Partida Rol por web

Mira al compañero. No sangraba y parecía tener todo en su sitio, a manotazos, busca por los bolsillo de su chaleco. Encuentra la granada despues de palparle el pecho como si de un pulpo dando tortas se tratase. Saca la granada y tras quitarse el sotrozo la manda al bicho con un fuerte grito. El mismo que su instructor le enseñó: - ¡¡¡ GRANADA !!!.

Apenas vi al ser aparecer de la nada cuando ya tenía mi fusil cargado en el hombro y el ojo en la mira. Me tome un segundo para apuntar a la horrenda criatura y avisar a mis compañeros del peligro. 

-¡DEMONIO!- Pese a mi intento de volarle la cabeza de un tiro, mi disparo salió desviado, golpeándola en el pecho al ser incapaz de verle 

Heinrich se había quedado catatónico al ver su reflejo en el charco. Como había podido pasar aquello.

Sin casi percatarse estaba siendo arrastrado, por un momento no se preguntó ni por quién, simplemente se dejó hacer. Al poco rato, su estado de inopia desapareció, al escuchar el sonido de un tiro y de una granada, acompañado por los gritos de sus compañeros. Se incorporó y poniendo rodilla en suelo, apuntó con su rifle al horrendo ser que tenía delante, a no mucha distancia.

Al recibir el disparo del rifle, la criatura soltó un aullido de dolor y se giró, descubriendo al fin vuestra presencia, a pesar de eso sus andares al acercarse fueron lentos y pesados, arrastrando la enorme cuchilla de carnicero por el suelo.

Al mismo tiempo que el ser demoníaco caminaba hacia vosotros, el brillo de la piedra se intensificaba de nuevo, y otro ser idéntico surgía del suelo entre espasmos.

A Hieronyus aún le ardía la piel y no veía bien. Cuando vió aparecer a la segunda criatura, maldijo en voz alta y gritó

- ¡A la piedra, Stig, dale a la maldita piedra! ¡Vuélala! - mientras gritaba, volvió a levantar el fusil, apoyó la culata de madera sobre el hombro dolorido y apuntó una vez más, con ojos borrosos, llenos de lágrimas, al primer demonio, aquel que Reshi acaba de herir, pero aún así, se acercaba hacia él. Musitó - Dios Emperador, si vas a guiar mi mano, que sea ahora - no dudó más y apretó el gatillo. Inmediatamente el retroceso empezó a golpearle una y otra vez en el hombro mientras, con una llamarada el arma vomitaba munición. Por un instante en la escombrera sólo pudo oirse el ensordecedor tableteo del rifle de asalto en fuego automático. Al suelo, justo donde Heinrich yacía hacía sólo un instante caía una lluvia de casquillos de diez milimétros. El demonio se tambaleó al recibir un proyectil tras otro y tras otro, que se clavavan profundamente en la piel, como si la voluntad divina hubiera en efecto guiado los disparos del viejo arbitrador.

Por fin, tras un rato, Heinrich fue capaz de adaptarse y volver a ver. No era tiempo ahora de preocuparse por ello, cuando había varias criaturas saliendo enfrente de el, así que encaró con el fusil, y disparó dando cobertura mientras sus compañeros tiraban granadas.

-Vamos, todas las granadas!

A Stig le confundía todo aquello, pero es posible que eso fuera luz de caos. Se estaba escapando energía de ese lugar. Tal vez el arbitres tubiera razón y en lugar de intentar darle una pedrada con la granada el demonio, se la lanzó a "foco ese".

A Stig le confundía todo aquello, pero es posible que eso fuera luz de caos. Se estaba escapando energía de ese lugar. Tal vez el arbitres tubiera razón y en lugar de intentar darle una pedrada con la granada el demonio, se la lanzó a "foco ese".

Tuviera, por favor.

Con "B" sólo tubo (cilindro hueco) y tuba (instrumento de viento)

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=)
 

Al ver que el demonio seguía avanzando no lo dudé y me coloqué junto a mis compañeros, aunque ligeramente por detrás del arbitres esperando poder darles fuego de apoyo y de lanzarme con mis armas de ser necesario, si la cosa se ponía dificil.

-Preparaos que aquí viene...

En un unos instantes, que a algunos les parecieron una eternidad, todo acabó. El demonio aún tambaleante que caminaba hacia Hieronymus continuaba avanzando a pesar de estar siendo azotado por la oleada de balas. Mientras, el otro ser terminaba de materializarse, pero ninguno de los dos llegaron a causaros mal alguno.

con un potente estallido, la granada explotó lanzando metralla por todas partes, arrojando por los aires a sendos demonios y derribando* al Arbites con la onda expansiva. Durante unos segundos no pudisteis escuchar nada más que un interminable pitido en vuestros oídos, y a vuestro alrededor todo se había convertido en una enorme nube de polvo y piedrecillas que caían del techo de la mina.

