Partida Rol por web

17 de Agosto de 2005
11:00 am

 Conrad está caminando hacia la puerta, con una pistola en la mano y procurando no hacer ruido. Parece ser que tanto él como Eduardo se han percatado que alguien viene y eso ha hecho dispararse las alarmas de Conrad.

 Joan y Eduardo permanecen en la puerta que separa las dos habitaciones de las que se compone la oficina de Zafra, en parte asombrados por la reacción de Conrad, en parte expectantes por ver qué está sucediendo aquí.

 Joan ha vuelto a dejar la caja de herramientas bajo el fregadero y Eduardo tiene la caja de metal que ha encontrado en una mano y unos alicates en la otra.

 Tras haberos sumergido en el tráfico de Cunia con la paciencia como arma indispensable, siguiendo a Pablo llegáis al edificio donde Ramón tenía su oficina.

 Es un bloque bastante viejo en el extremo más oriental del barrio centro, así que habéis tenido que atravesar todo este denso barrio para llegar hasta aquí.

 Los que lleváis coche, lográis aparcar vuestros vehículos no demasiado lejos del bloque. El más lejano le ha quedado a Pablo, pero aun así está a menos de cinco minutos andando, lo cual es toda una gesta, considerando cómo de inaccesible es el barrio respecto al aparcamiento.

 Pablo ha señalado a los demás cual es el portal, mientras él iba a buscar aparcamiento.  La oficina de Zafra se encuentra en el primer piso. 

 Le esperáis que vuelva y os encontráis los tres al pié del edificio.

Guardo los alicates en el bolsillo trasero de mi pantalon, y la caja en mi bolsa. Con las manos libres cruzo los brazos en el pecho y me apoyo en el marco junto a la puerta donde esta Joan, esperando a ver que ocurre.

 Maldito barrio y sus aparcamientos. Después de unas cuantas vueltas, pero pocas para la zona consigo aparcar relativamente cerca de la oficina de Zafra. Al llegar allí veo como ya me estaban esperando Arnau y Negro. Veo que habéis tenido más suerte que yo... La oficina de Zafra está en el primer piso, vayamos subiendo y a ver si vemos a mi prima o a la secretaría de Zafra.

Sigilosamente me pongo a un lado de la puerta mientras espero pacientemente ver quien entra al despacho.
Observo las caras de incredulidad de Joan y Eduardo, observándome como si estuviese montando un circo, cosa que hace escaparme una afable sonrisa...
Hago un gesto con los hombros como diciendo... "Que? tranquilos, no estoy loco."
Creo que el trabajar en la seguridad me está pasando factura, pienso para mi.
Va a ser un día muuuy largo...

 Ahora que estáis más pendiente de lo que pasa, los tres escucháis claramente como alguien está hurgando en la cerradura de la puerta principal con ahínco, pero aun no consigue abrirla.

 Se oye una voz al otro lado de la puerta. Os parece distinguir un castizo - ¡Joder! - Ninguno de los tres identificáis la voz, aunque siendo una voz que llega a través de una puerta cerrada y presa de la irritación, podría ser literalmente cualquiera.

Escuchar como intentan forzar la puerta es suficiente para hacer que me mueva. Empujo a Joan para que se quede en la zona del apartamento, y yo me meto con ella.

Si Conrad va armado seguro que puede arreglarse.

- Joan, escondete en el baño. - mientras hablo le alargo mi blackberry - Cuando te haga un gesto con la mano, cierra la puerta con pestillo y llama al 112

Sin esperar a que Joan haga lo que le pido, busco algo con lo que poder golpear y me quedo en la puerta que comunica el saloncito con el despacho. Levanto el brazo y con la otra mano sujeto la puerta dispuesto para cerrarla en cuanto vea quien entra.

 De los desconocidos que permanecen en la puerta, el que parece llevar la voz cantante, recrimina al que intenta abrir.

 - ¿Te falta mucho? Pensé que sabías hacer esto. Creo que avanzaríamos más si la tirásemos abajo usando tu cabeza como ariete.

 El otro mira de reojo al grupo.

 - Ya va, joder. 

 Paran un momento de hurgar. Escucháis algunas voces al otro lado de la puerta, sin distinguir qué dicen ni quien puede ser.

