Partida Rol por web

The song of Herion:

Haces un osado corte en el pecho de adversario, que lo aturde y parece decantar la lid de tu lado. Mas no parece ser del agrado de los haradrim contenidos detrás suya, que ya empiezan a aullar y a elevar sus armas al cielo mirándote con ganas, porque una cosa son singulares duelos en oscuras callejuelas y otra muy diferente el despiadado campo de batalla.

-¡Sawfa tamatu fi ismi Allah*!-gritan alzando las cimitarras al cielo y avanzan a por ti. Son tres...

The song of Elenezer:

Tus muchachos -más que hombres xD-, obedecen presto y se ponen manos a la obra, calentando agua, preparando lienzos limpios y otros utensilios.

-Pues la cosa va, señorita -te responde finalmente el soldado intentando quitar leña al asunto- ya sabe como funcionan estas cosas. Arenga, trago, silencio, lucha despiadada, muerte y después... -deja la frase en el aire, sabiendo de sobra que sólo Eru-Ilúvatar tiene respuesta para esos y otros enigmas.

Ya no lo estabas escuchando, atento al más grave de los heridos. Y en efecto, esa sustancia blanquecina y sanguinolenta era el cerebro. El infante aún se encontraba bajo el shock:

-No siento nada... -balbució con un hilo de voz- ¿no volveré a ver a mi mujer y a mi hijo recién nacido, no?-no debía ser mucho mayor que tú, apenas sí tenía barba cerrada, pero mantenía el tipo. Qué remedio, a eso enseñaban a los hijos de Gondor, como en todos los grandes reinos e imperios: a partirse la crisma por otros. Demasiadas veces gerifaltes de retaguardia que tú bien conoces.

El infante de la astilla en el abdomen lucía mostacho de soldado veterano: -Soy de la frontera norte de Ithilien... señorita -balbucea también entre signos inequívocos de dolor- reconocería su dulce acento anoriano en cualquier circunstancia... si me uhhh, permite, señorita...- hace un amago de sonrisa, pero sólo consigue una malcarada mueca, como si la muerte quisiera invadir sus facciones antes de tiempo. Al menos, no sangraba por la boca; la astilla no había alcanzado el estómago, y con un poco de suerte ningún órgano vital. Aunque en el mejor de los casos, este soldado viejo estaba listo para capitular.

Un joven grumete se te queda mirando ojiplático cuando dices lo de la botella. Al rato reacciona, intentando sonreír, pero no puede. Tiene demasiado miedo como para eso. Así que obedece presto. En estas horas oscuras, sonreír en el Turupanto iba a ser más raro que ver que una moneda de mithril. Las risas se habían perdido, mas no la disciplina, pues todos hacían lo que tú decías todo lo rápido que podían. De momento. Porque lo bueno estaba todavía por venir...

Rhogar esta vez no grito, solo se limitó a hacer su trabajo, una vez el cuerpo del oficial estaba en el suelo, pudo ver como el Mogataz se llevaba el cuerpo de Tarcil hacía la curandera, mala agüero, esto no pintaba nada bien y había que reacionar, estabamos a tiempo aun.

El de Tolfalas miró a su alrededor para comprobar que el Capitán se encontraba en serios apuros, por lo que fue rápido hacía al él.

Barriendo con la espada todo haradrim que tuviera valor de enfrentarse con Rhogar.

El tolfaliano parece víctima del frenesí del guerrero, y los jenízaros empiezan a confundirlo con una especie de berserker. Por donde pasa va sembrando la muerte. Dos estocadas más en sendos haradan y quedan a punto de caramelo para sus contrincantes gondorianos. Además, Rhogar ya estaba al lado de su capitán. Los tres rivales de Herion se tendrían que repartir ahora. ¡Iban a saber de que metal estaban hechos los rudos hombres de Tolfalas! Eso sí, un cuarto haradan venía aullando por las espaldas de Rhogar.

