Partida Rol por web

El día en Uru amaneció tan soleado como cualquier otro, pero lejos del sofocante calor de los alrededores de la ciudad, las estrechas calles de adobe de la ciudad mantenían el ambiente fresco y agradable a pesar del bullicio. Las calles estaban repletas de compradores que buscaban todo tipo de mercancías, desde zapatos hasta metales preciosos, desde sal mineral hasta alfombras, pasando por joyas, puerros, armas y cacharros de cocina. De todo había en aquel lugar.

Menos concurridas eran las oscuras calles de la zona norte de la ciudad, donde solía juntarse gente algo menos legal, aunque había de todo. ¿Que buscabas drogas? Allí había. ¿Armas de gran calidad y de dudosa procedencia? Allí estaban. ¿Asesinos a sueldo? ¿Prostitutas? Sí, también. ¿Cachivaches de las antiguas civilizaciones perecidas?     . . .

Bueno, eso ya era otro asunto. Los restos tecnológicos del pasado estaban muy mal vistos incluso entre muchos marginados sociales como los que frecuentaban aquel lugar, y todo el mundo sabe que traen mala suerte. No obstante, el mercado negro también tenía sus clientes, y en una taberna de infusiones clandestina se reunían tres hombres para discutir sobre ciertos asuntos.

Un par de preguntillas antes de postear:

-¿En qué persona escribimos? Digo si da igual la que usemos o prefieres alguna.

-¿Nos conocemos de algo o es la primera vez que nos vemos? 

Me acerco con paso lento a los dos hombres, escudriñando los alrededores. Llevo mi túnica de seda, sin más adornos, y el estilete en el lado izquierdo, por dentro de la túnica, enganchado a la ropa de montar que queda oculta bajo la seda.

Mientras hablo, mi mano derecha está constantemente en el bolsillo derecho de mi túnica y abiertamente hago como que manoseo algo en él (espero dar en el clavo y que sean como todos). De vez en cuando, mientras hablo, miro alrededor y aprovecho para escudriñar de arriba abajo a mis dos interlocutores, intentando que no se den cuenta.

- Caballeros, iré al grano. No me gustan los rodeos. Vuestros nombres son conocidos en la ciudad y todo el mundo sabe a qué os dedicáis, por cierto, con gran profesionalidad . No os engañaré, tengo un trabajo importante entre manos, pero no puedo hacerlo solo. El riesgo puede ser grande o pequeño, dependiendo de lo bien que se sepan guardar los secretos, la recompensa incalculable (tan incalculable que ni yo mismo la conozco), mínimo para vivir entre lujos y putas por un tiempo (a todo este tipo de personas les gustan las putas) No me gustan las preguntas, pero os daré la información que necesitéis (otra cosa es que os diga toda la verdad). ¿Y bien?

Miro a Valsaris fíjamente nada más terminar de hablar y hago aún más visible mi movimiento de mano en el bolsillo derecho.

"Espero que no me haga perder el tiempo ese comerciante, he rechazado un par de encargos por estar aquí..." A decir verdad, hacía tiempo que no visitaba esta parte de la ciudad y había tardado más de la cuenta en encontrar la taberna. Una vez dentro miro disimuladamente a los comensales intentando vislumbrar si alguno de ellos es con quien he quedado. Ajusto bien el carcaj en mi espalda mientras cruzo los brazos, aguardando... "Vaya, parece que soy el primero en llegar." 

Como si mi pensamiento hubiese sido escuchado, un hombre se acerca a mí, deduzco que es el tal Jamshed. También está allí otro cazarrecompensas al que ya me he cruzado en otras ocasiones aunque no lo conozco personalmente. "¿Un trabajo compartido?"

-Buenos días -comento con una sonrisa en el rostro, saludando a los dos individuos.

Jamshed el cual parece tener mucha prisa nos comenta que la misión puede ser peligrosa y que la recompensa es incalculable. "Sí, todos dicen lo mismo y siempre acaban siendo falsas o imposibles de conseguir." Tras unos segundos de silencio decido hablar.

-Antes de lanzarme a la boca del lobo prefiero saber más sobre este cometido -contesto justo antes de detectar el movimiento sospechoso de su mano derecha, como si estuviera tanteando un objeto y además se muestra algo nervioso. "¿Qué manosea con tanto ahínco?" 

(Parco en palabras y directo, me gusta.)

Miro fíjamente a Valsaris y sigo meneando la mano derecha en el bolsillo en la que llevo unas olivinas con las que espero al menos ganarme las simpatías de los dos cazarrecompensas (no vendría mal un golpe de efecto para acelerar las cosas, pero mejor esperar, no sea que me quede sin olivinas y sin estos...).

