Partida Rol por web

Zoddert y Frank podían llegar a llevarse bastante bien. No sólo compartían la sangre, sino que entendían a la perfección el que era el trabajo de un detective. Algo que su compañera Celarian, por llamarla de alaguna forma, no acababa de comprender. Por suerte se habían librado de tener que soportar su mala hostia, pero lo que era más importante, se habían librado de su impulsividad y temeridad. Llevar a aquella mujer a una misión de infiltración tendría como resultado algo similar a meter a un elefante en una tienda de objetos de porcelana, un desastre en toda regla. ¿Por qué Johnson se había fijado en ella para incluirla como una agente del Escudo de la Luz? Era todo un misterio para ellos. Quizás confiara en que en algún momento recobrara la cordura que mostró durante una primera etapa de la investigación sobre el Asesino de Elfos. Una cordura perdida cuando todo empezó a descontrolarse.

Fuera como fuera, era tarde ya. Podían empezar esa misma noche la investigación o podían hacerlo al día siguiente, tampoco les habían metido demasiada prisa. Lo que estaba claro era que Peter quería que trabajaran por binomios y aunque Celarian y Lyara no acabaron muy bien la primera vez, no les iba a quedar otra que entenderse, pues los dos orcos tenían claros que ellos iban a ser pareja de investigadores. Juntarse con Vaamar no era una opción que a ninguno les hiciera gracia y dos además, dos orcos trabajando en el muelle darían mucho más el pego.

Zoddert podía gestionar entre sus contactos, la manera de infiltrarse en alguno de los almacenes del puerto. Si algo le sobraba a Everton era precisamete eso, contactos, aunque a decir verdad, los contactos eran un bien normalmente escaso que nunca sobraba. Conocía a un par de mozos de su misma raza que trabajaban en la zona del puerto y también a un humano, un guardamuelles. Eso era sin duda un punto muy importante por donde empezar la investigación.

Por su parte, Jefferson se encargaría de los medios tecnológicos. Él no había descartado aún del todo la idea del dron, aunque entendía las reticencias de sus compañeros a usarlo sobrevolando el puerto, sin embargo, todos habían estado de acuerdo en que incorporar micrófonos o incluso cámaras espías, podía ser una muy buena idea para empezar a jugar. 

Ahora sólo tenían que decidir entre ambos, que hacer, como y cuando.

-Vaya, hombre. Como se le ha puesto el ojo a la burra, ¿eh? -le comentó Frank a su compañero, aunque por su tono jocoso era difícil saber si llamaba burra a Vaamar o a la tensa situación que la elfa había provocado cuando le habían advertido sobre sus arriesgadas intenciones-. Espero que a Vaamar no le dé por hacer lo de la borracha dando vueltas por el puerto. No saldrá bien...

Eran ya altas horas de la noche y Johnson tampoco les había indicado que comenzaran con la investigación esa misma noche, y tal vez no fuera prudente dejarse ver por el puerto en plena noche si después iban a hacerse pasar por trabajadores.

-Puede que no sea la mejor idea pasarnos por el puerto hasta mañana -le indicó a Zoddert, una vez ya en el exterior de aquel almacén en el que Johnson les había citado a los cuatro-. Podría ser arriesgado. Mañana iré a comprar el equipo tecnológico con el dinero que Johnson nos entregó. Tú tienes más experiencia en esto de trabajar infiltrado. ¿Tienes contactos en el puerto que nos puedan hacernos trabajar como mozos?

Esa idiota puede hacer lo que quiera con su mierda de vida, solo espero que no nos lleve al hoyo con ella. Dijo finalizando la discusión sobre su compañera. El orco estaba frustrado, creía que había dejado atrás lo ocurrido con la unidad, pero reencontrarse con esa borracha de mal carácter había revivido males pasados.

En ese puerto en particular no conozco a nadie, pero se de varios sitios donde van orcos que hacen ese tipo de trabajos y tengo un contacto que seguro que nos puede meter, curra haciendo cuadrillas de trabajos para empresas. sonrió mientras levantaba el pulgar en señal de victoria.

