Partida Rol por web

Comandos de la libertad

Paseo por Sigil

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08/10/2014, 21:21
Director
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La ciudad no sólo era un caos arquitectónico y urbanístico, sino también geométrico, pues se dio cuenta que las cuestas que había percibido de principio, eran con frecuencia lejanas y para adoptar esa perspectiva… tenían que subir casi en vertical en algún momento; pero además ¡había ciudad en el cielo! Tal vez a 10 kilómetros, más o menos, puesta cabeza abajo. Beshaabel le explicó que la ciudad tenía forma de anillo, que la gravedad era subjetiva allí, no tenía una dirección definida sino que dependía del lugar, como si tirase hacia el centro de una bola de modo que arriba y abajo siempre dependía de dónde estuvieras.

El mismo caos se aplicaba a su población. Garv era un hombre de mundo en su tierra, había visto elfos, enanos, medianos e incluso gnomos, había vivido en sus barrios en las ciudades humanas, incluso había visto alguna vez gigantes, ogros, goblinoides y orcos. Muchos humanos no llegaban a ver a otras razas nunca, salvo que vivieran en ciudades grandes, la mayoría como mucho veía unas cuantas veces algún elfo o enano y conocía a unos cuantos medianos en su vida, vecinos y sus familiares. El había visto más de una docena de razas distintas.

Allí había una docena por cada calle que veía desde la plaza a la que llegaron. Sí, es verdad, había más humanos que de ninguna otra raza, pero los humanos no eran ni la mitad de la población, no sólo había elfos, enanos y otras razas comunes en abundancia. Centauros cabra, humanoides de rasgos afilados, muy altos y delgados, con piel amarillenta y orejas muy puntiagudas, que recordaban a las de Beshaabel como súcubo eran muy numerosos. También abundaban lo que parecían humanos con trozos de… otros seres: alas de pluma, cabello y ojos de fuego o de plata y oro, pezuñas de cabra, colas y cuernos de demonio – o diablo –, garras, piel blindada o verrugosa o de piedra o… de mil formas diferentes. Pero no se quedaba ahí, en apenas medio minuto llegó a ver: varios gigantes, un hombre lobo – o algo muy parecido -, un ángel, dos o tres demonios o diablos, una especie de mujer dragón, un par de trolls, un ser de sombra y tres esqueletos andantes, uno de ellos vestido como un rey y un buen montón de extrañas criaturas flotantes, básicamente humanoides de piel amarilla, pelo blanco y cuernos de cabra que, de vez en cuando, resultaban rodeados por símbolos en el aire, como si fueran personajes de tiras ilustradas a los que hubiera que escribir lo que decían, eran los únicos con un propósito claro en el lugar: estaban demoliendo un par de edificios, de los que los ocupantes sacaban apresuradamente sus enseres. Todos parecían ir a sus asuntos, en relativa paz, sin meterse en los asuntos de los demás. A lo largo del día vio más criaturas de las que había imaginado que pudieran existir en todo un mundo.

Habían salido del portal a un callejón lleno de ceniza, polvo de hueso y arenilla anaranjada como la que llevaba respirando casi un día. De ahí unos pasos le llevaron a una plaza, la más cochambrosa y deprimente que hubiera visto nunca. El lugar parecía una mezcla entre vertedero y poblado chabolista, aunque en lugar de madera parecía que el elemento principal de construcción era el metal. El suelo estaba embarrado y sucio, lleno de desperdicios e incluso aguas fecales, hasta cadáveres, que una figura sombría cubierta por una túnica negra deshilachada y raída, cargaba cansinamente en un carro lleno de muertos. Un humo denso y amarillento hacía que costase respirar y provocaba tantas toses como el ambiente del Abismo, aunque no tanto dolor ni quemazón. ¡Y el olor! Era peor que juntar los peores barrios de las ciudades más sucias con el peor puerto de pescadores aderezándolo todo con la fosa de purines de una granja de cerdos. La mayoría de la gente a su alrededor parecía paupérrima, miserable y enferma.

La gran humareda provenía de uno de los dos edificios que más llamaban la atención en aquel lugar. Era una inmensa mezcla de edificios, todos de metal, con fuegos ardiendo por todas partes, chimeneas infinitas vomitando un humareda que parecía cubrir todo el horizonte, la estructura distaba varios kilómetros y aún así resultaba claramente visible por encima de los edificios entre medias, como un coloso inmenso. Probablemente superaba el medio centenar de metros de altura con mucho y debía ocupar el espacio equivalente a un castillo, tal vez trescientos metros o más.

El segundo edificio llamativo estaba mucho más cerca, o eso parecía, y era mucho más espectacular, tal vez más bonito, pero de una forma tétrica y espeluznante, al paladín le provocaba cierto rechazo instintivo. Daba la sensación de ser un mausoleo colosal, un domo de piedra obsidiana de cientos de metros de diámetro y no menos de ochenta de alto con infinitas espiras góticas aún más elevadas, puentes, arquivoltas y arbotantes de la misma piedra negra cubrían todo el domo y le unían a las espiras.

Docenas de pícaros callejeros de todas las edades molestaban a cuantos viajeros pasaban por allí, ofreciéndose como guías, escoltas, porteadores o lo que gustaran mandar. Pero a ellos les dejaban relativamente tranquilos, mirándoles a unos metros, sin atreverse a acercarse, pero esperando que les llamasen o dieran sensación de no irles a hacer daño.

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08/10/2014, 21:21
Beshaabel
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Mientras trataba de sobreponerse a la sobrecarga sensorial, muy mareado y sintiéndose muy, muy pequeño, sintió la mano de Beshaabel coger la suya con más fuerza, no le había soltado desde que entraron en el portal, aunque ahora tenía su aspecto de súcubo. Le sonrió reconfortante, aunque con aquella cara no terminaba de conseguirlo del todo, puesto que le quedaba demasiado alienígena el gesto y, no podía evitarse, demasiado sensual.

-“Tranquilo, Garv, esto es difícil, lo se. La primera vez me caí de culo. Pero te acostumbras enseguida, no es tan terrible como el Abismo, aunque tiene sus propios peligros. E iremos a barrios mejores que éste.”

El paladín empezaba a centrarse, asimilando el nuevo lugar y sus peculiaridades, formulando su deseo de que ella supiera moverse por allí. En ese momento se fijó en que todavía estaba colorada de vergüenza después de que le dijera que había malinterpretado su oferta de entrar en su mente como una acusación, la chica había cambiado de tema muerta de vergüenza por acusar en balde con una disculpa musitada.

-“Muy poca gente sabe orientarse realmente aquí. Por eso buscaremos un guía. Pero no soy una sinpistas conozco cómo sobrevivir en Sigil. He vivido aquí muchos años, cuando escapé del Abismo. De momento evita los charcos de lodo, nunca se sabe cuándo pueden ser un portal al plano paraelemental del lodo y no molestes a los dabus.” – llevaba su sonrisa continuamente, y señaló a los seres flotantes que hablaban con símbolos visibles en lugar de palabras al hablar de dabas. Hizo una pausa y parecía irse a dirigir a los truhanes que les miraban recelosos y esperanzados pero pareció recordar algo y se volvió a él muy seria –“¡Ah! Se me olvidaba, sé que no se tu estilo hacerlo, pero evita hacer proselitismo de tu dios. Esta prohibido todo tipo de proselitismo religioso, los dioses tienen vedado el acceso a Sigil, y no queremos problemas con la gobernante de la ciudad, la Dama del Dolor, aquí es la única con el poder de un dios” –

Ahora sí, se dirigió a los mirones, sacando una moneda de cobre y sosteniéndola en alto:

-“A ver, ¿quién va a ser el cabeza cuero que me diga dónde está Annia Cola Roja?” – uno de los truhanes se apresuró a chillar que en la esquina de Capadores con el Parlo de venenos, Beshaabel le miró diez largos e incómodos segundos fijamente, luego debió poner un gesto aterrador, que Garv, a su espalda, no pudo ver, al contestar –“Se dice Parlour” – porque el tipo salió corriendo como alma que lleva el diablo, aunque tal vez sería más exacto decir como alma que teme que se la lleve el demonio. Volvió a mirar a los que quedaban diciendo, alzando de nuevo su moneda:

-“¿Alguien que no sea tan cateto de querer engañar a un súcubo que puede leer el pensamiento?” –

Un segundo tipo, un chavalín mediano de unos trece o catorce años, les miró inseguro y dijo, más bien en tono de pregunta: '¿Suele rondar últimamente en la Plaza de los Tramperos, junto al agujero de Pharod? ¿Allí estaba esta mañana, y seguirá si no le ha salido algún chanchullo?', sonaba tentativo, como si quisiera saber si eso era lo que la chica quería oír.

Beshaabel le miró como al otro y, finalmente, le tiró la moneda con una sonrisa que le hizo palidecer, aunque a Garv le pareció sincera. Suponía que a la mayoría de la gente que un súcubo le sonriera le daba miedo o lujuria, no miraba más allá.

Después de eso se volvió hacia él, mientras hurgaba en la mochila.

