Partida Rol por web

La elfa le hizo un gesto al temeroso mediano para que aguardara tranquilo. Examinó al troll y su entorno durante unos minutos, teniendo cuidado de no exponerse demasiado. Y al cabo de un rato, con otro movimiento de mano le indicó al hobbit el camino de bajada.

Ruby volvió a la edad de un niño al recordar las historias de su abuela Lana sobre trolls que se comían a los niños que comían cuando no tocaba. Mith contuvo al hobbit en su deseo de dar marcha atrás, mientras saboreaba cada rincón de la escena, intentando encontrar algún detalle, por insignificante que fuera, que hiciera más provechosa su incursión.

Lo que pudo extraer del examen al ejemplar de troll es que no parecía formar parte de ningún ejército o hueste mínimamente organizada. Ningún emblema, ninguna vestimenta que le identificara como tal. Parecía más bien una ruda criatura montañesa vestida en harapos. 

Tampoco fue capaz de vislumbrar en todo el horizonte ninguna señal de que fuerzas orcas o de ninguna otra raza se encontraran en los alrededores. La sensación de soledad que transmitía la observación de aquel troll era completa, y casi se diría que hermosa.

 Así que encaminó su mirada a la torre y sus alrededores. A base de tablones, los circunstanciales habitantes que habían hecho de aquellas ruinas su precaria morada habían tapado con tablones y paja la sección de la torre, a modo de techumbre, para protegerse de lluvias y otras inclemencias, aunque había huecos por todo. Tal vez sí sería posible, para un avezado aventurero, trepar por entre los sillares de los muros a escondidas del centinela troll y colarse en el interior de la torre por alguno de esos huecos. Pero en tal caso habría que confiar en no despertar el sentido del olfato del mismo. Los huesos donde el troll había sacado una pieza parecían proceder de alguna pieza de ganado, por el tamaño de las costillas. Las hogueras tampoco daban mayores pistas, aunque se veía una de ellas que parecía muy recientemente usada. Pero, por lo poco que sabía Mith de aquellas criaturas, no habían incorporado a su menú otra cosa que no fuera la carne cruda. Entonces, ¿por qué cocinarla? 

Por último, y en medio de su impaciencia por poner pies en polvorosa de aquella peligrosa ubicación, Ruby juraría haber visto, aunque no podría asegurar que no se tratara de un reflejo del follaje en movimiento por la brisa del atardecer, que uno de aquellos bultos se había movido... 

- No son orcos, no - dijo Asianne ante las preguntas del enano y la humana - Son trolls, pero de una especie que no son afectados por la luz. 

Asianne hizo caso omiso de la observación de Lèah acerca de su vacilación a la hora de llamarlos "compañeros", en lugar de eso se dedicó a azuzar a la humana aprovechando sus ganas de entrar en combate. 

- Está bien, yo os digo cómo acceder con una buena cobertura, pero bueno, ¿vais ya? Y, ¿sólo sois dos? Conmigo somos tres, pero yo no soy ninguna garantía con las armas...

Lèah miró de soslayo al Öter cuando cuchicheó al oído de la recién llegada, y es que los enanos no eran demasiado buenos disimulando, más bien no pareció inmutarse por el hecho de ser excluida de la conversación momentáneamente, lo que determinaba que en realidad la joven era bastante más tranquila de carácter de lo que sus compañeros esperaban.

- Trolls..., bueno, primos hermanos de los orcos, da lo mismo matar a unos que a otros... - el enano parecía desear entrar en combate, Asianne rescatar a sus amigos y ella misma acercarse a las ruinas, así que todo podía converger en un plan perfecto -... Öter quizás debiéramos adelantarnos para avisar a los demás, cinco luchadores siempre van a ser más efectivos que tres... - Y a pesar de que lo decía, caminaba siguiendo al enano, al fin y al cabo ella no temía pelear en minoría numérica

Con su habitual impulsividad, Öter estaba insistiendo para avanzar sin mayor dilación hacia la posición de los trols, con la cabeza de su hacha resonando en la palma de su mano, cuando Mithgannel y Ruby Moss regresaron a la posición de sus compañeros. No pudieron sino ahogar un grito de sorpresa al encontrarse allí, si bien ahora polvorienta y desaliñada, a la aun así magnífica Asianne.

