Partida Rol por web

Joan y Eduardo han caminado un par de calles hacia el norte para encontrar la moto de Joan, aparcada pulcramente en una zona habilitada para el estacionamiento de ciclomotores. Eduardo está visiblemente afectado por el golpe y se apoya en Joan hasta llegar al vehículo. 

La siempre prevenida Joan, le ofrece a Eduardo el casco de repuesto y se ponen en marcha. El tráfico cuniense les recibe nuevamente con los brazos abiertos, pero la modesta moto de la administrativa lo esquiva con facilidad insultante, así que no tardan demasiado en llegar al barrio de Saboya siguiendo las indicaciones de Eduardo, que se abraza a la cintura de Joan "para no caer".

La tranquilidad opulenta que se respira en el barrio de Saboya contrasta enormemente con la zona de donde acaban de salir, que se caracterizaba más por una sensación de caos semi-controlado que por la opuesta que se percibe aquí, de civilización y control.

Al llegar al edificio, Eduardo acciona la puerta del garaje con su mando a distancia y descienden por una rampa hasta la plaza que le indica a Joan el periodista. Los coches que pueden verse aparcados por todo el párking comunitario son de gama alta.

Casi sin darse cuenta, suben con el ascensor hasta la quinta planta y entran en el piso de Eduardo.

Está decorado con gusto, siguiendo las últimas tendencias en decoración: Minimalista, bicolor en alto contraste y funcional.

Por el camino notas que Eduardo se pega a ti con ganas. Te habla muy cerca de la oreja, y sientes un cosquilleo extraño al sentir su aliento tan cerca.

Lo que podrías pensar de alguien que actúe con tanta familiaridad en tan poco tiempo se ve atenuado con el hecho que Eduardo necesita de tu ayuda, y eso te llega hondo. Es tu debilidad. Por tanto, incluso te parece simpático que muestre afecto hacia tu persona.

El perfume de Joan te embriaga y comienzas a sentir esa sensación tan conocida, que acostumbra a desatarse cuando desciendes por tu particular espiral de seducción.

Comienzas a resaltar en tu subconsciente las virtudes de Joan y se inicia ese pseudo-enamoramiento que te arrastra irremisiblemente a querer intimar con tu objeto de deseo.

Tu objeto de deseo ahora es Joan y para ti ese objetivo es más importante que cualquier otro.

Saco la llave de mi bolsa y abro la puerta. La invito a pasar con un gesto de mi mano, y cuando lo hace cierro la puerta detrás mió.

- Por favor, ponte cómoda, y yo iré a por los anti inflamatorios. ¿Puedo ofrecerte algo de beber?

Mientras le digo esto con un tono suave aunque seguro, me muevo hacia el aparador donde se encuentra el mando de la mini cadena, y la conecto con el. Un CD de Barry White con la canción “My first, my last, my everything” comienza a sonar con un volumen bajo, hacienda las veces de ambientación. Me dirijo a la puerta del pasillo, y me quedo en el umbral esperando la respuesta de Joan.

Podría beberme un oasis ahora mismo, pero me conformaré con vaso grande de agua fría. ¿no será mejor que te eche una mano Eduardo? Deberías intentar recomponerte en el tiempo de que dispongamos
Lo miro fijamente y pienso en el cambio que ha supuesto todo lo que ha pasado para mí y mi vínculo con esta persona.

El rechazo inicial ha dado paso a una simpatía cálida.
Sonrío recordando a Eduardo haciéndose el caballero antes de precipitarse estrepitosamente contra el suelo desde el balcón.¡Toma caballero andante!
Pobrecillo, ojalá supiera como aliviarle un poco.

Si tienes algo de hielo deberías ponertelo por los lugares que más te molesten.
Miro a mi alrededor e intento sacar conclusiones de forma discreta. ¿No habrá alguna foto?
¿qué opinión tienes de lo que está ocurriendo? Voy a llamar al resto.

Le lanzo mi mejor sonrisa tratando de olvidarme del dolor de espalda.

- No seria un buen anfitrion si no pudiese al menos servirte un vaso de agua. Ponte comoda, toca lo que quieras.

Digo las ultimas palabras con un tono seductor y ligeramente lascivo. Salgo por el pasillo y hago una primera parada en el baño donde cojo un paracetamol para el dolor y una aspirina para la inflamacion. Luego me dirijo a la cocina, lleno un vaso de agua y me tomo los dos comprimidos de una vez. Abro la nevera y saco una jarra de agua fria y una botella de vino blanco. Luego cojo dos copas, y me meto el abridor en el bolsillo del pantalon.

