Partida Rol por web

Os ponéis en marcha rápidamente. Lucas y Marc en el Opel Corsa lideran la comitiva, es evidente que Lucas conoce bien la carretera, porque va tan rápido que a Eloy le cuesta seguirle. Tal como había indicado Lucas, cuando lleváis unos 15 kilómetros la carretera se bifurca, a la izquierda pone "Monasterio de Piedra - 18Km" y a la derecha "Munébrega".

Éste es el pueblo, Lucas frena y se dirige a la derecha, entrando en el pueblo. Eloy le sigue a pocos metros. El pequeño pueblo de Munébrega es un caos. La gente abandona el pueblo a toda prisa, casi da la sensación de que todo el pueblo os está rodeando. No veis a nadie tratando de entrar en el pueblo, todo el mundo se aleja de él.

De repente, de una calle transversal aparece un conductor atropellando peatones.

-¡¡¡Cuidado!!! -le grita Sergio a Eloy... justo a tiempo, Eloy realiza una complicada maniobra y consigue evitar la colisión, pero entre su coche y el de Lucas y Marc ha quedado atravesado el coche del conductor, y alrededor del coche una docena de muertos vivientes dándose un festín con los atropellados...

"Parece que todo el mundo se ha vuelto loco. Todos están saliendo del pueblo. Creo que al final no será buena idea entrar ahí" Miro a mi mujer y mi hija, la primera cierra de vez en cuando los ojos, aunque tiene buena cara, ha recuperado el color después de beber una poca de agua. La niña sigue durmiendo tranquilamente, mejor así.

"Acabamos de pasar la salida para el monasterio, no será difícil encontrarla a la vuelta." Nos estamos internando en el pueblo, está todo alborotado, la gente corre de un sitio a otro, los muertos tambien. "Cuidado, intenta no atropellar a nadie" en verdad todo esto es superior a nosotros, por lo menos a mí. 

"CUIDADOOOO¡¡¡" Sergio grita a Eloy para  avisarlo de un coche que viene por su lado, gracias a Dios que Eloy ha sido diestro al hacer la maniobra nos hemos escapado de milagro. Con el grito y el volantazo ambas señoras abren los ojos, mi mujer está muy acelerada, Alba se despierta sollozando. "Tranquila cariño, no ha pasado nada, solo ha sido un susto" Intento que me mire a mí, no quiero que vea la barbarie que hay en el exterior. "Eloy sigue adelante, no te pares, este no es buen sitio. Intenta buscar una farmacia, Si los perdemos ellos saben a donde nos dirigimos, nos encontraremos allí."  No soy una mala persona, pero mi prioridad no es salvarle la vida a un desconocido, a mi lado hay dos razones por las que luchar.

Es imposible seguirlos a ellos, entre ambos está el coche accidentado y varios zombies. Ahora mismo es mucho más fácil salir marcha atrás hasta el cruce y buscar otra entrada al pueblo. La otra opción seria seguir a pie, pero no parece buena idea. Desde el otro coche Lucas os grita:¡Id al monasterio! ¡Os alcanzaremos! No puede decir más, los zombies están muy cerca. Se mete corriendo al coche y se aleja.

Ahondamos en nosotros. Yo lo hago. Me sumerjo. Conozco más de mi. Era mucho lo que desconocía. Es mucho lo que desconozco.

Me resigno. Voy con él. Descansamos. Ambos miramos la ventana. De alguna forma ambos lo sabemos. El mundo se ha terminado. El pueblo está igual de loco, de corrupto y enfermo. No funcionan las líneas. Está en todos lados. 

Con mayor estoicismo acepto mi realidad, la de todos nosotros, la del mundo. Eso sí, me sorprendo con el carro y reacciono. Pero sigo atento, como en hipnosis de algo que no creería, pero empiezo a creer. Veo de nuevo a los caníbales como muertos, corrompidos por una enfermedad contagiosa que les vuelve sádicos y básicos.

Antes de ir al monasterio deberíamos tomar el equipo de campamento que tenía con algunos amigos. No sabemos si nos reciban. Tenemos comida pero allá encontraremos hachuelas, puñaletas, palos de escoba, cabuya y demás cosas para poder sobrevivir si no tenemos un muro. -Digo algo triste mientras nos apartamos, mientras damos una nueva ubicación para encontrarnos con los demás- Ellos lo agradecerán. Hace falta más que comida si queremos sobrevivir en caso de no tener una bienvenida.

