Partida Rol por web

Uarda se sentía satisfecha porque ambas habían llegado a salvo a Aku. Se paró un segundo en uno de los primeros miradores antes de llegar, observaba detenidamente las luces cálidas de los hogares, las plataformas que comunicaban casas, vidas y negocios. Había pasado mucho tiempo fuera, podía pasar cualquier cosa cuando cruzase la puerta del hogar de Asisa pero aún así, sin ni siquiera ser consciente de ello, la zahorí estaba sonriendo, una de las pocas veces que lo hacía sinceramente desde hacía ya la friolera de cien días.

Maba Gathra vive por aquella zona, - señaló uno de los extremos de Aku - su cueva está apartada del resto, al lado de un sauce... Hasta los niños de dos años te pueden llevar a donde vive esa mujer.

No miraba a zonas concretas, Uarda examinaba toda la enorme amplitud y belleza de Aku. Se sentía agradecida por haber llegado, que lo hubiese hecho más de un millón de veces no quitaba mérito al asunto, había encontrados muchos cuerpos tirados en esos caminos a lo largo de los años, gente que no había sido tan afortunada.

Nuestro trato es que te llevaría hasta su casa. ¿Quieres ir ahora o prefieres venir a mi cueva a que Asisa te mire el hombro? -El rostro de la mujer volvía a ser impenetrable, su momento de relajación había acabado.

Se queda maravillada por ese lugar. Parece sacado de alguno de los cuentos que a veces cuentan los mayores a los niños, sobre lugares mágicos, tocados por el poder de unos dioses que murieron hace mucho tiempo. El paisaje es impresionante y trata de no dejar la boca abierta para no parecer un poco tonta. Está tratando de grabar todo lo que ve en su retina cuando Uarda comienza a hablar.

No quiere molestar mas a la mujer pues sabe que ha creado problemas durante el camino y quizá les ha retrasado para llegar a una hora más temprana al pueblo. Por otro lado, quizá sea tarde para hacer una visita a Maba Gartha pues ya se está ocultando el sol tras las impresionantes montañas.

-No quiero suponer una molestia Uarda. Muchas gracias por acompañarme hasta aquí y siento el incidente durante el camino.

La mujer miraba a Alma mientras contestaba, seria todavía -El incidente de antes no ha sido culpa tuya - Para la zahorí la chica había sido la víctima, que por suerte se había defendido bastante bien.

¿Qué molestia? - La viajera no entendía a que se refería, tenían un trato y había que cumplirlo, sin más. Tras recapacitar creyó entrever en los inocentes ojos de Alma a que se refería, y esa actitud en la época que les había tocado vivir no era la adecuada, demostrar buen corazón podía ser muy peligroso. Tras quitarse el pañuelo para que el frescor de la noche la acariciase, se acercó a la chica, hablando en voz más baja.

Ahí dentro hay gente que se va a intentar aprovechar de ti, embaucarte, muchos son despiadados con los extranjeros, más todavía por ser mujer -No denotaba ninguna emoción en la voz, como si estuviese dando datos del clima - Deberás hacerte respetar, que no te consideren una niña estúpida que ha venido a Aku a que la maten -Uarda no la consideraba así, había visto lo que podía hacer, pero los del camino sólo habían sido dos imbéciles, nada comparable a según que personas de aquel pueblo.

Cuando hagas un trato no demuestres ninguna concesión hacia el otro, por desvalida o mala que sea su situación, pues se correrá la voz y estarás perdida - Mejor pintárselo de aquella manera y que no se dejase engañar por la hermosura del paisaje, no era un lugar tan apacible ni amigable como parecía desde aquel mirador -No seas amable hasta que tengas mucha relación con alguien, y que nunca afecte a tus negocios -En realidad estaba diciéndole que se comportara justo al revés de lo que la zahorí acababa de hacer, derrochando consejos con una chica que había conocido al comienzo del día. Pero ella ya llevaba muchos años allí -¿Demasiados?- y se lo podía permitir. Además, le había dicho que llegaría sin un rasguño, esa parte ya no la había cumplido, con lo que debía compensarla.

¿A dónde vamos entonces?

