Partida Rol por web

Todos parecían tomar rumbo, pero una un tanto triste Chidori se acercó a ti con paso lento. La chica portaba una sombra muy grande encima suyo, aunque no podían culparla. Ambos habían perdido a Lety y era importante para los dos. Puso una mano en tu hombro con una sonrisa y dijo - ¿Tienes planes? Podríamos hacer algo. Hoy no tendremos que ensayar para el concierto, así que no me vendría mal un descanso. ¿Qué opinas? - tal vez era su manera de tratar de animarte.

Ella ya se había cambiado para el uniforme usual otra vez y llevaba consigo sus audífonos. Además, parecía estar ocultando los moretones que la clase de deportes le había causado.

- Me siento bastante destruída después de todo ese entrenamiento, pero de verdad quisiera hacer algo diferente - miró al cielo un momento y suspiró profundamente -. Solo ser una adolescente normal por una tarde -.

Isabella se había marchado y tanto Hikari como Chidori se encontraban, no tan separados de todos, hablando entre ellos. No podían escucharles, pero parecía que era algo sobre su único tema en común: la desaparecida Lety. A pesar de eso, no parecían con muchas intenciones de marcharse. Al menos no por el momento.

Justo en la entrada del instituto, estaba el vehículo negro con vidrios polarizados en el que Jaycee se transportaba y, junto a este, un hombre de gran estatura con una contextura parecida a la de Shinta, aunque mucho más serio que este. Sus lentes no permitían contemplar el resto de sus rasgos, pero sí se veían algunas cicatrices en su rostro y brazos, incluso donde el traje que llevaba no cubría. Algunos tatuajes salían a relucir de su cuello a la cabeza y su porte era tan amenazador como de costumbre.

Este hombre estaba esperando a Jaycee, o al menos indicaciones de este para partir. Se acercó a su señor y le hizo una reverencia, esperando que este le dijera algo. También miró a Katherine y le hizo una reverencia formal, aunque no diezmó palabra. Miró a los demás por último, como esperando si alguno se subiría con su amo o no.

No había deberes, no había batallas. ¿Qué podrían hacer en una tarde soleada y fresca como esa?

Había sido un trayecto largo, y más después de semejante entrenamiento, pero al fin habías llegado. La casa parecía vacía. Si no fuera porque podías sentir la presencia de Alioth, podrías haber llegado a preocuparte.

Un leve brillo color verde salía de su habitación, lo cual llevaba a la conclusión de que estaba usando la Espada esmeralda para algo, ya que ese era su brillo característico. Entraste a su habitación y viste que este estaba empuñando la espada de manera perpendicular al suelo con la punta de esta hacia arriba. Sus ojos estaban cerrados y su cabello se alzaba levemente, además de un círculo mágico en el suelo, que era el que inundaba la habitación de ese brillo esmeralda. Varios símbolos del lenguaje antiguo de Sonoe brillaban en la hoja de la espada, mas era un lenguaje que solo los reyes podían entender, ya que era el idioma de Umhti, el idioma sagrado.

Poco a poco la luz se disipó y la luz se dispersó y el lugar volvió a la normalidad. Alioth se giró hacia ti en su forma humana sonriente como siempre, aunque un poco sorprendido. Parecía apenas notar tu presencia.

- Hola, Oni. Perdona que no hubiera notado tu llegada antes. Te ves agotada. ¿Estás bien? - y se acercó a ti mientras la espada volvía a su funda, en el anillo que Alioth portaba en su mano. Al fondo de la habitación viste a un pequeño búho, tranquilo sobre la cabecera de la cama del rey. El búho hizo lo que se asemejaba a una reverencia hacia ti.

Jaycee hizo un gesto de cabeza al gigante de negro - sabes que no necesitas ser tan formal, iremos a dar una vuelta por las tiendas, pero avisa para que me recojan en moto dentro de una hora, tengo un asunto pendiente.

