Partida Rol por web

Una vez aquel conflicto se hubo solucionado, Gargoltar también se animó a manifestar su influencia en aquella esfera. La observó desde su trono, y poco a poco un brillo anaranjado fue creciendo en su interior, hasta que desde las rendijas de su armadura surgió un flujo de metales fundidos, que poseído de vida propia se deslizó perezosamente hasta la esfera, para después cubrir, poco a poco, totalmente su superficie. 

Por un momento, pareció que el dios había decidido imponerse sobre el resto, recubriendo todo con una capa metálica. Sin embargo, antes de que nadie dijera nada, ese mismo metal empezó a ser absorbido por la esfera, hasta que no quedaron en su superficie si no algunos pequeños puntos, quedando el resto sepultado bajo tierra, y dejando todo tal como lo había encontrado.

-Lo lógico es empezar por las cosas más básicas. Y lo más básico era llevar mis metales al mundo. 

Sevoriam se había apartado ligeramente de la réplica del mundo que estaban creando cuando, Mirari se retractó, y habiendo un pacto entre los diferentes dioses, simplemente optó por no continuar. Habían conseguido que la creación de su hermana fuera más comedida, así que, simplemente les dejó continuar. No pudo evitar sorprenderse al ver que las raíces no habían sido ni tocadas ni destruidas, así que simplemente las dejó allí, las cuales parecieron terminar de completar un motivo que ni el mismo dios de la naturaleza conocía.

Las raíces se deshicieron en gran medida, dejando de ocupar tanta superficie como hacían antes hasta completar lo que era un único punto en concreto, al noreste de esa esfera entre las agujas que había levantado su hermana. Allí imitaron la forma esférica de la superficie, como si fuera una cáscara que cubría el mundo u otra capa, pero no era compacta, era más o menos densa según su parecer y, una vez pareció estar terminada, comenzó a moverse alrededor del mundo sin llegar a tocar nunca nada de la superficie de ésta. Parecía cubrir ligeramente la luz de Ilkané, protegiendo durante un tiempo a las sombras creadas por Sorgolax que parecían huir de la luz del dios del valor, y así permitiendo que no hubiera unos momentos exactos entre unas y otras, simplemente rompía las posibles normas regulares entre la luz y las sombras.

Mientras esto ocurría, se acercó a la maqueta de nuevo, y Sevoriam miró como intentando entender su propia creación, y tras unos instantes lanzó otro grupo de raíces al mismo punto donde se habían anclado las raíces para rehacerse. Éstas raíces se incrustaron en un punto en concreto, tomando casi el mismo tamaño que una de las agujas de su hermana Zavara, pero en ese momento comenzaron a extenderse por la superficie y a cambiar de color y forma. Primero eran de un gris pálido y, al tomar contacto con el mundo, comenzaron a cambiar de color, un blanco helado, luego el color de la tierra y por último un brillo metálico. Se fueron centrando en un punto y se enrollaron antes de volver a abrirse y separarse, un punto que parecía que podrían anclar las raíces que flotaban por el mundo, pero que no lo hicieron. 

-Hermanos -dijo con su voz cavernosa- este es uno de los pocos dones que daré al mundo. Este es Durk-hael, el primer árbol. En él he volcado mi esencia ante lo que puede llegar a ser este mundo, pero como parte de él cambiará y absorberá parte de la esencia que volquéis en ese mundo, completándose. Ya a cogido parte del hielo, de la tierra, los metales y la sombra que había allí, pero no será nada, ni remotamente parecido a lo que podría ser si todos nos unimos para crear algo, solo se alimenta y mejora de lo que hemos puesto -luego con una mano señaló las raíces que se movían a placer, como si fueran un paraguas para el mundo- esto es Vornian, y es para representar que en el mundo no todo puede estar ordenado, ni mucho más lejos -y tras terminar su creación, Sevoriam se sentó de nuevo en su trono.

Mostrando mi aprobación a la rectificación hecha por Mirari con una ligera inclinación de cabeza, me puse a observar como mis hermanos continuaban de nuevo a aportar parte de ellos al mundo, pero a pesar de que no había nada que me molestase en ello, había algo que sí que lo hacía, aunque no sabía bien el que, por lo que me acerqué a la maqueta para intentar averiguarlo.