-“Bueno, primero lo primero” – había sacado las piedras-alma de los aventureros y las fue estrellando contra una piedra del suelo, el fantasma volvía a formarse, como en el Abismo, pero, con una sonrisa, perdía la mirada en el infinito y se esfumaba en la nada en cuestión de segundos; no sin antes dirigir a Garv una mirada de profunda gratitud y a Beshaabel otra a medio camino entre la desconfianza y la incredulidad, salvo el elfo que miró a ambos con agradecimiento, tal vez más a la súcubo que a él. Ella reía satisfecha, a pesar de las miradas que le dirigía gente a la que había hecho el favor de su vida, o de su muerte, en este caso – “liberados. Pasemos a tu promesa.” – y echó a andar señalando el mausoleo negro – “En el Mortuorio podrás hacerla buena, a parte de lo que tengas pensado. Les inscribiremos en el Libro de los Muertos de Dhall y sus nombres y hazañas pervivirán para siempre, a disposición de los estudiosos por toda la eternidad. La Plaza de los Traperos está muy cerca del Mortuorio. ¿Te parece bien? ¿O prefieres que vayamos a descansar?” – hizo una pausa dejandole pensar, pero ella misma la interrumpió – “Eso si, si vamos al Mortuorio, tendrás que tener mucha paciencia. Verás, aquí las cosas son diferentes, todo es muy relativo y… inestablemente equilibrado. En nuestra casa” – el paladín suponía que se refería a su mundo de origen, que cada vez echaba más de menos, como pronto descubriría – “hay cosas que están mal, incluso que ‘no existen’, en buena parte porque vosotros las extermináis, que aquí… No están prohibidas, bajo ciertas circunstancias. Creo que ya has visto algunas muestras. El Mortuorio es el hogar de los Hombres de la Ceniza, su filosofía es compleja y no viene al caso, pero el tema es que hay gente que… les vende su cadáver una vez que no les hace falta, para que ellos lo conviertan en muertos vivientes esclavos. Es así, a mi tampoco me gusta, pero es lo que hay… Y no tenemos forma de hacer nada, si les atacamos nos atacarán, son muchos y algunos muy poderosos, más que nosotros. Incluso si montamos una matanza, lo que pasará es que la Dama del Dolor nos encerrará en un laberinto durante años, tal vez décadas o siglos. Si te ayuda, piensa que no hay alma dentro de esa carne muerta, nadie sufre ni es condenado, y la han vendido voluntariamente.”

Beshaabel le dirigió en la dirección aproximada del mausoleo, con poco tino pues le tocó volver sobre sus pasos más de un vez, por aquella ciudad demencial y extraña. Protestaba por cómo desaparecían los callejones y calles, en lo que parecían excusas tontas muy poco propias de ella.

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10/10/2014, 10:18
Garv Sevatar
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Garv se centró en las palabras de su amiga para intentar que el mareo se pasase, con relativo éxito. Una vez recuperó la capacidad de moverse más o menos con cierta normalidad, aún sentía como sus pasos eran torpes y poco gráciles, asintió dándose por enterado de la información del entorno. No hacía falta incidir en la rojez de Beshaabel, no le parecía ni medio correcto por lo que lo dejó correr. -Entiendo. Descuida que no tenía intención de empezar a predicar ahora-sin embargo la ausencia de deidades le preocupaba, ¿hasta qué punto la tal Dama del Dolor era una gobernante justa? El nombre invitaba poco a la esperanza pero por lo que alcanzaba a ver había paz en la diversidad.

Y ésta no era precisamente poca, ya se habían cruzado con una cantidad respetable de seres de razas de las que ni siquiera había oído hablar. Incluso los seres infernales parecían comportarse, si bien no dudaba que tramarían algo. Tenía una cierta sospecha de cómo debían funcionar las cosas allí, a juzgar por los deshaucios, y apuntaba a que el miedo a la clase gobernante mantenía el statu quo. No podía decir que aprobase aquello pero entendía que no estaba en su mano cambiarlo; ni siquiera los celestiales con los que se habían cruzado, seres tremendamente poderosos, daban la impresión de tener a su alcance modificar la situación.

Enfrascado en esas reflexiones casi se perdió la escena de Beshaabel pidiendo indicaciones a los chicos de la calle, no podía decir que aquello no hubiera tocado fibra sensible en él. Aún recordaba, con cierto cariño nostálgico, el día que robó el bolsillo equivocado y enderezó su vida. Otra vez, perdido en el pasado... apenas oyó de refilón las preguntas de su compañera tras liberar a los aventureros -Sí, descansar estará bien, pero lo primero es lo primero-parafraseó-Vayamos al Mausoleo y podré cumplir parte de la promesa-ante la advertencia de la chica añadió con una sonrisa-prometo portarme bien y no atacar a nadie. Soy el primer interesado en que pasemos desapercibidos-sin embargo las reflexiones no se le terminaban de ir de la cabeza, por lo que las compartió con ella pues tal vez su visión y experiencia le ayudasen-Entiendo que no puedo, no podemos, alterar el extraño equilibrio que hay aquí; pero me perturba la extrañeza de estas costumbres. ¿Qué puedes decirme de la gobernante? La tal Dama del Dolor-el Inquisidor no daba puntada sin hilo y había asumido que si gobernaba mediante el miedo habría información oficial, no oficial y directamente prohibida. Prefería saber por dónde se movían y tener mejor perspectiva de la situación.

Tras su respuesta la siguió, obedientemente y totalmente desorientado al tercer giro -No deberías disculparte, esto es un auténtico laberinto-murmuró entre dientes meneando la cabeza-cualquiera diría que las propias calles cambian cuando las cruzas-sonaba casi tan estúpido como cuando lo pensó-Aunque parece que eso de ahí-señaló a lo que estimaba serían un par de bloques de distancia-es nuestra primera parada-Si bien había acertado en el edificio, había fallado por la puerta grande en la distancia, pues les llevó más de otra hora serpentear las calles cambiantes y entrecruzadas hasta su primera parada. Armándose de paciencia, inspiró profundamente, dispuesto a cumplir su primera parte de la promesa, sabiendo qué se encontraría en el interior-Allá vamos...-

Notas de juego

No sé cómo andan los destinatarios, están diferentes a otras escenas, pero parece que no causa problema.

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10/10/2014, 23:26
Beshaabel
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En el lenguaje corporal se notaba a Beshaabel frustrada con la caminata, "debería haber cogido un guía para llegar hasta la guía", la oyó murmurar, o tal vez sólo pensar. Aún así sonreía todo el tiempo, sobre todo cuando hablaba con él, parecía que incluso perderse continuamente en un entorno supuestamente conocido no hacía mella en el buen humor en que se instaló tras revelarle su gran secreto.

Cuando la preguntó por la Dama del Dolor, ella se encogió de hombros.

-“Nada de primera mano. Por suerte, nunca me he cruzado con ella. Es la gobernante de la ciudad, pero no se mete mucho en nada. Sólo castiga. Su filosofía parece ser: haced lo que os dé la gana, organizaos como queráis, pero no deis muchos problemas. No toquéis a mis dabus, que hacen mi voluntad” – al decir aquello señaló a uno de los pequeños hombrecillos amarillentos con cuernos y que hablaban haciendo aparecer símbolos en el aire que estaba limpiando un edificio de piedra cercano – “Si alguien la monta muy gorda, sobre todo con los dabus, le destierro a un semiplano en forma de laberinto y ahí se queda hasta que consiga salir, pensando en lo que ha hecho. Creo que eso la resume bastante bien.”

Miró a Garv con ojos profundos, antes de seguir:

-“Pero no te confundas. Eso no quiere decir que aquí haya anarquía, mal que les pese a muchos. Ella es la mandamás por aquí, la masca en la jerga local, pero no es quien gobierna el día a día ni dirige la ciudad realmente. Eso corresponde a las facciones. Y, en particular, a sus líderes.  Los Jefes, la Fraternidad del Orden, ellos creen que todo el universo se basa y está regido por las leyes, se encargan de crear las leyes que rigen la ciudad y del gobierno mediante una insoportable y estúpida burocracia repelente” – hizo una pausa y se mordió el labio con su afilado colmillo, dándose cuenta de que estaba dando sus opiniones como hechos en un tema espinoso dónde sus caracteres chocaban igual que congeniaban en lo relativo al bien – “bueno, tal vez tu la entiendas y te guste, pero, no se, al menos podía ser menos complicada y… enrevesada.” – con una sonrisa de disculpa siguió hablado de la organización de la ciudad:

 – “Las labores de guardia recaen en los Cabezones, el Harmonium, su filosofía es que el universo debe existir en armonía, el problema es que es *su* armonía, y si no estás con ellos estás contra ellos. Les reconocerás por sus llamativas armaduras” – su forma de plantearlo le dejó claro que a ella no le hacía ninguna gracia que le impusieran ninguna armonía. Lo cierto es que sobre el papel sonaba tan idílico como peligroso, todos viviendo en armonía…por las buenas o por las malas. Mientras pensaba en ello, Beshaabel terminó de explicarle el gobierno de Sigil:

-“Las labores de policía las llevan los Verdugos, los Eutanastas, ellos creen que la justicia es un valor universal y único, aquello que debe regir la existencia de todos. Por desgracia no son capaces de entender que la justicia no siempre es justa y menos la misma, cosas como atenuantes, fuerza mayor, bien común o mayor o conceptos como qué es justo y qué no, les trae sin cuidado. Supongo que esos te resultarán muy familiares, porque son como tu inquisición, con sus mismas ventajas y desventajas, sólo que se arrogan autoridad sobre todo el mundo y todos los asuntos. También llevan unas armadura curiosas, y unos estúpidos atrapahombres que evitan que te puedas teleportar” – se notaba que lo último de fastidiaba de un modo muy personal. Hizo una pausa para dar por concluida la explicación sobre el gobierno. A Garv le parecía que el primer nombre que decía Jefes, Cabezones, Verdugos eran motes, por la forma de pronunciarlos y la aclaración posterior.

-“Pero no todas las demás facciones están totalmente de acuerdo con ese orden, aunque sí la mayoría. Algunas no hacen más que dar problemas. En total hay quince y todo el mundo pertenece a alguna. Aunque sólo sea a los Indepes, los Independientes, que son lo que se agrupan para defenderse del resto de facciones o, si no sabe a cual pertenece, a los Sin Pistas, los Extranjeros, como tú” – le dirigió una sonrisa traviesa que le dio un aspecto de pilla que normalmente podría haber sido adorable, pero en su cara de súcubo era… inquietante – “que son los recién llegados que no saben nada de los planos y cómo funciona Sigil.”

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10/10/2014, 23:33
Director
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Entre explicaciones y vueltas atrás acabaron llegando a una plaza más amplia que cualquiera que Garv hubiera visto en su hogar. Estaba pensada para albergar el edificio de obsidiana que había visto de lejos y que ahora, a apenas un centenar de metros parecía mucho más mastodóntico e impresionante. No se podía ni imaginar cuánta gente y durante cuánto tiempo habría trabajado para construirle y aún menos para tallarle y pulirle.

Media docena de tipos con túnicas grises deshilachadas, viejas y sucias, salían por una de las puertas cargando carros de mano o con un extraño pony con un tentáculo en el pecho y un número parecido de ellos entraban con sus carros cargados de cadáveres.

