El conjuro de Morwing pareció surtir el efecto esperado sobre Bealedur y tras ello comenzó a correr hacia la posición donde se encontraba Losse.

- ¡¡Losse!! Debemos hac…, fueron las únicas palabras que el hechicero pudo pronunciar antes de que ambos se encontrasen sumergidos en un campo de fuego. Morwing se llevó las manos a la cara tratando de protegerse de las llamas, el intenso dolor del fuego hizo mella en él pero aun así consiguió mantenerse en pié. Al abrir los ojos, el cuerpo de Losse se encontraba tendido en el suelo, inmóvil y  claramente afectado por las llamas que aún continuaban vivas en algunos de sus ropajes. - ¡Mierda, Losse!, exclamó temiéndose lo peor.

Debilitado por el conjuro, trató de buscar el autor del mismo. Ogna gritaba despavorida con las primeras lagrimas recorriendo su cara, Allen se preparaba para una nueva embestida y Bealedur parecía más interesado en acabar con el bárbaro, que luchaba malherido contra uno de los segadores… - Pero entonces…¿quién?..., se preguntaba mirando a todos lados. Fue al mirar a las alturas cuando pudo divisar al causante de aquella explosión ígnea. Un susurrante miraba satisfecho y amenazante hacia su posición. – Maldiiiiiiiitooooo…, gruñó entre dientes… 

El hechicero salió a la carrera, echando mano de su estuche de pergaminos y tratando de alejarse lo máximo posible de aquella nueva criatura, si Losse seguía con vida tendría que aguantar antes de ser socorrido.

Una vez estuvo lo suficientemente alejado, Morwing comenzó a leer el conjuro. El aire alrededor del hechicero comenzó a brillar y a expandirse a la vez que un zumbido resonaba en su mente… - ¡¡¡BORÓN!!!, gritó tras apretar los puños y fijar su mirada en este nuevo enemigo. 

Por el rabillo del ojo observaba al pequeño siervo que se dirigía hacia él, mientras que no perdía de vista el verdadero peligro quien, previsible pero desafortunadamente, aumentó su altura de vuelo. Visiblemente enfadado, señaló a Davros con una de sus garras... y se desató un infierno... Una explosión iluminó la zona de combate, y Losse y Morwing fueron engullidos por ella - Hijo d...-  Acto seguido, él también se vio rodeado por las llamas. La luz por poco no le deja ciego, y el extremo calor que experimentó sería inolvidable para el bravo guerrero hasta su muerte. Estoicamente, aguantó aquel dolor, apreciable por cualquiera que viese las quemaduras de su piel. La larga melena que dejaba al descubierto el yelmo, desapareció, así como sus pestañas y cejas, su piel enrojecida ardía, su armadura le hacía parecer un pollo apunto de ser asado. Pero Davros no cayó.

Cuando el fuego desapareció no tuvo tiempo de comprobar si sus amigos seguían en pie, el segador estaba junto a él, quien aprovechó a la perfección la "distracción" ejecutada por Bealedur, y castigando aún más su dolorido cuerpo.

Sin más opciones, corrió hacia su espalda, alejándose de aquella criatura con un sutil movimiento que contrastaba con la visión del enorme y herido humano. Cogió la poción más poderosa que tenía en su poder y dejó caer su contenido a través de su garganta a la vez que su mirada abandonaba a sus enemigos y buscaba ansiosa a sus amigos... La energía vital le envolvió por completo, su cuerpo sanó al instante... Losse se encontraba en el suelo y no había tiempo para socorrerle, Morwing, cual mala hierba, continuaba enfrentándose al gran reto del grupo, sin más protección que sus propias habilidades.

El combate no había hecho más que comenzar...

El paladín, que tenía la intención de seguir atacando a aquella criatura envuelta en llamas infernales, se quedó helado al ver cómo de la nada aparecía un nuevo enemigo quien, sin tiempo para reaccionar, lanzó una bola de fuego brutal que impactó sobre varios de sus compañeros. Eso, unido a otro rayo incandescente lanzado por el demonio dirigido contra Davros, dejó el campo de batalla casi en completo silencio durante unos segundos en los que el paladín temió por la vida de sus compañeros.

