Partida Rol por web

Una... Dos... Tres... Los faroles se apagaron. Las únicas luces que quedaban en el lugar eran las luces de los establecimientos comerciales de la zona. ¿Qué había pasado con las demás? Y como era de esperarse, la gente solo se desesperó más y empezaban a agredirse los unos a los otros con tal de salir de allí.

No podían ver mucho, pero los gritos y el movimiento dejaban en claro la situación.

Tu mera faz era un poema de pensamientos. A pesar de lo mucho que se estaba reflejando en tu rostro, Parfait respetó tu silencio y no intervino. Solo lo hizo cuando por fin respondiste a su última pregunta.

- Oh, no. No te preocupes por eso. Ya me hice cargo. Por eso tardé en subir - sonrió tranquila. No parecía ser gran cosa para ella -. Unas cuantas tazas y una mesa no eran mucho trabajo. Lo importante es saber que te encuentras bien - tomó un sorbo del té ella también.

El calor que la infusión generaba en tu cuerpo te hacía sentir cómodo y algo somnoliento. Era casi como si fuera mágico, pero tal vez aquella situación había sido tan agotadora emocionalmente que sí que tu cuerpo necesitaba un descanso, por corto que fuera. Parfait te miró cuando le hablaste y cuando cuestionaste su actuar, sonrió. No se burló, solo bajó la taza, la puso sobre la mesa y apoyó sus manos sobre sus piernas para mirarte a los ojos y sonreír.

- Decirte qué se siente es un poco difícil, pero intentaré explicártelo lo más claramente posible. Piensa en un momento en que hayas logrado algo que te haya resultado muy complicado. Esa satisfacción del logro es algo parecido, solo que en este caso, no es un logro personal, es un logro ajeno. Otro equivalente es lo que siente una madre al ver a su hijo dar sus primeros pasos. Es una emoción de gran satisfacción y orgullo porque sabe que ese bebé está creciendo de manera adecuada y en parte se debe a la buena labor de esa madre. La madre no espera que su labor sea reconocida ni mucho menos, solo lo hace porque desea de corazón ver a su hijo crecer y crecer bien. Algo así es el motivo por el cual prefiero poner el bienestar de todos ustedes antes que el mío propio - bajó la mirada un poco triste.

- Por mi incapacidad, todo esto se desencadenó. Para mí, ayudar a personas como tú a recuperar su vida, es la forma que tengo de redimir mis pecados pasados. Pero no lo hago solo por mí, sino porque, aunque haya defectos, nadie merece vivir en la miseria. No son muchas las personas que se salvan de la maldición, pero ver a esos caminar libre y felizmente o verles recuperar sus vidas... Eso es felicidad para mí. Verles caminar sin que yo sostenga su mano - suspiró.

- ¿Vale la pena que los niños aprendan a caminar? Lo vale completamente. Hacer algo por ti te genera satisfacción, pero hacer algo por los demás te hace sentir realización. Cada grano de arena cuenta - y al subir la mirada, Parfait pareció notar que aquel té te estaba haciendo efecto de manera rápida -. Oh, vaya. Creo que se me fue un poco la mano con la manzanilla. ¿O sería la valeriana? De verdad lo siento. ¿Me permites acompañarte a tu habitación? - nuevamente lucía preocupada.

Genial, si era cosa de los brujos, habrían menos afectados si se iba retirando la gente, si eran secuestradores los guardias estarían pendientes. Rin por su parte, pensó que sería contraproducente bajar de la mesa, quienes le querían capturar sabían perfectamente dónde estaba, por lo que quedaré a la vista les complicaba un poco las cosas a sus captores. Mirando la mesa buscó coger los platos metálicos o jarras más roscas para asegurarse de dar los mejores trompazos posibles a quienes se atrevieran a acercarse de más. Mientras esquivaba y ganaba tiempo.

