Partida Rol por web

El destino llamó a su puerta.

La mirada de la criatura ya no estaba fija en Nahia, ya no tenía que preocuparse de los ataques que recibiera. Había asumido ya su final y simplemente esperaba el momento en que todo aquello acabara. Por suerte o por desgracia, la hija del hombre que había obrado el portento de herirla de gravedad iba a ser la encargada de eliminarla de la existencia.

Le estaba bien empleado. Necesitaba sangre joven para reponerse, y se había colado en el sueño de otro para hacerse con la sangre inocente de una niña. Aunque ella no era perversa, era su condición lo que la obligaba.

Un primer impacto hizo que un brazo se licuara por completo. Sonrió, no era dolor lo que sentía sino vacío. Una sensación distinta a todas las que había podido entender. Símplemente su vida se esfumaba, como una cascada que cae a un precipicio infinito.

El segundo abrió una herida en su pecho, lo suficientemente amplia para que otro reguero de sangre bañara la ya anegada habitación.

Extendió las manos en el suelo, en señal de sacrificio y la tercera esfera, también cubierta de llamas verdes se inmoló contra su rostro. Haciendo que todo su cuerpo estallara de pronto llenando la habitación y a los presentes "del cuerpo" de la criatura.

Ya no estaba, todo había acabado... Grietas blancas comenzaron a surgir en la habitación, grietas que eran como rayos de luz atravesando la realidad. ¿acaso sería la salida del sueño?

Alice suspiró, y acto seguido se acercó a recoger sus estiletes

Supongo que eso implica que no va a haber interrogatorio

Absolutamente toda la mansión temblaba debido a la muerte de "la llave". Al caer la elemental, que había conseguido hacerse dueña de la ensoñación casi sin saberlo, todo se venía abajo. Sólo era un espejo de la realidad, sólo había ilusiones, imágenes inconexas.

De hecho, no estaban en ningún sitio de Koven.

Y a la vez, sí que lo estaban.

Cath estaba en el piso de abajo, y la escalera comenzó a brillar. El hueco que llevaba al trastero se iluminó en blanco, haciendo creer a la muchacha que la salida estaba por allí.

-Voy Faliar. Espérame.

Casi con lágrimas en los ojos por no saber dónde estaba, y sentirse sola y desamparada en aquel lugar, que comenzaba a resquebrajarse Cath corrió hacia la escalera. Arriba no había un trastero, sólo se veían las ruinas de una extraña fortaleza.

Pero su marido había subido por ahí.

-Todo es una ilusión, esas fueron tus palabras. No debo tener miedo, todo está en mi mente...

Mientras repetía este mantra, el mundo colapsaba a su alrededor. Las paredes se resquebrajaban y el propio suelo se caía a pedazos, revelando una nada mucho más aterradora que cualquier destino. Mas ella seguía subiendo por la escalera, paso a paso, escalón a escalón. Gotitas de miedo surgían de sus lagrimales, incapaz de detenerlas, incapaz de evitar que el terror la apresara.

... todo es un sueño.

Y diciendo esto, atravesó de nuevo la barrera hacia el mundo real.

Faliar se acercó a Nahía y le puso una mano en el hombro

- Bien hecho, Nahia

Pero su mirada se desvió hacia donde había visto aquella visión que, de no ser por la urgencia de la situación, le habría aturdido por completo. Se acercó hacia donde yacía la niña apuñalada; no había ninguna duda de que aquella hoja era una de las dagas de Quint.

No pudo mirar más que unos pocos segundos aquella imagen, no solo porque ya era de por si lo suficientemente trágica e incomprensible, sino porque además despertaba algo en su interior, un sentimiento vago y lejano que no obstante le atenazaba el alma. Giró la mirada hacia el cazador de brujas, y le preguntó con una voz desapasionada

- Quint, ¿que ha ocurrido?

El cazabrujas suspiró aliviado. No había podido descubrir qué era el ser o qué le había hecho a la niña y por qué, pero al menos no se había salido con la suya. Al fin tenía tiempo para bajar la vista y examinar su herida con detenimiento; tenía pinta de doler.

Pero la cura tendría que esperar. Quint recogió la daga que había clavado en la sangre animada al comienzo del enfrentamiento y luego se acercó a la niña y su muñeco. Recogió las otras dos dagas y examinó el cuerpo de la niña, por si seguía con vida. Durante el examen, mantuvo una daga en la mano.

