Partida Rol por web

A penas habían pasado 15 minutos desde que habían partido de El Dragón Borracho cuando se encontraron con el primer problema. Estaba claro que el destino no les dejaba llegar a la Fortaleza de Sangre demasiado pronto. Un árbol impedía el camino, la lluvia del día anterior había descargado un potente rayo y lo había roto y quemado. Ahora, el tronco y las ramas ennegrecidas impedían y cortaban el viaje. 

Junto a él había un par de carretas tiradas por un par de caballos. Parecían mercaderes que seguramente se dirigían al mismo lugar que ellos, a entregar parte de las provisiones para la fiesta. Pero con el tronco en el suelo, el vehículo no podía pasar y no podrían cumplir con su destino.

Por suerte, los caballeros podrían dar un pequeño rodeo, adentrarse por el campo unos pocos metros y continuar con el viaje. O bien, podrían ayudar a los dos campesinos que estaban tratando de mover el árbol y que con alegría habían visto llegar lo que parecía ser el refuerzo que estaban esperando.

La escena no era del todo inesperada dada la noche que habían vivido. Gente sin nada más que sus pertenencias esperando la ayuda de gente que pasaría de largo.
Indicó a sus hombres que se detuvieran en el acto y descencieran de sus caballos. Era el momento de demostrar que la caballería es algo más que mover espadas y lanzas muy rápido por el campo de batalla.
veo que necesitáis ayuda- comentó como si no fuera evidente- Mis hombres se encargarán de mover y cortar todo este lío.
No solo hablo y dio órdenes. Se bajó el mismo de su caballo y se puso a ayudar. Si en un momento así pasaba de largo era mejor dejarse de tonterías y cambiar su título de caballero al de vulgar soldado.
Aunque no espero lo mismo de los demás.

Ulrich iba a pasar de largo. Cada cual debía solucionar sus propios problemas y el no había viajado tanto para ayudar a campesinos a mover troncos, pero aquel hombre decidió vestirse de amabilidad y Ulrich sintió que no podía ser menos caballero. Por otro lado, que los campesinos contaran de su amabilidad podía ser le favorecedor a sus intereses.
Desmonto del su caballo.- Tal vez si atamos los caballos podrían arrastrar el tronco a un lado.- dijo mirando el tronco. No era leñador, no era su trabajo saber de esas cosas pero esperar a que lo cortaran en trozos se le hacia que terminaría siendo una perdida de demasiado tiempo.- Aguardan nuestra llegada, debemos obrar con presteza.- dijo con seguridad, apremiando una acción rapida para resolver aquel entuerto.

Alester vio cómo más adelante en el camino, los caballeros que le llevaban la delantera habían parado de repente. Fue frenando a su caballo poco a poco y, curioso, se aproximó a la escena. Ya era mala suerte que, con la cantidad de árboles que había en el bosque, justo haya tenido que caer uno en medio del camino. Miró alrededor y supo que, para aquellos que simplemente cabalgaban, no les sería complicado continuar con el trayecto.

Pero no podían dejar ahí tirados a los campesinos con sus carretas. Así que se bajó y se acercó al grupo-. Vaya la que ha montado la tormenta de anoche. Parece que nuestras ropas no han sido las únicas víctimas -Vio que los hombres del dorniense, junto con su señor, estaban encargándose de cortar y mover el tronco. Pero pensó que la idea de von Liechtenstein sería eficiente-. Creo que él lleva razón -le dijo a Martell-, los hombres, por muy fuertes y enérgicos que sean, trabajan más lento y se fatigan mucho antes que unos buenos caballos. Tal vez deberíamos probar y no nos llevará más de unos minutos.

Esperó que Oberyn accediera a hacerse a un lado, junto con sus soldados, pues, como bien había remarcado Ser Ulrich, tenían todos prisa por llegar al castillo. 

El príncipe asintió.
Si tenéis cuerdas acabaremos antes.

A penas habían pasado 15 minutos desde que habían partido de El Dragón Borracho cuando se encontraron con el primer problema. Estaba claro que el destino no les dejaba llegar a la Fortaleza de Sangre demasiado pronto. Un árbol impedía el camino, la lluvia del día anterior había descargado un potente rayo y lo había roto y quemado. Ahora, el tronco y las ramas ennegrecidas impedían y cortaban el viaje. 

