Partida Rol por web

Sin duda, aquella nueva poción era mucho más potente que la anterior y podías sentir incluso un vigor que no sentías desde tu tiempo en la orden, pero también eras consciente de lo fuerte que podían ser las consecuencias si te dejabas llevar. Por eso, tomaste el arma con sigilo y te desplazaste por entre la gente con la mayor destreza posible, aunque parecía que las personas se multiplicaran. O tal vez no se multiplicaban, pero sí que empezaban a sentirse conocidas algunas caras.

Aunque intentaste no forcejear demasiado, el esfuerzo estaba resultando agotador y entre todo eso, te tropezaste hacia un lado, empujando a una chica de contextura delgada, pero no solo era que hubieras empujado a una chica cualquiera. Era la chica que habías visto junto a Viscount. ¿Sí era ella?

Te miró confundida - Vaya, cuánto lo siento - su voz era diferente, pero algo en tu cuerpo se tensaba como solo sucedió esa noche en que descubriste a Phoisa junto a Viscount.

De repente, ya no había nadie que estuviera empujándoles para salir. Era como si una burbuja invisible se hubiera formado alrededor de ambos, alejando a la gente lo suficiente para que pudieran tener privacidad. Era eso o los estaban evitando de manera premeditada.

Como una voz dentro de tu cabeza, la voz de la chica llegó a ti - No pensé que te encontraría aquí. Al menos no después de cómo te dejé la última vez que nos vimos... Cariño - rió suavemente. Su voz como una fina seda endulzaba tus oídos, te atraía hacia ella, tal y como en el pasado había sucedido. Había algo etéreo en su presencia y fascinante a la vez.

- ¿Tanto así me extrañabas? - y la manera en que te miró... Era temiblemente familiar.

Por un momento se giraron hacia donde estaba Rin, notando que la pequeña parecía estar rodeada y era asediada por varias personas a la vez. Parecía la cacería de una bestia peligrosa por la manera en que la rodeaban y sublevaban. Aquella mujer con el saco seguía acercándose a Rin y parecía estar listo para apresarla. ¿Pero por qué ella?

Fiorella se movía con cierta gracia, pero a su vez con bastante habilidad entre la gente. La verdad era que parecía un baile lo que la chica hacía para abrirse paso, pero claro que no dejaría atrás a su compañera, por lo cual la tomó de la mano con firmeza y así lograron ganar terreno. Estaban más cerca, pero ellos también. Entonces notaron que justo sobre las dos, estaban algunas cuerdas que servían de sostén para algunos banderines de colores que adornaban el lugar. No sabían exactamente el efecto que causarían, pero podrían ser útiles. Y no solo eso, sino que Rin tenía una pequeña abertura para escapar. Empezaban a acostumbrarse a la oscuridad y no fue difícil notar que justo detrás de ella, había un hueco. Tal vez para nadie sería fácil de acceder porque era pequeño y solo había forma de escaparse si saltabas dentro de una abertura entre algunas mesas. Podía ser una buena estrategia también. Acercarse por debajo de las mesas, aunque de seguro les quitaría tiempo ir reptando.

Justo mientras evaluaban sus opciones, uno de esos hombres pareció notarlas e iba hacia ustedes.

La tarea no sería nada fácil sin duda. De hecho, los locales cercanos estaban cerrados, así que no quedaba de otra que ir al interior. Forcejeaste como más pudiste y tuviste la suerte de encontrar algo de hielo esparcido por el suelo, aunque estaba ya bastante pisoteado. ¿Era eso algo bueno? Seguiste mirando alrededor y parecía haber una mesa de bebidas, solo que todo se había regado. Era posible que la única opción era donde estabas momentos antes, cerca a Rin. La mesa con comida del fondo. Aunque mirar hacia allá hacía del paisaje algo bastante desalentador. Toda la gente corriendo hacia donde tú estabas, buscando salir a cualquier precio y siendo retenidos por la orden.

Llegar allá tomaría mucho tiempo. Te giraste un momento a mirar hacia donde estaba Lara, justo donde la habías dejado apoyada en algún mueble firme, parecía aún inconsciente, pero había algo extraño. Un hombre estaba corriendo hacia ella y se arrodilló justo frente a esta. No lo conocías, eso sin duda, pero parecía preocupado por el estado de la chica.