Con atropelladas palabras ambos grupos se relataron lo que había pasado durante el tiempo que habían estado separados. Una palabra destacaba por encima de las demás en esa apresurada conversación, una y otra vez: ¡TROLS! Una maldita y aborrecible palabra que a algunos, como a Ruby, llenaba de pavor desde el tuétano de los huesos, en una espiral de terror atávico que remontaba a los tiempos en que su abuela Lana le contaba historias a la lumbre del fuego. Para otros, como Leah, poco importaba que fueran orcos o trolls, puesto que en cualquier caso iba a probar el sabor de su acero.

Desde su elevada posición de observación, Mith y Ruby observan al asqueroso troll montando guardia frente a las ruinas de Bar-en-Dindol.

- Trols de las Colinas... - dijo Asianne mirando al cielo, distraídamente - Estas criaturas deambulan por las áreas desoladas desde los Páramos Fríos del norte hasta Gorgoroth en el sur. Sí, están repulsivamente bien extendidos por el territorio. Y no, no se convierten en piedra como sus primos, los Trols de piedra. ¿Cómo terminaban las historias de tu abuela, pequeño hobbit? ¿Se convertían en piedra o se comían a los niños?

Aquella referencia a su infancia no le hizo ninguna gracia al mediano, pero la apabullante exuberancia y personalidad de la sureña le acabó dominando, y guardó silencio.

La bella haradrim prosiguió. Según les explicó entre susurros, el sendero de aproximación que conocía Asianne dejaba a los aventureros al suroeste de la puerta. El espeso follaje en esa zona les permitiría posicionarse e incluso tender los arcos y otras armas arrojadizas, a tan sólo unos 15 m del trol que custodiaba la puerta.

—¿Dama Asianne? ¿Qué hacéis vos aquí? —dijo la elfa realmente extrañada de ver a la exiliada haradrim.

Una vez se había puesto en común la información recabada por ambos grupos, la sinda trató de sacar algo mas de información a la bella cantante.

—Carámbanos. Nosotros pensábamos proponer evitar la torre y seguir adelante. Aunque es un vil ser y quitándole la vida evitaríamos problemas a los lugareños, lo cierto es que debemos llegar a... nuestro destino lo antes posible —dijo algo enigmática al tener presente a la haradrim.

—Claro está que ahora no tenemos otra opción que ayudar a los compañeros de la dama Asianne. Por favor, decidnos, ¿cuántos trolls vio, mi señora? Nosotros solo hemos podido ver uno. ¿Había otras criaturas que no fuera ese troll de la entrada? Según las vistas desde ahí arriba, no parecía que hubiera otras criaturas cerca, aunque el hecho de que haya una hoguera usada recientemente me hace dudar. Supongo que... ¿la habíais encendido vosotros?

Con estos últimos datos, comenzaron a trazar el plan de rescate. Y aunque le importaban las vidas de los prisioneros, también tenía claro que no querría que ningún compañero saliera lastimado.

—La idea menos nociva que encuentro es la de tratar de acceder a la torre sin ser percibidos por el troll. No debería ser complicado encontrar algún resquicio por donde entrar, sobre todo si hablamos de gente menuda... —dijo antes de carraspear mientras miraba de reojo al hobbit. —... pero como decís el peligro radica en el agudo olfato de la criatura. Sería terrible que el troll notara nuestra presencia dentro de la torre y reaccionara violentamente.

Mithgannel fue haciendo algunas pausas conforme pensaba en las opciones que habían.

—Podríamos añadir a este plan un señuelo. Algunos podríamos distraer al troll, azuzarlo para que nos persiga mientras los otros corren a sacar a los cautivos. El problema vendría si ese ser es mas rápido o resistente de lo que parece y los señuelos se ven forzados a luchar en menor número y sin mayor ventaja que la de sus propias armas y habilidades.

