Partida Rol por web

El camino se mostraba alentador cuanto menos, a plena luz de la mañana el verde se extendía sin restricciones o presencia de civilización, al punto de que podría llegarte fácilmente a la mitad de la cintura, y estaba lleno de flores debido a la estación. El camino solo estaba marcado porque la hierba era mantenida baja en medio del verde para marcar por donde ir. Por la hierba era audible a cada momento el sonido de la misma moverse, llena de vida y actividad. De apoco la temperatura iba aumentando, iba a ser un día caluroso y entre tanto verde, pesado seguramente.

A medida que avanzaban Kenpachi y él por el camino tenía dos cosas claras, que el calor le estaba empezando a molestar, motivo por el que se remangó las dos mangas de su camisa y desabrochó un botón también. Lo otro que tenía claro era que no iba a sacar a Inferno en el lugar que les rodeaba, lo más seguro es que acabara todo chamuscado, y no le apetecía eso, ya tenía bastante con aguantar el calor como para encima estar rodeado de fuego.

Zek siguió avanzando y a pesar de ver demasiado verde para su gusto no le molestaba aquello, la tranquilidad patente le gustaba e incentivaba a seguir hacia adelante, pero llegados a este decidió sacar a Milena también, como siempre antes miró su pokéball e hizo que saliera.

Al tocar su Eevee el suelo se agachó y le acarició la cabeza, ya podía seguir el camino tranquilamente, miró a ambos acompañantes. –Vamos a continuar por aquí, seguirme– la orden escueta pero directa, como solía hacer, sin más comenzó a caminar nuevamente.

-¡Vee! -Milena se mostró contenta con la caricia, y siguió de cerca tus pasos. Kenpachi de cuando en cuando lanzaba algún guadañazo a la hierba cortando algo de esta para entretenerse, se le veía con bastante energía y estaba atento por si a algún posible rival se le ocurría salir al paso. Dentro de su pokeball, tu Monferno te miraba nada contento si decidías observarle, teniendo en cuenta que otros estaban fuera y el no.

Por la hierba de cuando en cuando divisabas alguna cola familiar u oreja, pero de pokemon comunes como rattata. Algunas hojas también se movían por su cuenta delatando la presencia de pokemon del tipo planta, pero habría que acercarse para poder discernir mas.

–Aún no– le dijo a Inferno una de las veces que se quedó mirándolo, quería que saliera para seguir dándole confianza, pero no se fiaba de dejarlo suelto en el sitio en el que estaban. Siguieron caminando y Zek paraba alguna vez para observar los pokémon que tenía cercano, ninguno le interesaba y los que se veían a simple vista eran muy comunes para él, por lo que prefirió no perder el tiempo, pero antes de retomar la marcha buscó la cantimplora y le dio un buen trago.

Avanzaste durante medio día con tranquilidad, algún pokemon saltó de la hierba o bien para retarte o bien para ser curioso, pero ninguno era demasiado fuerte así que incluso pudiste apartar a unos cuantos sin enfrentamientos de por medio. Nada del otro mundo, aunque había varios pokemon que no conocías.

Estabas en el medio de una extensa pradera que de momento no tenía principio a fin para ti, aunque a lo lejos veías el comienzo de un bosque que por el mapa, calculabas era el que estaba al sur de Pueblo Amanecer. Por esos momentos era el comienzo de la tarde, y estabas haciendo una pausa para descansar y almorzar.

Zek siguió avanzando junto a sus Milena y Kenpachi rumbo a su destino, por el camino algún que otro pokémon se atrevía a retarles, pero el Schyter los despachaba con facilidad, alguno de esos pokémon salvajes eran desconocidos para Zek, pero se dio cuenta tarde de que podría usar la pokédex para averiguar cosas sobre ellos, esperaba no arrepentirse de ellos en un futuro.

Al llegar a una pradera y advertido por su estómago decidió parar para comer algo, buscó entre las bolsas que compró el día anterior y sacó galletas en gran cantidad, tanto para él como para sus compañeros de viaje, antes de continuar decidió sacar a Monferno para darle de comer a él también, si daba problemas lo metería en su pokéball enseguida.

Tus pokemon y tu comieron galletas, aunque eran abundantes, al ir solas realmente dejaban cierta sensación de insatisfacción, al menos en ti claro. Monferno estuvo contento de salir de su ball para comer, pero enseguida comenzó a hacer de las suyas: estaba comiendo demasiado y agarrando de forma bastante poco amable grandes puñados de galletas y cuando Milena quiso tomar mas al acabar las que ya tenía, respondió echando unas ascuas en su dirección.

Obviamente, la Eevee salió corriendo hacia la hierba a ocultarse antes de ser victima de mas ataques de fuego. Scyther frunció el ceño, pero no intervino ya que no estaba siendo atacado directamente.