Durante unos deliciosos minutos se limitó a estar. Comía, centrándose en masticar y saborear todo lo que el tenedor introducía en su boca, con la mirada perdida y la mente en blanco, sin esforzarse en absoluto en apartar la somnolencia, con los pensamientos medio idos. Por una vez, estaba bien con eso. Por una vez, no le apetecía estar al timón de su vida. Escarbar más hubiera sido peligroso pues le hubiera mostrado lo inseguro que se sentía en aquel momento de todo lo que era y había conocido.

De modo que así siguió, con poca o nula intenció de espabilarse. Mas los pasos que insistentemente correteaban por el lugar parecían golpear la puerta de su conciencia, instándolo a reaccionar de una vez. Hasta que, al final, se hicieron eco en la puerta real de su habitación a la vez que la voz de Parfait se colaba difusa en su habitación.

Cerró los ojos un momento, permaneciendo en silencio, deseando que simplemente se marchara al tomarlo por dormido. Pero no pasaron más de dos segundos que suspiró y se levantó de la cama. No era propio de él ignorar los problemas así que se acercó a la puerta y la abrió por su cuenta en lugar de invitar al hada a pasar.

- Justo me he despertado hace cinco minutos. ¿Qué sucede? Hay mucho alboroto.

No podía perder más tiempo esperando a que alguien llegara a ayudarle, lo mejor sería escabullirse hacia ellos - me llamo Wong señor - esperaba el instante en el que cedieran su sujeción, una suerte tener el pelo corto, de tenerlo más largo el dolor sería insufrible y podrían cogerle mejor - el bolso me lo dió una humilde chica que parecía apurada por tan solo 1 moneda de plata, ¿Tan incultos son que se creen que un bolso es una prueba de algo?

Cuando tuvo la ocasión se retorció para lanzarse al suelo y salir corriendo hacia Fiorella y Stella.

No tenían tiempo para respirar. Stella nunca se había visto envuelta en una situación semejante, por lo que el cómo reaccionar era algo bastante complicado de manejar. No obstante, sabía algo: no podía separarse de Fiorella pasase lo que pasase. Ver que Rin, a pesar de todo, estaba siendo acorralada, no mejoró la situación para Stella, quien trataba de seguirle el paso a Fiorella. De pronto, la chica le tomó la mano y la guío a través de todas las personas. Por un momento, y solo por un momento, se preguntó cómo es que Fiorella poseía tal habilidades. Se veía tan delicada y dulce que nunca hubiese creído que fuese capaz de moverse así o de manejar una espada. Sin embargo, no era el momento para pensar en ello.

Más acostumbradas a la oscuridad, pudieron vislumbrar una posible vía de escape, Stella esperaba que la pequeña Rin escapase por ahí... ¿Podrían ellas hacer lo mismo? Una vez más no tuvo siquiera oportunidad de pensarlo. Alguien se había percatado de ellas y venía en su dirección. Ella no podía pelear, por lo que no podía apoyar a Fiorella. La opción más viable parecía ir reptando hasta Rin, pero no lo haría si Fiorella no lo hacía. La miró para asegurarse de lo que la chica quería hacer. Era un hecho que no la iba a dejar peleando sola.

-Vamos, vamos, vamos- masculló Hogward mientras buscaba hielo como loco de entre los restos de la fiesta. Lo único que pudo encontrar fueron restos pisoteados esparcidos por el suelo. -Mrd- maldijo ¿Podría utilizarlos? Estaban sucios por lo que aumentarían el riesgo de infección de la herida. 

Acordandose de la mesa de comida, giro rápidamente la cabeza hacia ella. Allí habría hielo de seguro, cerca de Rin. ¿Que hacia la niña aun ahí? Si lo de los secuestradores era cierto era peligroso seguir ahí ¿Por que no corría? Hogward se fastidio, puede que fuera preocupación por la niña, pero el sentimiento no le gustaba al peliblanco, al igual de no poder dejar a la Lara ahí. 

Tratando de decidir entre sacar a Rin de ahí o terminar de ayudar a Lara, Hogward se volteo para ver a la joven noble. Para su sorpresa, un hombre se acercaba a ella con cara de preocupación. -Aaah maldición- no tenía tiempo. Hogward se agacho y recogió todo el hielo mas entero que pudo. Sacándose los guantes, limpió lo mejor que pudo los pedazos de hielo y los metió en un uno de los guantes para luego envolver este con su par. Lo que necesitaba era el frío no el contacto con el hielo.

