Partida Rol por web

Aparentemente la bestia si que fue provocada por su llamada lo cual era su idea, asi conseguiria distraerla lo suficiente para que el resto acabara con ella o pudieran descansar de sus ataques y poder atacar mejor, no tenía muchas fuerzas pero le quedaban las suficientes para tratar de convocar su escudo protector a su alrededor para detener el ataque de la bestia.

Mientras tanto sus servidores trataban de llegar hasta Titiritera como su ama les había  ordenado para acabar con ella.

Aunque había logrado atacar a dos de los sirvientes de su contrincante, parte de ella seguía molesta por el poco honor que ella poseía. Aunque se concentraba sabía que sus amigos seguían peleando y no se rendiría aun cuando la superasen en número. Una parte de ella observaba a Ilify con temor y admiración, prometiendo que después hablaría con él.  Sonrió con la patada de Calíope  y miró a Storm Angel para infundirle ánimos, pues ya había visto de lo que era capaz de hacer.

Con esa misma sonrisa que aún portada, preparó su ataque más poderoso para disparar a su enemiga, concentró el poder del viento en su flecha para cargarlo con magia y resuelta, disparó.

Mi ataque apenas tuvo efecto, aunque había conseguido atacar con fuerza Yami era más fuerte y me repelió sin mucha dificultad. Me llevé la mano hacia la herida causa por la espada e hice una mueca de dolor. No tenía pensado darme por vencida, aún con la herida. Debía atacar con más fuerza, debía concentrarme y encontrar un punto débil de mi adversario. Sólo así conseguiría dañar un enemigo de aquel calibre.

Sujeté fuerte la hoz y me puse en posición de ataque. Mientras pensaba en la mejor manera de atacarle, pude observar a mis compañeras y los dragones. Parecía que las cosas no iban del todo mal, pero nuevas dificultades se presentaban. La Titiritera se había escudado dentro de una barrera y eso no auguraba nada bueno, y Enola había llamado a unas amiguitas a la fiesta. Fruncí el ceño preocupada, debíamos acabar cuanto antes, aún debíamos derrotar a la reina oscura y aún no habíamos acabado con sus secuaces. 

Con los ojos fijo en Yami, me lancé al ataque con hoz por detrás y en el último momento, di un salto e intenté caer sobre él para ensartarlo con mi arma. Con las amenazantes voces susurrando todavía en mi mente y rompiéndome la concentración, no estaba del todo segura de que pudiera acertarle.

Sus ojos se quedaron mirando la barrera, impasibles, como si estuviera absorta en algo que solo ella comprendía. Sus labios, ensangrentados se movían una y otra vez, de una manera débil pero sin perder la sonrisa. Observaba el combate con gran interés, detrás de su barrera de peluches que confiaba poder mantener. Sus fuerzas debían crecer, debía hacerse mas fuerte para poder contraatacar y pensaba el usar todo ese poder en breve gracias al poder de la luna.

Desde su escondite, la Titiritera abrazaba con fuerza una de sus marionetas mientras la otra pululaba tranquila encima de ella, observando el combate y esperando que sus marionetas siguieran su ultima orden, matar a Platinium. Su sonrisa era amplia, sus ojos de color sangre no paraban de mirar a su objetivo, la dragona que parecía mas muerta que otra cosa, pero que había caído en su trampa. Chocaría una y otra vez contra su imagen, como quien intenta cambiar un reflejo de espejo. No necesitaba apenas nada para matarla, solo un suspiro y su mayor guerrero, su orgullo, Grim acabaría con ella. Se arrepentirían del mismo momento en que le pusieron las manos encima a la Titiritera.

A pesar de lo molesto que siempre era, el gato regordete parecía preocupado esta vez. Realmente preocupado.

- No eres una inútil. No lo fuiste y no lo serás. Solo que no puedes esperar pelear como lo hacías en antaño, aún no has recuperado tus poderes completamente – y entonces, una burbuja comenzó a formarse en su boca, una burbuja rosa que parecía un escudo y la cual flotó lentamente a la mano de Dawn. Al tocar su palma, estalló y reveló un pequeño frasco con algo líquido dentro.

- Bebe esto. Te ayudará a volver a la pelea. Es un poco de poción sacada de un estanque sagrado de Hardak. Ya no tenemos muchos de estos, así que más te vale que lo hagas valer – dijo y esperó mientras Dawn la bebía.

