Partida Rol por web

Mamoru definiría lo que tuvo que pasar ese día en dos simples palabras: un infierno. 

Cuando acabó con el castigo todo su cuerpo pesaba. Sus piernas temblorosas no podían sostener su enclenque cuerpo y sentía que sus pulmones estallarían por la presión que había ejercido a su cuerpo. A pesar de todo, mientras Mamoru estaba tirado en el suelo recuperando fuerzas, pensó en que quizá debía agradecer a Shinta; durante toda la clase se había preocupado por no morir y había dejado de pensar un poco en lo que le agobiaba. Aunque eso no quitaba que Mamoru sintiese desquebrajarse su cuerpo.

Mientras todos se retiraban el se quedó acostado en el suelo con los brazos extendidos. Lo único que quería hacer en ese momento era mirar el techo hasta recuperarse un poco. 

Cuando Kuroryuu habló, Mamoru la miró con seriedad, asintiendo desde el lugar en donde estaba, para luego volverse a mirar hacia el techo. Se iría apenas sintiese que podía ponerse de pie. 

Se le había ido de las manos, ojalá el profesor la hubiera dejado a hacer la mitad de las flexiones, pero según era el profesor... Estaba segura de que se lo hubiera negado. Cuando la gente empezó a irse tras finalizar la clase, la joven se levantó de dónde estaba con intención de hacer lo mismo, aunque asintió a las palabras de su compañera y mostró una sonrisa cálida.-  De acuerdo.-Fue todo lo que dejó salir de sus labios. 

Mientras guardaba algunas cosas en su bolsa de deporte, sacó un zumo y una barrita de chocolate, se la había traído para ella... Pues sabía de sobra que las clases con el musculitos podían ser terribles, pero había alguien que lo necesitaba aún más. Después de todo ella sólo tenía golpes y la nariz amoratada y algo hinchada tras la paliza de aquel aparato. Se acercó a Mamoru y se agachó a su altura con una sonrisa.- Tómate esto, Mamoru-san, te ayudará a recuperarte algo más rápido.-Dejó ambas cosas junto a él y tras eso se levantó.- Nos vemos.-Y sin esperar mucho más se dio la vuelta dirigiéndose hacia los vestuarios y de allí para casa.

Tras la tortuosa clase, se cambió de ropa en los vestuarios y de allí salió a paso rápido. El camino hasta casa se le hizo cuesta arriba, no había ni una sola parte de su cuerpo que no le doliese de sobremanera. Al llegar a casa abrió la puerta.- ¡Ya estoy en casa! -Exclamó a la par que entraba y cerraba tras ella. Dejó los zapatos en la entrada, pero se dirigió hasta la habitación de ella para dejar la bolsa de deporte y la mochila.

Tras eso se animó a buscar a Alioth, recordaba que le había dicho que deseaba hablar con ella.

Apenas terminó la clase, estaba a punto de volver a casa, cuando escuché aquella extraña invitación.

¿De qué querrá hablar? Bueno... supondo que tendré que esperar para descubrirlo...

Irisu sonrió ante el gesto de Isabella para con Mamoru, aunque quiso decir algo, no pudo, pasaban muchas cosas.

-Mamoru, eres bastante popular.

La presidenta parecía no querer irse sino hasta que el ultimo miembro dejara el lugar, no le importaba quedarse un tiempo extra por un compañero.

-Tu descansa –La chica se sentó a un lado suyo. Esto me recuerda un poco aquella tarde en el parque.

Y mientras abrazaba sus rodillas, la presidenta miro la prueba, de nuevo se extraño que aquella le fuese tan fácil, en especial viendo que no tenía ningún golpe, aquellos muñecos parecían moverse lento o quizás fuese algo más.

Isabella no le había dejado ni siquiera tiempo de agradecerle. De cualquier forma, él le agradecería el día siguiente. Sin embargo, aunque tenía sed, no hizo el menor esfuerzo por mover un músculo. Se quedó en la misma posición mientras miraba el techo, únicamente concentrándose en respirar.

Cuando escuchó la voz de Irisu, fue que apenas se movió. Movió la cabeza en dirección a la chica y por un momento pensó que era bueno que ella no tuviese falda en ese momento... ¿o malo?

―No puedo evitarlo. Es la maldición de tener mi físico ―contestó Mamoru, volviéndose a mirar el techo. Sintió cómo Irisu se sentaba a su lado; no le incomodó―. ¿Qué exactamente? ―preguntó, de forma casual― De hecho, ahora que lo mencionas, quizá deberíamos repetir eso algún día.

Katherine aún continuaba recostada en el suelo recuperando energías, levantándose un poco cuando vio a Mariko para poder alcanzarla; pero el tiempo que le tomó procesar esa idea fue el mismo que ella hizo al retirarse y solo ver su destello a la lejanía. La inglesa suspiró y permaneció así, despidiéndose de Koichi con una sonrisa afable y atendiendo a las palabras de Kuroryuu, perdiendo parte de su sonrisa para percatarse de esa seriedad. 

