Partida Rol por web

La idea de la hoguera no había surtido efecto. El huevo cayó en la hoguera, y algunas llamas alcanzaron su túnica. Rápidamente, aplicó el hechizo aquamenti sobre su ropa para evitar que se propagase el fuego, pero también apagó la hoguera. Respiró hondo, y se recuperó del susto que había llevado. Había sido una decisión muy imprudente agarrar el huevo con sus manos en lugar de aplicarle calor recurriendo a otro método.

Se le ocurrió que podría introducir el huevo en un caldero, encenderlo a fuego lento para no causar temperaturas muy elevadas, y comprobar cuál era la reacción. Se dirigió corriendo al dormitorio, y rebuscó en el baúl de madera rojiza, regalo de sus abuelos paternos, su caldero. Lo retiró con cuidado del interior, lo posó en el suelo, y metió el huevo. Afortunadamente, era bastante amplio, por lo que el huevo no se hallaba comprimido. Encendió el caldero, y esperó. 

Me reúno nuevamente con Clarisse esa misma tarde, confiando en que haya logrado conseguir el ingrediente que le he solicitado para nuestro experimento y temiendo las funestas consecuencias en caso de que mis peores temores se confirmen. ¿Cómo explicaré que haya sido tan estúpido como para ofrecerle mi sangre a esta criatura por segunda vez después de que estuviera a punto de matarme anoche?

Aunque me horrorice la idea, me asusta más pensar que pueda ser derrotado en esta prueba. Recuerdo las palabras de McGonagall anunciando que al término de la misma se entregarían las tres medallas lo que significa que si cualquiera de mis rivales consigue superarme y alzarse con tres oros, habrá logrado dejarme atrás en el torneo.

Así pues, acerco el pepino inscrito con mi nombre al huevo púrpura y, a continuación, reabro la herida de mi mano vendada para descubrir si en esta ocasión la criatura está dispuesta a comportarse o por el contrario volverá a agredirme.

Artemis escucha el eco de su voz a la vez que observa cómo el Barón Sanguinario desaparece atravesando un grueso muro de piedra. Tal vez el espeluznante fantasma ya se sentía demasiado generoso con el muchacho gryffindor, o tal vez estaba demasiado concentrado en su búsqueda del poltergeist. 

Sea como fuere, al intentar seguirle, Artemis llevó hasta el vestíbulo, donde se encontró con Eileen. Ahora podrían ponerse al día de lo que habían conseguido averiguar.

Aline sacó su preciado caldero del baúl y metió el huevo dentro, proporcionándole calor sin temor a quemarse ella misma en el proceso. Fue incrementando la intensidad de las llamas hasta que finalmente el huevo brilló un poco y se movió con más ímpetu. Acercando la oreja, Aline pudo escuchar cómo la criatura de dentro del huevo emitía un pequeño sonido, entre un siseo y un ronroneo. No sabía muy bien qué significaba, pero algo le decía que la criatura se sentía cómoda en aquel fuego, a pesar de que Aline había terminado remangándose las mangas por el calor.

Por fin conseguís reuniros después de que Madame Pomfrey no dejase de perseguir a Nikolay por todo el castillo intentando embucharle un tónico regenerador de hemoglobina. Esta vez habéis decidido encontraros en un lugar más íntimo, donde nadie pueda sorprenderos por la espalda ni ningún gato despeluchado pueda espiaros furtivamente. Así que cuando llegáis al baño de Myrtle, os arrodilláis en el suelo junto a los dos misteriosos huevos y el pepino con el nombre grabado.

Tal vez sea por el susto del día anterior, tal vez porque los dos habéis escuchado muchos rumores sobre aquel lavabo, o tal vez sea simplemente por haber pronunciado el juramento inquebrantable y de haberse sentido tan vulnerable cuando casi le deja seco una criatura no-nata, pero el caso es que al joven majo le tiembla el pulso cuando intenta volver a abrir la herida de su mano. Suspira hondo y vuelve a intentarlo, pero los recuerdos confusos de la noche anterior le provocan un sudor frío, y finalmente es Clarisse quien agarra firmemente la gruesa mano Nikolay y le produce un profundo corte con sorprendente delicadeza. 

Con el corazón en un puño, los dos esperáis a ver la reacción del huevo, con la varita preparada por si fuera necesario. Para vuestro alivio, observáis cómo los huevos se acercan lentamente hacia el pepino con el nombre grabado y permanecen junto a él, inmóviles. Nadie morirá desangrado esta noche.

Hola Eileen. ¿Tuviste suerte con Helena? Yo no logre encontrar al fraile, sólo me tope con el barón. Lamentablemente no conseguí convencerlo.

Al final me dejó sólo en las cocinas. Tal vez si buscamos en la biblioteca consigamos dar con la criatura que puede poner un huevo como ese.

