Partida Rol por web

Zoddert tras el disparo se volvió a parapetar tras el palet que le hacía una útil cobertura mientras el chorizo disparaba sin mucho acierto, por su parte, su compañero "veterano" chillaba como una nena sin saber muy bien que hacer.

Cuando el ladrón herido volvió sobre sus pasos Zoddert lo tuvo claro, se acercó a Thomas por detrás de los palets mientras apuntaba en todo momento hacia la puerta, por si volvía otra amenaza y cuando estuvo a su lado empezó a ladrarle ordenes. Tranquilo amigo, yo me ocupo, esto no es nada comparado con los puticlubs donde curraba antes, llama a Toro Sentado y dile lo que ha ocurrido, para que de parte a quien estime oportuno, yo voy a comprobar que ese marica se ha largado o a rematarlo si sigue por aquí con ganas de lío.

Tras breves segundos Zoddert se dirigió hacia la puerta, haciendo gala de su instinto y de años de entrenamiento policial en cursos sobre tratamiento de amenazas, abordaje de situaciones hostiles con armas de fuego y control de puntos ciegos en batidas de búsqueda de delincuentes. Con esa herida no podrá ir muy lejos ni muy rápido, debo tener cuidado con los cómplices! Se dijo para sí mismo mientras se acercaba a la puerta, la cual la trató como un punto crítico de peligro de ataque.

- ¡Allí! - Gritó un hombre encapuchado. 

Cuando Zoddert lo vio, ya fue demasiado tarde. Aquel hombre estaba arrastrando un cuerpo, sin duda el de su compañero herido. Le arrastraba hacia atrás por un brazo mientras que con la otra mano sujetaba una pistola. Entonces Everton vio un fogonazo y escuchó un nuevo disparo. Por suerte falló como el primero.

- ¡Vamos, vamos! - Le gritó a un tercer hombre encapuchado.

El tercero en discordia también disparó y de nuevo erró su tiro. Quizás falló por la precipitación, pues estaba corriendo hacia una de las puertas de la pared medianera, la cual estaba abierta y no debería estarlo. Fuera como fuera, Zoddert tuvo mucha suerte de no resultar herido.

- ¡Larguémonos! - Alzó la voz.

Mientras todo eso sucedía, un tembloroso Thomas Clark, trataba de marcar el teléfono de "El Apache", pero estaba demasiado nervioso y asustado como para lograrlo. Se le cayó el teléfono al suelo y cuando lo recogió volvió a intentar teclear en la pantalla táctil sin demasiado éxito. Aquel joven que horas antes se las daba de "tipo duro", había demostrado ser una nenaza. Lo cierto era que no todo el mundo estaba preparado para resolver una situación como aquella con la frialdad que lo había hecho el orco.

- Ya... ya... ¡Ya voy! - Le respondió a Everton tartamudeando.

Zoddert no iba a dejar que ese fueran de allí como si no hubiera pasado nada, parapetado en el marco de la puerta disparó al que cargaba al herido, quien sin duda sería menos diestro para evitar un tiro.

Cogió el teléfono y dijo Llamar a Frank para que la IA de su móvil trabajase por él.

Tiroteo, repito, tiroteo, 3 asaltantes encapuchados armados.

SEGURIDAD DEL RECINTO, SUELTEN LAS ARMAS! SI SIGUEN ARMADOS SEGUIRÉ ABRIENDO FUEGO!! Les gritó a los asaltantes para justificar su intervención.

Ajeno por completo a lo que estaba sucediendo en el almacén, Frank había puesto en marcha su vehículo para marcharse a casa, alejándose poco a poco. La noche no había sido especialmente productiva para él, pero esperaba que Zoddert hubiera tenido mejor suerte. Mientras se alejaba conduciendo y tarareando una canción de rap orco, escuchó el sonido de su móvil. Alguien le estaba llamando.

Reduciendo la velocidad, se llevó una mano al bolsillo para sacar el teléfono móvil, comprobando en la pantalla de este que quien le llamaba era Zoddert.