Apresuradamente Hogward se dirigió hacia Lara y el hombre desconocido -Hola ¿Que tal?- saludo rápidamente al hombre mientras se apresuró a tratar a Lara y poner los guantes con hielo en la herida de la joven -Ella cayo al suelo de repente- explicó de manera rápida -La caída no fue tan grave, pero una herida apareció de todas formas. Ya he limpiado la herida y parado el sangrado- dijo mientras daba unos últimos arreglos al improvisado vendaje que había hecho con el pañuelo -Hay que enfriar la zona para bajar la contusión, pero de todas formas es mejor que la lleven con un medico dijo mientras daba delicados toques con los guantes con hielo, para luego por primera vez dirigir la mirada hacia el hombre -¿Usted es?- preguntó. Esperaba que respondiera rápido, si era un familiar o conocido podía dejarla con el e ir a buscar a Rin para sacarla de ahi.

Cuando cayó, rápidamente quiso disculparse y levantarse para seguir con su camino, pero los ojos de pez muerto de  Réamann se toparon con la castaña y sintió como si su corazón dejase de latir, tensándose y observándola con ese miedo innato provocado por el trauma y el dolor de aquél día cuando recibió la maldición. Aunque por fuera podía verse indiferente y altanero, esa máscara parecía irse quebrando poco a poco conforme el contacto visual aumentaba y más cuando escuchó esa voz dentro suyo.

Al llamarle cariño, la mirada del ex-caballero se perdió en los recuerdos compartidos con Phoisa: al conocerla en la sastrería y la atracción inmediata que había sentido, sus citas y sus escapadas para ir a verla, su primer beso junto a un momento donde se dejó llevar levemente y después prometió que no haría nada más hasta que su relación fuera más seria, la consecuente pedida de matrimonio y la ansiedad que sentía como un enamorado apasionado en estar al lado de la mujer que amaba.

La presencia de esa mujer castaña revivía con furia ese pasado, abriendo su boca mientras sus ojos perdidos se enfocaban en esos labios, en su cuello para sustituir esa cabellera por uno rubio, más largo y brillante.

-Pho...-susurró apenas pronunciando tal sílaba cuando de golpe recordó el día que la vio con Viscount y la revelación de su verdadera identidad. El brillo en su mirada volvió, pero se llevó por instinto una mano a su pecho mientras comenzaba a respirar con dificultad y su rostro revelaba el dolor que intentaba menguar...

... o al menos eso era lo que quería aparentar. Revivir los dolores que estuvieron a punto de matarlo no fue tan complicado, más porque la tensión acumulada le ayudó a regresar a la realidad y, por supuesto, la imagen de unos cabellos negros que a la luz se tornaban violetas. Incluso él mismo debía admitir que su actuación podría parecer convincente, pues había sufrido de ello tantas veces que sabía cómo era sin recurrir a una imaginación vacía. Además, temblaba un poco, aunque eso no era parte de su actuación.

-¿Qué... qué haces... aquí?...-preguntó mirándole con desafío. Si había caído significaba que su corazón aún palpitaba por ella... ahora tocaba averiguar cuál era el motivo. Y... si lograba distraerla, tal vez ella no se concentraría en los demás y podían rehuir de su presencia-. ¿Piensas... hacerle lo mismo... a Viscount?

Si el hada notó algo de lo que pasaba, no dijo nada. Ni siquiera te apresuró. Tal vez era porque se sentía mal de interrumpirte, o solo no le agradaba invadir la privacidad de otros, pero allí se quedó, esperando que le abrieras. Disfrutaste de la comida con la calma suficiente y eso era de agradecer después de todo lo acontecido, pero la realidad llamaba a tu puerta.

Cuando abriste la puerta, viste que efectivamente quien estaba allí era Parfait, pero no solo eso, sino que su rostro se veía intranquilo. Te miró y después de respirar profundamente habló - Perdona. Créeme que quería dejarte descansar. Te lo merecías después de todo lo que has pasado, pero hay problemas y necesitamos de personas hábiles - se giró un momento hacia la planta baja. Parecía buscar a alguien, o estar mirando a alguien.