Se fue levantando cuando Jaycee se acercó a ella, recibiéndolo con una pequeña sonrisa mientras se acomodaba el cabello.

-Sí, está bien-despeinó levemente al chico y luego se despidió de quienes ya se iban, como Isabella y Hikari. Caminó a los vestidores para quitarse las ropas de gimnasio, notando que las heridas que se hizo en el ejercicio del profesor tardarían en sanar. Volvió a los pocos minutos justo para escuchar a Irisu y a Mamoru, recordando aquella noche en el parque-. ¿Alguien gusta venir conmigo y con Jaycee?-preguntó mirando de reojo a su novio, sabiendo que no le negaría esa petición.

Pensar que iba a volver a ver a la Sacerdotisa Dragón me hacia sentir triste en el fondo. A pesar de que intente no lastimar a ninguno de su raza en el combate, al final de todo lo sucedido... Fui parte de ese combate y ese peso sigue encima de mis hombros. Ademas de que tambien tenia razon, Sombra me habia contado al respecto de los Hitogata. En todo caso... Habra gente de confianza, y si la actual Guardiana Suprema confia en eso, entonces solo tendre que estar pendiente de que no suceda nada malo. — Como desee entonces, Mariko-sama. Llegare como Trickster y me mantendre alerta de cualquier movimiento extraño. Son tiempos oscuros los que vuelven a aparecer ante nosotros. — Dije un poco inconforme, renacer para enfrentar nuevamente mas amenazas... Ese era el destino de los de Andelivian, algo con lo que ya estamos destinados. 

Cuando me entere de que lo que iba a hacer no era salvarlos, si no acabar con su renacimiento. Pero era un renacimiento peculiar, forzado y corrupto. Eso fue lo que sucedio con Scarlet Light, y lo que sucedera con los demas... Mi rostro se tergiverso en una mueca de completa molestia y horror, agachando la cabeza para evitar que se mostrase demasiada mi molestia. Me recordo a lo ultimo sucedido, recorde como Scarlet Bat hizo que peleara contra mis propios compañeros, recorde el final triste que tuve, recorde todo. Tener que pelear una vez mas contra mi familia... 

Apreté el puño, aceptando la realidad. Una vez mas, tenia que tomar la mascarada completa y volver a luchar en contra de mi voluntad. Si mi unica manera de salvarlos es acabando con sus vidas, entonces que asi sea... Solo desearia encontrar una opcion de salvarlos... — ... Si, soy consciente, Gran Guardiana. No se preocupe, no dudare ni un segundo si es para salvar a nuestros camaradas de esa tortura. — Dije completamente determinado a cumplir mi palabra, mi unica y verdadera palabra. 

Lo terrible fue escuchar lo siguiente: Scarlet Bat podia regresar. Escuchar eso hizo que mi corazón saltase por un segundo, senti una gran nausea y un enojo invadir mi cuerpo. Esa mujer fue la que causo mi muerte, la de mis hermanos de armas, y de mucha gente... Saber que puede renacer en este nuevo mundo me parece un pecado, un insulto a todos nosotros. — Scarlet Bat, eh... Que vuelva a la vida en este mundo es imperdonable, no lo permitire... — Dije mirando al rostro de Mariko-sama, con la palabra venganza remarcada en mi rostro. No solo eso, si no que el anterior Gran Guardián, Arjimae... Tambien estara alli. Observe su mano con el boleto, tomando este de manera delicada pero sin perder esa mirada de odio. — No tenga dudas, Mariko-sama. No faltare, definitivamente no faltare. — Dije, guardando el boleto con sumo cuidado. Si asi iban a estar las cosas... Habian muchos cabos sueltos que tenia que resolver de mi vida pasada, y parece que tendre la oportunidad de hacerlo pronto. 

Irisu asintió divertida ante la sugerencia, el hecho de que se pudiese repetir aquella noche era una rima perfecta con el pasado.

-Nada en particular, solo verte cansado me recordó, no sé porque, esa tarde, y si planeas repetir la reunión debes hablar con Katherine también.

Cuando todos comenzaban a retirarse, pudieron notar que la susodicha estaba al tanto de la conversación, así que la presidenta asintió.

-Esperare a Mamoru, puede que los alcancemos en un momento ¿O tu que dices Tsukaima?

Cuando Katherine llegó, Mamoru por un momento considero con bastante seriedad su ofrecimiento, pero al final se decidió por no hacerlo. 

―Yo paso, Irisu-san ―le contestó a la chica, sin moverse―. Puedes ir con ellos si quieres, yo me iré en un momento más. Solo necesito recuperar un poco más el aliento.

No rechazaba la oferta de Katherine por nada en especial, solo no quería sentirse incómodo.

Irisu sonrió maliciosa a Mamoru, claramente en desacuerdo con sus últimas palabras.

-No me iré, sino hasta que el ultimo se marche, así que tú decides a qué hora nos vamos Mamoru.

Aquel era su deber, cuidar a todos y dejar a alguien atrás no era su estilo, siempre había tratado con pequeños detalles.