Stefanía miró a los ojos de Quint con un último aliento de su vida. Sangraba, sangraba mucho. Y tanto su brazo como sus ojos temblaban, incapaces de mantenerse quietos. Su mirada estaba perdida, y aunque trataba de enfocarla en el inquisidor era casi incapaz...

Alzó su mano derecha tratando de acariciar la faz de Quint. Sólo un hilo de voz salió de su pequeña boquita...

-Por... ¿por qué?

Luego sus ojos se tornaron blancos y perdió la consciencia en los brazos del cazabrujas. Los temblores se fueron apagando poco a poco, hasta que su cuerpo quedó inmóvil. Sus cabellos tintados de colorado caían sobre su cara, y sus manos dejaron una estela de sangre en la mejilla de Quint.

Mientras, éste sentía como la vida de la niña se escapaba de las manos.

- ¡Maldita sea! ¿¡Pero que has hecho!?

No esperó a que Nahia reaccionase o que Cath subiese al piso. Quizás podría estabilizarla un poco con una de las técnicas que le enseñaron, aunque no estaba seguro de que fuera a funcionar. Le puso una mano en la frente a la niña, y luego se concentró, intentando transferir su energía vital a ella.

-¡Detente insensato! ¡No sabemos si sigue dentro de ella!

Quint no soltó a la niña, pero tampoco impidió que Falair intentara curarla. A él tampoco le sabía bien lo que había tenido que hacer, pero no había tenido otra opción.

-¡Aaron! ¡Tú tienes control sobre estas criaturas! ¡Mueve el culo y ven a hacerle un exorcismo o lo que sea!

Tras acabar la batalla, el cartógrafo pudo observar con detalle a aquella muñeca...que no era otra que Stafanía. Sus ojos se abrieron como platos, brillando en intensa luz verde. Un fulgor esmeralda que se fue apagando, al tiempo que se extinguían las llamas verdes y las tinieblas dejaban de cubrir su silueta. Conrad miraba la escena, atónito.

Las pupilas de Pierre temblaban ante la imagen que estaban reflejando. Quint...¿había apuñalado a la niña? ¿Por qué? ¿qué tonterías farfullaba sobre exorcismos? ¿tan fanático era? No entendía muy bien lo que ocurría, pero ver a aquella niña, cuya vida se derramaba con terrible rapidez, le hizo pensar, en Niobe. Ella también habái sido una niña...especial, y, al igual que a Stefanía, había estado en el punto de mira de aquella condesa. Sólo que a Niobe había conseguido llevársela. Y ahora parecía que Stefanía no había tenido mayor serte. El cronista estaba desolado, con el oscuro pensamiento en su mente de que tal vez estuviese presenciando lo que el futuro le aguardaba a su querida Niobe. ¿El estúpido cazador de brujas también pensaría que Niobe estaba poseída? ¿intentaría "salvarla" de esa forma tan ignorante y necia? No iba a permitirlo. de ninguna manera.

Casi estuvo por darle un puñetazo cuando Quint le dijo que se detuviera. ¿De que estaba hablando? ¿Acaso algo había poseído a la niña?

Sea como fuere, eso no le importaba. Si la niña se moría no solo iban a tener muchos problemas con el pueblo y su sacerdote, sino que además... ¿como iba a poder explicar eso a Cath? Parecía que le había cogido mucho cariño a la pequeña.

Y tampoco sabría si podría volver a fiarse de Quint. Hay mejores formas de tratar con una niña poseída que apuñalándola, aunque supuso que esa era la manera favorita que tenián los inquisidores de lidiar con un problema.

Alice observó a la niña, en silencio. No, no podía hacer nada por ella. Su vida se filtraba por los poros de su piel. Las Parcas llamaban a su puerta, y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Ni siquiera estaba segura de que, a esas alturas, la magia fuera a servir. Aunque había presenciado cosas más extrañas

Su padre no sabe lo ocurrido Dijo, en tono neutro, mientras limpiaba sus armas de sangre Vamos a tener que pensar en qué decirle cuando lo vea para que no se vuelva loco

¡Lo había conseguido! Había acabado esa pesadilla. Separó la flauta de sus labios lentamente, disfrutando del descanso tras el combate. Ahora debían ocuparse de sus compañeros, lo cierto es que empezaba a sentirse algo cansada ahora que la adrenalina del momento había pasado. Pero no era momento de pensar en ella, otros estaban en peores condiciones y la necesitaban.  