Las voces te atemorizaban, te hacían sentir perseguida pero lograste ver a través de ellas y aunque fue difícil, lograste ver que se trataban de ecos imaginarios sin ningún tipo de portador.

Las confrontaciones siguen y a pesar del agotamiento que se pudiera sentir, el derramamiento de sangre no cesaba. Lightning siguió enfrentando a Yami, el cual portaba su espada oscura y con una velocidad increíble, ambos lograron una colisión, haciendo que la intensidad de sus ataques los hiciera retroceder. Ambos heridos y ambos listos para continuar. Una herida de esas no detendría a ninguno de los dos.

Platinium llamó la atención de la bestia y esta se dirigía irritada hacia ella, pero Ilify le atacó nuevamente, aún cubierto por esa energía oscura, la cual parecía llevarse gran parte de su esencia bondadosa. Como si de un demonio se tratara, aspiró profundamente quitándole la fuerza a la bestia pero esta no se quedó allí. Ella se giró nuevamente hacia el dragón de cabello azul y con un garrazo, lo retiró aunque no pudo evitar su daño. La bestia parecía tambalearse levemente.

Las tres recién aparecidas sirvientes de Enola se dirigieron a toda velocidad a Animae, ambas con un arma diferente. El brazo de la rubia se trasformó en una ametralladora y disparó a la guerrera del arco, lo cual la tomó por sorpresa. La hizo tambalearse aunque no perdió el equilibrio y apuntó su arco a Enola. El aire a su alrededor comenzó a condensarse y un remolino a rodearla. El aire se fue reuniendo en la flecha, cubriéndola, haciéndola letal pero justo cuando se disponía a lanzarla, la sirvienta de cabello rojo tomó su forma de batalla y atacó a Animae, haciendo que la flecha perdiera su trayectoria y se disparara hacia el cielo. Animae las miró y justo a tiempo, ya que la de cabello negro tenía una llama en su mano y al soplarla, se expandió. Animae pudo crear un remolino para disiparla pero, de lo contrario, hubiera podido ser fatal para la guerrera. Enola no dejó pasar la oportunidad y al ver que Animae se encontraba distraída, disparó hacia ella. La guerrera no pudo evitar el golpe y la bala penetró su hombro, causándole gran dolor. A pesar de su éxito, Enola no se quedaría allí y dirigió su rifle flotante a Platinium, aunque sin mucho éxito. La bala se dirigía a ella pero uno de los sirvientes usó su arma para desviarla, evitando que impactara a su señora.

Grim, por su parte, abandonó el refugio de su señora y se dirigió hacia Platinium a toda velocidad pero ésta previó un ataque y sus alas parecieron agrandarse en tamaño, cubriéndola por completo en una coraza alada y protegiéndola del fuerte puñetazo del peluche. Si no hubiera sido por esto, de seguro el golpe le habría hecho mucho daño. A pesar de esto, esta barrera no pudo defenderle de lo que vendría a continuación. Dos de los sirvientes de Titiritera corrieron a toda velocidad a Platinium, golpeándola cada uno una vez y aunque lo intentaron una segunda vez, los sirvientes fallaron esta vez porque la chica logró rodar sobre sí misma y evitar el segundo par de ataques. Storm trató de desplegar todo su poder pero algo la detuvo, algo que parecía ser más grande que ella y cayó de rodillas, mostrando toda la frustración que sentía.

Aquello que se aproximaba a toda velocidad estaba cada vez más cerca y pudieron distinguir no solo una energía colosal sino dos.

El dragón se sentía desbocado sus tétricos impactos, aunque precisos, le hacían sentir una sed de sangre que pese a no desagradarle, le provocaba algún que otro mal recuerdo. Perdía momentáneamente algo de su cordura que le proporcionaba una cierta obsesión por su presa.

Eso en un lugar rodeado de las titánides que tanto odiaba, no le parecía normal, obsesionarse por una criatura a la que desearía salvar era como que un gato que adore el pescado, lo deje de lado por una extraña necesidad de comer algo que deteste.

- congélala - una idea de procurar apagar esa necesidad de alimentarse de lo que quería salvar, golpeó la masa gris del draconiano. Que logró reaccionar colocándose justo en el lomo de la bestia, desvaneciéndose como una nube la negra aura que lo cubría llevando sus brazos hacia atrás, concentrando una masa de humedad alrededor de sus muñecas y provocando una bajada de la temperatura a su alrededor y tras un grito golpeó el lomo de la bestia con sus manos, creando un estallido de cristales de hielo que chocaban contra la criatura.

