Partida Rol por web

Mi corazón dio un vuelco cuando lo vi aparecer y su abrazo, su mero contacto hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo... Su cercanía... Quería abrazarlo, llorar en sus brazos pero no podía... 

Con delicadez y dulzura lo aparte de mi

- No puedo tío... Aquí no... - Me alcé para susurrarle algo al oído - Aquí no... Me están vigilando... Lo siento... Siento lo que tengo que hacer hoy... Os quiero... Os amo... Y por ese mismo amor me duele tanto... Pero no puedo permitir que él os haga daño... No puedo... No me importa con quien yazcáis sólo me importa vuestra seguridad... 

Besé dulcemente su mejilla, un beso suave y cálido. 

- No tío, estoy bien, gracias, sólo un poco nerviosa por nuestro paseo... - Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa tan entrenada, esa sonrisa capaz de derretir a cualquiera y que era como una fría máscara para ocultar la verdad - El vestido es precioso, gracias. ¿Os gusta? - Di un par de vueltas para que se viera bien el vestido, un vestido que le sentaba como un guante y acentuaba sus formas femeninas - Otro día no, por favor... Quiero disfrutar de este día como si fuera el último... 

No entendía que ocurría pero mi sobrina se encontraba mal por algo, sin embargo, decía estar bien y yo sabía que pronto se encontraría mejor que bien. Yo, he de reconocer que, tampoco podía estar más ilusionado con lo de hoy. No se que quería decirme el rey pero supongo que sería algo relacionado con la petición que le hice en la ciudad cuando estuvimos Clara y yo.

Está bien cielo, el vestido es bonito, pero es bonito porque tu lo llevas, eres la mujer más hermosa del cristianismo. Vuelvo a abrazarla. Yo, creo que ya se por qué el rey quiere hablar conmigo, por eso hice que vinieras. Sonrío de forma orgullosa mientras la separo de mi unos centímetros, creo que el rey tiene una buena noticia para vos querida sobrina.

Era tan difícil ser fría con él... Esa sonrisa, esa felicidad... Haría lo que fuera porque siempre fuera así... Lo que fuera... 

- Gracias tío... Sé que soy hermosa... Y lo lamento pero a partir de hoy haré uso de ello... - Suspiré - Si hoy hay una pequeña alegría me daré por satisfecha... 

Mientras me separaba de él cogí su ropa con mi puño - Tío... Prómeteme que podremos hablar en algún lugar en donde nadie nos vea ni nos oiga... Haré lo posible por salir sin ser vista... Y, por favor... Confiar en Caterina y lo que ella os diga... Ella será mi voz cuando yo no pueda hablar... 

No quería separarme de él pero debía hacerse... 

- Bien tío... Cuando digáis... 

Su voz sonaba ahora más fría, más lejana... 

Si realmente iba a pasar, si realmente iba a ser así... No podía dejar pasar la oportunidad... Tener al Rey a mi lado sería un duro golpe para Vicenç... Y hoy haría todo lo posible por hacer que el Rey se fijara en mi y que se convirtiera en mi aliado... 

¿Por qué ibas a lamentar usarlo? Son armas que dios te dio, eso si, espero que las uses con moderación y siempre de forma que no tengas que arrepentirte de ello.

Y dentro de mucho tiempo, cuando ya no estemos, ni tus padres ni yo, cuando la edad ya pase factura en tu cara y tu cuerpo, espero que te hayamos educado, aconsejado y dado ejemplo para ser una gran persona. Sonrío agradecido de haber criado en cierta forma a una muchacha tan increible.

Al poco tiempo llega Roger d'Erill y le saludo efusivamente.

Roger, tu que has viajado por todo el mundo, ¿Acaso no es la muchacha más linda que hayas visto?

- Si hay algo de lo que me arrepiento, tío, es de haber estado ciega tanto tiempo y haber sido tan inocente... No habléis de cuando faltéis, tío... Por favor... No ahora... 

Suspiré cuando llegó Roger y mi cuerpo se tensó

¿Por qué era tan efusivo con él? ¿Por qué lo hacía tan evidente? Así no iba a estar a salvo nunca... 

