Partida Rol por web

En silencio y sin moverse de la sombra donde estaba, cogió dos pequeños trozo de hueso que le había quedado de la talla que estaba haciendo, apuntó a Ayub ya a Yuna y les lanzó el hueso, dándoles en la cabeza para que se despertaran. Cuando se hubieron girado, Melek se puso un dedo en la boca en señal de silencio, después dirigió el mismo dedo hasta su propio ojo y señaló camino abajo dando a entender que había visto algo. Utilizando dos dedos para simular como que una persona andaba sobre la palma de su otra mano, finalmente levantó de nuevo los dos dedos para indicar el número de personas que se acercaban.

Hecho esto, cogió su arco y colocó una flecha, apuntando hacia donde venían dichas personas, pero sin tensar todavía, pues no quería cansar el brazo ni errar el tiro si fuera necesario. Situándose en mejor posición de tiro, se mantuvo expectante para ver quienes eran los imprudentes que caminaban en noche cerrada con niebla, preguntándose qué intenciones tenían.

Ayub se despertó con la facilidad que daba la rutina, era díficil descansar en los viajes, y con el paso de los años se había acostumbrado a no dormir más de un par de horas seguidas, por lo que asintió rápidamente con la cabeza a Melek para dejar claro que lo había entendido.

Con cuidado, sacudió a la chica de rasgos orientales, presto a ponerla la mano cerca de la boca por si se sobresaltaba, pero era mejor eso que se despertara en mitad de una pelea, si es que la había claro, porque todavía no sabían las intenciones de las figuras que caminaban en la noche. Se puso un dedo en la boca para indicarle silencio y repitió los gestos de Melek a la somnolienta Yuna.

Ve al fondo señaló el final de la pequeña cueva, no era muy grande, pero si lo suficiente para ocultarse un poco entre las sombras no me separaré mucho de ti le guiñó un ojo para que estuviera tranquila, confiaba en que no sucediera nada y se lamentó el tener que haber movido a la chica con tan poca instrucción, pero parecía fuerte y tenía fe en ella, aunque no sabía bien porqué, pero su instinto solía fallarle en pocas ocasiones a ese respecto.

O eso o es su cara bonita.

Se acercó rápidamente a Melek sin hacer ruido y se colocó junto a él, su cayado firmemente agarrado.

Apenas se veía quiénes eran, y hablaban en voz muy baja, pero entonces se oyó un ruido fuerte de rocas resbalando y un grito que parecía el de un hombre que se ha asustado.

—¡Idiota! ¡Casi te caes! —se oye decir a una segunda voz. El otro respira agitadamente y toma aire para hablar.
—Gro, por favor, tenemos que parar a dormir por aquí. Es imposible que nos haya seguido nadie, y si seguimos caminando al final nos vamos a matar.
—Y si no nos matamos nosotros nos matará ella. No podemos retrasarnos.
—Sí, pero...
—¡Pero nada!

Sentí cómo me despertaban, pero al abrir los ojos aún estaba tan desorientada que podría estar en cualquier parte. Ahí fue cuando me di cuenta de que Ayub me estaba diciendo que no hablara y eso fue lo que me hizo imaginar que había algún peligro por la cercanía, por lo que me levanté rápidamente y asentí, queriendo no molestar a sabiendas de que quedándome en el medio lo único que podía hacer era incordiar.

- Vale... - Fue un susurro apenas audible por él lo que dije y luego comencé a dirigirme al fondo como me había dicho.

Apenas di un par de pasos y me acordé de algo, así que me volví a dar la vuelta, cogí el palo que me había dado antes, o lo que fuera, porque no sabía ni cuánto había dormido ni qué hora era y ahora sí, me quedé en el fondo con el palo por delante.

No me iba a servir de mucho que casi no sabía usarlo, eso estaba claro, pero al menos le daría un palazo a quien intentara ponerme las manos encima.

Fuera se escuchaban voces, por lo que el peligro era la gente, pero ya me habían dicho que no podía fiarme de nadie, así que por el momento, tan sólo confiaría en aquellos dos personas que habían viajado conmigo. Ayub me inspiraba confianza, Melek, quizás tenía otra personalidad, pero aún así, ambos se habían ganado por lo menos, mi confianza. Lo del respeto lo dejaríamos para cuando los camellos no respondieran a Melek.

Melek no era gran luchador, y lo sabía. Por lo que había aprendido a atacar desde la distancia y en silencio, sin dar la menor oportunidad a defenderse. Feo, sí. Poco ético, también. Pero la vida en el Valle era dura. Fue por eso por lo que agradeció enormemente el que Ayub estuviera cerca. Todavía se acordaba de la tunda que le dio a un camellero bravucón, allá en La Camella Preñada. Durante cinco minutos el camellero estuvo "vapuleando" a Ayub, para darse cuenta al final que éste había estado jugando con su presa igual que un fenek con un ratoncillo. Tres movimientos bastaron. Según le habían informado a Melek, ese camellero aún utilizaba bastón para poder andar.

Sabiendo pues que Ayub era más diestro que él es estas lides, asintió, susurrando por lo bajo.- Te cubro, cuando tú me digas.-. Con un leve e imperceptible movimiento de telas se desplazó un poco hacia el borde de la entrada a un lado de Ayub, para que éste no le bloqueara el ángulo de tiro en caso de combate, quedando completamente escondido a la vista que cualquier persona que viniera de fuera. Alzó el arco y apuntó hacia las voces, a la espera de cualquier señal de Ayub.

La violencia era un recurso que no le gustaba utilizar, a veces era necesario, pero siempre era evitable. Las voces que escuchaban podían ser de bandidos, pero no tenía pinta, o por lo menos no de bandidos demasiado peligrosos, pues iban delatando su posición de manera evidente.

Negó con la cabeza mirando a Melek, no quería que les disparara, no le parecieron peligrosos.

!Alto, no deis un paso más! gritó !si os movéis podéis daros por muertos! era una amenaza clara y directa, y que además pensaba cumplir, tal y cómo indicó a su compañero con un gesto de la mano.

¿Quiénes sois y que hacéis andando por este peligroso camino a estas horas de la noche?

Bajó el tono de voz, aunque seguía hablando lo suficientemente alto como para ser escuchado.