- ¡DESPIERTA DE UNA VEZ! ¿¡contra quien crees que estás luchando!? Yo no soy tu enemigo,... ¡Tormenta! ¡helada! ¡de Etna~!

-Lo se, pero aún así no he podido hacer mucho por nuestra señora. Aún mi mejor esfuerzo no fue suficiente.

Dawn se sentia en un poso, habia dado todo en la pelea de antes y no habia sido mas que una caspa para el perrete. Iba a tirarse a la desesperación cuando vió con asombro que su compañero le lanzo una burbuja, esta al atraparla se materializo en un frasco con agua cristalina y resplandeciente. Era agua de un estanque sagrado, agua que solo la gran sacerdotisa y otras altas figuras en Hardak podian usar, la Dragona no lo podia creer. Miro a su compañero inquieta y preguntó:

-¿Como es que obtuviste esto? ni siquiera yo como Dama al servicio directo de la Suma Sacerdotisa he podido tener acceso a esta, jamas en mi vida. ¿Que hiciste?

La Dama iba a seguir preguntado de esto y mas pero al sentir un temblor en el suelo se dio cuenta que la batalla continuaba, debia unirse a la lucha. Sin pensarlo mas Dawn abrio el frasquito y bebio de golpe el contenido. Sintiendo como sus heridas ardian para enseguida desaparecer Cursed se incorporo enseguida, extendio las alas y mientras levantaba vuelo extendió un brazo hacia Ñyankuro y le dijó:

-Vamos Ñyankuro, vamos a pelear, no podre hacerlo sin ti. 

Platinium puede ver como la bestia se dirigía hacia ella, momento en el que Ilify se lanzó a por esta y realiza un ataque, parecía que su intención de distraer al poderoso ser había funcionado, pero parecía que la bestia reacciono al ataque, aunque sí que pudo ver como esta parecía tambalearse un poco, quizás estuvieran por fin haciéndole daño de verdad, lo cual era sin duda una gran noticia, fue cuando vio como uno de sus sirvientes le defendía de un ataque de Enola que se dio cuenta de este ataque hecho a traición por la titán,  pero no podía distraerse, aquel oso de peluche dantesco de Titiritera se lanzó contra ella, pudo evitar el ataque usando sus alas como escudo, pero rápidamente sintió el dolor de los ataques de dos de los sirvientes de la titanide de pelo verde, en cuanto puede rueda para evitar el ataque, ya desde su posición observa dolorida la escena, sin duda estaba en una mala situación, una parte de ella le gritaba que huyera de allí, que se marchara para vengarse otro día, en otra ocasión  pero otra parte de ella le decía que se quedara, que tenía que seguir allí y acabar con las fuerzas del mal, pero entonces siente dos grandes fuerzas acercándose, realmente sentía que tenía que saber que eran esas fuerzas y tenía que destruir a titiritera y sus sirvientes, mira a sus sirvientes y dice:

- Acabad con los grotescos sirvientes de Titiritera

Ella había recibido ataques de varios, pero sabía que el que no la iba a dejar era ese gran peluche, por lo que se incorpora con dificultad tratando se no agravar mas las heridas que tiene ya graves, y señala con el dedo a la abominación de peluche mientras dice

-Desaparecerás... Te hare descansar y te liberare de tu ama...

Notaba un fuerte dolor mientras hablaba, estaba segura que la herida de la bestia era demasiado grave, pero aun así no podía detenerse, no aun, mira a la bestia y apunta, se concentra en usar su ataque de guerrera, una de las técnicas luminosas que aún recuerda. La dragona se concentra y un aura de color morado parece salir de sus alas hacia sus manos, tras apuntar un potente rayo de energía morado surge de sus manos en dirección al abominable sirviente sin duda con intenciones de acabar con él.

Herida, Animae trataba de seguir en la batalla. Lamentablemente no podía hacer mucho, su orgullo como guerrera no le permitiría huir y la situación se estaba apremiando de tal manera que su ausencia, sin creerse el centro del universo, podría repercutir en la batalla. Guardó silencio, solo se podía escuchar que gemía y cerró los ojos por unos segundos para suspirar profundamente y de nuevo apuntarle a la titánide. Concentró el poder del viento en su flecha para cargarlo con magia, pero esta vez podía sentir que la frustración la invadía y, en vez de rehusar a ese sentimiento decidió tomarlo para cargar su ataque más poderoso y dispararle de nuevo.