Se fue dirigiendo a la puerta ofreciendo entrar a quien tuviera que hacerlo antes que él, mirando a Katherine con una sonrisa - tengo un par de cosas que hacer, pero os acompañaré un rato, y os dejaré el coche a vuestra disposición, para que paséis la tarde como prefiráis... Siento estar siempre tan ocupado.

Sin duda, disponer de una tarde libre y ser un adolescente normal, no se aplicaban a Jaycee, ya fuera por tener cierta adicción al trabajo o por tener un gran peso sobre sus hombros, se podría decir que tenía suerte de estar acostumbrado y que no parecía molestarle dicha carga. De hecho, pese a su a menudo apretada agenda, disponía de bastante tiempo libre, pues según él "los negocios se cuidaban solos si los mimabas lo justo".

-Tienes razón -dije sonriendo- Seamos adolescentes normales por una vez. ¿Que tal si vamos a los lugares que le gusta frecuentar a Lety? Estoy seguro que a ella le parecería divertido.

- Sí, tan sólo... Una mala clase de gimnasia. El Señor Shinta pretende acabar con nosotros... A veces creo que no entiende de límites.-Mientras decía aquellas palabras intentaba esconder ligeramente su rostro, pues había sido el peor parado con la nariz amoratada y el labio partido en uno de lo laterales, nada grave, pero sí doloroso.- Lo bueno es que he sobrevivido a la paliza que me han dado sus "magníficas máquinas"-Aquello lo dijo en un tono más divertido, incluso se permitió reír ligeramente. Alioth y todos sus compañeros sabían que Onírica no era exactamente la mejor en combate, que ella estaba más enfocada en otras cosas.

Tras aquellas palabras miró al búho durante unos segundos y con suavidad inclinó también la cabeza a modo de saludo. No podía negar que se sentía sorprendida de ver aquello, pero no quiso darle importancia, ni tampoco bombardear a preguntas al Rey. Fue por eso que se giró hacia él con una sonrisa.- ¿Te pillo en mal momento? Si quieres puedo esperar en el salón a que termines... Vi que estabas ocupado cuando llegué.

Irisu se mostró bastante receptiva a su mensaje, si bien eso no puedo vitar que sus cejas se juntasen tratando de resolver a que asunto darle prioridad.

-Katherine

Llamo a su amiga con cierto tono de pesar que auguraba lo que sucedería.

-Disculpa, pero tengo un asunto pendiente, si puedo los alcanzare luego.

Con una sutil reverencia le pidió a su amiga que la perdonara por no ir.

-Te lo compenso con otro café si gustas…

Después de salir, por fin, todos notaron que el semblante de Mamoru había cambiado notablemente después de que revisase su teléfono. A diferencia de momentos antes, en los que se mostraba jocoso y alegre, ahora se encontraba como lo había estado los últimos días en la escuela: bastante serio.

Una vez se despidió de sus compañeros y dio las gracias a Irisu por esperarla, un retraído Mamoru tomó su espacio y caminó rumbo a su casa, sin dar explicaciones a nadie de lo que le sucedía.

Lejos de cualquier situación ordinaria o típicamente normal, Katherine saludó con familiaridad al guardaespaldas y asintió ante el comentario de Jaycee, agregando unas palabras más.

-Si necesita algo en lo que estamos de compras puede decirnos sin problemas-a pesar de todo, la inglesa se veía dispuesta a disfrutar el día con sus amigos, además que sus ojos brillaron un poco al escuchar a su novio decir que estaría con ellos y el verle sonreír.  Eran esos detalles que disfrutaba de él, sabiendo que podrían superar cualquier cosa si se esforzaban.

No obstante, que Irisu se hiciese para atrás disminuyó un poco su humor, acompañando un carraspeo con un ademán de sus manos para restarle importancia a que ella tenía que hacer otras cosas.

-No pasa nada, manda un mensaje cuando te desocupes; o si te pasa cualquier cosa, avisa por favor-le miró preocupada, esperando que entendiese lo que quería decirle-. Y si no, luego nos vemos, no pasa nada.

