Partida Rol por web

La lanza del líder bandido logró impactar en el pequeño goblin, que nada pudo hacer para evitar que la afilada hoja de la lanza rasgara su piel, y vertiera su sangre sobre el arenoso suelo.

Por fortuna o por habilidad, Bolg volvió a repeler, sin saber como, la flecha lanzada por el cobarde bandido del arco. Ya fuera por el movimiento constante del guerrero goblin o por que estaba trabado en combate, pero la flecha no dio en el blanco.

Con un grito de frustración y dolor, el rostro de goblin se transformó en una mueca diabólica, y se lanzó furioso contra su contrincante. Lanzando sendos tajos hacia el bandido con sus armas goteando de la sangre del mismo.

Nauj trató de esquivar la que se le venía encima, pero tan apenas puedo sacudirse de encima al bandido después de haber recibido una cuchillada de éste. Las cosas pintaban mal, y Nauj no se defendía bien en el cuerpo a cuerpo. Su rabia le incitaba a iniciar una transformación, pero juzgó que no había tiempo.

Sus incipientes habilidades eran incapaces de extraer más poder del elemento fuego, pues apenas era ya capaz de sentir su presencia y no tenía el suficiente conocimiento para ahondar en las entrañas de ese místico tejido que nos envuelve. Así que, en un acto instintivo, dejó que su cuerpo canalizase la fuerza elemental más activa de su alrededor, y un tímido vendaval de aire se arremolinó en torno suyo, empujando con cierta violencia el cuerpo de su atacante.

A varios pasos suyo, el encapuchado permaneció en pie, jadeante, dispuesto a parar la siguiente embestida.

Y entonces lo vio a él: el pequeño cachorro contemplaba la escena moviendose de un lado para otro, nervioso, hasta que le miró a los ojos por un instante, como buscando su consentimiento. Con o sin él, lo cierto es que Manzana saltó sobre la mano que portaba el cuchillo, dispuesto a morderle con toda su determinación y su, poca, fuerza.

-Cuidado, que ahora estoy hasta las narices del soplapollas este.

Sacudió la cabeza y masculló un juramento. Apretó los dientes haciendo de tripas corazón en cuanto al esfuerzo que no debía hacer con el brazo herido y levantó de forma amenazante el espadón de nuevo. Esta vez la tactica fue mas simple, pero mas brutal: Un ámplio barrido vertical.

Asiento una sola vez con la cabeza, como respuesta a su petición.

-Iremos rápido, pero no dejes de apoyarte en mí hasta que lleguemos a la posada- le digo en un tono algo molesto, el cuál no pude evitar. Me preocupaba su debilidad y me molestaba un poco su terquedad.

Suspiro para recobrar mi tranquilidad y aferro un poco más mi mano a su cintura, para que no intentara apartarse de mí hasta llegar a nuestro destino.

Aparto la mirada de él por un momento, para mirar a la chica que nos acompañaba y mis ojos se detienen en la lejanía, en el campo de batalla, en una silueta femenina ¿Era ella de la que hablaba Seryu?

-Allí- le susurro señalando con mi mano libre, pero ya no estaba -había una mujer...- murmuro frunciendo ligeramente el ceño, confundida ¿Acaso la había confundido con algún guerrero? No, por supuesto que no, sabía lo que había visto.

Comienzo a caminar nuevamente, más deprisa, sin soltarlo, debíamos llegar allí cuanto antes.

 El chico sintió que ella lo aferraba mas a esta, pero no se sonrojó, sino que mas bien se molestó algo.

Se revolvió y, aun casi cayéndose hacia delante, logró salir del paso y desplazarla un poco a un lado. Luego comenzó a avanzar con el bastón hacia el lugar, cada vez menos cansado..

-No necesito ayuda, no quiero ser una carga, comprendelo..

No esperaba que lo comprendiera, y poco a poco logró darle una mano a ella y con la otra mantenerse con el bastón mientras que se acercaba a la casa. 

Finalmente el combate parecía haber terminado para casi todos. Inzar seguía cebandose con su propio enemigo, el tajo del espadón esta vez dio donde quería y los bordes irregulares causaron un daño tremendo a lo ancho del cuerpo del bandido. Contando que con eso ya tenía un pie en la tumba y los guardias andaban cerca para ayudarlo no iba a ser necesario preocuparse demasiado por él.

Por otra parte, aquel impulso que Nauj había provocado en pro de defensa terminó siendo la sentencia del acuchillador. Al caer al suelo, arqueó la espalda inmediatamente, con una expresión de horror y dolor en partes iguales. El tener tantos filos entre la ropa no era bueno en una caída. Si por algo era que las madres siempre decían "no corras con tijeras" acababa de pasar justamente el hecho a prevenir con esta frase.

Uno de los cuchillos se había incrustado bruscamente, practicamente a modo de estaca en la carne del hombre. Se retorció un poco antes de dejar de moverse, por lo cual manzana no encontró mucha dificultad en morder a pesar de que ya no había nada que hacer allí. El encapuchado sintió como aún corría sangre escapandose de su cuerpo y tiñendo parte de sus vestimentas, pero aún podía aguantar y el propio peso de la ropa ensangrentada hacía de cubierta para evitar alguna infección o similar.