La pesadez empezaba a adueñarse de él conforme Parfait iba hablando en términos relativamente comprensibles para él. Podía entender la sensación de logro. Pero quizás el símil del orgullo por un hijo fuera el más adecuado. A pesar de no haber vivido el orgullo de ser padre - algo que había empezado a imaginar al estar con Claire -, podía comprender la alegría de ver a los hijos crecer, superarse y alcanzar el éxito en la vida. Había visto esa mirada en los ojos de su madre, había percibido la nota de orgullo en la voz de su padre.

Se pasó una mano por el rostro, cansado, tratando de desembrollar sus pensamientos, aunque estos escapaban cada vez más de su conciencia. Parfait dijo algo que quizás hubiera despertado algo en él pero al final sólo pudo suspirar, parpadeando, mientras pensaba en términos generales en lo que había dicho. Parecía ser que la bondad que debía alcanzar no podía ser sólo de acciones, de ahí que su maldición implicara hacer siempre lo que le decían. Eso no era suficiente. Debía entenderla y para ello debía cambiar. No podría superar esa maldición sin transformar la forma en que pensaba y en que veía el mundo, por más que se resistiera a ello, por más injusto que le pareciera el tener que deshacerse de la persona que era por obligación. Y, si lo pensaba con detalle, ¿no podía ser que le obligaran a hacer lo que le pedían a sabiendas de que la repetición de las acciones podría llevarlo a cambiar sus pensamientos? El eterno dilema de, ¿qué va antes, el huevo o la gallina?

De repente, se encontró mirando la expresión nuevamente preocupada del hada, sintiendo como si en la profundidad de sus pensamientos se hubiera quedado traspuesto por unos segundos. Se irguió, notando cómo el mundo giraba a su alrededor, apoyándose ligeramente en la mesita.

- No te preocupes - acabó por decir, forzándose a sonar despierto -, seguro que no me caeré por el camino - no terminaba de parecerle bien apoyarse en el hada para ir hasta allí, seguía pareciéndole demasiado frágil. Además, ya había dependido suficiente de los demás por aquel día. Sólo quería retirarse con la poca dignidad que le quedaba -. Gracias por todo, Parfait.

Antes de darse cuenta, Stella estaba corriendo hacia la pequeña Rin. Sin embargo, la niña había usado su astucia y se había escapado de los secuestradores, a la par de que había causado algo de revuelo. Los nobles se tropezaban con ella y en un par de ocasiones estuvo a punto de caerse por ir contracorriente. Sin embargo, eso no evitó que siguiese avanzando. ¿Por qué querían secuestrarlos a ellos? Forcejeó y forcejeó hasta que, de pronto, chocó con alguien. Se quedó mirando a la hermosa chica unos momentos, aturdida por el revuelo que se estaba causando, luego se sintió como una tonta por no reconocerla al instante.

—¡Estás bien! ¡Debemos ir por Rin y Hogward! ¿A ti también trataron de secuestrarte? —habían muchas cosas qué cuestionarse, pero no era el momento. Que las luces se apagasen de golpe sorprendió a la par que asustó un poco a Stella. La chica tomó una de las manos de Fiorella para no perderla.

Réamann no le quedó de otra que verla marcha y ponerse en camino junto a Waltz, asintiéndole a su comentario. No obstante, el grito le inquietó y volteó a ver al pelinegro con sus ojos color miel reflejando inquietud.

-Rin es escandalosa, pero no lo haría sin motivo-comentó para luego partir a buscar a Delora.. pero todo el caos y ahora con aquella oscuridad, el peliblanco se dio cuenta que todo estaba empeorando. Rápidamente intentó recordar cómo estaba moviéndose la gente de manera errática, pues aunque a ojos inexpertos aquello podría provocar confusión eso no aplicaba para él y esperaba que este fuera el caso.

Gracias a su altura tenía un mejor panorama, rememorando las vestimentas de quiénes querían entrar y quiénes irse, pues ese comportamiento podría discernir si los "secuestradores" tenían aliados consigo que estuviesen esperando afuera. Por un momento pensó en crear una antorcha provisional, pero entonces llamaría la atención y lo importante era pasar desapercibido.. aunque sea en esos momentos.

