Partida Rol por web

Me despido de Eduardo con un gesto de cabeza y enciendo el cigarro mientras vamos de vuelta al aparcamiento donde dejamos el coche de Arnau.

- Vas a tener que reparar la chapa - digo señalándole al chófer el golpe en el lateral que se llevó durante la persecución por las calles de Cunia. - Lo que me recuerda que yo dejé mi buga junto al Ritz. Si me llevas allí podemos ir en los dos coches a hablar con la loquera.

Me vuelvo hacia Conrad. - Tú tienes el número, ¿no? - pregunta retórica, claro. El profesor Pin se lo dió a él. - ¿Crees que será buena idea llamarla antes de hacerle una visita?

Le doy un par de caladas al cigarro, pensativo. Al recordar la persecución me pregunto si la policía tendrá nuestra descripción y nos estará buscando. Con todos los jaleos en los que nos hemos metido en los últimos días, no me sorprendería que acabásemos en el trullo. Paradójico, dado cómo conocí a Ramón.

Sin embargo, sí sacamos algo de la persecución de antes. Ahora, con algo más de tiempo mientras preparamos la visita a la psiquatra, vuelvo a sacar la cartera y el móvil de Ibrahim y empiezo a revisarlos.

Oigo el comentario de Negro sobre el coche. Espero que la expresion de mala hostia que le ofrezco sea suficiente como para que se olvide de comentarios sobre mi coche. Enciendo otro cigarrillo, sin muchas ganas, por costumbre.

- Si, la chapa .... - le digo mientras recorro mentalmente el desastre: lateral, un par de llantas tocadas, cristales, y el interior... joder como esta el interior... mecagun... eso si, el interior del maletero es un Picasso de cojones.

- Bien, tenemos una pista. Si. Pero yo ahora necesito un tiempo para poner en orden algunas cosas. Primero, quiero sacar de la circulacion el coche. Su nuevo tunning es demasiado vistoso, y seguramente la policia tiene ya la descripcion. Podeis ir a investigar mientras tanto y quedamos cuando haya solucionado todo esto.

- Negro, te puedo acercar al Ritz si asi lo deseas. Conrad, tu que vas a hacer?

Me pasa fugazmente por la cabeza que hubiera podido ser su "buga" el maltrecho en todo esto ....

Intento repasar mentalmente algun lugar de confianza donde me podrian dejar el coche como nuevo fuera del radar de la policia. Algun antiguo colega de competición? Algun taller cochambroso de confianza? En el concesionario no creo que esten por la labor de hacer cosas de estas...

Tambien intento recordar en que dia estamos y cuanto falta para la vuelta del alcalde. Y de su esposa ... 

Una azucarada visión de una relación imposible me pasa por la cabeza, dandome un respiro emocional y mental que me permite alejarme de la realidad dura de estos dias. Una leve presion en mis pantalones me devuelve a la realidad y esparce esa neblina idiota dedicada a ocultar quimicamente el deseo de echar un buen polvo.

A ver, por donde iba?

Dudo por un momento ante la pregunta de Arnau. Una ducha en casa y unos minutos para descansar no me vendrían nada mal... pero el horno está caliente y quizás lo mejor sea no perder tiempo.

- Tengo el número de Soledad, pero no tengo mi teléfono. Me lo cogió prestado el "señor Molina" - respondo a Negro, poniendo un poco de énfasis en el susodicho Molina.

Debería dar de baja ese número, ahora que lo pienso. Aquel asunto no acabo del todo bien.

- Antes de lanzarnos como perros a por la nueva presa deberíamos llamar y pedir una cita a la 'madamme'. Quizás nos ahorremos un portazo y el forzar unas palabras de mas. ¿Os canto el número o me busco una cabina? - el andar por este mundo 'incomunicado' me irrita y es algo que tendría que solucionar ya.

- Si por contra queréis ir tirando, me podéis acercar a mi coche y me reúno con vosotros mas tarde. No quiero ser una carga por si la cosa se pone fea... -

Frunzo el ceño.