Junto a una entrada había una gran cola de gente, de aspecto miserable, tal vez una docena en total, aunque eran despachados con rapidez y otros ocupaban su sitio. Traían cadáveres y Garv juraría que los vendían por unas monedas de cobre.

Por otra puerta entraba gente con ataúdes, unos simples cajas de metal en una carreta otros recargados féretros propios de un rey. Esa cola era despachada con gran rapidez, tomando algunas notas y haciéndoles pasar con breves instrucciones.

La entrada más grande daba paso a un aluvión de personas, desde miserables cómo los que habitaban lo que llevaban visto de ciudad hasta gente vestida de forma majestuosa, aunque con frecuencia extravagante o con un estilo o moda alienígena. Algunos incluso al extremo de obedecer a normas de pudor y decencia diferentes – para más o para menos. A ella se dirigieron.

El interior era inmenso, sólo el recibidor tenía el tamaño de la catedral más grande en la que él hubiera estado y unas escaleras gargantuescas descendían a sótanos ignotos que tenía pinta que serían tan grandes – o más – que el mismo edificio. No había menos gente dentro de la que daba a entender la masa que entraba y salía, se les añadía docenas de hombres y mujeres vestidos con las familiares túnicas grises de los carreteros mortuorios, pero más limpias y cuidadas, que vigilaban con serenidad, seriedad y gesto adusto el lugar.

Ellos se dirigieron rápidamente hacia un corredor, las tumbas, nichos, panteones y laúdes cubrían casi cada centímetro que no estaba dedicado al paso, aunque túneles vigilados y cerrados al público llevaban a otras zonas desconocidas. No tardaron en empezara a aparecer esqueletos y cadáveres animados, que se movían por voluntad propia haciendo tareas sencillas de mantenimiento. Nadie parecía preocupado por ellos, paseaban esquivándoles como si fueran muebles. Beshaabel tampoco.

Llegaron hasta una figura humanoide, envejecida, de puntiagudo pelo blanco y larga barba canosa. Sus orejas eran largas y afiladas como las de Beshaabel ahora, pero gruesas como correspondería a un humano de tenerlas así de grandes. Estaba sentado en una silla extraña, con un sistema de poleas ininterpretable. Una pluma flotaba en el aire a su lado, frente a él estaba el libro más grande que hubiera visto nunca, medía más de dos metros de alto y parecía tener millones de páginas que se pasaban sola a una velocidad que hacía imposible incluso verlas. Su compañera se acercó, adelantándose a una cola muy larga de gente, en su mayoría con aspecto de eruditos a cual más extraño y pintoresco de una docena de especies diferentes, e hizo una suave reverencia y, con voz respetuosa dijo:

-“Dhall, mi compañero quiere apuntar unos nombres en el Libro. Yo misma coseché sus almas. Están innegable y definitivamente muertos.” – el anciano extraño miró a Beshaabel un par de segundos, sin ninguna emoción, y asintió. Su libro pasó páginas hasta dejar una en blanco.

La chica le hizo una señal para que avanzase, mientras daba a Dhall un par de monedas de electro, y le dijera al viejo qué escribir.

Notas de juego

En principio te he puesto a ti con todos los permisos y los vips leer. No se, debería servir. ¿Tienes algún problema concreto? No te creas que estoy muy seguro del interfaz de la web, incluso después de tantos años.

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13/10/2014, 15:06
Garv Sevatar
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Aún con los avisos de su compañera Garv no pudo evitar torcer el gesto al ver los peculiares ocupantes del Mausoleo. Incluso cuando se encontraban ante el escriba el Inquisidor se tensaba involuntariamente cada vez que un no muerto pasaba cerca, presto a saltar con la espada en mano; pero la situación no escaló quedando sólo su malestar. Una vez más se obligó a recordar por qué estaban allí.

-Erudito Dhall-saludó con una inclinación de cabeza respetuosa-me gustaría que consignaseis a vuestro tomo a cuatro valientes del mundo de Aielund pertenecientes al Escudo de Inocentes.-esperó a que la pluma animada comenzase a rasguear antes de continuar-Derlem, el primer explorador de Tevintaria y líder de la expedición; Nerea del Valle del Viento, espía de la Alianza de los Defensores redimida; Drastryll, elfo danzarín de la espada y Cardoran, cruzado al servicio de Kord.-nuevamente paró unos instantes hasta que el sonido de la pluma se detuvo-pasaron por esta ciudad en busca de información para combatir el mal que asolaba su tierra pero fueron engañados para cruzar un portal al Abismo donde cayeron.-no estaba seguro de si con eso bastaría para el informe del erudito y las costumbres del lugar, pero prefería excederse antes que quedarse corto y procedió a relatar de la forma más fiel posible las hazañas que Cardoran le había contado en sus últimos instantes. Ya dejaría de escribir la pluma cuando correspondiese.

Una vez terminó, con la garganta seca, agradeció al erudito Dhall su servicio con una nueva inclinación de cabeza y, a falta de conocimiento sobre qué hacer, se giró hacia su compañera, muda durante toda la exposición -Si no falta nada, ni he ofendido a nadie en algo-y no lo decía de broma-deberíamos buscar donde alojarnos. ¿Tu contacto podrá ayudarnos con ello?-preguntó con interés. Ciertamente necesitaban descansar. Sentía como si pudiera dormir durante varios días de seguido, aunque no creía que fuera a poder disfrutar de ese lujo.

Sin objeciones abandonaron el Mausoleo, internándose de nuevo en el laberinto de calles de Sigil. A Garv no se le habían olvidado las palabras de Beshaabel: el punto de contacto estaba cerca. Varias vueltas y revueltas después no pudo evitar que otra sonrisa aflorara. Se habían perdido y les daba igual. Esa absurda sensación, después del constante peligro del Abismo acabó causando una carcajada amortiguada. Ante la mirada de reojo de su compañera se tuvo que explicar mientras seguían callejeando -El que nos esté dando igual perdernos, después de lo que hemos pasado, me parece hasta gracioso.-se encogió de hombros. En su cabeza tenía mucho más sentido-Supongo que será la tensión acumulada-se excusó.

Notas de juego

No, no hay problema, no te preocupes. Era sólo que vi que la configuración era diferente a la de las otras escenas pero nada más.

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13/10/2014, 23:04
Director
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Dhall les despidió con un ligero gesto de cabeza, casi un agradecimiento le pareció a Garv. Abandonaron el Mortuorio, y no demasiado pronto, dejar atrás un lugar con tanto contenido necromántico era un alivio.

Llegar a la Plaza de los Traperos les costó más de lo que Beshaabel había predicho, para frustración de la chica que le miró con cara muy enfadada cuando se rió la enésima vez que tuvieron que volver atrás, aunque una sonrisa contenida afloró a sus labios, ella la retuvo aunque no pudo evitar que se quedase en sus ojos.

Por algún motivo, ella cambió de aspecto justo antes de entrar por fin a la plaza, la más sucia y maloliente de todos los rincones que habían recorrido hasta entonces. Se puso un cuerpo de elfa alada, pero distinto del que solía usar, no solo por el color de pelo, sino en todos los detalles.

En la horrible plaza, justo debajo de una enorme rampa de metal que subía a varios niveles de chabolas desvencijadas, estaba la que, seguramente, sería Annia Cola Roja, era una de las humanas con rasgos extraños – tiflines, les había llamado Beshaabel, gente con algo de sangre de los planos inferiores – esa mujer en particular tenía, entre ellos, cuernecillos de cabra y largas uñas negras, pero sobre todo, una larga cola de piel roja, gruesa y prensil.

Se acercaron por su espalda, sin que se percatase y Beshaabel le dio un fuerte tirón en la cola a la vez que decía “cu-cú”. La chica, tras el respingo inicial que la hizo ponerse en posición de ataque, pareció alegrarse mucho de verla – aunque la llamaba Esperanza la de los Muchos Rostros – tras unos abrazos, risas y felicitaciones, Beshaabel le dio unas monedas y le pidió que les llevara al Salón de Fiestas Cívicas.

Annia frunció el entrecejo, con una sonrisa, y extendiendo la mano con las monedas que le había dado Beshaabel dijo:

-“¿Dos barrios por unas pocas monedas? Esperanza, creí que eras una chica generosa ¿o me estás pidiendo un favor?” –

La elfa-demonio le dio algunas más, con ceño y sonrisa, de modo que la tiflin cerró la mano, sonriendo a su vez, y se puso en marcha, haciéndoles gesto de seguirla.

-“Próxima estación: La Gran Fundición.” –

Garv no necesitaba que le dijeran que ese lugar era el edificio lejano que se veía al llegar, su cansancio estuvo a punto de vencerle, al pensar en cuánto tiempo les costó llegar al mausoleo, que parecía estar cerca… Y ahora tocaba ir hasta aquel edificio lejano, y había dicho próxima parada, dando a entender que habría más camino. Beshaabel, a pesar de tener peor aspecto que él, parecía mucho más animada, probablemente porque comenzó a charlar con su guía como un par de cotorras, todo el camino poniéndose al día de sus últimas vivencias.

Pero por suerte apenas media hora después los edificios pasaron a tener mejor aspecto, arquitectónicamente hablando, puesto que estaban más sucios si cabía que antes. Las calles a estar menos embarradas y llenas de porquería y el ambiente más cargado de humo. La gente por la calle también tenía mejor aspecto, parecía gente trabajadora, que tosía mucho y estaba un tanto amarillenta, pero tenían aspecto de estar bien alimentados y cuidados. De hecho se veían muchos talleres, almacenes y tiendas además de guardias patrullando aquí y allá. Sólo diez minutos después atravesaban una plaza frente al espectacular edificio plagado de hogueras y chimeneas, por todas partes se veían restos de lo que debían haber sido máquinas de guerra y de asedio de tamaño descomunal.

Sólo una hora después los edificios volvían a cambiar y llegaban a una zona de la ciudad perfectamente pavimentada, con edificios mucho más cuidados, ciudadanos de aspecto distinguido y una cantidad considerable de vigilancia. Aquí fue dónde Garv pudo empezar a apreciar que la ciudad podía tener su encanto, varios edificios eran auténticos palacios, apreció unas cuantas esculturas y fuentes notables, aunque sobre todo destacaba una, un caballo de tres ojos que veía a lo lejos y que, para ello, debía medir más de cincuenta metros.

