Partida Rol por web

Herbert no puede reprimir una carcajada ante el comentario de William, sin duda era una buena manera de atajar el problema.

- Sin duda nos va a traer problemas este chico, la opción de que siga su camino a pie parece correcta, sino esconderlo en algún camarote hasta que lleguemos para que no haya enfrentamientos con los demás porteadores. - dice encogiéndose de hombros, sin duda ese problema no le iba a quita el sueño.

Boring se acercó a Lady Cottonwell y apesadumbrado le dijo: - Lo siento señora, yo me defiendo en Surafricano pero este hombre es nigeriano. Quizás algún porteador o los guías puedan ayudarle más que yo. Boring estaba contradecido dentro de sí mismo. Por un lado deseaba con todas fuerzas que tiraran al chaval por la borda y fuera andando donde tuviese que ir. Por otro sabía que ese comportamiento cobarde no era propio de un excombatiente del Imperio Británico como él era. Pero maldita sea, acababa de ver como uno de aquellos salvajes había apuñalado a Costigan.

- No se enfade señora... entienda que lo digo para salvaguardar su seguridad. Si los porteadores se sublevasen... en fin: no quiero asustarla con las historias de las atrocidades que pueden hacer estos hombres en estado salvaje.

Luego se volvió hacia Stoker:

- Su idea no es del todo mala... si al final Lord Cottonwell se niega a dejarlo en la orilla lo mejor es hacer creer a los otros porteadores que no sigue en el barco. Podemos esconderlo en la bodega de carga...

Ni de broma estaba William dispuesto  a hospedar a aquel negro en un camarote con los blancos. ¡Hasta ahí llegarían las tonterías!

Jim toma el vaso en sus dedos, curtidos, nudosos y algo sucios. La tierra, luego de años, es imposible de quitar de los pliegues de la piel. Lo observa un segundo, y luego lo apura de un trago. No es muy aficionado al alcohol, pero qué diablos...

- Capitán, Lord Cottonwell... los negros están nerviosos por el muchacho que subimos a bordo. Lord Costigan... como el Capitán y yo sabemos, que hemos vivido ya un tiempo en este lugar, aquí las creencias son tan válidas y verdaderas para ellos como la muerte, o que el sol se levanta por las mañanas. No podemos pretender que razonen como nosotros. La caridad está bien, pero cuando esa caridad va en contra de sus creencias, se convierte en estupidez. O es un gran problema esperando suceder.

El guía clava sus ojos en el Lord. Sabe que el Capitán es la verdadera autoridad del barco, a pesar de quien pague, pero necesita convencer al Lord.

- El niño debe bajarse. De inmediato. Por la creencia de que es el diablo, o alguien así, un porteador perdió la chaveta y atacó a Costigan. Vale la pena sufrir un incidente así por llevar a un niño a ver a su madre? Cosas terribles suceden en África, señor, todos los días. Podríamos haberle dado dinero para que se costeara el viaje, y ver si la madre podía ser socorrida, y aún así no faltar a nuestra misión humanitaria, y sin poner en peligro el viaje. Temo que el sentimentalismo europeo de las mujeres ha nublado una decisión muy importante, pero todavía estamos a tiempo de remediarla. Esto no es Europa, señor, es África. Bajemos al muchacho, démosle comida. No pienso arriesgar un momento más a la tripulación, o al barco, o esta expedición, por llevar a un muchacho a ver a su madre.

Jim esperó a ver si el capitán hacía algún comentario. Era vital que el Lord entendiera que la decisión de su mujer ponía en peligro a todos. Si era un capricho... ya le conseguirían un cachorro, o algo; en este momento un león adulto era menos peligroso que el niño de los cojones.

Sentado y con el hombro recién cosido no ofrecía buen aspecto. Tenía un enfado monumental y había recargado la bala disparada en el tambor del revólver y los soldados, menos el negro estaban a mi alrededor con bayoneta calada y bal en la recámara. Me habbía despertado hace poco pues había perdido no poca sangre con el machetazo de aquel maldito salvaje - Si quieren saber mi opinión deberiamos diezmarlos - dije en tono cansado y ante sus miradas de sorpresa continuar - no se cuantos malditos negros pero matar a uno de cada diez les calmará todo el viaje, no digan que nos quedaremos sin hombres, será por negros en este maldito pais - terminé de hablar y una punzada de dolor me hizo esbozar una mueca. - Al menos al loco que me ha herido habrá que rematarlo delante de los negros - dije en tono de exigencia a los allí presentes - en cuanto al causante de este lio, matarlo, lanzarlo o entregarselo al fin y al cabo no es mas que otro de ellos - concluí con vehemencia y me recosté de nuevo pues la herida fresca aun me dolía con intensidad.