- Ya he pedido ayuda a Jurien y Garlan, pero creo que debemos hacer lo posible por sacarlos de allí rápido - estaba hablando un poco más rápido de la cuenta, por lo que se detuvo -. Lo siento. El príncipe Rod nos pidió ayuda porque su hermana, la princesa Emelaigne, celebró una fiesta en la plaza del pueblo. Hay rumores de un golpe de estado, así que nos pidió ayuda para infiltrarnos y obtener información, pero alguien está yendo tras Rin. Ella tiene un pasado complicado y al parecer quieren secuestrarla. Sé que eres hábil, aunque entenderé si decides no ir, pero te pido que nos ayudes a sacarla del lugar a salvo - sonaba agitada y apretaba los puños levemente. Estaba lista para entrar en acción, eso podías leer en su mirada.

La chica se giró hacia ti hasta quedar frente a frente contigo mientras miraba cómo ponías tu mano en el pecho con fuerza. Se acercó con pasos elegantes, aunque lo suyo parecía más una danza a un compás que solo ella podía escuchar. Seguían teniendo esa privacidad, ese espacio solo para los dos. Y podías verlo. Las siluetas alrededor se tornaban algo difusas, casi como si el efecto de una droga se tratara.

Vio tus manos temblar, tu temor, tu ansiedad... Parecía ver a través de ti con bastante facilidad. ¿Cómo lo conseguía? - Lo mismo que tú, cariño. Solo vine a disfrutar de una fiesta - rió -. Aunque también vine a conocer a la hija de la traidora, pero de eso no es de lo que más quisiera hablarte en este momento - y se seguía acercando.

- No sabes lo mucho que quería verte. Te extrañé tanto... Quisiera tenerte cerca otra vez - y se acercó peligrosamente a ti, apoyándose en tu torso y acariciando tu mejilla con un dedo.

- Viscount... No lo sé. No es que yo planee cosas malvadas todo el tiempo, ¿sabes? Soy alguien que actúa por impulsos - y se acercó aún más -. No sabes cuánto ansío tenerte cerca - y esa voz seguía taladrando tu cerebro como si fuera una encantadora de serpientes.

Se rió - Y dime, ¿me extrañaste? -.

Justo cuando retiraste los guantes, notaste un leve cambio en tu brazalete. Era sutil, pero ahí estaba. Uno de los huesos había tomado un color rojo. Desde que te habían maldecido, nada había cambiado. Sin embargo, ahí estaba. Un hueso teñido de rojo en medio de los otros color marfil.

No fueron muchos los trozos de hielo que pudiste aprovechar, para reunir, pero con los que tenías, podías hacer algo de manera temporal. Te acercaste con rapidez a Lara, quien parecía a punto de examinar la herida, pero se detuvo al ver que empezabas a tratarla como mejor podía. Su rostro era serio, bastante solemne mientras te escuchaba. Asintió.

- Soy Chevalier Du Mont. Un placer. Soy médico. Escuché el escándalo y decidí venir. ¿La conoce? Podría llevarlos a mi consultorio para echar un vistazo a esa herida - y esperó tu respuesta para luego mirar tus manos -, aunque usted parece saber lo que hace. Es solo que hay algo extraño. Para el golpe que recibió y el tipo de herida, ya debería haber reaccionado. ¿Vendría conmigo? Yo llevaré a la chica si prefiere - y después de eso, no intervino más. Solo viste que seguía supervisando el cómo aplicabas la leve presión en la herida para que el hielo hiciera lo suyo.

Te giraste hacia donde estaban Fiorella y Stella por un momento para ubicarlas y pudiste ver que alguien parecía ir en su dirección dispuesto a atacarlas, retenerlas o hacerles lo mismo... Quién sabe. Lo que era claro era su expresión de pocos amigos. Volviendo a tu situación, sonando segura como siempre, miraste hacia quienes pretendían ser tus captores con la misma valentía que te caracterizaba, pero al acostumbrarte más a la oscuridad, notaste que estos no parecían creer en nada de lo que decías. De hecho, se estaban divirtiendo.

