Partida Rol por web

Seguimos con tu personaje por aquí, si te parece bien.

Estupendo. Pasaré aquí lo de la otra escena, para centrarme. Y seguimos con el pj en cuanto me digas.

Mi idea es hacerme una anciana filántropa, millonaria o aristócrata, coleccionista de antigüedades y amante de los enigmas. Culta, un poco borde en el trato, muy leída. Mi modelo es la Condesa viuda de Downton Abbey, incluso me encaja su avatar, si no te molesta.

---

Me va bien tu concepto de personaje, pero con ciertos condicionantes (llámalos requisitos, si quieres): puede ser anciana, pero no debería hacer ascos a salir de paseo y mancharse los zapatos. Y algo excéntrica, si es posible, de las que se plantan un día en casa con un famoso adivinador gitano para que le lea el porvenir en los posos del te y cuando pasa por delante su marido, Lord Nosequé, se inicia un: 

"-Querido, este señor es Ojo Grande. Estaba leyendo nuestro futuro en este preciso instante.

-Estupendo, querida. ¿Algo interesante?

-Al parecer esta semana voy a encontrar el verdadero amor de mi vida. Quién me lo iba a decir, ¿no es cierto, querido?

-Gran noticia, querida. Si me disculpas, debo...

-Sí, sí. Cierra al salir, querido. Y dile al Señor Stevenson que acuda cuando pueda para acompañar al Señor Ojo Grande a la salida.

-Por supuesto, querida".

Puedes ignorar lo de arriba, por supuesto. Lo que quiero transmitirte es que necesito que sea atrevida y no tenga miedo de bajar físicamente al nivel del suelo para tratar con gente de otras clases sociales. 

En cuanto al avatar, cuando encuentres una foto que la represente con propiedad me envías el link para que haga el correspondiente tratamiento de envejecimiento... :P

---

El avatar sería este, pero sólo el busto y en blanco y negro, si te gusta:

Aunque no haya intervenido sigo de cerca las explicaciones que vas dando y lo que cuelgas cara a hacerse el pj.

Poco a poco va aclarándose el perfil en mi mente de mi Lady Alice Worthwood. Pero por supuesto estoy abierta a tus sugerencias y propuestas, y no me importaría adaptarla a algún pj pregenerado, si así lo deseas.

Ya me dirás qué debo hacer para empezar. :)

Teniendo en cuenta la naturaleza profundamente narrativa de este sistema de juego, y de nuestra historia en particular, yo te recomiendo que vayas esbozando al personaje antes de preocuparte por sus habilidades. 

Tu profesión es la de "Diletante"; los hay más y menos ricos, y tú debes ser o profunda y obscenamente rica o haberlo sido (y seguir disimulando, claro). Puedes ser aristócrata, escoger tu familia, lugar de origen, año de nacimiento... todo lo que quieras: sé cuanto más creativa mejor. Yo iré interviniendo para aportar cosas, desarrollar secundarios y demás.

Las campanas de la cercana abadía tocaron melancólicas anunciando las cinco de la tarde. El cielo estaba despejado y lucía azul, como el mejor día de primavera. En un rincón especialmente fragante por los macizos de rosas, habían dispuesto una marquesina y un conjunto de mesillas y butacas, aunque sólo una persona estaba sentada allí. Un mastín a sus pies, y a su lado el mayordomo que acababa de servir el té a la solitaria figura.

-¿Desea algo más, Milady?

-No Charles, sólo que no me interrumpan, por favor.

El hombre asintió, y se retiró a paso lento, solemne. Quizá por su condición, quizá por su edad. La mujer, casi tan anciana como su mayordomo, se tomó aún un tiempo antes de dejar con delicadeza la taza en su plato, y ambos en la mesilla más cercana. No había probado su contenido, apenas lo había rozado con sus labios. Otra cosa ocupaba su atención, algo que había pospuesto por dos días enteros, algo que había llegado por correo a la casa de Londres, donde vivía con su sobrino.

Efectivamente, sobre otra mesilla más pequeña, pulcramente envuelto en papel de estraza, resistente a los viajes, había un paquete atado y sellado varias veces. Y, a su lado, una carta, ésta sí abierta.

La carta era de un bufete de abogados, y anunciaba a Lady Alice Worthwood, Vizcondesa de Sunfields, el óbito de un príncipe hindú y su mención en el testamento. Al parecer llegaría un paquete que el difunto había dejado para ella, lacrado, y con instrucciones de no ser abierto por nadie más que ella misma.

El paquete llegó, y Alice supo sin dudar que no podía abrirlo en la ciudad, sino en su mansión natal, allí donde todo había sucedido. Por ello se trasladó a Sunfields Manor, y esperó a que su estado de ánimo fuera el propicio para dejarse inundar de recuerdos que trabajosamente había conseguido relegar, que no anular, de su memoria.