-Tu ve a buscarla, yo entraré-puntualizó apretando un poco sus dedos pensando en que los demás estaban en peligro. Efectivamente este sería el evento que el príncipe podría haber sospechado... pero no lo sabían con claridad-. Podré acostumbrarme a la penumbra y puedo escabullirme con la fuerza, pero no tiene caso que vayamos los dos. Ve con ella-y volteó a ver donde seguramente él debía estar. Sin quitarse los guantes, arremangó parte del traje y comenzó a prepararse para usar sus codos y abrirse paso, incluso usar su voz autoritaria si era necesario.

Tal vez si consigo una espada en el camino...

-¿Srta Lara? ¡¿Srta Lara?!- Hogward trato de llamar a Lara para hacerla despertar, sin embargo, algo parecía haberle pasado. El chico vio con pánico la sangre en la mano de la chica. La caída no había podido ser la causante ¿o si? Hogward no sabia que hacer, sus habilidades médicas solo eran por el brazalete que ahora era mas que inservible gracias a la maldición. Las manos le temblaban mientras tomaba a Lara en sus brazos, teniendo siempre cuidado de que su brazalete no la tocara.

-Primero tengo que salir de aquí- aunque era una molestia si la dejaba ahi, iba a ser aplastada a muerte por la muchedumbre asustada que corría desbocada. Con Lara en brazos, Howard se incorporo con algo de dificultad. Intentado no chocar con otros nobles y dejar caer a la joven que llevaba, Hogward intento alejarse de todo el tumulto. Había oído a Rin gritar algo de secuestradores -Al menos ya no tengo que buscar información- pensó para si, lo que buscaban parecía ya haber aparecido y el ya no quería involucrarse. Con ese pensamiento en mente, Hogward avanzo lo más rápido que pudo sin poner en peligro a Lara buscando un lugar donde poner a la chica a salvo y revisar su herida.

Aquella situación se estaba volviendo muy confusa, no sabía muy bien que estaba sucediendo. Pero no veía a nada, y tampoco a quién le había acompañado. Se detuvo unos segundos cuando Stella había parado frente a ella y aunque tardaron un poco en reconocerse le alivió encontrarse con un rostro amigo. 

- Estoy... estoy bien. - Tartamudeó, preocupada al ver a Stella tan alterada.  - A mí no me han hecho nada, pero he visto como intentaban ir a por Rin, ¿Que está pasando? ¿Estás bien? - Las dos se asustaron cuando las luces se apagaron y en aquel revuelo de sombras, Fiorella robó una espada a un noble. No era una gran espadachina, pero conocía los golpes y defensas básicos. 

- Tenemos que encontrarles. Y no le digas a nadie lo de la espada. - 

Sin luz, todo se complicaba bastante. De hecho, era bastante difícil lograr avanzar entre la muchedumbre. Mientras más forcejeaban, más eran arrojadas hacia la salida. ¿Acaso no habría forma de lograr salir?

Miraron hacia donde estaba Rin perdiendo un poco la esperanza de alcanzarla y a pesar de la casi oscuridad total, vieron que la niña empezaba a tomar entre sus manos algunos platos, jarrones, todo lo que le sirviera para golpear a su posible captor. Era joven, pero nada tonta o descuidada.

Fiorella logró tomar la espada de uno de los caballeros de la guardia con cierta destreza, pero esa que solo entrega la experiencia. ¿Cómo podía hacer eso con tanta precisión? Pregunta sin duda para un momento en el cual pudieran charlar tranquilamente. Tras tomar el arma, notaron que eran varias las personas que obstaculizaban su paso, pero eran rostros conocidos. ¿Tal vez eran los mismos que habían visto anteriormente tratando de alcanzar a su joven compañera?

El chico miró hacia donde Rin hacía todo ese escándalo y asintió a tu comentario. Notaste que compartía tu pensar, había algo más en todo ese extraño actuar de su parte. Las luce se fueron y Waltz se sorprendió igualmente. Asintió ante tu indicación y agregó.