—Y si optamos por un ataque directo para eliminar a la bestia, creo que convendría prepararle una trampa. Aunque seamos muchos, no estoy segura de que sea buena idea atacarlo de frente. Esa criatura va armada con un gran tronco. Los que vayamos a acercarnos a él deberemos tener mucho cuidado. Pensad que si alguno de nosotros cae herido de gravedad, nos dificultará el resto de la marcha.

La joven elfa aguardó escuchando la opinión del resto. Parecía claro en un principio que tanto el enano como la asesina preferían el enfoque directo, y tal vez el mediano no se sentiría tan cómodo con el primer plan propuesto.

- ¡Por el martillo de Aulë! ¡Un trol! - dijo Öter sopesando el martillo mientras se ponía de puntillas para ver si podía ver en la lejanía claramente.

Mith y Ruby pusieron al día al enano y la humana de lo que habían visto en su incursión. Aunque había un resquicio de incertidumbre por la presencia de la dama Asianne en aquellos parajes, Öter pensaba que su aparición era de buen gusto y sin ninguna mala intención.

- No se preocupes, dama Asianne, ayudaremos a sus acompañantes, no podemos permitir que bestias como estas infundan el miedo y el terror en una tierra tan noble y pacífica como es la tierra de Bree.

El enano escuchó a la elfa en su plan estratégico. A pesar del posible peligro que entrañaba, Öter prefería ir de frente y terminar cuanto antes, al final era solo un trol y podía morir igual que cualquier otra criatura.

- Yo distraeré a ese cabezahueca - dijo el enano dando un paso al frente -. El señor Ruby podría explorar el interior para ver cuantos son y así poder sacarlos de allí.

- No habléis en singular - dijo Asianne cabizbaja, escuchando las palabras de los aventureros - yo he visto dos trolls cuando he llegado hasta aquí. Aunque desde arriba la elfa y el hobbit sólo hayan visto a uno, el otro no debe andar lejos...

Ruby se vio por un momento entre la espada y la pared: de un lado se encontraba la criatura que poblaba las pesadillas de su niñez, del otro sus compañeros, que le azuzaban para que se escabullera por algún resquicio de la ruinosa torre y explorara su interior en busca de los cautivos colegas de Asianne...

Finalmente decidió explotar una actitud de valentía que tal vez no tenía, sólo para no quedar como un cobarde delante de la subyugadora Asianne; se imaginó por un momento fardando ante su primo Mutfast de haber sido el salvador de los prisioneros de los feroces trols, dejando boquiabierta a la diva de Harad...

Dio un paso al frente, mirando a Asianne:

- Señorita, no hay tiempo que perder - un apenas perceptible temblor en la voz saboteaba sus intentos de parecer valiente, lo cual era enternecedor para todos los presentes - enséñenos ese sendero seguro hasta la torre. Me colocaré lejos del alcance del trol que hace guardia en la puerta y esperaré el momento para correr hacia la torre y treparla. ¿Es eso lo que queréis del bueno de Ruby, verdad amigo enano? ¿verdad amiga elfa?

Omitió estrepitosamente referirse a Lèah.  

Siguiendo a la asilvestrada Asianne, la comitiva avanzó con sumo sigilo hasta el borde sureste del claro de Bar-en-Dindol. Cuando por fin llegaron allí, sólo un último y tupido arbusto separaba su visión de la del trol de la puerta, pero sus efluvios pestilentes y los guturales sonidos que emitía les llegaban ya con total claridad. Ruby miró a sus compañeros con solemnidad y se separó del grupo para circundar el claro para ubicarse en el lado noreste, lejos del alcance del trol. Fuera como fuere, no fue uno de los movimientos más acertados de la vida del mediano. Sus compañeros no daban crédito a la torpeza con que se había desplazado, como si se estuviera moviendo entre chatarra en lugar de follaje. Por fin lo vieron aparecer, como una sombra, en el extremo noreste del claro, aún ligeramente cubierto por la vegetación.

Los sonidos guturales cesaron de repente y se inició un instante que se iba a hacer eterno.

La sinda se llevó la mano al pecho y cerró los ojos por unos instantes mientras escuchaba a sus compañeros y a la haradrim.

