Partida Rol por web

-No, no recogí ningún maletín. Pero papel y tinta tengo en esta habitación, claro.

El convocador señaló la mesa que estaba tras ellos, pegada a la pared y con multitud de mapas y cartas a medio escribir. Había papeles en blanco en un montón en el lado derecho y por supuesto un frasquito de tinta con una pluma de águila.

Faliar aferró las manos de Catherine con las suyas, para reforzar la importancia de lo que tenía que decirle.

- Cariño, escucha... Para mi es muy importante tu apoyo, y... sobretodo, que estés a mi lado. Pero... no creo que sea buena idea que nos acompañes...

Conrad se acercó despacio a la mesa, sin dejar de echar un vistazo a los mapas, como buen cartógrafo, no podía evitar  desviar su mirada para evaluar aquellos trazos sobre el papel. Después puso una mano en la silla, tras el escritorio, y miró dubitativo a Julius, pidiendo permiso con la mirada sin decir ninguna palabra, para servirse de aquella pequeña oficina.

no creo que sea buena idea que nos acompañes...

No había llega a escuchar mucho más que las últimas palabras de aquella conversación, pero estaba claro que debía acudir junto a su padre y Cath. 

Viendo que el resto se encontraban bastante ajetreados entre peticiones y más peticiones, se separó del grupo sin decir  ni una palabra.

Se colocó junto a su padre y su madrastra, formando un corro.

-Siento interrumpir- dijo mirando a su padre- pero Cath-Cogió la mano de la chica entre las suyas suavemente- estoy con Faliar-no quisó decir "mi padre", podría sonarle mal.- sé que no quieres perderle de vista y que es muy duro dejar que tu familia se vaya quedándote tú atrás, sin saber que será de ellos. Lo sé. Pero date cuenta de tú estado. Piensa en cómo fue Córvinus. Esto puede que no tenga nada que ver, pero habrá que luchar y si al final no conseguimos tanto tiempo quizás esa lucha sea contra la mismisima Inquisición.

Tengo miedo yo..como para no tenerlo tú, pero te prometo que si veo que las cosas se ponen muy mal te escribiré una carta e intentaré que llegue lo antes posible. Pero cree en nosotros. Y piensa en ti, en mi futuro hermanito o hermanita, tu primer hijo. Piensa en que sólo queremos estar tranquilos sabiendo que tú estas a salvo.-La tristeza se leía clara en su rostro- Ya he visto morir a mucha gente que quería, por favor, no quiero tener que volver a llorar otra pérdida más. Y más si se pudo evitar.

¿Que opinas?¿Lo harás por nosotros?

Catherine miró a Faliar y a Nahia de hito en hito, no se creía lo que estaba ecuchando. Iba a contestar a Faliar con una evidente negativa, pero luego su amiga le soltó el discurso para que se fuera. Ni de coña, Catherine lo sabía muy bien, no se iba a ir.

-No sé porqué insistís,-dijo con una media sonrisa-sabéis que iré a Ark con vosotros. Me da igual lo que digáis, según vosotros no tengo más razones que Nahia para ir, ¿o acaso me equivoco? ¿Acaso no quieres ir a Ark por lo que tu y yo (y toda esta habitación) sabemos?

No, voy a ir, y no sólo es por que te sientas acompañado cariño. Es que no sé qué haría si te pasara algo. Si estoy allí cuando ocurra, podré tratar de remediarlo, ¡Como en los viejos tiempos! Además, ¿qué sería de ese hijo si su padre muere? Quiero estar allí para combatir si es preciso. Mis poderes han mejorado Faliar, lo sabes.

Y... bueno... Faliar, yo también tengo sueños...

-Adelante Conrad. No lo dudes, mientras tanto prepararé lo necesario para que podáis penetrar en la ciudad de Erzebet.

Y diciendo esto, subió las escaleras que le llevaban al piso superior.

Ya se imaginaba que esa iba a ser la respuesta; Catherine sabía valerse por si misma y no era ninguna muchachita desválida que necesitase siempre la supervisión de un "héroe". Sonrió levemente; esa era precisamente una de las características que hacían que la quisiera con locura.