 William miró al oficial:

- ¿Matar a uno de cada diez? ¡Maldita sea! ¡Si no hubiera sacado su maldita pistola igual podríamos haber reducido antes a su atacante! ¿Y ahora propone esa estupidez para salvaguardar su maltrecho honor?

Se acercó al militar:

- ¿Dónde coño se cree que está? ¿En la guerra? ¡Despierte imbécil! Esto es una expedición, no una de sus malditas matanzas de conquista. Si mata a uno de cada diez ¿sabe lo que pasará? Que se irán por la noche dejándonos tirados en medio de la selva. ¿Quién llevará entonces el equipo? ¿Sus aguerridos hombres? ¡Por el amor de Dios! Espero que no le proponga semejante tontería al señor Cottonwell porque solo podrá hacer el ridículo. 

En ese caso Boring no podía estar más de acuerdo con Bill. Aquello de matar a un montón de personas por el simple hecho de que tenían miedo no podía más que ser fruto de l fristración de Costigan al haber sido herido. No obstante, tenía claro que aquella petición de Costigan no la mencionaría en el periódico cuando llegase. Eso sería tirar su reputación po rlos suelos ante la "civilizada" sociedad británcia Con tono severo dijo: - William tiene razón, Costigan. Sería una locura cometer un genocidio con esta gente. Lo que deberíamos hacer es castigar severamente al que le atacó y hacer lo mismo con los que instigaron la revuelta. Si es que los encontramos, claro. De todas formas, Cottonwell será el que decida.

Maurice recogió la cámara del suelo de la borda y se dispuso a sacar una foto a Omai. Su historia quedaría muy bien en una edición dominical junto a la foto. Mientras preparaba la cámara le dijo a Lady Cottonwell: - Por favor, señora, sé que no es muy buen momento, pero tengo que hacer mi trabajo. Póngase junto al muchacho les voy a sacar una foto a ambos. Decidió que Lady Cottonwell acompañara al chico. Sería más fácil que le dejaran hacer la foto puesto que la mujer sabía que Maurice hablaría muy bien de ella en cuanto a su defensa acérrima del chaval.

Mientras Jim nos cuenta lo sucedido y nos comenta lo que piensa al respecto, lo escucho con atención y entre medio, doy un pequeño sorbo al vaso de ron, para quitar la sequedad de mi boca, sin duda, era una situación difícil, en la que no se podía tomar una decisión a la ligera y mucho menos en caliente.

Asentí con la cabeza a Jim, en muestra de que entendía la situación, pero no obstante, tenía que sopesar otra solución… -dejar al chico en tierra sería intolerable para Dorothy y mi capacidad para arreglar las cosas quedaría en el entredicho ante ella- …mire al capitán durante un instante, antes de preguntarle…  -Capitán, el chico solo necesitaba ir a…… Mukardi creo recordar, ¿falta mucho?- …intentaba recopilar más información antes de tomar una decisión, que sin duda sería transcendental.

Acto seguido me dirigí a Jim… -Señor Farewell, entiendo su preocupación, y que esto no es Europa, pero debe usted entender, que como gente civilizada, estemos donde estemos, no podemos abandonar un chico en mitad de la selva, y mucho menos, habiéndole previamente ofrecido nuestra ayuda- …hago una breve pausa para dar otro pequeño trago a ese licor, que de ron tenía poco… -no podemos perder la calma en un momento así, debemos intentar llegar a un acuerdo con los porteadores, aunque usted diga que es imposible razonar con ellos, tal vez podamos intentar entender mejor sus temores por los que temen tanto a ese chico, por lo que parece, trae mala suerte llevarlo de caza, pero él se queda por el camino, podríamos intentar tranquilizarlos con eso de alguna manera-

Me asomo por los ventanales del puente hacia la cubierta, primero busco con la mirada a mi esposa, para comprobar que se encuentra bien y luego busco al jefe de los porteadores mientras continuo… -debemos hablar con el jefe de los porteadores, como se llama…. eehhm… Temb… Tembi… ¿Tembaqui?, si, creo que es Tembaqui, parece más razonable que el resto y si alguien puede convencerlos es él, ¿puede mandar a alguien a buscarlo, Capitán? …termino apurando el vaso y dirigiéndome a la mesa para soltarlo.