Cuando la masa de humo se hubo dispersado lo suficiente como para ver el estado en el que habían quedado Losse, Morwing y Davros, el pecho del paladín se contrajo al ver cómo el explorador yacía en el suelo sin poder saber si el everlunita había fallecido o por el contrario su estado era grave. -¡Losse!- gritó con todas sus fuerzas.

Furioso, observó a la criatura que había causado tal desastre. Giró su montura hacia aquel ser, delgado y con aspecto siniestro que levitaba a bastante más altura que el paladín, asió con fuerza la crin y espoleó a la bestia mágica que montaba. -¡Vamos a mandar a esa apestosa criatura de vuelta al infierno!- dijo espoleando a su montura para que ésta volase rauda y veloz hacia su objetivo, lo cual no era necesario pues ella misma comprendía que aquello era necesario.

Lanza en ristre, Allen voló tan rápido como el viento, tanto que aquel ser no tuvo tiempo apenas de ver el rostro enfurecido del paladín de Tyr quien de un devastador golpe en el pecho de la criatura la atravesó y desgarró la parte derecha de su pecho dejando libre la lanza que había acabado con su vida.

El cuerpo del susurrante cayó a plomo, sin vida, mientras que el paladín continuó su veloz viaje por los cielos hasta detenerse muy cerca de donde se había producido el brutal impacto. Se giró hacia el demonio y preparó su siguiente con la misma furia, pues aquel se no había saciado en modo alguna las ansias por vengar la posible muerte de su compañero.

La muerte de Huzzixrek sin duda pilló por sorpresa a Bealedur. No es que sintiese la más mínima pena por él pero sin lugar a dudas el destierro de su compañero dificultaba enormemente la misión que tenían entre manos. Su orgullo les había jugado una mala pasada. Debilitado como estaba sus opciones de eliminar a sus oponentes con rapidez eran mínimas por lo que debía elegir cuidadosamente su objetivo. Miró a Morwing para asegurarse de que no se había alejado mucho y después echó un vistazo al bárbaro quien acababa de recuperarse totalmente de las heridas recibidas. Son demasiados para acabar con todos a la vez... - Se dijo bajando la mirada al suelo para obligarse a pensar. La sombra que el hipogrifo le aportó la respuesta que necesitaba. Vamos a probar suerte contigo... - Se dijo imprimiendo un poderoso golpe de alas y elevándose en dirección a Allen. El ataque llegó desde abajo y aunque no fue tan certero como hubiese sido de haberse encontrado en plenas facultades físicas fue lo suficientemente duro como para hacer que la montura del paladín chillase de dolor. De un mordisco Bealedur arrancó parte de la carne del vientre de su víctima junto con algunas plumas. ME LLEVARÉ A TODOS LOS QUE PUEDA CONMIGO ANTES DE DEJAR ESTE MUNDO... - Espetó al paladín intentando agarrar sus piernas con sus poderosas garras.

Más abajo el combate había bajado de intensidad pero estaba lejos de finalizar aún. El segador que combatía con Zanc seguía acosando al gnomo pese a que éste intentaba por todos los medios el zafarse de él haciendo quiebros y cabriolas. Aquellos movimientos sacaban de quicio al demonio. Intentaba por todos los medios atrapar al bribón pero para su desesperación veía como sus garras surcaban el aire muy lejos de su enemigo.

Davros vio con alivio como el demonio lo dejaba de lado para dirigirse hacia Allen. Sin embargo aquella sensación le duró poco puesto que al instante notó el líquido caliente y pegajoso que escupían los segadores recorriéndole sus piernas y brazos. Éste se endureció casi al instante atrapando al bárbaro en una presa férrea que le impedía el movimiento por completo. El segador no perdió el tiempo y se situó junto al bárbaro dispuesto a terminar lo que Bealedur había empezado.