 2ª RONDA DE ATAQUE DEL TURUPANTO

Sincronización: 65

Ataque: 112

2ª RONDA DE ATAQUE DEL SEÑORA UINEN

Ataque: 145

Proyectiles: 101

2ª RONDA DE ATAQUE DEL ULUMÚRI

ATAQUE: 184

PROYECTILES: 86

Y tras un largo rato de combate despiadado, el frágil reducto de Nuestra Señora Uinen y el Turupanto, trabadas juntas y escupiendo fuego con cinco naves corsarias alrededor, unas tirando con artillería y abordando y otras tomando distancia para refrescar a su gente, dejó claro al enemigo que la victoria iban a regalarla con mucha sangre suya y nuestra.

Aquello acababa de empezar, como quien dice, y ya estabais roncos, atosigados de humo y sangre. Algunos gondorianos insultaban a los haradrim en cuanto dialecto del adûnaico acudía a la boca, tratándolos de perros e hideputas a más no poder, sin olvidar al cerdo que preñó a tal o cuál madre y otras lindezas sobre esos perversos servidores de Sauron; a lo que los haradrim respondían, en su lengua, con imaginativas variantes -la bahía de Belfalas siempre dio mucho de sí- sobre la discutible virginidad de Varda y Yavanna, o sobre la virilidad de Isildur o de Gandalf, incluyendo acerbas consideraciones sobre la honestidad de las madres que os habían parido. De cualquier modo, bravatas a parte, unos y otros sabíais que para los corsarios era cuestión de paciencia y barajar. Sus bajeles portaban gente de refresco pudiendo retirarse a tomar un respiro, mientras que para vosotros apenas había reposo. Amen que no paraban de dispararos proyectiles desde sus onagros y balistas, algunos de los cuales incendiarios.

Así que había cuerpos aplastados y calcinados, tripas, sangre y escombros por doquier, y el agua, entre las naves, flotaban docenas de cadáveres, caídos durante los abordajes o arrojados para desembarazar las cubiertas. Y no pocos muertos y heridos contábase entre los galeotes nuestros y suyos, que sujetos por sus cadenas ensangrentadas, impedidos de buscar protección, se aplastaban amontonados entre bancos y remiches bajo sus remos rotos, gritando espaventados por la furia de unos y otros, implorando misericordia.

Rhogar se planto de un salto en la bancada, junto a su capitán.- Capitan, estoy aquí a su lado... que no quede ninguno con vida!!! .- Rhogar miró a su capitan un instante antes de seguir con el combate, los ojos de Rhogar cada vez estaban más llenos de odio y ira, era el momento de repeler definitivamente el avance haradrim y empezar el del turupanto.

Rhogar sabía que empezaba a infundir miedo en sus contrincantes, sus brazos llenos de sangre haradrim y su cuerpo manchado daban incluso aun una imagen de Rhogar terrorifica, tenía que seguir atacando, se les estaban enchando encima y a cuchilladas era la única manera de repeler el ataque haradrim sobre el Turupanto.

Rhogar siguió golpeando con su espada sin compasión a los dos adversarios que habían osado a enfrentarse a él.

 -¡¡Que asi sea amigo, no dejare el Turupanto en sus manos, mi vida pongo en ello!! - grite a Rhogar. Su aspecto era en verdad muy fiero, todo cubierto de sangre y sudor. El arraez estaba momentaneamente fuera de combate, pero lejos de ser una lucha justa y mano mano, varios jenizaros se lanzaron en nuestra contra. Si no fuese por el Rhogar, seguramente acabarian conmigo, ahora se las verian con dos verdaderos soldados de gondor.

Sin dudarlo me lance hacia los sarracenos que tenia mas cerca y que ya corrian hacia mi. Con mi espada en alto, lanzo un golpe oblicuo a la espera de poder causarles algun daño serio, y poder continuar mi lucha con el arraez. Mi escudo embrazado intentara proteger mis cuerpo una vez mas.

La lucha pintaba muy mal, pero al menos Tarcil estaria pronto en manos de nuestra maravillosa sanadora, que Eru la ayude.