Partida Rol por web

Patrick se quedó helado al escuchar las palabra de Gerard. Justo después un atisbo de razonamiento en la contundente frase de Victor le hizo volver a retomar el control de su ser.

-Eso debe ser, una alucinación colectiva, es lo más lógico pero...¿cómo es posible? Yo mismo he visto a Camille en sueños, en los reflejos de las mamparas de los restaurantes, en mi reciente ataque alucinógeno. Y en todas ellas me está llamando, de alguna forma parece perdida y solamente yo.....o nosotros podemos ir a ayudarla. No alcanzo a entender como es posible que mi cerebro pueda crear de la nada los olores del mejor vino y rosas, la música perfectamente tocada por una orquesta a la que nunca he escuchado. Vestidos imposibles y siempre, siempre una figura al fondo, Camille, haciendo señales para que vaya a buscarla bajo dos luces negras que reconozco haber visto por primera vez en el lienzo.-

Tanka cada vez se va alterando más, y su piel empieza a ponerse de color rojizo, invadido por la emoción y la incapacidad, habla tan rápido que prácticamente se olvida de respirar.

-Monsieur Victor, por favor, usted que parece de los más cabales aquí, ¿podría tratar usted de explicarme como una visión así es posible?-

Una repentina tos interrumpe a Patrick.

-Muy en el fondo me temo que la respuesta solamente nos la puede dar Gerard, ya qu ela otra opción sería el fallecido Nicolás.-

Tanka se levanta del suelo algo dolorido, y se dirige al cuadro. Allí posa una mano sobre la tela.

-La clave de todo es el cuadro- termina por decir con tono solemne, mucho más tranquilo ahora.

El frasco vacío: impresiones por Aurélien Desmond

Farmacología: el poso es algo viscoso y, a la luz del despacho, da la impresión de que tiene un tono entre ambarino y dorado. No se parece a ninguna droga o medicamento que conozcas, pero por el olor dulzón podría perfectamente tratarse de algún tipo de miel.

¿Cuánto hace que el señor D'Allembert consume opio? Espero que no haya comenzado su adicción impulsado por este asunto de Camille. 

—¿Opio? Bueno, ya sabía que Nicolas llevaba una vida algo licenciosa en su ámbito más privado, pero no sabía que frecuentase semejantes agujeros —Gascoigne hace ademán de persignarse, mirando de reojo al padre Regnard—. Quizá todo este problema le superó e inició su espiral decadente hacia el camino del bala perdida. Siempre fue un hombre tan frágil…

El galerista parecía cada vez más sosegado, e incluso sonrió al ver a Desmond acercarse al mueble de las bebidas.

—Algo más de licor nos ayudará a ver esto desde otra perspectiva —comentó—. Toda esa teoría de la alucinación colectiva suena muy interesante, aunque coincido con el señor Tanka. ¿Cómo es posible que se de un fenómeno como este? Creía que este tipo de situaciones solo tenían lugar en la imaginación de los pueblerinos o entre las páginas de los periódicos sensacionalistas.

Mientras seguía dándole vueltas a las ideas de sus compañeros, Gerard rebuscó en los cajones de su escritorio hasta que extrajo una pequeña llave de hierro de uno de ellos.

—¡Ajá! Esta es. La llave del piso de Ambroise. Yo no me atrevo a acercarme allí otra vez, pues todavía me atormenta la imagen de su cuerpo pendiendo del techo como una vulgar lámpara. Si les he pedido venir es para que ayuden a arrojar luz sobre el paradero de Camille y su misteriosa desaparición. 

 Parecía que el joven galerista pudo recuperar la consciencia y la avidez mental que lo caracterizaban; eso le saco una gran preocupación de encima a Trisán. Sin embargo, toda la cuestión que giraba en torno a Camille no hacía más que volverse más turbia e inentendible... Los presentes habían compartido sueños o alucinaciones de aquella muchacha, encontrando un punto en común en todos los caballeros. La búsqueda de aquella persona iba a empezar, y el desearía no quedarse atrás... sonaba como una mujer a la que realmente querría conocer.

 No concordaba con el análisis de Antoine, aunque era más de lo que él podía aportar. No podía explicarse como todos soñaron con lo mismo; sin embargo no era cuestión de apoyarse sobre estas nuevas disciplinas desarrolladas por ese caballero Freud.

- Esas cosas de "alucinaciones colectivas" y "subconscientes" suenan muy endebles y poco tangibles, pero... supongo que son una base. Esta cosa del "psicoanálisis" se esta volviendo una moda muy popular...