Tu que pretendes hacer? Curraras como infiltrado dentro conmigo o te quedarás fuera con una fragoneta de reparto blanca escuchando y mirando cámaras? Jajajaja el buen humor para con su compañero era palpable, estaban otra vez en juego.

15 de abril de 2021.

Frank amaneció bastante pronto. Le dolía la cabeza, aunque no había bebido. Era como si tuviera algo de resaca y no sabía muy bien porqué. Igual se había resfriado o era alergia producida al estar de nuevo tan cerca de la arisca Vaamar. ¿Había agriado aún más su carácter o sólo se lo parecía? ¡Hasta había empezado a fumar! ¿No era ella deportista de élite? Fuera como fuera, tenía toda la mañana para hacer las compras pertinentes, aunque quizás, hasta no saber que lugar era el que tenía que vigilar, sería mejor no comprar nada.

Lo primero quizás fuera esperar a que Zoddert pudiera contactar con Kanj y éste les diera un trabajo en alguno de los almacenes del puerto. Aunque eso no quitaba que pudiera empezar a mirar algunos dispositivos o incluso a comprar algo que si o si pudiera necesitar y ser útil, fuera cual fuera las circunstancias en las que se encontrasen.

-Es la primera vez que trabajo infiltrado -dijo Jefferson, dejando claro que no estaba del todo seguro sobre qué debía hacer. Ahí Zoddert era mucho más experto, con más experiencia y contactos con los que desenvolverse en ese mundillo-. Mi idea era ocuparme de las cámaras y micros desde una furgoneta y manejar el drone, sí. Pero no soy de los que les gusta tener las manos limpias mientras otros se las ensucian. Creo que quizá sea mejor que yo también me infiltre contigo, así nos cubriremos las espaldas si algo sale mal.

Finalmente los dos orcos se despidieron hasta el día siguiente. Cada uno tenía su papel asignado para lograr la infiltración en los muelles. Zoddert se encargaría de buscar entre sus contactos a alguien que pudiera darle un empleo en alguna de las naves del puerto de Jersey, mientras de Jefferson se encargaría de la tecnología de espionaje, la cual tendría que adquirir y luego decidir que hacer con ella y donde situarla.

Everton no esperó al amanecer para contactar con Kanj. Aunque ya era bastante tarde, conociendo a ese bribón y sabiendo los lugares que frecuentaba, era posible que todavía estuviera durmiendo, aunque lo cierto fue que no le respondió. Kank era uno orco con el que había hecho cierta amistad en un local estriptis donde Zoddert trabajó de seguridad. Kanj le debía una, pues le ayudo cunado se metió con problema bastante peliagudo con un mafioso que solía frecuentar también el local. Trabajaba como subcontratista, siendo uno de los directores de una empresa de multiservicios. Le contó que en ocasiones realizaban reparaciones en una nave del puerto y que tenía gente descargando contenedores de las naves que atracaban en el puerto.

Zoddert y Frank decidieron verse al mediodía, cuando uno ya hubiera ido de compras, con 2.500 dólares tenía suficiente como para empezar, y el otro ya hubiera podido hablar con su contacto. Tenían sus teléfonos y en un mundo global como aquel en el que vivían, podían darse un toque si había algún contratiempo o estar en contacto permanente.

Frank amaneció bastante pronto. Le dolía la cabeza, aunque no había bebido. Era como si tuviera algo de resaca y no sabía muy bien porqué. Igual se había resfriado o era alergia producida al estar de nuevo tan cerca de la arisca Vaamar. ¿Había agriado aún más su carácter o sólo se lo parecía? ¡Hasta había empezado a fumar! ¿No era ella deportista de élite? Fuera como fuera, tenía toda la mañana para hacer las compras pertinentes, aunque quizás, hasta no saber que lugar era el que tenía que vigilar, sería mejor no comprar nada.

Lo primero quizás fuera esperar a que Zoddert pudiera contactar con Kanj y éste les diera un trabajo en alguno de los almacenes del puerto. Aunque eso no quitaba que pudiera empezar a mirar algunos dispositivos o incluso a comprar algo que si o si pudiera necesitar y ser útil, fuera cual fuera las circunstancias en las que se encontrasen.