Vitaly anotaba cada detalle, cada descripción que calcaba mejor con sus experimentos y busquedas previas; la vela estaba a punto de consumirse cuando por fín pudo catalogar algunas opciones cercanas según sus datos previos para así cerrar el espectro de posibilidades. Dejando los libros debajo de su litera, envolvió el huevo y lo ubicó en sus pies, apoyado en la esquina pegada a la muralla de la litera para así que no cayese al suelo. Envuelto en sus sabanas, Vitaly finalmente cerró los ojos, y entonces quedó inmerso en un profundo sueño.

Y Vitaly abrió los ojos antes que amaneciera. Fue en la madrugada cuando Vitaly abrió los ojos para recibir otro día en el barco de Durmstrang; casi todos sus compañeros seguían durmiendo mientras él fue a ducharse como de costumbre, poniéndose el uniforme de Durmstrang posteriormente. Vió el huevo intacto donde lo había dejado y lo guardó en su bolso, al igual que los textos debajo de la cama y se puso el compartimiento de la varita donde siempre, escondido entre su abrigo.

Caminó en la orilla del lago Hogwarts con relativa prisa, sin importarle el barro que manchaba sus botas. Caminó a solas, hasta que el sol apareció de las montañas, y se vio envuelto en un paramo con varios helechos en cercanos al lago. Fue ahí donde acomodó otra vez algunas ramas y helechos hasta formas una pequeña hoguera, dejando un espacio de tierra de tres metros para prevenir cualquier incendio. Sacó su varita y susurró unas palabras, haciendo que la hoguera prendiese fuego. Mientras estaba viendo el fuego arder, el joven Vitaly hojeaba su libreta carmesí, a la vez que miraba en vez en cuando el fuego que se extinguía, cada vez agregándole más y más maleza, viendo a la vez el barco de su casa desde donde estaba, a la vez que la inmensidad del castillo Hogwarts a la distancia. Había pasado una hora cuando el nivel de ceniza y brasas ardiendo era suficiente para cubrir completamente al huevo; así fue como tomó el huevo, y delicadamente la dejó directamente a las brasas, trotando hacia afuera del radio y con varita en mano, mirando atentamente la actitud del huevo, atento ante cualquier reacción.

Pues me da la impresión de qué todo está en nuestra contra. Al final no pude hablar con Helena, pero hable con Luna Lovegood y me dijo que el fantasma le había dicho que tiene miedo de que alguien pueda usar el Elixir con malos fines y que no se fía de los estudiantes extranjeros, que hay alguno demasiado raro. ¿Qué me dices?,Miré fijamente a Artemis También me dijo que esa gente que viene a ver el torneo tiene intereses más allá de lo deportivo. Dice que el colegio está siendo reconstruído gracias a las apuestas que hacen esas personas. Por eso están tan interesados en las pruebas y en las entregas de medallas. Supongo que cada uno tiene su favorito y apuesta por él. Cojo aire y miro hacía abajo, me muerdo el labio,Ahhh y tambíen me nombró el lago negro y que probara con el agua le suleto con una sonrisa en la boca ¿se te ocurre algo?

Clarisse al fin tras toda la tensión e incertidumbre que había estado sufriendo hasta ese momento, se alegró por tener un resultado que consideraba claro. Alzó los brazos en un grito e incluso se permitió el lujo de abrazar a Nikolay como si fueran amigos de toda la vida. Segundos después, tras pasar el momento de emoción se dio cuenta de lo que estaba haciendo y decidió que aquello podía haber sido incómodo para el chico, y por supuesto ahora, en frío... También para ella. Así que se separó de él como accionada por un resorte sonriendo como una estúpida. Desde luego una expresión de "Soy una tonta total." 

Miró a su compañero de fatigas y sacó rápidamente su varita mágica, cuando observó la sangre en su mano. 

— ¡Vulnera Sanentur! — Murmuró mientras apuntaba a su mano intentando así cortar la hemorragia. Una vez tenga resultado este. — ¡Ferula! — Dice justo después haciendo aparecer unas vendas alrededor de su mano. 

Carraspeó y se guardó la varita con una sonrisita de suficiencia. — Bueno. Creo que ya sabemos qué criatura hay dentro de ese huevo. ¿No? Un Kappa. — Se encogió de hombros creyendo realmente que era eso. No creía tener duda alguna.

En realidad sí, aunque sólo resuelva lo de tu huevo y lo de Gabriel, el mío está más difícil.

Intente someterlo al frío y casi lo mato, en el caso de Gabriel supongo que debe buscar una fuente de calor, pues sospecho que se trata de una cría de fénix. 

En cuanto al tuyo, pues sólo espero que tengas traje de baño, pues te toca nadar. Puedo acompañarte si gustas. Al menos así tendrás un respaldo contra los Grindylow. Ya después veré que hacer con mi huevo, salvo que conozcas a algún animal de clima frío que resida cerca de Hogwarts.

