Partida Rol por web

Ogna se detuvo pero no se rendía. Miró a Morwing esperando que él diera el último empujón al asunto antes de que los sucios magos encapuchados pusieran sus manos encima de los maravillosos objetos. ¿Dónde estaban los magos encapuchados cuando había que combatir?

La llegada al palacio se convirtió en un continuo acoso de los aventureros hacia Heomar de Silaría, primero dándole órdenes constantemente y, después, exigiendo pago por todo lo que fuera cobrable. Por no hablar del intento de aprovechar los objetos incluso de los muertos. Si algo había llevado a Losse hasta aquel lugar era la protección de Mielikki y, para los hombres de fe, no todo servicio debía ser pagado. Se acercó hacia Heomar e intentó quitar hierro al asunto del incidente con Ogna. - Bueno, creo que debemos tranquilizarnos un poco. Este buen señor está al mando por más motivos que ser amigo de Hembelan, ¿no es así? - Dijo mirándole. - Seguro que es lo bastante capaz como para organizar a sus tropas. El trato con el antiguo gobernador llegaba hasta aquí, pero, no por ello, mi misión ha concluído. Pocos podrían escapar de aquí con vida si se atrevieran a huir. Ha llegado el momento de que todos les hagamos frente. - Losse le colocó la mano en el hombro y le miró a los ojos. - Lucharé por esta ciudad. Ya han hecho el suficiente esfuerzo económico. Por mi parte, puede guardarse ese salario que pretende darme, no soy un mercenario. Investigaremos más si podemos, para esclarecer todo este asunto y, después, nos pondremos a las armas. -

Y, hablando de fe, al explorador le llegó la imagen del sacerdote supremo del Templo de Khauntea. - Por cierto, por muchos era conocida la buena relación de Hembelan con Rillifar. Quizá él pueda hacer algo para traerlo de vuelta. Ya he contemplado la comunión que tiene ese hombre con la Diosa de la Cosecha. Creo que es algo que deberían de tener muy en cuenta. -

Luego se acercó a Ogna y le entregó un pequeño frasco. - Toma, creo que es mejor que esté en tus manos. Ya lo has demostrado una vez. -

El enano atendía a la conversación, cogía su parte de la recompensa de Hembelan y callaba mientras atendía lo que allí sucedía. Hasta que Ogna comenzaba a explorar a Hembelan, el enano que no estaba acostumbrado a triquiñuelas y engaños, creyó todo lo que la chica decía. Pasmado veía como aquella chiquilla tenía una cultura bastante amplia y parecía saber de lo que hablaba con aquellos objetos. La duda del general enfureció al enano -¡¡P-peeerrro!! ¿Acaso desconfías de la chica?- decía con cara de desagrado, esas palabras suponían un desagravio para la buena fama que se había cosechado la chica* -Esos objetos parrrrrrecen malditos... ¿Acaso no oíste que Hembelan estaba hechizado?- y para el enano esa explicación ya era la respuesta para un sin fin de cosas que no alcanzaba a comprender. -¡Deben serrr examinadas!- decía con el dedo en alto, con un gesto serio. -¡Magia prrrrohibida... debe serrar examinado! ¿Quién sabe en que manos puede caerrr y serrr perrrjudicial? Si pudo con Hembelan, podrrrrá contigo, muchacho. Es mejorrr que lo estudie*² Enclenque, sabe mucho...- decía muy convencido de lo que decía...

Morwing “cazó” al instante las intenciones de Ogna con respecto al cuerpo sin vida del gobernador, - Quizá ese anillo que tiene aún en su poder sea lo suficientemente poderoso como para desperdiciarlo en el dedo de un cadáver…, pensaba antes de acudir junto a la bardo.

Sin embargo antes tomó la misma postura que Losse, seguramente no movido por sus mismos pensamientos, pero al menos así denotaría las buenas intenciones del grupo con respecto a Crimmor. – Por mi parte también puede dar por pagado nuestro servicio, comentó con tono diplomático. –El pago recibido hasta ahora es suficiente, y si cree que podemos serle de ayuda en algo no dude en pedirlo…, dijo pareciendo sincero, pero nada más lejos de la realidad, aquella actitud aparentemente desinteresada sólo la utilizaría para allanar en cierto modo el terreno hacia su objetivo más inmediato… - De todos, permita que eche un vistazo al cuerpo de Lord Findoren. Parece que tiene todo bien controlado con respecto al ataque…al margen de ese imprevisto con el Fuerte Bueno…, por cierto, ¿cómo tiene pensando resolver ese contratiempo?, preguntó para entretenerlo mientras se aproximaba al cadáver de Hembelan.