Precisamente Kanj se encontraba esa mañana en uno de los diques de Puerto Jersey. Respondió al mensaje de Zoddert ya por la mañana, bastante temprano, a eso de las 8:00 horas.

De: Kanj
Para: Zoddert

Ey! Qué pasa tío? He visto que me has enviado un mensaje. Dormía... Qué pasa? En qué puedo ayudarte?

Después de ese mensaje, Everton le llamó. Ya eran las 9:27 para ese entonces y es que Zoddert se durmió tarde, pues le costó conciliar el sueño al llegar a su cuchitril. Por suerte no le faltaban plataformas de televisión, las tenía casi todas y se pasó viendo series hasta altas horas de la madrugada, acompañadas por aperitivos salados y una cerveza negra, o un par de ellas más bien...

Despertó por las sirenas de un vehículo de policía que se abrían paso entre las calles de aquella enorme ciudad. Algún malandrín estaría haciendo algo mal en algún sitio o puede que simplemente alguien necesitara ayuda. Para eso estaban los servicios de emergencia y la policía, cuerpo del que había sido expulsado de forma totalmente injusta.

Kanj le dijo de almorzar en Puerto Jersey. Conocía un bar que hacían buenos bocadillos y a buen precio. Everton no lo dudó y se vistió rápidamente y salió corriendo de casa. Kanj almorzaba siempre a las 10:00 horas y para él era algo sagrado, por lo que Zoddert tuvo que correr para llegar a tiempo. Suerte tuvo de no toparse con demasiado tráfico, algo extraño en aquella ciudad y llegó al lugar que le había indicado incluso con un margen de cinco minutos con respecto a la hora establecida. 

Smith se encontraba en puerto vistiendo un chaleco y un casco de color naranja y mirando hacia una enorme embarcación cargada con infinidad de contenedores. Podían pasar gran parte de la mañana descargándolos, pero para eso tenía contratados a un sinfín de hombres, pero sobre todo, de orcos.

Al ver llegar a Zoddert, Smith le saludo con la cabeza y se acercó a él. Lo primero que hizo, antes incluso de abrir la boca, fue mirar el reloj y al alzar la cabeza le sonrió a su buen amigo. Entonces abrió los brazos de par en par y saludó a Everton con un efusivo abrazo. Hacía tiempo que no se veían. Zoddert dejó de trabajar en aquel local de estriptis, pero para entonces, ya hacía como un mes que no coincidía con Knaj. Quizás a lo sumo, hacía cuatro o cinco meses que no se veian.

- ¡Ey, Zodd! - Le dijo alegre el subcontratista, que para ser un orco era pequeño y algo escuchimizado. - Llegas justo a tiempo. - Le dio varias palmadas en la espalda. - Vamos a comer algo. Conozco un sitio... - Se llevó la mano a los labios e hizo un característico gesto que indicaba lo mucho que le gustaba la comida de ese lugar. - ¡Es para chuparse los dedos! - Exclamó. - Pero dime, ¿qué te trae por aquí, viejo amigo?

Zoddert estaba un poco nervioso por la misión que se traían, Frank era un buen tipo pero esto era nuevo para él, infiltrarse en unos muelles no era lo mismo que ir de uniforme a recabar pistas para un asesinato, si te pillaban estabas vendido y podías morir, sobre todo ahora sin el escudo de una placa.

Kanj! Cuanto tiempo! Si, vayamos a merendar que es buena hora, yo invito esta vez. Dijo pensando en que ya era hora de gastar parte del dinero para gastos de la misión.

El local era bastante modesto, el típico sitio donde comer bueno, bonito y barato, genial para un currante.

Tras sentarse y pedir un desayuno con el bocadillo del día zoddert se puso manos a la obra.

Gracias por contestarme tan pronto y reunirte conmigo. Resulta que tengo un primo que ha vuelto a la ciudad después de unos años con la parienta en Alaska y la muy trasga le ha largado!  4 Años y le pone patitas en la calle y le deja con una mano delante y otra detrás.