Seguía mirando a mi alrededor, intentando descubrir si había alguien en las inmediaciones, vigilándonos... 

Es ley de vida cielo, la edad es una perra que no olvida, ¿Verdad Roger? Digo mientras sonrío de forma animada a mi sobrina. Soy pragmático clara, siempre lo he sido, cuando la vida te da limones... Pues haces limonada y si te da un sobrino que no respeta a su familia...

Le das espada. La cara de Manel cambia brúscamente, y esas tres última palabras las dice serio, realmente serio y, tanto Roger como Clara pueden ver, por primera vez en el caso de Clara, la cara del soldado, del famoso héroe de Navas de Tolosa.

- Lo sé tío, lo sé... Pero no quiero pensar en eso ahora... No hoy... 

Miré sorprendida esa cambio en el rostro de mi tío, ese rostro al que no estaba acostumbrada y que, en otras circunstancias me hubiera dado miedo pero... Hoy no... Hoy me dio esperanza, confianza y una sensación de que aquel hombre podría hacer frente a mucho... Y yo, yo debía estar a su lado para protegerlo...

Espada... No entendía el motivo pero esa escena quería verla... Jamás le iba a perdonar lo que había hecho... Lo que le estaba haciendo a nuestra familia... No sé si era su intención pero había matado a la dulce e inocente Clara... Hoy era el principio de una nueva vida... Y haría lo que fuera por proteger a quienes le importaban...

Me acerqué hasta mi tío y le di un suave beso en la mejilla

- Gracias.

Mi mirada lo decía todo, que confiaba plenamente en él y que haría lo que fuera por protegerlo... Lo que fuera... 

Sobrina, tu eres mi razón para estar aquí, podría haber muerto un centenar de veces en la guerra, Roger y Dios pueden dar fé de ello, y quizás, podría haber muerto una decena de veces más en el tiempo que transcurre entre ella y este justo momento. Ahora veo por qué lo hice. Veo acercarse al rey y la conversación acaba súbitamente.

Mi señor. Digo mientras hago una reverencia.

Asentí ante las palabras de mi tío y me percaté que su majestad estaba acercándose, cuando estuvo a nuestro lado hice una cortés y algo seductora reverencia. 

- Majestad... 

Dice agachando mi cabeza ante su presencia. 

Vicenç! Dionís te ha hablado (sé que con el trajín de mensajes es difícil saberlo, además no lo ha explicitado mucho)

Esta tarde os respondo, perdonad, he estado ocupado.

La tienda estaba llena de ayudas de cámara del rey, pero su majestad les ordenó irse con un gesto imperceptible para cualquiera. Estaban los tres solos.

-- Nobles de Alós, Manel, Clara. Os esperaba. Es poco el tiempo que he tratado con vosotros, pero es grande la confianza que os tengo.

>> Creeréis que soy un necio al confiar tan rápidamente en la gente; algunos de mis consejeros sin duda lo hacen. Pero se equivocan. Sé que las relaciones que mantenéis con vuestro señor el Conde son, por decirlo de alguna manera, pobres. Algo relacionado con una justa hace años, en que el cachorro de Alós humilló con su espada al heredero del Condado. Y Alós es, para qué vamos a negarlo, un lugar pequeño con una importancia limitada. Y en mitad de esta nada pirenaica... estáis vosotros.

Tardasteis un momento en comprender las palabras sutiles del rey: le agradabais, sí, pero no era idiota. Sabía que vosotros no suponíais ninguna amenaza para él porque no erais nadie en un lugar que no era nada. Necesitabais aliados, y él necesitaba confidentes. Los mejores confidentes son invisibles.

-- Dentro de medio año, en invierno, reuniré a las Cortes en Barcelona, y vosotros vendréis conmigo. Hay una gran empresa en marcha. Como sabéis, algunos importantes nobles sienten poca o ninguna lealtad a la Corona, y esta empresa podría ayudar a afianzar el poder real. Me gustaría contar con ojos y oídos en lugares donde carezco de oídos y de ojos. Y como confío en vosotros, y como nadie más parece saber que existís, me gustaría que llevaseis a cabo esta tarea para el Reino. Estoy pensando en los condes de Rosellón y Empúries.