Así que a pesar de la belleza de Aku es un pueblo peligroso para los que no llevan toda la vida viviendo ahí y se conocen todos los trapicheos y a todos los vecinos. Sin duda, seguro que es un lugar aun más peligroso por la noche así que considera la oferta de Uarda para visitar a su amiga curandera y quizá pueda pedirle pasar la noche allí pues se siente segura con la zahorí y seguro que Asisa también es una persona en la que se pueda confiar.

-Gracias por los consejos Uarda. En mi pueblo todos son buenas personas, humildes pastores, así que no sabría lidiar con personas así sin tus consejos. Quizá sea mejor que mire mi hombro y... - se detiene un momento - ¿crees que podré quedarme a pasar la noche ahí? Puedo trabajar para pagar el precio.

Vuelve a mirar el paisaje y a pesar de la malicia que puedan tener esas gentes, cree que es un paisaje hermoso que todo el mundo debe ver al menos una vez en su vida. ¿Cuánta gente de las cierras más cercanas al desierto han visto alguna vez ese paisaje? Seguro que no muchas y solo si son comerciantes.

Apoyados en la barandilla había dos muchachos charlando*, y un poco más alejados estaban una chica y una niña más pequeña, también hablando mientras miraban hacia aquel río oscuro al que apenas llegaban unos rayos de Luna, de aquella Luna quebrada en mil y un pedazos. Uno de los muchachos se acercó a la niña pequeña.

—Areiba, deberíamos volver. Se está haciendo tarde, y no podrás negar que hoy te lo has pasado muy bien. Te ha sentado bien el día libre, eh —decía el muchacho. Se veía que estaba algo cansado, seguramente tendría ganas ya de irse a dormir—. Anda, despídete de Salek y de Aeris y vámonos a dormir, que ya es hora.

—¡¿Ya?! —la cara de la niña cambió de una gran alegría a cara de resignación instantáneamente—. ¡Un poco más! ¡Por favor Hamada! Aeris me llevará luego a casa de Maba, ¿verdad que sí Aeris?

Salek puso la mano en el hombro de Hamada para llamar su atención

Deja que la lleve Aeris, no parece que le importe pasar un poco más de rato con la niña y vamos a celebrar esto.

Salek guiñaba un ojo a la pequeña y hablaba a su amigo con un tono parecido al de ella tratando de convencerlo mientras mostraba un poco las varas entre sus ropajes; entonces vió dos mujeres que entraban a la ciudad por donde ellos estaban parados.
Nada más verlas reconoció a una; poco sabía de ella pero sí sabía que era zahorí y que su juguetito le podía resultar interesante.
¿Es Uarda?

El zahorí la conocía de vista, y de oídas; no eran muchos los dedicados a la profesión y era bueno conocer a la mayoría de la gente de su gremio. Decidió saludarla llamándole la atención;
¿Uarda? ¿Como es que regresas con compañía?

Le parecía raro verla con alguien regresando a Aku, no obstante solo preguntaba por amabilidad; no le era relevante.

A Uarda le gustó como se tomó sus comentarios, aunque por supuesto su gesto no reflejaba lo que pasaba por su mente. Cuando Alma le propuso el nuevo trato, Uarda se quedó muy seria, sopesando si tenía autoridad para regatear algo así, pues no sabía como se podía tomar Asisa que llegase con una bonita joven a dormir en la casa, después de tanto tiempo cualquier reacción era posible, aunque por otro lado, dudaba mucho de que ella la abandonase a dormir en las calles de Aku. La curandera demostraba mucha más humanidad que la zahorí.

Iremos a que te lo mire y le podrás proponer el trato a ella, es su cueva, si le enseñas tus cremas creo que aceptará.

La viajera miró por encima del hombro de Alma a las personas que estaban acercándose a ellas, cambiando durante un momento la mirada a enorme concentración, suavizándose la expresión cuando constató que no era ninguna de las que ella supiese con seguridad que fuesen peligrosas. Había una en concreto que le causaba curiosidad, pues después de llevar tanto tiempo en Aku, y trabajando ambos en el mismo noble arte, era la primera vez que coincidían frente a frente.

Uarda asintió al atractivo hombre como gesto de reconocimiento – Saludos... -Una voz ronca y áspera acompañó a las palabras.

