Partida Rol por web

Me lanzo al ataque, aquellas cosas parecían querer atacar así que las complací intentando una carga frontal contra la primera de ellas en acercarse.

¡ Vamos clover !

El primer ataque no parece hacer ningún efecto en aquel ser... extraño, se podría decir que era una especie de perro, sin embargo también podría decirse que no. Vuelvo a atacar y esta vez parece que la criatura siente algo de dolor ante la estocada que le propino.

El Perro recibió ambos ataques directos de parte de Asrai, pese a que por un momento retrocedió no era a causa del dolor causado ni el enorme daño que habían recibido; sino que era para prear su salto, junto con otra criatura; ambas saltaron sobre Clover, propinándole serios mordiscos.

Mientras que el último perro tan solo se dedicaba a ladrar contra la joven, ya de por si, malherida. Lo extraño es que nada más emitir el sonido del ladrido, ante sus fauces se materializaban las onomatopeyas que a gran velocidad impactaban una tras otra contra la joven que no tuvo el tiempo de escapar.

Me pongo entre los Rabid dogs y Clover defendiéndola todo lo que puedo, incluso generando "el agro" de los engendros gritándolos y haciendo ruido, han dejado malherida a mi compañera y posiblemente a mi me pasara algo igual si no volvíamos a la tienda a por refuerzos.

-¡Asrai!-gritó preocupada al ver que usaba su cuerpo como escudo. Estaba magullada y no sabía si podría aguantar otra embestida de aquellos seres. No quería que aquella encantadora chica, que había venido desde el país mágico de las historias de su infancia, sufriera ningún daño por su culpa. Con la poca fuerza que le quedaba, arrastró a Asrai al interior de la juguetería, poniéndose a cubierto.

La puerta de la juguetería se encontraba cerrada.

Se espantó al notar que la puerta no cedía. Estaban acorraladas. Aporreó la puerta varias veces, soportando el dolor de las heridas, y echando miradas de  terror a los perros enfurecidos que pretendían acabar con ellas. Sin soltar el brazo de Asrai, se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¡No puede ser! ¡¿Por qué no tienes un maldito agujero igual que el escaparate?!-en un arrebato de ira, estampó la punta de la llave contra la puerta a sabiendas que nada se podía hacer.

-Lo siento, Asrai, soy una carga- se disculpó la chica, soltando a su compañera.

Toco la puerta con la llave dos veces mientras digo "Abrete" sin dejar de mirar a los cánidos, ni por asomo dejaría de proteger a Clover ni por un sólo instante, antes muerta que perder a alguien, quiero dejar claro que pongo mi cuerpo delante de ella para que sea totalmente imposible que la ataquen a ella, si veo que se lanzan hacia ella, pongo mi cuerpo en la trayectoria.

El Perro al ver la situación en la que se encontraba decidió hacer lo más inteligente; huir de la batalla sin atacar o recibir ataques algunos; a fin de cuentas, el animal no podía defender a dos personas que inutilmente golpean ligeramente una puerta cerrada en vez de ir por el mini-hueco de la ventana abierta.

Por fortuna para aquellas dos muchachas, las otras criaturas negras comenzaron a seguir a aquel animal en su huída, dejándolas solas ante la puerta cerrada y el escaparate con aquel ínfimo agujero que tan solo alguien del tamaño de un ratoncito pudiera entrar.

Se percató del agujero en el escaparate y se observó el cuerpo ¡Cierto! ¡Habían recuperado su tamaño original! Si solamente pudieran volver a transformarse en pequeños ratones, podrían refugiarse en la juguetería.

-¡Asrai, pensemos en transformarnos en ratones! ¡Quizás así recuperemos ese pequeño tamaño!-exclamó con entusiasmo.

La chica se concentró y deseó con todas sus fuerzas convertirse en roedor.

Intento concentrarme y convertirme en ratoncita, sobre todo para tumbarme en el alfeizar de la ventana para poder respirar antes de entrar por el agujero de la misma.

Ambas muchachas se encogieron en tamaño, logrando volver a su forma de pequeños ratoncillos; ante ellas se encontraba el agujero, ahora del tamaño idóneo, por el cual podrían pasar al interior de aquella tiendecilla de juguetes. Si tan solo lo hubieran imaginado antes, quizás la situación hubiera tornado de forma más positiva para ellas.

Me acerco a Clover.

¿Qué tal te encuentras? Sin ninguna duda eres más dura de lo que pareces. Digo esbozando una sonrisa.

Clover le dio un abrazo a la chica y propirió un quejido de dolor. Esos perros la habían dejado para el arrastre.

-Creo que he visto días mejores-sonrió con dificultad- Muchas gracias por protegerme. Lamento tanto el no haber sido de ayuda...

La chica miró en derredor, observando la juguetería.

-¿Crees que podríamos descansar un poco antes de buscar a nuestros intrépidos detectives?-preguntó la ratoncilla al tiempo que se sentaba en el frío suelo del establecimiento.

No te preocupes y descansa un rato. Lo primero es recuperar fuerzas, luego buscaremos a nuestro compañero malhumorado.

Sabía que no podían detenerse allí eternamente. Los perros volverían en cualquier momento y necesitaba mucho tiempo para recuperarse de sus heridas. Algo en su interior le dijo que podía cambiar las tornas, que una magia fluía por su cuerpo. Se concentró en cada lugar punzante y doloroso, tratando de imaginar cómo las mordeduras y los arañazos cicatrizaban.

-Debemos encontrar a Asher, quizás esté en peligro-se levantó del suelo, apoyándose en la llave-Además, aquí estamos demasiado expuestas. ¿Me permitirías apoyarme en ti? Siento como si la cola pesase una tonelada- sonrió dolorosamente.