>> Por supuesto, cuando todo acabe, seréis recompensados con mucho más de lo que este valle podrá daros nunca. ¿Tenéis alguna pregunta o petición antes de que pase a dar detalles?

Aquel día, a la hora de la comer, mientras Manel y Clara estaban en su entrevista con el rey y Pèire dormía largamente, sucedió un milagro. Al abrir la puerta, sentado en la silla, se encontraba Carles, el barón de Alós, enfundado en una manta cálida y con la cara algo macilenta... pero consciente, vivo, y si bien no curado, relativamente entero. No sabíais lo que estaba usando Pèire últimamente, pero parecía estar funcionando.

Os saludó cortésmente, sin apenas fuerza para hablar ni levantarse. Pero era una mejoría.

Hice una inclinación de cabeza agradeciendo las palabras de su majestad.

- Majestad, tío… perdonen mi insolencia pero necesito saber si estamos en un lugar seguro en donde nadie pueda escucharnos…

Parecía nerviosa, vigilante, como si no se fiara de nadie y esperara encontrarse con alguien en las sombras…

- En estos momentos no confío en nadie más allá de Su Majestad y vos, tío… Así como en mi amiga tía Caterina… Su majestad… Si desea usarnos como sus herramientas será un honor pero ha de saber que alguien de nuestra propia familia desea acabar tanto con mi tío cómo conmigo… No en el sentido estricto de la palabra, aunque no dudo que fuera capaz… Se trata de Vicenç, al que antaño consideraba mi hermano… Antes de venir aquí vino a visitarme a mis aposentos y sus ojos… Sus ojos me helaron la sangre… Me dijo que tenía una carta preparada para enviar al obispado respecto a tío Manel… Él ya sabrá el motivo… - Miré a mí tío con compresión y apoyándole con la mirada - A mi me amenazó con ordenar que me hicieran todo lo inimaginable y que después de ello ningún hombre desearía desposarse conmigo… Está obsesionado con deshacerse de tío Manel y de que sea yo quien ejecute su plan… También está obsesionado con que estáis enamorado de mi, tío… - Mi mirada era fija y sincera. Por primera vez mi tío podía notar la determinación en mi voz - Me hizo arrodillarme ante él y jurarle que os haría todo el daño que pudiera y que fuera capaz, tío… Y que tenía espías por todo el lugar y que estaría vigilándome… De ahí que le pidiera si estábamos en un ambiente de confidencialidad… - Miré con determinación al rey - Así pues solo tengo una petición para usted, su majestad… Protección contra la acciones de Vicenç pues si consigue salirse con la suya no podremos serle de apoyo...

Clara, no hay ningún sitio en toda la comarca libre de posibles espías... Y, pese a que agradezco tus palabras con todo el corazón y tu aviso hace que me enorgullezca de haber contribuido a tu exquisita educación...

También he de decir que debes de ser más lista de aquí en adelante... Si ahora mismo alguien de confianza de tu hermano te hubiese oído ¿Qué crees que hubiera pasado? Me acerco a ella y la beso la frente a la vez que la abrazo fuertemente. Hablaremos después sobrina, ahora, por si acaso y para que no desconfíe nadie, haz todo lo que te ordenó tu hermano, palabra por palabra, lo primero es asegurarnos tu seguridad, ya nos encargaremos de tu hermano más adelante.

Mi señor, digo mirando de nuevo al rey, esto es un tema privado de la comarca de Cançó d'Alós y como tal será tratado. Le ruego perdone a mi sobrina Clara, es joven e impulsiva. Digo sonriendo y quitando hierro al asunto.

En cuanto al tema que nos atañe en realidad esta mañana... Claro que le ayudaremos, estaremos encantados de ser sus ojos y oídos y ayudándolo en cuanto sea necesario, Cançó d'Alós siempre servirá a su majestad así como a su linaje. Hago una leve reverencia en señal de respeto.

Hola padre, ¿Qué tal se encuentra hoy?