- Réamann, por favor ten cuidado e intenta no asumir riesgos innecesarios. Recuerda lo que pasará si la poción pierde su efecto - sonrió de medio lado y salió corriendo. Él podía no decir mucho, pero al menos prestaba atención. Además, después de tanto tiempo en The Marchen, era posible que supiera una cosa o dos sobre tu maldición.

Todos los asistentes trataban por todos los medios necesarios de salir de allí, así que ir contra la corriente, no sería tarea fácil. Los caballeros de la orden estaban tratando de contener a la multitud para hacer que salieran de manera ordenada, aunque aquello no sería tarea fácil. Si tomabas la espada de alguno de ellos, no se daría cuenta. Eso seguro.

No muy lejos de donde estabas, viste a Hogward cargando a lo que parecía una joven rubia inconsciente entre sus brazos. Forcejeó bastante, pero logró salir.

El caos se había apoderado del festejo y entre todo ese caos, a la distancia, lograste ver cómo la familia real era sacada de allí por la guardia. Mientras tanto, aquellos que parecían especialmente interesados por alcanzarte, seguían luchando con la muchedumbre que trataba de llegar a toda costa a la salida, ya que los caballeros de la orden trataban de mantener una evacuación organizada. Tarea épica teniendo en cuenta la falta de luz y el hacinamiento al cual estaban sometidos.

Estabas lista para golpear a quien fuera que tratara de acercarse cuando no muy lejos de allí lograste divisar dos rostros conocidos que trataban de llegar hasta ti: esas eran Fiorella y Stella. No estaban precisamente cerca, pero de seguro ellas podían verte. Tal vez fue el haberlas visto y haberte concentrado en eso, pero lograron golpearte en una pierna y derribarte, haciendo que soltaras todos los objetos que habías recoletado. No sería tan difícil volverlos a tomar, pero entre que tu cabeza se golpeó contra la mesa, te derribaron y debías levantarte, estabas corriendo un enorme riesgo.

Escuchaste una extraña voz - ¿Sabes? Puedes cambiar tu apariencia, pero llevamos días siguiéndote, bruja - era la voz de un hombre que rondaba la treintena y además, que no solía llevar una vida muy saludable. Varias sombras se acercaron por detrás de ti, aunque otras luchaban aún por acercarse, justo como tus compañeras.

Salir de ese lugar no sería tarea fácil, incluso teniendo en cuenta que la misma muchedumbre empujaba hacia la salida, y el motivo era sencillo. Mantener el equilibrio entre los diversos empujones y además con Lara entre tus brazos no sería tarea fácil. Por más que la llamaste, la chica no reaccionaba. Ni siquiera parpadeaba en respuesta a su propio nombre. Mientras tanto, parte de tu traje se manchaba con la sangre que salía de la cabeza de la chica. Por la velocidad a la que caía, podías deducir que era una herida relativamente superficial, pero para haber perdido la consciencia, se podía tratar de una contusión.

No muy lejos de tu posición, viste a Réamann que estaba afuera del cordel de seguridad. Este parecía estar cerca de los caballeros de la guardia y dispuesto a abrirse paso por cualquier método necesario. Mientras tanto, lograste ubicarte en un lugar donde podrías salir con rapidez. Era importante revisar a Lara, pero al menos lograste salir. Dejarla a unos cuantos metros de la fiesta podía ser lo mejor, pero ¿qué era lo mejor?

Una idea llegó a tu cabeza. Limpiar su herida para mirarla bien, algo de hielo para bajar la contusión y más tarde tratar la herida. ¿De dónde vendría aquello? Tal vez tu conocimiento no dependía solo del brazalete.

Vio que pensabas a profundidad en lo que ella decía, además de estar comprendiendo lo que quería explicarte. Se veía satisfecha y en parte orgullosa de sí misma. Sin duda, se sentía más tranquila.