Más al norte, Kormack y los dos soldados de Crímmor seguían con su huida aunque el segador que había sido atropellado por el enano tenía aún algo que decir en todo ello. Éste se puso en pie a gran velocidad pero en vez de lanzarse hacia el guerrero enano, prefirió interponerse en el camino del sargento Tlemar y su subalterno. Éstos, rechazando el combate ya que buscaban ponerse a salvo cuanto antes, pasaron a su lado a la carrera, momento que el demonio aprovechó para dejar la impronta de sus garras en sus cuerpos respectivos cuerpos.

Ogna tampoco estaba libre de preocupaciones. Con la caída de Losse, la chiquilla se encontraba completamente descentrada. Sin embargo unas vibraciones familiares tomaron el control para hacer que se tranquilizase. Gracias a ello escuchó las casi imperceptibles pisadas del segador que se acercaba por su espalda buscando abalanzarse sobre una de las imágenes.

El enano ya tenía el camino encarrilado, una vez atropelló a la mierda de segador que se había puesto en medio. Era hora de correr como nunca había corrido. No pensó en los dos panolis que le seguían, ni en los pringaos de sus compañeros que se debatían entre la vida y la muerte en un combate épico. Lo mejor sería llegar a la ciudad en una de esas barcas.

TURNO 11

A medida que el humo de las dos enormes explosiones se disipaban, Zanc pudo comprobar el lamentable estado de sus compañeros. Davros había conseguido alejarse de la amenaza y se veía completamente renovado después de beber el contenido de una pócima pero entonces el inesperado vuelo del enorme demonio arremetiendo contra Allen tomó por sorpresa al agrandado bárbaro quien se quedó mirando a las alturas sin darse cuenta que uno de los segadores lo escupía con aquella extraña sustancia viscosa. - ¡Lo siento amigo, jugaremos después!- Bromeó con el demonio que se esforzaba por darle caza a la vez que se alejaba dando una voltereta hacia atrás y emprendía la carrera hacia su compañero mientras sacaba un frasco de su cinto. -Vamos grandulón!.... acaba con ellos!- Animaba a su compañero mientras rociaba el contenido sobre aquella sustancia viscosa, la cual empezó a disolverse de inmediato al entrar en contacto con el líquido.

Ogna sólo tenia ojos para Losse, allí tendido y abandonado a su suerte, inerte como sin vida. Tal era su consternación que no vio al segador que se le acercaba por la espalda de manera tan trapera. Lo que sí que sintió fue su lacerante garra rasgándole la espalda. Aún así no se detuvo pues en su mente y corazón sólo había una determinación inquebrantable: llegar hasta su amado y devolverlo a la vida.

Así que apretando los dientes, mientras sentía como la sangre de su espalda empapaba sus ropas, Ogna avanzó renqueante hasta el explorador everlunita. Allí se acuclilló junto al chamuscado cuerpo y, con las lágrimas recorriendo sus mejillas, le abrió la boca para hacerle tragar el revitalizador líquido que llevaba en sus manos.

- No te mueras, Losse. ¡Por Mielikki reacciona!- La piel del elfo, otrora nívea y suave como la seda, presentaba quemaduras y ampollas por todas partes. En cuanto vio que la poción comenzaba a hacer efecto se secó las lágrimas con la manga y giró el cuerpo para ver cómo el demonio la perseguía. Era momento de plantar cara a esos bastardos.

Losse corría después de lanzar su ataque contra Bealedur. Se detuvo para analizar la situación y contempló cómo Morwing se dirigía hacia él. - Separémonos, si nos juntamos nos pueden... - Losse ni vio venir la explosión de llamas que tuvo lugar en la zona en la que se acababan de reunir los dos elfos lunares y el mundo sobre el que se sostenía se derrumbó, abnegándose en la oscuridad más absoluta. El explorador se hallaba inconsciente y tumbado en el suelo.

