Partida Rol por web

-La comida vale 100 por separado, y puedes elegir si la merienda es dulce o salada. Si también quieres incluir la comida para los pokemon de tu equipo, siempre que sean de tamaño medio o pequeño, serían otros 50 mas por pokemon. Si tienes alguno de un tamaño considerable o de alimentación "especial" como un Snorlax... -notaste algo de palidez repentina el el rostro, algo te decía que ya había tenido que lidiar con eso antes- Puedes hacérmelo saber y te informare de las tarifas especiales.

-Eso me lo habías dicho, me refería a apuntar con la pokedex a la comida, bobo. -arrugó el envoltorio ahora vacío mientras continuaba masticando el último gran bocado y lo arrojó en una papelera rústica y grande que estaba cerca, pero que al menos servía a su propósito comunal. Tardó un poco en terminar con esto, para luego decir:

-¿Que harás ahora mismo?

Uf... - Suspiro por como parece que va a subir la cuena pero al mirar a Primeape con carita de hambre cedo - Serán 2 de tamaño medio/pequeño (Primeape mide 1 metro justo, se le considera medio no? Y emolga es más pequeño aun) y otro para mi... - Digo sacando otras 200 monedas y veo como Primeape se pone a saltar contento - Pero luego tendremos que hacer algo para ganar algo de dinero eh! - Le digo mientras le acaricio el pelo y nos dirigimos al comedor despues de coger las llaves y de pagar a la encargada.

-Pues...quería saber de que pokémons se trataba, si es que se trataba de alguno- dije guardando el pokédex- iré a ver el centro pokémon como te dije, quiero ver que tal su tecnología y quizás hablar con alguna de las Joy a ver que me cuenta de este lugar, por que?-

-¿Dulce o salado? -preguntó antes de que alcanzaras a irte del todo, seguramente en referencia al tipo de comida que iban a servirte. Seguramente fuese un buen momento de expresarle también los gustos de tus pokemon si es que tenían preferencias especiales.

-Yo voy a dar una vuelta, con lo sencillo y pequeño de este sitio no debería tardar mucho. Iré al Centro Pokemon como en media hora, aunque perderse en este sitio es bastante complicado, mejor no tentar la suerte. Nos vemos luego, Sereneo, damita... -se quitó el sombrero levemente mirando a Serena y se dio media vuelta alejándose tranquilamente.

Ah, si perdona, para Emolga dulce, algo de fruta ira bien, para Primeape... Algo salado... Le encanta en arroz - Digo sonriendo agradeciendo el interes a la encargada.

-Me parece bien, nos vemos- era mejor si nos separábamos para investigar, aunque aquella visión de oscuridad no me dejaba nada tranquilo, por lo cual comencé a caminar con cuidado, observando todo mientras me acercaba al centro pokémon.

-Aja...

Frunció el ceño algo confusa y anotó lo que le habías indicado en una libreta pequeña, que diligentemente sacó de un bolsillo. Esta tenia un lápiz en el resorte, que usaba para escribir ahora mismo.

-¿Y tu preferencia propia?

Tras despedirte, te costó un poco ubicar bien el Centro Pokemon debido a que visto desde cualquier ángulo que no fuese el delantero, no se diferenciaba demasiado de una casa corriente. Sin embargo, por delante tenía la característica cruz roja que hacía inconfundibles a los mismos. Realmente era extraño, las dimensiones tampoco eran muy grandes, y no entendías como podían tener lugar para funcionar adecuadamente. Los transeuntes (tanto locales como visitantes) andaban por las calles entre el trafico peludo que andaba mas cerca del suelo.

Zigzagoon y Furret eran los mas abundantes, y no parecían ni pertenecer a nadie, ni estar asustados de la gente. Mas bien se mostraban sociables, incluso alguno te estaba siguiendo a  ti y a Serena con curiosidad.

Les perdiste rastro dentro del Centro. Toda la casa era una gran sala de espera con varios tocones a modo de asientos, algunos de los cuales estaban ocupados por unos pocos entrenadores que charlaban entre si. Una chimenea ahora apagada estaba a la espera de algún día frío que mantener a raya, y varios afiches sobre salud en una gran cartelera en la pared oriental del lugar junto a un tapiz que mostraba un Chansey y un Audino con cofias de enfermera. Enfrentado a la puerta de entrada, se hallaba un mostrador que ya te era mas bien una imagen familiar, y detrás una enfermera Joy esperando, como no. Esta se veía bastante joven y de rasgos mas aniñados y suaves. No era "tan" idéntica, aún al menos.

-¿Puedo ayudarte? -dijo con voz dulce.

Yo? Mmmm - No lo había pensado, estaba tan enfrascado en mis pokemon que no tenía demasiada hambre así que se lo hice saber - Cualquier cosa, no tengo mucha hambre, con una ensalada basta - Sonrío a la chica mientras anota.