Cuando insististe en ponerte de pie y tenerte que sostener - Oh, no. Creo que fue la valeriana - y te tomó del brazo -. Por lo menos te guiaré. Apóyate en mí para no caer - tal vez fuera el efecto de la maldición o simplemente la determinación de Parfait, pero casi que te obligó a dejarte acompañar. Te dejó en la puerta de tu habitación y entonces te miró - No tienes nada que agradecer, Alain. Espero haberte sido útil. Ya podrás hablar con Claire cuando despierte - sonrió y se alejó hacia el cuarto de Claire para cerrar la puerta y volvió a bajar a la primera planta.

Entraste a tu habitación, la cual estaba ordenada como de costumbre, y al tocar la almohada, el cansancio se adueñó de ti, llevándote a una siesta bastante profunda. ¿Sí habría sido un accidente lo del té? Pues Parfait no parecía muy satisfecha con tu reacción, así que posiblemente fuera solo eso.

Después de no saber de ti por quién sabe cuánto tiempo, abriste los ojos de manera súbita y el olor a un jugoso filete junto a una ensalada entró por tu nariz. Miraste a un lado y viste la comida caliente en la pequeña mesita junto a tu cama. De seguro Annice la había subido hace poco. Te sorprendió encontrar con que la habitación estaba bastante oscura, tal vez solo la luz que podía entrar por la ventana. El cielo reflejaba que no hace mucho había anochecido. ¿Realmente había pasado tanto tiempo? Y no habías comido en todo el día. Te lo recordó el rugido de tu estómago al oler nuevamente aquel filete. Tal vez era la primera vez que dormías tanto, y todo por aquel extraño té.

Escuchaste pasos presurosos en la primera planta.

-Aaah aaah- Hogward jadeo con fuerza cuando al fin pudo salir del lugar. La chica le pesaba, lo que le hizo imposible moverse mas con ella en brazos, aunque puede que fuera más por su falta de ejercicio que el peso. Ya en un lugar sin riesgo de estampida, Hogward dejo a Lara en el suelo. La chica seguía inconsiente y el sangrado no había parado, las ropas de Hogward ya estaban algo manchadas -Tenia que elegir blancas- se quejó para si mientras las revisaba.

Ya había salvado a la chica de morir, así que bien podía dejarla y volver a The Marchen, no sabía que estaba pasando, pero de todas formas no quería tener nada que ver. Sin embargo, al ver a Lara tumbada y sangrando, su lado médico, al menos lo poco que le quedaba, no la podía dejar. De todas formas, era una noble, si la salvaba podría sacarle uno que otro provecho. 

Sacando un pañuelo que tenia en el traje, Hogward trato con cuidado de limpiar la herida de la cabeza de al chica para ver que tan grave era. Por un momento, miro el brazalete, si la tocaba con el podría saber que le pasaba, pero también podría terminar cortandole la cabeza, por lo que después de maldecir una vez más a la bruja que lo maldijo desecho la idea.

Luego de ver superficialmente la herida trato de parar el sangrado con otro pañuelo limpio. Solo quedaba el golpe -Lo mejor sería al de hielo- pensó y enseguida se sorprendió un poco. Tal vez no era tan inservible sin el amuleto. Pero luego de un momento, le quito importancia. Saber como tratar una contusión solo era un conocimiento de lo mas básico. 

-Hielo...hielo...hielo- pensó Hogward -La fiesta debe tener algo- se le ocurrió. Tal vez si podría tomar algo de ahí, aunque no le gustaba la idea de volver luego de haber tenido tantos problemas para salir. -Más vale que saque algo de esto- Dejando a Lara acostada sobre una pared, fue a buscar algo de hielo en las cercanías.

Era imposible que alguien realmente le reconociera, el rastro de sus captores lo perdió el día en el que accedió a Angielle, y no se había quitado los guantes ni para dormir... A duras penas retiraba los guantes solo para asearse o limpiarlos encerrada en su habitación, por lo que seguirle el rastro, solo podía darse de haber un brujo o bruja entre ellos.