Junto a él había un par de carretas tiradas por un par de caballos. Parecían mercaderes que seguramente se dirigían al mismo lugar que ellos, a entregar parte de las provisiones para la fiesta. Pero con el tronco en el suelo, el vehículo no podía pasar y no podrían cumplir con su destino.

Por suerte, los caballeros podrían dar un pequeño rodeo, adentrarse por el campo unos pocos metros y continuar con el viaje. El resto de caballeros que habían partido con más prisa que ellos estaban tratando de colocar una serie de cuerdas entorno al árbol para después hacer que los caballos tirasen de ellas.

Oberyn mandó a todo su séquito parar para ayudar a los campesinos que se habían visto impedidos para continuar su camino. Incluso él mismo se puso a ayudar a sus compañeros para retirar el tronco con mayor facilidad. Al ver el esfuerzo que estaban haciendo todos, Ser Ulrich decidió usar la cabeza y no precisamente la fuerza bruta. Un caballero no solo se debía mostrar piadoso con los más desfavorecidos, ni tampoco debía hacer gala de solo fuerza bruta, a veces había que usar aquello que muchos solo usaban para portar el yelmo. A veces había que pensar y Von Liechtenstein propuso atar los caballos al árbol y ayudarles a tirar. 

¡Oh! ¡Muchas gracias señores! Dijo una señora muy anciana que se acercaba hacia ser Ulrich. Da gusto ver que todavía hay gente que ayuda a unos simples campesino. La mujer llevaba de la mano a una niña de aproximadamente 5 años. Ella era demasiado mayor para ser su madre, así que muy probablemente se tratase de su nieta. Mi nombre es Darla, Darla Fallen. Trabajo en la Fortaleza de Sangre, y a juzgar por sus ropas, diría que usted es uno de los caballeros que ha sido invitado a la fiesta, ¿me equivoco? 

Luego miró como se acercaba un buen grupo más. Parece que sois unos cuantos y que llegáis todos a la vez. ¿Quién de todos es Ser Mordred y dónde está Cedric? ¿No viene con vosotros?

-Yo no lo he visto salir del Dragón Borracho -dijo Swann con una sonrisa de oreja a oreja dirigiéndose a Darla una vez que hubo preguntado por Cedric. El señor del feudo Grizzli había decidido bajar de su percherón para no cansar demasiado al animal antes de llegar al destino. Corpulento y un tanto bruto y pesado en sus andares, se acercó a la pequeña comitiva que se había formado alrededor del tronco que impedía el paso. 

-Saludos, señores -dijo alzando una mano mientras se paraba a observar la situación más de cerca. -Si es necesario, podemos hacer que mi caballo tire también del tronco -comentó para señalar después al percherón blanco y negro cuyas riendas aún llevaba agarradas con la mano derecha. 

Swann, que destacaba generalmente por su altura, al lado de aquel caballo no parecía una persona descomunalmente alta, auqneu lo siguiera siendo. Aquella bestia, su caballo, estaba acostumbrada a grandes esfuerzos y normalmente realizaba sus cometidos con fuerza y tesón. Nunca se había quejado, ni si quiera al transportar el pesado cuerpo de su amo. 

-Puede que con su fuerza, consigamos mover el tronco. Incluso yo mismo puedo tirar de la cuerda.

Saludó con una palmada en el hombro a su nuevo amigo y se colocó listo para empezar con la operación de mover el árbol con los caballos. No era necesario tanta conversación, solo lograr que el trabajo se hiciera y se hiciera rápido. El resto era solo parloteo.

Alester ofreció también a su caballo para la operación y, mientras le ataba las cuerdas para tirar del árbol, se acercó la campesina a presentarse a Ser Ulrich y a darle las gracias por la asistencia. Pero Alester se fijó más en la criatura que iba de su mano. No parecía que ese camino fuera demasiado peligroso, pero una anciana y una niña son buenas presas para los salteadores de caminos. Aunque tal vez, pensó Marbrand, no tengan más remedio que realizar este viaje para ganarse la vida.

- Todos nosotros vamos a la fiesta de los Vaelys, señora –le dijo mientras comprobaba los nudos que había hecho a la cuerda - En cierto modo, habéis tenido suerte de toparos con este inconveniente hoy y no cualquier otro día. Pues no seremos los únicos que se dirijan por este camino hacia la Fortaleza de Sangre, así que tarde o temprano alguien habría llegado para ayudaros.