-Hola -dije mirando el lugar- a decir verdad acabo de llegar y estaba conociendo el pueblo, me llamó la atención como curaban a los pokémons en este lugar al ver que no contaban con una tecnología tan avanzada, además como enfermera seguro te has cruzado con varios Eevees- miré el huevo que llevaba al hombro y a Serena- como ves soy un amante de esta raza en particular, algo que tenga que saber sobre los Eevees de esta zona?-

-¿Tendría que haber algo extraño con ellos? Como todos, son evasivos y difíciles de ver -dijo con tranquilidad ordenando unos papeles- A simple vista no tenemos tecnología o espacio, pero en realidad las habitaciones para pacientes, y huéspedes, teléfonos y demás instalaciones están bajo nosotros.

Te señaló una única puerta de madera.

-Aquí arriba solo conservamos la máquina revitalizadora para atenciones rápidas -efectivamente detrás de ella, estaba una máquina de curación algo falta de mantenimiento, pero aún se veía operativa.

-No lo se, es la primera vez que visito esta región y tras mis anteriores viajes he encontrado que la fisonomía y fisiología de los Eevees es sumamente adaptable, incluso algunas evoluciones se dan solo en determinadas regiones, si bien luego se expandieron son originarias de solo un lugar, por eso me encontraba interesado. Algún lugar que me recomiendes visitar?-

Arcadia era lo que Kaoru esperaba: Un paraíso natural donde Pokémon y personas convivían de un modo pacífico y respetando los espacios de cada uno, al menos, tanto como era posible para ambos. La última noche sobre el Ferry había sido especialmente intensa: En sus sueños recordaba como todo había comenzado hacía tiempo atrás.

La noche era fría  y, como de costumbre, Kaoru había decidido acampar en el bosque, con la intención de poder observar a los pokémon nocturnos y salvajes. Quizá, si era afortunado, podría encontrarse con un Phantump. El campamento fue rústico, sencillo y por mucho que había intentado mantenerse despierto, aquella noche se quedó dormido. En sus sueños podía escuchar un lamento, a pesar de que era melodioso, casi como si de un canto se tratara, podía sentir la angustia y el dolor que le envolvían.

Se despertó en el silencio de la noche, con tristeza incomprensible, una angustia que crecía en su pecho de modo inexplicable. Al levantarse, empezó a caminar por el bosque sin un rumbo fijo, solo guiado por esa tristeza que le empujaba desde el interior. Allí, en el medio del bosque, se encontró con un pokémon enorme, extraño y desconocido para él, con forma de media luna. Estaba ensangrentado, con el cuerpo repleto de heridas, quemaduras, mordiscos... parecía haber sido atacado por varios pokémon al mismo tiempo.

Al intentar acercarse, el extraño pokémon gimió y se revolcó en su lugar, espantado por el humano. Agitó sus alas con fuerza para elevarse en el aire, pero estas estaban demasiado lastimadas como para poder sostenerle y cayó pesadamente contra la tierra nuevamente. Kaoru intentó calmarla y, afortunadamente, no le tomó mas que unos minutos que el extraño pokémon le permitiera acercarse, sorprendido por la actitud del joven, quizá reconociendo algo extraño en él.

Kaoru se acercó a ella, trató y curó sus heridas tan bien como fue capaz. Inspeccionó al pokémon, recaudando datos sobre ella, ya que determinó que se trataba de una hembra, del tipo psíquico y que probablemente era única en su especie. Con los datos suficientes y mientras las heridas se sanaban y el pokémon descansaba, preparó alimento especial, con las vitaminas y nutrientes necesarios para que recuperara las fuerzas perdidas. Aquella noche no pudo dormir mas y todo el día siguiente se la pasó despierto cuidando de ella, con la ayuda de Angel, mientras Magnus se ocupaba de conseguir las hierbas y bayas necesarias.

Muchos pokémon salvajes comenzaron a acercarse a lo largo del día, observando al pokémon herido. Todos parecían preocupados por ella, le traían alimento y agua o cualquier cosa que pudieran ofrecerle para que mejorara. Muchos colaboraron con los cuidados y cuando por fin la noche volvió a caer, el cuerpo de Kaoru estaba cansado, pero aún repleto de emoción por cuidar a un pokémon tan majestuoso y único.

Cuando la luna creciente se alzó en el cielo, el cuerpo del Pokémon comenzó a brillar y pequeñas partículas de luz plateada y rosada le rodearon, como luciernagas. Sus alas se recompusieron lentamente y, aunque las heridas aún estaban siendo tratadas, se podía ver con un mucho mejor aspecto. El pokémon chilló de alegría al despertar, con su cuerpo mucho mas sano de lo que esperaba. Kaoru contaba con una extraña habilidad que permitía curar a los pokémon hasta dejarlos al 100% de nuevo, pero ella estaba tan al borde de la muerte, que su poder no había sido suficiente para dejarla como nueva, pero si para que las heridas fueran apenas una molestia menor.