Se notaba a la legua que la mujer llegaba de un viaje muy largo, sus ropajes estaban desgastados y más sucios de lo políticamente correcto, aunque eso no disminuía ni un ápice el aplomo y elegancia de su porte. Llevaba la típica vestimenta para el desierto, colores ocres de tejidos ligeros, capas superpuestas y botas altas. Nada se vislumbraba debajo de su enorme casaca, ni las cosas que podía llevar debajo ni sus curvas.

Ella es Alma, una joven de Amarna, - Si la chica quería dar más datos, desde luego tendría que ser ella la que los diese, había dado ese porque en Aku todos se conocían y era evidente que ella no era de la Villa. Después dio sólo los que consideró que valoraría cualquier zahorí que se precie – la niebla hizo que saliésemos esta mañana algo tarde de allí, pero el día ha sido bueno para viajar y el trayecto tranquilo.

En ningún momento había sonreído a la comitiva que se les había acercado, ni siquiera a la niña pequeña.

Asiente a las palabras de la mujer y le muestra una sonrisa, pero justo cuando están a punto de iniciar de nuevo el camino, aunque esta vez a casa de Asisa, se acerca un grupo de personas hacia donde están ellas dos y parece que se conocen entre ellos. 

-Buenas noches - dice cuando Uarda la presenta a los cuatro que se han acercado.

Sabe que en realidad han llegado a esas horas porque han tenido que ir más lentas tras el encontronazo con los comerciantes, pero debe de ser algún tipo de "ritual" entre gente del mismo gremio pues el día no ha amanecido muy neblinoso en Amarna... se veía el camino a la perfección.

Se mantiene al lado de la zahorí, esperando a que llegue el momento de ponerse rumbo a la casa de la curandera

- Areiba - dijo Aeris dirigiéndose a la niña antes de que el grupo de mujeres se acercara - ya has oido a Hamada y a Salek, es mejor que te vayas a dormir, mañana sino no vas a poder atender bien tus obligaciones, ¿acaso quieres que Maba Gathra te vuelva a regañar? Venga, si quieres te acompaño, en poco me retiraré.

Miró de reojo al par de mujeres que había llegado, la verdad es que le había resultado raro haber accedido a tomarse el día libre, mañana le tocaría un día bien largo de trabajo.

Jajajaja, si madre me viera, un día entero perdido por estar con gente - pensó con cierta ironía - Habría pensado que me he vuelto loca o que tengo fiebre...

- Saludos viajeras - dijo distraida cuando saludaron Uarda y Alma

La llamada Alma daba impresión de ser bastante callada y algo temorosa con extraños, tenía toda la pinta de no haber salido mucho de su pueblo;

¿Cómo habrá acabado acompañada por la ella? Se preguntaba curioso Salek.

La buena fama de Uarda en el gremio la precedía, y aunque era patente que venían de un viaje pesado y que estarían cansadas, el de Aku no podía evitar abrir la boca y seguir charlando; quizá estuviese abierta a compartir conocimientos, con los zahoríes nunca se sabe.

Suerte habéis tenido de un viaje tranquilo, tal y como está todo. Miraba a Alma moviendo la cabeza y negando con pena. ¿Aprendiz de Uarda o qué?

¿Mucho trabajo por esas tierras Uarda? Yo ahora estoy investigando nuevas herramientas, espero buenos resultados, aunque aún es pronto para saber con seguridad.

Se dirigía ahora a la zahorí, el tono profesional lo invadía cuando hablaba sobre algo así, la cara le cambió de la alegría que celebraba con Hamada a una expresión seria asintiendo mientras hablaba.  Sabía que lo conveniente por un lado sería guardarlo para uno mismo, eso supondría más posibilidades de trabajo; pero al fin y al cabo eran muy pocos los dedicados a la búsqueda y si no existía el intercambio, no evolucionarían nunca.

—Andando pequeña —ordenó Hamada intentando parecer serio—, ya has oído a Aeris. Es hora de dormir y punto. Vamos a casa de Maba Gathra. A los demás, ¡buenas noches! Nos vemos mañana, ¿vale Salek?

—Jo... ¡Nunca me dejáis pasarlo bien! —Areiba se intentó hacer la ofendida, pero en el fondo sabía que lo que decía no era cierto y que tenía que ir a dormir—. Buenas noches —dijo finalmente a regañadientes.