Enola rio, pero no porque quisiera, estaba actuando para llamar la atención de los demás.

¡¡¡Alto guerreras, ríndanse!!!

En medio de todo aquel alboroto ella estaba lejos, su duelo a distancia la hacía inmune a ataques cercanos.

Pero aunque dijo eso, sus esbirros se armaron contra Animae sin dejar de atacarla, los demás estaban inmersos en sus batallas, si alguien quería interferir tendria que abandonar su pelea. 

¡¡¡O su amiga muere!!!

Dicho eso volvió a disparar con su arma contra la guerrera Animae, quería dejarla al borde de la muerte para que acudieran en su ayuda, mientras su arma flotante disparaba contra Platinium, el ruido de disparos fantasmas sumado a su ojo ígneo le daba un toque aterrador.

¿Qué dicen? -Susurro maliciosamente. ¿Están dispuestas a dejarla morir?

Sabía que faltaban un par de golpes más para sesgar la vida de la guerrera mágica.

Dime guerrera del arco… ¿Tus amigas irán a rescatarte? 

Los ojos de la Titiritera no dejaron de mirar a Platinium, tan débil y a la vez parecía tan llena de vida. Mira que era persistente en su afán por sobrevivir, pobrecita, si se hubiera dejado ahora estaría descansando en el dulce sueño de la muerte. -Grim, no dejes de atacarla, arrancale las alas para mi. Sonrió de manera sádica la Titiritera después de su orden.

La Titiritera se sento en el suelo, sonriendo con hilos de sangre saliendo de sus labios por todo lo que habia sufrido, señalando a Platinium sin decir ni una sola palabra, sabiendo que Grim, su fiel peluche, haria que aquella mujer muriera de la manera mas desagradable posible. Los ojos del enorme peluche se iluminaron de rojo sacando aun mas de su vapor de oscuridad, mostrando su larga hilera de dientes, golpeando dos veces con fuerza el suelo antes de gritar prácticamente en la cara de Platinium mostrando tres hileras de dientes en su interior afiladas como espadas junto con un grito parecido a diez humanos en su interior gritando en agonía.

Alzo los brazos con sus respectivas garras dirigiéndolas hacia Platinium sin importar si estaba amenazado, buscando solo el matar a aquella que los controlaba por orden de su señora. Los peluches menores dieron aullidos a su alrededor, dando vueltas en el aire antes de dirigirse también hacia el cuerpo de Platinium acompañando su golpe.

Una vez más Calíope falló su ataque, haciendo de este combate un curioso espectáculo. Por suerte sus compañeros no parecían pecar de torpes como ella y lograron hacer mella en las defensas de los enemigos. Ella seguiría ahí apoyando a sus amigos, aunque desde un segundo plano...

Seguía siendo imposible intentar cualquier cosa, sus fuerzas flaqueaban, su moral, era una inútil frente a lo que sus compañeras hacían. No tenía armas, ni poder alguno, solo parecía poder ser una mera espectadora de la batalla que estaba llevándose a cabo. 

- Solo los guardianes tenemos acceso a ellas. Para las guerreras está prohibido porque podrían secarlo, pero yo son un guardián, así que ya ves - rió y tras tomar el frasco, sentiste cómo tus heridas se regeneraban.

Las heridas comenzaban a cerrarse y recobrabas parte de tu energía y aunque aún sentías dolor por la batalla, no era lo mismo que antes habías sufrido. Estabas más fuerte.

Ñyankuro te ayudó como pudo a levantarte y tras esto, volvieron a la batalla. 

Parecía que la lucha no tenía fin. Yami era tan duro como había esperado y no era fácil de vencer. Pasé el dorso de mi mano a mi mejilla para quitarme un hilo de sangre que bajaba por él. Sin embargo, no podía pensar en derrotas, simplemente me moví llevabada por la necesidad de acabar cuanto antes. Por desgracia, en esta ocasión mi concentración se vio afectada con mayor fuerza por aquellas voces y erré el golpe.