Creselia se presentó a si misma y agradeció los cuidados de Kaoru. Aunque no le contó como había llegado a ese estado, le confesó que le debía la vida y le contó su historia. Creselia cantó bajo la luz de la luna, en agradecimiento a Kaoru y, habiendo observado en sus sueños, le sugirió que viajara hacia la región de Arcadia. Donde, según sus propias palabras, podría encontrar lo que tanto buscaba en su corazón y otros, al igual que ella, podían verse beneficiados de su amabilidad, cuidados y poder.

 Magnus estaba en el interior de su pokebola, resguardado del agua salada que podía molestarle, mientras que Hitch se retorcía de la emoción de conocer una nueva región. De pronto, aquella extraña sensación se apoderó de él, estaba siendo observado, no... estaba siendo juzgado. Creselia había mencionado que Arcadia era hogar de pokémon ancestrales, extraños, únicos, poderosos e incluso legendarios. También había mencionado que Kaoru sería capaz de hacer un gran bien en aquella región, donde se necesitaban personas de buen corazón... Con eso en su mente y a pesar de la opresión que sentía, intentó levantar la cabeza tanto como fue capaz y mirar hacia el horizonte, dedicando una sonrisa a aquel ser que le estuviera observando, estuviera donde estuviera. En su corazón, solo resonó una frase.

Cuidaré también de ti.

El comedor se mostraba totalmente lleno por otros inquilinos o quizá pasantes que solo pagaron por la comida. Algunos evidentemente locales y otros recién llegados como tu. Encontraste un asiento ocupando uno que acababan de dejar libre, y tardaste muy poco en ser atendido...¡desde arriba! No habías reparado que en el techo habían algunas barras que no parecían venir mucho a cuento, quizá solo decorativas...pero no. 

Viste 3 Aipom y un Ambipom que estaban balanceándose ahí arriba llevando los platos y bajándolos con la cola, de forma perfecta mientras se transportaban sujetándose de la barra hasta la puerta que daba a la cocina probablemente, y volvían a salir con mas ordenes. No perdían el equilibrio ni se les caía nada, y dejaban cada plato frente a los comensales. El pokemon evolucionado te bajó un plato de ensalada, seguido de una cesta de frutas y un tazón de arroz con carne. Imaginabas que Ambipom era hembra, porque tenía un vestidillo de maid que le hacía ver mucho mas tierna y agradable al público.

Miro asombrado el equilibrio y coordinacion de los aipom y ambipom mientras no paran ni un instante de repartir los platos de comida y dejan el mio con sumo cuidado, tanto que me sorprende y con una sonrisa agradezco tanto la rapidez como la delicadeza de la acción.

Casi no me da tiempo a acabar el agradecimiento cuando mi Primeape coje el bol y lo vuelca derramando todo el contenido en su boca y empezando a masticarlo con gula de un solo bocado - Cuidado no te vayas a atragantar... - Le reprimo por las prisas mientras Emolga coje una fruta con las patitas y empieza a darle pequeños mordiscos - Ves? Así dura más... No ves que vas a tener hambre dentro de nada así? - Le digo pero hace caso omiso y traga todo el contenido haciendo una mueca de burla y le digo - Pues ahora te va a tocar esperar que acabemos... Y yo no tengo ninguuuuna prisa - Digo cogiendo con el tenedor un poquito de ensalada y llevandolo a mis labios con una sonrisa dirigida hacia mi Primeape que me mira con una mueca de enfado por la reprimenda - Va... No pongas esa cara que te lo has comido todo de golpe porque has querido...

La chica guiñó un ojo.

-Aquí, hay un lugar específico donde son mas normales de: En la cima de la Montaña Nublada. La escalada es muy dura, realmente no para cualquiera. Desde arriba deberías poder ver un altiplano bastante extenso, donde está ubicado el Templo de los Héroes. Allí es seguro que avistarás cuanto menos un par.

La sensación se fue tan de repente como vino, y no pareció haber respuesta alguna a tu pensamiento honesto. Bueno, hubiese sido raro el haber recibido alguna, quizá era mejor así. Diste unos pasos para vislumbrar el pueblo bien, sus calles y sus gentes, que seguían sus labores diarias mas allá de si los viajeros iban o venían del puerto. Tus pokemon se veían algo impacientes por salir, y era normal que los entrenadores al tocar tierra liberaran algunos para acompañarles caminando, parecía ser seguro.

La comida fue tranquila y aunque con alguna cara de Primeape, no hubo grandes inconvenientes. Emolga se llenó tanto que estaba estirado sobre la mesa con el estómago hinchado, el ser pequeño le daban la ventaja de que con una porción normal podía comer hasta hartarse. Tu otro pokemon también estaba satisfecho, aunque protestó un poco antes. La ensalada que te habían bajado era sencilla, de lechuga y tomate bien sazonada para que fuera agradable al paladar. Tu comida tardó media hora aproximadamente, mas que nada para darle tiempo a Emolga de saciar su gula.