Por cada galleta que se comía le ofrecía una al primero de sus pokémon que lo pidiera, pero siempre siendo equitativo para alimentar a todo, estaban comportándose como Zek quería, incluido Monferno, pero poco duró la calma cuando este comenzó a hacer de las suyas, negando con la cabeza el de Johto se levantó de golpe y sacó a Starmie por si lo necesitaba, así también se estiraría su pokémon.

Con Staryu a su lado Zek miró fijamente a Inferno. –¡Ya está bien!– le gritó. –¿Es que quieres volver a la pokéball? Vamos comportarte, porque no puedes hacer como ellos tres, quedas advertido, paras o irás directo a la pokéball de nuevo– tras la pequeña bronca esperó que tuviera éxito y el rebelde Monferno se calmara, aunque no las tenía todas consigo y esperaba más resistencia por parte de Inferno.

Inferno respondió escupiendo unas llamas a tus pies (MUY cerca de ellos), molesto y comió algo mas descaradamente echándose en el suelo panza arriba de forma cómoda, con una mano bajo la cabeza y otra con el puñado a medias de galletas que aún tenía. La gema de Starmie reflejaba la luz del sol que le llegaba, inmóvil en su sitio como era de esperar...tu atención natural permitió que no se te escapara un detalle curioso a lo lejos, en el bosque: Lo que calculabas era un árbol por el tamaño del mismo, estaba moviéndose por su cuenta. Pero la distancia era mucha para apreciar mas que el movimiento de las ramas circundantes al mismo.

Zek soltó un bufido de desaprobación ante la actitud de Inferno, no sabía por qué seguía aguantándole, siempre terminaba haciendo lo que quería, al igual que otras veces el entrenador echó mano de la pokéball del Monferno para devolverlo a su ball por el mal comportamiento de este, pero algo que logró ver a lo lejos le detuvo, si la vista no le fallaba era un árbol moviéndose.

Haciendo memoria recordó que podría ser un sudowoodo, ese pokémon a veces se dejaba aparecer por algunos territorios de Johto, pero si no lo era... Intrigado Zek no lo dudó, recogió todas sus cosas y les ordenó a sus compañeros incluido Inferno que le siguieran, por esta vez le dejaría que le acompañara, quizás así se ganase su confianza, cuando los cinco estuvieron listo se acercaron al extraño árbol, Zek y Kenpachi encabezaban la marcha.

Comenzaste a aproximarte seguido de tus pokemon...bueno, mas bien solo Monferno y bastante en la retaguardia andando perezosamente y Scyther, porque realmente Starmie no podía moverse por tierra mas que saltando. El trecho a recorrer era largo para llegar al bosque, lo cual te puso a pensar en el tamaño de los árboles para verse desde la distancia, y también en el tamaño de lo que sea que estaba moviendose entre ellos. La única forma de avanzar directamente era atravesando la hierba alta, lo cual iba a ser bastante relentizante para el paso realmente.

Soltó otro bufido más y Zek echó mano a tres de sus pokéball. Antes de que Monferno pudiera darse cuenta estiró el brazo y le hizo volver, no podía tener una carga en un territorio desconocido, después le tocó el turno a Starmie para volver, y por último Milena, con los tres en su pokéball de nuevo miró a Schyter para asegurarse de que estuviera en forma, le dio el visto bueno y se adentraron en la hierba alta a pesar de no gustarle nada al entrenador.

Anduvo unos pocos pasos y ya le estaba molestando caminar por ahí. –Kenpachi– llamó a su compañero. –Ves delante y despeja el camino, necesitamos ver lo que tenemos delante para saber donde estará ese árbol– al darle la orden esperó que le hiciera caso para continuar con su búsqueda, si le hubieran preguntado a Zek en este momento diría que no sabía por qué perseguía a un árbol andante, simplemente decidió hacerlo.

Te costó un poco encontrar a Milena, porque seguía metida en la hierba y no quería salir de ninguna forma. Cuando guardaste a Monferno se mostró algo menos reticente, pero tardó un poco en salir. Mientras esto, Scyther comenzó a avanzar dando amplios barridos con sus cuchillas, y dejando tras de si un paso de césped mas o menos corto por el que podías transitar con tranquilidad. Kenpachi estaba bastante adelante y avanzaba a prisa, para que no tuvieras que detenerte a esperar que el te abriera paso. Algunas hierbas se agitaban cerca, y otras mas lejos a tus lados, en el océano verde que te rodeaba. Los pokemon no eran tontos y seguramente ninguno quería encontrarse en el camino de esas cuchillas.

Ambos avanzaron durante un buen rato de esta forma, y tu pokemon seguía incansable avanzando para atravesar la hierba alta sin frenarse ni un segundo. Tu nariz se acostumbró al olor a césped cortado poco antes de alcanzar el final de la hierba, tras lo cual siguió una marcha a pie bastante larga también. Ya casi estabas en el bosque, y al irte acercando notaste que los árboles del mismo eran bastante grandes, de 4 metros los mas pequeños. Un árbol caído aparentemente hace muy poco fue lo mas obvio que notaste, y siguiendo con la vista sus cercanías, algunos otros estaban torcidos como si algo bastante grande se hubiese abierto paso entre ellos. Kenpachi tomaba un respiro de mientras, entre el segar hierba y la caminata estaba algo cansado, al igual que tu mismo.