No es suficiente- murmuré para mí mismo… o al menos, lo que se podía considerar un murmullo para mí –Falta algo- dije mientras alargaba mi mano hasta casi tocar la maqueta… y entonces supe que era lo que me molestaba –Si queremos moldear la esfera, darle parte de nosotros, hacerlo desde aquí no es suficiente- les dije a mis hermanos, completamente convencido de mis palabras, tras lo cual me desvanecí del salón de los tronos con un destello de luz, abandonando Ruth-Adum.

Sargolax se incorporó de su asiento y camino lentamente hasta la mesa en la que el lienzo empezaba a cobrar forma con los polos, los metales, los cristales de luz y el gran árbol... aunque a su ver, el dios de la oscuridad no lo consideraba un lugar adecuado... no al menos en la superficie.

-Vuestros dones se extienden por todas partes, y este lienzo, antes en blanco, se muestra cada vez más completo, pero aun frio y muerto. Necesita algo que le dé movimiento en su interior, algo que lo vuelva más dinámico y que le dé algo de calor a sus frías entrañas.

Bajo la máscara del Guardián de los Secretos, una forma empezó a moverse y a emerger por el borde inferior de lo que sería el rostro de la deidad. Un tentáculo oscuro y húmedo que se retorcía y giraba, como tanteando el aire que se encontraba a su alrededor.

La oscura deidad alzo su mano y tomo entre sus dedos el tentáculo, para después arrancarlo del rostro bajo su máscara en un firme tirón. Y ante tal movimiento, el tentáculo empezó a agitarse como enloquecido, soltando un chillido de molestia por una boca llena de diminutos dientes, en el extremo que antes estaba pegado al cuerpo de la deidad.

-Este pequeño fragmento de mi mismo se encargara de devorar los conocimientos y poner en marcha la misma mecánica del mundo... pues algo muerto e inmutable no podrá sustentarnos mucho... al menos no a mí.

Sargolax sostuvo entre sus dedos a la criatura, sobre el lienzo -Ahora, mi pequeña creación, ve, horada el mundo, devora y amplia la oscuridad de Infra... pues en las profundas oscuridades, es donde planeo sembrar mis creaciones, a partir de los actos de este pequeño. -Y con estas palabras, soltó al gusano sobre el mundo.

Mientras sus hermanos y hermana creaban, Mirari tomo un poco de tiempo y espacio, los escondió entre sus ropas, conforme seguía acumulando energía extendió una de sus manos a las cenizas que orbitaban y tomo un puñado.

Derramo un par de lágrimas sobre ellas. Dijo unas palabras de Amor sobre ellas. Canto para ellas. Imbuyo la esencia de la creación en ellas.

Luego realizo algo que no había pensado, descendió a la creación como había hecho Urdamesh, dejando Ruth-Adum, pues ahí podía afinar detalles. Además de ver donde liberar tanta energía que almacenaba. 

Mirari habia estado muy ocupada con todas sus creaciones. Primero, separar el mundo, llenarlo de agua, nubes. Los colores y la musica, el sonido. No contenta con su obra, e ignorando el juicio de sus hermanos, o tan solo acatando una minima parte de lo que se le habia dicho. Siguió creando. Esta vez fue mucho mas lejos. Por si no fuera poco fragmentar la esfera de padre. Mirari habia intentado emularlo. Creando mas planetas e incluso dotandolos de satelites. Aquellos planetas se parecian mucho a la esfera original. Pero, estaban muertos, no se movian, no transmitian nada, eran como el resto del vacio que rodeaba el lienzo que padre les habia dado, no tenian una señal como Ruth-Adum o la esfera de la creación. eran simples astros en el infinito. Si se hablase de lo que transmiten estos lugares en forma luminosa, los planetas creados por un dios no transmitian una luz o una energia. Cualquiera aplaudiria el esfuerzo de Mirari, pero al observar aquello durante un lapso de tiempo, comprenderia que no eran mucho mas espectaculares que una de las mas altas montañas que habia en el mundo, solo que replicada millones de veces en tamaño y soltadas en el medio del infinito.