- Sabemos bien de qué hablamos. Pudiste cambiar tu apariencia, pero ese bolso no cambia. Eres Lotong y eso no lo cambiará nada - y cuando viste que se iban a arrojar contra ti, un grito salió de la nada y empujó a esas sombras dándote vía libre para correr. Al ver quién era el que te había garantizado tu ruta de escape, notaste nada más y nada menos que a aquel que había bailado a tu lado anteriormente.

- ¡Corra, Milady! - y segundos más tarde, un grito de dolor. Le habían golpeado con una especie de bastón grueso. El joven cayó al suelo mientras lo seguían golpeando. Eran tantos los golpes que, de seguro, podía morir. A pesar de eso, el chico seguía diciéndote que corrieras entre gemidos de dolor.

Las cosas se estaban complicando. Con ese hombre yendo tras ambas, era una situación difícil. No podían hacer mucho, ¿o sí? Fiorella estaba dispuesta a enfrentarse a él y empuñó la espada con firmeza y bastante velocidad. Era bastante habilidosa, pero los golpes de la gente por tratar de salir sumado a la oscuridad que primaba lo hacía todo más complicado. La joven le atestó algunos golpes haciéndole daño, pero no fue sino cuestión de tiempo para que este la superara y le diera un fuerte golpe en la cabeza con lo que parecía un bastón.

Si miraron en dirección de Rin, notaron que ella había logrado escabullirse, ya no era sencillo encontrarla, pero también escucharon quejidos de dolor y golpes. Estaban golpeando a un chico y este parecía rondar la edad de Rin. Por otra parte, el hombre tomó a Fiorella del cuello mientras lo apretaba, aunque la chica luchaba con todas sus fuerzas. Miró a Stella y le dijo - No saben a quién tienen como aliada. Esa niña es una bruja y una peligrosa. Acabó con sus pa... - y antes de que pudiera terminar la oración, el hombre fue empujado hacia el suelo. Fiorella cayó al suelo otra vez luchando por respirar mientras un joven apuesto se agachaba para ayudarla a levantarse con cuidado.

- Me asombra su habilidad para la esgrima, Milady, pero permítame. ¿Se encuentra bien? - y luego de asegurarse que la joven estaba de pie, miró a la pelinegra -. Ezio Van Hauber. Un placer - hizo una reverencia bastante formal para luego interceptar al hombre.

- Espero que, sea lo que sea que las ata a seguir aquí, sea importante. Si no lo es, les pido que salgan de aquí ahora - y con un lo que parecía un trozo de madera, empujó al hombre hacia atrás. Por alguna razón, el joven tenía facciones parecidas a las de Fiorella, además del color del cabello que era ligeramente similar.

Hizo un gesto para restarle importancia a las disculpas de Parfait pues había llamado su atención al decir que necesitaban de personas "hábiles". ¿Hábiles de qué? La habilidad en un término tan amplio parecía indicar que, simple y llanamente, estaban desesperados y cualquier ayuda sería bienvenida, viniera de donde viniera.

Escuchó lo que tenía que decir, aunque para él el discurso fue un tanto confuso le quedó claro que la misión era rescatar a Rin antes de que sucediera algo.

Quizás eso me situé un paso más cerca de romper la maldición, meditó, para darse cuenta enseguida de su error. No, por supuesto que no, el mero hecho de haber pensado en los posibles beneficios ya lo hacía imposible. Si era sincero consigo mismo, la verdad era que quería negarse. No conocía de nada a la niña, quien siempre le había parecido extraña y asalvajada así que no se podía decir que la preocupación guiara sus acciones. Además, si tenía que infiltrarse en una fiesta eso quería decir que iba a quedar totalmente expuesto a personas normales y eso podía acarrearle problemas con el "efecto secundario" de su maldición. Pero nadie le pediría nada, eso sería demasiado extraño. Y estaba la determinación que había tomado de que probablemente necesitaba empezar a forzarse a hacer cosas por los demás a fin de que su mentalidad cambiara.

- ...está bien - acabó por decir, con evidente reticencia -. Entonces, y si he entendido bien, Rin está en la plaza en la fiesta, ¿no? Sólo tengo que ir y traerla a rastras si es necesario, ¿cierto? ¿Mientras, vosotros os estaréis infiltrando en palacio para obtener información sobre el supuesto golpe de estado?

