Partida Rol por web

No. No me encontraba bien. Las verdades, muchas veces, duelen. Pero esta vez el dolor se mezclaba con indignación, miedo y incomprensión. 

Cuando Vicenç me mandó el encargo, daba por sentado que, a lo sumo, pediría que alguien le tirara mierda de cerdo a Clara, o que, como mucho, le diera un susto por la noche, disfrazado de algun ser magico. Pero jamás podia pensar que Vicenç fuera capaz de tanta maldad. E incluso, que se decidiera a pensar que yo obraría sus inaceptables ordenes sin pestañear. 

Inaceptables. 

Ese era el problema. Debía respeto y confidencialidad a su amigo. Amigo. Otra palabra que ahora le sonaba tan extraña como tantas que ultimamente estaba oyendo. 

Pero hasta que punto debía acatar esa orden. Incluso aunque no fuera él quien la ejecutara. Y si así lo hacía, ¿ como debía obrar? ¿Ocultaba a todo el mundo que no habia ordenado ejecutar un mandato de Vicenç?¿Lo contaba a alguien del castillo?

No era alguien acostumbrado a pensar mucho y tantas dudas en la cabeza me torturaban. Quizá el sueño que tuve en el torreón de la ciudad con la gente muriendo por las calles, era una premonición de la muerte de mi amistad con Vicenç...

Me habia quedado boquiabierto y centrado en mis pensamientos, cuando el jovenzuelo me dijo:

-- ¿Señor? ¿Se encuentra bien, señor? 

Sus palabras me despertaron de mi aturdimiento y decidí ir a ver a Vicenç para plantarle cara. Aceptaría lo que pudiera pasarme, pero no quería verme envuelto en tales locuras y tenia que intentar hacerle rectificar como fuera. En el peor de los casos, podia desaparecer e irme con Hassan ben Saghr a continuar aprendiendo el arte de la sanación. 

-Sí. Disculpa mi despiste... -Titubeé- El trabajo que quiero encomendarte es bien simple.- Entonces tuve una idea genial- Vas a ir hasta el viejo cementerio. Te indicaré como llegar a él, aunque se encuentra un poco escondido en el bosque, a alguien tan vivo y perspicaz como tu no le será difícil dar con el lugar. Allí verás una tumba que destaca de las otras porque se encuentra limpia y con flores. Necesito que busques un lugar dónde esconderte y descubras quien lleva las flores a esa tumba. Cuando lo sepas, avisas a Pep, el tabernero, y él se encargará de que la información me llegue. Aquí te dejo unas pocas monedas como primera parte del trato. Si descubres el misterio, tendrás una buena paga. Y, también me aseguraré que Pep te de una buena ración de comida para llevar. 

Evidentemente no le dí el contenido de la bolsa que Vicenç me habia dado, sino algunas monedas que tenia a mano. Así mismo, le pedí a Pep que cuidara al chaval y le dejé unos buenos dineros para asegurarme que cumplía mi encargo. Y fué entonces, cuando me disponía a salir de la taberna para ir al encuentro de Vicenç que oí el ruido de cornetas y tambores. 

Salí a la calle para ver de que se trataba con el resto del gentío de la taberna.

Claro, cuando quieras hermana. Puedes hablar delante de Maese Peire si lo deseáis, es de total confianza para mi.

Azul. ¿No rojo? Pienso para mis adentros.

Espero oculto a ver quién más llega.

Seguía algo inquieta, aunque no podía dejar de mirar aquella tumba...

-Buenos días -saludé escuetamente a mi cuñada y antes de que pudiera decir nada más, se oyó todo aquel rebomborio.

¿Quién llegaba ahora y en el peor momento? Busqué con la mirada al anciano Pèire, tratando de encontrar en él la complicidad y respaldo que necesitaba en aquel día que ya empezaba a hacérseme cuesta arriba, sin siquiera haber desayunado. -Parece ser que la conversación con Clara tendrá que esperar -dije, mientras mi cuñado se alejaba por el pasillo, guiado por Caterina. En cierto modo, me sentí algo aliviada, aún no sabía que debía hacer de esta nueva información. Recibir a quienquiera que fuese que había llegado me serviría para poder digerirla y pensar cual debía ser mi rumbo de acción. Así, enfilé hacia la sala principal sin esperar si el maese doctor decidía seguirme o no.