Pero luego ver a Mamoru irse en ese estado terminó por arrancar la sonrisa que había en su rostro. La pelinegra era muy transparente en ese sentido, así que por unos segundos se dejó ver en su mirada aquella preocupación latente y el peso que debía cargar por todo lo que había pasado y por la reunión que tendrían con Kuroryuu. Se aclaró la garganta cerrando sus ojos otra vez y al abrirlos, la curva en sus labios volvió.

-Bueno, entonces estamos en contacto-luego vio a Kasumi y le hizo señas de subirse al vehículo-. Vayamos por un buen helado y disfrutemos la tarde-le invitó siendo más confidente y atenta por si Irisu se iba y así despedirse de ella.

Chidori sonrió ante tu ofrecimiento. Era curioso pensar en los lugares que Lety solía frecuentar.

- ¿Estás seguro que es buena idea? Ambos sabemos el tipo de lugares que Lety frecuentaba - rió. Tal vez no le convencía la idea, pero tampoco parecía estar negándose.

- ¿A dónde te gustaría ir? -.

El tiempo seguía pasando y el guardaespaldas que había saludado a Katherine abrió la puerta de su auto para indicarles que podían subir tranquilamente. Sin embargo, Irisu y Mamoru parecieron retirarse de allí con algo de rapidez, dirigiéndose a destinos diferentes.

Te separaste de tus amigos cabizbajo y con el mensaje de Ruka en la cabeza. ¿Habría pasado algo? Sabías que Edward era Ephorus, pero ¿qué había de los demás? ¿Qué habrían visto en Ruka para decirle que se tomara el día libre? Sabías que, sobre todo antes de un concierto, las prácticas eran más intensas y la chica solía llegar a altas horas de la noche después de esos días.

A pesar de eso, era muy posible que la encontraras en casa, ya que, de seguro su representante llamaría un transporte para ella. Era una tarde fresca gracias a la cercanía del otoño, aunque parecía sentirse oscura por la situación en la que ambos se encontraban. Atravesaste el parque cercano y notaste que Ñyankuro parecía estarte esperando a la entrada del edificio. Se hizo frente a ti, diciendo solo una cosa - Sabes tan bien como yo qué sucederá, ¿no es así? - y luego hizo un ademán para que lo cargaras hasta el apartamento. Era un gato perezoso y eso no había cambiado, ni siquiera ahora que volvía a hablarte.

Entraste al apartamento en el que vivían los dos. Ya todas las cosas de Ruka estaban desempacadas y en su sitio otra vez, así que todo estaba normal en apariencia. A pesar de eso, al entrar a su habitación, viste que todas las cortinas estaban cerradas y el cuarto en total oscuridad. Una pequeña franja de luz te permitía ver que había una figura delgada sentada en el suelo con las rodillas recogidas y con la mano en la cabeza. Parecía estar murmurando algo para sí y tan concentrada en ello que ni siquiera había notado tu presencia. Ñyankuro saltó de tus brazos con gran destreza para un gato obeso y se fue, dedicándote una última mirada triste.

¿Debía haber pedido ayuda? Eso fue algo que no le pasó por la cabeza en el momento, ni siquiera mientras caminaba hacia casa. Mamoru se encontraba bastante ofuscado, sacando conclusiones apresuradas. Para él ese mensaje había sido una llamada de alerta. En otras circunstancias, antes de recordar todo, un mensaje de ese estilo le habría sorprendido, pero no le habría hecho pensar más que Ruka había tenido un mal día, aunque aún así era raro sentirla tan decaída. Sin embargo, estando en la situación en la que estaban, nada podía ser tan sencillo.

Caminó y caminó, con rapidez. Ni siquiera deteniéndose a pensar si el tiempo era malo o bueno. Lo único que le importaba era llegar lo más rápido que pudiese al edificio, y así lo hizo. Allí lo estaba esperando Ñyankuro, a la puerta de este. Sus palabras le dieron una punzada en el pecho. Se agachó y lo cargó; su expresión de seriedad no había desaparecido.

