Partida Rol por web

Tras el disparo, Boring escuchó la voz de Lady Cottonwell. Habían conseguido entrar en lo que parecía ser el vehículo de aquellas bestias. Sin dudarlo fue hacia ellas y entró con el rifle sobre el hombro.

Poco después de que entre Molly lo hacen los demás, pero indiferentemente del orden os quedáis parados sorprendidos por lo que encontráis, si el exterior era extraño el interior es mucho peor.

Lo primero es el calor y la humedad, intenso hasta el sofoco, acompañado por un indefinible olor acre que hace que de inmediato os pique la garganta y la nariz y empiecen a lloraros los ojos. A esto le sigue una espesa neblina que cubre por completo el suelo, os llega hasta las rodillas y hace imposible ver ni el mas mínimo detalle del suelo.

La sala está pobremente iluminada por unas lámparas que no deben ser de gas o aceite porque no oscilan en lo mas mínimo, pero su luz amarilla es poco intensa y os cuesta distinguir los detalles.

Pero todo esto es intranscendente al ver lo que tenéis delante, justo enfrente de la entrada y ocupando un panel de unos tres metros de ancho por dos de alto

Pese a lo extraño de todo esto no os cuesta mucho identificarlo, son trofeos de caza

A los dos lados del panel hay dos puertas cerradas, cada una con un panel similar al de fuera aunque mas sencillo. Junto a la puerta de salida hay otro panel aunque este es mas complicado y sobre el tiene varias ventanitas negras, en algunas se ven extraños símbolos brillantes verdes y rojos en un idioma incomprensible y otras están a oscuras

Mientras estáis así algo grande y pesado cae sobre el techo, ya llega vuestro anfitrión

mapa de la sala donde estais

Al entrar en el extraño vehículo, buscó rápidamente algo que se pareciese a lo que había accionado en el exterior para abrir la puerta.

Junto a la puerta de salida hay otro panel aunque este es mas complicado y sobre el tiene varias ventanitas negras, en algunas se ven extraños símbolos brillantes verdes y rojos en un idioma incomprensible y otras están a oscuras

Molly se encomendó a la providencia y pulsó algunos de los símbolos brillantes, esperando poder cerrar la puerta

Cuánto echó de menos Maurice a su cámara cuando contempló aquella estancia. Le pagarían millones de dólares por una buena foto de los trofeos. Parecía cráneos de criaturas imposibles, salvo la de más abajo que parecía humana. ¿De dónde procedían todos esos seres imposibles? ¿Qué era aquello? Se acercó lentamente y posó la mano sobre el cráneo más grande, quizás fuera de uno de esos dinosuarios de los que se estaban hablando en las últimas revistas de ciencia...quizás el Chango llevará en esa parte de la jungla miles de años y los animales fueran ancestrales. Aún boquiabierto por todo el descubrimiento pudo ver los dos paneles que precedían a dos puertas. Vio a Molly tratando de abrirlos cuando escuchó al monstruo caer sobre la nave. Había que reaccionar. - Molly, Lady Cottonwell, traten de abrir esas puertas. Yo retendré al monstruo - o, al menos, moriré en el intento. Sacó su rifle y apuntó hacia la puerta. Estaba sudando como un cerdo.

Lady Cottonwell pasó horrorizada unos segundos observando los cráneos que se mostraban orgullosos ante ellos, Trofeos de guerra pensó... o de caza...

Prefirió no mirarlos más y dedicarse a mirar la estancia y averiguar cómo evitar que Chango entrase.

Viendo que Molly trataba de cerrar la puerta por la que habían entrado, se dirigió a la otra puerta y trató con todas sus esperanzas y rezos que se abriera aquella dichosa puerta. Le corría el sudor por la cara y la espalda, aún así ni se daba cuenta de ello, ni le importaba. Estaba a punto de enfrentarse a un dios indígena de la guerra, o lo que demonios fuese aquello, solo pensaba en cómo escapar viva de aquello.

Molly manipula los botones junto a la puerta, pero tras un rato trasteando sin parar estos sueltan un sonoro pitido, empiezan a parpadear con luz roja todos a la vez, y así se quedan, la puerta no se cierra.

Lady Cottonwell por su parte intenta abrir sin mucho éxito una de las puertas a los lados del panel de trofeos, sin mucho éxito

En ese momento la criatura cae del techo ocupando la puerta, o no sabe o no le importa que Boring le espere con el rifle

Lady Cottonwell escuchó el ruido que causó Chango al caer desde el techo. Se volvió y le vio allí plantado, como si nada importase, dispuesto a acabar con todos ellos.

- ¡AHHHHHHHHHH! gritó Lady Cottonwell al ver al monstruo aparecer en la entrada.

No había habido suerte. Ni habían conseguid cerrar la puerta principal ni abrir las otras, y la criatura estaba de nuevo enfrente del periodista. Hoy no iba a ser su maldito día de suerte. Boring estaba apuntando ya, así que solo tuvo que apretar el gatillo apuntando a la cabeza del monstruo. Esta vez no iba a fallar, no podía fallar.

Boring dispara casi a quemarropa contra la cara de la criatura, un rugido de dolor y rabia y una sangre de un color verde brillante son el resultado.

Chango se lleva la mano a la mascara, ennegrecida y dañada por el disparo, y se la arranca revelando su rostro. Todos os quedáis congelados por la sorpresa al verlo, bajo la mascara no hay nada ni remotamente humano

Aun sorprendidos por el espeluznante rostro no reaccionáis a tiempo cuando ataca, rápido como una serpiente, sus garras golpean el rifle de Boring para desarmarlo

El disparo sonó estrepitosamente en aquella nave. Boring tenía claro que no podía fallar, y no lo hizo. Le dio de lleno en la cabeza

Un líquido verdoso salió expelido por todas partes, por un momento pensó que había acabado con él. Cual fue su sorpresa cuando comprobó que la criatura tenía un casco y que lo que había debajo no era ni remotamente humano. Un lamento salió de la boca del periodista, que se vio cortado cuando Chango se avalanzó hacia él y, con una de sus afiladas garras, le arrebató el rifle. Pese al impacto que el aspecto de la criatura había hecho en él, sabía que tenía que reaccionar, así que cogió impulso, dando un paso hacia atrás, sacó el machete y le atacó directamente a la cara con él.