Partida Rol por web

Mike suele dedicar la mayor parte de su tiempo a que la gente le deje en paz,aunque, como en el caso de hoy, hay veces que no lo consigue. Nació con una especie de maldición, un irresistible magnetismo social que hace que la gente quiera acapararle en todo momento. Es algo con lo que se aprende a vivir pero hay días realmente agotadores. Incluso las nenas pueden llegar a agobiarle. La única a la que aguanta permanentemente es a Winona... menuda perra. Es de las que saben estar, pero dejándote tu sitio.

Los peores de todos son los polis; los muy canallas le tienen cariño de verdad. A sus ojos es un soplón, alguien con una información siempre fresca y fidedigna de lo que pasa en el submundo de Las Vegas... pero la gente sabe que Mike no es un chivato. El que se comporta, no tiene nada que temer. Todo el mundo tiene derecho a buscarse la vida, del modo que sea... eso sí, sin joder a los demás. Por eso, no habla más de lo que debe cuando debe callar más de lo que habla. Es su lema y siempre le ha funcionado.

Esta vez, el marrón se anunciaba bien gordo porque fue el mismísimo teniente Hubbs el que aporreó la puerta del apartamento y lo sacó de allí casi en calzoncillos. Necesitaba su opinión sobre un asunto de asesinato. ¡Qué poco se imaginaba Mike que se trataba de la muerte de la Gata Azul!, la popular y misteriosa justiciera que, enfundada en un traje de látex, se había dedicado los últimos meses a joder varios negocios criminales. Como en las pelis.

Allí estaban todos, alrededor de la piscina vacía en aquella vieja casa unifamiliar, utilizada hasta la fecha, por lo visto, por niñatos con monopatines. El teniente Hubbs apartó a un par de polis de en medio y Mike pudo verla al fondo de aquella piscina vacía. Había que reconocer que la imagen resultaba impresionante. Mike había sentido hablar de ella; su reputación entre los maleantes era innegable y sus explosivas curvas se habían convertido en una leyenda. Dos certeras puñaladas le habían atravesado el corazón y el cuello. Había mucha sangre seca, pero lo habían hecho con precisión y rapidez. La maltratada piscina, convertida en una rampa de patinaje, no dejaba opción a encontrar muchos rastros, entre tanto grafitti
y marcas de ruedas. Seguramente la apuñalaron en el jardín y la hicieron caer después en la piscina. Ver aquella pedazo de nena, enfundada en látex azul oscuro, descuajaringada en el cemento, producía una punzada de tristeza, había que admitirlo. Así es como acaban los que no saben cuidarse el culo... Entonces se iluminó intermitentemente el bolsillo de su camisa, señal inequívoca de que lo llamaban al móvil. Winona saltaba, loca de alegría, como siempre que se encendían las lucecitas, crispando los nervios de los polis.

-¡Diga!-

-Hola... ¿Es usted al que llaman El Cabrón?-

La voz de una mujer... otra vez. Por mucho que cambiara de número las nenas siempre acababan encontrándolo. Esa no le sonaba... parecía más lista de lo habitual.

-El mismo. ¿Con quién se supone que hablo?-

-Verá, señor Cabrón, me llamo Nathalie y tengo una oferta para usted. Sé lo que está haciendo en este mismo instante. En realidad le estoy observando desde detrás del cerco policial. Escúcheme atentamente. Le ofrezco una suculenta suma de dinero si se reserva para mi los detalles más verídicos e interesantes de sus conclusiones sobre la muerte de La Gata. La poli le invitará a una copa y, con suerte, le llevarán de putas. Yo le ofrezco 3000 dólares si viene a contarme lo que opina y accede a colaborar en una investigación privada.-

-Vaya, nena... veo que sabes con quien hablas, ¿eh?... La guita por delante. ¿Y cómo se supone que me escaqueo yo de estos polis? El propio teniente Hubbs me ha traído aquí para lo mismo que me pide usted..-

-Señor Cabrón... esperaba de usted mayores recursos... dígales que debe consultar algunas fuentes... lo que sea para que le dejen en paz. Le espero en el Burger Prince, dos manzanas más abajo. Yo me acercaré a usted.-

Y tras esto colgó. Una tipeja arrogante y listilla... Mike dio un par de vueltas a la piscina y aprovechó que Hubbs estaba hablando con los vecinos para decirle al poli más joven que tenía un retortijón y que iba a cagar. Se lo dijo así, de golpe, y el poli no supo que contestar. Para cuando el teniente preguntó por Mike, ya se había escaqueado entre los curiosos, camino al Burger Prince. Tenía una cita con una nena ansiosa... y con pasta.

Nathalie estaba segura que el chivatazo era de fiar, y lo mejor de todo, parecía que había sido la primera en redacción de haberlo recibido. Pero debía salir ya si quería seguir teniendo la ventaja de aquella noticia, a saber cuanto tardaría la zorra de Samantha en escuchar la misma información.

Por suerte Ian aún no había dejado la redacción, por lo que pudo arrastrarlo con ella en dirección a donde aseguraban que habían encontrado el cuerpo de la justiciera. Fue fácil dar con el lugar, pues de lejos podían verse las luces rojas y azules que no desentonaban tampoco con las luces habituales de la Ciudad del Pecado. Por supuesto, la zona ya había sido acordonada, y varios polis se aseguraban de mantener la zona libre de curiosos. No dispuesta a irse sin su oportunidad de ascenso, Nathalie logró acercarse tanto como podía al cerco, y de nuevo la suerte le sonrió, pues reconoció entre los expertos criminólogos a un individuo que sin ser policía estaba casi siempre en las zonas del crimen: Mike al que apodaban "El Cabrón". Nunca había tratado directamente con él, pero tenía su número por si era necesario alguna vez... y ese parecía ser el caso. Así que sin dudar, marcó.

-¡Diga!-

-Hola... ¿Es usted al que llaman El Cabrón?-

-El mismo. ¿Con quién se supone que hablo?-

-Verá, señor Cabrón, me llamo Nathalie y tengo una oferta para usted. Sé lo que está haciendo en este mismo instante. En realidad le estoy observando desde detrás del cerco policial. Escúcheme atentamente. Le ofrezco una suculenta suma de dinero si se reserva para mi los detalles más verídicos e interesantes de sus conclusiones sobre la muerte de La Gata. La poli le invitará a una copa y, con suerte, le llevarán de putas. Yo le ofrezco 3000 dólares si viene a contarme lo que opina y accede a colaborar en una investigación privada.-

-Vaya, nena... veo que sabes con quien hablas, ¿eh?... La guita por delante. ¿Y cómo se supone que me escaqueo yo de estos polis? El propio teniente Hubbs me ha traído aquí para lo mismo que me pide usted..-

-Señor Cabrón... esperaba de usted mayores recursos... dígales que debe consultar algunas fuentes... lo que sea para que le dejen en paz. Le espero en el Burger Prince, dos manzanas más abajo. Yo me acercaré a usted.-

Y con eso, Nathalie colgó. Haciendo señas a Ian, se encaminaron en el mini deportivo de la periodista hacia el Burger Prince. Ella estaba segura, muy segura, que el Cabrón no dejaría pasar esa oportunidad.

El Burger Prince era un local de aspecto pijo, evidentemente infantil. El interior estaba repleto de niños que correteaban de un lado a otro sin mucha supervisión adulta. Familias, grupos de amigos y parejas conversaban a todo volumen sobre los menús clónicos plastificados. Nathalie e Ian logran hacerse con una mesa vacía en aquel abarrotado lugar, y un niño en la mesa continua se giró hacia ellos, mirándolos con curiosidad a la vez que se hurgaba la nariz.

Mike no tardó en aparecer. A la puerta de la entrada una señal indicaba que no se permitían mascotas dentro del recinto, por lo que Winona tendría que quedarse en la entrada por el momento.

No es difícil para Mike reconocer a quien ha hecho la llamada, pues descuadraba por completo con aquel lugar. Nathalie e Ian, atentos a la puerta, lo vieron entrar.

El movimiento en el sitio es rápido a pesar de tener mucha clientela, pareciera que todo alrededor de ellos se moviera con prisas. Un gran reloj con la cara de una gorda caricatura les señala la hora: 7.50pm. En la imprenta esperan hasta las tres de la madrugada para imprimir los periódicos, por si hay que incluir noticias de última hora cuando lo autoriza el Director del Las Vegas Sun. Si Nathalie quiere que la noticia salga en la edición matutina, tiene sólo esa noche.

Nathalie hizo un gesto con la mano, aunque rápidamente se dio cuenta de que ya los había visto. 

-Joder Ian, menudo tipo...-murmuró a su compañero mientras El cabrón se acercaba. Nath se esforzó por poner su mejor sonrisa y se desabrochó un botón de la blusa que llevaba dejando ver un poco más de escote. Aunque al parecer el tio era demasiado capullo hasta para eso, pero siempre ayudaba. 

-Hola señor...-hizo una pausa para que el tipo diera su nombre, no le apetecía estar llamandole Señor Cabrón sonaba ridiculo-soy Nathalie y este es mi compañero Ian. Sientese por favor -le dijo con una sonrisa.

Escuchar la mención de su nombre por parte de su compañera le llamó fuertemente la atención. Ian estaba, después de todo, seriamente consternado por la reciente noticia, el fallecimiento de la Gata Azul. No quería creerlo, no podía hacerlo. Debía ser una farsa o una vil mentira. Sí, eso precisamente, una mentira.

A pesar de aquello que perturbaba su mente, ya se encontraba allí en el Burger Prince esperando al informante para corroborar los hechos.

-¡Uah! ¡Nathalie! ¡Cuida a dónde apuntas con eso!- Al ver los prominentes pechos de su normalmente recatada compañera, el fotógrafo no pudo evitar entusiasmarse de alguna manera, pero esto se debía a que la conocía y aquel movimiento se salía de la norma.

Su momento de hacerse el gracioso acabó con la llegada de su informante a la mesa. Una vez que Nathalie les presentó, Ian se digno a acercar el brazo para estrechar la mano de su "invitado".

-Señor Cabrón, Ian Buster, fotógrafo especializado, fan número uno de la Gata Azul.-

Tras dar la bienvenida, como acompañante que era, el fotógrafo de las gafas oscuras guardó el silencio a la espera conversación entre los interlocutores.

Llegó al lugar, y dejo a su querida Winona en la puerta. Ella lo esperaría hasta que terminara, cosa que esperaba, fuera pronto. Entro al lugar, mirando todo con desinteres hasta que encontró a la muchacha que lo había llamado. Sonrío de lado por el gesto de la chica.

"Dinero y sexo, eh?"

Desgraciadamente estaba demasiado aburrido de lo segundo como para que le presentara algún interes. Se acercó a ellos, y tomó asiento en la mesa, sacando un atado de cigarrillos, y encendiendo uno.

-Mike, solo Mike

Corrigió tranquilamente, dando una pitada. Parecía que tenía todo el tiempo del mundo, y por desgracia para los otros dos, así era. Observó la mano del hombre estirada, y luego, al mismo; se limito a fumar. Los fotografos no eran de sus favoritos, sabían tanto de sobrevivir en la ciudad como él de la realeza de Monaco, la cual ni siquiera estaba seguro de que aún existiera y eso decía todo. Miro el humo mientras se escapaba, y esperó a que ellos hablaran.

Nathalie se sentó y sacó una libreta y un boli de su bolso. 

-Mike... se que esto no es muy regular pero le aseguro que voy con todo en esta noticia. Necesito que me cuente que ha pasado con La Gata, si de verdad era ella y cualquier detalle sobre su muerte-le dijo mientras escribia algunos datos en su libreta. Hablaba deprisa pues quería aprovechar todo el tiempo posible y sobretodo no aburrir a Mike para que no se marchara como había venido.

No obtuvo la respuesta deseada a su saludo, lo cual le molestó un poco, pero rápidamente supo adaptarse y volver a su posición con una expresión plácida en em rostro. -'Le llaman "Cabrón" después de todo.'- Pensó a sus adentros.

Sin interferir demasiado en la conversación de su compañera, alzó la mano a un lado solicitando un Prince Cola con cual distraerse para hacer la reunión más amena. Ian, después de todo, no era muy amante del cigarro.

Se entretuvo entonces observando como la coqueta mesera de falda corta se acercaba la mesa. Era jóven, como de unos diecinueve años, y su rostro no era el más bonito con numerosas pecas, cachetes gordos y algún que otro grano; pero ¿qué podría decir de la pelirroja? Si tenía todas las curvas correctas donde las debía tener.

Se quedó tanquilo con su bebida en su lugar, observando sigilosamente los pechos de su compañera, mientras en secreto activaba el modo grabación de audio en su teléfono móvil. Allí iban a surgir importantes comentarios después de todo.

Creo que debería haber puesto -2, no? O dificultad 7. ^^U
Vuelvo a tirar, por critico.

Acento, Intuición.

Ah bien xD algo no me cerraba

SyR= 5 + 2 (Intuición)

Meh, tan bien que me había ido antes xD Bueno, Mike no se da cuenta de nada.

Nathalie se encuentra tan concentrada en la información que pueda darle Mike que no presta atención a nada más; además que hay algo en él que a pesar de no ser precisamente atractivo, le llama la atención.

Mike por su parte ha notado una mirada en él, y al levantar el rostro hacia la ventana plástica que divide los cubículos de las mesas hay una niña que le está sacando la lengua y poniendo ojos bizcos.

Observé a la mujer perplejo.

-Así no se hacen las cosas, cariño

Iba a explicarle el porque pero entonces sentí una mirada sobre mí y voltee, encontrando una niña haciendome caras al otro lado de la división. Fruncí el ceño y deje el cigarrillo en el borde de la mesa para llevarme ambos dedos a la cara para estirarme la boca y sacarle la lengua. Me olvide de mis acompañantes hasta que un movimiento de estos me recordó de su presencia y le saque la lengua una última vez a la niña, antes de recuperar mi pucho.

-No trabajo a fiado, si entiendes lo que digo - Le aclaré dando otra pitada y observando de reojo al hombre que parecía querer que lo tomaran por un completo idiota, lo hacía bastante bien, cosa que lo convertía en alguien peligroso, ya fuera por serlo o por poder fingirlo.

Nathalie se inclinó hacia delante dejándole ver un poco más de su generoso busto. Era consciente de que el tipo no parecía muy interesado en ella, pero quería que pensase que ella pensaba que lo estaba engañando por ahí para que no supiese que sabía que el no sabía que... bueno que Nathalie le dedico una sonrisa.

-Claro que no, Mike. Seré nueva en esto pero no soy tonta-dijo sacando un un sobre de su bolso y acercándoselo por la mesa- aqui hay 500 pavos, un pequeño adelanto por la información que nos des. Si es buena y cumple lo acordado te pagaremos el resto- le dijo.

-Al menos con esto tienes para contentarte un rato. Tendrás tu dinero cuando terminemos. Tienes mi palabra de buen hombre.- Llevó entonces Ian su palma al corazón y levantó la otra en el aire cual acto solemne. Posteriormente de ajustó las gafas haciéndose el distraído y entonces llegó su pedido de hamburguesa.

-Oh. Mis disculpas. Llegó la comida. Adelante.- Los ojos del periodista de enfocaron de lleno en su comida embolsada, dedicándose a remover el papel.

Que la chica no era tonta había que comprobarlo, que su compañero no lo era.... Todo ese asunto cada vez le aburría más, y eso no hablaba en favor de lo segundo.

-Debes ser un gran fotografo, chico

Miró el sobre con desinterés y con un dedo lo empujo hacia la muchacha de vuelta.

-No trabajo a fiado

Repitió con tranquilidad, soltando el humo del cigarrillo en anillos que se perdían rapidamente con la corriente del ventilador de techo del local. Los senos de la joven eran lindos... para ver una vez, ahora le hubiera dado igual que estuviera con un habito de monja. Simplemente no era interesante, promesas vacias. La hamburguesa por otro lado... Alargo la mano y la arrebató de enfrente de las narices del tipo, dandole un mordisco antes de que nadie alcanzara a decir nada.