​​​Te quería pedir ayuda para saber si sabes de algún curro en los muelles de lo que sea, descargar barcos, peón para reparaciones, incluso limpieza, cualquier cosa para que levante cabeza y tenga algo que hacer. Es un tío de fiar, es fuerte y no da problemas. Yo quisiera acompañarlo, está en una mala época y con un curro con el que estar ocupado y su familia cerca seguro que vuelve a estar a tope en nada.

Se que es poco usual que te pida esto, la verdad es que empiezo a estar cansado de esos curros de seguridad en tugurios y me apetece dar un cambio a mi vida, cosas más normales, ya sabes, por ser orcos no tenemos porque ir partiendole la cara a nadie como profesión.

Zoddert esperaba que su buena relación y la historia triste del orco desamparado surgiera efecto.

Aquella mañana, Jefferson tomó su móvil para valorar algunos precios de algunos drones con cámara, así como los de distintas micro-cámaras con micrófonos. Conocía una tienda de informática cerca de su casa, por lo que para no levantar muchas sospechas lo que hizo fue comprar el drone mediante un pedido de Amazon, para luego acudir a la tienda con intención de comprar una docena de cámaras, la mitad de un tipo y la otra mitad de otro, por si una de los dos modelos no le salía lo suficientemente estable.

Jefferson sabía que caminaban por terreno peligroso, aunque Johnson no les habría contactado si no les creyese capaces. Le dolía la cabeza como si tuviera resaca, pese a que el orco no había bebido. ¿Sería cosa de la tensión? ¿Quizá por haberse reencontrado con el antiguo equipo y saber que tenía por delante una misión complicada?

Quedaba el tema de la furgoneta, que no era ni mucho menos lo más urgente, aunque tenía que conseguir una para poder permanecer en ella echando un vistazo a las cámaras de los distintos dispositivos de vigilancia que utilizaría.

Kanj escuchó atento a las palabras de su buen amugo Zoddert. Lo que le contaba no le era ajeno y el buen de Everton lo sabía bien. Kanj estuvo casado antes de convertirse en un putero. Su mujer, una humana gorda como un rinoceronte se la jugó y el pobre Kanj pasó años muy malos al perderlo todo por la abusiva pensión compensatoria y la manutención de sus tres pequeños hijos mestizos, a los cuales solo veía un día a la semana y un fin de semana alterno. Además, Kath, que así se llamaba su ex, se quedó con la casa de Kanj. Suerte que Kanj era un miembro funcional y adaptativo de la sociedad y pudo remontar.

- Claro. - Dijo con los puños y dientes apretados. - Siempre tengo algo para un compañero orco y más para una víctima del maldito feminazismo... - Añadió con los ojos enrojecidos y a punto de saltarle las lágrimas y es que no soportaba ese tipo de injusticias. Sin duda Zoddert, que conocía bien a ese orco, había dado en el calvo. - Eso si, no puedo daros nada demasiado bueno y os pagaré lo que pueda, unos trescientos pavos semanales. Se que no es mucho, pero yo tampoco soy rico y dependo mucho de los contratos que tenga. ¿Sabéis?

Kanj cogió el móvil y empezó a mirarlo. Toqueteaba la pantalla muy atento e iba pasando el dedo por encima como pasando páginas de alguna aplicación.

- Tengo trabajo en una nave. - Dijo Kanj. - De hecho, os puedo ofrecer varias cosas. - Alzó la mirada sonriente. - Tengo un puesto de limpieza, uno de vigilante, otro de administrativo y varios de mozo. Si tenéis carné de GMA Tipo A para manejar Grúas Móviles Autopropulsadas de hasta 130 toneladas de carga nominal, entonces os puedo ofrecer algo más de pasta... - Sonrió. - ¿Lo tenéis?

Que va Kanj! bufó frustrado Zoddert, Pero si nos gusta el curro es probable que nos lo saquemos. Que te parece si yo empiezo de seguridad, es lo mío ya lo sabes! dijo dándole un codazo mientras sonreía recordando las veces que había echado a escoria borracha del Striptease Bety. Para Frankie yo creo que un trabajo de limpieza le iría bien para empezar. Algo sin complicaciones, tener la cabeza y el cuerpo ocupado. Más adelante si se siente bien quizás puedas moverlo de sitio verdad?