No menos impresionante era el lugar al que les llevó Annia, un edificio rodeado de artistas callejeros de todo tipo. El edificio en sí era de mármol, inmenso, de forma vagamente ovalada, con algunas alas, no tenía mucha altura, tal vez veinte o veinticinco metros, aunque no parecía tener más de dos pisos, tal vez tres en algunas alas secundarias, pero se extendía por, al menos, veinte mil metros cuadrados.

Gente emperifollada y con vistosos trajes, de una docena de criterios de moda diferentes, desde los más recargados a escandalosamente atrevidos, entraba y salía del lugar, desde el que brotaba una preciosa música de cámara, que sonaba amortiguada por las paredes, pero que había reunido una nutrida multitud en un lateral a escucharla. Llamaba la atención que, aunque muchos de esa multitud tenían aspecto relativamente humilde, también había muchos muy elegantemente vestidos.

Annia se despidió de ellos allí, con un extraño apretón de manos con Beshaabel, que más parecía un código secreto que una despedida, y se marchó tarareando y contando las monedas que le habían dado.

Beshaabel le hizo una seña de acompañarla al edificio. Un portero vestido con un traje de gala les hizo parar, aunque cuando su compañera enseñó el medallón que había sacado al llegar a Sigil, les dejó pasar, con un respetuoso saludo quitándose la chistera.

Dentro la música sonaba más alta, junto a un notable guirigay procedente de una sala aledaña que debía albergar un nutrido grupo de personas conversando. Beshaabel le dirigió hacia el fondo, alejándoles del bullicio hasta lo que parecía una gran recepción con un mostrador de exquisito mármol, como el resto del edificio. Les atendió una mujer joven humana, realmente preciosa, que llevaba una vestido que parecía apropiado para una fiesta, aunque demasiado escotado para el gusto típico de su hogar.

Beshaabel le pidió dos habitaciones, la mujer puso gesto desolado, al referir que no parecía que Garv perteneciera a la facción. Pero su compañera acabó consiguiendo dos cuartos, y gratis, cuando advirtió que pretendía grabar una nueva piedra. Cuándo la preguntaron con qué, cambio de nuevo a súcubo, miró fijamente a Garv y, con una sonrisa que iluminó la sala dijo: “aceptación”

Aquello pareció valerles por una estancia con todos los gastos pagados en aquel lugar que era, de facto, un hotel de lujo. La preciosa recepcionista le dio a Beshaabel una especie de gema multifacetada de color índigo y le dijo que podía entregarla allí mismo una vez grabada, con una sonrisa de felicidad. Un botones se apresuró a dirigirles a sus dormitorios, que estaban contiguos, y a llevar sus mochilas.

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13/10/2014, 23:07
Beshaabel
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Una vez en la puerta de sus cuartos Beshaabel se giró hacia él y le dijo:

-“Bueno, aquí podremos descansar a gusto todo lo que queramos. Hay un restaurante en la azotea de éste mismo bloque, si te apetece cenar algo o para desayunar mañana. En la entrada, a la derecha hay un auditorio, hay conciertos toda la tarde y buena parte de la noche, todos los días. Más al fondo hay un teatro con actuaciones a casi todas horas, las mejores se dejan para la velada. A la izquierda hay un bar-club, donde acuden las mentes más brillantes para charlar y más hacia el fondo hay tribunas donde se dan charlas, a veces muy interesantes, suele haber carteles anunciándolas a la entrada. Con ésta piedra sensorium pagaré todo lo que quieras hacer y más. Yo estaré en esta habitación, si necesitas cualquier cosa no dudes en venir a verme. Mañana… mañana tendremos que ir a pagar cierta información necesaria para tu rescate. Pero ahora descansa, todo irá bien ahora. Estas a salvo.” – le dio las buenas noches con un beso en la mejilla que, aunque volvía a tener su aspecto habitual – lo había cambiado en algún momento subiendo las escaleras – seguía haciendo preguntarse a una parte de él por lo sensato de dejarse besar por un súcubo.

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13/10/2014, 23:07
Director
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El cuarto que le habían asignado era impresionante, una cama redonda de dos metros, adoselada y con sábanas de seda. Había una bañera de latón lo bastante grande para dos personas a la vez, tal vez tres si se apretaban, con unos mandos que parecían dar a entender que podían hacer caer de una tubería agua fría o caliente. Incluso había uno de esos escusados, de los que había visto en palacios, en lugar de orinales. Por haber, había hasta un pequeño mueble bar bien surtido y un cordel de seda, con un letrero que indicaba que servía para llamar al servicio de habitaciones.

No había estado en uno así ni siquiera cuando había sido invitado de nobles en sus palacios más ricos. Un cuarto así en su hogar, valdría al menos una moneda de oro por noche... Gastos aparte.

Notas de juego

Paro aquí por si quieres narrar algo del camino o de la llegada o prefieres hacer otra cosa antes de descansar y pasar al día siguiente, sea por cuenta o con Beshaabel, o por si quieres preguntar a Beshaabel, Annia o la recepcionsita/botones algo.

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15/10/2014, 10:10
Garv Sevatar
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Definitivamente Sigil era demasiado grande para él, que había vivido prácticamente toda su vida en ciudades. Tenía los sentidos sobrepasados, demasiada gente, demasiados lugares, demasiado que hacer. Y sin embargo no podía hacer nada. Ahora bien, sus actuaciones en según qué zonas no parecían tan necesarias; la gente parecía tener un propósito y estar conformes con él. Casi contentos podría decirse. Suponía que eran barrios de buenas personas, honradas, que se preciaban de hacer bien su tarea para con la sociedad. Por tanto, ¿qué derecho tenía él para decir o actuar? Aparte de las advertencias de su compañera, claro estaba. Pero como ejercicio mental no le venía mal tampoco; no podía caer en el error autocomplaciente de creerse con la verdad y la corrección absolutas.

Pero ni por esas pasó por alto los gestos de Beshaabel con la informante, todo el asunto de las piedras en el impresionante edificio... todo a su debido tiempo entendía. Tras despedirse, temporalmente, se dio cuenta de lo realmente cansado que estaba. Trasteó con los mandos de la bañera hasta encontrar el punto justo y mientras se llenaba se quitó, por primera vez en no sabía cuánto tiempo, la armadura. Al introducirse no pudo evitar varios respingos cuando el agua caliente alcanzaba las múltiples heridas que cubrían su cuerpo. Una vez dentro, inmerso en vapor y calor, se permitió relajarse, un poco al menos, notando cómo algunas contracturas se iban deshaciendo, como la tensión le iba abandonando y cómo de hambriento estaba. ¿Cuánto hacía que no comía nada?

Cinco minutos después, o tal vez diez, salió del agua para adecentarse. Aún notaba el cansancio en sus extremidades pero se encontraba mucho mejor, revitalizado aún con la cantidad de daño que su cuerpo portaba. Sanaría, a su debido tiempo, y ahora estaban en un lugar seguro. Aunque eso no era excusa para eliminar toda precaución. La complacencia había sido el fin de muchos pero no sería el suyo. Limpió las piezas de la armadura en la medida de lo posible, torciendo el gesto ante el daño que había acumulado. Iba a necesitar un buen herrero pues parte de los daños escapaban a sus limitadas habilidades de mantenimiento. 

Una vez hecho se la volvió a poner y salió del cuarto, llamando a la puerta del de su compañera. Mientras esperaba observó cómo algunos miembros de lo que suponía sería el servicio del lugar iban y venían; cada uno único a su manera. Definitivamente Sigil era un lugar peculiar, no le extrañaba que Beshaabel se encontrase cómoda allí. Cuando preguntó por su identidad respondió-Soy yo, Garv.-hizo una pausa-¿Tú te acuerdas la última vez que comimos? Porque yo no-no dejaba de sorprenderle la rapidez con la que las experiencias pasadas parecía deslizarse-Había pensado que tal vez querrías venir arriba, al comedor, a cenar y charlar-no, no se deslizaban. En realidad estaban allí, justo en el borde de su consciencia, aguardando volver, pero las comodidades las mantenían a ralla. Bajó un poco la voz, seguro que ella le oiría-Hay algunas preguntas que querría hacerte, ¿sería el salón un lugar seguro para ellas?-Cierto era que no eran de vital importancia y seguramente los hospedados allí sabrían las respuestas igualmente, pero la precaución le era demasiado natural para obviarla incluso en esa situación.

Le pareció oír algo así como "Un momento" y sorprendentemente se cumplió. Por lo que él sabía esa expresión solía aplicarse a un tiempo más largo, pero no para su compañera. Tampoco debería extrañarle, pues con sus cambios de forma a voluntad eso era literalmente el tiempo que necesitaba. No pudo evitar una sonrisa, estaba radiante, seguramente también hubiera hecho uso del mobiliario del cuarto. Dejó que le guiara del brazo hasta el salón, dedujo que con cierta discreción sería un lugar aceptablemente seguro, disfrutando del recorrido. El lujo del lugar rozaba lo obsceno y se vio considerando los costes de una estructura semejante, hasta que se perdió en las cifras.

El salón comedor no se quedaba corto, música suave que no veía de dónde se originaba, camareros uniformados con la librea del local y grandes candelabros colgantes, suspendidos en el aire por medios mágicos. Todo parecía como sacado de un sueño y sólo una risita de su compañera le hizo darse cuenta que tenía la boca abierta-No estoy acostumbrado a esto, definitivamente se me escapa-admitió encogiéndose de hombros mientras les asignaban una mesa. Dejó que fuera ella quien aconsejase respecto a qué pedir, la mitad de los platos ni siquiera los entendía; sí, podía leerlos pero no conocía apenas nada de los ingredientes.