 Acercándose más y dejando la cautela de lado, Tristán se acerca al grupo.

- Sea cual sea la razón por la cual se ha dado este fenómeno, creo que los caballeros estarán de acuerdo con que lo más importante en este momento es buscar el paradero de esta joven mujer. Dios sabe en que situación se encuentra, especialmente si su ubicación y estado se relacionan con las últimas acciones de Ambroise.

Algo más tranquilo, Mathieu traga saliva y dirige una última mirada de soslayo al cuadro y a la hermosa figura ahí representada. La teoría de las alucinaciones no le convence, pero está claro que hay algo extraño en todo este asunto, y sea como sea es posible que Camille se encuentre en apuros. No puede afirmar nada sobre las motivaciones de sus compañeros, pero él está dispuesto a seguir investigando hasta llegar al fondo del asunto.

"Estoy de acuerdo", aporta con un profundo suspiro. "C-creo que nuestra prioridad es descubrir el paradero de la mujer, por si algo peligroso estuviera sucediendo. Quizá no sea mala idea empezar por buscar algunos indicios en el hogar del difunto artista."

Está claro que todo esto no es más que un efecto psicosomático producido por una obra de arte tan perfecta que nos provoca sensaciones extremadamente perturbadoras. Hay casos de delirios, alucinaciones y afecciones del corazón de personas que visitaban lugares importantes y visualmente imponentes, como ruinas antiguas y el caso de los turistas que admiran el arte en Florencia, especialmente en la Galleria degli Uffizi. Es una exhuberancia del goze artístico que ya describió Stendhal diciendo algo como "Llegué a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí y andaba con miedo a caerme".

El lenguaje corporal del profesor Desmond gesticula a gritos un momento de absoluta instrospección, dejando claro que, pese a estar en la misma sala y comentando el mismo tema que los presentes, estaba hablando únicamente consigo mismo. Estaba tratando de convencerse o quizá mentirse a sí mismo.

Los que conocen al profesor saben que es un hombre que no suele perder la calma, aunque su eccentricidad le hace a veces olvidarse del concepto de integridad.

Es un motivo para soñar... y también para tener pesadillas. Yo también he soñado despierto con Camille. Aunque estoy seguro de no haberla conocido jamás, he buscado, de manera subconsciente su cara en mis fotografías. Creo que la excitación que todos sentimos al ver el cuadro por vez primera nos dejó una marca indeleble y ahora esa imagen se nos presenta irrumpiendo en la mente como réplicas de un volcán. Quiero saber más sobre la muerte del artista, hay algo que no encaja con la desaparición de esa chica a la que no conozco.
Desmond toma la llave de las manos de Gerard y le pone la mano en el hombro.
También temo por su amigo el señor D'allembert. Entiendo que nadie quiera aventurarse en determinadas zonas de la ciudad, por lo que me ofrezco a buscarle, antes de que se pierda definitivamente en los vicios de la noche parisina, que no son escasos. Esto lo haría por la amistad que nos une, Gerard. Apenas conozco al tipo, pero entiendo que le tienes estima.

Gerard esbozó una temblorosa sonrisa, visiblemente aliviado por la decisión que acababan de tomar sus amigos, pero todavía algo afectado.

—Gracias. Mil gracias. Sabía que podía contar con ustedes, sí. No saben cuánto les agradezco todo esto. Si necesitan dinero o cualquier cosa, no duden en llamarme. El estudio de Ambroise se encuentra en el ático del número 27 de La Corte del Dragón. No está muy lejos, como pueden ver. Allí todavía quedan algunos de sus trabajos. Ya he contratado a alguien para que se encargue de ellos la semana que viene para la exposición, así que no tienen que preocuparse.

Aquella vez no hubo apretón de manos. El silencio y la gravedad en sus rostros resultó mucho más elocuente que cualquier retahíla de comentarios corteses. A excepción de Desmond, todos fueron abandonando el despacho. En la entrada de la galería, el viejo Gaspar les dirigió a todos una mirada de cálido agradecimiento.

El galerista se giró cuando vio que Desmond todavía no había abandonado el despacho.

—¿Sucede algo, Aurélien? ¿Qué puedo hacer por ti? Si es por algo que dijo Gaspar, no debes preocuparte. Estoy bien, de verdad. Tan solo un poco exhausto. Un poco exhausto y preocupado, eso es todo.