Para mas, Gargoltar, la luna de Seamfi. Se vió mas atraida por la garganta que por el propio planeta, y comenzó, al principio, con los años, un avance lento y pesado hacia esta. Pero al cabo de los siglos el avance se aceleró y fue tragada por la creación de Meseth. Cuando aquello ocurrió, toda la creación se colapso durante unos instantes.

La diosa de la tierra podria haber intervenido antes de que aquello ocurriese. Pero no pudo. Tras el gasto tremendo de poder al intentar emular la creación que les habia sido legada, multiplicada varias veces. Habia entrado en un extraño estado, debil, apagada como sus "planetas" se podria decir que el resto de dioses la sentian como si estuviese a punto de desaparecer. Ella misma estaba abatida, sin energia... Habia consumido casi todo su poder de creación en aquel intento vano de conseguir un sistema planetario vivo.

Ademas aquello tuvo repercusion en el mundo natural. Las grandes islas de Ultra perdieron su habilidad de flotar en el cielo, precipitandose hacia el suelo, para con el paso de los tiempos, ser grandes montañas. Tan solo quedaron como "islas" en el cielo de ultra las mas pequeñas y los picos de las montañas que conseguian traspasar la capa de nubes.

Infra, sin embargo, poco se vio alterada por aquel efecto, fue mas el gusano de Sargolax, el que cerró algunas galerias y creó otras nuevas.

Mirari volvió, exhausta de su labor, más aun así contenta. Mientras debía reposar, fue a explorar las habitaciones de Ruth-Adum, ya que seguir ahí, la tentaría a seguir creando. Así, sin aletear, usando sus pies de lo cansada que estaba, se alejó momentáneamente.

Garganta había devorado uno de los cuerpos celestes que Mirari había creado, pero aún estaba lejos de resultar saciada, al igual que su creador. En el Salón de los Tronos de Ruth-adum, Meseth permanecía impasible ante todo lo que estaba sucediendo, y sólo cuando su hermana apareció nuevamente en La Morada, se decidió a hablar.

- Bienvenida, hermana – dijo, con sus tenebrosas voces que auguraban un tormento sin fin – te estábamos esperando.

Antes siquiera de que ella decidiera alejarse, antes de que sus elegantes pies tocaran el suelo de piedra, Meseth hizo su movimiento. En apenas un parpadeo, el Devorador estaba en su trono, e inmediatamente después estaba sobre su hermana. Sus cuerpos estaban tan cercanos, que si los dioses respiraran, Mirari habría notado el aliento voraz de su hermano. Su cuerpo, deformado y encorvado sobre ella como un depredador, sus dedos, tornados en garras, se estremecían buscando carne, huesos y sangre. Todo él prometía Muerte y Vacío.

- Dinos, hermana - sus voces eran empalagosas, pesadas - ¿Qué deberíamos hacer ahora? Estás débil... frágil como una mota de polvo... ¿No sería fácil para nosotros DEVORARTE ahora? ¿No sería lo mejor para el Panteón? ¿Absorber la chispa que te da vida, y repartir tu poder con mis Hermanos?

Su cuerpo se estremeció con la mera idea de devorar a Mirari, y luego pareció olisquear a su hermana... y luego nada. Se incorporó lentamente, haciendo rechinar el metal de su armadura. El vacío que se escondía tras su capucha seguía insondable, pero un cambio en su postura denotó que había decidido no actuar.

- Esto no es un perdón, hermana. Es una apuesta por tu sabiduría - dijo, extendiendo su huesuda mano para ayudarla a levantarse, que ahora ya había dejado de ser un par de garras afiladas - Apostamos que serás capaz de alimentarnos durante toda la Eternidad, con tus actos y tus creaciones. Pues vemos que estás ansiosa por crear vida... y nosotros ansiosos por devorarla.

Mirari sonrió ante su hermano, cosa extraña, pues aquella amenaza parecía tomarla a juego. Como quien ve a un niño amenazar a un adulto con un juguete.

Gracias hermano –Tomo su mano y se incorporó, aún estaba cansada. Pues he pensado la forma de poder alimentarte, indefinidamente.