Así que apoyando sus manos en el suelo, se mostró bastante decidida para no dejar que el chico se quedase como el ultimo.

Tras una clase intensa, me di una buena ducha y salí con cara relajada. Aquel entrenamiento me había venido de perlas para el estrés.

- Qué buen enternamiento - dije con voz tranquila.

Mientras me vestía me despedí de Mariko, quien había salido corriendo. Me pregunté qué era aquello tan urgente que tenía que hacer, pero no me dio tiempo a preguntarle. Una vez fuera, cuando Kuroryuu se despidió asentí a sus palabras y se fue también. Al parecer estaban ocurriendo muchas cosas.

- Yo iré con vosotros, Katherine - dije uniéndome a mi amiga.

Que Irisu se quedase por su culpa no era algo que hiciese sentir muy bien a Mamoru. Aunque no se sentía con las suficientes ganas de aceptar la propuesta de Katherine, ni con las suficientes fuerzas para irse en ese preciso momento. Cerró los ojos un momento con fuerza, reflexionando qué hacer. 

―¿No estás siendo un poco injusta? Te aprovechas de que soy demasiado blando ―Mamoru abrió los ojos y suspiró, incorporándose lentamente de nuevo para sentarse―. Dame solo un par de minutos más. Eso será suficiente.

Mariko sonrió ampliamente complacida al ver que accedías a estar en la reunión y en el concierto. Escuchó tus palabras sin interrumpirte y luego solo añadió - La oscuridad no puede existir sin la luz. Nuestro trabajo es traer esa luz a la oscuridad. Cuento contigo, Lucian - y luego se quedó en silencio mientras contemplaba cómo tu rostro se desfiguraba por el deseo de venganza. Su semblante cambió a uno un poco más serio, más preocupado. Se puso de pie con la elegancia que había mostrado hasta ahora se acercó hasta donde estabas.

Se inclinó lo suficiente para quedar frente a frente contigo y te miró a los ojos con decisión. Luego, puso su mano derecha delicadamente en tu mejilla izquierda y habló en un tono sereno y cálido.

- Es de un guerrero conocer la justicia por encima de la venganza. No dejaré que nada malo te suceda esta vez - sonrió y depositó un sencillo beso en tu frente. Su toque era gentil, casi como el beso de una madre a su pequeño asustado. Se retiró y volvió a su posición.

Dio un sorbo a su bebida y te miró - ¿Prefieres ir por tu cuenta o que Hunter te lleve hasta allí? Él ya te conoce, así que será fácil pasar por ti. Me aseguraré de avisar a la Sacerdotisa dragón para que sepa que te estará esperando antes que a los demás -.

Viendo que Irisu y Kasumi había aceptado la invitación, Katherine se permitió sonreír y asentir pensando en lo que podrían hacer para pasar la tarde, pues no quería llegar a su casa y haría lo posible para evitarlo, pues sabiendo todo lo que sucedía no podía llegar con cierta persona a su hogar.

-Entonces Jaycee y yo las esperamos afuera. Podríamos ir a caminar por el parque o a alguna plaza de compras, ¿se les ocurre algo?-preguntó a los tres mientras les veía.

Sin embargo, en lo que contestaban, se acercó a Mamoru susurrándole algo y revolviendo su cabello antes de volver al lado de su novio y salir del gimnasio para luego partir junto a Irisu y Kasumi y ver qué les deparaba la tarde.

Katherine se acercó al rubio y le dijo en voz baja.

-Procura no estar solo. Si te pasa algo llámanos-expresó preocupada, lo cual quiso disfrazar revolviendo su cabello y sonreírle levemente antes de regresar con Jaycee y salir. 

Después de Mariko y Kuroryuu, Isabella es la siguiente en irse. Después de ella, Jaycee parecía dispuesto a irse con su novia, aunque esta comenzó a llamar a algunos para que se le unieran. A lo cual Shiro Kasumi fue la que respondió.

Mamoru e Irisu fueron de los últimos en salir, mientras que Hikari y Chidori parecían no decidirse aún. Con eso dicho, cada quien parecía tener un destino. O al menos en apariencia. Por el momento, no había ataques o enemigos, solo el tiempo libre de una tarde para un adolescente común.

Justo cuando decidiste ponerte de pie, revisaste tu teléfono y notaste que tenías un nuevo mensaje de Ruka.

Iré a casa. Los chicos me dijeron que debía descansar para el concierto.

Para ser un mensaje de Ruka, era bastante seco. Normalmente la chica enviaba mensajes con alguna palabra cariñosa, pero ese parecía ser serio. 

Justo cuando Mamoru se puso de pie y se dirigieron a la puerta, tu teléfono sonó. Pudiste notar que era un mensaje de Alioth.

Mirari, quien quiero presentarte ya ha llegado. Espero no tardes.

Era sencillo y no era impositivo, pero de seguro debía ser importante para que el Rey de Sonoe se tomara la molestia de escribir una segunda vez.