En lo que les traían algo para beber se obligó a centrarse un poco y centrar la conversación, la curiosidad le estaba quemando-No sé si me excedo al preguntar, si no puedes responder no lo hagas, pero ¿qué era todo el jaleo ese de las piedras?-sospechaba que tendría que ver con las facciones, igual que el lugar en el que se encontraban pero, obviamente no estaba seguro, sólo era una conjetura-La...aceptación, la piedra morada, la reticencia inicial a que entrase aquí por parte de la chica de la entrada. Algo se me escapa-se encogió de hombros otra vez, no le importaba reconocer su desconocimiento de la situación pues era lo que le permitía aprender-Y puesto que mañana tendremos que saldar una deuda, no estaría de más tener una idea de cómo podría ayudarte-no hacerlo estaba fuera de cuestión.

En ese momento llegó la bebida y tras brindar, como era costumbre, continuó-Gracias Esperanza-su sonrisa se amplió, no era la primera vez que oía ese nombre refiriéndose a Beshaabel- la verdad es que no esperaba nada como esto-abarcó con la mirada el lugar-Sigil es una caja de sorpresas-con la mirada clavada en ella dejó claro que no era la única a la que se refería. A pesar del tiempo que habían compartido siempre conseguía sorprenderle. Suponía que a lo largo de los siglos ese era el tipo de conocimiento que se acababa adquiriendo

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15/10/2014, 16:30
Beshaabel
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Beshaabel – que se había agenciado, a saber de donde, con un vestido acorde al lugar, probablemente valorado en varias monedas de oro y destacaba su curvilínea figura – le había acompañado risueña todo el camino, tenía moratones y heridas recién lavadas aún más numerosas que él y también tenía pinta de cansada, pero en su ánimo no se notaba ni un ápice.

A cesión suya, ella había pedido varios platos, ninguno de los cuales Garv tenía muy claro qué eran o llevaban, advirtiéndole que él no debía probar de la degustación de “Selecto de lomo de nic’epona con reducción de leche de catoblepas y arsénico” lo que le llevó a suponer que lo “al arsénico” no era una forma de hablar o jerga local, sino algo literal.

Garv empezó sus preguntas, mientras esperaba que le trajeran lo que quiera que fuera “Agua destilada de Bytopía”, que resultó ser simple agua, un poco decepcionante en primer momento… hasta que la probó, nunca había tomado un agua tan fresca, sabrosa y refrescante, podía sentir su mismo espíritu elevarse al probarla. Resultaba más gratificante que los mejores licores que hubiera probado.

-“Auténtica agua del paraíso” – dijo contemplando su reacción con interés, con una sonrisa torcida, pícara – “ventajas de estar en la Ciudad de las Puertas, con portales a todos los lugares del universo, incluso al paraíso. Aunque incluso aquí es un lujo.” – degustando la suya también con obvio placer en el rostro aunque, seguramente, más comedido que el suyo, obviamente estaba acostumbrada.

Acto seguido pasó a responder:

-“Nunca te excedes al preguntar. No sólo estoy encantada de transmitir mis conocimientos, si no que contigo no me quedan secretos. Puede que haya cosas que no sepas, pero secretos.” – hizo una pausa para sacar la piedra violácea para que pudiera examinarla si quería – “Son piedras sensorium. Permiten grabar experiencias vitales de forma perfecta, de modo que todo el que la toque y sepa cómo hacer pueda revivirla exactamente igual que quien la vivió originalmente, como si fuera él” – hizo una pausa y sonrió viendo su gesto de sorpresa y extrañeza.

-“Ya te hablé antes de las Facciones, de los Jefes, los Cabezones y los Verdugos. Otros pertenecemos a los Sensibles, la Sociedad de los Sentidos” – no se le pasó el detalle de que usaba la primera persona – “Creemos que el universo existe a través de la experiencia, que la experiencia es lo que hace reales las cosas y la principal fuerza de creación. Para nosotros compartir experiencias es una forma de contribuir a construir y las compartimos y atesoramos para siempre, mediante esas piedras, que están disponibles para cualquier Sensible que pague su precio y es, junto a las entradas y precios de los servicios lo que mantiene ese local y nuestra infraestructura como Facción.” – hizo una pausa – “Por supuesto hay experiencias muy comunes - aunque no necesariamente simples o poco valiosas - que son casi gratuitas y no se ‘compran’ nuevas: cualquiera puede dar un enamoramiento, hambre, lujuria o el olor de una rosa. Otras son relativamente valiosas y, tal vez, te las cojan, no hay tanta gente que haya sentido que le drenan el alma, visto en persona a su dios, o lanzado un conjuro de deseo y esté dispuesto a compartir su experiencia con los demás, además de que una experiencia cualquiera tiene tantos matices que pueden ser útiles unas cuantas decenas – o cientos – de ellas parecidas para apreciarlas completamente. Pero otras no existen, son nuevas, al menos en parte siendo extremadamente preciadas. ¿Te imaginas dónde queda en esa está clasificación que, siendo un súcubo, un paladín te acepte como eres y te ofrezca su amistad? Lo que sentí en ese momento es, para mi – para nosotros – un tesoro. Por eso me puse tan sensible y emocionada en su momento, es algo increíble y una experiencia vital invaluable que compartiré con los demás a través de ésta piedra, el tipo de vivencia que da sentido a mi existencia.” – hizo una pausa – “Y para la facción también lo es: un tesoro sin precio, a parte de una buena fuente de financiación, los Sensibles más devotos y los más ricos pagarán mucho por compartir mis sensaciones y emociones. Y eso es lo que nos ha pagado la estancia aquí a nosotros.” – le sonrió con mirada cándida y torció un poco la boca – “Esto no es un hotel. Es la sede de nuestra Facción, aquí sólo pueden entrar los Sensibles: salvo a actos determinados, ni el dinero puede comprar el acceso y la mayoría de los servicios, incluido el alojamiento es caro. Yo tengo membresía especial, por mis contribuciones a la biblioteca de sensoriums, como súcubo renegada tengo muchas experiencias vitales únicas. Ese estatus incluye alojamiento – aunque mucho más modesto que el que tenemos ahora – pero a ti no te iban a dejar entrar por las buenas. Supuse que no te haría gracia compartir cuarto, que era la otra opción que tenía, que te considerasen mi acompañante. Además de que no había necesidad, porque compartir la experiencia vital con quienes no tienen la posibilidad de experimentarla es, para mi, una obligación moral, una creencia de fe, si así lo ves más claro, de modo que ¿por qué no sacar algo a cambio? Nos merecemos un buen descanso y unos mimos, si los tenemos a cambio de algo que iba a dar gratis ¿por qué no aprovecharlos?”

Cuando la llamó Esperanza ella se rió más fuerte, no era una sonrisa, sino una risa feliz. Le miró y supo, por su media sonrisa, que era consciente de que su referencia a Sigil era más amplia de lo que las palabras contenían. Entre medias habían podido empezar a degustar las viandas, de sabores, aspecto y texturas extremos, desconocidos para él, algunos le gustaron más, otros menos, pero desde luego todos era bastante sabrosos y ninguno parecido a nada que hubiera probado antes.

-“Esperanza es como me llamaba mi primer amigo de verdad. El que me convenció de que no tenía que ser un monstruo si no quería y que en mi interior había algo que valía pena. Supongo que porque para él representaba ese concepto, entonces yo no lo entendía. No hay una palabra en abisal para la esperanza, no existe en nuestro lenguaje. Beshaabel es lo más parecido y es, más bien, una fijación obsesiva y compulsiva con algo.” – tenía una sonrisa soñadora y melancólica, pero sacudió la cabeza, apartando recuerdos para seguir – “Y, sí, Sigil es impresionante, el centro del universo, literalmente. Yo viví aquí muchos, muchos años, al principio de mi libertad. Trabajaba y estudiaba a la vez en un local muy cercano, a menos de cincuenta metros de aquí, aunque ya está cerrado.” - concluyó a modo de explicación de por qué ella sabía tanto de aquel lugar.

Su rostro se ensombreció notablemente cuando tuvo que redirigir la conversación al tema anterior, el pago de las deudas. Bajó la mirada, nerviosa y esquiva, tal vez avergonzada. Era un detalle que mostrara sus sentimientos así, probablemente una prueba de confianza y amistad, porque Garv sabía que incluso sus casi sobrenaturales dotes para sentir las emociones de los demás y calar sus intenciones se ponían duramente a prueba cuando las desafiaba ella – o Xera o Venpaulo, para el caso –

-“Si. Eso. Claro. No pensaba hablar de ello hasta mañana. No había necesidad hasta que no llegara el momento de afrontarlo. En realidad sí voy a necesitar tu ayuda. Me temo que, presa de la desesperación, tuve que adaptarme y comprometerme en tu nombre. Sí necesitaré algo de ti, como te digo. Sangre, para ser más exactos. Medio litro, mezclado con otro medio de la mía. Es el precio que tendremos que pagar a Lothar, el Amo de los Huesos, el sabio más grimoso, aterrador y valioso del universo. Si alguien sabe algo, es él y si el no lo sabe, tal vez nadie lo sepa, incluso los dioses. Hay quien dice que él es uno, desde luego poder tiene más que ningún mortal que yo conozca. Y sólo el sabía dónde había un portal a Faerie conectado por sentimientos y cómo abrirle.” – había musitado tan bajo que a Garv le costó oírla, siempre con la mirada agachada, hasta ese momento, había perdido la sonrisa y tenía – casi – la misma cara que cuando le confesó que era un demonio.

-“Contarle para qué necesitaba el portal y medio litro de nuestras sangres mezcladas fueron el precio. Sin contar el ver cómo le sacaba las respuestas interrogando a un cráneo de sátiro que tenía en sus estantes, que tampoco fue agradable.” – se estaba mordiendo el labio cada vez que paraba a buscar palabras – “No sé qué hará con nuestras sangres mezcladas, algo amoral, seguramente, porque la moral no es algo que él valore en lo más mínimo. Confío en que no algo terrible, aunque no me engaño sé que nada bueno. Probablemente lo guarde para comerciar con ello por conocimientos secretos, es a lo que se dedica, tal vez con los inevitables. Supongo que alguien lo usará para crear un objeto mágico que proteja o mate especialmente bien tanto a los malvados como a los buenos. Una espada exterminadora de ángeles, eladrines, demonios, diablos y todo tipo de paladines y guardias negros a la vez o un anillo de protección contra el mal y el bien, o algo así. Es para lo que lo usaría yo, pero se nada o menos de alquimia.” – estaba muy triste y afectada, apartaba la mirada a cada segundo, aunque se esforzaba por mirarle a los ojos al hablar – “Lo siento. Pero era necesario. A Lothar no se la podemos jugar” – en ese momento sus ojos se abrieron mucho, como si hubiera tenido una idea, y una sonrisa triste asomó a sus labios de nuevo – “Aunque si te resulta inaceptable la petición y no puedes ayudarme, tengo una idea, te llevaré al portal de vuelta, por seguridad, y luego yo iré a renegociar. Tengo algo que seguro que prefiere.” – hubo en su mirada una sombra que no supo leer con claridad, obviamente había vuelto a poner el telón por encima de sus sentimientos y eso no era una buena señal. En cualquier caso, obviamente ahora estaba más animada.