Miró a su alrededor. Los demás huéspedes de la taberna no podrían (o no deberían) tardar mucho más en aparecer, si querían llegar puntuales. Entonces vio al Lord Grizzli, quien acababa de llegar y cuya montura y él mismo serían de gran ayuda para la operación. Nada más prestarse a la operación, Marbrand se acercó a él-. La verdad es que vuestro caballo parece tener la fuerza de todos los nuestros juntos. Gracias por el ofrecimiento, tomad estas cuerdas –Y le pasó varios metros de soga recia para que la sujetara al árbol y al animal.

Esperaba que, entre todos, pudieran solucionar el problema cuanto antes y seguir con su camino. 

-Es todo un placer -dijo Swann mientras amarraba la cuerda al animal y al tronco. Además, dejó un cabo suelto para poder tirar el mismo. Aunque iba con unos ropajes más propios de un Castillo que de trabajar en mitad del bosque, estaba dispuesto a aportar su propia fuerza para terminar con aquel escollo. 

-Cuando digáis -estaba listo para tirar. Y su caballo, en cuanto le diera una palmada, así lo haría también.

A penas habían pasado 15 minutos desde que habían partido de El Dragón Borracho cuando se encontraron con el primer problema. Estaba claro que el destino no les dejaba llegar a la Fortaleza de Sangre demasiado pronto. Un árbol impedía el camino, la lluvia del día anterior había descargado un potente rayo y lo había roto y quemado. Ahora, el tronco y las ramas ennegrecidas impedían y cortaban el viaje. 

Junto a él había un par de carretas tiradas por un par de caballos. Parecían mercaderes que seguramente se dirigían al mismo lugar que ellos, a entregar parte de las provisiones para la fiesta. Pero con el tronco en el suelo, el vehículo no podía pasar y no podrían cumplir con su destino.

Por suerte, los caballeros podrían dar un pequeño rodeo, adentrarse por el campo unos pocos metros y continuar con el viaje. El resto de caballeros que habían partido con más prisa que ellos estaban tratando de colocar una serie de cuerdas entorno al árbol para después hacer que los caballos tirasen de ellas.

Finalmente gracias a la idea de Ser Ulrich, a las cuerdas de Alester y a la fuerza bruta del caballo de Swann y de la ayuda del resto, lograron hacer que el tronco empezase a moverse. No tardarían mucho más, pronto estaría libre el camino y por fin podrían continuar su viaje. Habían demostrado ser piadosos con los más desfavorecidos, y ante ellos tenían a un buen número de empleados de los Vaelys que muy probablemente hablarían bien de todos sus invitados. Aunque quizá mejor de unos que de otros. 

¡Oh! Gritó Darla Fallen al ver llegar a lo lejos a Ser Cedric. ¡Pensaba que no llegaría! Dijo haciendo una reverencia. Me alegro de que ya estéis aquí. Dijo la anciana, era la madre de Jhon Kalhan y junto a ella estaba su hermosa hija de cinco años. ¿Dónde está Ser Mordred? ¿Lo ha visto en la posada? Le preguntó a él pues el resto no parecían darle ningún tipo de información sobre su paradero.

Una vez finalizados los preparativos para la marcha, Galbart y su escudero emprendieron el último tramo del viaje, habían salido un poco más tarde que otros caballeros, pero sin duda los alcanzarían por el camino, así que se dispuso a disfrutar del paisaje, el verdor le recordaba a su querido Bosquespeso pero no le superaba en belleza, estar rodeado de tanta flora le tranquilizaba y relajaba, aspiró profundamente y dejó vagar su mente durante unos minutos, pero pronto se presentó un importante obstáculo, centrando su atenciónde nuevo.

Un imponente árbol bloqueaba el camino por completo y los hombres que habían partido antes que Galbart se encontraban reunidos ante un par de carromatos y sus ocupantes, una anciana y una niña pequeña, cuando estuvo a su altura logró escuchar retazos de su conversación y se apeó del caballo para presentarse.

-Caballeros, me alegro de verles de nuevo-dijo en tono cordial para luego mirar a la anciana y a la niña. Por norma, Galbart era de gesto serio pero mostró una amigable sonrisa a la pequeña, se sentiría intimidada ante tanto desconocido y seguramente lo agradecería. Escuché atentamente el plan y era sólido, la idea era tirar cuerdas y atarlas al grueso tronco para desplazarlo con la ayuda de las monturas.