- Aún me tenéis que contar los detalles de lo que pasó con ese Mendoza... - contesto al escuchar que se quedó con su móvil. - De todas formas, deberías pillarte otro, porque tal y como pintan las cosas, mejor que podamos localizarnos fácilmente.

Alargo la mano para coger el post-it con el número de la psiquiatra mientras saco mi propio móvil. Tecleo con cuidado el teléfono y lo guardo en memoria.

- Eso sí, preferiría no ir solo... - digo mientras suenan los tonos. - Si quieres vamos los dos para allá mientras Arnau soluciona sus cosas - sugiero a Conrad.

- Como querais.  Que conste que no me estoy escaqueando del tema. Simplemente pongo prioridades. 

- Como sea, vamonos. A quien dejo primero y donde?

Son las 20:00.

Mientras hablabais habéis ido caminando por los pasillos hasta atravesar las puertas que dan al campus, que a estas horas está completamente desierto.

Cuando salís del edificio de la facultad comprobáis como el psicópata sol de verano comienza a cansarse de tostar pieles y desciende hacia el horizonte. Aun quedan un par de horas hasta que oscurezca, pero se agradece que el calor de este sofocante día dé un respiro, por poco que sea.

Cuando llegáis a las puertas del coche de Arnau, alguien responde en el teléfono de Negro.

- Consulta de Soledad Martínez, en qué puedo ayudarle. - Contesta una voz de mujer.

Mientras Negro atiende a su telefono, empiezo a planificar mis siguientes pasos. Una vez dejados a estos dos, me voy derechito a ver a "El Chiclé".

Vaya especimen ese. Aun me acuerdo cuando se ganó el mote. Siempre les soltaba a sus victimas clientes que el problema era del chiclé, y se quedaba tan ancho con una buena factura inchada a mas no poder (y sin hacer la parida esa de soplarlo). Aunque no recuerdo el dia que me lo presentaron, si que me ha sacado de algun apurillo de vez en cuando para pasar la revision de la jodida ITV y esconder mis apañillos del motor. Aunque des de que tengo el BMW no me he atrevido a ir. Solo de imaginarme esas manos grasientas, ese aspecto de hombre de mediana edad demasiado viejo para ella, con el casposo mono azul, gorra de Campsa incluida, me venia un repelús pedante. Bajito, flacucho, arrugado y mal afeitado. La vida no le habia sentado muy bien, no mas que un eufenismo considerando lo que se ha llegado a meter. Eso si, cuando uno esta dotado de clarividencia en motores, no hay tortura del cuerpo o alma que puedan hacer perder ni un apice de ese toque magico de los mecanicos de antes.

Ademas, no creo que tenga problemas en conseguir buenos recambios y originales. Aun me acuerdo del ultimo coche que le llevé, un Adui A6. El tipo me puso unos amortiguadores - joder, estoy zumbado con esto de los amortiuguadores - de calidad suprema de la misma Audi, aunque parezca imposible. Unos bichos imposibles de encontrar en este pais, y diria continente. Aunque sospecho que el unico antiguo poseedor de ellos en la ciudad se quedo pasmado al ver su Audi desmontado. Eso si, el tipo me ventilo su dinero, con un pequeño descuento, por lo de las amistades y el tiempo y tal.

Y es que ese tipo, aunque no lo parezca, habia empezado en el mundo de las carreras. Y era bueno el tio. Joder, de los mejores. Pero ya se sabe lo que se mueve entre bambalinas de esa mierda: alcohol, fiestas, drogas, tetas y coños de plastico. Acabo mal. Me quedo  un segundo de mas recordando coños de plastico....

Pero bueno, mirandome el coche me percato que hacen muy buena pareja esos dos, y que se van a entender muy bien. Otra cosa sera mi cartera ...

- De acuerdo, me parece una buena idea. - digo a Negro antes de que responda a su llamada.