Miro la ventana, resignado a que hayan respuestas negativas. Pero valdría la pena intentarlo. Seguro los caníbales fueron hasta la estación, dejando libre el merendero. Claro que también es posible que la multitud de ellos llegando desde la ciudad esté por ahí. 

Quizás no estoy pensando muy bien. Pero no miento, sólo con alimentos no sobreviviremos mientras sabemos qué ocurre, y no podemos confiar en que nos darán asilo porque sí. Quizás ellos no tengan comida y nos dure menos. Es muy posible que, si esto dura mucho tiempo, nos vaya mejor a pocas personas. Sólos. Sin monasterio ni comunidades numerosas.

Sólo un inciso, para volver a por las cosas que dejaste en el campamento hay que pasar por la gasolinera. Y eso ahora mismo no parece muy buena opción ;D

"Esto es una locura tío... retrocedamos e intentemos salir del pueblo, estad atentos por si veis una farmacia o una tienda, podemos hacer una incursión rápida. Pero creo que lo primero sería ir a ese puñetero monasterio. No nos sirve de nada si caemos en el intento." Alba me  miraba asombrada, no está acostumbrada a oir un lenguaje muy soez en boca de su padre.

"Que te pasa papi?." me pregunta algo asustada. 

"Nada cariño, hay mucha gente que se está volviendo loca y tenemos que salir de aquí cuanto antes". le contesto intentando conservar la calma. Inma que conoce a su hija tan bien como a ella misma sabe como atraer su atención: "Tranquila, no pasa nada, quieres que cantemos algo? Recuerdas la canción del Señor don gato?, venga canta conmigo." y ambas comienzan a cantar muy suavemente con algún que otro desajuste en la melodía.

"Estaba el Señor Don Gaaaato,

sentadito en suuu tejado, maramamiau, miau, miau,

sentatdito en suuu tejaaaado,

ha recibidooooo una caaaarta, ......."

Inma se veía bastante mejor, había recuperado el color de la cara casi por completo y desde hacía tiempo sólo se tocaba esporádicamente el improvisado vendaje que hacía una hora que le había puesto. Parece que todo ha sido un susto y no tiene ese puto virus.

"Te llamabas Eloy verdad?, pues haznos el favor de salir de este puñetero pueblo. Están todos jodidos." No paraba de mirar por la ventana, no veía como ayudar a nadie. Ni en sus peores pesadillas había imaginado ninguna vez algo así. "Tú, el copiloto si ves una farmacia avísame"

Dar marcha atrás es fácil, lo complicado es mantener la calma ante la presencia de los zombies que avanzan en vuestra dirección, iluminados por los faros del coche. Una vez en el cruce emprendéis la marcha en dirección al monasterio. Apenas habéis avanzado unos 500 metros, rodeando Munébrega llegáis a otro cruce. En perpendicular a la carretera, hacia la derecha comienza lo que parece una calle que atraviesa el pueblo justo por su mitad.

Eloy para el coche justo en el cruce un momento, como esperando que alguien diga si seguís hacia el monasterio o entráis en Munébrega cuando todas las luces del pueblo se apagan, dejando el pueblo en la más completa oscuridad.

Mientras estáis parados en el cruce decidiendo que hacer, un zombie atraviesa la ventana del conductor de un cabezazo. Todos estabais mirando en dirección al pueblo y nadie le ha visto llegar por ese lado. Eloy, sorprendido, empuja la cabeza del zombie fuera del coche al tiempo que acelera desesperadamente para dejarle atrás lo antes posible. Cuando ya estáis de nuevo de camino al monasterio, y todos parecéis recuperados del susto, podéis apreciar como la mano izquierda de Eloy está sangrando... Le han mordido.

A pesar de todo, Eloy sigue conduciendo. Antes de llegar al monasterio pasáis por un pequeño pueblo llamado Nuevalos, y poco después llegáis al aparcamiento del monasterio. En esta zona no se ve ni un sólo zombie. Cuando os acercáis, podéis ver a un monje que con una linterna en la mano se dirige hacia el hotel. Al veros os hace señas para que os acerquéis.

-Venid, deprisa. No es seguro andar por aquí. Voy a asegurarme de que el hotel está cerrado y de que no se ha quedado nada enchufado. Un poco de compañía me hará sentir más seguro. Luego podéis venir conmigo y mis hermanos dentro del monasterio, allí estaréis más seguros. Creo que la zona es segura, el ejército se acaba de ir y han despejado los alrededores, pero no me hace gracia estar paseando por aquí. Por cierto, me llamo Domingo.

"El chófer está enfermando, tiene mala cara. Eloy estate atento, no quiero sorpresas, no con ella aquí" Dice mientras mira a su pequeña. 