-¿Qué habrá sucedido? Es raro que me llame si está en el almacén... -se preguntó, extrañado. Aceptó la llamada, poniendo el teléfono en manos libres y dejándolo sobre el asiento del copiloto-. ¿Sí? ¿Zoddert? ¿Qué ha pasado?

Dos nuevos disparos surgieron de las armas de los encapuchados que trataban de alejarse de la entrada donde Zoddert se había parapetado. Ambos tiros impactaron contra el marco de la puerta  y a punto estuvieron de hacerle un par de agujeros al bueno del orco. Lo que era evidente en ese momento era que la intención de los asaltantes no era otra que la de huir de allí a toda prisa. Su intento de asalto había sido repelido de forma magistral por un solo vigilante de seguridad en su primera noche de trabajo.

El que si dio en el objetivo fue el disparo de Zoddert. El encapuchado que tiraba del otro fue herido en un hombro y acto seguido le soltó. Sin duda parecía sorprendido por lo sucedido y sobre todo asustado. No era para menos después de recibir un disparo, aunque quizás eso evidenciaba que no se trataba de profesionales en ese tipo de hechos delictivos.

Ahora sí escuchó disparos, aunque siguió sin escucharlos a través de la ventanilla de si coche, si los oyó a través de su teléfono- Zoddert sin duda estaba en apuros y según le había dicho, eran tres los asaltantes que habían tratado de entrar en el almacén y el intercambio de balas había empezado cuando él se encontraba ya a dos manzanas del lugar. 

Otro herido, y ya iban 2, solo faltaba el que iba en cabeza huyendo, tenía que tumbarlo antes de que escapara, quería saber porque habían elegido ese objetivo.

Sin duda Toro Sentado vería con buenos ojos repeler un robo y saber porque eran un objetivo, aunque cabía la posibilidad de que se enfadara por tener a un nuevo guardia armado sin su consentimiento... Pero que cojones! Eso era América! Todo el mundo iba armado! 

Soltad las armas, rendios y dejaré de disparar, estáis detenidos! La otra opción es acabar en el depósito y en una fosa común del cementerio! gritó mientras disparaba al que iba en cabeza en las piernas para acto seguido volver a parapetarse. Su intención era que se rindieran antes de perder la vida.

Clark! Acércate coño! Que estos están controlados! Te voy a necesitar para detenerlos, dime qué tienes bridas y grilletes. Has llamado ya al jefe?

Jefferson había escuchado los disparos a través de su teléfono móvil, temiéndose lo peor. Zoddert había dicho que tres tipos habían tratado de entrar en el almacén, por lo que el orco respiró hondo, pensando inevitablemente que al menos no eran infernis. Aunque ya estaba a dos manzanas del almacén, tenía que acudir a ayudar a su compañero, por lo que dio un fuerte volantazo al coche para dirigirse nuevamente hacia el almacén.

El orco sabía que cada segundo contaba y que su compañero podía estar en un grave peligro, por lo que sin cortar la llamada pisó el acelerador y condujo todo lo rápido que podía permitírselo de regreso al almacén.

-Una noche movidita... -murmuró Frank, mientras acortaba la distancia con el almacén.

Los dos encapuchados que habían recibido sendos balazos por parte Zoddert se rindieron y tiraron las armas levantando las manos. Mientras, el tercero, con un disparo en la pierna y cojeando salió de la zona de aparcamiento del almacén por la puerta forzada y llegando a la calle. 

Fue en ese preciso momento cuando Everton escuchó la derrapada de un vehículo y escuchó un coche acercándose al lugar. Al mirar a través de la puerta reconoció el coche de su compañero Frank llegando regresando y deteniéndose junto a la puerta por la que el tercer encapuchado acababa de salir.

El encapuchado que arrastraba al primero en recibir la medicina de Zoddert se descubrió el rostro.

- ¡Tío, tío! - Exclamó. - ¡Para, joder! - Dijo alzando las manos. - ¡Ya está! ¿Vale? 

- Si... - Dijo Thomas tragando saliva. 