—Muchas gracias de nuevo por vuestra visita. El joven Gerard está cada vez más ausente, y eso me preocupa. Antes temía que se juntase con malas compañías y dilapidase lo poco que gana con la galería en jaranas y otras estupideces. Ahora sin embargo, ardo en deseos de que salga a tomar algo de aire fresco en lugar de quedarse embobado mirando ese cuadro.

Gaspar se quitó la gorra y encendió un cigarrillo. Se fijaron por primera vez en sus profundas ojeras, que ensombrecían su habitual rostro de abuelo preocupado.

—Perdonen, les estoy aburriendo. ¿Cómo se encuentra ahora? ¿Han logrado convencerle para que salga un poco y se distraiga?

Me dices que no me preocupe y, sin embargo, admites estar preocupado. En cuanto al hecho de sentirte exhausto... El profesor juguetea con el pequeño frasco entre los dedos y lo sostiene frente a Gascoigne con el ceño enarcado. Conozco muchas drogas, bebidas espirituosas y sustancias poco comunes y aun así, querido Gerard, no alcanzo a discernir el contenido de este frasco. Su cuerpo ambarino y dorado me hizo pensar en un barniz y no pude evitar evocar en mi memoria los majestuosos tonos dorados del cuadro. Sin embargo, su olor dista demasiado del barniz, incluso hasta del betún de judea, como para tratarse de un artículo similar. Espero, por tu salud, que no sea nada peligroso.
Desmond había coqueteado con todo tipo de drogas y, si bien no se consideraba un adicto, no podía evitar pensar en rutas de escape de su triste monotonía. Probar una nueva droga sería casi tan interesante como descubrir una nueva constelación. Cualquier cosa con tal de paliar el hastío. Pero ahora no, ahora tocaba mantener la cabeza fría y ayudar a su amigo. Siempre quedaría tiempo para lo demás.

Patrick salió del despacho con rostro solemne y serio. Su buen humor por las ventas del día se había esfumado y ahora permanecía  concentrado y preocupado, pero al ver a Gaspar prefirió hacer un cambio drástico, una pantomina para no preocupar en exceso al veterano vedel.
-Monsieur Gaspar, no tiene por qué preocuparse. Gerard nos ha pedido ayuda y nosotros vamos a hacerlo encantados, es lo que hacen los amigos.

Ya verá como en unos días habrá recuperado su jovial actitud y estará de nuevo preocupándose para que no dilapide toda su fortuna en jaranas y mujeres de compañía. Mientras tanto, le quiero, bueno querríamos encomendarle a usted una misión, no será fácil, pero debe llevarla a cabo sin miramientos. Obligue a Monsieur Gascoigne a comer al menos tres veces al día y a dormir no menos de siete horas. Lo necesita, y le vendrá bien para despejar la mente y empezar a pensar de forma más coherente. Ahora, si nos disculpa, tenemos una visita que hacer en el estudio de Ambroise.-
La distancia era relativamente corta, pero la situación requería de presteza, por lo que Tanka sugirió tomar un taxi para llegar más rápido.

-Bien compañeros, espero que ir en taxi sea del agrado de todos, salvo que haya alguna sugerencia más que no haya tenido en cuenta.-

—Me dices que no me preocupe y, sin embargo, admites estar preocupado. En cuanto al hecho de sentirte exhausto...

—Bueno, es que ya sabes cómo es Gaspar. Se preocupa por mí más que mi propio padre. Pensé que te habría dicho…

El profesor juguetea con el pequeño frasco entre los dedos y lo sostiene frente a Gascoigne con el ceño enarcado. 
—Conozco muchas drogas, bebidas espirituosas y sustancias poco comunes y aun así, querido Gerard, no alcanzo a discernir el contenido de este frasco. Su cuerpo ambarino y dorado me hizo pensar en un barniz y no pude evitar evocar en mi memoria los majestuosos tonos dorados del cuadro. Sin embargo, su olor dista demasiado del barniz, incluso hasta del betún de judea, como para tratarse de un artículo similar. Espero, por tu salud, que no sea nada peligroso.

Gerard frunció el ceño y observó con genuina curiosidad el recipiente que le mostraba Aurélien.

—Eh… ¿perdón? ¿Qué es eso? ¿De dónde ha salido? Puedo asegurarte, Desmond, que no consumo nada parecido, pues no he visto ese frasco en mi vida. 

—Monsieur Gaspar, no tiene por qué preocuparse. Gerard nos ha pedido ayuda y nosotros vamos a hacerlo encantados, es lo que hacen los amigos.

Una sonrisa iluminó el rostro del pobre guardia.

—No tienen ni idea de lo que me alivia oír eso, señor Tanka. Se lo agradezco muchísimo.