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17/10/2014, 11:24
Garv Sevatar
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Una vez más la chica demostró ser un auténtico torrente de información que él se tenía que esforzar por asimilar tratando de no perderse en todo ello. Todos los aspectos cotidiano de su facción en Sigil le parecían fascinantes, incluso sin compartir los principios de la organización entendía el valor de lo que empleaban. Cuando Beshaabel, a regañadientes, le informó de las condiciones él se mantuvo en silencio con el ceño fruncido. En parte era arrepentimiento por haber sacado el tema y ensombrecido la velada pero sobre todo por concentración; entendía la problemática y los riesgos que había corrido para salvarle.

Era un cargo de conciencia para él, sí, pero no podía tolerar que fuera ella quien se sintiera mal y se lo hizo saber -No.-la voz firme pero cercana-no habrá que cambiar nada, diste tu palabra y eso es sagrado. No pienso permitir que corras ese riesgo con un elemento como el que has descrito sola. Estamos en esto juntos.-además había algo más que realmente le escamaba-me fío de tu criterio; tus sospechas es muy probable que sean ciertas.-suspiró, esa charla la había tenido mucho tiempo atrás con su maestro estando él en el otro lado-pero no podemos actuar antes de que ocurra, no podemos pasar a ser... custodios del pensamiento. Intentar evitar el mal antes de que ocurra es loable pero se comienza a acercar peligrosamente a los métodos del Flagelo y la tiranía.-la situación también le trajo a la memoria un adagio que hubo de estudiar durante su formación-Qui custodes ipsus custodes, quién vigila a los vigilantes. Nosotros mismos; debemos estar siempre atentos a no caer en las garras de aquello a lo que combatimos.-

A pesar de intentarlo no podía sacarse el recuerdo de la cabeza, por lo que eligió compartirlo con ella-Es curioso, esta misma charla la tuve con mi maestro, el Inquisidor Sevatar original-siempre que lo mencionaba no podía evitar una media sonrisa torcida-pero estando yo donde estás tú, planteando la cuestión.-suspiró sabiendo que no había respuesta buena-Lo hacemos lo mejor que podemos, luchamos contra el mal allá donde se halle. No es una misión sencilla, pero sabemos que es lo correcto. No debemos emplear las armas de nuestros enemigos pues nos volveríamos como ellos: si para la derrota definitiva de las fuerzas oscuras hemos de recurrir a sus métodos sustituiríamos unos tiranos por otros. Él solía zanjar esta discusión con un dicho de nuestra tierra, el camino al Infierno está pavimentado de buenas intenciones-especialmente a raíz de sus propias experiencias no pudo evitar encogerse de hombros-ahora sé que no es literal, pero sigue transmitiendo la idea.-

Apoyó una mano, esperanzadora, en el antebrazo de su compañera-No desfallezcas ni temas. Hiciste lo que creíste correcto y eso realmente cuenta, no deberías mortificarte por ello. Honraremos tu pacto y si Lothar lo emplea para algo realmente maligno y acaba causando problemas caeremos sobre él para deshacer el mal porque eso es lo correcto.-no sabía explicarse mejor pero contaba con que ella le hubiera entendido, otra cosa sería que hiciera caso de su consejo, pero ahí no podía hacer nada.

-De todos modos-cambió de tema radicalmente-espero que te queden más piedras.-aunque volvía a mostrar el semblante serio tenía el ánimo alto-Aún no hemos acabado, no es sólo aceptación, es mucho más pues valoro tu amistad, tus consejos y tu compañía-se detuvo ahí, no muy seguro de qué más decir. En realidad no seguro de querer continuar por ahí. Era un camino que no transitaría, tenía un deber que se anteponía a todo lo demás, incluso a él mismo-y lo mismo hace falta cuando Lothar se encuentre con lo que espere. No creo que contase con ello. Seguro que la sorpresa de alguien como él es algo poco habitual-Garv estaba convencido que saldrían airosos de todo aquello. No sería un trago agradable, pero como él mismo había dicho, tenían un contrato que honrar lo mejor que pudieran y atenerse a las consecuencias.

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19/10/2014, 22:37
Beshaabel
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Beshaabel esbozó una sonrisa triste, aunque tranquila cuando le dijo que satisfarían la deuda con Lothar. Luego escuchó con atención y en silencio sus impresiones y pensamientos, sin interrumpir pero con mucha expresividad en el rostro, sobre todo meditabunda, aunque asentía a diversas partes y fruncía ligeramente el ceño, con una sonrisa de desagravio a otras. Cuando terminó le dijo, más o menos, lo mismo que él pensaba que corría por su cabeza:

-“Veo que lo tienes muy meditado, tus argumentos son muy firmes. Yo suelo actuar más por instinto, confiando en no equivocarme y arreglando los problemas actuales. Y si causo más problemas, los arreglo lo mejor que puedo. Para mi las promesas no son importantes, la amistad y el hacer el bien si. No dejaría a un amigo en la estacada por una promesa poco pensada. Aunque ésta daría demasiados problemas no cumplirla.”

El cambio de tema radical debió pillarla ligeramente por sorpresa porque de principio pareció caer sólo en lo de la piedra y quedarse en la superficie de las palabras. Aunque desde luego esbozó de nuevo su sonrisa tierna, con la mirada cándida llena de cariño y aprecio, respondiendo a su contacto físico con un apretón más íntimo en la mano del paladín, acariciándola a su vez, para contestar:

-“No tengo piedras sensorium, son muy valiosas. Te las dan aquí cuando tienes algo que valga la pena grabar. Pero te agradezco las palabras, yo también creo que eres el mejor amigo que he tenido en siglos y...” – entonces debió ser cuando ella se dio cuenta de lo que había detrás de las palabras, y más aún de los silencios y el peligroso paso que suponía el que ella hubiera avanzado más el contacto físico de sus manos cuando hablaban con esas palabras. Ella también era muy buena captando matices en los demás y en lo que se callaban. Su sonrisa se tornó nerviosa, aunque seguía siendo franca, notó que se tensaban sus manos, aunque insegura de romper el contacto y que se malentendiera el gesto, apartó la mirada con un ligero sonrojo y pareció aliviada cuando Garv optó por seguir la conversación dejando pasar el momento.

El paladín pudo leer en ella sentimientos encontrados y señales confusas, aunque tenía muy claro que le apreciaba mucho y que se sentía muy cercana a él, parecía tener los mismos recelos que él ante la posibilidad de que su relación se hiciera más física o más personal, pero el motivo no le quedaba tan claro. ¿Sería por respeto a las obligaciones del paladín? ¿La diferencia de esperanzas de vida? ¿La – quizás ahora no tan extraña –aversión al sexo que tenía la chica? ¿Las diferencias filosóficas que, aunque bien llevadas por ambos desde el respeto, tenían? ¿O sería otra cosa? Eso no consiguió averiguarlo mirando sus reacciones.

Sonriendo nerviosa, soltó su mano justo antes de que pudiera ser ni incómodo ni significativo, según puntos de vista, seguirle agarrando y a la vez sin que pareciera que había rehuido el contacto, pero contenta de hablar de temas menos íntimos que los sentimientos, aunque por una vez parecía no tener palabras o no querer ponerlas voz.

Para ese momento estaban ya terminando los postres, basados en deliciosas frutas tan exóticas que Garv no había oído ni sus nombres, y se pudieron retirar. Pasado el instante de inseguridad, Beshaabel volvía a comportarse con naturalidad, agarrándose con coquetería pero de forma recatada a su brazo para bajar de nuevo. En cualquier caso el paladín pudo apreciar las miradas de envidia de otros hombres en el restaurante. Se despidieron en la puerta de sus dormitorios, en el caso de ella con un abrazo más fuerte de lo habitual y un par de besos más sonoros de lo usual.

-“Hasta mañana, fuente de experiencias extraordinarias.” – se despidió con una amplia sonrisa entre agradecida y bromista, pero toda sinceridad.

 

Notas de juego

Si he entendido bien, das por concluida la velada con esa conversación, vamos que no tienes más preguntas ni otros intereses hasta la reunión con Lothar. Si no es así dímelo y corto el resto para jugar ésta parte más despacio.
 

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19/10/2014, 22:38
Director
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El día siguiente amaneció, aunque no había un sol como tal sino una luminosidad que parecía venir del centro del toroide que era la ciudad, tarde para ellos. Machacados por un montón de heridas menores, agotados tras una larga marcha por el infierno y mimados por un colchón de plumas y sábanas de seda ninguno de los dos fue capaz de levantarse pronto, Beshaabel salió de su cuarto, provocando respingos de todos los que pasaban por allí, teleportándose unos segundos después de que él saliera del suyo, sin que hubiera llegado siquiera a llamar.

El desayuno con que les agasajaron habría sido considerado un banquete opíparo en casi cualquier otro restaurante, y provocó que salieran ya cerca del medio día del Salón de Fiestas Cívicas, entre respetuosos saludos de los trabajadores. Desandaron el camino del día anterior, en un agradable paseo por el bello barrio, entre casas llamativas y coquetas y tiendas agradables. Su compañera se quedó mirando, pensativa y con sonrisa soñadora uno de esos edificios, particularmente elegante y bien decorado, pero abandonado desde hacía mucho tiempo. Su letrero, en el extraño alfabeto local no le resultaba legible ¿algo de mente tal vez o podía ser venta de carne y algo de deseo o de ansia?

