Partida Rol por web

Por lo que comento Hans, están a varios días de camino, tenemos tiempo de llegar a Middenheim. Lo de dividirnos, supongo que se debe a ser un extranjero, nadie del lugar cruzaría el bosque de Drakwald solo o en un grupo reducido, toda ayuda que suponga en la protección de la caravana, sera bien recibida. Por lo tanto, si nos vais a acompañar, recomiendo que descanséis.

Una vez que encuentro un fuego en condiciones, saludo a la gente que se acurruca al rededor, mientras comen, charlan, juega o dejan pasar las horas en un pueblo condenado. Me siento como uno mas y coloco mis pertrechos a una buena distancia del fuego y me coloco encima para evitar tentaciones, asi si me duermo, no sera tan facil arrebatarme nada. Aunque es lo bueno de los pobres que nada tienen que perder.

-Hola!- aparte de alguna mirada no obtengo nada mas, asi que me quedo pensando y entre debaneo y debaneo, pienso en llegar a casa, habrazar a mi madre y saludar a mis hermanos, ya son demasiadas primaveras sin dormir en el mismo lecho, el camino ha sido mi unica compañia, junto a compañeros de batalla, colocados ahi a última hora para defender a la desesperada cualquier cosa que nos manden, no siempre la paga lo vale, pero es un oficio como otro cualquiera.

Entre una cosa y la otra, intento quedarme dormido unas horas.

Ungrim después de cenar se aparta un poco del gentío y se echa a descansar, no muy lejos por si las moscas y nunca sin soltar su mangual, nunca se sabe cuando los pueden sorprender.

Mañana tendré que decidir si acompaño a esta gente hacía un retiro que podría bien durar meses o por el contrario sigo mi instinto y vuelvo a casa. Será mejor descansar y tener la mente fresca.

 Cahir pensaba que era buena idea la de abandonar Untergard hacia Middenheim, quizás allí encuentren la oportunidad de dar un grave mazazo a las bestias y, así, sobrevivirán muchos más lugareños que si se quedan a intentar defender sus tierras. Sus casas podrían reconstruirse, sus tierras podrían volver a labrarse... y aunque tal vez pasasen hambre, podrían volver a recuperar sus vidas. Pero antes, Cahir fue con Nanna para que le quitara la flecha y le curase lo mejor que supiera. Cahir barajaba la cauterización. Era doloroso, sí, pero rápido y eficaz. Así podría, el joven, ponerse en marcha al dia siguiente, con las primeras luces, y no retrasar mucho al grupo de lugareños.

 Puede que el capitán tenga razón. Ninguno de los lugareños cruzaría el bosque de Drakwald, pero si a él se lo ordenansen, lo batiría de cabo a rabo con tal de que ninguna unidad de bestias pillaran desprevenidos a los lugareños en su marcha a Middenheim.

Los primeros rayos de sol, revelan un pueblo en pleno movimiento, la gente se ha despertado temprano, incluso algunos ni han dormido, la gente carga sus pocas pertenencias y todo lo de valor que han encontrado, como herramientas y la poca comida que tenían y las han cargado en 3 carretas tirados por bueyes, dos llevan las pocas pertenencias que pueden llevarse consigo y la tercera va Nana con sus huérfanos, (esta a cargo de varios niños sin familia).

El día empieza a ser mas claro, cuando el Capitán Schiller se acerca a vosotros, Y bien? nos honrareis con vuestra presencia y ayuda para cruzar el bosque de Drakwald?

Ungrim mira a los supervivientes recoger sus escasas pertenencias y dejar atrás su hogar y todos sus recuerdos. Es una escena triste, durante la historia los Enanos también han sido privados de algunos de sus asentamientos de origen y no hay nada peor según cuentan que perderlo todo y tener que ceder terreno al enemigo.

Por todo esto Ungrim con todas sus enseres en la mochila a su espalda se plantea que hacer a continuación.