-Señora, no os preocupéis, entre todos quitaremos éste árbol y podremos llegar todos al castillo a tiempo y sin problemas-respondió gentil y luego se giró a su escudero-¡Trae unos metros de cuerda amigo! cuantos más tiremos, antes quitaremos el tronco-dijo con voz potente. Ayudó con los nudos y a rodear varios metros de cuerda al grueso árbol para luego sujetar con firmeza el otro extremo a su montura.

Se escupió en las manos para tener mejor agarre, apretando la cuerda con fuerza entre sus poderosas y curtidas manos, afianzó los pies en la firme tierra y tomó una posición segura para aplicar la mayor fuerza posible.

-Señores, ¿listos para tirar?-pregunté con firmeza, esperando la afirmación de los demás.

Ulrich asintió. No sabia quien habia nombrado lider a ese hombre pero prefirio guardarse su caracter, por el momento, y cooperar.
Cuando hizo el gesto tiro igual que el resto.

Swann pegó un palmetazo a su caballo a la señal que estaba esperando. Incluso él mismo tiró de la cuerda. Con el pecho hendido por el orgullo observó como los músculos de su animal se tensaban para tirar de la cuerda con toda la fuerza de un magnífico semental. 

-¡Excelente! ¡Excelente! -dijo pegando un par de voces un tanto desproporcionadas para soltar una carcajada después y acariciar el lomo del percherón. 

Todo parecía haber salido a pedir de boca. Por supuesto, "Oso erguido" sabía que sin su ayuda, la comitiva hubiera estado aún más tiempo frente aquel obstáculo. Con toda la delicadeza de la que sus manos eran capaces desató las cuerdas de su animal. 

-Es hora de seguir el camino -sentenció sin mirar a los demás.

Acabada la misión el camino debía continuar y eso hizo el caballero de la casa Nymeros-Martell. No necesitaba jugar con aquellos señores más tiempo y por más que disfrutara de los aplausos prefería dejarlos para los caballeros jóvenes y necesitados de una atención de la que él estaba más que sobrado.
Subió a su caballo y se dirigió hacia su destino con una reverencia final a su público.

Sin duda, con todos los hombres que habían ofrecido su ayuda, la tarea sería de lo más sencilla. En unos minutos estarían todos de vuelta a su camino. Mientras las nuevas manos ataban las cuerdas la anciana campesina preguntaba a un recién llegado sobre el paradero de otro caballero. Y esta vez, aunque no se lo preguntó a él, Marbrand sí que la escuchó e intentó hacer memoria. Ser Mordred… ¿No era el que se había puesto a cantar la noche anterior, tras beber una buena cantidad de cerveza? Sí, era él. Y, además, recordaba que había dejado bien claras sus opiniones sobre Lord Vaelys.

- Disculpad, señora –le dijo acercándose a ella-, pero no estoy seguro de que Ser Mordred haya salido de la posada aún. De hecho, es posible que ni siquiera se haya despertado todavía. Desde luego, no estaba despierto cuando yo partí. Ayer celebró más de la cuenta –Aunque la repentina entrada de Anna Arryn bien podía haberle quitarle la borrachera de golpe-, así que yo apostaría a que sigue en su cama. No obstante, hoy es un gran día para todos, así que podría ser que, a pesar de la cerveza, haga un esfuerzo por no llegar demasiado tarde a la Fortaleza.

Cuando los demás hubieron acabado de atar, Alester se acercó a su caballo, a quien dio un par de palmaditas suaves en el morro. En cuanto el recién llegado dio la orden, Marbrand le dio la señal a su animal, quien tiró con fuerza de la cuerda, aunque claramente no con tanta fuerza como los dos gigantescos compañeros que ayudaban en la misión.

No tardaron mucho en apartar el tronco del camino, de manera que todos podrían continuar con su viaje-. Buen trabajo a todos –felicitó Alester, incluido a su caballo. Se montó en él pero, antes de volver a galopar, se acercó de nuevo a la anciana, para comprobar que ya no había ningún problema-. ¿Está todo bien, señora? ¿Necesitáis algo más? -Aunque esperaba que no, estaba deseando llegar de una vez al castillo.