 

—Ya verá como en unos días habrá recuperado su jovial actitud y estará de nuevo preocupándose para que no dilapide toda su fortuna en jaranas y mujeres de compañía. Mientras tanto, le quiero, bueno querríamos encomendarle a usted una misión, no será fácil, pero debe llevarla a cabo sin miramientos. Obligue a Monsieur Gascoigne a comer al menos tres veces al día y a dormir no menos de siete horas. Lo necesita, y le vendrá bien para despejar la mente y empezar a pensar de forma más coherente. Ahora, si nos disculpa, tenemos una visita que hacer en el estudio de Ambroise.

—Por supuesto, lo que manden. Me aseguraré personalmente de que despeja su mente, come y duerme adecuadamente. Pueden dejarlo en mis manos.

Las buenas intenciones del viejo Gaspar fueron vistas por Antoine como lo que eran, buenas intenciones. Sería mil veces mejor meter el cuadro en un depósito y tratar de olvidarse de él, pero dudaba muchísimo de que Gascoigne fuese capaz de hacer algo así, tanto como dudaba de que él mismo fuese capaz, de verse en su misma situación.

Sacó un cigarrillo turco de su petaca de plata y le dio unos ligeros golpecitos para prensarlo, y lo encendió usando una cerilla.

—Monsieur, como último favor, ¿puede telefonear a mi chófer para que venga a recogernos, ya que parece que el Profesor Desmond se está demorando? No tiene sentido usar un taxi teniendo un vehículo propio.

El viejo Gaspar asintió con una sonrisa de oreja a oreja. 

—Faltaría más, señor Victor. Ahora mismo vuelvo —dijo mientras se ausentaba dentro de una de los almacenes para obras.

-Bien, Monsieur Antoine, le agradezco mucho que nos lleve en su auto. Aprovechando que estamos solos y en lo que vienen a recogernos, me refiero a sin Gerard claro, ¿qué opinión tienen de toda esta situación? Yo desde luego la encuentro de lo más extraña y variopinta. Desde que vi por primera vez el cuadro no he podido dejar de pensar en él, e incluso he tenido sueños extraños en los que la misma protagonista me hablaba y pedía ayuda. Espero que no sea más que un mero producto imaginativo cómo se ha sugerido, aunque algo me dice que no es así.-

Pues espero mi buen amigo, que todo esto no se trate de ninguna farsa y hayámos sido víctimas de una intoxicación embriagadora. Sería una explicación al misterio mucho menos interesante, pero plausible.
Desmond esperaba de corazón que la cosa no fuese tan simple, pero era necesario descartar cualquier explicación lógica primero.
Si no es inconveniente, me gustaría llevarme este frasco para investigar un poco más.

Fumar relaja, siempre que no seas un fumador empedernido, pensaba Antoine mientras daba una larga calada a su cigarrillo. No solía fumar más un par al día, pero últimamente había llegado a fumar diez o más. Dejarse arrastrar por los vicios no era propio de gente con clase, aunque de vez en cuando era indulgente con alguno de ellos cuando la ocasión lo requería. Patrick lo sacó de su ensimismamiento con su pregunta, y Antoine contestó lo mejor que pudo, sin tener del todo los pies en la tierra:

—No se merecen las gracias, Monsieur Tanka. Por otra parte, creo, que como dejó escrito el sabio Platón, la opinión es la forma más baja de conocimiento. No sé lo que está pasando, de momento solo hemos visto sombras, recuerdos, ensoñaciones, pero nada real o tangible. Deberíamos de ceñirnos a los hechos. Es obvio que está sucediendo algo extraño, y que no alcanzamos a comprenderlo, y eso sucede porque hay algo que desconocemos. Deberíamos de seguir las pistas que tenemos y evitar distracciones innecesarias.

—Por supuesto. No tengo inconveniente en que se lo lleve —contestó—. Aunque me intriga saber cómo ha llegado aquí. Yo soy el único que tiene la llave de este despacho, y estos últimos días le pedí a Gaspar que no entrase bajo ningún concepto. Solo se me ocurre que se lo dejase aquí Nicolas, pero… En fin, seguro que, sea lo que sea, no tiene relevancia alguna con todo este asunto. De nuevo, muchísimas gracias por todo Aurélien. 

Gerard le puso una mano en el hombro, en un gesto fraternal, mientras se aproximaba a la entrada del despacho.

—Le deseo mucha suerte. Llámenme si surge alguna novedad. Me gustaría estar al tanto de todo lo que descubran.