Pero tenía que insistir; solo una vez más.

- Lo sé, sé que tu también tienes tus propios sueños, y que tu también tenías tu lugar en la profecía... Pero Cath... ¿Y si te pasase algo a ti? Estás en un estado muy vulnerable y... si te pasase algo, yo no podría soportarlo...

Y era así. Nahia y Cath eran dos pilares de estabilidad a los que se había aferrado para mantener sus temores a raya. No podría sostenerse solo sobre uno. Cath había mejorado, eso no lo podía negar, pero en la fiesta no se le había escapado que se había quedado momentaneamente paralizada por los movimientos del niño. No quería arriesgarse a que le ocurriera otra vez; tal vez entonces no tuviese tanta suerte...

Catherine puso su mano derecha en el hombro de Faliar. Y mirándole a esos preciosos ojos verdes dijo:

-Y si te pasase a tí sin que haya podido protegerte, yo tampoco me lo perdonaría.

Luego miró a su vientre hinchado, y sornió.

-Sabré arreglármelas, no te preocupes.

Faliar suspiró. No la iba a convencer de ninguna manera. Le acarició el pelo sonriendo

- No va a haber forma, ¿no? En eso sois las dos iguales -dijo mientras las miraba alternativamente a ambas

-Tendrías que dejarme inconsciente tú mismo.-dijo con una sonrisa.

- Está bien; no insisto más. Pero ten mucho cuidado, ¿vale? -fue a terminar la conversación dándole un beso en la frente, pero en el último momento se retractó y optó por besarla en los labios. Corto y discreto; no quería hacer exhibicionismos delante de tanta gente. Luego se giró a Nahia, manteniendo la sonrisa, y le acarició levemente

- Y tu también, cariño. Os necesito a las dos

Nahia inspiró profundamente, para luego soltar todo el aire por la nariz. Está bien, se había dado por vencida, le gustaba el poder contar con los poderes de su amiga y con su compañía, pero...

Ya era mayorcita, más que ella. Y aunque no compartiese del todo ese punto de vista, lo aceptaba. 

Además ¿No tenía porque salir todo mal, no?

-De acuerdo-dijo con resignación mientras dedicaba a Faliar una sonrisa de rendición- Pero haz caso a mi padre. Ten mucho cuidado. Y si te encuentras mal o cualquier cosa avísanos.

Se retiró un poco del círculo.

Y si no hay más que decir..creo que podríamos volver con el resto. A ver si se va a olvidar el "milnombres" de pedirle a su criado nuestras pertenencias.

Tras aquellas palabras, sólo una sonrisa.

- Muy bien, gracias -dijo Conrad, al tiempo que se sentaba en la silla y se arrimaba al escritorio. Sobre la superficie de éste quedaba espacio suficiente para escribir la carta, de modo que no tuvo que retirar demasiados papeles, aunque sus ojos no podían evitar desviarse hacia los  mapas. Cogió la pluma. No era tan ergonómica como las que tenía  asu disposición en su estudio, en Chaville, pero era suficiente para escribir confortablemente.

A un lado, en el escritorio, había una pequeña pila de papeles en blanco (claro que no eran blancos, lógicamente. Ni siquiera en Chaville se usaba papel totalmente blanco, por lo caro y costoso de su elaboración), de modo que se permitió tomar uno de éstos. Lo colocó en frente suyo y, tras pensar por unos instantes, se decidió a escribir. Mojó la punta de la pluma en el tintero, y comenzó a deslizarla por la superficie del papel, formando elaborados y bellos trazos de una caligrafía propia de un estudioso.

Aaron se cruzó de brazos y se apoyó en una pared mientras Conrad redactaba su carta en el escritorio. Cuando pasó un rato, miró a Faliar, preguntándole en silencio si aquel era el momento para hablar.

Faliar regresó con el grupo principal; seguían con la carta. Vio que Aaron le interrogaba con la mirada. Supuso que tendría un par de minutos para hablar con él, antes de que Julius se pusiera con los salvoconductos. Hizo un gesto afirmativo y le indicó que subiera las escaleras.

Aaron obedeció, precediendo a Faliar en la subida.