- o eres un brujo y mientes, o te has dejado engañar por uno que mentía y no tienes ni idea de lo que es un brujo. No le conozco de nada y espero que siga siendo así.

Era peligroso pero estar quieta sin hacer nada lo era también, por ello, en lugar de rendirse, se esforzó por coger lo más aparatoso posible y arrear un golpe en círculo a su alrededor para tener sitio donde levantarse de nuevo.

- si fuera bruja ya serías una rana. - añadió haciendo su mejor esfuerzo por aguantar.

Al final se había dejado medio llevar por Parfait al darse cuenta de que, en realidad, sí corría el riesgo de caerse por el pasillo si iba por su cuenta. Pero estaba tan agotado que no pudo ni pensar en la posibilidad de que fuera otra cosa que un accidente con la valeriana.

Se despidió de ella, apenas procesando lo que le decía para entrar en su habitación y dejarse caer en la cama, durmiéndose prácticamente en el mismo instante en que su cabeza tocó la almohada.

Durante lo que debieron ser horas se sumió en un sueño profundo, sin nada que lo alterase, sin pesadillas ni pensamientos dispuestos a inmiscuirse en una tranquilidad mental que había necesitado no sólo desde hacía horas sino semanas. Hasta que al final despertó a una habitación oscura.

Se llevó una mano al rostro, sintiéndose todavía atontado por el sueño impuesto. Seguramente habría seguido durmiendo más si no fuera por el hambre que había despertado el apetitoso filete que descansaba en la mesita de noche. Ahogó un suspiro cuando algunos perezosos pensamientos empezaron a colarse en su mente pero sacudió la cabeza, dejando que el sopor se adueñara de nuevo de él.

No. No era momento para volver a pensar en todo aquello. Sabía que había ideas que era mejorar dejarlas reposar y sospechaba que aquella conversación era una de esas cosas. Volver sobre lo mismo una y otra vez no era beneficioso. Y, además, no estaba preparado. Sabía que debía ir a ver a Claire pero no se sentía capaz de afrontarla después de todo.

Empezó a comer, escuchando los pasos apresurados pero sin hacerle demasiado caso mientras su cabeza planificaba por poco lo que quedaba de día. ¿Ir a dar una vuelta por el bosque que había detrás de The Marchen? Tal vez. Y luego, volver a dormir. Una parte de él deseaba ver a Fiorella pero no entendía demasiado aquella sensación de que la chica le ayudaría a apaciguar su estado de ánimo así que ignoró el sentimiento.

—Yo lo estoy... Estoy bi... —cuando las luces se apagaron Stella entrecortó su oración, agarrándose a Fiorella. En medio del susto, vio cómo la chica robaba una espada, completamente sorprendida. Por supuesto, para al menos manejar lo básico de una espada, y aguantar su peso, habría que tener un mínimo de experiencia. Tenía curiosidad, pero ese no era el momento de preguntar nada— ¡No diré nada, vamos!

Si bien pudo ver a la lejanía que Rin intentaba defenderse, sola no podría hacerlo... ninguno de ellos. ¿¡Y Hogward!? ¿¡Dónde estaba!? Stella empezó a buscarlo con la mirada. Sin embargo, no tuvo demasiado tiempo de hacerlo. Personas que estaba obstaculizándoles el paso eran rostros conocidos, aunque por la falta de luz no se podía distinguir bien quiénes eran. ¿Se tratarían de los secuestradores? Tratando de no separarse de Fiorella, la soltó para no entorpecer sus movimientos. ¿Cómo ayudaría a Fiorella? Ella no podía pelear con armas, y lo único que podía hacer... No, no podía aprovecharse de ello para hacer daño a alguien más. Miró por un momento a su amiga, antes de buscar alrededor alguien conocido. Si podían buscar ayuda... —Acercarse es peligroso. Creo que tienen algún tipo de sedante. Tiene que haber otra forma...