Con esa tranquilidad suya señalo la creación con un ala.

Pues no solo he creado hermano, he probado los límites de nuestros poderes, y ahora los conozco. Pero incluso en el fracaso reside el éxito pues si bien he perdido una luna dorada, he sentado las bases de creaciones que espero, sean más grandes.

Creo que en tus palabras, diría… ¿De dónde sacáis que Padre quería borrar la existencia? 

En vez de reaparecer en su trono, Meseth regresó lentamente, caminando en torno a la mesa que compartía con sus hermanos. 

- ¿Quién ha dicho algo así, pequeña Mirari? - su voz sonaba condescendiente, como un profesor educando a un niño malcriado.

Zavara se puso en guardia en el momento en que Meseth se acercó con intenciones sospechosas a su hermana y aún más cuando empezó a hacer preguntas retóricas que contenían una clara amenaza. Se acercó a ambos, pero no hizo falta ninguna intervención, pues, al parecer, Meseth tenía en alta estima las creaciones de Mirari, y no precisamente por su característica belleza u originalidad, sino por la posibilidad de consumirlas en un futuro. De forma inconsciente, Zavara miró al dios sin rostro con unos ojos severos. Parecían decir "Que no se vuelva a repetir".

- Mirari merece un descanso porque nos ha demostrado lo lejos que podemos llegar si nos esforzamos.- dio la espalda a Meseth, aunque le habló a él casi directamente.- No necesita que le recuerden cuáles son sus límites, pues ella ha sido la primera en descubrirlos.- dijo cogiendo la mano de su hermana dulcemente.- Lamento que hayas perdido una de tus creaciones. Pero debo resaltar la belleza de lo que has conseguido hilvanar por ti misma.- acabó mirándola con una sonrisa sincera.

Savoriam pudo ver como se debilitaba su hermana y como Meseth, más rápido que ninguno, parecía querer alzarse como el más poderoso, devorando la esencia de la débil en ese momento. Unas carcajadas surgieron del ente informe ante esa situación, pues Sevoriam vería derrocar a ese ser más poderoso que los demás como un reto, una prueba de que él es digno de estar en ese lugar, en ese momento y de hacer lo que en su cabeza comenzaba a formar un plan.

-En el fracaso no reside el éxito, pues si seguís existiendo es por la misericordia de Meseth -dijo con esa voz atronadora. 

En ese momento habló Zavara y Sevoriam tuvo que contradecirla- Ha demostrado hasta donde puede llegar ella, cual es su límite, sus fuerzas. Yo se muy bien donde están mis límites y no los pondré a prueba para no debilitarme -una pequeña sonrisa burlona, como un tajo irregular iluminado por relámpagos se formó en la cara del dios de la naturaleza- este es un aviso, pues me parece que no entendéis todo. Mi sino, mi destino, mi labor, es eliminar de este lugar a los no aptos, y a cualquiera que muestre debilidad...

Una carcajada atronadora resonó por la sala, dejando la frase sin terminar pero con todo el significado expuesto.

-La belleza ha sido cuando Garganta a devorado a uno de los planetas débiles -dijo a todos en general, demostrando, una vez más, la diferencia entre los dioses.

Zavara se interpuso entre Mirari y la mirada de Sevoriam, o lo que sería su mirada si su forma fuera ordenada y definida. De nuevo aseveró su rostro, molesta por las duras palabras de su hermano.

- Cualquiera que muestre debilidad- dijo continuando la frase que él había dejado en el aire- será digno de mi protección, pues mientras tu naturaleza te obliga a crear y alimentar el conflicto y a derrotar al débil, la mía me mueve hacia un estado de paz, y no puedo tolerar que ninguno de nosotros caiga en el olvido por la soberbia de sus propios hermanos.- dio unos pasos hacia adelante con su característica elegancia.- Hay una forma de que todos convivamos en un mismo lugar, como estamos haciendo ahora mismo, pese a nuestras claras diferencias. Espero que lo tengáis presente.

Tras esto, volvió junto a su hermana y asintió, ofreciéndole su apoyo. Se giró de nuevo y miró a Sevoriam y a Meseth.