Mire a Artemis mordiéndome el labio -La verdad es que no puedo ayudarte con tu prueba, no conozco ningún animal de clima frío que anide cerca del castillo, lo siento. En relación a mi prueba, no puedo permitir que pierdas más el tiempo ayudándome, tu tienes que acabar la tuya así que me aventuraré yo sola en el Lago Negro, con suerte encontraré a alguna Selkie "amable" que me cuente algo acerca del huevo. Sólo tengo que hacerme con unas branquialgas y podré inspeccionar tranquila. Le doy un beso en la mejilla a Artemis -Nos vemos después.

Pongo rumbo a la clase de la profesora Sprout.

Suerte y no hagas nada que no haría yo. Si me necesitas, estaré en la biblioteca.

Llego a la biblioteca y me acerco a la señora Prince.

Señora Prince, buenos días. Por curiosidad tendrá un libro que hable sobre la fauna que habita en las iinmediaciones de Hogwarts. Estoy interesado principalmente en las criaturas ovíparas de clima frío.

Cruzo el castillo a toda prisa y salgo al jardín,mmmmmm invernadero 1, invernadero 2, ahhh invernadero 3, aquí está la profesora Sprout. El invernadero 3 es donde se plantan las mandrágoras. Al entrar pude ver a la profesora añadiendo abono a los nuevos retoños de mandrágora. Me acerque hasta ella y con voz firme le pregunto -Buenas tardes profesora Sprout,¿qué tal está?. Venía porque necesito branquialgas para investigar en medio acuático,¿podría usted ayudarme?

Gabriel vuelve a concentrarse e intenta explorar el huevo en todas sus dimensiones. Con el nombre de una criatura en su cabeza, intenta ver más allá del cascarón y comprobar si la criatura responde de alguna manera, pero parece ser que el huevo no se encuentra lo suficientemente estimulado por el ojo interior de Gabriel ni el ambiente oscuro. Aun así, las ropas de Gabriel vuelven a mancharse de cenizas y sus manos sienten la calidez del interior del huevo.

Eileen se dirige a los invernaderos y consigue localizar a la profesora Sprout. Al pedirle ayuda con las branquialgas, la profesora abre los ojos como platos con cara de susto.

-¿Branquialgas, dices? No, no, no, me temo que no plantamos branquialgas aquí, hija. Antes el profesor Snape tenía una buena reserva en su armario personal… que en paz descanse… un héroe, ese hombre, ya lo creo. Pero me temo que yo no puedo ayudarte. ¿Has probado el encantamiento burbuja? Seguro que te será útil.

Después de separaros, decides aventurarte en la búsqueda de información en el lugar con más sabiduría junta de todo el castillo: la Biblioteca. Allí, tras preguntarle a la seca bibliotecaria, que se muestra especialmente amigable contigo, consigues un enorme libro de criaturas que encajan con tu búsqueda. Además, al abrirlo, ves que alguien ya ha marcado algunos ejemplares, descartando otros. Al levantar la vista, ves que la señora Pince te guiña un ojo. Al fin y al cabo, no sería de extrañar que quisiera que ganase alguien de Hogwarts.

Tras una larga investigación, la lista resultante de criaturas es la siguiente:

Acromántula

Doxy

Diricawl

Hipogrifo

Snidget

Vitaly dejó el huevo sobre los restos de la pira que había improvisado y observó su comportamiento. El huevo, atraído por ese calor de llamas abandonadas, se enterró poco a poco entre las cenizas, hasta cubrirse por completo en ellas. Parecía sentirse casi como en casa.

La sangre resbala entre mis dedos y el sudor frío resbala por mi espalda mientras aguardo a que la criatura que vive en el interior del huevo se lance sobre mí. Tal vez las dos criaturas y entonces será mi fin. Espero con el corazón en un puño pero no ocurre nada. Los segundos transcurren con desesperante lentitud mientras el latido martillea dolorosamente mis sienes. Ni siquiera me atrevo a apartar la mirada de los potencialmente dañinos huevos púrpuras.

Entonces Clarisse se echa a mis brazos y yo no puedo evitar sentirme desconcertado y reconfortado a partes iguales. ¿Hemos tenido éxito? Demonios, claro que sí, ahora sabemos sin lugar a dudas a qué nos enfrentamos.

—Es un kappa —afirmo, sonriente y aliviado.

Mi socia se aparta de mi lado, ruborizada, pero yo estoy exultante. ¡Lo tenemos! Solo espero que seamos los primeros. Siento el impulso de hacer cosas, de ponerme en marcha no sé muy bien a donde. Tenemos que descubrir dónde han escondido esos malnacidos de Hogwarts el nido y lograr llegar hasta él pero Clarisse insiste en atender primero mis heridas y yo no puedo evitar sentirme tan agradecido como impaciente.

—Sabemos que viven en aguas poco profundas, en estanques y ríos. ¿Tal vez en el Lago Negro? ¿Qué otros lugares semejantes pueden encontrarse dentro de los terrenos del colegio?