La sugerencia de Waltz de que tuviese cuidado sorprendió un poco al joven que dio unos parpadeos y siguió con su mirada que se iba. En su interior, se permitió sentir la fortuna de haber llegado a The Marchen hace medio año y haber conocido a todos sus compañeros, sabiendo sin caer en un pesimismo extremo que sin el aviso de Delora él seguramente hacía mucho tiempo habría sucumbido a la maldición. Y, con eso en mente intentó ir a paso contrario de los asistentes.

En lo que llevaba a cabo tal proeza, calculaba cuánto tiempo más haría efecto la poción sabiendo que este esfuerzo podría consumirle y por lo mismo intentaba no abusar de tal andar para que, si era necesario pelear, no quedase arrumbado en medio del conflicto. Y, aprovechando todo el tumulto, tomó una espada de algún caballero para sujetarlo en sus costados y pedía perdón en su mente, pero debía pensar en pos de sí mismo esperando no recurrir a usarla. Cuando todo acabara dejaría el arma porque no le pertenecía.

Ver a Hogward hizo que alzara una ceja, pero como él había logrado salir significaba que quedaban las chicas dentro. Así, sin perder determinación, retomó su camino para verificar si alguna de ellas estaba bien. No le agradaba estar a ciegas, pero continuaría sin usar alguna fuente de iluminación porque entonces sería como las polillas atraídas por aquella luz.

La tranquilidad de todo lo sucedido era bastante agradable. Tal vez podrías acostumbrarte a esa paz, pero no, ese no era Alain Blue. Disfrutar de momentos así era algo efímero, algo que solo te podías permitir por poco, aunque quién dijo que debía ser solo por ese momento. Una noche más de descanso sentaría bien a cualquiera. De hecho, era evidente que no te costaría volverte a dormir. Eso podía deberse al agotamiento acumulado de tanto tiempo andando y todo lo demás.

Tomaste la comida y al probarla, era tan buena como se veía. Realmente Annice parecía haberlo hecho con bastante ahínco, pues estaba perfecto. Nada que envidiarle a la alta cocina a la cual antes podías acceder. Era diferente ahora, pero el disfrute quedaba allí. Los pasos se seguían acercando y de repente, notaste que la luz que provenía de afuera se apagó, obligándote a encender la luz de tu habitación para poder seguir comiendo.

Los pasos se alejaban y acercaban. Era como si estuviera correteando por toda la taberna por algún motivo sin detenerse. Cuando creíste que no se acercarían a ti, la puerta sonó y la voz presurosa de Parfait resonó a través de la puerta.

- Alain, ¿estás despierto? Es una emergencia - y aunque pudo haber pasado, parecía dispuesta a respetar tu privacidad lo suficiente como para esperar a que fuera el momento adecuado.

Tu maniobra era astuta, como de costumbre. De hecho, a pesar de haberte derribado, te movías con gran velocidad. La risa de aquel hombre resonaba más cercana, pero era difícil ubicarla con tanto ruido de gritos y el alboroto. Sin embargo, tu movimiento surtió efecto, golpeando lo que parecía el rostro de alguien. Hubo un quejido de dolor y luego un grupo.

- ¡Maldita perra! - dijo el hombre para luego agregar -. ¡No creas que nos engañas! Esa bolsa que siempre llevas contigo... ¡Por ella te ubicamos! - rió mientras sentías que te tomaban de los tobillos y otros te halaban el cabello. Estabas en problemas, sin duda. ¿Qué podías hacer en ese momento? Tal vez no mucho, pero aunque te agarraban en ocasiones, la verdad era que perdían su agarre en ocasiones. Si eras lo suficientemente hábil, podrías aprovechar la oscuridad para escabullirte.

- Cobraremos la recompensa por tu cabeza, Lotong. Eso te lo aseguro - fue lo que la voz de ese hombre dijo por encima de todo, aunque sonaba un poco más lejano que antes. Tal vez se había distanciado por el golpe que habías logrado darle.