Cuando por fin se disipó el polvo los cuerpos de los demonios habían desaparecido por completo, tan solo quedaba la enorme piedra, que aún continuaba resquebrajándose y colapsando, perdiendo su brillo, que al poco tiempo dejó de emitir por completo.

- Mierda Stig, me ha ido de un pelo - maldijo el arbites mientras se levantaba del suelo y se sacudía el polvo del abrigo con la mano libre - ¡Maldita sea, bien hecho soldado!

El arbites miró con desconfianza la piedra que brillaba hasta hacía un instante, con odio. Apuntó a ésta con el rifle y disparó una única bala. Tras el ruido de la interminable ráfaga anterior y la posterior explosión de la granada, el disparo solitario resonó como el repique de una campana. El casquillo, cayó al suelo, junto a todos los demás, que, esparcidos por la explosión, estaban distribuidos por toda la sala.

Hieronymus escupió al suelo para quitarse el polvo de la boca y con la velocidad de un prestidigitador, con la misma mano sacaba el cargador medio vacío, colocaba uno lleno en el rifle y guardaba el primero en un bolsillo y amartillaba el arma.*

- Stig, échale un vistazo a Heinrich, si hace falta tengo un botiquín, o algo así - entonces, mirando al joven asesino, se dió cuenta de algo - Reshi ¿dónde está Rata?

Hice un gesto con la mano sobre mi cuello mientras negaba con la cabeza.

-Caput. Sucumbio a la disformidad. No nos será de ningun uso, a menos que alguien quiera un brazo antorcha. Y sinceramente, no sera este bárbaro el que busque que es y que no es un brazo.- Dije mientras amartillaba mi rifle para dejar una nueva bala en la recámara.

Al terminar la secuencia de bichos saliendo de piedra y explosiones y cercionarse de que ningún monstruo mas quedaba vivo a la vista. Heinriche se levantó como alma que lleva el diablo y se fue andando hacia la piedra, para decirles en alto a sus compañeros, sin girarse:

-Venga, sigamos, puede que haya mas de estos peligros, conviene cercernarlos cuanto antes.

Espero a notar una mano en el hombro, como ya estaba siendo costumbre desde que entraron en la mina, para proceder a avanzar.

Stig miraba al arbitres, mientras se incorporaba del vuelo improvisado. - Ha estado bien. La próxima haz alguna pirueta en el aire antes de caer. Así seguro que es más divertido. Riendo entre dientes. Había sido bonito, pero muchas más así y no duraríamos demasiado.Heinrchi parecía estar bien y comenta tras ponerle la mano en el hombro. - Olle, quiero más de esas granadas. Me va gustando la fruta.

En cuanto entráis en la sala comprobáis que no tiene salida, o al menos no la tiene ahora, pues en el extremo opuesto están los restos de un túnel que se ha venido abajo, quedando obstruido por tierra, piedra y restos de los contrafuertes que lo sostenían.

Lo más extraño de todo es un gigantesco surco en el suelo entre el túnel derrumbado y la piedra recién destruida. Como si hubiera sido toscamente arado por ella.

Es muy sutil, pero cuando te acercas a Heinrich te das cuenta de algo. Está decididamente evitando mirar hacia donde os encontráis los demás.

Además, ahora que piensas en ello, cuando arrastraste a Heinrich lejos del combate también le ocurría algo raro, pero no tienes claro que era exactamente.

- Un momento - dijo el arbites serio, al parecer, por su rictus, la broma de Stig no le parecía graciosa en absoluto y fulminó a éste con una mirada - Heinrich, mírame - se acercó al soldado mientras desenganchaba la linterna del fusil e iluminó a éste hacia la cara, desde abajo, para poder verlo bien, sin deslumbrarle - ¿estás bien? hace un minuto berreabas en el suelo, Dios a mí me ardían los ojos pero creo que a tí si que te dió de lleno esa maldita luz ¿estás bien? - con la mano enguantada, le sujetó la barbilla y le movió con suavidad la cara a uno y otro lado, buscando gestos de dolor o dificultad para centrar la vista - ¿Quieres ir en cabeza o necesitas un descanso?

Como reflejo tanteó el bolsillo del abrigo donde llevaba el inyector con estimulantes para comprobar que siguiera ahí. Sería lo mejor tenerlo a mano.

- Gente, cuando lo retiré estaba muy afectado. Le recorrió algo frio toda la espalda. ¿No te habrá afectado la luz esa demasiado y te saldrán tentáculos como al rata ese, verdad? No se fiaba, y lo primero era empezar a retirarle las armas. Antes de que se pase al otro bando y empieza a darnos estopa. Cuando empieza a quitarle las cosas comenta: - Medidas de seguridad. Le vigilaba las manos, la cara y la barriga. ... por si acaso.

- Stig... ¡pero que demonios! ¿qué estás haciendo? - dijo el arbites tan sorprendido como enojado.