Partida Rol por web

Me alejo por el pasillo hacia los aposentos de mi hermana Clara.

Al llegar veo a una sirvienta salir y a mi hermana dentro a través de la entreabierta puerta con un vestido rojo, mejor, ese color era el indicado.

Entro saludando a la sirvienta con mi entusiasmo de siempre, ocultando mi enfado y cierro la puerta.

Correspondo el abrazo.

Mi señor, será un placer... 

He mandado a mi sobrina Clara y a Roger d'Erill prepararse para salir a cabalgar lo más prontamente posible, así podremos conversar tranquilamente.

Justo cuando iba a salir de mi habitación me encontré con mi hermano Vicenç, di un paso atrás ante la sorpresa de encontralo allí.

- Hermano... Deberíais saber que es de educación tocar a la puerta de una dama... - Le dije con una sonrisa y tono amable. Permanecí allí, quieta en la puerta - ¿Deseáis algo, hermano? - Como siempre, una dulce sonrisa en su hermoso rostro y ahora, sus curvas y formas femeninas se marcaban con sus nuevos ropajes. 

Cierro la puerta.

Hermanita.

Creo que no hemos hablado en un tiempo, y creo que debiéramos ponernos al día ahora, antes de que vayas a zorrear con el tío Manel y el rey.

Me acerco y la agarro con la mano derecha la barbilla. Cruzo su mirada con la mia de manera forzada como intentado ver dentro de sus pupilas.

No veo lo mismo que tío Manel en ti, eso seguro, pero, ciertamente te puedo, objetivamente hablando, considerar atractiva. Tu fachada de inocente nobleza y esa sencillez que te acerca al populacho puede que funcione para engañar al tío Manel, incluso a madre, e incluso puede que al rey. Pero no a mi. Yo te tengo calada. No eres ninguna mosquita muerta, los dos lo sabemos.

Doy una vuelta alrededor de Clara.

Muy bonito el vestido que te ha comprado el tío, y un buen color.

Digo cogiéndola por los hombros con ambas manos.

Sin duda el color rojo sangre es tu color hermana, realza tus facciones. Además de que tiene un buen añadido, si te haces daño disimulará la sangre y no se verá.

Sin embargo, no vengo a hacerte daño, no te preocupes, más bien vengo a prevenir que te lo hagas y se lo hagas a tío Manel.

Quiero que te apartes de él, quiero que le apartes de ti, que le ignores, que le hagas daño para que no se acerque. No quiero veros juntos nunca más, después de esta reunión matutina con el rey, Manel de Mormont habrá muerto para ti, ¿Está claro? 

Permanecí impasible ante mi hermano

- NO. No entiendo qué te pasa ni qué te sucede... ¿Ya tienes lo que querías, no? Nuestro hermano Joan ya no será el heredero, lo eres tu... No deberías tratar así a tu familia pues es la única que permanecerá siempre a tu lado. Dime, hermano, ¿cuándo he hecho yo algo para perjudicarte? Ahora que tu tienes lo que deseabas, ¿por qué no me dejas a mi tenerlo también? Tu has podido salir de aquí cuando has querido, has podido salir con tus amigos y conocer gente... No sabes lo que es vivir encerrada en estas paredes, solamente asistiendo a clases de costura, lectura y baile... ¿Piensas realmente que pienso ignorar a tío Manel cuando él es el único que puede sacarme de aquí? Así pues, mi respuesta es NO. Si vas a hacerme daño, hazlo no pienso seguir huyendo... Pero ten en cuenta una cosa... Mis sirvientas y mi ama están aquí al lado y no tardaran en venir a limpiar mis aposentos tras irme yo y menos aún si grito... ¿Vas a hacerme daño? Hazlo, pero nunca podrás hacerme más daño que el que me estás haciendo ahora mostrándote así ante mi... Confiaba en ti, confiaba en tu criterio y tus formas para dirigir la que ahora es tu casa, la casa Mormont... Si es así como realmente vas a llevarla... Entonces ya me has hecho daño... Y no, no me conoces porque nunca te has molestado en hacerlo... 