 Tu sí distingues las voces. Alguien dice:

 - ¿Te falta mucho? Pensé que sabías hacer esto. Creo que avanzaríamos más si la tirásemos abajo usando tu cabeza como ariete.

 Otra voz le responde:

 - Ya va, joder.

Conrad observa como Eduardo se prepara para una posible intrusión en el despacho. Suavemente, con un gesto de mano (la mano que no sostiene la pistola), intenta llamar su atención por un instante.
Eduardo parece un hombre despierto e inteligente, espero que entienda lo que le digo. - pienso mientras le hago una señal indicando hacia la puerta con el dedo índice, y luego indico un dos levantando dos dedos. Con la boca simulo decir "son dos" sin decir absolutamente nada.
Tras esto saco mi celular y lo pongo rápidamente en silencio.
Tras esto hago rápidas llamadas perdidas a Arnau, Negro y Pablo.
Luego, guardo el teléfono en el bolsillo.

 Al encarar el portal, os encontráis con que alguien ha roto el cristal de la puerta, por la esquina cercana a la maneta. Por tanto, no os hace falta ni llave ni llamar para abrir la puerta y acceder al bloque, pues metiendo la mano por el agujero abrís la puerta sin problema. Los cristales rotos aun están en el suelo.

 En cuanto entráis por el portal, lo primero que salta a la vista es la dejadez. El edificio sin duda tuvo años mejores. Las luces son demasiado escasas para alumbrar adecuadamente y la suciedad se refugia en las sombras para ofender el resto de sentidos de imaginativas formas.

Espero un rato a los demás, fumando el cigarro mientras ellos aparcan, agradeciendo una vez más haber cogido la moto esta mañana.

- ¡Bah! ¡Ya era hora! - exclamo cuando llega Pablo. - ¿Cómo se os ocurre moveros en coche por esta ciudad? Venga, vamos arriba.

Miro el cristal roto sin demasiada sorpresa y acto seguido me fijo en el suelo, buscando trozos de vidrio que puedan demostrar que lo han roto hace poco tiempo. Probablemente no tenga nada que ver con Zafra, pero por si acaso... pienso mientras me agacho para mirar mejor. Maldiciendo la triste bombilla, me adentro ligeramente en el recibidor para poder buscar a contraluz, pues el sol de la calle debería reflejarse en cualquier esquirla de cristal.

 Miras los cristales a contraluz. Está demasiado limpios como para haber pasado largo tiempo en el polvoriento suelo. Estás convencido que lo han roto hace poco tiempo. Quizá lo han hecho esta noche o, incluso, esta misma mañana.

 Esto está mucho peor que como lo recordaba. Al ver el estado del edifico de la oficina de Zafra me vienen a la memoria bastantes recuerdos de los días pasados aquí junto a mi tío. Será que hacía mucho tiempo que no venía o que cuando venía no lo veía de esta manera, pero ahora me parece un edifico viejo y destrozado, indigno de un detective.

Negro, no te preocupes en buscar los cristales, tal y como es este barrio esto puede llevar roto un año y que nadie lo haya reparado o se haya preocupado. Entramos en el interior del edificio y la luz no funciona. Además está todo sucio y dejado. No se como mi tío podía trabajar en un sitio así... Subiendo con cuidado de ver donde se pisa para no resbalar y pegar una mala caída vamos subiendo hacía la oficina de Zafra.

- No - le digo a Pablo mientras me levanto. - Un año no...

Señalo los cristales en el suelo, bastante limpios en comparación con el resto del edificio y algunos de ellos claramente encima de la suciedad que impera en el recibidor.

- Como mucho son de ayer por la noche... o de esta mañana. Si no, tal y como está esto, ya estarían cubiertos de mierda.

Miro alternativamente a las escaleras y a mi moto, pensativo por un momento.

- No creo que a estas horas haya nada de lo que preocuparse, pero andaros con ojo cuando subáis - aviso antes de dirigirme hacia las escaleras.

 Intento esquivar los cristales del suelo. Solo faltaria ahoa que me rajasen los zapatos. Me costaron un pastón.

- Me suscribo a lo que dices - le digo a Negro - No cabe duda que debe estar relacionado. Hemos de asumir que el despacho estará patas arriba. Recomiendo subir despacio, uno a uno y silenciosamente. Y que nadie se haga el héroe.