El momento era éste.

Alargó la mano. Temblorosa. Extrañamente, impropiamente, temblorosa. Y en el cortísimo instante que duró el gesto, un alud de imágenes, de momentos, avasallaron su mente, tal como había previsto...

Verano. Apenas 20 años. Sunfields estaba pletórico de bullicio, de vida, de movimiento. Acababan de prometerla con un pariente lejano de la familia real, y eso, para la no demasiado agraciada segunda hija de los Vizcondes, era todo un porvenir. Iba a celebrarse una gran fiesta de compromiso, a la que acudiría la flor y la nata de la aristocracia británica en pleno.

Alice estaba exultante, iba y venía de un lado a otro, recibiendo a los invitados que llegaban continuamente en una hilera de carruajes y calesas, asegurándose de que todo estaba perfecto y en su sitio, e intentando apaciguar la aún más fogosa vitalidad de Elizabeth, su hermana pequeña. Lizzy sí era una belleza, un rostro de querubín adolescente enmarcado en rizos de cobre. Cuando se encontraban en algún pasillo o salón, ambas se tomaban de las manos y emitían pequeños grititos de excitación, los ojos como platos. Para enojo de su madre, o del Ama de Llaves, o de alguna anciana dama de flema rancia y contenido porte.

Incluso iba a acudir George, el primogénito, que estaba sirviendo en el ejército como oficial del Raj Británico. Todos le esperaban ansiosos, ya que llevaba unos meses en la India. Apuesto y amante de la aventura, ajeno al peligro, gallardo... George era todo lo que cualquier joven heredera soñaba. Y, siendo el próximo Vizconde de Sunfields, las madres de esas jóvenes estaban plenamente de acuerdo con ese interés.

George no decepcionó. Hizo su entrada triunfal montado en un brioso caballo blanco, galopando a través de la avenida principal del parque, seguido de otro jinete. Éste iba montado en un alazán de crines trenzadas, un hombre de piel dorada ataviado con un turbante a pesar de su uniforme.

La noche fue un sueño. No podía decirse que él la hubiera seducido, aunque también, desde luego. Pero, además de eso, la conquistó. Y ella, aunque inocente e ingenua, nunca se engañó al respecto, ni entonces ni después. Navil era un hombre extraordinario. Un personaje de novela, un pozo sin fondo como sus ojos negros, como su mirada, como su voz profunda. Le habló de lugares mágicos, de secretos, de lo místico y lo profano. No, nunca se engañó: ella le amó.

Le dijo que fuera a su habitación, que había algo que quería enseñarle: una joya del color de los ojos de Alice, azul claro y brillante. Ella dudó, pero el poder de Navil era ya demasiado fuerte, y acudió. La joya era un zafiro enorme, encastado en el puño de una daga.

-Es una daga ceremonial, con nombre propio: "Bebedora de Sangre"...

No tuvo miedo. Incluso cuando él empezó a hablarle de la diosa Kali, de un culto sanguinario en el que la venganza no sólo es un derecho sino un deber, todo mientras ambos bebían un licor oscuro y ardiente que él escanciaba sin cesar.

Entre brumas supo que George había amado a la hermana de Navil, y que eso estaba bien, y que Navil iba a mostrarle el camino del amor a ella... que eso estaba bien. Entre brumas más profundas vio una guedeja oscura, el pelo de Shaila, la hermana... y las brumas se volvieron placer mientras él la recorría, mientras ella aprendía y dejaba atrás su inocencia, y su compromiso.

Si la noche fue un ensueño, el amanecer trajo la pesadilla.

Despertó en la oscuridad, desnuda en la cama, apenas sin recordar nada de la noche, y sin tiempo a pensar si había sido real. Porque un grito era lo que la había sobresaltado, un grito que cruzó cada rincón de la enorme casa. Se echó el camisón por encima como pudo, y tropezando llegó a la puerta... que abrió de repente para comprender que sí, que seguía en la habitación de Navil, en el ala de invitados, y para encontrarse frente a frente con su prometido que la miraba desde la puerta de su propia habitación con la incredulidad más aplastante.

Lo que siguió fue un caos, terrorífico y desquiciado. Supo que una de las sirvientas había encontrado el cuerpo de George con la garganta rebanada enmedio de un charco de su propia sangre, que Navil no estaba, que en el escritorio de su hermano se halló una pequeña escultura de una diosa hindú, que ella supo al instante que era Kali, con una larga guedeja de pelo oscuro a sus pies, como una ofrenda.

Pasó el día, y los siguientes, enmedio de un marasmo inconcebible. Naturalmente el compromiso de Alice se rompió, los invitados se fueron y una investigación inútil empezó. Nunca se supo el paradero del príncipe asesino, o vengador. Las circunstancias de la India y Gran Bretaña, con el proceso de Independencia en un momento delicado para ambas partes, hicieron que el gobierno británico relegara los hechos a "infortunado suceso".