Dicho esto, Hamada y ella se alejaron por los caminos colgantes de bambú hasta desaparecer en la oscuridad de la noche.

No, no es mi aprendiz, tiene su propia manera de ganarse la vida...

Uarda asintió a modo de saludo a la mujer que iba cubierta, atendiendo con más atención de la que demostraba su cara a las palabras de Salek. Toda la parte referente a las herramientas de su trabajo, del verdadero, ese en el que su cuerpo vibraba mientras buscaba el recurso más valioso del mundo; era tremendamente interesante para ella. Y muy raro de comentar con tanta tranquilidad... más teniendo en cuenta lo poco comunicativa que ella era en su día a día - Has escogido una buena época para descansar, no hay mucho trabajo ahora mismo.

La niña y los demás le daban totalmente igual en aquel momento, sólo importaba Alma, por su trato todavía vigente y Salek por sus conocimientos y la verdad es que se sentía bastante reventaba, aunque eso no pensaba decirlo en voz alta - Debemos irnos ya, ¿dónde nos vemos mañana para hacer negocios? - Sabía que aquello le iba a costar una regañina de Asisa, pero la zahorí no tenía la culpa de llevar tan mal el tema “vacaciones” y de que su culo fuera tan inquieto. Le bastaba con estar tres o cuatro días entrando y saliendo a las cuevas para empezar a desesperarse... algo nada bueno para llevar con éxito una relación estable.

Aeris hizo una pequeña inclinación de cabeza a las recién llegadas y a Salek.

- Si me disculpan, me retiro - tras lo que se retiró camino de su casa.

Cierto era que le resultaba raro ver visitantes por Aku, pero estaba más preocupada por lo extraño de ese día: los comentarios de Areiba, y desde luego haber perdido un día entero de trabajo.

Se despide de aquellos tres cuando se marchan y vuelve su atención al hombre que queda con ellas. Si Maba Gartha la aceptase como alumna sería compañera de aquella niña. Ahora teme ser demasiado mayor para que la anciana acepte que sea su aprendiz y que todo ese viaje haya sido en vano... que haya preocupado a sus padres y se haya llevado el poco dinero del que disponen para ese viaje.

-Uarda solo ha accedido a hacerme de guía desde mi pueblo y, aunque creo que su trabajo es muy interesante, no creo que esté hecho para mí.

Mientras la zahorí queda con el hombre, mira hacia las altas montañas que se recortan como enormes masas oscuras que impiden el paso de la luz de las estrellas. ¿Alguien habrá ido más allá de esas montañas? ¿Qué habrá? ¿Habrá más desierto? Si no hubiese más desierto, si pudiesen detener su avance con las montañas... seguro que todo sería mejor. Quizá haya nuevas plantas con propiedades medicinales con las que poder trabajar. Sería un descubrimiento increíble.

Está bien Hamada, creo que todos nos iremos a casa.

Realmente quería celebrar con su amigo, aunque hubiese sido una infusión y una pipa acompañada de buena conversación, pero era tarde.

Nos vemos en estos días.

Dijo mientras hacía un gesto de despedida levantando levemente la palma de la mano.

¿Descansar? Bueno sí, descansar de los viajes pero considero trabajo lo que hago aquí también. Además hay que visitar a la familia de vez en cuando ¿verdad?

Aclaraba Salek mientras ajustaba sus ropajes que habían quedado un poco sueltos al guardar las varas, mirando hacia abajo mientras se apretaba el cinto.

Sí, estaría bien compartir experiencias.

Lo dijo sin darle mucha importancia, pero la verdad es que la oportunidad era valiosa para Salek; el motivo de la presencia de Alma le traía sin cuidado tras la oferta de intercambiar conocimientos con una zahorí;  no parecía muy habladora, puede que no sacase mucho de ella pero seguro que le sería valioso. Y si no conseguía mucho, qué demonios, seguro que la compañía de alguien que le llamaba la atención más que el resto de personas y que vivía del mismo modo que él sería agradable; muchas veces quien no vivía errante no comprendía bien al nómada.

Al atardecer podríamos vernos, junto al mercado si te parece; para beber algo y poder hablar tranquilos.