Mi voz era calmada y neutra, permanecía tranquila y de pie frente a la persona que tenía ahí, aunque esa persona ya no era mi hermano... 

- Ahora, si me disculpáis, hermano. He de acudir a mi cita con Su Majestad y con nuestro tío Manel. No querréis que la casa Mormont quede en mal lugar ante Su Majestad, ¿no?

Sonrío de forma asquerosa mientras me paso la lengua por dentro del labio.

Sería una pena que la iglesia se enterara de cierto asunto que concierne a tío Manel.

Un hombre que rechaza a todas las mujeres que han sido pretendientas de su fama y persona, que prefiere la compañía de su afeminado amigo, no me malinterpretes, es un bravo guerrero en la batalla sin duda, pero también se le ha visto más de una vez en el lecho de otros hombres, además de tener la fama fuera del campo de batalla bien justificada.

Los dos sabemos que no tardarían en llevarle a rastras a una celda y hacerle confesar, y los dos sabemos como se las gasta la iglesia cuando quiere, un noble, famoso guerrero, ¿Invertido? No lo pueden permitir.

Si hermanita, harás lo que te estoy diciendo. O si no, me aseguraré de que tío Manel acabe en una celda con su reputación por los suelos acusado de invertido y sodomía, pagaré a testigos para que hablen de lo que les hizo cuando estaban a su mando, ni su amigo el rey podrá hacer nada por él.

Si me desobedeces, después de encargarme de mi querido tío, me centraré en mi amada hermana, me encargaré de verter todo tipo de mentiras sobre tu reputación, cuando acabe con eso ni siquiera el granjero más humilde querrá tu compañía.

Si aceptas lo que te digo, te casarás con el noble que quieras, me encargaré de ello cueste lo que cueste y podrás irte cuando quieras y a dónde quieras.

No hace falta que hables más, si aceptas apartarte de Manel, entonces ponte de rodillas en señal de sumisión a mi.

Si por el contrario, te mantienes de pié, entonces atente a las consecuencias de lo que te he dicho.

Permanecí de pie ante él

- ¿Me permitís pasar, Vicenç? He de acudir a mi reunión... 

La palabra hermano jamás volvería a salir de su boca pues en estos días había perdido a ambos... 

Es tu decisión hermanita. Pero no habrá sitio en la tierra dónde seas feliz si sales por esa puerta sin demostrar que puedo confiar en ti.

Esta carta saldrá en cuanto salgas por esa puerta hacia el obispado, por supuesto, informando de los hechos que te he comentado sobre tío Manel. Pero al fin y al cabo, tu decides, tienes las vidas de tres personas en tus manos, elige bien. 

Nunca había experimentado esta sensación, nunca había sentido algo así por nadie...

Mi mirada se convirtió en una mirada de odio, desprecio y decepción

- Sabéis, las amenazas no sirven cuando mostráis a la otra persona que no puede confiar en vos. Me amenazáis a mi y a vuestra propia familia sólo por vuestro orgullo, vuestra arrogancia y vuestra codicia... ¿De veras pensáis que ahora puedo confiar en vos? ¿Quién me dice a mi que no enviaréis esa carta aún a pesar de todo cuanto yo haga? ¿Quién me dice que no prepararéis un ataque contra mi persona como ya habéis hecho con anterioridad? ¿Confiar en mí? ¿Igual que yo en vos, Vicenç? Jamás seréis capaz de confiar en nadie que no sea vuestro propio orgullo... ¿Queréis que me arrodille? Lo haré pero sólo os pediré una cosa a cambio... Jamás volváis a llamarme hermana o hermanita, aquí y ahora para vos a muerto vuestra hermana y para mí mi hermano está muerto también... Podéis llamarme Clara.