Con un poco de decepción, pero siempre con su estoica determinación, comprobó que se dirigían al sucio y lleno de humo barrio inferior, pero antes de llegar a la gran fundición, giraron a la izquierda; justo entre medias de una torre de asedio de cincuenta metros en ruinas, plagada de diablos gargoloides, y un montón de hierros oxidados que pudieron haber sido un carro para un centenar de soldados, desde el que les vigilaban más de una docena de ratas cuyo cráneo estaba abierto dejando ver un cerebro demasiado grande para su cabeza, pulsante y rosado, sus ojillos rojos eran aterradoramente inteligentes.

Beshaabel le cogió de la mano para apremiarle a dejar atrás a las ratas, con mirada desconfiada, y enfilar hacia una casa hecha de hueso. O más bien de huesos, de todos los tamaños y criaturas. Venciendo su repulsión natural, entraron en el edificio, parecía ser una sola estancia tanto las paredes como la sala estaban repletas de estanterías y todas ellas llenas de cráneos, apilados cuidadosamente, de toda especie conocida y muchas más desconocidas, algunos tan pequeños que sólo podía pertenecer a un pixi o grilio, otros más grandes que los de un dragón rojo venerable. Garv no podía evitar la sensación de que sus cuencas vacías le observaban, y pronto supo porqué: ¡efectivamente seguían sus movimientos girando lo que su naturaleza les permitía!

Esperaron unos minutos hasta que apareció el anciano más envejecido que hubiera visto nunca, de piel apergaminada, brillantes ojos de luz blanca, sin un pelo en la cabeza, vestido con terciopelo rojo en forma de túnica y cinturón de brocado de oro se apoyaba en un enorme cayado, de más de dos metros, rematado en media docena de cráneos humanoides cuyas cuencas vacías relucían con fantasmagóricas luces índigo, púrpura y esmeralda.

Generaba un áura invisible pero claramente perceptible de vaga amenaza, el paladín podía sentir, casi físicamente, una maldad tibia, de propósito indefinido, el tipo de mal que anidaba en tanta y tanta gente egoísta e individualista y que solía ser irritantemente aceptable para el conjunto de la sociedad. Era la primera vez que el paladín notaba eso en alguien sin hacer el esfuerzo consciente de mirar su alma, el poder de ese ser de maldad suave debía ser inimaginable*.

Su voz, que parecía sonar en la cabeza o, tal vez, por todas partes, era cascada, vieja, como si fuera quebradiza, aunque tal término nunca se le hubiera ocurrido aplicarlo a una voz. Y aún así, segura, engreída y con tono dominante.

-“Ah, mi pequeña súcubo pervertida.” – se rió de su propio chiste, aunque a ellos no pareciera hacerles mucha gracia – “Y supongo que éste es tu amigo el paladín perdido, supongo que sí has conseguido encontrarlo. Que bonito espectáculo, es precioso mirar vuestras áuras entrelazarse con esos colores tan discordantes.”

Pareció interesado en charlar un rato, tal vez en negociar un precio por el cráneo de Beshaabel o de Garv cuando ya no les hiciera falta. Pero su compañera no parecía tener ni el más mínimo interés en ello, exigiendo pagar el precio convenido para marcharos cuanto antes.

El anciano no pareció ofendido, aunque sacó, aparentemente de la nada, una redoma de buen tamaño y dijo llenadla los dos al mismo ritmo. Y les ofreció su propia uña, afilada como un cuchillo, para abrirse una herida con la que sangrar el tributo.

Una vez satisfecho el pago, abandonaron rápidamente el lugar. Beshaabel dijo que irían de inmediato al portal de vuelta a casa. Sin embargo, apenas llevaban unos cientos de metros caminado cuando notaron que una figura embozada les seguía, cuando la encararon para interrogarla, un ligero hedor a carroña y podredumbre les puso en guardia, por lo que resultó especialmente extraño que les hablara de ésta forma:

-“Tú tienes que ser Esperanza, la de muchas caras, Annia Cola Roja dijo que eres una aventurera de mente abierta, dispuesta a dar una oportunidad a los demás sin dejarte llevar por prejuicios. Si es así, mis líderes te ruegan que nos ayudes, por favor, las Naciones Muertas están sufriendo y necesitamos la ayuda de aventureros dispuestos, Hargrim el Sombrío” – el tipo dejó ver su rostro, esquelético. Literalmente. El que les hablaba era un esqueleto andante.

 

Notas de juego

* En términos de juego su áura es más que abrumadora (más de nivel 20) y tiene alineamiento malvado, aunque no subtipo malvado.

Por lo demás paramos aquí, creo que ya no es muy prudente asumir decisiones por tu parte. He avanzado bastante suponiendo que todo esto te va bien; pero si quieres que, en algún punto retomemos la trama más relajada porque he asumido cosas que prefieres jugar de otra manera, dímelo y cortamos el turno en ese sitio para jugarlo más relajado.

Garv: 80/99

Beshaabel: 58/71

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22/10/2014, 15:48
Garv Sevatar
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Garv se dejó llevar por las calles de Sigil y aún estaba interiorizando la mirada de inteligencia de aquella manada de ratas cuando llegaron a su objetivo. Instintivamente echó mano a la empuñadura de su arma y tuvo que recordarse qué habían ido a hacer allía -No exagerabas-murmuró a su compañera antes de entrar al horrible lugar. El interior tampoco se quedaba corto en cuanto a repulsión generada. Por algún motivo las calaveras que seguían sus pasos le perturbaron profundamente. ¿Eran no muertos o un conjuro realizado sobre calaveras inanimadas? Eliminó aquello de su cabeza a tiempo para observar la aparición del peculiar individuo.

Tampoco pudo impedir torcer el gesto ante su aura, sorprendido por ser capaz de captarla a pesar de no estar buscando activamente el mal. Aquello sólo podía significar una cosa, Beshaabel no exageraba respecto al poder que poseía. A pesar de ello resopló ante su intento de chanza. Menos gracia le hizo aún los intentos de negociación absurdos -Vayamos a ello-dijo entre dientes, deseoso de acabar cuanto antes con aquello y que ella quedase libre de ataduras. Tras eso sólo tendrían que volver a casa.

Se negó en redondo a que fuera la uña del brujo quien hiciera el corte, desenvainando una cuarta su arma para hacerse él mismo el corte. No era cuestión de paranoia sino de higiene, a saber qué podría pegarle con aquello. Sin embargo dejó que la chica hiciera lo que creyera correcto. Por fin pudieron salir de allí, el trato satisfecho, y Garv sintiendo que necesitaba una ducha para quitarse la horrible sensación del ambiente del estudio. 

Pero a veces el Destino es caprichoso y detectaron que estaban siendo seguidos, mas cuando se detuvieron a interpelar al perseguidor éste resultó ser un muerto viviente que entregó un mensaje. Definitivamente aquello no se lo esperaba el paladín que con gesto incrédulo preguntó a su compañera -¿Esto es normal?-por lo que sabía de Sigil bien podría serlo-¿Podría llevar él la respuesta?-y en ese momento se percató del nombre con el que se había referido a ella-Si ese tal Hargrim necesita ayuda lo menos que podemos hacer es intentar ayudar, máxime si es conocido tuyo-llevaba varios meses alejado del hogar, una desviación para tratar de hacer una buena obra no haría daño. Tal vez incluso le ayudaría a encontrarse mejor tras la escalofriante experiencia anterior.

-Llévanos ante él-demandó al ser, sin saber si aquello funcionaría. La verdad era que tampoco podía hacer mucho más. No le agradaba el uso de la muerte del lugar, pero se había comprometido a comportarse de acuerdo a las normas locales para evitar males mayores. Justo entonces se dio cuenta; las naciones muertas, aventureros de mente abierta...iban a tratar con no muertos. Con conciencia si lo que suponía era cierto. ¿Podría ser que incluso más allá del velo hubiera quienes luchaban por hacer el mundo un lugar mejor? Desde luego que, como poco, iba a averiguarlo.

Notas de juego

Maldito síndrome de la ardilla...

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22/10/2014, 21:45
Beshaabel
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Beshaabel miraba con desconfianza al desconocido manteniéndose al lado del paladín, cediéndole la iniciativa de la conversación, como solía hacer a menudo, pero tensa y lista para saltar al cuello del desconocido. Por la expresión de su rostro Garv supo que trataba de mirar en sus pensamientos y que no lo consiguió. Cuando la preguntó si aquello era nomal, se encogió de hombros, dando a entender que cualquier cosa era normal en Sigil.

-“No conozco al tal Hargrim. Supongo que Annia le habrá dado referencias, o más probablemente se las habrá vendido. Aunque sí he oído hablar de él, sólo que es uno de los dirigentes de esas Naciones Muertas, una especie de barrio subterráneo habitado por muertos vivientes.” – miró con suspicacia al esqueleto – “Nunca he estado allí, pero supongo que no perdemos nada por escuchar, entiendo que querrás ayudar. Si intentan algo raro…” – de repente blandió sus delicadas uñas, dando un zarpazo en una piedra que quedó marcada como si fueran de metal, ¡provocando un respingo en el esqueleto, que tembló visiblemente intimidado! 

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22/10/2014, 21:46
Director
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 El esqueleto, que en un primer momento se había dirigido a Beshaabel, miró un tanto sorprendido a Garv cuando fue quien habló, pero escuchó atentamente, tras recuperarse del susto que la súcubo le había dado, se aproximó más al inquisidor.

-“Disculpe, mis informaciones parecían estar confundidas, siento haberme dirigido a ella, no sabía que era usted con quien debía hablar. Lamento no conocer su nombre, nuestros datos eran… confusos y, aparentemente, incorrectos. Yo soy Ablot, les llevaré ante Hargrim, y les agradezco personalmente que se interesen por nuestros problemas. Personalmente estoy muy asustado con las desapariciones.” –

El esqueleto les llevó hasta un edificio cercano, apenas un par de cientos de metros serpenteando por los callejones del barrio inferior, entre herrerías, tabernas sucias y un par de burdeles que parecían tener una notable variedad racial en oferta.

El edificio tenía un sótano por el que accedieron a una complicada red de túneles, aunque el esqueleto encendió un candil de aceite, Beshaabel le pasó a Garv su piedra de luz, “prefiero que tengas tu propia fuente de iluminación” escuchó en su cabeza, la chica seguía mirando suspicaz al esqueleto.

