Partida Rol por web

- Es... Es un demonio... Y sus... Sus sabuesos infernales... Estamos... Condenados... Viene a cobrarse nuestras almas... Parecía haber recuperado la compostura aunque parecía decir sandeces... Su mirada era de terror y su cuerpo temblaba mientras no dejaba de mirar a la bruma.. - Rosas... Son rosas... Debimos hacer caso a tía Joana... Lo siento... Siento amar a quien no debo... No le hagas daño... ¿Acaso había perdido la joven Clara la cordura también? Seguía permaneciendo entre ambos, siempre más cerca de su tío Manel y con la daga en la mano...

Tras escuchar a Maria,se me ve aliviado y he intentado forzar la vista otra vez, para ver si distingo algo.

Espero que sean ellos, mi señora, porque lo que me pareció ver a mi era más aterrador, una delegación pontificia. Y si lo fuera solo significa que se van a librar de algún hereje en concreto, que saben que está aquí, sino nunca movilizarían algo así. Sé que es su trabajo y un mandato de dios, pero haya donde llegan el terror y el misticismo les sigue.

-¿Que está pasando? ¿Que es tanta gente? ¿Y porque tanta fanfarria?

Dije mientras me dirigía hacia Maria d'Olot y Pèire.

¿Vienes a por mi jinete? Pero... Todavía no es la hora ¿verdad? Dejo la formación y encaro al jinete carmesí.

Si esta es tu forma de decir "Eres mio, no te olvides de que vendré a por ti", no está funcionando, por lo menos en mi no. Mi hermanita se ha meado encima y poco la falta para confesarse ante dios y los angelitos, pero yo no. Doy unos pasos hacia el jinete mirando con asco a mi hermana.

Cuando llegue mi hora, se que habré vivido como he deseado, haciendo lo mejor para mi casa, para mi familia, si esperas que me arrodille y suplique... Creo que te has equivocado de hermano, con ella seguro que tendrás más suerte. Señalo con el escudo a Clara.

Ahora por qué no te largas por donde has venido y nos dejas con nuestros problemas de mortales, de ellos nada te incumbe. Cuando sea la hora nos volveremos a ver, y en ese momento podrás llevarme contigo.

Noto el cuerpo de clara detrás de mi, con la daga en la mano, a pesar de toda la situación que estábamos viviendo. Demostraba valentía pese a todo. Todo lo contrario a su hermano, que demostraba con sus actos una gran y marcada estupidez, el niñato se encara al jinete dejando a Clara a merced de esos demonios.

Maldita sea Vincenç mantén la formación.

De repente se hizo evidente para todos, aquel jinete sólo quería a Vincenç y su atención era toda suya.

Clara, sígueme, despacio, sin hacer ruido. Doy dos pasos laterales y me separo de mi sobrino. Luego otros dos para salirme del foco de la mirada pétrea del jinete, parecía que se mantenía en Vincenç, así que seguimos andando hacia la linde del cementerio, por donde se había marchado asustado mi caballo, no lo culpaba por ello, si yo hubiera sido él estaría en Finisterre ahora mismo. Al llegar allí Clara sigue con la mirada en la figura carmesí. La pongo la mano en la barbilla y hago que me mire despacio, que sus ojos se encuentren con los míos.

Vamos Clara, vámonos, esto no nos concierne. Poso mi frente contra la suya para luego añadir:

Sólo tu hermano sabe lo que ocurre y no nos lo va a decir. Tenemos que salir de aquí, subirnos a mi caballo y volver al castillo para informar de que unos bandidos os han atacado al heredero de Empuries y a ti mientras conversábais. Resoplo de forma cansada.

A su padre dile lo mismo, pero si te pregunta sobre lo que deseabais de su hijo... dile la verdad, toda la verdad, la que sea, pero no le mintáis.

Definitivamente Vicenç se había perdido, se había condenado... No sólo estaba loco si no que había pactado con un demonio... Ahí estaba, delante de aquel ser tratándolo casi como un igual... ¿Lo mejor para la casa? Lo mejor para él... Había quedado claro cuan egoísta era aquel despreciable ser llamado Vicenç... Nada de compasión quedaría para él... Las cartas ya habían sido jugadas y él había mostrado las suyas demasiado pronto... 

Entonces me percaté que los perros infernales estaban demasiado cercanos... En ese momento tío Manel se puso junto a mi y me apartó de aquel lugar... Asentí a las palabras de tío Manel y lo seguí en silencio...

Mientras no dejaba de mirar a aquella figura él puso su frente pegada a la mía, su rostro frente al mío y su mano tocó mi barbilla para mirarlo... 

- Sí... tío... 

Es lo poco que dice ante las palabras de él. 

Las mejillas de Clara se sonrojan cuando él pone su rostro tan cercano al suyo y es incapaz de mirarle a los ojos, desviando su mirada... No sabrías decir si por vergüenza, odio o por qué motivo... 

Se mordió ligeramente el labio antes de hablar, como si quisiera decir o hacer algo... Aún así, siguió callada, con sus mejillas sonrojadas, su rostro sucio y los ojos rojizos a consecuencia de las lágrimas... Aún a pesar de su aspecto seguía siendo extremadamente bella... 

