Partida Rol por web

Tu alma sigue a aquella hermosa luz hacia donde te lleva y puedes visualizar tu cuerpo en tu habitación. En tu último recuerdo, estabas en el salón con los demás pero allí estabas, descansando como si de un sueño se tratara. Si no fuera porque te estás viendo desde fuera y la herida en tu cuello, parecería un mal sueño.

Entras a tu cuerpo y éste reacciona despacio, convulsiones que tratan de recargarlo de vida, tus pulmones luchando por respirar, tu corazón por latir. Todo para recuperar la vida que te había sido cegada en un momento. Tu cuerpo se acopla a tu alma una vez más y los movimientos cesan. Poco a poco, abres los ojos y te encuentras nuevamente con tu cuerpo humano, ya no más de ese cuerpo de muñeca maltratado. Rápidamente, corres al espejo a mirar tu cuello, recordando la herida que te ocasionó la muerte pero al parecer, ya había sanado. Definitivamente, estabas de vuelta y sana.

Keelin sintió encogerse su estómago cuando la luz apareció en la casita de madera y una mezcla de temor y alivio llenó su pecho mientras se sentía arrastrada hacia su propio cuerpo, herido y tendido sobre la cama, debajo de la mirada de esa muñeca que a todos producía temor y a ella le daba más bien lástima.

Se quedó tendida en la cama unos instantes, ordenando sus ideas, mientras su alma se acomodaba de nuevo a su cuerpo. El tiempo pasado en la casita había sido productivo. Había aprendido muchas cosas y descubierto otras. Tenía más clara la situación que antes de morir y sabía cuál era su prioridad ahora: Alec.

También tenía una lista más o menos acotada. No le quedaban dudas sobre Sara y Esther. Y por lo que parecía finalmente no se había equivocado con Alicia. El cambio de poderes entre Charles y Efraín también había sido revelador y explicaba el cambio de actitud de este último al que se había referido Andy. Seguía creyendo que Nathaniel era el responsable de la casita rosa, a pesar de que el hombre no había abierto la boca desde que llegó a la casita de madera. Y cuanto más lo pensaba, más segura estaba de que Michelle era la responsable de las pesadillas... Hikari era peligrosa a su manera, aunque no fuese con los asesinos directamente. Y aunque le gustaría saber quién era el responsable de la energía oscura, le preocupaba más el asunto de Loren, que parecía haberse vuelto loca por completo.

Había descartado ya a Noor, Alec, Amanda y Andy. Pero todavía quedaban muchas incógnitas y la más importante de todas tenía el pelo azul brillante. ¿Qué escondía April? Esa muchacha que la primera noche había suscitado la lástima y la comprensión de Keelin, pero que la ignoró cuando se volvieron a cruzar y de la que desde entonces sólo había obtenido retazos de información sesgada. Información que cada vez parecía apuntar más y más a que April era una de ellos. Y una pieza peligrosa, pues manejaba el cotarro con seguridad enarbolando una lista que nadie parecía saber en qué estaba fundada, pero que todos creían a pies juntillas.

Keelin se levantó, temerosa de lo que estaba por venir, pero determinada a hacer lo mejor que pudiese para la tarea que se le había encomendado. Proteger a Alec. Se dirigió al espejo y un enorme suspiro de alivio salió de sus labios al ver que la cicatriz había desaparecido junto con el cascarón hueco, roto y lleno de polvo que había estado habitando. Una cicatriz de ese calibre habría destrozado su carrera como modelo, y aunque eso no lo era todo en su vida, sí era su mayor ilusión. 

Era gratificante sentirse viva de nuevo, y libre de la molestia en el ojo que la forzaba a vivir en dos realidades simultáneas. Se sentía libre y el latir de su corazón golpeaba su pecho con fuerza, dándole esperanzas de que al final todo pudiera salir bien.

Tras esto se miró las manos, esperando que siguieran funcionando como antes, y se dirigió hacia la puerta de la habitación, tomando aire con fuerza antes de enfrentarse a las miradas que probablemente se posarían en ella cuando la atravesara.

Keelin no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Alec estaba a salvo esta noche, había dicho que podría protegerse del primer ataque que sufriera a manos de los asesinos... Así que no le convenía protegerlo a él. Debería hacerlo la noche siguiente a que él gastase ese as en la manga que guardaba, para que estuviera protegido dos noches seguidas y, al mismo tiempo, para confundir a los asesinos.

Así pues, meditaba sin estar segura de a quién debería cubrir con esa coraza brillante que salía de sus manos. Ella misma era una buena opción, pero le parecía que había otras personas que podrían estar en más peligro que ella. Y si se protegía esta noche, no podría hacerlo la siguiente. Por un lado estaba Lisseth. Ya no le cabía duda de que ella era la responsable de la energía oscura. Había sido prácticamente por eliminación. Y si ella se había dado cuenta, probablemente los asesinos también. Lisseth podía traer a la gente de vuelta y si Amanda no mentía, sus intenciones y objetivos seguían iguales que antes de volver. Amanda también podría ser una buena opción, ella tenía esas pastillas extrañas con las que había matado y devuelto a Alec. Pero sin estar segura por completo de que la energía oscura no la hubiera cambiado, Keelin no se inclinaba a pensar en ella para protegerla. 