- También deseo que tengáis mucha de esa "misericordia" que habéis lucido al haber perdonado a Mirari.- sentenció.

Sargolax seguía recostado en su trono, no necesitaba bajar al mundo mientras su criatura se encargara de cumplir con sus propósitos... además le resultaba más entretenido ver como sus hermanos y hermanas se intercambiaban amenazas o advertencias según el punto de vista.

-Que irónico que en ocasiones la búsqueda de la paz provoque el conflicto, y en otras el conflicto obliga a la paz para evitar la autodestrucción. -La deidad del saber soltó una risa siseante, atenuada por su propia mascara - Aunque el conflicto puede llegar a ser el mejor aliado para afilar el conocimiento, y me resultaría extremadamente entretenido (y divertido) veros exterminaros entre vosotros, he de pediros que os reservéis las fuerzas hasta que hayamos completado la creación... sería una lástima y un desperdicio permitir que vuestra esencia se disipe y muera antes de alcanzar el cenit de vuestro potencial... y de nuestra creación en su conjunto.

Zavara se ofendió, pero lo ocultó tras una media sonrisa que empezaba a helarse. Miró a Sargolax con esa expresión enigmática, a medio camino entre la suavidad y la seriedad.

- ¿Eso es lo que somos para ti, hermano? ¿Solo importa lo que podamos hacer para que tú disfrutes de la creación? ¿No crees en la hermandad, en los lazos que nos unen más de lo que nos separan?- se giró hacia los dos dioses con los que había estado hablando hasta entonces.- Podría preguntaros lo mismo. ¿Qué veis en mí, más allá de lo que mi esencia pueda aportar? ¿Realmente queréis extinguir la existencia del resto de nosotros hasta quedaros solos en Ruth-Adum?- se quedó callada, esperando una respuesta, aunque no tenía muchas expectativas.

Gargoltar contempló, desde su trono, como aquel conflicto surgía entre sus hermanos. Estaba quedando claro el carácter de cada uno de ellos, y poco a poco le parecía ver como se formaban bandos enfrentados. Mucho se temía que pronto, cuando la creación estuviese más avanzada, habría enfrentamientos más severos entre ellos. Era una lástima. Parecía que lo que Padre había puesto en ellos sólo podía coexistir pacíficamente dentro de él, o quizás ni siquiera de ese modo.

El metálico dios guardó un silencio ominoso. Aquellas chiquilladas, esos enfrentamientos pueriles no le atraían, no eran lógicos. Les distraían de su labor organizando la creación, de sus verdaderas metas. Todo lo ocurrido en aquellos últimos momentos poco importaba a Gargoltar, ni que aquel orbe con su nombre hubiera sido devorado, ni que sus hermanos discutieran. Le preocupaba más cierta sensación de urgencia... De que no estaban moldeando el orbe al ritmo que deberían, y de que, de seguir así, la creación nunca acabaría. Con esa reflexión fue cuando por fin se decidió a hablar.

-Éstos enfrentamientos no son lógicos. Debemos continuar con la creación, es para lo que Padre nos diseñó. 

- Nacimos con una Sed eterna e insaciable, hermana. Una Sed que no se colmaría aunque devorásemos la Existencia misma - dijo, con un gesto de su mano que parecía abarcar toda Ruth-adum - ¿Por qué? Culpa a Padre por crear a un hijo tan peligroso para sus hermanos. 

Sus movimientos eran lentos y pausados, como los de una fiera que girara en torno a su presa. Avanzó en torno a la mesa del Panteón, sin dejar de observar a Zavara con su rostro vacío.

- Mirari ya nos ha prometido un festín que no acabe nunca. Una fuente inagotable de Vida que calme nuestras ansias lo suficiente como para no tener que plantearnos devoraros a todos - ladeó la cabeza, mirando a su hermana alada, y algo chasqueó en su armadura, como un hueso que se rompiera por la mitad - Así pues, te responderemos con más preguntas: ¿Qué conseguiríamos extinguiendo cada chispa de esta Morada? ¿Cómo nos alimentaríamos entonces? ¿Cómo va a saciarnos Mirari si aplastamos su cráneo y devoramos su cuerpo, siendo incapaz de crear más Vida?