- Te lo diré claramente: el desierto es un trilero. Solo hay que acertar con la bolita... y yo la he encontrado (espero que el mapa sea fiable, de lo contrario el trilero me habrá ganado la partida). Lejos de la ciudad. Nuestros enemigos son bandidos y escorpiones.  Los gastos del viaje corren por cuenta de Jamshed.

Desvío la mirada de Valsaris y miro a Bowen.

Hacia tiempo ya que estaba en la taberna esperando por una reunión que no lo tenia muy entusiasmado pero el trabajo estaba algo caído y necesitaba moverse nuevamente.

poco a poco llegaron los demás, buenos días respondo amablemente al saludo de Valsaris justo antes que el mercader comience a hablar, mientras mantiene su mano en su bolsillo moviendo algo se lo ve nervioso e indeciso. antes de poder decir nada la conversación continua. Se que no es el mejor lugar, pero sigues sin decirnos nada, estas haciendo promesas pero solo son palabras me acerco al mercader para hablar un poco mas privado si quieres que arriesguemos nuestras vidas en tu viaje, deberías comentarnos un poco mas sobre este viaje, ¿que estamos buscando? pregunta al mercader, interesado en su propuesta

Parece que esto se está poniendo más complicado de lo que creía. Saco la mano derecha del bolsillo, veo cómo ambos miran y... nada. No saco nada (de momento) y cruzo las manos sobre la mesa. Bowen se me ha acercado un poco más para que le dé detalles. Parece interesado...  Hago un gesto para que Valsaris también se acerque y escuche. Hay que jugársela.

-Un antiguo vertedero en el desierto. Metal en grandes cantidades. Como contrapartida a los servicios, os ofrezco un tercio a cada uno del metal encontrado. (El resto es mío, se pongan como se pongan).

Me echo para atrás para coger perspectiva de los gestos de ambos y espero a que asimilen la información.

un antiguo vertedero? piensa sorprendido ante la informacion dada, en todos estos años viajando nunca habia visto ni oido siquiera de algo asi si es verdad, puede ser un gran hallazgo piensa observando la actitud de Jamshed ¿Que tan segura es esa informacion? pregunta extrañado

Escucho con aire distraído las palabras del mercader. "¿Un vertedero en el desierto? No sé por qué me da mala espina lo que pueda ocurrir allí..." Medito un momento el valor de la posible recompensa, la cual podría ser elevada si conseguimos mucho metal. El problema: los bandidos y saqueadores que habrá por allí. Un sitio así es el lugar más apropiado para las reuniones de todos los truhanes y demás escoria por el estilo. Durante unos instantes siento un impulso de rabia al recordar un momento del pasado mas consigo calmarme. 

-¿Sabes por casualidad cuántos enemigos podemos toparnos por el camino? ¿Cuán lejos está ese vertedero? -pregunto con un gesto pensativo a la espera de su respuesta.

El día en Uru amaneció tan soleado como cualquier otro, pero lejos del sofocante calor de los alrededores de la ciudad, las estrechas calles de adobe de la ciudad mantenían el ambiente fresco y agradable a pesar del bullicio. Las calles estaban repletas de compradores que buscaban todo tipo de mercancías, desde zapatos hasta metales preciosos, desde sal mineral hasta alfombras, pasando por joyas, puerros, armas y cacharros de cocina. De todo había en aquel lugar.

Menos concurridas eran las oscuras calles de la zona norte de la ciudad, donde solía juntarse gente algo menos legal, aunque había de todo. ¿Que buscabas drogas? Allí había. ¿Armas de gran calidad y de dudosa procedencia? Allí estaban. ¿Asesinos a sueldo? ¿Prostitutas? Sí, también. ¿Cachivaches de las antiguas civilizaciones perecidas?     . . .

Bueno, eso ya era otro asunto. Los restos tecnológicos del pasado estaban muy mal vistos incluso entre muchos marginados sociales como los que frecuentaban aquel lugar, y todo el mundo sabe que traen mala suerte. No obstante, el mercado negro también tenía sus clientes, y en una taberna de infusiones clandestina se reunían tres hombres para discutir sobre ciertos asuntos.