Mientras hablaba, había empezado a prepararse, cogiendo una capa con capucha y una daga para colgarse al cinto, sólo por si se encontraba en una situación de extrema necesidad.

Una vía de escape, lo lógico; tomarla, ¿Pero desde cuándo la humanidad ha sido lógica? Ser joven y alocada le pintaba bien ¿Que más daba si al final resultaba ser un brujo que le quería muerta? Hasta ese momento le había ayudado y ni su dondinecia, ni su ímpetu le permitirían abandonar a quien ayuda a otros.

¿Resultaría ser quien su cabeza le advirtió? No le importaba, después de todo, "los humanos eran el único animal que tropezaba dos veces con la misma piedra".

- dejarle en paz ¡BRUTOS! - "brutos", y lo decía ella que aplicaba toda su fuerza en volcarles encima la mesa de la que acababa de bajar. Su intención, tirar sobre los agresores la mesa, y aprovechar la confusión que creará para tomar al chico y salir corriendo.

Lo que no esperaba es que entre todas aquellas personas fuese que el decidiese hacer acto de presencia. Creía que se habría detenido a proteger a la princesa pero estaba allí, ayudándolas. Sus ojos brillaron un poco cuando elogió su habilidad con la espada.

- He tenido un buen maestro, como con el baile. - Se roburizo un poco. 

- Es importante para nosotras, una de nuestras amigas está en peligro. Entiendo que no quieras implicarte más pero... nosotras no podemos irnos sin ella. Lo siento. 

Cuando vio a Fiorella luchando con aquel sujeto, sintió algo de miedo. Buscó a su alrededor algo que pudiese usar para ayudarla, pero entre todo el bullicio de gente (y sus propios nervios) nada encontró. Cuando vio cómo el hombre le daba un fuerte golpe en la cabeza a la chica, Stella se exaltó más. Ni siquiera tuvo tiempo para ver lo que sucedía con Rin, Stella no dudó en lanzarse al hombre mientras este ahorcaba a su amiga. Forcejeando con él, aunque su fuerza por sí sola tampoco era suficiente, escuchó aquello que dijo. Sus ojos se abrieron por un momento, solo por un momento. Luego, el hombre sería empujado hacia el suelo.

—¿Ezio? —¿quién era? Definitivamente no lo conocía... Y... ¿Acaso no se parecía a Fiorella? No, no importaba. Stella se agachó al lado de Fiorella, ayudándola también a levantarse— ¿Estás bien...? —con lo que dijo Fiorella al hombre, ella simplemente asintió. Mientras tanto, intentó buscar a la pequeña Rin con la mirada, topándose con aquel chiquillo siendo golpeado.

-No- el peliblanco le respondió al doctor mientras terminaba de aplicar presión a la herida -Solo la conocí en la fiesta de antes- mientras su mente estaba toda desordenada. Uno de los huesos del brazalete había cambiado, hasta ahora nunca lo había hecho ¿Que significaba? preguntas se agolpaban en su cabeza, pero ahora mismo no tenía tiempo para tratar de responderlas.

-Estaría agradecido si la llevara- le respondió sin sacar la vista de Lara. En serio ¿Que le habia pasado a la chica? Esa era una de las tantas preguntas que tenía. Sin embargo, Rin aun seguía en la fiesta y tenía que sacarla de ahí. Apresurado dio unos últimos toques con los guantes helados -Lo siento, pero aun tengo que sacar a alguien de ahi adentro. Si me dice donde esta su consultorio puedo ir luego pero si me disculpa tengo que irme- dicho esto se preparo para irse y una vez escuchada su respuesta fue corriendo hacia el lugar de la fiesta.

Una vez ahi, se agacho y trato de esconderse primero para ver como se había desarrollado la situación y si Rin o alguno de los otros se encontraba aun adentro.

Réamann estaba casi seguro que todo eso debía ser obra de Phoisa: una multitud asustada y tratando de salir no dejaría un espacio considerable para que dos personas estuviesen a sus anchas; además, que le costara verlas cuando aún no sentía el dolor era provocado por ese efecto, si es que ella lo provocaba. La bruja quería que, de nuevo, el peliblanco tuviese ojos únicamente para sí sin que nadie más los distrajera. ¿Si alguien del grupo pasaba también surtiría efecto? ¿Alguien podría ayudarle?