Kenpachi hacía su trabajo perfectamente despejando el camino por el que debía pasar Zek, aparte de acondicionar un camino transitable para los dos a la vez parecía espantar a los pokémon salvaje, no se les acercaba ninguno y el entrenador se alegraba de ello, ahora quería ir tranquilo su prioridad era el extraño árbol andante, que hasta el momento no había vuelto a ver.

Hasta alcanzar el bosque el camino se le estaba haciendo cansino, todo era hierba y más hierba, con el mismo color y olor que a Zek se le estaba haciendo largo y monótono, el sol tampoco ayudaba en absoluto, incluso alguna gota de sudor comenzaba a caerle por la frente, con la mano se la quitaba para que no le molestara. Al llegar a los árboles ambos agradecieron la sombra de la que podían disfrutar con la entrada al bosque, para intentar no perder el rastro siguieron caminando hasta que vieron un árbol caído, si algo dedujo Zek es que el extraño ser era grande, pero no sabía esconderse, a la vista estaba por el rastro que dejaba.

El entrenador aprovechó el árbol caído para sentarse encima. –Descansaremos unos minutos Kenpachi, nos hace falta– abrió la mochila y sacó su cantimplora para darle un buen trago. Sin nada que hacer Zek pasó el tiempo mirando aquello que le rodeaba, no tenía otra cosa que hacer, hasta que se cansó de no hacer nada a los diez minutos. Se levantó e indicó a su Schyter que le acompañara, el camino era claro, seguir los árboles torcidos.

Miraste alrededor hacia el rastro de destrucción además de a la naturaleza, y pudiste divisar que mas adelante siguiendo el camino había algún pozo largo y aplanado, por lo cual cuando te levantaste tuviste a buen recaudo por donde pisabas mas adelante. Cuando pusiste de nuevo la marcha, sin embargo, te quedaste mirando este "pozo" ahora de cerca. Tenía una forma rara, con tres picos en un sitio. Conforme mas la mirabas, mas te parecía una huella. Pero en caso de serlo, te hacía plantearte si realmente querías encontrar a su dueño, y mas aún, si estabas preparado para ello.

Genial y esto parece solo una huella. Pensó Zek al observar de cerca lo que al principio le había parecido una charca gigante, sopesó todas las opciones que tenía a continuación, seguir con esa persecución sería su perdición si encima luego lo que pensaba que era un pokémon era un monstruo gigante, le costó unos escasos segundos decidirse por la opción más sensata.

–Kenpachi– llamó para atraer la atención de su compañero. –Media vuelta– acto seguido ambos hicieron lo que acababa de ordenar, debía salir del bosque para retomar el camino que quería hacer antes de dejarse liar por algo que ni tan siquiera reconocía.

Kenpachi hizo lo que le pediste, aunque te miró sin comprender el porque de la vuelta. Al menos el camino que había abierto antes ahora serviría para que la vuelta fuese mas ligera y el sol estaba un poco mas bajo dentro de todo. Un poco mas adelante en el camino de hierba viste pequeñas figuras marrón que salían erráticamente de la hierba pasando por tu camino y volvían a entrar en el océano verde del otro lado. Tenían un aire bastante extraño, como si estuvieran mareados. ¡Ah! ¡Pero si estos eran de tu región!

Retomaron el camino atravesando el bosque y al salir de este Zek tuvo que entrecerrar los ojos, el sol le volvía a molestar aunque ya no estaba tan alto, pero le molestaba igual. Atravesar el campo se le hizo rápido gracias al trabajo anterior de Kenpachi y anduvieron a paso ligero hasta encontrar a un grupo de pokémon que el entrenador reconoció como Spinda, ya le eran conocidos de su viaje por Johto, algunos de los viajeros con los que se encontró los llevaba pero él no comprendía que veían en ese pokémon, le parecía débil.

Frenó al pararse frente a ellos y los miró con su seria expresión. –¿Queréis algo?– preguntó esperando que le entendieran y sin saber porqué, le era mucho más fácil pasar de ellos, pero no lo hizo.

Algunos Spinda te hicieron señas para que los siguieras tras quedarse mirándote y asentir, aunque la mayoría andaba a paso errático sin detenerse contigo. Dentro de su paso poco firme, podías notar que tenían prisa, aunque justamente por esto unos cuantos tropezaban, solo para ponerse de pie y continuar su procesión hacia quien sabe donde.

Miró extrañado a los Spinda, realmente parecían pedirle que le siguieran, pocas veces le había ocurrido lo que le estaba pasando ahora mismo, pero quiso hacerles caso y asegurándose de tener a Kenpachi guardándole las espaldas por lo que pudiera ocurrir les hizo caso y comenzó a seguirles por donde los Spinda caminaban y le guiaban.