- No no no dijo Lady Cottonwell apresurada y nerviosa, pero con voz dirigente. Aunque no quedó muy claro a quién contestaba.

Lady Cottonwell se puso delante del joven de color, en posición defensiva. No dejaré que le pongan una mano encima. ¿Acaso están locos? Esto no es la guerra por Dios, estamos en una expedición, no puede empezar a matar gente, eso es intolerable Señor.

- Señor Harthower, ¿sería tan amable de explicarme por qué y quién ha herido al Señor Costigan? dijo seria y preocupada. Señor Boring, ahora fotos no. Déjelo para después, además yo no debo salir en una foto como esa, si se entera mi señor esposo que lo ha propuesto siquiera más vale que vaya despidiéndose de sus favores para el resto del viaje. Molly, por favor, prosiguió dando órdenes, como era su naturaleza, lo hacía en su casa y estaba tomando el barco como si fuera una casa que gobernar, trae algo de agua para Omai. Y para el Señor Costigan también, o si prefiere un trago de whisky.

Lady Cottonwell quería aclarar aquel asunto lo antes posible, para poder proteger al joven negro de la mejor manera, si había sido él quien había herido al Señor Costigan, no tendría nada que hacer. Sin embargo, si era la víctima, tendría todo a su favor, no podrían convencerla de lo contrario. Aún así tomó las riendas como si estuviera en su casa mandando a sus empleados, y no estaba ni en casa, ni los allí presentes eran empleados de la casa Cottonwell, pero Dorothy estaba ya demasiado lanzada como para percatarse de aquello. Quizás su esposo la pusiera en su sitio al volver, porque estaba claro que el resto no lo podría conseguir tan fácilmente.

 El capitan escucha en silencio sin probar su ron, con una expresión de resignación en la cara

-Aun nos falta una semana para llegar a Mukardi, cinco días si las cosas van bien. El viaje a pie para un negro joven es peligroso, y no solo por los animales salvajes, algunos de los grupos que vemos llevando aceite de palma hacia Port Harcourt son negreros, ese chico tendría que ser mas listo que el hambre para llegar de una pieza a Mukardi a pie-

Lanza una mirada al río ante vosotros, parece pensarse como continuar

-no debimos subirlo a bordo en Port Harcourt, dejarlo ahora es simplemente cruel-

Da unos pasos hasta coger la rueda del timón y decirle al hombre que la lleva -ves y tráenos a tembaqui-

 Mientras habláis un marinero sale del puente de mando y baja a la zona de los porteadores, al cabo de unos minutos regresa con Tembaqui, el lider de los porteadores

El guía mantiene, con dificultad, la cara seria y sin expresión. Coincido plenamente, capitán: subirlo fue un error enorme. Pero dejarlo aquí sí lo sería?

- Lord Cottonwell, nunca dije que sean irracionales. Los nativos son personas, inteligentes, y mejores en sobrevivir que cualquiera de nosotros. Sus tradiciones son sagradas para ellos, y su tierra es esta, recuérdelo. También recuerde que estoy al mando de los porteadores, y que usted me ha contratado para llevar a buen puerto su expedición. No para cuidar a niños.

La situación es grave, y para este hombre es como si le dijera que puede largarle un mendrugo a un niño pobre en la calle. No entiende el África negra, no entiende el pulso de la savana, no entiende las cosas que sus ojos han visto. Ojos que se arrugan, la tierra que nunca se irá ya de su cara por más que se lave dándole un aspecto aún más fiero a Jim.

- Y es por eso que le digo, no habrá acuerdo con Tembaqui. Habrá acuerdo conmigo, o no habrá expedición. Su mano hace un gesto tajante, como un corte horizontal. Acaté los deseos de su mujer en el puerto, y hoy el señor Costigan tiene una herida. No habrá más oportunidades. El muchacho esta noche duerme en la orilla, o duerme en su camarote si usted lo protege.