En el interior de la cabeza del servidor de la Exploradora Suprema pudo escuchar su nombre - ¡Losse! ¡Losse! - Una voz femenina lo llamaba. Sin embargo, la súbita frialdad en la que estaba sumido se convirtió en una potente ola de calor que devolvió la sensibilidad a sus inertes músculos. Abrió los ojos y vio el cabello oscuro de una mujer. - Ya acudo a ti, Mielikki. - Poco a poco, su borrosa visión fue adquiriendo nitidez y, aquella a quien creía su diosa, no se trataba de otra persona que su amada, Ogna. - ¡Ogna! ¡Mielikki te ha enviado a salvarme! ¡Te has convertido en una de sus elegidas! Nunca tendré palabras para agradecértelo. - Le dijo mirándola a los ojos con una luz casi divina y cargada de emoción. Sin embargo, al tocar su espalda, notó que la tenía mojada. Su mano estaba manchada de sangre. - ¡Estás herida! - Miró más allá y contempló a uno de los segadores con sus ojos fijos en Ogna y sus múltiples proyecciones. - ¡MALDITO BICHO! ¡LO PAGARÁS! -

Losse se levantó del suelo y agarró dos flechas entre sus dedos. Guiñó su ojo izquierdo mientras sus ágiles dedos depositaban los dos proyectiles sobre la cuerda del arco y proyectaba la dirección para que éstas se clavaran en el segador. - ¡Vamos, te estoy esperando! -

El líquido viscoso se endureció al instante, dejándole a merced de su enemigo, quien se apresuró a acercarse al ahora indefenso guerrero. - Maldito hijo de p...- Ni siquiera pudo acabar la frase, un oportuno Zanc, que no tardó un instante en liberarle de esa viscosidad, dejando a la bestia suelta para continuar alimentándose. - ¡Mejor momento imposible, Zanc! A tus órdenes.- Contestaba al entrañable bribón, con el que no habían vuelto a tener ningún problema desde el pequeño incidente con el oro, si no todo lo contrario, estaba más integrado en el grupo que nunca. La espada acabó su trabajo y atravesó con facilidad el pecho del, ya herido, demonio. Cayó muerto cuando deslizó el acero a su posición original, preparándose para el siguiente.

Con un movimiento lateral, se colocó frente al demonio, agradeciendo su gesto al gnomo de la mejor forma que sabía, exponiéndose el primero para minimizar el peligro del resto. - ¡SÓLO UN POCO MÁS, CHICOS! - Animó a sus compañeros, había visto cómo Losse se llevantaba y disparaba, como Allen aguantaba frente al horror en llamas, desde luego el combate no había acabado, pero ahora se veía con mejores perspectivas.

El susurrante mantenía la mirada en el hechicero confiado, frotándose las manos, si puede babear bien seguro era que estaría volando sobre un gran charco de saliva…sin embargo esa confianza sería su final. El pobre desgraciado ni siquiera vio llegar al paladín, que con un impacto brutal destruyó a la criatura de un solo golpe.

Aliviado por la actuación de Allen, Morwing vio que esa era su gran oportunidad para sanar las heridas provocadas por la anterior bola de fuego. Haciendo uso de una de sus pociones, la engulló con rapidez para después avanzar unos cuantos metros y permitir que la zona de resistencia que le rodeaba afectará también a una malherida Ogna y un recuperado Losse. 

Allen, sorprendido, temió por la vida de su montura al ver cómo el demonio enfocaba su ira en él. -Te irás solo maldito demonio, no te llevarás ningún alma contigo- le dijo mientras evitaba que sus enormes garras le apresasen.

Obsevó cómo Losse volvía en sí gracias a Ogna y cómo Davros, ya recuperado, eliminaba otro segador más. -Parece que ya quedan pocos-, se dijo a sí mismo y comprendió que en las alturas, sin haber tenido tiempo para prepararse le convertía en un objetivo claro para el demonio, por lo que decidió volver cerca del suelo para evitar así que el hipogrifo sufriese un nuevo ataque por parte del demonio, pues no sabía si podría resistir alguno más.