Si hay algún lugar en Agavé donde haya gente que busque cachivaches antiguos, ese lugar son los barrios marginales de Uru, y allí estaba Asher desde hacía tiempo, esperando a dar con la pista apropiada. En el transcurso de los años que llevaba yendo a ese lugar, ya había logrado encontrar un teléfono móvil del siglo XXI, un androide del siglo XXV, una calculadora , restos del motor de un automóvil, piezas de alguna fábrica... De todo, pero ninguno de esos objetos funcionaba. Era increible que hubiera coleccionistas que pagaran una barbaridad por conseguir aquellos cachivaches considerados tabú en el resto de la sociedad, pero visto de otro modo estaban casi trabajando para él. ¿Sería esta pista la correcta? No los veías muy bien desde donde estabas oculto, pero 3 hombres estaban sentados cerca discutiendo sobre algo que podría ser interesante... 

(Hombre 1) Caballeros, iré al grano. No me gustan los rodeos. Vuestros nombres son conocidos en la ciudad y todo el mundo sabe a qué os dedicáis, por cierto, con gran profesionalidad . No os engañaré, tengo un trabajo importante entre manos, pero no puedo hacerlo solo. El riesgo puede ser grande o pequeño, dependiendo de lo bien que se sepan guardar los secretos, la recompensa incalculable, mínimo para vivir entre lujos y putas por un tiempo. No me gustan las preguntas, pero os daré la información que necesitéis . ¿Y bien?

(Hombre 2) Antes de lanzarme a la boca del lobo prefiero saber más sobre este cometido.

(Hombre 1) Te lo diré claramente: el desierto es un trilero. Solo hay que acertar con la bolita... y yo la he encontrado (espero que el mapa sea fiable, de lo contrario el trilero me habrá ganado la partida). Lejos de la ciudad. Nuestros enemigos son bandidos y escorpiones.  Los gastos del viaje corren por cuenta de Jamshed.

(Hombre 3) Sé que no es el mejor lugar, pero sigues sin decirnos nada, estas haciendo promesas pero solo son palabras. Si quieres que arriesguemos nuestras vidas en tu viaje, deberías comentarnos un poco mas sobre este viaje, ¿que estamos buscando?

(Hombre 1) Un antiguo vertedero en el desierto. Metal en grandes cantidades. Como contrapartida a los servicios, os ofrezco un tercio a cada uno del metal encontrado. 

(Hombre 3) ¿Que tan segura es esa información?

(Hombre 2) ¿Sabes por casualidad cuántos enemigos podemos toparnos por el camino? ¿Cuán lejos está ese vertedero?

Parece que al menos he despertado su interés... pienso mientras termino de escuchar las preguntas de ambos y ver sus gestos que se muestran entre interesados, pensativos y aún un poco desconfiados.

Hablo directamente a los dos, sin rodeos, e intentando clarificar sus dudas:

- La información es segura, revelada por unos mapas antiguos de fuentes fidedignas. Parecen de la  mano de Ibn-Hakim o cercano a él (uno de los pocos cartógrafos que conozco - Un dato erudito siempre queda bien), gracias al cual ya me he llevado más de unas buenas remuneraciones en el desierto (O al menos alguna). En cuanto al viaje, tenemos varias jornadas siguiendo el río hasta Naru y, desde ahí, tras seguir un poco más el cauce, introducirnos en el desierto que lleva hasta Yanán, cuya mala fama todos conocemos. No tenemos que llegar hasta la ciudad de los bandidos, sino que nos desviaremos un poco antes hasta unas colinas, en cuya hondonada almacenaron antiguamente los desperdicios. Las rutas supongo que nos son a todos conocidas, ya que como cazarrecompensas experimentados y mercader itinerante que somos, las hemos recorrido más de una vez. Si tan peligrosas os parecen, se puede contratar a una persona extra, pero eso lleva una merma en la recompensa.

A quién algo quiere, algo le cuesta. Creí que cazarrecompensas con tantos años de experiencia no se andarían con tantos remilgos.

De nuevo me recuesto para atrás y espero las respuestas de cada uno, esperando que sean datos más que suficientes.

(Hombre 1) - La información es segura, revelada por unos mapas antiguos de fuentes fidedignas. Parecen de la  mano de Ibn-Hakim o cercano a él, gracias al cual ya me he llevado más de unas buenas remuneraciones en el desierto (O al menos alguna). En cuanto al viaje, tenemos varias jornadas siguiendo el río hasta Naru y, desde ahí, tras seguir un poco más el cauce, introducirnos en el desierto que lleva hasta Yanán, cuya mala fama todos conocemos. No tenemos que llegar hasta la ciudad de los bandidos, sino que nos desviaremos un poco antes hasta unas colinas, en cuya hondonada almacenaron antiguamente los desperdicios. Las rutas supongo que nos son a todos conocidas, ya que como cazarrecompensas experimentados y mercader itinerante que somos, las hemos recorrido más de una vez. Si tan peligrosas os parecen, se puede contratar a una persona extra, pero eso lleva una merma en la recompensa.