Muchas gracias tío, no se que haríamos los orcos si no nos ayudamos, todas las razas se empeñan en ponernos un pie encima de la nuca para que no nos levantemos y tengamos una vida digna. Dijo con total convicción en sus palabras recordando su marcha del Departamento por culpa de ese elfo supremacista.

- Si, claro... - Respondió Smith a su colega. - Puede empezar en limpieza. Es realmente donde más necesito gente ahora. - Se encogió de hombros. - Es cierto que pagamos poco... - Chasqueó la lengua. - Puede que por eso tengamos poca gente y tengamos que contratar a nuevos cada dos por tres, pero créeme hermano, no puedo pagar más... - Tomó aire resignado. - ¿Qué dices, te interesa?

Pues tenemos un trato! Dijo Zoddert estrechando la mano a su contacto. Cuando empezamos? 

Su plan iba viento en popa, ya había conseguido una entrada a los puertos que no levantaría sospechas, como trabajadores. Ahora tocaba no destacar e ir recabando información del resto de obreros, quizás así escucharían algo interesante. Esperaba que Frank y sus artefactos captasen algo que les sirviera.

- Personal se necesita siempre. - Dijo Smith ante la pregunta de Everton. - Necesitaría algunos papeles, para formalizar los contratos, porqué... - Les miró sonriente. - ¿Queréis un contrato, no? - Les preguntó. - Tengo  algunos tipos trabajando en negro. No suele haber inspecciones en los almacenes. Eso es bueno, porque nos ahorra pasta a todos. Yo no tengo que pagar impuestos y en cambio les puedo dar un poco más. - Se encogió de hombros. - Pero si queréis contrato, tampoco hay problema. 

Kanj agarró el teléfono y se separó unos metros de sus dos nuevos empleados. Tecleó sobre la pantalla y se llevó el dispositivo a la oreja. 

- ¿Koddos? - Preguntó. - Soy Kanj. - Dijo tras unos instantes. - Tengo a dos nuevos. Uno para el grupo de seguridad y otro para limpieza. - Pausa. - Si, limpieza. - Frunció el ceño. - ¡Si joder, un tío! - Emitió un gruñido. - ¡No me jodas Koddos, es un amigo! - Lanzó una mirada furtiva hacia Zoddert y Frank y negó con la cabeza. - Si, ya se que normalmente son mujeres, pero es un compromiso, ¿vale? - Kanj soltó una risotada. - Muelle 11, almacén Johanson. Bien. Te los enviaré. Estarán allí en media hora más o menos. - Nueva pausa. - Frank y Zoddert. Son buenos tipos. Trátamelos bien. - Sonrió nuevamente. - Venga, nos tomamos algo luego. Adiós. - Y colgó el teléfono.

Se acercó entonces a Zoddert y Frank con paso decidido. Le dio una palmada en la espalda a Frank y apretó la mano de Zoddert.

- El desayuno está pagado. - Dijo Kanj. - Yo tengo que irme, pero vosotros os podéis acabar lo vuestro. - Comentó. - Tenéis que ir a la calle del Muelle 11. Al almacén Johanson. Es una empresa de importación. Allí es espera mi capataz. Koddos se llama. - Chocó el puño con Zoddert y se despidió de Frank con un leve movimiento de cabeza. - Suerte. 

Y entonces les dejó solos. Kanj Smith era lo que se llamaba, "un tipo ocupado".

Zoddert despidió a su amigo contento por haber conseguido entrar, ya no serían sospechosos moviéndose por el puerto, sino trabajadores normales. Prefería trabajar en negro por una razón fundamental, menos papeles, menos documentos, menos ojos que entrometerse en la operación.

Supongo que lo primero será tratar de ocupar el turno de noche, los delincuentes prefieren esas horas ya que hay menos ojos y menos control. Le dijo a su compañero.