Regreso al cabo de unos momentos con los vasos, la jarra y la botella, y lo dejo todo en la mesa de centro. Cojo una de las copas en la mano izquierda y la jarra en la derecha, pero en lugar de llenar el vaso miro a Joan.

- ¿Seguro que no prefieres un poco de vino? Se trata de un Quinta Apolonia del 2.005, un magnifico año.

La espalda aun te duele cuando haces según qué gestos, pero notas que el dolor del golpe ha disminuido sensiblemente.

También te parece notar que Joan ha cambiado su actitud hacia ti cuando te ha visto "herido". Pondrías la mano en el fuego que es una de esas mujeres que les embarga un sentimiento maternal ante cualquier herido o enfermo.

Por unos instantes, evalúas cómo sacar provecho de esa situación. Aunque quizá no haga falta a juzgar por la sonrisa de Joan... quién sabe.

Por lo menos en el salón, no ves fotos de nadie.

Tampoco ves ningún detalle claramente femenino, por tanto podrías deducir que vive aquí sólo. Aunque no puedes estar segura de ello al cien por cien, teniendo en cuenta lo poco que has visto de la casa aun.

Cuando hablas de los demás a Eduardo, recuerdas que en el bolso tienes algunas cosas que sacaste de la oficina-casa de Zafra.

Prefiero estar depejada dadas las circunstancias, gracias. - digo sintiéndome un poco mal por ser tan directa como siempre- ¿pero qué me pasa?
Vamos a echar un vistazo a lo que tenemos hasta ahora

Sirvo el vaso de agua y se lo entrego a Joan. Cuando voy a dejar la jarra en la mesa una punzada de dolor me recorre la espalda y no puedo evitar un leve gemido. Dejo la jarra de cualquier manera, y trato de buscar una posicion mas comoda, aunque sea dificil.

- Eso del hielo quiza sea buena idea, pero yo no puedo hacerlo solo. Lamento tener que pedirtelo, pero si pudieses ayudarme te lo agradeceria.

Mientras hablo me aprieto las manos con fuerza tratando de olvidarme del dolor.

¿Cómo no iba a ayudarte, hombre? Digo con nuna sonrisa de oreja a oreja
Deberías dejer de fingir que no te duele para que no me haga una idea equivocada de nuestra situación, ¿De acuerdo?
Ahora dime que quieres que haga.

Me esfuerzo en devolverle la sonrisa.

- En la cocina hay hielo, no se si eso ayudara. Daria cualquier cosa por un masaje o algo que me quitase el dolor.

Voy a la cocina y cojo un bol con hielo y un paño y regreso al salón.
Quítate la camisa y dime donde te molesta más Saco del bolso las cosas obtenidas del despacho.
Si tienes un portátil estaría bien echar un vistazo a lo que tenemos mientras te paso el hielo
Coloco 3 cubitos en el paño esperando para hacer pequeños círculos con suavidad por la zona que me señale.

¡¡Pero que caradura!! De tipos como este me hablaban las hermanas. Me voy a tener que andar con ojo. Y a mí que me parecía un caballero...Y yo qué tonta por dejarme camelar. Ni que fuera una chiquilla de instituto.

Me desabrocho la camisa, y la dejo sobre el reposabrazos del sofa. Despues saco el portatil de la bolsa y lo dejo sobre la mesa de centro.

- Creo que me di en la zona de los homoplatos.

Me giro hacia ella y con una mirada sincera añado.

- Gracias

Cojo el paño preparado y hago pequeños círculos donde me ha dicho.
Dime, ¿qué te parece lo que tenemos con lo que hemos dicho?

No puedo evitar un pequeño gemido ante el tacto del hielo en mi espalda, aunque pronto se convierte en un suspiro de alivio.

- Te confieso que llegue a pensar que perdiamos el tiempo, al menos hasta que aparecieron esos desconocidos armados. Puede que me lo este imaginando, pero creo que fueron al despacho para eliminar pruebas, y espero que la caja de metal, y la informacion que hemos encontrado nos de algunas respuestas.

Mientras hablo saco el movil con una mano, aunque si levantarla para no forzar la espalda, y tecleo con una mano.

- Voy a mandarles un mensaje. No creo que sea buena idea llamarles si aun estan con esos tipos. Podriamos distraerles. Les dire que me llamen y nos reuniremos con ellos.