Con un grito ahogado me sostuve la mano con la cabeza y cerré fuertemente los ojos. Entre los ruidos que la acosaban, pudo ver como la titanide del arma gigante amenazaba a Animae. Maldita... susurró enojada, intentando apartarse de Yami y acudir en su ayuda.

La batalla continuaba y aunque los ánimos bajaban y la energía disminuía, ninguno de los dos bandos quería rendirse. Lightning y Yami peleaban fervientemente mientras todo seguía desarrollándose como de costumbre. Lightning escuchó la advertencia de Enola y se dirigió hacia la titánide pero Yami no la dejaría ir, era su rival en esta pelea y no dejaría ir a su presa tan fácilmente. Con esto en mente, dirigió su espada de sombra hacia ella mientras corría y cuando esta se disponía a golpear a Enola, Yami la derribó hacia un lado, desviándola de su trayectoria original. Storm vio la escena y se dispuso a ayudar a su compañera igualmente, pero aquello que taladraba su mente no la dejaba en paz. Algo más fuerte que ella, algo que quebrantaría el espíritu del más fuerte de los hombres.

Animae seguía resistiendo valientemente mientras atacaba a Enola a distancia y a pesar de la interferencia de sus sirvientes, logra reunir la energía suficiente para cargar su flecha de viento. Al dispararse, esta junta el aire a su alrededor pasando de ser un remolino a un huracán, cortando el viento a su paso y estremeciendo el cabello de los seres que obedecían a Enola. Fue preciso y contundente mientras llegaba al estómago de la titánide, pero ambas tuvieron ideas similares. Los ojos ígneos de Enola brillaban con más intensidad que nunca y con un respiro, disparó. La bala cortó el viento que la flecha generaba e impactó el pecho de Animae. Ambas se causaron mucho daño y parecía que el combate pronto llegaría a su fin. La sirviente rubia de Enola notó cómo la flecha volaba y dispuso su arma para atacarle, pero Animae pudo ver el ataque y se movió hacia un lado, evitándolo con éxito. A pesar de ello, no tuvo tanta suerte con el ataque de la sirviente de cabello negro, pues esta lanzó un proyectil de fuego que impactó su pecho, haciéndola tambalearse y dándole la oportunidad a la sirviente de cabellos rojos de atacarla con una espada gigantesca que tenía en su mano.

 Por otra parte, Calíope no se rendía en tratar de derribar la barrera de Titiritera, pero parecía resistente o tal vez su cuerpo ya sentía el agotamiento. Su patada rebotó y la hizo retroceder mientras veía cómo la barrera parecía no tambalear siquiera.

Platinium seguía luchando a pesar de sus heridas y aunque cada vez parecían más cerca de derrotarle, ella seguiría luchando. Los sirvientes de Titiritera atacaron una vez más a Platinium pero encontraron algo frente a ellos, los sirvientes de Platinium se pararon frente a ellos y les impidieron el paso. No dejarían que se acercaran un solo centímetro más a su señora. Esta les rió complacida pero su agotamiento le impidió esquivar el golpe del titánico muñeco de Titiritera, el cual, de un golpe en su torso, le quebró algunas costillas. Platinium no terminaba de caer cuando una bala del arma flotante de Enola impactó en una de sus alas haciéndola sangrar.

Mientras tanto, la bestia seguía rugiendo y con su atención clavada en el guerrero dragón como desde el principio. Lo miró con odio y esta vez, tiró sus fauces hacia él, atrapándolo entre ellas, enterrando sus dientes en su piel e hiriéndolo, tal vez dañando unos cuantos huesos pero eso no era nada para el dragón, el cual en medio de un momento de explosión de poder como hace mucho que no tenía, gritó el nombre de su técnica con desesperación y fuerza para causar que a través de su piel, el hielo se esparciera por el pelaje de la bestia, congelándola de pies a cabeza, penetrando su esencia y congelando su sangre. El monstruo gritó dejando caer a Ilify mientras el frío se seguía expandiendo y dejándolo paralizado y tras un aullido que se asemejaba más al de un animal herido, rompió el hielo, pero cayó apoyando su vientre en el suelo. Ya no podía luchar, no estaba en condiciones.

Cursed Dawn regresó al campo de batalla acompañada de un gato negro regordete y de mirada perezosa para ver la escena del animal caer y a su compañero con múltiples heridas por las fauces de la bestia. En ese momento, algo más irrumpió en el lugar.