayudado? ¿con qué fin hizo lo que hizo? Aún quedaban incógnitas por resolverse las cuales salían del alcance por el momento.

Edana se apartó hasta la habitación de Raine para seguir descansando, no era la primera vez que tenían que compartir cama, en sus castigos otorgados por Elminster las encerraba por una noche sin nada para comer en una habitación tan estrecha que las chicas no alcanzaban a estirarse completamente. El sueño fue intranquilo para todos el resto de la noche, el Enano era el más preocupado, no cerró su puerta y en un momento dado, cuando vio perdida la batalla para dormir, decidió hacer guardia fuera de la habitación de las magas. Allí muy temprano, vio como bajaban por las escaleras Rogan y el resto de sus esbirros. Ellos parecieron no haberlo visto.

El cielo aclaró y en grupo los cinco bajaron para desayunar, una hogaza de pan acompañada de un poco de queso rancio y cerveza aguada era el desayuno que iba incluido dentro del precio de la habitación. De nuevo en el salón principal todo era muy diferente a la noche anterior. El sonido y el bullicio se había desvanecido por completo, parecía una cripta desolada a excepción de un par de Enanos del grupo que acompañaba a Bosk 'el yunque' quienes habían quedado dormidos en la mesa, sosteniendo aún las cervezas con sus manos.

La tendera no tardó en llevar los desayunos, una comida siempre era bienvenida para los estómagos, ahora, en una situación más calmada y serena, se debían tomar algunas decisiones y saber que pasos se tomarían a continuación. 

¿Cuál será el próximo destino?¿viajarán inmediatamente?¿Retrasarán la partida para intentar buscar información?¿Dejarán a Elatha atrás?...

Raine tenía claro que a ella le gustaba desayunar un tazón de leche con canela. Lo que no tenía claro era por qué había a quien le parecía raro.

La genasí llevaba dándole vueltas a varias cosas desde que se habían sentado a desayunar; primero los perturbadores acontecimientos de la noche pasada, y segundo el desconcertante saludo que le había dirigido la camarera. Ella había vivido desde que tenía uso de razón con Elminster, ni si quiera sabía quienes habían sido sus padres biológicos como para saber quién rayos había sido su abuela. Así que entonces la única pregunta que quedaba era: ¿por qué había pasado por allí con una anciana? ¿Y por qué había dicho que lo era? Igual no lo había dicho, igual era lo que había dado por sentado la gente, igual...

«... Igual me puedo tirar un siglo haciendo conjeturas» suspiró para sus adentros.

Sabía que lo mejor que podía hacer era preguntar y punto, pero... le daba vergüenza. Era absurdo pero desde el accidente se sentía tan insegura con todo que llegaban a ocurrirle aquel tipo de cosas.

—Dana... —le susurró a la tiefling para que sólo ella la oyera, buscando apoyo inconscientemente—. ¿Crees que... eh... sería buena idea preguntarle a la camarera por lo que dijo ayer?

El enano mareó su desayuno sin probar demasiado bocado. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y apenas había pegado ojo. Su hermano, la misión de los Hojabrillante y por supuesto los sucesos de la pasada noche. Al menos tenía claro lo que tenían que hacer: seguir la pista de Krontar y poner la máxima distancia posible entre quién fuera que siguiera a Edana y ellos. Así que decidió exponer el plan a sus compañeros, en especial a las dos jóvenes, que no estuvieron cuando Bosk les informó.

—Mi herrmano pasó porr aquí hace unos días—dijo intentado sin mucho éxito ser lo más cauteloso posible. Sabía que a sus compañeros no les agradaría tener que viajar con prisas una vez más—. Se dirrige hacia Quarrk, no sin antes pasarr porr las Catarratas de la Daga. Con un poco de suerrte podemos alcanzarrle antes de que se aventurre en Tethyamarr. No podrremos tomarrnos el viaje con calma.