―Hubiese agradecido que no confirmases lo que pienso ―y cargándolo en brazos entró al edificio, preparado para más de un escenario.

Entró a casa, sintiendo el aire pesado por propia sugestión. Estuvo un par de minutos en la entrada, hasta que por fin decidió quitarse los zapatos y pasar a la sala. Con los labios juntos en una fina línea abrió lentamente la puerta del cuarto de Ruka, para encontrarse con una escena que se temía, pero que le dejaba confundido; confundido por los distintos significados de aquel escenario. Dejó que Ñyankuro se fuese, sin siquiera molestarse en mirarle y, sin moverse de donde estaba, habló con suavidad.

―¿Ruka...? ―la llamó, solo para obtener su atención. El cuerpo de Mamoru se encontraba rígido, por instinto preparándose para ponerse en guardia en cualquier momento― He llegado... ―"aunque quizá demasiado tarde".

Al decir su nombre, los murmullos cesaron. Soltó las manos de su cabeza con despacio mientras giraba la cabeza y el cuerpo para verte. Sus ojos abiertos de par en par y sus mejillas brillantes daban a entender que parecía estar llorando. Su mirada parecía estar analizando a quien tenía al frente, casi como si no pudiera reconocerle. ¿Sería aún Ruka? ¿O ya había aparecido "alguien" más?

Viste que se encontraba solo en ropa interior, cosa que no era muy normal en ella. Procuraba siempre cuidar su apariencia, pero su cabello estaba desordenado y sus ropas en el suelo. Dilucidaste una marca en su pecho, justo donde había recibido el ataque en la cueva, pero no lograbas distinguirla con claridad. Después de mirarte en silencio por un rato, dijo muy suavemente - Mamo... kun... - apoyó sus manos en el suelo y se puso en posición de gateo, para luego ponerse de pie y correr hacia ti con gran velocidad para buscar derribarte. Gritaba como un animal herido y notaste que había algo diferente en sus usuales ojos gentiles: estaban teñidos del color de la sangre mientras que parecía mirarte con gran enojo contenido.

Mamoru cerró los ojos un momento, sintiendo un dolor que empezaba a acrecentarse en su cuello. Una y otra vez, no lo había conseguido, esta vez... 

―Mierda, mierda ―mascullaba, apretando sus puños con una inmensa fuerza; sin importarle que las uñas se le clavasen en la piel. La impotencia que sentía era mucho más grande que cualquier otro dolor. Había vacilado demasiado y todo una vez más había sucedido de la misma manera―. Lo siento. Esta vez es mi culpa. Una vez más...

Aunque le dolía, volvió a abrir los ojos para ver a Ruka. Le dolía verla de esa manera. Pero no podía evitarlo. La chica se volteaba a verle, le hablaba, se levantaba y corría hacia él. Todo parecía ir en cámara lenta. Para cuando se dio cuenta, tenía a Ruka encima, mirándolo con aquellos ojos que no tenían que envidiarle nada al más temible demonio.

―Ruka, ¿queda algo de ti allí? ―fue lo único que pudo decir, antes de intentar inútilmente parar el ser embestido. Estaba dudando. Una vez más... No podía defenderse; no podía hacerle daño. Aunque sabía que ya no podía evitarlo... ¿moriría de nuevo?

Alioth se acercó hasta ti con gentileza y puso una mano frente a ti para hacer aparecer un círculo mágico. En cuestión de segundos, el agotamiento y las heridas que tenías desaparecían. Una vez completada la curación, el círculo color esmeralda desapareció y el rey te sonrió - ¿Mejor? - para luego girar su cabeza hacia la puerta.

Se volvió a mirar al búho y dijo - Legolas, ¿atenderías por mí? - era sabido que el rey tenía una sensibilidad mayor a la de casi cualquiera, así que no era de extrañar que este dijera algo por el estilo de alguien que ni siquiera estaba cerca. Pasaba mucho estando en Sonoe, siendo solo los gemelos quien lo superaban al poseer el poder robado de Umhti.