El chico terminó de subir las escaleras y se sentó en una de las camas, dejando espacio para que Faliar hiciera lo propio delante de él. Una vez el guerrero se hubo acomodado, los músculos de Aaron se tensaron irremediablemente.

-He estado hablando con Alice-Empezó-Me ha contado la historia de Corvinus y las relaciones que parecemos tener los unos con los otros.

Le sopesó con la mirada, preguntándose cuanta información era conveniente darle.

-Me gustaría oír tu versión.

Volvió a cruzarse de brazos mientras sopesaba al guerrero con la mirada.

Ya en la habitación, Faliar se apoyó en una pared y miró a Aaron, sin ningún tinte en particular en la mirada

- En primer lugar, siento lo de la fiesta; creo que fue un malentendido. No se me da bien eso de las sutilezas sociales

Se rascó un poco la cabeza; era ya un gesto habitual en él, cuando no sabía muy bien que decir

- No se que te habrá contando Alice, pero confío en que no te haya contado una versión muy... edulcorada. Ocurrió hace justamente tres años ya. Y empezó de una forma no muy diferente a como ha comenzado esto, aunque para entonces no nos conocíamos de nada. Coincidimos en el vuelo inaugural del primer zepelín, La Dama. Yo no sé como acabé ahí; no recuerdo nada a los días previos a aquello, y simplemente encontré el billete entre mis pertenencias. El caso es que el viaje parecía ir bien, pero unos soldados secuestraron el aparato y lo obligaron a cambiar de rumbo. Recuerdo que Quint, yo y no se si alguien más nos abrimos paso hasta el puente de mando. Allí había un tipo, Raptor, que estaba realizando una especie de ritual en el dirigible, y pensaba estrellarlo. El dirigible cayó en el mar, y lo siguiente que recuerdo es estar en la playa de Corvinus. Estábamos tu, yo, Alice, Quint, y otras dos personas; un espadachín que se llamaba Dieter, y una hechicera llamada Liana. No me preguntes como sobrevivimos; no lo sé. El caso es que por la noche llegamos al pueblo de Corvinus; estaban de fiesta, y tras comer algo y tener un pequeño encontronazo con Quint, nos fuimos a dormir. Por cierto, en la iglesia del pueblo invocaste a una criatura. Y en la pelea en el zepelín, también.

Hizo una pausa para ver como reaccionaba Aaron

Aaron desenfocó la mirada durante el monólogo de Faliar, y su expresión no varió cuando mencionó las invocaciones. Parecía estar atento a todas y cada una de sus palabras pero no había bajado la guardia ni un segundo.

Faliar continuó con la historia

- A la mañana siguiente es cuando se complicaron las cosas. Calvacanti, el Marqués de la isla, nos invitó a comer; quería "conocer" a los naúfragos. También tuvimos el "placer" de conocer a Emil, su guardaespaldas, un soplapollas de primera categoría. El caso es que al regresar al pueblo, tuve un encontronazo con ese cretino; quería provocarnos, y al menos en mi caso lo consiguió. No pasó nada grave, pero eso ya dejó bien clara nuestra "relación". Después te acompañé al bosque y...

Un leve escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar lo que allí sucedió

- Y allí llevaste a cabo otra invocación. No recuerdo mucho de lo que ocurrió después; creo que era un cuervo horrible. El caso es que a mi no me gustan mucho los cuervos. Lo siguiente que recuerdo es estar en el pueblo, sin saber como llegué. Luego apareciste tu corriendo, perseguido por esa... cosa. Te acorraló, dijo algo de que "el pacto debe ser sellado"... y te arrancó el ojo. Ahí te quedaste inconsciente, y Emil apareció con la intención de arrestarte y llevarte a la mansión del Marqués. Quint, Dieter y yo le plantamos cara, pero nos pegó una buena paliza. De hecho, Dieter no sobrevivió al encuentro... El caso es que nos quitó de en medio, y te llevó con él. Quint y yo enterramos a Dieter e hicimos noche fuera del pueblo, para evitar que Emil nos cogiera por sorpresa. Teníamos la intención de recuperar fuerzas, e ir a sacarte de la mansión al día siguiente.