Si su voz tiene timbre de ultimatum, es porque realmente lo es. No confiaron en la opinión de William y la mía en el puerto y ahora cargamos con un herido. Hoy le pido que lo haga. O la expedición no se hará. No hay dinero que pague las vidas de sus compañeros, ni los caprichos de su señora, en África, Lord. Demuestre que es un hombre y tome la decisión correcta.

- Los porteadores están nerviosos por la presencia del chico señora.- dijo Bill intentando parecer conciliador en su tono - Uno de ellos incluso ha enloquecido y ha atacado al señor Costigan. Es evidente que si bien el muchacho es otra víctima de las circunstancias su presencia aquí provoca ciertos... problemas. Y no es seguro que permanezca en el barco. No lo digo sólo por nosotros señora... lo digo precisamente por él.

William miraba al chico intentando poner cara de lástima pero, siendo sinceros, no le salía demasiado bien.

Molly asintió ante la orden de su señora, y se dirigió a la cocina rápidamente, de donde regresó con una botella de agua, otra de whisky, y 2 vasos. Tras entregarle el whisky y uno de los vasos a Costigan, suponiendo que iba a preferirlo, volvió junto a Lady Cottonwell y le tendió el vaso con agua al muchacho, mientras se situaba frente a él protegiéndolo del resto con su frágil pero resuelto cuerpo, siguiendo el ejemplo de su señora, con mirada desafiante.

Boring se sintió frustrado cuando vio que no le iban a dejar hacer la foto. Lady Cottonwell no entendía que ese era su trabajo. No obstante, la entendía. Lo que no entendía es que la mujer defendiera al muchacho a capa y espada cuando todos aquellos salvajes serían capaces de atacarles, como a Costigan, de seguir empeñados en mantanerlos a bordo. - Lady Cottonwell, bien sabe Dios que yo me preocupo por el muchacho también, pero lo que he visto ahí abajo pondría los pelos de punta a cualquiera. Si sigue en el barco el chico y pasa de nuevo alguna desgracia como la de las moscas Tse-Tse, no habrá nadie que pueda protegerle de un apaleamiento. Ni a él, ni a usted, ni a nosotros. Piénselo, por favor.  - Dijo bajando la cabeza.

Escuche como el capitán compartía la opinión de que dejar al chico en aquel lugar, era algo inhumano, lo cual me agrado saber, ya que demostraba la nobleza de aquel hombre.

Luego presté atención a las palabras de Jim con la tranquilidad que me caracterizaba, pero conforme su discurso avanzaba y cambiaba de tono, esa serenidad que pocas veces perdía, fue desapareciendo poco a poco. El gesto tajante tras su amenaza creo en mí una tensión que pocas veces me sucedía, pero al escuchar la impertinencia hacia mi esposa y poner en duda mi hombría sino tomaba la decisión que él quería, acabo con mi paciencia y serenidad.

 Rápidamente di un gran paso hacia Jim desde los ventanales donde me encontraba, quedándome cara a cara con él, a la poca distancia de un metro… -¡Ya he escuchado demasiadas impertinencias de usted, señor Farewell!, ¡cuide su lenguaje cuando hable de mi esposa!- …digo mientras apretó los puños, para poder contenerme y no señalarlo con el dedo mientras me refiero a él… -si ese chico es invitado por mí al barco, forma parte de la expedición , y por tanto usted velara por él como por cualquier otro, que es para lo que ha sido contratado- …digo ya serenándome… -si los porteadores se alborotan, es su deber apaciguarlos, ya que están a su cargo, por ese mismo motivo, no intente culparme por el accidente del señor Costigan y mucho menos a mi esposa, si quiere buscar culpables empiece por su camarote y el del señor Harthower, ya que son ustedes los responsables de los porteadores, como bien ha dejado constancia ahora mismo-