Mientras Heomar respondía, el hechicero con la cabeza cubierta con su capucha hizo un gesto cómplice a Ogna al pasar a su lado y posó sus manos sobre el cuerpo del difunto mientras susurraba algún tipo de sortilegio. Tras ello, quedó en silencio escuchando únicamente la voz de Heomar y percibiendo las auras mágicas que desprendían el cuerpo sin vida de Lord Hembelan. – Hummmm, interesante…, terminó diciendo…  

La imagen del cuerpo de Hembelan era grotesca, el maldito susurrante lo había eliminado cuando ya no le era de más utilidad, parecía obvio que si él era el "único" que conocía las defensas mágicas, el demonio también las conocería. Con la mirada clavada en el cadáver, Davros continuaba tratando de resolver un misterio que le parecía harto complicado, -¿cuales eran los objetivos del susurrante? Si llevaba tiempo bajo su maldición, los intentos de asesinato fueron patrañas... ¿Pretendía atraernos a nosotros para así hacerse con Morwing y el medallón? No, demasiadas molestias... Puede que aprovechara la oportunidad... que ya estuviese aquí para... ¡las defensas de la ciudad!  El ejército enemigo conoce la distribución de las tropas a la perfección, al menos con las que contaban antes de los voluntarios y del resto con los que aún no contaban con seguridad...- Esperó un momento de silencio entre tanta charla para abrir la boca, justo cuando Heomar, el decidido y aparentemente diligente joven, acabó de explicar sus planes para Fuerte Bueno. - Has de saber, que el ejército enemigo conoce, a través del difunto asesino de Hembelan, todo lo que habéis discutido sobre la estrategia a seguir ante el asedio. Tu señor llevaba un tiempo bajo la influencia de un demonio, éste era capaz de leer la mente y robar recuerdos... Y estaba pegado como una lapa a Hembelan, puede que no haya muchas opciones a la hora de distribuir las fuerzas de la ciudad, pero cuenta con lo que te he dicho, quizás incluso podría ser beneficioso. Respondiendo a tu pregunta, sí, el pirata, no vamos a distraernos con detalles sin importancia, pero Steznag es uno de los responsables de lo que se nos viene encima, ¿lo conoces?.- Escuchó atento la respuesta, mientras sus ojos analizaba sus gestos, tampoco pudo evitar mirar en busca de anillos sospechosos... Una vez acabó, soltó otro "pequeño detalle" - Ya veo... Por cierto, tiene una nave que surca los cielos...- #pausa dramática # - ...confiemos en que le preocupe más Athkatla.-

La emoción del combate asediaba a un Davros que sólo dudaba entre que combate sería más épico, Crimmor o Athkatla, con suerte podría disfrutar de los dos. Tratando de dejar su egoísta punto de vista, ¿dónde debía estar el grupo? ¿Dónde sería de más utilidad? Desde luego, 100 míseras monedas no decidirían el destino de ninguno de ellos, un pago irrisorio para los héroes protagonistas de futuras canciones (en caso de estar en el bando vencedor), llenas de goblins, orcos, semiorcos, ogros, piratas, sabandijas, un elemental, varios y aterradores demonios, todos ellos muertos (o desterrados a su plano de origen) y los que aún faltaban por exhalar su último aliento. Pero, desde luego, sobra decir que Davros pondría la mano con gusto, acostumbrado a las miserias que cobraba sólo unas dekhanas atrás, no desperdiciaba una oportunidad de aumentar el tamaño de su bolsa, al fin y al cabo, si salía con vida de la guerra, estaría obligado a gastarse una buena cantidad en sus lugares favoritos... Otro tipo de canciones serían inspiradas por aquel otro tipo de aventuras del guerrero...

Volviendo al presente... ¿Debían defender Crimmor, Athkatla o tratar de acabar de una vez por todas con la posibilidad de que el Heredero volviese a éste plano destruyendo los sellos de los que habían oído hablar?

