Partida Rol por web

17 de Agosto de 2005
10:00 am

 Tras haberte sumergido en el tráfico de Cunia con la paciencia como arma indispensable, llegas al edificio donde Ramón tenía su oficina.

 Es un bloque bastante viejo en el extremo más oriental del barrio centro, así que has tenido que atravesar todo este denso barrio para llegar hasta aquí.

 Logras aparcar tu vehículo no demasiado lejos del bloque. A menos de cinco minutos andando, lo cual es toda una gesta, considerando cómo de inaccesible es el barrio respecto al aparcamiento.

 Os encontráis prácticamente llegando al unísono al portal de Zafra. Cada uno desde una calle distinta y coincidiendo ante la puerta de entrada del edificio.

El calor aprieta y a cada minuto que pasa Cunia se asemeja mas a las parrillas de un asador argentino que no a una metrópoli del siglo XXI.
Suerte que estoy habituado a sudar la gota... Maldita sea, hoy será un día muy largo. Por fin, ya estoy llegando a la oficina de Zafra. Mira, por ahí viene Joan.
Con una cordial sonrisa, Conrad se acerca a Joan y la saluda.
- Hola Joan, como fué en el campus con Carmen? todo bien?- pregunto algo preocupado. - Me ha parecido verte cojear un poco ... -
Que demonios habrá pasado?....

Doy gracias al señor de un modo de transporte tan agradecido como la moto para tráfico denso y los días de intenso calor como este, enviando un beso con el pensamiento al cricufujo de mi pecho. Respiro hondo pensando en Carmen, en Pablo. Esperando que se sientan lo más reconfortados posible el uno con el otro y que el siempre amable Pablo no se haya disgustado con mi rápida marcha.
Considero que ya había organiazdo bastante espectáculo y no quería llamar más la atención.
Tenía un torbellino de ideas en la cabeza que, aunque ordenadas con precisión meridiana, no cesaban en su movimiento y me hacían estremecerme involuntariamente muy de cuando en cuando.

Perdida en mis pensamientos mientras me quito el casco la silueta de Conrad de saca del ensimismamiento.
Disculpa la tardanza, Conrad. Me ha costado más separarme de Carmen de lo que hubiera creído posible. De hecho, ha llegado su primo cuando me iba y ni siquiera me he parado a saludarle de lo mal que me sabía poder tenerte aquí esperando.

No te preocupes por mi pie. He fingido un pequeño tropiezo con el inspector para ver si conseguía alguna pista en las ambulancias y oír algún comentario confidencial Le sonrío y le guiño el ojo. Por desgracia no ha sido fructífero, mas que para proporcionarme un subidón de adrenalina que era más que innecesario dadas las circunstancias. ¡Qué tonta soy! Parezco una niña a veces. Me saco una gominola casera del bolsillo: ¿quieres una? Me hecho a reír por un segundo con la mano abierta ofreciéndole Se piensa mejor con azúcar, créeme. ¿Qué has averiguado?

Pues acepto con gusto. Con este calor apetecen cosas dulces. - Digo mientras cojo una de las golosinas y me la echo a la boca.
En el coche de Ramón solo encontré una foto de Carmen, un poco de calderilla y música de Kenny G.-. Rebuscando entre los bolsillos saco la foto de Carmen y se la muestro a Joan.
Me resulta extraño que dejara la foto de Carmen en el coche. Creía recordar que nunca se separaba de ella, aunque puede que me equivoque.
Crees que era consciente de que iba a morir? Sino... como se explicaría?
En cuanto a la música, alguna de las piezas eran... como decirlo... sobre desamor... el resto Jazz del bueno, como ya sabes.
Quizás solo sea una tontería pero, pero podría estar enamorado o haber sufrido un desengaño? No me encaja con la fría personalidad que vendía pero en el fondo sabemos que quería muchísimo a Carmen. .

 Recuerdas perfectamente esa fotografía (como es habitual en ti) y sabes que siempre la llevaba en la guantera de su coche. La que llevaba Zafra en su cartera era otra. Muy parecidas, eso sí. De hecho es la misma instantánea, pero la del coche es en un formato un centímetro más grande que la de la cartera. Detalle que no te pasa por alto.

 Cuando lo refiere Conrad, no crees que la hipotésis de que estuviera enamorado sea del todo descabellada. De hecho, las últimas veces que habías hablado con él lo habías visto algo más distante de lo normal. Pero siempre pensaste que fuera por estar pensando en algo referente a Carmen o a su trabajo. Pero ahora que lo menciona Conrad, eso también podría ser una posibilidad.

 Aunque, de cualquier forma, crees imposible que Zafra saltase por un desengaño amoroso.