¿Hija de la traidora? Frunció levemente su cejo ya que inmediatamente se le vino una persona a su mente; pero desconocía aún en parte de su pasado y no podía sacar conclusiones tan precipitadas. Si lograba salir de ahí y verla sana y salva, le preguntaría porque ya no era solo curiosidad, si Phoisa estaba detrás de ella entonces otras brujas también querrían hacerle algo... pero cuando se recargó en su torso, su pensamiento se interrumpió bruscamente perdiendo de nuevo el foco de atención para percibir ese calor, ese aroma y esa voz que le hablaba y entraba a sus oídos con esa dulzura peligrosa y tóxica.

Una parte de él sabía que estaba mal, que debía alejarse y seguir buscando a Stella o a cualquiera del grupo; pero, por otro lado, su cuerpo comenzaba a agitarse y no era precisamente por una inquietud que debía ser completamente natural, sus brazos ansiaban rodearla y quedarse ahí sin importar otra cosa.

No obstante, como si su lado racional quisiera ayudarle, llegó a él la imagen de Stella recostada en su cama aquella noche que habían bebido y que precisamente se le había confesado. De nuevo regresó el brillo a sus ojos y suspiró hondo con cierta brusquedad para calmarse.

-¿Pero ya estás aquí... no? Ya estás cerca mío-no debía provocarla, pero tampoco quería caer en sus juegos-. ¿Extrañarte? Más bien esa pregunta... debería hacerla yo-seguía respirando con dificultad, apretando con fuerza el pecho para seguir con ese "dolor" y, sobre todo, prevenirse de caer-. ¿Tanto te impactó un humano ordinario como yo?

Parfait miró cómo te preparabas para partir. Al parecer, ella no se sentía cómoda con pedirte hacer algo de riesgo - Lo lamento. Lo haría yo misma si pudiera - fue todo lo que dijo mientras miraba cómo te preparabas: la capa, la daga... Sobre todo se quedó mirando esta por un poco más de tiempo para luego mirarte a ti. ¿Sentiría temor?

Apenas empezaste a explicarlo todo, ella negó con la cabeza - Todos están en el pueblo, pero alguien apagó las luces de la fiesta y... - dudó un momento -. Réamann vio a una bruja dentro. Es posible que esté de cierta manera relacionado con lo de Caelfall, pero no sabemos del todo cómo. Delora se encontraba al otro lado vigilando, Waltz estaba conmigo y Karma estaba vigilando desde un escondite. Los demás estaban dentro vestidos como nobles y haciéndose pasar por invitados. Por eso debemos intentar sacar a Rin y los demás de allí pronto. No sabemos si son los mismos de Caelfall y si lo son, ellos los conocen. Queremos evitar que les hagan daño -.

Esperó a que estuvieras listo para bajar a la primera planta. Annice estaba en la taberna y parecía preocupada. Dijo que alistaría ciertos ungüentos solo en caso de ser necesario y les pidió que tuvieran cuidado. Ya afuera pudiste ver con tus propios ojos a qué se debía el alboroto. Había lo que parecía un cerco hecho con sogas en la plena plaza del pueblo. Como delimitante humano estaban los caballeros de la Orden de Caldira, pero se estaban alejando un poco de la barricada por algún motivo. Unos pasos más adelante, viste que todas las personas del interior estaban tratando desesperadamente de salir de allí, pero la orden trataba de contener la multitud enloquecida para no causar un accidente. A pesar de eso, no es que estuvieran teniendo mucho éxito. Hacia el fondo identificaste a Stella, quien parecía estar junto a Fiorella. Esta última empuñaba algo que pudiste identificar como una espada, aunque a medida que te acercabas, el lugar se oscurecía más, ya que la única fuente lumínica restante de la fiesta eran los negocios cercanos.

Ya un poco más cerca, viste que Rin se estaba escabullendo de unos hombres, pero parecía regresar a golpearlos, mientras que un apuesto joven sonreía a Fiorella y parecía estar protegiendo a las dos chicas. En cuanto a Réamann... No parecía estar por ninguna parte, al igual que Hogward. O al menos no a la vista desde tu posición. Parfait seguía a tu lado.

- Yo no puedo entrar, pero ¿estarás bien? - te miró preocupada.