Amago un giro hacia la mesa al percatarme que mi vaso de ron esta vacio, del cual pretendía beber... –He vivido mucho tiempo en la India, he estado en guerras, he visto el peligro de cerca más veces de las que puedo y quiero acordarme, he salvado a personas de una muerte segura sin haberlas visto en mi vida, con la única convicción de estar haciendo lo correcto- …ya se nota en mi voz de nuevo la tranquilidad que me caracteriza… -Y ahora usted, que quiere abandonar a un chico inocente en mitad de los peligros de la selva, ¿me pide que demuestre mi hombría?, si tuviera que demostrarla, dese por seguro que no sería a usted-

Ya mucho más calmado, me dirijo de nuevo a los ventanales que dan a la cubierta del barco, buscando con la mirada a William, al cual hago un gesto cuando me ve, indicándole que suba a la sala de mando, mientras sigo con la conversación… -aahh, y por si aún no le ha quedado claro, el chico continuara con nosotros hasta Mudarki, así que haga el favor de decidirse pronto en si nos acompañara o no. Mientras le preguntare al señor Harthower si está dispuesto a seguir, aún podemos regresar a hablar con el señor Hollister de la Royal África Co para que nos asigne otro guía a la expedición y dejarle mis referencias sobre usted- …hago una breve pausa… -y se lo ruego, no vuelva amenazarme y ordenarme lo que tengo o no que hacer, créame cuando le digo, que es mejor tenerme como amigo. Mientras, yo por mi parte, como caballero que soy, intentare olvidar esta discusión y buscaremos una solución… civilizada…- …digo remarcando las silabas de la última palabra… -…al conflicto que ahora nos atañe, junto al señor Harthower, Tembaqui, el capitán Kruger, usted y yo-

Si la voz dura del Lord lo afecta, Jim no lo demuestra. Días de soledad rodeado de simba, confiando su vida a la tierra y su rifle, hace que los ingleses con sus guerras y bravatas le parezcan insignificantes, como mucho. Mucho lee usted si pretende insinuar que lo he insultado, o a su mujer. Pero una mala decisión de su parte en el puerto, cuando aún era posible resolver con decencia y decoro, nos ha llevado a este lugar. Puede solucionarla aún. Si apelar a su buen sentido es un insulto, Lord Cottonwell, bueno... se encoje de hombros.

- Pero mantengo lo dicho. Si usted va a guiar a la cacería, adelante... piensa volver y dar malas referencias, y me acusa a mí de amenazas? Sacude la cabeza. Lo cierto es que me necesita. Así que guárdese sus palabras de hombre fuerte, y reconozca cuando ha dado un paso en falso. Le ofrezco mi mano para solucionarlo, y escupe en ella. 

Mira al capitán, para continuar. Agradece que te han pagado por adelantado, puesto que llevas un peligro a bordo... 

- Si dice que los porteadores son mi responsabilidad, excelente. Entonces todo este asunto es mi responsabilidad. Me encargaré de ella. Y si el muchacho es parte de la expedición, entonces lo mudaremos a los camarotes. Creo que están un poco ajustados... agradeceré me comunique con quién va a dormir.

Sin más, y puesto que esto no es una democracia sino una muestra de ego desmedido, tanto que parece impedir la circulación sanguínea a la cabeza, Jim se da media vuelta.

- Estoy de acuerdo en que es un peligro tanto para él como para nosotros. Pero no pienso dejar que lo tiren por la borda. Esperaré a que vuelva mi esposo y lo hablaremos, mientras tanto, deberían bajar al Señor Costigan a su camarote para que descanse, sin duda deberá guardar reposo unos días, ¿Verdad Señor Blusiur? dijo segura y sin dejar pie a una negativa. Junto a Molly se sentía aún más fuerte y puesto que Omai no había herido a nadie, era una víctima a la que se sentía con obligación de proteger.

- Señor Harthower, por favor, vaya con Tembaqui a aplacar los ánimos con los porteadores, mienta si hace falta. Seguramente esconderemos a Omai y en el próximo puerto le bajaremos del barco. Y por Dios, revise que no lleven más armas que las necesarias. Señor Costigan, por favor, indique a sus hombres que hagan guardia para vigilar que los porteadores estén tranquilos, pero sin disparar, no creo que sea necesario. respiraba tranquila y daba órdenes como si fuera el capitán de un barco con la experiencia de mil viajes en altamar. Sin embargo, se notaba su preocupación, seguramente por si su esposo la interrumpía y anulaba todas sus palabras.