Estaba tenso, no todos los días se organizaba un apocalipsis zombi y menos aún me  encontraba en el centro de todo. O al menos esa era la sensación que tenía. Se habían abierto ciertas necesidades, tenía que mantener a mi familia a salvo. La mordedura de Inma parecía que no revertía problema alguno. Alba iba tarareando con su madre un tanto ajena a todo lo que ocurría fuera del coche, incluso a lo que ahí adentro estaba ocurriendo. 

Me quedé mirando un pequeño pueblito que atravesamos  sin ningún incidente, parecía estar desierto. Mejor. En las cercanías del monasterio nos encontramos a un amable fraile que portaba una espesa barba. "Mira Alba, a que se parece a papa Noel?" la respuesta no se hizo esperar, con una risita floja la niña dijo "Que noooo, papi, que es un cura, jjijiji pero que tonto eres" Recibí un fuerte golpe en el estómago, eran nervios, ansiedad... cómo iba a explicarle a mi hija lo que estaba pasando, si ni yo mismo era capaz de asimilarlo? Cómo íbamos a afrontar la situación, con Inma embarazada y con una niña de cinco años? Este era el mayor reto al que me había enfrentado jamás, pero esta noche, en este momento no sabía como abordarlo, me sobrepasaba de una manera abrumadora.

Las palabras del párroco me tranquilizaron, relajaron la tensión que sentía en el estómago. "Padre, está seguro de eso?" le pregunté mientras que bajaba la ventanilla de mi lado. "El conductor se encuentra mal, y necesita que alguien con nociones en medicina le ayude, y mi mujer también ha sufrido un gran shock, aunque parece que se ha repuesto se encuentra en una situación delicada está embarazada de cuatro meses" tomé un segundo para ordenar mi cabeza, todo lo anterior salió como un caballo desbocado, estorbándose las palabras en mi boca para salir antes que las otras. "Discúlpeme, soy Jesús, aunque todos me llaman Monty, mi mujer Inma y mi hija Alba. Ellos son Eloy y Sergio. Gracias por ayudarnos. Realmente os estamos agradecidos." Ayudó a su mujer e hija a bajar del vehículo miró de soslayo a Eloy, no tenía buena cara. "Sergio, ayúdalo, por favor" me dirigí a la parte trasera y cogí la pequeña trolley de emergencia que siempre preparaba mi mujer, recuperé los utensilios del botiquín que había utilizado durante el trayecto y mi bolso con diversos artilugios. "Vayamos dentro, no hace una noche demasiado buena para estar desamparados"

Inicie el camino hacia el monasterio,cogí en brazos a la pequeña, por lo menos allí podríamos pasar la noche protegidos, que era algo por lo que muchos en estas condiciones estarían dispuestos a matar.

-No, no. Venid por aquí. En el hotel tenemos un buen botiquín y está más cerca. Yo soy veterinario, pero llevo tanto tiempo haciéndome cargo de mis hermanos que es como si me hubiera sacado el máster en medicina -Domingo sonríe tratando de hacer mas distendida la situación. Domingo entra seguro en el hotel, entra al mostrador de recepción y abre una puerta que hay detrás, saliendo al instante con un maletín grande-. Este hotel antiguamente era un hermoso palacio -Domingo parece dirigirse a Alba-, mis hermanos siempre han sido una orden de monjes de clausura, y de vez en cuando el mismo Rey venía a retirarse aquí -Domingo empieza a tratar las heridas de Inma y Eloy sin dejar de hablar, es evidente que se mueve con la seguridad que la edad y la experiencia le dan-. Mis hermanos y yo estamos un poco apartados, ellos son monjes de clausura, yo no. A mi me manda la archidiócesis a modo de administrador y de enlace con el mundo terrenal. Ya sabéis, para comprar todo aquello que mis hermanos necesitan y no producen y por si hay que hacer reparaciones y cosas así. Te va encantar, Alba, tenemos gallinas, un gallo, muchos pollitos, y algunos cerditos. Bueno, esto ya está -Domingo acaba de vendar a Eloy y a Inma y se pone en pie-. Igual es mejor dejar el hotel para mañana por la mañana con más luz -Domingo gira un cuadro, detrás se encuentra el cuadro general de la luz y hace saltar todos los automáticos-. Venga, vámonos, a mi tampoco me hace gracia estar aquí fuera -Domingo se lleva el botiquín con vosotros y cierra la puerta del hotel usando una de las múltiples llaves que cuelgan de su cintura en un enorme aro metálico.