La conversación de Caterina, parecía urgente. No se preocupe, Manel. Yo me retirare y les dejare hablar tranquilamente, además parece que quiere hablar con usted a solas y yo no soy quien para interponerme. Ya seguiremos hablando después Manel. Me despido con una pequeña reverencia y me retiro del lugar. De la que me voy retirando, veo a Maria, que parece buscarme y claro con todo este jaleo no me extraña.

Mi señora, la acompañare. Aunque solo sea por ver que más pasa, suspiro con un tono algo triste. Que más nos puede pasar, ya solo queda que nos ataque un dragón

-- Hermano, nuestra sobrina Clara ha partido al interior del bosque sola. Creo que ha ido al cementerio.

¿Sabes para qué ha podido ir? ¿Qué tumba puede haber allí que requiera ir sola? Me quedo pensativo unos momentos.

Hazme un favor hermana, intenta encontrar a Roger d'Erill, no será fácil pero es mi más fiel amigo y compañero de armas, puedes confiar plenamente en él. Cuéntale lo mismo que me has contado a mi y ponle en antecedentes, si nos pasa algo a Clara o a mi, sabrá lo que tiene que hacer. Doy un beso en la frente a Caterina y me dispongo para ir a las caballerizas a buscar mi caballo. 

Al salir del castillo, en la ancha explanada donde se agolpaban los pabellones nobles, Maria y Pèire pudieron notar cómo se les encogía el corazón. Allá, por el camino real, venía una comitiva fausta, extravagante y rica que hacía que la del rey vuestro señor pareciera la de un noble de riqueza moderada. Era una comitiva tan colorida que a ningún vasallo de su majestad se le hubiera ocurrido montarla, a no ser que preparase un acto de rebelión contra el rey y buscase mostrar su poder.

Pero es que aquellos no eran estandartes de la Corona.

https://www.youtube.com/watch?v=7ZbQQaMuatE

Pronto, tras un instante, el sonido se hizo más evidente y, a lomos de un caballo bermejo, apareció Ponç, sudado y atractivo, varonil. Descendió del caballo y, al verte, pareció olvidar lo que fuera que quisiera decirte --o, más bien, al observar las formas de tu cuerpo, decidió que lo que quisiera decirte no era importante. Caminó con paso decidido hacia ti, y te besó largamente mientras, con sus manos, tanteaba las costuras del vestido.

No tuviste que esperar mucho. En aquel instante, a lomos de un caballo bermejo, apareció Ponç, el heredero de Empúries, tu archienemigo, el hombre que iba a desposar a Teresa. Bajó del caballo y se dirigió directamente a tu hermana, y comenzó a besarla largamente.

Tuviste la impresión de que ella intentaba resistirse.

Caterina de Mormont asintió con la cabeza y desapareció corriendo por el pasadizo.

Entonces recuerdas la rosa roja sobre la tumba. ¿Quizá Clara...?

Entonces los viste. Allá, por el camino real, venía una comitiva fausta, extravagante y rica que hacía que la del rey vuestro señor pareciera la de un noble de riqueza moderada. Era una comitiva tan colorida que a ningún vasallo de su majestad se le hubiera ocurrido montarla, a no ser que preparase un acto de rebelión contra el rey y buscase mostrar su poder.

La gente se agolpó y recibió una lluvia de dátiles y dulces que no habían probado nunca. Tú tampoco, y pensaste en las palabras de Hassan sobre Damasco. Los soldados, hermosos, hermosamente armados, iban a caballo y portaban colores blancos y negros. Alguno de ellos llevaba un estandarte: dos calderos sables sobre un campo blanco. No tenías ni idea de dónde podían ser, y de qué clase de arrogancia les hacía querer competir con el rey vuestro señor, pero aún así intentaste hacer memoria.

Y la viste. Montada al lado de un anciano que parecía ser el líder de la comitiva, estaba la chica, la hermosísima mujer que llevaba días compartiendo el lecho de Vicenç.

Me giré al escuchar el caballo y entonces lo vi… su porte, su planta… todo él era atractivo… antes de poder decir nada se abalanzó sobre mí y me beso… sus labios eran dulces y… era mi primer beso…

Entonces noté sus manos e intenté apartarlo de mi, despegando sus labios de los míos.

- Mi señor Ponç… Pare, por favor… Deme un respiro… ¿Qué ha pasado? - Intentaba que dejara mi vestido - Así no… por favor… pare…

Intenté dar algún paso atrás.