Enseguida se puso en pie y corrió junto con Zoddert mientras trataba de sacar los grilletes de la funda de su cinturón, aunque lo cierto era que estaba muy tembloroso y sin duda alguna le iba a costar lo suyo poder ponérselo. Sumado a la segura inexperiencia en ese ámbito, sería un completo desastre y sin embargo, sorprendió bastante a Everton cuando pudo colocar los grilletes en un tiempo razonablemente corto al encapuchado que aún estaba en el suelo.

- Ya... está. - Dijo con la voz temblorosa. - No ten...go más...

Frank aceleró y dio un volantazo a su vehículo para poner rumbo de nuevo hacia el almacén. En unos pocos segundos estaba de nuevo allí y pudo ver como la puerta trasera que daba acceso a patio interior donde estaban estacionados los vehículos de la empresa. Pero eso no fue lo que más le llamó la atención, sino que un hombre encapuchado salía a la carrera y cojeando del almacén. Al ver que Jefferson llegaba en el vehículo, miró a ambos lados tratando de buscar la mejor ruta de escape y finalmente decidió tratar de largarse hacia su derecha y a toda prisa. Fue entonces cuando Frank vio que iba armado con una pistola.

Frank divisó al tercer encapuchado huyendo y supo que debía impedir que escapara. Puede que ya no fuera policía, pero si había una oportunidad de ganarse la confianza de sus jefes capturando a aquellos ladrones, debía de aprovecharla. "Esto sigue siendo Amérrica" pensó para sus adentros, mientras sus manos iban con rapidez hacia la guantera del vehículo, sacando la pistola que les había proporcionado Johnson.

Bajó del vehículo con rapidez y apuntó con la pistola directamente al encapuchado que huía. Durante un instante pensó en darle el alto, pero recordó entonces que eso podría identificarle fácilmente como ex-policía. Era mucho más probable que no sospecharan de él si simplemente creían que era un orco maleante más.

Apuntando directamente a las piernas del encapuchado, apretó el gatillo. No buscaba abatir al tipo, solo hacerlo caer para que no pudiera seguir corriendo.

Buen trabajo compañero! Dijo reforzando positivamente al humano. Engrilleta al otro. Le indicó mientras le tiraba sus grilletes.

Pilla una de sus pipas y apuntales, si se mueven dispara al pecho, así seguro que dejan de dar por culo. Gruñó tratando de intimidar a esos maleantes de poca monta.

Me voy a por el otro, llamastes al jefe?  Ahora que estos dos palurdos están controlados, tranquilo, llámale, yo voy yendo a por el fugitivo. Dijo mientras salía disparado en dirección a donde había huido el asaltante.

Desde la posición más segura posible volvió va dispararle tratando de acertarle en la otra pierna. 

- Si... - Tragó saliva un alterado y tembloroso Clark. - Yo... yo me encargo. - Respondió a Zoddert agarrando una de las pistolas y tratando de serenarse. - Le he llamado. - Dijo con mayor entereza de la que en realidad conservaba. - ¡Quietos ahí, idiotas! - Les advirtió a los dos encapuchados apuntándoles con el arma.

Lo dos maleantes parecieron haber entendido que habían fracasado y que heridos y desarmados como estaban, nada tenían que hacer. Tirados en el suelo como estaban, pusieron las manos donde Thomas las pudiera ver y simplemente obedecieron sus instrucciones.

Para cuando Everton salió tras los pasos del tercer encapuchado, ya nada había que hacer. Allí estaba Frank, le acababa de cerrar el paso y un disparo que iba a priori a las piernas pero que acabó incrustándose en su estómago, acabó por hacer que perdiera la consciencia por el dolor, el trauma y la pérdida masiva de sangre, pues ya estaba herido de otro disparo previo.

La amenaza había sido neutralizada y aunque tenían a dos encapuchados heridos dispuestos para ser interrogados, también había un tercero moribundo, perdiendo sangre y en breves momentos pasaría a la otra vida si es que nadie hacía nada por evitarlo.