- Con suerte y viendo la hora quizás podamos sacar una cena a la 'psico', aunque si prefierís la podemos visitar mañana mismo. Sea como sea, hoy o mañana, os puedo poner al corriente de nuestro 'affair' con el señor Molina - propongo mientras compruebo lo rápido que pasa el tiempo últimamente.

Esto no puede ser bueno, no hay tiempo ni para sentir-se envejecer.

Levanto un pulgar hacia Conrad, sin poder contestarle hablando cuando escucho una respuesta en el teléfono.

- ¿Soledad Martínez? Sí, mi nombre es... Álvaro - mira que me jode usar mi verdadero nombre, pero sé por experiencia que presentarme a alguien con mi apodo por teléfono suele acabar en varios pitidos cuando cortan la comunicación. - Verá, el Profesor Pin nos ha dado su número para que contactemos con usted. Estamos investigando el aparente suicidio de Ramón Zafra y nos han dicho que se ha reunido con usted alguna vez. Si no le importa, nos gustaría que nos viésemos para hacerle unas preguntas.

- OK gente

Aprovechando la llamada de Negro llamo yo tambien a Avis. Creo recordar que teninan unas berlinas competentes. Todo esto me va a salir exageradamente caro, y me pone de mala hostia. Aunque no tardo en recordar el motivo de nuestros actos, y que hubiera sido de mi sin Zafra, calmandome y diciendome a mi mismo que mas me gastaria si fuera necesario.

La mujer responde tras una pausa que casi te hace preguntar si hay alguien al otro lado.

- Sí, claro... Ahora ya es muy tarde... Abro la consulta a las nueve, pero no tengo la primera visita hasta las nueve y media. Si quieren, pasen mañana a las nueve en punto y podremos hablar. - Una pequeña pausa. - ¿Álvaro dice? ¿Quienes son? Porque no parece que sean policías.

Llamas a Avis. Si no fuera por que es pleno verano seguramente no encontrarías a nadie, pero responden al otro lado. La conversación transcurre con absoluta asepsia y monotonía, musiquilla de espera incluida.

Tanto Arnau como Negro son respondidos a sus respectivas conversaciones telefónicas, con lo cual sólo le queda a Conrad que poner cara de póker hasta saber el resultado de éstas.

El ambiente en el párking de la Facultad es muy relajado. A penas hay nadie y quien se ve se le divisa a lo lejos. Algún estudiante o algún profesor o algún funcionario de ignotas funciones.

Las sombras de la tarde relajan el calor del día, dejando paso a una brisa marina que hace olvidar un poco los agobios propios del verano cuniense.

Hasta ahora no os habíais dado cuenta, pero el cansancio comienza a hacerse notar. Lleváis un día bastante completo que, sumado al de ayer, os castiga el cuerpo y la mente con saña. Si no fuera por el aprecio y el apego que los tres sentíais por Ramón, hace tiempo que lo habríais mandado todo a paseo.

- Mañana de nueve a nueve y media - repito haciéndole un gesto a mis compañeros para que lo anoten. - Perfecto... No, no somos policías, sino amigos de la Ramón. Su hija Carmen está muy afectada y nos ha pedido que tratemos de aclarar las circunstancias de su muerte - explico con sinceridad, para variar.

Miro nuevamente el post-it que nos escribió el profesor Pin y me doy cuenta de un detalle.

- Por cierto, el profesor nos dió únicamente su teléfono. ¿Podría indicarnos la dirección de su consulta para que nos pasemos por allí a esa hora?

Tomo nota mental de de la indicación de Negro, mientras le hago una seña a modo de Ok.

Veremos si mañana puedo seguir con la investigación sin arriesgar mi puesto de trabajo. Dos días son muchos, tres... demasiado.

Doy un vistazo a las ya cansadas agujas del reloj.

Tarde, muy tarde... debo pasar por el casino y comprar un teléfono nuevo. Buf, necesito una limpieza energética urgentemente.