Por otro lado estaba Michelle, que los había traicionado. Aunque Keelin todavía se sentía dolida porque la joven la hubiera mentido y la apartó de su mente. Andy no parecía estar siendo un estorbo para los asesinos precisamente, así que no pensaba que fueran a por él. En cuanto a Noor, estaba ayudando a los asesinos más que cualquiera, con esa manía de darle acceso a la gente a esa Suite y haciendo que murieran de dos en dos. Si lo atacaran, les estarían haciendo un favor a todos. Y Benén y Kenneth, tampoco le parecían objetivos demasiado interesantes, ya que la gente no debía saber lo que podían hacer. Hikari, por otro lado, podría estar resentida hacia ella y querer vengarse... Keelin estaba bastante segura de que si alguien la atacaba esa noche sería la japonesa. Pero recordaba las palabras que la mujer de rojo le había dedicado en esta misma habitación... Su coraza funcionaría para los asesinos... Y Hikari, tan sólo era una especie de ladrona. 

Keelin se mordió el labio, despierta en la noche y mirando a su alrededor. Recordaba perfectamente cómo había resultado la última vez que no había querido protegerse a sí misma pudiendo hacerlo... Esa noche la habían atacado dos veces, aunque una de ellas hubiera sido una especie de sueño. Sabía que debía preocuparse por su seguridad. Pero si la atacaban, o era Hikari o estarían confirmando que ella tenía razón con sus sospechas y por eso la quitaban del medio. Pensaba que era más probable que la atacaran la noche siguiente. Hikari quizá esperaría para ver si April volvía por la mañana. No quería perder la oportunidad de protegerse la noche siguiente.

Finalmente, se acercó a Lisseth bastante dubitativa y se agachó a su lado para rozar su mejilla con la punta de los dedos, cerrando los ojos y concentrándose en invocar esa coraza que surgía de su interior. Con energía oscura o sin ella, al menos esa joven silenciosa era capaz de traer a gente de vuelta. Y necesitaban proteger a todos los que fuesen capaces de hacer eso.

Te acercas a Lisseth despacio, a hurtadillas para no despertar a nadie y la tocas con suavidad. Ella siempre dormía más apartada, así que te era difícil alcanzarla pero lo logras sin que nadie lo note. Llevabas muchos días sin usar tu don para proteger a nadie, así que te sentías un poco nerviosa de no poder lograrlo. Al tocarla, notas lo fácil que se había vuelto para ti hacerlo. De tus poros emana ese extraño barniz que poco a poco, va cubriendo su piel, dándole aquel brillo especial a su ser pero ella no lo nota. Ahora, ella estaría a salvo de los lobos por esta noche.

Te vas a descansar pero un terrible dolor en tu corazón te indica que alguien ha tratado de hacerle daño, alguien la había atacado. Si no hubiera sido por ti, Lisseth habría caído.

Aún te sentías algo sorprendida por eso y tratas de tranquilizarte, mas antes de poder hacer algo, una figura bestial se va contra ti y con una gran fuerza, atraviesa tu pecho. Por un momento, puedes ver sus ojos totalmente negros pero el cabello rubio y el corte te dicen de inmediato que se trata de Esther. Antes que puedas decirle nada, ves cómo retira su mano con violencia y en ella, sostiene tu corazón. Lo mira con cierto deseo y comienza a lamerlo pero antes de que puedas notar algo, te vas haciendo débil y pierdes el conocimiento.

Te sentías extraña y te preguntabas si irías de nuevo a esa casita de madera pero un fuerte ardor hizo que reaccionaras y te dieras cuenta que aún estabas viva. Justo donde Esther había dejado su huella, el ardor crece y ahora, tu cuerpo lucha por vivir, por moverse, mas se siente diferente. Puedes sentir ese ardor cubrir todo tu cuerpo y darte más poder, más del que habías imaginado. Tus deseos cambiaban. Ya no querías proteger a los inocentes, sino ser la mano ejecutora, hacerles pagar por haberte enviado a ese terrible lugar de muerte. No hay nada que rescatar en esas almas condenadas a la muerte. Allí, te das cuenta de lo que te ha hecho Esther. Te ha transformado...

PROTECTOR OSCURO...

Tu velo oscuro salvará a los malvados, protegiéndolos de las votaciones diurnas, mas no sabrás a quién extendas tu protección. Al hacerlo, formarás un vínculo con aquel ser oscuro.

Ahora era cuando te sentías poderosa, completa y fuerte pero en medio de tu regodeo, sientes un muy fuerte ataque. Tu cuello era destajado una vez más pero con mayor violencia. La sangre era lamida y casi bebida antes que tocara el suelo, los tendones de tu cuello eran destrozados de a poco y luego, unos cuantos mordiscos en tu pecho, tus brazos, todo tu cuerpo era parte de aquel juego macabro de esa bestia.