Esta gente ha sufrido mucho, y pese a ese sufrimiento las hordas del Caos les niegan la victoria atacandoles cuando ya se sentian ganadores y se replanteaban volver a reconstruir sus vidas y ciudades. No es justo, y que clase de Rompehierros sería si hiciese ojos ciegos a esta injusticia y diese la espalda a esta pobre gente? Por lo menos no la clase de Rompehierros que el Rey quiere a su cargo.

Con este pensamiento y un gesto de determinación, Ungrim da un paso al frente y hace un saludo militar al capitán, para justo después ponerse en marcha hacía las caravanas con la intención de ayudar a cargarlas.

Cuando el capitán pasa alentando a los hombres y pidiendo voluntarios, no soy de los primeros en hacerle caso, he pensado largo y tendido y creo que cada uno debe tener su camino, pero atravesar ese bosque no va ha ser nada nada facil y mejor ir en compañia de otros, asi que me dirijo a él:

-Señor veo la grandes dificultades que estais pasando y no creo que esteis en posesión de riquezas para pagar a mercenarios, asi que me conformare con un fuego al que hacercarme por las noches, y acambio contareis con mi ayuda, despues del camino del bosque que cada uno sea libre de hacer lo que le plazca.- él necesita hombres capaces y yo necesito llegar al otro lado lo mas entero posible, mi casa no quedara mucho mas lejos despues de ese camino y ya que la zona entera esta asolada mejor ir con un grupo numeroso que solo.

Las primeras horas de la noche Nana, aprovecha para daros curas sobre las heridas sufridas en la defensa del puente. Os recomienda reposo

La caravana empieza a salir a través de la empalizada en direccion al bosque, poco a poco va alejandose de las casas para coger el camino hacia el bosque.

Con pasos ágiles pero cansado, Ionor comienza a seguir la caravana de humanos hacia el exilio. Gente arrancada de sus hogares por algo con lo que nada tienen que ver. No es justo. El Caos mata y destruye, pero sobre todo hiere a quien no tiene nada que ver con él.

Todos han perdido familia y amigos en las luchas contra el Caos, pero ahora lo han perdido todo. Lanzados al camino como perros sarnosos, a través de una zona maldita y endiabladamente complicada.

-Maldito Caos... - musita mientras se pone en el hombro sus pocos pertrechos.

Recojo mis pertrechos lentamente mientras me estiro de un lado al otro, tengo el estomago que ruge, pero creo que sera asi durante el resto del día, asi que tampoco pasa nada. Me levanto y en silencio como mucho me dirijo a la carabana, intento estar cerca de la guardia, en caso de ataque es mejor cubrirse las espladas, espero que con la desesperación la gente no parta a correr por en medio del bosque si no si que sera la perdición para todos. Con paso cansado sigo al comboy.

- Claro... - fue la simple pregunta de Cahir cuando el capitán les preguntó por su ayuda.

 La cauterización había sido rápida. Nanna tenía buenas manos para curar heridas. Y esa noche había dormido profundamente, pero aún quedaba mucho para que pudiera descansar decentemente. Con la amenaza del Caos a las puertas de las casas uno no podía descansar tranquilo.

 Tomó su equipo, el escaso que tenía, y se acercó al grupo que se unió al comboy.

 - Hará falta cualquier hombre capaz de empuñar un arma. - Le dijo a Weber. - Observé que portas un buen escudo para protegerte mientras disparas. Si volvemos a entablar combate, trateré de quitarte a los enemigos de encima para que puedas disparar tranquilo. - Tener un ballestero era un punto a su favor. Las ballestas eran potentes, pero al cuerpo a cuerpo no tan efectivas. Contarían con un as a su favor. Luego miró al enano. - Me alegro de tener a alguiende los de tu raza entre nosotros. Seguro que con solo media decena más podriamos hacer temblar a las bestias. - Míticas eran la fuerza, la determinación, y la resistencia de la raza enana. También se alegró de ver a Ionnor entre el comboy. Cualquier ayuda, sea de la raza que sea, era bien recibida para hacer frente a las bestias. Pero Cahir prefirió no decir nada. La espalda aún le dolía.