Se giró nuevamente a mirarte gentilmente mientras el búho al cual Alioth había llamado Legolas salía volando hacia la entrada del departamento.

- Llegaste en el momento justo, ya que nuestra invitada está por llegar. Busqué cómo preparar pizza, así que espero que haya quedado bien - hizo una señal para que lo siguieras y fue a la cocina. Del horno, sacó una pizza recién hecha y la puso sobre un plato hondo para luego servir lo que parecía soda de limón. Sirvió tres vasos y luego miró a la puerta, mientras que Legolas abría la puerta para revelar a quien esperaban.

Tomaste tu motocicleta y condujiste a tu destino, permitiendo que la brisa fresca de la entrada del otoño refrescara tu camino. El sector al cual te dirigías parecía ser un tanto exclusivo. Si bien vivías en unas condiciones económicas buenas, estabas acostumbrada a caminar por otras partes con los chicos, así que a veces era difícil reacostumbrarse a deambular por este tipo de lugares.

Llegaste a un edificio de apartamentos alto y te dejaron entrar. Al parecer, Alioth ya había advertido entrada, por lo cual pudiste pasar sin problema. El departamento asignado era en el último piso, donde solo había dos departamentos, y el número 1 era el indicado. Te acercaste a la puerta y apenas llamaste, Legolas era quien estaba en la puerta. No sabías cómo había logrado abrir, pero en definitiva era él quien te había abierto.

Un poco más atrás, notaste que estaba Eiji de pie junto a una chica pelirroja que no tardaste en reconocer como Isabella Girelli, tu compañera de clase.

El olor a pizza inundaba la estancia, llenando el lugar del exquisito olor a queso fundido y a pasta recién horneada. Irisu pudo ver que la pizza se encontraba servida en un pequeño comedor de cuatro puestos. El departamento era amplio y bastante cómodo, además de moderno y decorado con buen gusto. Cualquiera diría que se trata del lugar de una familia acaudalada.

El búho se posó sobre el hombro de Irisu y miró a Isabella, esperando que la recién llegada siguiera.

- Pasa, acomódate Irisu. Es mi primera vez preparando pizza, así que espero que la disfrutes - sonrió y luego llevó dos de los tres vasos de soda de limón a la mesa. Se hizo al lado de Isabella y puso una mano en su hombro.

- Sé que ya se conocen del instituto, pero es importante presentarlas a ambas como Einar. Irisu se nos ha unido y aunque aún debo presentarles a alguien más, creía importante que ambas supieran que están juntas en esto. Siéntete como en casa - y le hizo un gesto para que se sentara a la mesa también para traer el último vaso restante en la cocina.

-Jeje, me refería a los que se "puede" frecuentar -dije sonrojándome- No me malentiendas. A muchos de esos lugares ni se me hubiera ocurrido acompañarla. Jaja.

Ruka se abalanzó sobre ti, aunque no hubo mucho que pudieras hacer sobre su peso porque ambos cayeron inevitablemente al suelo. Cuando estaban en el suelo, Ruka sujetó tu cuello con fuerza, buscando sofocarte. Tal vez era la culpabilidad, pero no te resistías mientras podías sentir que se hacía más difícil respirar. Empezabas a marearte y a ver borroso, además Ruka jadeaba sonoramente.

Justo antes de perder la consciencia, pudiste tomar una enorme bocanada de aire y al reaccionar, notaste que las manos de Ruka ya no aprisionaban tu cuello. Al buscarla, la viste no muy lejos de allí, sentada en el suelo y mirándote con rostro triste. Sus ojos recuperaba su verde usual mientras lloraba al verte así. Entre sollozos, habló con voz triste.

- ¿Qué e-estoy haciendo? Perdóname, Mamo-kun... ¿Qué... Qué está pasando? -.

Se llevó las manos a la cabeza presionándola con fuerza mientras sollozaba. 

- L-lo siento... Mamo-kun... Lo siento... ¿Qué me está pasando? -.