La noche había sido más larga de lo esperado. Artair consiguió dormir un poco más, pero no sin dificultades. Donde antes había habido sueños de exuberantes mujeres y gloriosos combates, durante lo que quedó de noche sólo hubo angustia y pensamientos oscuros en la cabeza del bárbaro. Edana era una mujer singular, no cabía duda, a veces incluso de trato esquivo, pero el Allaway le había tomado cariño y sentía que los cinco formaban una especie de familia. Disfuncional y extraña, sin duda, pero una familia. De alguna manera, los dioses les habían juntado y tenían una misión para ellos. Artair tenía claro que la deuda de sangre estaba presente, pero llegados a este punto, sabía que entregaría su vida por sus compañeros igualmente. Fuese quien fuese quien estaba tras ella, Artair le haría lamentarse por ello.

Cuando por fin el sol brillaba en el firmamento, Artair salió de la cama. Sus músculos estaban tensos por lo ocurrido esa noche y se estiró para destensarlos. Después, se aseó la cara y las fosas nasales, se vistió y salió de la habitación. Pronto, los cinco compañeros estaban juntos. No cruzaron muchas palabras. Lo que había pasado durante la noche les había dejado tocados y se notaba en el ambiente.

Una vez en el salón, Artair pudo ver que apenas había nadie. Los cinco se sentaron en una mesa para tomar el desayuno. Artair comió con buen apetito, aunque con cierta desgana. Entonces Kroggar propuso su plan y Artair se limitó a asentir. Aunque poco después, decidió que confirmaría su gesto con palabras.

Estoy de acuerdo, hermano. Dijo con solemnidad. Iremos donde tu hermano y a Tethyamar después si es necesario. Mantendremos a Edana a salvo de quien le esté persiguiendo. Su mano se fue instintivamente hacia su arma, pero entonces recordó que dentro de la sala no podían portar armas. El gesto quedó claro en cualquier caso y Artair se dió por satisfecho.

Edana había renovado su conjuro de disfraz antes de bajar al salón. Y tampoco desayunó demasiado. Estaba demasiado preocupada por lo que el imp podría haberle hecho mientras dormía. No iba a poder dormir sola en mucho, mucho tiempo. Agradeció silenciosamente a Raine que se ofreciera a dormir con ella aunque le trajera recuerdos, menos felices, de los castigos de Elminster.

—Lo que sea con tal de largarme de este sitio —le contestó a Kroggar.

La perspectiva de una caminata, rodeada de gente que sabía que la protegería, era ahora mucho más alentadora que la noche anterior. 

—Pero antes... 

La tiefling que no parecía una tiefling se levantó de la mesa y cogiendo a Raine de la mano se la llevó a hablar con la camarera.

—A ver —dijo poniéndose en jarras—. Cuéntanos otra vez eso que nos dijiste anoche de que viste a Raine con una anciana.

Le rezó a Mystra para que la descripción de la vieja no cuadrara con la de su sueño.

La muchacha de la noche anterior estaba presente, pero esta vez no ocultó su timidez. Dejó que una de sus compañeras atendiera la mesa de los viajeros mientras ella se resignaba a limpiar los vasos sucios con un trapo aún más sucio y a recoger los desordenes de la noche anterior. Miraba de reojo, con curiosidad a Raine, pero apenas una mirada caía sobre ella, volteaba la mirada inmediatamente.

Por eso, el llamado de Edana la tomó completamente por sorpresa, en un principio no supo si se dirigía a ella y volteo un par de veces a su espalda para asegurarse que efectivamente la llamaban a ella.

-Bueno, pues... si, eso jeje -Dijo con completa inseguridad, pena podría llamarse también. -Hace algunos meses que tu amiga pasó por este sitio, la recuerdo porque es muy hermosa y porque mujeres así de.... tan.... de esa raza no se ven muy a menudo. -Hizo una pausa. -Recuerdo que venía con una Anciana, la abuela ¿Acaso no lo recuerdas?

La pregunta directa incomodó a Raine más de lo que sopesó al principio y empezó a preguntarse si había sido buena idea consultarla. -Si, ella era la abuela o al menos eso dijo la anciana, tu amiga ni pronunció palabra esa noche. Comieron juntas y luego se marcharon cogidas de la mano a sus aposentos. Cuando volví muy temprano al siguiente día, ellas ya se habían ido!