El general agradeció el detalle de Losse y Morwing con una sonrisa sincera y un asentimiento silencioso. A continuación, con los brazos cruzados sobre el pecho, escuchó con detenimiento lo que Davros tenía que decir acerca de la actividad del susurrante en palacio. Aquella conjetura, de ser cierta, y no había motivo para creer que no lo era, le dejó seriamente preocupado. En efecto, Lord Hembelan Findoren, era el único que aunaba todo el conocimiento de las operaciones que se iban a llevar a cabo para la defensa de la ciudad, pero no sólo eso: durante las dekhanas anteriores debía haber estado aportando inconscientemente información a los demonios de todo cuanto se movía en la ciudad. De esa forma el susurrante sabía que los ejércitos orcos no habían sido descubiertos durante su periplo a través de los Picos Nublados y de que todo estaba saliendo bien por el momento. 

De aquellas preocupaciones que rondaban la cabeza del general, parte saltaron a la de algunos miembros del grupo, entre ellos Morwing y Allen. ¿No había dicho Lord Hembelan que conocía al General Lunther Kerredan, el general de Athkatla que les había puesto tras la pista de Steznag? ¿No dijo que sabía que el grupo de aventureros estaba trabajando para él en una misión? Si el susurrante había obtenido aquellos pensamientos de la mente de Hembelan quería decir que la misión del grupo y la participación de Lunther en ella habían sido descubiertas. 

¿Un barco volador? - Preguntó sorprendido inclinándose hacia adelante. Sus ojos a punto estuvieron de saltar de sus órbitas. Esperemos que tengas razón...aunque sea feo decirlo. En Athkatla al menos los magos encapuchados tienen su sede y, en un momento dado, podrán lidiar con ese peligro mucho mejor que nosotros. - Heomar, como Amniano que era, temía y repudiaba la magia, pero sabía que muchas veces la supervivencia de las naciones, incluida Amn, quedaba a merced de ella. Sí, conozco a Steznag, pero sólo por las habladurías de los marineros. Me sorprende que un pirata como él sea capaz de hacer algo así. Nunca lo habría imaginado. - Por ahora, el general, dejó a un lado eso ya que era una preocupación menor entre todo lo que tenía entre manos. 

Mientras Morwing examinaba el cadáver del gobernador, y tras escuchar las protestas de Kormack, el general quiso poner en conocimiento de todos lo que le preocupaba acerca del abandono del Fuerte Bueno. - El problema con el Fuerte Bueno,, y eso es algo que siempre he pensado pero nunca he dicho, es que, aparte de una mansión propiedad de la familia Crytrapper, es un fuerte amurallado en sí. Si el enemigo lo toma puede ser muy peligroso. No sabríamos qué hacen tras esas murallas y lo que es peor, la ciudad está a tiro de flecha de él. Si emplazan armas pesadas en su interior, será muy difícil deshacernos de ellas. Por otra parte, si mando tropas allí, sé que no serán suficientes como para contener un ataque y ya tendríamos dos problemas: el enemigo acabaría teniendo el fuerte y nosotros perderíamos hombres inútilmente en su defensa. - Una perla de sudor escapó de las rubias sienes del general. Estamos ante un buen lío.

Con respecto al tema de resucitar al Lord Hembelan el general estaba de acuerdo en llevarlo al Templo de la Cosecha donde puede que La Semilla de Khauntea pudiese traerlo de entre los muertos. No obstante, el general dejó la pregunta en el aire. Si ese demonio del que habláis se ha llevado todos los recuerdos de Lord Hembelan...¿no traeremos de vuelta un cascarón vacío?

- Si esos magos encapuchados han de venir aquí a ver lo que queda del Lord y las circunstancias de su asesinato, estoy seguro que entre ellos y La Semilla podrán determinar los detalles. Quizás aquí, nuestros más eruditos compañeros puedan saber si los recuerdos eran robados o sólo compartidos. Realmente no le conocíamos demasiado, sois vosotros, los responsables actuales de Crimmor quien deberá determinar la valía de la vuelta al mundo de los vivos de Lord Findoren... Cambiando de tema... ¿Qué ha sido del pequeño Limpodel?¿Está al corriente de lo sucedido?- Aquel niño bajo la protección de Hembelan formaba parte de todo en lo que se había metido el grupo desde que llegaron a la ciudad, algo no encajaba en aquello, puede que tan sólo fueran los prejuicios de Davros hacia la nobleza. De cualquier forma, preocuparse por el chaval no haría daño.