El día del entierro, en la más absoluta intimidad de una familia desencajada, ofendida y humillada por el deshonor, Alice se prometió a sí misma que bajo la tutela de Kali, del Rey, o del Pope, quienquiera que fuera, le encontraría y le mataría. O le amaría. O le amaría y le mataría...

Muy buena historia de trasfondo. ¿Qué ocurrió después? ¿Cuánto tiempo y recursos invirtió la familia para lavar el nombre de la futura Lady? Más importante, ¿lo consiguieron? ¿Casó? ¿Con quién?

Cuando comencemos a dar valores numéricos a la ficha verás que todas estas preguntas necesitan respuesta, ya que la salud mental de Lady Alice Worthwood depende en gran medida de sus fuentes de estabilidad (y por cada 3 puntos en estabilidad tendrás que detallarme una Fuente que lo justifique).

¡Eh, eh! Que no he terminado...

Te lo diré cuando esté, si voy demasiado lenta tírame de las orejas, que a veces caracoleo sobre mí misma y me quedo así montones de tiempo.

Por supuesto no fue así. No, las cosas nunca son tan... fáciles.

La familia se autocondenó a un ostracismo estricto, en parte para que las voces del escándalo se acallaran un tanto, en parte para aplacar el dolor de la pérdida del primogénito, y en parte para dar tiempo a que se mostrara un temido embarazo. Que no se produjo.

Durante esos primeros meses Alice simplemente estudió, se preparó para algo que ni ella misma sabía qué era en concreto. Historia, arqueología, mitología, religiones, arte, leyendas, esoterismo... ahondó en las entrañas del conocimiento humano en sus más variadas manifestaciones. Y luego, en el conocimiento del propio hombre. Psicología, antropología, filosofía. Bebió cada volúmen de la enorme biblioteca de Sunfields, exprimió cada palabra.

Mientras, sus padres envejecieron. Años en semanas, el precio de todo aquello no fue sólo la vida de George.

Alice y Lizzy estrecharon lazos aún más, lo cierto es que sólo se tenían la una a la otra, ahora que la melancolía y la pena planeaban por el Manor como un fantasma lóbrego.

Y los meses se sumaron, y se amontonaron los años. Lizzy se prometió con un buen hombre, un noble menor con casa en Londres, miembro de la Cámara de los Lores. Aquello devolvió tranquilidad y paz a los Vizcondes, que no alegría. Alice se mantuvo soltera, y pasó del estudio a la comprobación, de la teoría a la experiencia: viajó, viajó como ninguna mujer británica. Pero su búsqueda (el motivo real por el que viajó a la India en varias ocasiones) fue un fracaso. Nunca le encontró, aunque sí supo de muchas cosas, estuvo en lugares, vio sitios, habló con personas...

Se convirtió en una mujer independiente y resolutiva, ávida de aventuras y misterio. Solitaria, con un punto de amargura y otro de socarronería. Con el tiempo heredó la fortuna y el título que habrían debido ser para George, y probablemente conservó ambas cosas con mejor cabeza de la que había dispuesto su hermano.

Así seguía, ahora que ya se había convertido en una anciana. Vivía temoradas en la casa de su sobrino, James, en Londres. Su cuñado había fallecido, y su hermana requería compañía de vez en cuando. Pero era en Sunfields donde Alice había echado realmente raíces. Y llegó a aceptar los secretos que la Mansión guardaba.

Hasta hoy.

Alargó la mano. Temblorosa. Extrañamente, impropiamente, temblorosa. Y en el cortísimo instante que duró el gesto, un alud de imágenes, de momentos, avasallaron su mente, tal como había previsto...

Está francamente bien. Bonito, evocador y muy bien escrito. Ahora toca hacerlo números... :-(

Creo que no has hecho nunca una ficha del Rastro de Cthulhu, así que vamos a ir paso a paso. Ya tenemos el nombre y la historia: pensemos ahora en la motivación. Dale un vistazo a las listadas o inventa una por ti misma:

Listado de Motivaciones

• Arrogancia
• Aventura
• Coleccionar Antigüedades
• Curiosidad
• Deber
• En la sangre
• Erudición
• Hastío
• Impresión Súbita
• Mala Suerte
• Poder
• Sed de Conocimientos 
• Seguidor
• Sensibilidad artística 
• Venganza

Puedes consultarlas en la sección de personaje. En tu caso, la de Venganza podría ser especialmente apropiada, aunque hay otras que también pueden valer.

Después tenemos que ir comprando puntos en habilidades, comenzando por las de Investigación. Nuestra Vizcondesa es una "Diletante", y te facilitaré más información para contextualizar bien. Pero de momento sirva esto:

Habilidades Profesionales: Adulación, Crédito, Monta, y otras cinco Habilidades cualesquiera.