Este cotorreaba todo el tiempo acerca de trivialidades, citando con frecuencia a desconocidos autores, probablemente muertos hacía mucho. Pero si le preguntaban por si misión siempre remitía a Hargrim, aunque sí les adelantó que estaban desapareciendo algunos de sus compatriotas y que esperaba que él les hubiera llamado para pedirles que lo investigaran.

Aunque el no muerto no hizo nada que fuera un problema sí les llevó durante más de un cuarto de hora por túneles laberínticos excavados sobre una base de cuevas naturales. Tras el largo e inquietante paseo, los túneles empezaron a estar flanqueados por cuevas de diversas formas y tamaño con cierta cantidad de mobiliario e, incluso, iluminación. En ellas, y en los túneles aledaños, había una población dispersa de esqueletos, cadáveres putrefactos en diversos estados de descomposición pero animados y móviles y criaturas de afilados dientes y garras de piel pálida y estirada sobre los huesos hasta parecer cadavéricas. Estas últimas les dirigían miradas hambrientas. Todos estaban dedicados a tareas, unos a la lectura, otros a fabricar muebles, algunos escribían y les había que charlaban en grupos pequeños, casi siempre con los de su mismo tipo.

 

Ablot les llevó por aquellas residencias hasta una cueva especialmente amplia que no necesitaron mucho para reconocer como una iglesia, varias bancadas estaban alineadas, con algunos esqueletos y zombis rezando en ellas, y en el fondo había un altar con una escultura que representaba una fuente fluyendo sobre una calavera. Detrás del altar había una estantería con numerosos libros.

Frente al altar había una figura en una amplia túnica, con estola y mitra sacerdotal, pero que era, claramente un esqueleto. Sostenía un bastón retorcido y de su cuello colgaba un medallón que era una réplica de la estatua. Sus ojos, brillantemente rojos, eran mucho más intensos y evidentes que los de Ablot. Y fue hacia ese individuo que éste les dirigió.

El esqueleto se les quedó mirando fijamente, Garv reconoció su mirada y supuso que Beshaabel también lo haría: les estaba mirando el aura. Si a su compañera le importó no lo mostró en absoluto, aunque era posible, bastante posible de hecho, que ella le estuviera devolviendo el favor.

 

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22/10/2014, 21:48
Hargrim el Sombrío
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Cuando se acercaron el esqueleto se adelantó, tanto físicamente como al hablar.

-“Bienvenidos, seres de carne, os pido perdón por la grosería de examinar vuestra naturaleza, pero creo que asegurarnos nos evitará problemas y malos entendidos. Me llamo Hargrim. Hargrim el Sombrío. Se que se considera grosero, pero personalmente pienso que nadie que no tenga nada que ocultar debería sentirse amenazado porque los demás conozcan su naturaleza.” – hizo una pausa, durante la que pasó su mirada a Beshaabel, que había vuelto a dejar a Garv delante, dando a entender que era con quien debían tratar – “me gustaría mucho ceder a tus habilidades telepáticas y hacer más fácil nuestra negociación; por desgracia parece que éstas no pueden traspasar el velo de la muerte. Tendréis que fiaros de mis palabras”  - a Garv le parecía que el… ser era sincero.

-“Os he pedido que vengáis para proponeros un negocio. Un negocio de… ¿aventureros? ¿Es así como se diría?” – el clérigo parecía inseguro, como si temiera ofenderles de alguna manera; hizo una pausa, la pareja notó que muchos de los no muertos presentes habían interrumpido sus rezos y parecían escuchar disimuladamente.

-“Últimamente han desaparecido un buen número de los nuestros. Todos los que viven aquí, con la excepción de Saball, lo hacen por decisión propia y son muertos vivientes. Es gente que, enfrentada a la defunción antes de estar preparada, prefiere venir aquí, donde no están obligados a cruzar el velo y continuar su existencia bajo ésta forma. Algunos acaban por poner en orden sus asuntos, o aclarar su mente y deciden partir; a veces por influencia de Saball. Es natural y no tiene nada de malo si lo deciden libremente, casi siempre se despiden antes de quienes les consideran amigos. Pero últimamente ha habido muchas desapariciones, y casi ninguno de ellos llegó a despedirse de nadie.”

En ese momento interrumpió Ablot, ganándose una mirada reprendedora de Hargrim que, de haber tenido carne, probablemente habría sido ceñuda. Pero eso no pareció importarle, decidido a dar peso a la historia con su versión.

-“Mi amada, Clea, es una de las desaparecidas. Vinimos aquí porque estábamos enamorados. Ella era sacerdotisa de Hera, yo siempre adoré a Loki. Sabíamos que era casi imposible que estuviéramos juntos al otro lado del velo y decidimos permanecer aquí. Seguíamos queriéndonos, ella no habría pasado al otro lado sola y menos sin decirme nada.”

El esqueleto se quedó callado, en un movimiento de sacudidas ondulante. Garv se dio cuenta de que estaba llorando, aunque sin pulmones ni ojos lo único que quedaba era ese bamboleo. Hargrim retomó la narración.

-“La mayoría aquí es gente solitaria, muchos se pierden por voluntad propia en los túneles largo tiempo. Nuestra naturaleza tampoco nos hace muy sociables, además bastantes de los desaparecidos son ghouls, que gustan de vagabundear para buscar cadáveres que poder roer, tienen prohibido cazar, incluso en los túneles de las Naciones Muertas y, aunque pagamos mejor que los Hombres de la Ceniza, poca gente está dispuesta a vender su cadáver como comida cuando ya no le haga falta. Eso les lleva a vagabundear con frecuencia y lejos de las zonas seguras.” – se calló un momento haciendo ¿tal vez un encogimiento de hombros? – “No tengo pruebas contra nadie, si hubieran desaparecido sobre todo zombis, tal vez podría haber sospechado de Acaste, la líder de los ghouls y los suyos, pero no es el caso; supongo que mis recelos contra Saball obedecen a mis prejuicios contra los Hombres de la Ceniza, sobre todo después de que su último enviado resultase ser un traidor. Y, desde luego, en la superficie siempre hay exaltados que nos consideran aberraciones antinaturales.”

Por fin Hargrim hizo su petición:

-“Os pido que nos ayudéis a descubrir quién está detrás de éstas desapariciones y, si está en vuestra mano, las pongáis fin. A cambio os ofrezco como remuneración la compensación que esté en nuestro alcance. Y, por supuesto, todas las respuestas que necesitéis para convenceros de nuestra buena voluntad y buena predisposición”

Notas de juego

¿Síndrome de la ardilla?

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27/10/2014, 13:41
Garv Sevatar
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Por toda respuesta al esqueleto Garv se encogió de hombros, aún sorprendido de comprobar cómo un no muerto había sido intimidado por su compañera. -Iremos-añadió lacónicamente antes de seguir al peculiar ser. Se dejaron guiar y el paladín ahogó media sonrisa cuando Beshaabel le alcanzó una piedra de luz, incluso más aún tras el mensaje. Cierto era que él tampoco las tenía todas consigo, pero de momento no había detectado falsedad alguna.

Una vez ante el presentado como Hargrim, y tras dejar que su aura fuera examinada sin oponer objeción, Garv se tomó un tiempo para contestar. No era una situación en la que fuera fácil actuar, si bien su temor estaba más bien orientado a meterse en una disputa entre facciones en la que no pintaban nada y se alejaba mucho de los ideales por los que se guiaba. Sin embargo, una vez más, sólo oyó palabras sinceras y una historia francamente peculiar y triste por parte de Ablot. Por algún motivo que se le escapaba su compañera parecía no estar muy por la labor, por lo que se dirigió a ella mentalmente con la esperanza de que estuviera a la escucha -Si hay alguna objeción por tu parte me gustaría saberlo-mientras respondía de viva voz a Hargrim.

-Vuestra historia suena sincera, y di mi palabra de no juzgar bajo mis opiniones las elecciones vitales de otros aquí en Sigil-no alcanzaba a comprender cómo alguien querría privarse del contacto con la deidad a la que hubieran dedicado su fe en vida, pero no estaba allí para opinar sobre eso-Pero antes de poder ser de ayuda necesitaremos más información; disculpad mi ignorancia al respecto, pues llevo poco tiempo aquí. Espero que mis cuestiones no os importunen en modo alguno.-pasó a enumerar una lista rápida de preguntas que le habían ido surgiendo-¿Quién es Saball y qué problemas habéis tenido con él o los suyos anteriormente? ¿Y Acaste? ¿Se prestarían a colaborar o sería un problema para nosotros? ¿Qué otros colectivos de la...superficie os han causado problemas?-sería el punto de inicio para una investigación y tratar de solucionar ese entuerto. En realidad no le disgustaba desentrañar el posible enigma que había tras todo aquello, pues una tarea de aquel estilo suponía un cambio notable respecto a las anteriores y también por un buen motivo.-Respecto al pago, lo decidirá ella-sentenció con firmeza. Él tenía alguna idea sobre qué podría ser, pero no quería tomar todas las decisiones y, por algún motivo, le parecía que lo correcto fuera que alguien eterno recibiera la recompensa por ayudar a otros fuera del tiempo.

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27/10/2014, 20:05
Beshaabel
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Beshaabel le miró con expresión culpable, mordiéndose el labio.

-"Lo siento. Se que resulta muy inapropiado que yo, entre todo el universo, sea desconfiada y tenga prejuicios contra otros. Pero los muertos vivientes me causan una profunda desconfianza, tal vez porque no puedo leerles la mente si hace falta. Por otro lado, como tú dices siempre, hay que juzgar los hechos y yo nunca he visto a un muerto viviente hacer algo bueno, así que desconfío. Y, si, se que, prácticamente, nadie ha visto nunca a un demonio hacer algo que no sea malo. Pero te apoyo en todo lo que digas. Así nos ha ido bien hasta ahora, si tengo algo que decir, lo haré" - tras eso esbozó una sonrisa nerviosa, como de disculpa, dirigida únicamente a él, para los esqueletos: mirada dura. Sólo la historia lacrimógena de Ablot pareció ablandarla un poco.