Por cierto, de nada! vas a estar rodeado de mujeres, a ver si pescas algo! JA JA JA. bromeó sobre su nuevo puesto de trabajo.

Terminémonos esto y vayamos a ver al capataz.

Zoddert lo había conseguido. Gracias a sus contactos, había logrado que les dieran un puesto en el puerto, pudiendo estar infiltrados para saber qué tramaban los inferni. A Jefferson le había tocado un puesto como personal de limpieza, aunque no le importaba. Un puesto como ese le permitiría colarse en habitaciones con la excusa de ir a limpiar y poder colocar todas las cámaras y micros con normalidad.

-¡Ja, ja, ja! -El orco se rió ante la broma de su compañero-. Sí, bueno, voy a estar rodeado de mujeres, pero espero que la media de edad no sean los cincuenta o sesenta años. Si no, estamos apañados... -Frank sabía que la presencia femenina era lo de menos. Lo importante era que sus compañeros de limpieza no fueran demasiado avispados y no sospecharan de él.

Jefferson comió apresuradamente el desayuno, sabiendo que debían acudir a ver al capataz cuanto antes.

-En el turno de noche habrá más movimiento -coincidió con Zoddert, asintiendo-. Si están traficando con drogas o armas, lo más probable es que hagan los traspasos por la noche para que no haya muchos que puedan verlo. -Aunque sabiendo de la peligrosidad de los inferni, no podían descartar que lo que movían en el puerto fuera algo distinto a drogas o armas.

Acabaron el desayuno y se marcharon hacia el almacén Johanson. No estaba muy lejos de donde se encontraban, pero ya estaban fuera de las dársenas del puerto. El almacén era una enorme nave de la que constantemente entraban y salían carretillas portando cajas y embalajes que almacenaban en la inmensidad de aquella nave.

Aquel lugar estaba bien iluminado y aunque no estaba excesivamente limpio, el suelo era de asfalto, por lo que pasar por ahí una escoba o una fregona, poco sentido tenía. Quizás un puesto de limpieza en ese almacén no tenía demasiado sentido, aunque Frank supuso que habría baños y oficinas y esas estancias si que requerirían limpieza.

Ambos se acercaron al almacén después de haber estacionado su vehículo en un aparcamiento cercano. Caminaban seguros de si mismos, aunque sin saber muy bien hacia donde tenían que ir, puesto que no conocían a la persona a la que buscaban. Los operarios parecían ocupados e iban todos a los suyo en sus operaciones de carga y descarga o contando las mercancía y repasando los albaranes. Ninguno parecía reparar en ellos, ninguno alzaba la mirada más allá de sus propios asuntos.

Por ello tuvieron que empezar a preguntar. La mayoría les ignoró, quizás por ser ambos orcos. La mayor parte de los trabajadores eran humanos. Vieron a un enano con cara de pocos amigos fumando como un carretero mientras repasaba unas hojas colocadas sobre una carpeta con pinza. Cuando le preguntaron tan solo pronunció algo ininteligible, algo así como "Grmblhfjjj" y entonces señaló en una dirección, hacia unas oficinas situadas al fondo del almacén.

Allí se encontraba un orco con cara de malas pulgas. Era un miembro extremadamente corpulento de la raza orca; un tipo sin cuello y con una enorme cabeza, acorde a sus enormes colmillos de jabalí que sobresalían de sus labios. Vestía con ropa de trabajo, un chaleco amarillo y un casco de obrero.

Frank y Zoddert se presentaron y le dijeron que venían de parte de Kanj. Aquel orco les miró de reojo un instante y siguió a lo suyo, sin responder, sin inmutarse. Everton miró a Jefferson y éste se encogió de hombros. Insistieron en que venían de parte de Kanj y que buscaban a un tal Koddos.

- Ya os he oído la primera vez. - Dijo aquel enorme orco. - ¿Qué queréis, un premio? - Les preguntó. - Yo soy Koddos. 

Encantando, yo soy el de seguridad y este el de limpieza, cuando empezamos? gruñó Zoddert demostrando que no se dejaría amilanar por un capataz de 200 kilos.