Me arrodillé cortesmente ante él mientras mi mirada seguía igual, agaché la cabeza y volví a hablar

- ¿Puedo marcharme ya, Vicenç de Mormont, futuro señor d'Alós? No quisiera hacer esperar más a Su Majestad... 

Me senté aliviado. Maria se habia conformado con mis palabras y más tarde, con tranquilidad, podría desvelarle la idiosincrasia del medico que atendió al conde. Y fué entonces cuando descubrí que algo pasaba entre Manel y Vicenç. 

Así que cuando la cosa se calmó un poco, me acerqué a Vicenç. Tenia muchas ganas de hablar con él. Desde antes de la batalla apenas habia podido pasar un rato con él, y aunque entendía perfectamente su posición, cierto era que tenia ganas de compartir una charla y descubrir que pasó con la batalla y, sobretodo, que habia pasado en la taberna con su tio. 

Detrás de cada palabra hiriente sonaba la voz llorosa de Teresa, triste, al confesarse anoche. Tenía los ojos rojos y le temblaban las manos, que tenías entrelazadas entre las tuyas.

-- Me han prometido... --cogió aire-- con Ponç de Empúries.

Sí, por eso Vincenç acaba de caer tan bajo de amenazar a su hermana.

Muy bien Clara, así me gusta, ahora veo por qué tío Manel te ama, eres fogosa, inocente, pero también sabes tu lugar.

Miro desde arriba a mi hermana sonriendo con una mueca cruel.

Cumpliré mi promesa querida, te conseguiré un matrimonio bueno y lejano, pero más te vale que no olvides mis palabras, si te veo con el tío Manel te arrepentirás de haber nacido. 

Ahora ve con ellos y dale la noticia delante del rey, ya no quieres que tío Manel sea tu consejero, dejo a tu discreción la razón que le pongas, pero alguien estará vigilando. Cuanto más cruel seas más me centraré en tu futuro matrimonio y más feliz serás en el futuro.

- Deberías aclararte... Dices que me ama pero luego que prefiere a lo hombres... Parece que no tienes las cosas muy claras tu tampoco... 

Me levanté, limpié mi vestido y le hice un gesto a Vicenç que saliera ya de mi habitación

Cuando salimos miré a mi hermano antes de marcharme

- No olvidaré esto Vicenç... No lo olvidaré nunca... 

Me encaminé a mi reunión con mis andares más firmes y educados, con movimientos de cadera sutiles y seductores. 

Cuando vi que ya había perdido de vista a Vicenç miré a mi alrededor, intentando ver si alguien me seguía...

Cuando llegara al punto de reunión me mostré calmada pero vigilante, sin dejar de mirar a mi alrededor y esperando a que llegara mi tío... 

Claramente estaba nerviosa, con las manos temblorosas y los ojos rojos. 

Confío en que no lo olvides hermanita, por la cuenta que te trae.

Si yo no iba a ser feliz con el amor de mi vida, procuraría que mi tío sufriera lo mismo o más que yo. Me encamino al dormitorio de Teresa.

Al llegar al pórtico de entrada en dónde había quedado con el rey y mi sobrina veo a esta última medio oculta en las sombras, vigilante, al acercarme noto que parece haber llorado profusamente, a juzgar por sus ojos rojos, sus manos temblorosas hacen ver sus nervios a flor de piel, está visiblemente alterada y eso sólo podía significar una cosa. 

¿Clara? El vestido era sin duda precioso y aquel color era perfecto para mi amada sobrina, pero sin duda, para mi, era hermoso porque lo llevaba ella. La abrazo y pongo mis labios en su frente de forma paternal. No parece que tengas fiebre. ¿Te pasa algo cielo? ¿Quieres posponer la salida de hoy? Podemos ir otro día a galopar...

Algo me decía que aquello no era por nervios de ir fuera del castillo con el rey y su tío. Algo en mi interior me decía que Vincenç estaba detrás de todo aquello. Si la habían tocado un solo cabello...