Ungrim agradece el cumplido al humano y se dirige hacía el capitán de la ciudad que va a liderar la caravana.

- En el ataque de la noche anterior fui herido de consideración y sigo bastante magullado pese a los cuidados de vuestra curandera. Creo que la primera parte del viaje será bastante más tranquila que cuando estemos en el bosque, por lo que pido poder instalarme en la carreta de los malheridos hasta que se me requiera, si no es mucha molestia.

Diciendo esto espera a la reacción del capitán para dirigirse o no a las carretas, el molestaba admitirlo pero la batalla contra dos mutantes le había costado caro e iba a tardar en recuperarse.

Mirando de reojo a Cahir:

-Bueno ...-se me antoja una ligera sonrisa - gracias a Sigmar la guerra no me he desconocida y me he ganado confortables camas ejerciendo este trabajo - mirando al rededor - tranquilo todos necesitaremos protección pero si me das unos segundos mas de tiempo cuando llegue el momento, seguro que podre hacer bastantes blancos antes de que se nos acerquen, esto te lo asegudo - digo poniendo una cara complice, no digo que sea el mejor ballestero de lo que he conocido, pero me reconozco como un buen soldado, amante de las mujeres y mis armas por igual, ambas me traen de cabeza y ambas me traen multiples problemas casi hasta dejarme la piel.

No puede dejar de hacerme gracia las pintas del enano, pero conozco de sobra las leyendas que corren hacerca de la tozudes y los rencores de los enanos, asi que mantenerlo no muy cerca me vendra mejor.

Cuando el comboy parte, intento mantenerme ligeramente mas adelante, ofreciendome como explorador o oteador, asi en caso de peligro siempre podre avisar con tiempo.

Ionor aceleró el paso hasta situarse en la cabeza de la caravana. Su aguzada vista de elfa y sus años en los bosques le ayudarían mucho a proteger a estos humanos. Cierto es que no les debía nada, pero eran un bastión más contra la destrucción, una fuerza a tener en cuenta como aliados en la lucha contra la enfermedad que asolaba el mundo. Si la corrupción se acelera, mejor ser muchos contra ella.

Además, había una razón oculta que no reconocería nunca. El humano al que hirió, Cahir, estaba alternando con todo el mundo, pero a ella la esquivaba. Eso la hacía sentirse culpable en grado sumo. No tenía porqué, pero se sentía mal porque la ignorasen. O quizás había otra razón...

Ionor cogió un piedra del suelo y la arrojó con fuerza contra otra roca mayor con el ánimo de reducirla polvo.

-Mierda...

Los habitantes de Untergard suponen un blanco tentador mientras intentan llegar a Middenheim con sus familias y la pocas pertenencias que han podido llevar consigo. La comitiva de refugiados consiste en tres carretas tirados por bueyes y unas 85 personas a pie, algunos cargados con fardos y otros tirando de carretillas en las que han apilado todos sus bienes mundanos. Ahora que lleváis unas horas, la fila de refugiados avanza lentamente, unos 20 km si es un buen día, y acampan durante la noche.

El capitán Schiller ha fijado un duro orden de marcha: un tercio de los guardias locales supervivientes al frente, otro tercio en retaguardia, y el resto desperdigado a ambos lados, flanqueando la comitiva. Hans Baumer va por delante, explorando el bosque.

Podéis comprobar que no hay camino directo hasta Middenheim, por lo que la caravana debe dar un rodeo a través de Grimminhagen e Immelsched. A nadie se le ocurriría cruzar el Drakwald en línea recta directamente hasta Middenheim, seria una suicidio.

El primer día y la primera noche de la marcha transcurren sin incidentes. El avance es lento debido a la presencia de carretas y niños, por no mencionar la escasez de comida.

El campamento se levanta con las primeras luces del día y se pone en marcha, si todo va bien llegareis a medio día a Grimminhagen.