Mirari coloco una de sus alas sobre su hermana.

Tranquila Zavara, pues veras que como aprendí  de Gargoltar, el material más duro necesita ablandarse y llegar a su límite para ser aún más resistente que antes.

Le dedico una sonrisa a sus hermanos, en especial a su hermana.

Tu hielo, antes de ser perene, es quebradizo. Así sea entonces hermana, que la paz y la tranquilidad tengan que soportar conflictos para fortalecerse, eso es lo que nos pasa a todos. Nos fortalecemos con nuestros hermanos, al ser opuestos. Messeth lo sabe.

La insto a ver la creación.

Nuestro hermano dorado tiene razón, se necesitan dos para discutir, pero solo uno para hacer las cosas bien. No seas tímida, que tus agujas de hielo son hermosas, pero hay más por hacer y temo que cuando unos se den por satisfechos, otros creamos que apenas comienza la creación.

-Ohhh... me malinterpretas hermana Zavara, yo no deseo vuestra destrucción. Cada cual tiene su deber en su existencia hermana.. la mía es recopilar las ideas de la existencias... vosotros mismos y vuestras creaciones sois algo que tengo que preservar... vuestras acciones, vuestros logros, vuestros fracasos, vuestras disputas y vuestros ataques... todo el conocimiento que desprendéis he de guardarlo y preservarlo... esa es mi tarea.

La deidad apoyo el codo en uno de los reposabrazos de su trono y se sostuvo la sien con el puño cerrado, mientras que hacia un gesto despreocupado con su mano zurda.

-A mi ver, en una existencia ideal, todos vosotros perdurarías hasta el mismísimo final de los tiempos, aportando todos los conocimientos posibles en mi tarea... pero esta no es una existencia idílica y existirá el conflicto... siempre existe en alguna forma, tarde o temprano... y cuando llegue será una idea más que abre de guardar y que me resultaría extremadamente interesante...  Prefiero que exista un orden pero no me importa que haya caos siempre que pueda sacar provecho... así que si... eso es lo que sois para mi, hermana... las consideración que os tengo por ser mis hermanos y hermanas se limitan a ese hecho.

No podía percibirse por la máscara, pero aseguraríais que estaba mostrando una sonrisa cruel, la cual añadió.

-Lamento si este secreto te causa malestar... pero puedes contentarte al pensar que siempre seré tu querido hermano, dispuesto a escuchar sobre tus logros.

Surgiendo de entre el fuego que expulsó mi trono, llegué a Ruth-Adum, para ver lo que sucedía… o para ser partícipe de ello, puesto que una parte de mí nunca se había ido, por lo que era consciente de lo que había sucedido.

Todos tenéis razón hermanos, al fin y al cabo, todos seguimos la voluntad de padre- dije rompiendo mi silencio –Puede que Mirari se haya excedido, pero solo porque se ha dejado llevar por el impulso que padre dejo en ella. Lo que nos ha mostrado no es solo el límite de su poder, sino el límite de todos si, en lugar de tener el valor de guiarnos por nuestra esencia, que no es sino la voluntad de padre, cometemos la insensatez de dejarnos arrastrar por ella- le dije a Sevoriam, aunque dirigiendo a todos mis palabras –Si eliminas cualquier debilidad… ¿qué te quedará? Y una paz eterna… ¿en que se diferencia de un eterno final?- les dije, tanto a Zavara como a Sevoriam –En nada hermanos, y por eso padre nos otorgó voluntad, para que pudiésemos decidir por nosotros mismos. Ese es el motivo por el que Meseth no ha intentado devorar todo y a todos, porque sabe que al final, no le quedaría nada… aunque él lo haya expresado de un modo más explícito- dije, con un tono de respeto por su decisión son tener en cuenta sus formas, tras lo cual me recosté en mi trono –Dicho esto, en lugar de pelear entre nosotros inútilmente, deberíamos centrarnos en la tarea que Padre nos ha dejado- les dije, como quien recuerda a sus revoltosos hermanos los deberes que deben hacer, señalándoles con un gesto la esfera, que aunque había dejado de ser una simple esfera vacía, distaba mucho de estar completa.