Digo sonriendo al ver a padre de nuevo mejorar.

Espero que pronto pueda volver a ejercer sus funciones como señor de Alós, madre es una buena sustituta temporal pero ambos sabemos que el poder debe ejercerlo un hombre fuerte...

- Si alguien de confianza de Vicenç estuviera aquí ahora significaría que uno de sus objetivos también sería Su Majestad... Pues en su locura no le importa nada ni nadie con tal de veros caer, tío... Ni siquiera le importaría ir o atentar contra Su Majestad... Me lo dejó bien claro... Y así, Su majestad conocería a un nuevo enemigo contra su noble causa... - Se agarró el cuerpo algo asustada.

Suspiró, mientras cerraba los ojos y volvía a hablar, esta vez con más calma.

- Será para mi un placer y un honor ser vuestros ojos y oídos... Comenzaré a establecer contactos y buenas relaciones con el Señor de Portbou, el Conde de Rosellón y el Conde de Empúries... Ha llegado el momento de salir de las faldas de madre y comenzar a poner en práctica lo que ella me ha enseñado en estos años y lo que he ido aprendiendo de todos cuantos me rodeaban... 

Miró a su Majestad y agachó la cabeza

- Disculpe mis formas... Vicenç me alteró más de lo que creía... 

Manel podía percatarse que en ningún momento se refirió a Viceç ya como "su hermano" sino que lo llamaba por su nombre en todo momento. 

Tras un momento de indecisión, el barón de Alós respondió. Tenía unas ojeras grises que hacían que su rostro pareciese aún más macilento, y su labio antaño fuerte temblaba al hablar. Parecía una sombra de lo que había sido. Pero una sombra que se movía, y algo en sus ojos parecía querer decir que sus fuerzas no se habían acabado.

-- Vicenç, hijo mío, ¿cómo quieres que esté? Me despierto de un sueño largo cansado y dolorido, y veo en la casa el ajetreo propio de un burdel. Ahora, ¿puede alguien decirme qué demonios está pasando y por qué estamos siendo asediados por una ciudad de pabellones nobles?

Hablaba con fuerza y con dureza. ¿Estaría recuperando sus fuerzas?

Jaume I, rey de Aragón, conde de Barcelona, vizconde de Carladés, barón de Omeladés y vizconde de Fenolleda miro con los ojos abiertos la escena que había sucedido. Toda aquella información le era completamente nueva, no sabía de dónde venía. No obstante, él de entre todos sabía lo que era tener un familiar que quería usurpar su lugar costase lo que costase. Pasaba en las mejores familias; no era nadie para juzgar a la pintoresca aristocracia rural de aquel valle de mala muerte.

-- Bien, si lleváis a cabo el cometido que os he encargado, podréis venir conmigo a la corte de Barcelona. Y estoy seguro de que una muchacha tan bella como vos no encontrará problemas en una ciudad tan grande y llena de gente poderosa como Barcelona.

>> En cuanto a Vicenç... ¿no es el mismo que humilló con su espada al heredero del Condado de Empúries? No puedo negar que me causó cierta simpatía en ese momento. Sin embargo, estoy pensando que entonces quizá vos, mi querida Clara, podríais acercaros a la familia de Empúries, nada sospechosa de confraternizar con vuestro... er... hermano.

>> Manel, para vos dejo la destreza marcial y el rigor de los señores del Rosellón. Pero tened cuidado: no por ser menos hermosa es la picadura de la araña menos venenosa que la del áspid. Lo sé bien.

>> Podéis comenzar en el propio torneo. Supongo que tendréis que recibir a las legaciones como es debido. De lo que se trata... lo que quiero que hagáis que es que tanteéis la opinión sobre la posibilidad de organizar una cruzada. No, no como la de vuestro impetuoso hermano mayor, sino algo mucho menos ambicioso, y al mismo tiempo infinitamente más pragmático: conquistar el reino de las islas orientales, Maiorica y Minorica, así como las Pitiusas. Actualmente son un nido de piratas infieles que molesta a nuestros mercaderes, y he oído decir que el rey de las islas no está en una buena posición interna.