–Bien, el hecho de que ese troll no sea la única amenaza cambia la cosa. Ruby, si de verdad estás dispuesto a hacerlo, el resto podemos distraer, y con suerte, reducir a ese troll antes de que aparezca otro enemigo. Öter, Léah, ¿Disponemos de una cuerda?

El enano negó con la cabeza mientras hacía una mueca con la boca.

- Me temo que no, no dispongo de una cuerda. ¡Pero tengo esto! - dijo alzando su martillo - Salgamos a distraer a esa bestia estúpida. Una vez que el señor Moss explore la torre, y si hay más enemigos, tomaremos otra decisión. Pero no podemos dejar a los acompañantes de la dama Asianne a su suerte.

Orcos, trolls, goblins... Tanto da la sangre de uno que de otros, lo importante al final es que pierdan todo su líquido interno y sus sucias caras acaben sobre el barro... - con estos silenciosos pensamientos, la mujer siguió al enano, no fuera a comenzar la lucha y disfrutar de la fiesta sin ella.

Mithgannel denotaba que era una elfa muy empática, entablando rápidamente conversación con la dama Asianne, mientras la mirada de Leah se centraba en el troll de las colinas, determinando que ciertamente su pérdida no iba a ser ninguna desgracia, pero atacarle de frente sería en cualquier caso una locura.

- Me gusta la idea del señuelo, ¿sabéis si son ágiles estos seres?... Si huelen la presencia de alguien que se ponga a tiro y se le provoca de alguna manera, la tendencia podría ser una persecución, y eso es precisamente lo que queremos, que se vaya de esa torre, tal y como Mith propone... - y es que aquello evitaría heridas grupales y un éxito casi rotundo -...Vale, hay dos trols.... esto se complica... Oter, voy contigo, alguien tiene que asegurarte las barbas... - dijo Leah con la firme convicción de que el enano iba a precisar ayuda para esquivar a la enorme criatura, y es que no se le veía muy ágil, casi aparentando ser un tapón. Aunque bien era cierto de que las apariencias engañaban.

Leah miró a Mith antes de negar con la cabeza -... No tengo cuerda alguna, pero quizás pueda provocar que el trol me persiga por el bosque... Y así vosotros podríais abrir la puerta de la torre... ¿Seríais capaces?

En el instante justo en que la compañía se ponía en marcha, Asianne se giró sorpresivamente hacia Mithgannel, quien había intentado penetrar en su mente para descubrir la polaridad de aquella alma; el rostro que vio la elfa fue una expresión exculpatoria, preocupada, incluso diríase que avergonzada. Ni un ápice de altivez o de soberbia. Pero era imposible determinar el signo o signos que subyacían bajo aquella expresión. El encantamiento del collar había fallado esta vez. 

A medida que obtenían información de su alrededor, el grupo de aventureros rehacía los planes con nuevas propuestas. Era el colmo de la mala suerte recordar que tanto Bradoc como Rowen, ya partidos, tenían cuerdas, así como Ruby Moss, quien por un infantil impulso se había escabullido con gran estrépito antes de que Mith formulara la pregunta y ya estaba ya lejos del resto del grupo.

Precisamente ese estrépito es el que había hecho parar los ruidos guturales del troll e iniciarse un eterno instante de angustia. El trol se quedó mirando a su alrededor sin emitir ningún sonido, frunciendo el ceño hasta quedar más feo si cabe. Ruby estaba petrificado en su posición, casi mimetizado con el resto del bosque. 

Por fin el eterno instante finalizó, y una muy tranquilizadora orquesta de rezongos, sorbos, gárgaras y demás sonidos volvió a apoderarse de la escena. Justo en ese momento, el grupo pudo ver como Ruby hacia unas señas. Señalaba a la parte norte de la torre, donde ellos no podían ver, y mostraba el número 2 con los dedos (¿el segundo?) y a continuación hacía el signo universal de dormir, inclinando la cabeza y apoyándola sobre el dorso de sus manos. 

Los aventureros vieron a Ruby hacer estos signos y posteriormente ocultarse un poco mejor detrás de la maleza, pero aún en linea visual con el resto. Estaba a la espera de que sus compañeros llevaran a cabo alguna acción o le hicieran alguna seña.