Crédito: 3+

Especial: Puedes usar tu Reserva de Crédito para emplear conexiones personales en cualquier campo. Normalmente estos contactos serán parientes, viejos compañeros de escuela u otras personas similares de tu misma clase social.

Marca en una copia de la ficha con un asterisco las habilidades profesionales (esas tres de arriba y otras cinco que te parezcan apropiadas): comprar un punto en estas habilidades profesionales te costará la mitad, por lo que conseguir un nivel de 4 en Monta supondrá un gasto de dos puntos.

Dispones de 15 puntos en habilidades de Investigación (todas menos las reseñadas como "Generales"). Una puntuación de 1 te convierte en especialista de la habilidad en cuestión, por lo que no inviertas demasiado en ellas. 2 equivale a una licenciatura, 3 o 4 en un maestro en lo suyo: no te recomiendo que tengas ninguna de estas habilidades con una puntuación por encima de 4.

Excepto crédito.

Tu vizcondesa debiera tener un crédito mínimo de 6 (rica), aunque por su elevadísimo nivel social yo lo situaría en 7 (como poco) o más.

Cuando acabes con el reparto, te apuntas un último punto (el que hace 16) en Mitos de Cthulhu. Sólo puedes tener ese único punto en esa habilidad, ¿ok?

Cuando lo tengas pasamos a las generales.

Motivación:

Puesto que es un punto que dices que podemos adaptar a nuestro pj, voy a decir que es en parte venganza, en parte curiosidad innata, en parte sentido de la aventura.

No sé si es demasiado complejo, pero así imagino a Alice. Al principio la movió la venganza, cierto. Luego la motivó la aventura, y por eso siguió viajando incluso cuando ya vio que buscar a Navil era inútil. Pero con los años, el conocimiento adquirido acerca de la naturaleza humana, y el gusto por lo exótico y lo excéntrico, ha hecho que su motivación finalmente se mueva sobre todo por la curiosidad. Una avidez inagotable.

De todos modos, dime qué te parece.

Y una pregunta: puesto que realmente voy a tener que darle una puntuación muy elevada en crédito, ¿no va a dejarla muy débil en otras áreas? ¿Podría "amañar" esa puntuación con algún punto extra? (Quien no llora no mama... xD)

Otra cosa: la historia, ¿la pongo visible en la ficha, o sólo para nosotros?

Ningún sistema (salvo, quizá, GURPS) es capaz de reflejarlo todo con precisión realista, y a éste le pasa lo mismo. Las Motivaciones, por ejemplo, son un mecanismo eficaz pero muy poco realista: ¿qué nos lleva a hacer lo que hacemos, o a luchar por lo que luchamos? Pues muchas cosas. 

A lo que voy. Lo que mueve a la aventura a tu Alice es un conjunto de cosas; pero, efectos de juego, una de ellas es más poderosa que el resto: en principio fue la venganza, luego la aventura y después -ahora- la curiosidad. Yo lo dejaría en una insaciable Curiosidad, aunque si prefieres anotar las tres motivaciones lo dejo a tu sabio criterio.

Y una pregunta: puesto que realmente voy a tener que darle una puntuación muy elevada en crédito, ¿no va a dejarla muy débil en otras áreas? ¿Podría "amañar" esa puntuación con algún punto extra? (Quien no llora no mama... xD)

Cuando tienes razón, tienes razón: quien no llora, no mama. La respuesta es no XD.

En realidad no te va a doler tanto, porque Crédito es una habilidad profesional para el Diletante y su puntuación te cuesta la mitad: así, Crédito 7 te cuesta 3.5 puntos. También tienes otra opción: paga por un Crédito menor (4, por ejemplo) y mantén todo lo que puedas la enorme mentira acerca de la ahora arruinada fortuna familiar... ;-P

En cuanto a la historia, puedes escribir algo formal y dejarlo a la vista de todos. Ten en cuenta que todo el mundo en Inglaterra conoce a la Vizcondesa de Sunfields, emparentada con el mismo Rey Jorge VI y amiga de la Reina Madre...

¡Menudo guardián estricto! XD

No, no hay problema. Y lo que dices de que contabiliza a la mitad me deja mejor de lo que me había imaginado. Sin problemas.

Lo de la historia, entiendo la opción de hacer un resumen. Pero la pregunta es si importa que cuelgue lo que llevo escrito, aunque sea largo. O si lo del resumen es más correcto.

Las cinco Habilidades que añado a las tres de su condición de Diletante serían: Antropología, Arqueología, Buscar Libros, Ciencias Ocultas e Idiomas. Si te parece bien, procedo a repartir los 15 puntos entre éstas, a mitad de coste, y alguna otra a coste completo.