A pesar de darte cuenta de dónde mordía, ya no podías sentirlo mientras tus sentidos se van apagando y pierdes la vida de esa manera tan brutal. Momentos después, despiertas nuevamente en la casita de madera...

Al verte en el otro lado, muerta, sola, pero con ansias de venganza, descubres en ti un legado, una cualidad que nadie podría aprovechar mejor que tú. Tus lazos oscuros podían atar a alguien más a tu casa, sólo para hacer de tu labor algo más duradero.

Al haber caído, tendrás la posibilidad de nombrar un sucesor. Alguien que tome tu lugar y cumpla con tu deseo que obtener venganza. Tienes hasta la noche para decidir si quieres nombrar un sucesor...

Keelin se sentía confusa tras todo lo sucedido durante la noche. El corazón le dolía, incluso dentro del cuerpo vacío de esa muñeca. Lo sentía marcado, lleno de algo oscuro. Ella sólo había tratado de ayudar a todos... ¿Y cómo se lo habían pagado? La habían asesinado. Dos veces. Y ninguna de ellas habían sido los asesinos, sino sus propios compañeros. Esos a los que trataba de ayudar. Merecían terminar todos muertos. Quizá se había estado equivocando de bando si lo que quería era salir de ese horrible lugar.

Tratando de mantener la calma analizó lo sucedido... Y se dio cuenta de que en el fondo no estaba tan mal. Había logrado proteger a Lisseth y eso le provocaba sentimientos encontrados. Por un lado, la satisfacción de haberse adelantado por una vez, de haber sido ella quien los engañase. Por otro, ahora le habría gustado ver a Lisseth muerta, como lo estaba ella. Sin embargo, haberlo conseguido habría sido la confirmación de que no mentía, por si alguien tenía dudas sobre ella.

Pero no era sólo eso, también había acertado con Esther. Y eso también le hacía sentirse más tranquila. Quizá se hubiera equivocado con April, eso estaba aún por confirmar. Pero no lo había hecho con la mujer rubia. Y apostaría a que con Alicia tampoco. Aunque no eran ellas quienes la habían matado. Debía haber sido Hikari. O quizá Kenneth.

Finalmente, este nuevo sentimiento que había aparecido en su corazón... Esos lazos oscuros que podía lanzar para atrapar a alguien más. Tenía muy claro con quién debía usarlos y esperaba que eso sirviese para llevarla de vuelta. El pequeño Alec había estado pegado a las faldas de una asesina desde que llegó. En cierta forma se lo había estado buscando. Antes de que le diese tiempo de usar su poder para resucitar a nadie que no fuera ella, Keelin lanzó esos lazos hacia él, esperando que los reconociese como suyos y supiera lo que debía hacer.

El sueño de la muerte era algo a lo que te habías habituado pero éste había dudado relativamente poco. Cuando sientes la luz del pequeño Alec, sientes algo diferente en ella. Parece ser más brillante, más cálida, más hermosa... Robaba el aliento de sólo contemplarla y tu alma la siguió, a través de los muros, las paredes, todo hasta llegar a tu cuerpo. Entras una vez más en él y éste lucha por regresar a la vida, por respirar. Poco a poco, tu corazón comienza a latir, tus pulmones reciben aire y tu sangre corre nuevamente.

Cuando abres los ojos, una visión te impresiona. No sabías si estabas ya con todos o no pero sin duda, él estaba allí. Alec se veía diferente: de apariencia mayor, con una piel tersa y blanca, su cabello era brillante pero aquello que te dejaba completamente perpleja eran sus alas. Alas de ángel de color gris a causa del fuego y aún las puntas llameantes. Era la visión más maravillosa que habías visto y su apariencia frágil y hermosa te enternece, causando en ti un sentimiento nuevo. Jamás podrías herir a una criatura ten frágil como esa, era simplemente perfecta.

Alec se te acerca con una sonrisa y te da un beso tierno en la mejilla, en parte para cerrar el contrato contigo. Sabías sus intenciones y en parte, habías accedido sin problema.

Por la admiración a su figura, pierdes la capacidad de votarlo en las votaciones.

Alec desaparece de tu vista y te das cuenta que te encuentras aún en aquel colchón en el cual te habías acomodado para dormir en el suelo. Tocas tu cuello y sientes tu cuerpo pero pareces estar intacta nuevamente. 

Keelin sonríe al ver a Alec embelesada con su nuevo porte y aspecto. El muchacho tímido e infantil ahora parecía más mayor, más adulto y su figura era dolorosamente hermosa. La joven no pudo evitar sentirse satisfecha de haber dado ese empujón al niño del que otros se habían estado aprovechando. 

Mientras la imagen de Alec iba desapareciendo de su mente y su alma se acomodaba de nuevo en su cuerpo, Keelin tomó aire. Todo iba a complicarse a partir de ahora e iba a tener que hilar muy fino. Al final habría sido una suerte que no se hubiera protegido a sí misma, así había confirmado su inocencia para todos. Y pensaba aprovecharse de eso.