Cuando acabaron de hablar sobre Hembelan y Limpodel, le pidió a Heomar si podía proporcionarle un plano o esquema del Fuerte, mientras decidían los últimos detalles, podría intentar aportar alguna idea.

En cuanto tuvo un momento, se acercó a Losse y, al oído, le susurró: - Echa un vistazo a la sangre sobre la cama, justo al lado del cuerpo, ¿podría ser una huella de quasit? Eso es lo que me ha parecido, pero sé que es tu fuerte, asegúrate con disimulo. -

Aquel maldito y diminuto demonio, aún podría estar allí, Davros guardaba con recelo una poción que revelaba la presencia de "lo que no se podía ver", pero sin indicio alguno, no se arriesgaría. Con lo que analizó la estancia y la recorrió despacio, prestando especial atención a las esquinas y los posibles lugares altos dónde podría estar el pequeño demonio alado. A menudo se detenía y cerraba los ojos, esperando un instante a que el silencio le permitiese descubrir una leve respiración o sonido extraño.

El enano escuchaba el parloteo de sus compañeros, parecía que al fin el general había desistido de reclamar aquellos objetos y por suerte Ogna y el mago podrían inspeccionarlo minuciosamente, para tranquilidad de todos. Algunos de sus compañeros desestimaba las 100 monedas de oro que ofrecía el general, sin duda un precio ridículo, pero al insistir tanto en aquella torre fantasmal el enano vio una oportunidad. ​-Si el fuerrrrte es un prrroblema envíe a sus mejorrrres hombrrrrre, aunque clarrrro con una guerrrrra casi a las puertas.- Decía acicalándose la barba como si el asunto le importase -Además con aquella crrrriaturrra chupa mentes sabiendo la disposición de sus defensas... No pinta bien, parrrece que lo tienen ganado..- Decía como si fuese imposible hacer nada por la ciudad y fuese mejor abandonarla. -A menos que...- añadió como si se le hubiese ocurrido una brillante idea. -Mandase a unos aventurrrrerrros...- Dijo presentando al grupo con la mano, con una gran sonrisa. -Es un buen momento y una buena misión parrrra contrrrratarrrrnos. Nos asegurrrrarrrremos de que no puedan utilizar aquel fuerte.- Acabó diciendo con una gran sonrisa. -Contrátenos.- El final perfecto para un nuevo trabajo que por supuesto debía ser remunerado si quería acabar la guerra. ​-Esta misión no puede atenderrrla cualquiera...- Dijo sabiendo que el variopinto grupo podía ser letal y decisivo.

Una palmada contra la frente precedió a que el general abriese los ojos como platos. ¡Limpodel! ¡Maldita sea, no lo he visto!  - Gritó visiblemente asustado por lo que podría haber sido del chico. De dos zancadas se plantó en la puerta para comunicar a uno de los soldados del pasillo que reuniese a una patrulla y buscasen al pequeño. Heomar conocía el aprecio que Lord Hembelan tenía por el muchacho pero con todo aquel revuelo y con todo lo que estaba por venir el general no había reparado en él. ¡Qué tonto he sido...! He hecho llamar a Lady Sula, la prometida de Lord Hembelan desde Athkatla, pero he olvidado por completo al pobre chico. - Con aquella frase el general daba a entender que la relación entre el gobernador fallecido y el pequeño paje era algo más de lo que parecía en un primer momento.

Visiblemente nervioso porque veía que demasiadas cosas se agolpaban contra él, Heomar se agarró la cabeza intentando recordar. Sí, creo que hay un plano del Fuerte Nuevo en la biblioteca del palacio. Allí se guardan todos los planos de gran cantidad de edificios de la ciudad. Como el Fuerte Bueno fue en su día propiedad del ejército seguramente el plano completo estará allí. Probablemente no contenga las reformas que la familia Cryptrapper haya hecho tras su compra pero de algo servirá. - El ofrecimiento de Kormack hizo girarse al militar. Su rostro mostró la decepción por aquello que proponía el enano guerrero. ¿Sería posible que aquel hombre no tuviese suficiente tras recibir las dos mil monedas de oro que le acababan de entregar? El refrán de que a perro viejo todo se le hacen pulgas cobraba sentido. Debido a la imperiosa necesidad de fuerzas a la que se veía avocada la ciudad, el general tuvo que acceder a regañadientes ante aquella clase de extorsión. Por ahora, prefiero que vayan a echar un vistazo a ver qué encuentran por allí y a ver qué se puede hacer. Layla Cryptrapper ha dejado a parte de su servidumbre en el Fuerte por lo que miren primero qué ha sido lo que les ha ordenado. Por cierto, ¿qué precio cree usted que tiene esa tarea? - Preguntó al enano con gesto serio.

Mientras la conversación seguía su curso en la sala, Morwing permaneció concentrado en las auras mágicas que desprendía el cadáver. Gracias a su conjuro pudo detectar los restos residuales que el poder de succión de pensamientos del susurrante había dejado sobre la cabeza de Hembelan, y en ello se centró tratando de averiguar el funcionamiento de aquella horrible tortura.

No pasó por alto el anillo que llevaba, sin duda el artefacto más interesante de todos lo que tenía encima… - Sería una pena que un anillo así terminara en el fondo de una cripta enterrado, se decía auto convenciéndose a su siguiente fechoría.

- En efecto, mis compañeros estaban en lo cierto… Esa criatura maligna ha dejado totalmente “seco” al gobernador, logrando conseguir TODO tipo de información, comentó resaltando esa última frase para que sus compañeros fuesen conscientes que probablemente el enemigo ya era conocedor de la misión y la existencia del grupo de aventureros.

- Pero eso no es todo…, continuó tras una pequeña pausa, - Este anillo…, desprende un aura maligna. Probablemente esté afectado por algún conjuro que podría seguir teniendo informado al enemigo…, comentaba preocupado… - Pero tranquilo, dijo sacando una bolsita de cuero de uno de sus bolsillos. – Por suerte tengo aquí una bolsa de contención que podrá bloquear tal efecto… tan sólo tengo que…, continuaba despojando al cadáver de su preciado anillo cuidadosamente, - sacarlo de ahí… y…, continuó dando rienda suelta a su interpretación, agarrando el anillo con tan sólo dos de sus dedos y dejandolo caer con cuidado en la bolsita. – …dejarlo aquí guardado hasta que el efecto de la bolsa disipe la magia por completo… ¡listo!, concluyó cerrando la bolsa con sus cordones…

- Bien, debemos ponernos en marcha cuanto antes, si finalmente vamos a ir hasta el Fuerte Bueno, cuanto más tiempo tardemos en hacerlo más arriesgada será la misión…, comentó a la espera de que el enano y Heomar cerraran por fin el acuerdo. 

El enano se acariciaba las barbas. Cerraba uno de los ojos y pensaba en las palabras que acababa de decir el general, por su parte Morwing interrumpió resolviendo el problema del anillo. -Un prrrroblema menos.- Dijo el enano afirmando con la cabeza. -Crrrreo que quinientas piezas de orrrro porrrr investigarrrr en la torrre serrarán suficientes.- Dijo el enano, era un precio justo. -Peeeeerrro si la cosa se tuerrrrce... que se torrrrcerrrá... Y tenemos que prrrrotegerrrr en el enclave... Subirrrrán a mil porrrr barrba*, perrro te quitarrrrás una prrrreocupación. Y vuelve a rrreplantearrr la defensa.- Le sugirió el enano en tono amigable.

Aquella situación con los aventureros cada vez le gustaba menos al general quien había conocido a Lord Hembelan con aquel anillo desde que llegó a Crímmor tiempo atrás. Por un momento parecía como si aquellos hombres sólo estuviesen allí tratando de enriquecerse por medio de las desgracias que estaba sufriendo la ciudad. Heomar miró receloso al elfo que acababa de quitar el anillo al gobernador. ¿Saben qué? Déjenlo, creo que podré enviar a varios de mis soldados a comprobar qué sucede allí antes de que ese ejército llegue a las puertas de la ciudad. Han sido de grata ayuda y como tal se lo agradezco. - El general volvió a enguantar su mano y la apoyó en el cinturón mientras caminaba con paso lento hacia la puerta. Son libres de hacer lo que quieran, de hecho si creen que su ayuda será más importante en Athkatla - dejó caer como referencia a las palabras de Ogna, - puede abandonar la ciudad y dirigirse allí. Aún así me gustaría que aguardasen unos instantes en el salón del palacio, quiero que alguien hable con ustedes antes de marchar. - El soldado abrió la puerta indicando que podían salir cuando quisiesen.

Gracias por el consejo señor enano, definitivamente replantearé la defensa.

-¡Chaval!- dijo el enano volviendo a tomar una medida hostil. Su voz volvía a ser como el rugido de un león. -Crrrreo que no tienes muchas opciones... ¿también le pedirrrrás a los orrrrcos que se vayan a Athkala?- decía imitando la voz del general, como un pusilánime sin coraje. -Mirrrrra... ¡si no llega a serrar porrr nosotrrrros tendrrrrías un PUTO ejérrrrrcito entrrrrandote porrr pasadizos secrrrretos! ¡ASÍ QUE MUESTRRRA RRRRESPETO!- una gran vena se hinchaba en el cuello del enano. -¡Estamos aquí parrrra ganarrrr una puta guerrrrra!- le dijo muy convencido. ​-Te hemos dicho cosas que ni te planteabas... Como que le sorrrrbían el coco a Hembelan y que tus enemigos saben como plantearrrás la defensa, también esperrrran contar con unos túneles... Y ahorrra tienes un fuerrrrte que es un enclave parrrrra tus enemigos parra garrrratizar su victoria... Harrrrías muy mal en desestimar nuestrrrra ayuda.- dijo el enano con palabras sentidas y por tanto llenas de pasión y ofuscación. Si caía aquella fortaleza la ciudad caería. -Mandarrr a tus hombrrres sólo desorrrrganizarrrá tus defensas.- concluyó el enano esperando una respuesta.

Losse aceptó de buen grado el consejo de Davros. Quizá sería útil descubrir algo más de aquellas pisadas sobre la cama. - Está bien, aprovecharé la más mínima distracción para indagar - Aprovechando el movimiento de Morwing y su afán por robar el anillo a un cadáver, decidió pasear alrededor de la cama para comprobar esas pisadas que Davros le había dicho. Con Heomar más pendiente de no perder de vista las largas manos de sus compañeros, Losse sería el que menos llamaría la atención.

Y, una vez más, apareció Kormack para intentar persuadir al, ahora, regente del palacio y, por extensión, de la ciudad. Cuando se trataba de expoliar las arcas de cualquier aldea, ahí siempre aparecía el enano. Losse, con una actitud más calmada, propia de los de su raza, trató de serenarlo y acabar de una vez con aquella conversación que no les llevaría a nada más que a echar por tierra la buena reputación que podían haber alcanzado. - Está bien, Kormack. Creo que Lord Heomar ha dejado su postura bastante clara. Veamos qué más nos tienen que decir ahí fuera y dediquemos nuestro tiempo a tareas más productivas. - Se volvió hacia Heomar y accedió a su anterior propuesta. - Venga, muéstranos quien es esa persona que desea hablar con nosotros. El tiempo apremia y no veo que las defensas de esta ciudad estén lo suficientemente preparadas todavía. -

La posición de Heomar era desesperada por la situación que tenía delante pero su fuero interno le decía que algo pasaba con parte de aquellos individuos. El general bajó la cabeza cuando Kormack levantó la voz para reprocharle su comportamiento pero lo hizo tan sólo hasta que éste cesó de dar voces. Cuando volvió a levantar la mirada hacia el grupo, los ojos del joven mostraban una película acuosa y acabaron desembocando en una lágrima que recorrió su mejilla hasta el suelo. 

Que sea la última vez que vuelves a levantar la voz delante de los difuntos. - Susurró sujetando con fuerza el pomo de su espada. Su mano temblaba por la rabia acumulada en su interior. Por supuesto no toda se debía al comportamiento del enano o de algunos de sus compañeros, que por sus actos parecían dar a entender que aquellos hombres que yacían muertos frente a ellos no eran más que muñecos de trapo que no habían tenido a nadie quien los quisiese.

Heomar de Silaria, un pequeño pueblo de la costa de la espada a no muchas millas de Oaksville, distaba mucho de ser un noble como Hembelan o el predecesor de éste. Era un militar y los asuntos de gobierno, las intrigas palaciegas o los sobornos comerciales eran algo que repudiaba y que además le quedaban muy lejos. Su sueño desde pequeño siempre había sido comandar un ejército y, si llegaba el caso, morir en el campo de batalla frente a sus hombres. Morir ante un enemigo más fuerte. La sola idea de morir en una cama víctima de la enfermedad o padeciendo los estertores que había sufrido Hembelan hasta su deceso, era suficiente como para que su atenazar su cerebro. No vuelvas a dirigirte a mi de esa forma o... - Añadió tras inspirar sonoramente un par de veces y morderse el labio inferior.