 A Joan se la ve centrada. Resolutiva. Quizá sea su estrategia para no pensar en la desgracia que ha acontecido, pero de cualquier manera te genera confianza contar con su ayuda.

Amaba a Carmen, sí. Y no es imposible que volviera a enamorarse, pero me interesaría más encontrar a la ahora desafortunada más por si pudiera saber algo más de qué estaba tramando últimamente Ramón, que otra cosa.

Tras tantos años de feliz matrimonio, la viudedad y todo el esfuerzo para superarlo estaba mejor y eso era obvio para todos, no lo iba a echar todo a perder por un affair reciente. Había pensado en voz alta, pero no me importaba. Me sentía muy cómoda con Conrad y me daba la sensación de que para él debía de ser obvio. Confiaba en él. No sabía muy bien porqué, pero así era. ¿Me recordaría a Zafra de algún modo?

Bueno, subamos. A ver si podemos sacer algo más en claro.

Por otra parte...No te preocupes por la foto del coche. Siempre la llevaba ahí. Lo que me hace pensar en registrar ls objetos personales de Ramón para ver si encontramos la que que siempre llevaba encima.

Abro la puerta del patio y me dispongo a subir.

Bien, vamos a ver que encontramos - digo. Echo una última mirada a la calle y me dispongo a seguir a Joan en dirección al piso de Zafra, mientras pienso en las palabras de Joan.

Mientras vamos subiendo... ¿Te importa ir por las escaleras? Digo girándome hacia Conrad.

Quería hablar contigo ahora que no parece esto un concilio. El comportamiento de Ramón últimamente había cambiado según mi parecer. ¿A tí también te había dado esa impresión? ¿Conoces algún contacto suyo nuevo que pudiera ser la amante sobre la que especulabas antes?

 La oficina de Zafra se encuentra en el primer piso. 

 En cuanto entráis por el portal, lo primero que salta a la vista es la dejadez. El edificio sin duda tuvo años mejores. Las luces son demasiado escasas para alumbrar adecuadamente y la suciedad se refugia en las sombras para ofender el resto de sentidos de imaginativas formas.

 Mientras subís, vais hablando despreocupadamente, aunque Conrad mantiene siempre una actitud de alerta, en parte por su forma de ser y en parte por estar en un lugar que despide inseguridad por sus poros.

 Llegáis a la oficina y Joan abre la puerta.

 Lo primero que veis al entrar en la oficina es el despacho en si. Junto a la puerta hay un destartalado perchero, un solitario paragüero y la licencia de detective enmarcada en la pared. Dicha pared está adornada con distintas fotografías de la ciudad, todas ellas en blanco y negro, de calidad discutible.

 El resto de la oficina la llenan dos estanterías, un par de armarios y un archivador, así como una mesa amplia repleta de papeles y tres sillas.

1. Estantería con libros
2. Estantería con licores.
3. Escritorio plagado de papeles
4. Archivo, cerrado.
5. Armario, cerrado.
6. Armario, cerrado.

 Hay un puerta al otro lado de la habitación, que sin duda conduce al resto de la oficina. Una ventana en el lado izquierdo de la estancia proporciona luz suficiente como para no requerir de luz artificial a esta hora del día. La ventana que queda a la derecha, es de cristal trasnlúcido y parece dar a un patio de luces del edificio.

 Hace tiempo que no venías por la oficina de Zafra, y lamentas el caos en el que está sumida.

 De hecho, cuando tú trabajabas para él, antes de la muerte de su mujer, esta estancia era donde tenías tu mesa, la siguiente habitación era la que hacía de despacho. Pero parece que Ramón hizo algunos cambios últimamente.

 Desde entonces siempre que te has encontrado con Ramón ha sido fuera de la oficina. Más por insistencia de él que por cualquier otra cosa. Ahora entiendes el porqué. Supones que se avergonzaba del declive que había sufrido su negocio en los últimos años. El lugar no está sucio, pero sí bastante desorganizado, a juzgar por el caos de la mesa.

 Al llegar al portal ves que está cerrado e ignoras si alguno de aquellos que os reunisteis en la escena del crimen pueden haber llegado ya a la oficina

Busco el timbre, que imagino estara indicado, y pulso el mismo un par de veces mientras reviso nuevamente mis notas sobre la desalentadora autopsia.

Bueno, no todo esta perdido. Con la escusa de investigar el suicidio de Zafra, quiza pueda echar mano de sus archivos, y con un poco de suerte encuentre algo de documentacion, que compense mis gastos. No hay mal que por bien no venga.

¡Madre de Dios! Supongo que tenemos trabajo. Me pongo en el centro de la habitación y miro a mi alrededor. Luego inspecciono la mesa y lo que hay sobre ella.