Un potente aleteo del hipogrifo hizo que jinete y montura quedasen lo suficientemente alejados del demonio como para que este no pudiera atacarles. Momento que aprovechó para descender a una altura menos problemática e intentar sanar las heridas que había sufrido su majestruosa bestia.

Una vez abajo comentó, giróse sobre sí mismo para orientar su vista de nuevo hacia su enemigo esperando su reacción.

Bealedur rugió al ver como el paladín se ponía fuera de su alcance de nuevo gracias al veloz hipogrifo. Tenía que acabar pronto con toda aquello o se vería avocado al fracaso como ya le había pasado a Ight-Zim-Xal. Lo primero era asegurar a la presa, o sea Morwing, y evitar que este pudiese huir o contribuir con sus hechizos para ayudar a sus compañeros.  El demonio volvió a echar mano de sus poderes innatos para hacer aparecer una esfera elástica alrededor del hechicero. Si conseguía retenerlo en su interior tendría tiempo de sobra para desaparecer de allí y volver de nuevo a la isla una vez se hubiese recuperado de sus heridas y de la debilidad que le afligía. ¡VUESTRA LUCHA ES EN VANO ILUSO! - Gritó al paladín mientras planeaba en dirección a Ogna, Losse y Morwing.

Mientras, los segadores seguían acosando a sus víctimas aunque esta vez sus ataques fracasaron estrepitosamente por varios motivos. El primero de ellos, confiado en tener al bárbaro a su merced tras la rociada pegajosa de su compañero, recibió una brusca bienvenida por parte de Davros. Su espada abrió un profundo corte vertical en el pecho de la criatura quien no pudo hacer nada más que lanzar un garrazo inofensivo que únicamente rasgó el aire. Otro de los segadores también hubo de lamentar su aproximación a los aventureros puesto que Losse, con espíritu renovado tras la ingesta e la poción curativa, descargó dos certeros flechazos sobre él cuando se disponía a ensartar a Ogna desde la espalda. Al menos su ataque dio en el blanco pero para su desgracia éste desapareció tan pronto las garras lo atravesaron de lado a lado.

Más gritos llegaban desde la parte norte de la torre. El sargento Tlemar quedó a la vista siguiendo los pasos de su soldado y de Kormack, quien abría camino en su camino hacia la barca amarrada en el embarcadero. ¡Hay que salir de aquí! ¡Rápido! - Gritó en dirección a Zanc y Davros mientras trataba de detener la hemorragia que manaba de una herida en su costado.

TURNO 12

-Eso es!- Exclamó un eufórico Zanc cuando la furia de el enorme Bárbaro se desató contra 2 de aquellos demonios, había dejado a 1 malherido y tenía que aprovechar la oportunidad. Con rapidez se movió rodeando a Davros y colocándose detrás de el bicho-demonio que acababa de recibir el fuerte impacto. -He vuelto!, sigamos el juego!- Bromeó divertido contra su víctima y aprovechó para clavar el filo de su daga en el vientre de el segador, el golpe fue certero y la incisión limpia, de inmediato grandes cantidades de oscura sangre empezaron a emanar por la fea herida causada por el pequeño bribón. 

-Déjamolo a mi grandulón!, ayuda a los demás!- Exclamó a su compañero incitándolo a que acudiera a apoyar al grupo enclenque.

La situación parecía mejorar por momentos para Allen y sus compañeros. Todos parecían haber recuperado el vigor y el combate parecía destinado a terminar muy pronto.

El paladín pensó que esta vez no le atacaría por la parte superior si no que lo haría por debajo, craso error puesto que perdió así la ventaja de una posición elevada y al no tener costumbre de realizar cargas semejantes, el paladín falló en su intención de ensartar al demonio.

Continuó avanzando y giró sobre sí mismo deteniéndose a escasos metros del suelo y una distancia prudencial de Bealedur esperando que sus compañeros tuviesen más suerte a la hora de actuar de la que él había tenido.