Si he de salir de la ciudad para ver a los orcos no será en absoluto para pedirles nada. - Dio un paso hacia adelante. Yo no les he pedido nada, no lo olviden. Me he limitado a darles lo que Lord Hembelan había pactado con ustedes y los he hecho partícipes en los planes de defensa porque mi señor así lo habría querido de haber estado aquí. - Volvió a dar un paso adelante y miró con reprobación a Morwing y Ogna aunque no les dijo con palabras el porqué de aquella mirada. Ellos sabían muy bien el porqué. En eso coincido con usted señor Kormack, - continuó, - estoy aquí para ganar una guerra y lo haré con o sin ustedes y si no...moriré en el intento. ¡POR HELM QUE LO HARÉ! No hay suficientes orcos ni demonios en los Reinos para hacer que yo falte a mis juramentos. No los hay... - Su puño cerrado golpeó sonoramente su pecho. Por lo tanto, si quieren ayudar, son bienvenidos de hacerlo. Se lo agradeceré eternamente pero, si lo que desean es aprovecharse de la situación, lamento decirles que han elegido el lugar y la persona equivocada para hacerlo. 

La interrupción de Losse hizo que el general se detuviese. - Yo no soy Lord señor Losse ni tengo intención de serlo. Cuando pase la batalla, para bien o para mal, dejaré esta carga que nunca pedí. - Se hizo a un lado para dejar el camino hacia la puerta libre. - Los magos encapuchados mandarán a un emisario que querrá hacerles algunas preguntas acerca de esos demonios...son libres de decirle lo que quieran. Mi labor termina donde la suya empieza. Tras ello, pueden hacer lo que estimen necesario y lo que les dicte su moral. - Asintió tras la mención del explorador everlunita acerca de que el tiempo se les acababa. Hay mucho que hacer y pocas horas de luz, ahora si me lo permiten, quiero rendir honores a Lord Hembelan como se merece y terminar de preparar las defensas. Gracias de nuevo por su labor. - 

Inmerso en sus pensamientos el paladín apenas escuchó lo que en aquella habitación sucedía, su mente se encontraba divagando entre las múltiples posibilidades que ofrecía aquella situación. -Limpodel, el Fuerte bueno, el susurrante...-, pero el aumento de tono de voz por parte de Kormack y la airada respuesta de Heomar lo sacó de su ensimismamiento.

Se acercó al joven gobernante y poniendo la mano en su hombro le dijo con voz tranquilizadora, -Perdone a mis compañeros Heomar, el pago que ha realizado ha sido justo, no es necesaria una remuneración extra si quiere contar con nuestros servicios-. El paladín entendía que durante una guerra, el dinero fluía con generosidad entre los mercenarios, soldados y materiales necesarios para la defensa, por lo que la idea de exigir más dinero a Cimmor le parecía del todo inapropiado.

-Es más, creo que esta situación hace tiempo que dejó de ser un trabajo para nosotros, tenemos demasiada implicación en esta guerra por lo que continuaremos indagando tanto como nos sea posible-, miró de refilón a Morwing, quien sin duda era el más interesado en que el grupo siguiese unido y alerta si no quería vérselas él sólo con aquella horda demoníaca. -Si cree que el Fuerte bueno es un buen lugar para investigar lo haremos, pero no estoy seguro de lo que quiere que hagamos. Es decir, no veo cómo podemos evitar que se hagan con él si no es destruyéndolo pues la opción de permanecer allí durante el asedio como bien ha apuntado sería una misión abocada al fracaso-.

Después de una pausa en la que miró a sus compañeros en busca de la aprobación de sus palabras continuó. -Hablaremos con quien debamos hacerlo y, respecto a Limpodel, espero que a nuestra vuelta haya conseguido contactar con él y ponerlo a salvo bajo estos muros. Algo me dice que podrían ser su hogar en el futuro-, dijo en relación al posible parentesco entre el fallecido Hembelan y el chiquillo.

El comportamiento de algunos de sus compañeros había hecho que su relación con el regente se tambalease, algo que ya había ocurrido en ocasiones anteiores. El paladín no quería que aquella reputación de recaudadores y aprovechados le salpicase lo más mínimo ahora que Tyr parecía bendecirle con se beneplácito. Si llegase el caso de tener que elegir entre sus compañeros y su honor, el paladín no dudaría un instante en tomar su decisión.