El líder de los bandidos finalmente cayó abatido, con los nuevos y numerosos cortes sangrantes que acababa de recibir del filo de Blog. Cada tajo en su cuerpo era mas grotesco que el anterior, exponiendo la carne viva, los tendones e incluso las venas. Cuando la espalda del ahora cadaver tocó el suelo, la lanza escapó de la mano conforme la boca se llenaba de sangre. Y un instante despues había expirado.

Al presenciar esto, el ahora medio acabado arquero que antes estuvo disparando a traición al goblin salió huyendo tras vociferar:

-¡El jefe ha caído! ¡Yo me piro!

Y esto se extendió como la pólvora entre la congregación de personas, porque un nuevo movimiento había empezado a manifestarse. Gente alejandose, atracadores en concreto que corrían entre el bosque hacia la salida de Ivere mas cercana. No todos fueron así de cobardes claro, pero los que quedaban no tenían mucha oportunidad, en notoria ventaja numerica tras el abandono de sus apoyos. Las cosas, por fin, empezaban a estar bajo control.

Casi todos estaban libres para avanzar con Seryu, la Innhue y la joven que andaban hacia la posada ya un poco apartados pero aún a la vista. Por fortuna llevaban el paso lento debido al malestar hasta el momento del silfo. Ahora de cerca estos pudieron apreciar un gran ariete tirado a la entrada, que al parecer había sido usado para echar la puerta abajo.

Aprieto su mano y esbozo una media sonrisa y fijo la mirada en el suelo

-No eres una carga, tan solo quería ayudar, no pretendía incordiar...- le digo con un hilo de voz y dicho esto, suelto su mano con delicadeza y avanzo unos cuantos pasos dejándolo detrás mío.

A partir de aquel momento, dejaría a un lado los sentimientos que sentía por él, no los mezclaría en la misión, pues éstos, quizás podrían perjudicar en lograr el objetivo del grupo, además debía concentrarme en mi propia misión, en la que me había otorgado mi padre.

La posada cada vez estaba más cerca, ya podíamos ver la entrada, faltaba poco. Continúo el camino, a un paso normal, en silencio, con la mirada fija en el suelo, con el rostro serio, el ceño fruncido y las manos empuñadas, aunque éstas no podían verse debido a la capa blanca que cubría mi cuerpo.

-¡Parece que esta funcionando! -comentó entusiasmada. Se volteó del todo hacia Nauj y Blog y levantó una mano haciendo señas de saludo enérgicas.

-¡Ehh! ¡Han estado increíbe! -se le notaba la edad, la facilidad que tenía para montar un escandalo era asombrosa- ¡No se retrasen o les dejaremos atras!

Continúo andando algo retrasada con respecto a Seryu y Syara, apreciando como empezaban a retirarse algunos de los agresores del poblado.

Después de ver morir a su contrincante, ensartado en una de sus propias armas y de cerciorarse de que no corría nuevos peligros, Nauj invirtió unos momentos en examinarse las heridas. No eran graves, pero la hemorragia de una de ellas tardaría en ceder. Se llevó la mano al hombro, presionando sobre la cuchillada y de esta forma se aproximó al cadáver de su enemigo.

Se agachó junto a él, acarició a Manzana que husmeaba el cuerpo sin vida y registró por encima al bandolero, por si poseía algo de valor o utilidad.

Después alzó la vista para localizar a Bolg. El goblin contemplaba a su víctima con los cuchillos ensangrentados todavía en sus manos. El encapuchado se dirigió hacia donde él estaba, sin muestras de haber sufrido grandes estragos en su pelea con el gigantón líder de los bandidos.

- ¿Qué tal te ha ido, Bolg? Parece que mejor que a mí... -le dijo, tratando de esbozar una sonrisa que se tornó en una mueca de dolor. Aplicó más presión sobre la herida mientras oía a la chica que los llamaba.- ¡Ahora vamos! -le respondió.

A pocos pasos de ellos, Inzar esperaba el momento de rematar la faena con su espadón, pues no parecía estar en dificultades. Nauj se quedó junto al goblin; no era prudente dejarlo a solas con el mercenario ocupado en sus tareas.

Bolg registró ansiosamente el cuerpo del jefe bandido caído. Cualquier cosa de valor o útil que encontrara, sería bien recibida. Cuando vio a su  amigo acercarse, el goblin, cubierto de sangre sonrió satisfecho. Nauj era un gran compañero de batalla, cosa que no podía decir de otros. Con mirada furtiva, miró hacia donde se encontraban el mago y su amiga, y escupió el suelo con claro gesto de desprecio. Otra vez los habían dejado solos ante el fragor de la batalla.

- Bien, amigo, ha ido muy bien. Dijo a Nauj mientras con un gesto seco partía los dientes de su contrincante caído, y se los guardaba como trofeo.

- Zi, vamoz, no retrazemoz a nuestroz "valientez amigoz". Que nuestraz heridaz no hagan más lento zu pazo. Dijo iróicamente y con sorna.

- Empiezo a dudar que hayaz elegido bien a tuz compañeroz de viaje... Dicho esto, se encaminó junto a Nauj hacia sonde caminaban Syara y Seryu. No sin antes dedicar una mirada de desprecio y odio a Inzar.  

Caminando junto a Nauj, Bolg aprovechó el momento para hablar con él, sin que los demás se percataran de sus palabras.

- En cuanto tengamoz un momento a zolaz, me tienez que rezponder a una cosa Nauj ¿Por que coño vamoz con la hembra, zi no zirve para nada?¿Acazo en la concubina del mago? Porque dezde que la conozco, no ha hecho nada por el grupo. