Partida Rol por web

Platinium se preparó para pelear y esas bestias comenzaron a jugar con su posición, buscando cómo sería la mejor forma de atacar a la dragona alada.

Las tres bestias parecían ser mucho más veloces que ella, pues se movieron con rapidez y sincronía, pero apenas se acercaron a esta, la dragona estaba lista y simplemente cerró sus alas para bloquear su avance. Las tres bestias rebotaron contra esas alas firmes que habían protegido a la dragona y cuando esta tomó un impulso con ellas, se abalanzó contra el que tenía en frente y con su espada, le atravesó. La bestia chilló de dolor, pero parecía no estar derrotada.

Con nuevas energías, las bestias estaban listas para un segundo encuentro.

Ya sólo quedaban dos bestias en pie.

-¡Animae, te encargo a esa! -dije señalando a la que enfrentaba a mi compañera. Entonces me dirigí a la que tenía yo en frente- En cuanto a ti, te mostraré algo especial.

Entonces me concentré en invocar el poder del mar. Gotas de agua comenzaron a acumularse en las palmas de mis manos. Sí, recordaba la técnica. Y recordaba las palabras también:

-¡Maremoto de Poseidón!

Con una de las bestias caídas, llegaba el momento en que las otras dos debían contraatacar. No sería fácil, pero tampoco imposible. Con su poder de vuelta, todo se hacía más sencillo. Animae tomó su arco y nuevamente juntó dos flechas. La primera acertó en una de las bestias, la cual se deshizo en polvo. Sin embargo, la segunda de ellas logró crear una barrera de hielo que le cubrió de recibir el impacto de esa flecha.

Lo que esa bestia no esperaba era el ataque de Nereida, cuyas aguas se reunieron en su mano y salieron disparadas hacia ella con un brillo especial. Quebró la barrera de hielo sin ningún problema e impactó en la criatura, deshaciéndola al instante. Habían ganado la batalla con cierta facilidad.

El hada, quien estaba ascendiendo para buscar una salida, volvió inmediatamente al escucharte - Sí, señor - y se paró a tu lado, lista para la batalla.

Las bestias corrían hacia ti, pero el hada, con gran velocidad, sopló su mano y de allí, salió un polvo mágico, el cual mutó en estacas de hielo que salieron disparadas hacia tus atacantes. Las estacas de hielo los frenaron en seco, dándote la posibilidad de atacar con esos carámbanos que comenzaban a condensarse.

Los carámbanos atravesaron a una de las criaturas, la cual chillo de dolor y otra de ellas había sido atravesada por una de las estacas del hada. Con esto, solo quedaban dos contrincantes más.

Una vez descargada su molestia, las uñas del dragón salieron como garras, encarando al monstruos que se mantenía intacto, no quería gastar toda su energía todavía, de hacerlo no podría encarar a Zmiy. Por ello cuando el primer rival cayó y viendo posibilidad de establecer una mejor defensa, se preparó para luchar cuerpo a cuerpo, quería ir rápido hacia la playa, pero ir sin energías sería un problema añadido.

Se lanzó de nuevo propinando dos arañazos cruzados que pretendían partir en cuatro a su nuevo rival. La máscara parecía mostrar una sombra de una boca llena de colmillos desgarradores, acompañada de una ligera exhalación a modo de gruñido. Cierta prisa se hacía palpable en su decisión fugaz sin pensamiento premeditado, pero sin duda se notaba que había aprendido de experiencias anteriores que llegar agotado y sin energía le transformaría solo en una carga.

- Zmiy que pretendes... - pensaba - este mundo ya ha sufrido suficiente...

El combate había empezado y aunque eran tres enemigos Platinium pudo defenderse de ellos gracias a sus alas, sin embargo, las bestias eran mucho mas rápidas que ella, además de ser mas, por lo que seguramente la situación se fuera complicando con el tiempo, por lo que tenía que derrotarlas lo antes posible.

Tengo que acabar con ellas lo antes posible… así podre ayudar al resto… vamos… espera, quizás aun pueda.

Cierra los ojos unos segundos, Platinium podía invocar a unos sirvientes, quizás ella ahora también podía hacerlo y eso iba a suponer una ayuda muy importante, por lo que no lo duda y se concentra para invocarlos de nuevo mientras dice:

Venga, no me falléis… seguro que me escucháis, necesito vuestra ayuda para poder derrotar a estas bestias rápidamente y ayudar a los demás.

La batalla había culminado y Animae se permitió suspirar de alivio y destensar su arco para guardarlo en su carcaj. Se acercó a Nereida para ver la herida que, aunque no era fuerte, sí había cierto daño que quería atender mientras estuviesen en la niebla.

-Me alegra verte, Nereida-habló la pelinegra rasgando parte de su traje para comenzar a limpiar la sangre con cuidado y a su vez de realizar una venda improvisada para mitigar el sangrado-. Recién despertaste como yo, ¿verdad?-preguntó con una sonrisa de lado para hacer conversación en lo que comenzaba a percibir con el viento si había alguna presencia cerca y así ir en su auxilio. Aunque quería encontrar a ciertas personas primero, solo quedaba confiar en que estuviesen bien-. Ahorita que puedas vamos a buscar a otros que requieran nuestra ayuda... no hablaré mucho, tengo mi acento muy marcado y no quiero que descubran mi identidad. Pero contarás con mi arco si se requiere.

Cuando comenzaran a caminar en búsqueda de otros, Animae recogería las flechas que usó y guardarlas porque estaba segura que el combate aún no había terminado.

-Gracias -dije mientras animae atendía mis heridas- Sí, he despertado. La reina me ayudó a recuperar mis poderes. ¿Tú también la viste?

La batalla había terminado, pero aún quedaba esa niebla y tal vez, más personas heridas, como señaló mi camarada.

-De acuerdo, veamos si podemos descubrir que ha pasado aquí.

Te esforzaste lo más posible en hacer que el viento te llevara noticias, pero en medio de esa niebla era difícil. Sin embargo, y luego de concentrarte por un período de tiempo no muy largo, pudiste sentir cómo el viento chocaba con un cuerpo un tanto largo y grueso. Por eso, sabías que se trataba de un chico de estatura alta, pero más allá de eso, no pudiste percatarte de nada más.

-Sí, también la vi-sonrió la pelinegra rememorando la conversación que tuvo con ella-. E igual a mí me ayudó a recuperar mis poderes. Hubo unas cosas que me dijo que seguramente nuestra guardiana sabe, pero sería conveniente conversarlo con todos.

Una vez que la improvisación de vendaje terminó, Animae notó que sus flechas estaban dañadas y no podría volver a usarlas. Bueno, contaba con otros trucos bajo la manga y eso no le quitaría su determinación en seguir junto a Nereida. Durante un momento cerró los ojos concentrándose en algo y luego los abrió hacia una dirección en específico.

-Siento la presencia de alguien alto... asumo que es un chico por ello, pero no se quién podría ser-entrecerró sus ojos azules y miró a guerrera de agua-. ¿Vamos para allá? A ver si podemos averiguar más de lo que sucede. Solo sé que quien está creando estas criaturas es una antigua dragona que... bueno, Zmiy. ¿Recuerdas que se habló de ella ayer?

Animae suspiró una sola vez, lo suficiente para recuperar parte de sus ánimos y acercarse a Nereida para no perderle de vista a causa de esta niebla.

-Al menos la Reina me dijo que estos seres eran creación de ella... y tomando en cuenta que Platinium nos dijo que la vio... solo nos confirma que, efectivamente, los muertos se alzan. 

Animae parecía tener algunas pistas más sobre la misteriosa guerrera.

-La reina me dijo algo sobre ella, pero no sabía que era la misma de la que habíamos hablado antes. Sí, si es así, lo mejor será hablarlo entre todos.

Al caminar en la dirección indicada por Animae, pudieron escuchar más pasos de esas terribles bestias, pero el camino que el viento marcaba les había ayudado a esquivarlas. Una vez llegaron al lugar correspondiente, pudieron notar una figura tendida en el suelo y cuanto más se acercaban, más fácil era reconocerle. 

Su cabello rubio, su estatura alta, su complexión atlética... Quien se encontraba en el suelo no era otro que Haruka Otsusuki, quien parecía empezar a reaccionar, pero se le veía bastante desorientado. 

Animae continuaba alerta en todo momento mientras caminaban a través de esa niebla, no quería que les emboscaran o hiciesen daño aunque el mayor problema era que aún no sabían qué quería este nuevo enemigo. Dicha incertidumbre le provocaba nervios que controlaba pero palpables en sus ojos azules, los cuales esperaban toparse con cualquiera para socorrer o detener al enemigo en caso de que hiciesen algo en el acto. 

Al ver la figura en el suelo, la guerrera hizo señas a Nereida quien seguramente igual le había notado, y al ver que se trataba de su compañero de clases, la pelinegra aceleró el paso para arrodillarse a su lado.

-Haruk...-se interrumpió bruscamente, recordando que tenía su acento marcado y no debía revelar su identidad. Suspiró y se acomodó para ayudar al rubio, luego miró a la peliazul para que tomase acción. Eso sí, Animae intentaba estar atenta porque le pareció un poco extraño que su compañero de clases estuviese solo. 

Luego de avanzar un rato, nos topamos con Haruka. Parecía estar herido. Animae corrió a ayudarlo y yo me uní a ella.

-Oye, chico. ¿Estás bien? -le dije, pretendiendo que no lo conocía- ¿Quieres ver a un doctor?

Reaccionas de a poco y nuevamente en la playa, aquel lugar que habías abandonado momentos antes. Pudiste notar que te encontrabas inconsciente junto a alguien más, se trataba de Shiro Kasumi, quien parecía aún no despertar y estaban ¿escondidas? Era como si alguien las hubiera movido detrás de una de las casetas donde estaba el Luau para que esas bestias no las atacaran. Habían unas cuantas gotas de sangre en el suelo y aún sentías el fuerte dolor de cabeza que la melodía te había causado.

Una parte de tu cuerpo parecía rechazar los recuerdos, mientras que otra luchaba por hacerlos parte de sí, por ello, era difícil moverse en esas circunstancias.

Te dispusiste a atacar a las bestias una vez más, pero estas parecían haberse congelado en su sitio y, con un aullido, comenzaron a desintegrarse de a poco, regresando a su estado líquido original y siendo absorbidas por la Arena.

El hada te miró tal vez tan confundida como tú lo estabas y dijo - Al parecer, se ha marchado y por eso, han perdido su poder - se refería a Zmiy, claro está.

Entonces, al concentrarte un poco más, notaste que la niebla también parecía comenzar a dispersarse.

Desenfundaste tus dos armas: una con el brillo de la luz que te había enseñado la bondad y la otra con la oscuridad que te había mostrado aquello de ti misma que debías fortalecer. Dos fuerzas que solo una dragona de Hardak como tú podía llegar a conjugar para buscar su propósito. Sin embargo, te detuviste en seco cuando notaste que las bestias frenaron su avance de repente.

Era como si se hubieran paralizado en su posición y, después de un aullido, comenzaron a desintegrarse de a poco, regresando a su estado líquido original y siendo absorbidas por la Arena. Era posible que quien los hubiera conjurado, se habría marchado para ese momento. Al concentrarte un poco más, notaste que la niebla también parecía comenzar a dispersarse.

El joven parecía bastante aturdido y aunque escuchaba sus voces, no parecía capaz de escucharles. Era bastante extraño, pero casi se veía incapaz de mantener el equilibrio. Se llevó una mano a su cabeza como si le doliera la cabeza y entonces, se sobresaltó al ver sus figuras. Instintivamente, se impulsó hacia atrás y entonces las miró a la cara con una expresión de pánico.

- ¿Qué-qué está pasando? - su rostro se veía pálido y sus manos temblaban. Sudaba frío como si soportara un terrible dolor. Luego, su rostro pasó del temor a la estupefacción de alguien que no puede creer en algo, o alguien que se niega a creerlo.

- ¿A-animae? ¿Ne-nereida? - apenas pronunció ambos nombres con un hilo de voz, se quejó de dolor otra vez y llevó sus dos manos a su cabeza.

Reaccionas de a poco y nuevamente en la playa, aquel lugar que habías abandonado momentos antes. Pudiste notar que te encontrabas inconsciente junto a alguien más, se trataba de Irisu, quien parecía que apenas estaba reaccionando, al igual que tú. Era como si alguien las hubiera movido detrás de una de las casetas donde estaba el Luau para que esas bestias no las atacaran. Habían unas cuantas gotas de sangre en el suelo y aún sentías el fuerte dolor de cabeza que la melodía te había causado.

Una parte de tu cuerpo parecía rechazar los recuerdos, mientras que otra luchaba por hacerlos parte de sí, por ello, era difícil moverse en esas circunstancias.

Después de girarse con cierta dificultad, se dieron cuenta que ambas se encontraban en unas posiciones parecidas, una cerca de la otra tendidas en el suelo y apenas recuperaban la consciencia. Miraban alrededor, pero apenas y podían ver sus propias manos, así que divisar mucho más lejos de eso era prácticamente imposible.