Encaminó sus pasos hacía a pequeña que yacía casi muerta, quizás podría.. más entonces su padre se adelantó. Era preferible intentar ayudar a alguno de sus compañeros heridos. 

Observó a Xerine y después a Quint. El joven inquisidor aguantaba con una  grave herida a lo largo de su pecho ¿Cómo?

Cambió de idea y decidió intentar sanar el cuerpo del rubio. Mientras se acercaba al cazabrujas miró de refilón a su padre, esperaba que no le sentase mal, era cierto que no entendía muy bien qué había pasado ahí arriba pero, si Quint había hecho eso sería por algo....¿No?

-¡¡Cath!!! ¡¡Sube ahora mismo!! -Xerine necesitaría ayuda también.

Llegó junto al inquisidor, la niña y Faliar.

- Quint, suelta  al niña. Deja que mi padre haga lo que quiere. Además tú también necesitas recuperar algo de energía-Se acercó a él, mirándole directamente a sus enormes ojos rojos- Voy a intentar aliviarte un poco. Pero antes suelta a la niña.

Acercó la boquilla del instrumento a sus labios, esperando la liberación de la pequeña antes de comenzar.

Aaron miró a la niña con cierta pena.

-Yo...no puedo hacer nada-Dijo en respuesta a Quint, aunque lo hacía de forma un poco reticente-Los seres que yo controlo no tienen nada que ver con los entes terrenales. Lo mío son los arcanos, representaciones de pasiones y emociones.

Bajó la vista hasta la otra muñeca y se concentró en las fluctuaciones de la magia en la sala. Quizás de esa manera podría ayudar.

No... todavía no estaba muerta. Era leve, pero los sentidos de Alice estaban realmente entrenados. Su pecho aún se movía, lenta y dolorosamente, pero había un destello de eso que llaman vida en el interior de Stefanía.

Perdiéndose a cada segundo que pasaba.

Las grietas blancas cada vez se hacían más fuertes. A cada segundo que pasaba la realidad trataba de consumirse a sí misma... si es que aquello era la realidad. Llamas blancas surgían del otro lado, tratando de quemar en pureza a los que estaban en el interior. 

Sólo que no todas las grietas parecía que llevaban al mismo sitio, o al menos las visiones no eran conexas, en un lado había árboles, mientras que en otro un apacible fuego parecía esperar a las visitas, la tarima de la plaza del pueblo se veía tras otra de las grietas.

Y las demás, o bien no se veía bien, o bien era demasiado confuso como para entender la visión.

En total, hasta siete grietas blancas se abrían en la habitación... ¿Casualidad?

Pero lo peor, es que una de ellas estaba abierta justo en la entrada de la habitación, el único lugar por el que Cath podría entrar. La embarazada se había quedado encerrada abajo, y... o bien también se estaba fragmentando allí la realidad, o bien quedaría allí encerrada para siempre. Dentro del sueño de un loco.

Los sentidos de Aaron se llenaron de magia, todos, absolutamente todos. Pero en este caso, los portales albos que se abrían desprendían una sensación benigna, no como la mansión en su totalidad, que estaba teñida de maldad por cada poro. De hecho, la sensación era muy parecída a la de la Vigilia, pero había algo que no cuadraba, un regusto extraño que Nathaniel pudo identificar como que estaba creada por alguien.

Era como una falsa imitación de la vigilia, pero tan real que hasta los seres que allí habitan podían quedarse atrapados en esa "realidad". De hecho, si el creador perdía el control del conjuro, era muy posible que el ser más poderoso de su interior se volviera la llave.

Y todo eso... tenía cierto sentido.

Las manos de Faliar sintieron la fría piel de la pequeña. Estaba rígida, como si la vida estuviera a punto de escapar de ella. Por suerte notó un poco de calor, y no a nivel físico. Algo de vida quedaba en ese cuerpo, algo de esencia estaba aún luchando por no abandonar un frío cadáver en el suelo.

El calor que el mago trasmitía era capaz de sanar, sí, y de hecho la zona de contacto empezó a tornar de un color más saludable... ¿pero sería suficiente?