A pesar de tus palabras, la verdad es que aquel ser te resulta atractivo. Te acercas a él desafiante... pero en realidad una parte de ti, y no tienes ni idea de cómo de grande es esa parte, quiere unirse a él. Sientes que es la fuerza del destino lo que te arrastra hacia esa figura inmóvil, hierática.

Te acercas profiriendo amenazas e irreverencias hasta que estás casi a punto de tocarla. El aire de familiaridad es cada vez más grande, más cálido. Sientes que si te unes a esa figura serás capaz de ganar un poder que nadie ha tenido nunca... y es esa misma sensación fuente de ganas y de miedo. Miedo porque ese poder podría aplastarte. Ganas porque con él podrías aplastar a tus enemigos.

Sientes el frío aliento del corcel cerca de la mano. Dos caballos, u luchan de manera desbocada dentro de tu alma, pero no tienes tiempo de saber cuál de los dos ha ganado. De repente, todo empieza a desvanecerse. La niebla, la figura, todo, es absorbido hacia... ¿dónde? De repente vuelves a ver el atardecer claro, con el torreón recortándose en la lejanía.

Sin embargo, sabes perfectamente cuál de los dos caballos habría ganado.

De repente, todo se desvaneció. Los lobos, cuyas formas eran ya claramente distinguibles, fueron absorbidos y desaparecieron como si, por así decirlo, alguien hubiera quitado el tapón de una cuba de vino y ésta se hubiera vaciado de improviso. La niebla dejó paso al bello atardecer en el claro, con la figura del Torreón, negro, amenazante, coronando la montaña.

Y Roger d'Erill, caballero del Reino, espada en mano, estaba frente a vosotros. 

Al ver vuestro aspecto (sobre todo el de Clara), se preocupa profundamente.

-- Señores míos, ¿qué ha acontecido? ¿Os encontráis bien?

Si Roger, menos mal que has aparecido. Me acerco y le doy un abrazo más que cariñoso pero sin que se de a entender nada. 

Vamos, salgamos de aquí antes de que pase algo más. Me quedo pensativo unos segundos. Vale, esto será lo que haremos...

Vincenç y tu debéis de hacer que esto parezca obra de bandidos, comolos que atacaron la caravana, esos infames atacaron al heredero de Empuries por sorpresa.

Roger, tu salvaste a Clara haciendo que los bandidos se retiraran justo cuando la iban a matar, estabas aquí por orden mía, la seguías como guardaspaldas sin que ella lo supiera, ¿Entendido?

Miro a Vincenç, vuelve al castillo sobrino, no hagas nada el resto del día, o fóllate a la desdichada que has dejado sin matrimonio. Hagas lo que hagas haz que te vea alguien durante cada minuto de todo el día. ¿Podrás hacerlo?

Yo de mientras iré a caballo hasta el río, y luego volveré para dejar las huellas de los asaltantes.

Vamos, deprisa, no hay tiempo que perder.

-- ¿El heredero de Empúries? Esperad, ¿está mi señor Ponç aquí? ¿Qué le ha sucedido? ¿Está bien?

Me temo que ha sido asesinado Roger, si confías en mi como antaño hiciste haz lo que te he pedido, luego te explicaré lo que ha pasado aquí con todos los detalles y podrás decidir que hacer en consecuencia. Mi mirada cae al suelo, mi alma ya ha caído más abajo, más concretamente a los infiernos, Roger no me lo perdonará nunca.

-- ¿Asesinado? ¿Cómo? ¿Dónde se encuentra el cadáver?

Estas preguntas os llenan de desazón, y os giráis hacia la tumba de la rosa para señalarle... ¿qué? En ella sólo hay una rosa roja, bien fresca.

Vi llegar al joven Dionís, salido de Dios sabe dónde y, medio respondiéndole, medio reafirmando aquella idea tan absurda como cierta que poco a poco se iba asentando en mi cabeza de que no solo el Rey sino una de las casas más poderosas (quizás la que más) de toda Castilla se habían personado a la vez en aquel pequeño pueblo mío de Alós, le dije:

-Eso vamos a averiguar, qué está pasando.

El médico extranjero y el padre Rodrigo ambos también eran recién llegados de Castilla. ¿Tendrían ellos algo que ver con aquel rebomborio en las puertas de su casa?

Muchas cosas han pasado hoy, mejor dejarlo estar. Vamos Clara, te ayudo a llegar a tus aposentos, no se que diablos está pasando aquí, Vincenç, mejor si nos lo explicas pero si no lo haces... Vete al infierno.

Ayudo a Clara a llegar al castillo y la acompaño hasta sus aposentos sin que nadie o la menor gente posible la vea.

¿Yo se algo de todo esto?

Mi rostro era de puro cansancio y pesar... El hecho de no ver el cuerpo del pobre Ponç me trastocó aún más y miré con mayor desconfianza a Vicenç pues seguro que todo era obra suya y de su pacto con un demonio...

Miré con desprecio y odio a Vicenç mientras acompañaba a tío Manel hasta el castillo... Iba cabizbaja y pesarosa pues me pesaban las piernas y los párpados... Y mi mente no paraba de divagar... 

- Gracias tío... 

Acompañé en silencio a mi tío, con mi rostro pesaroso y mi aspecto tan triste y destrozado... 

Al llegar a los aposentos miré a mi tío... Mi mirada era de cierto pesar y vergüenza... Aunque había algo más... Y, de nuevo, parecía no atreverse a hablar... 

- Tío... - Dijo muy bajito.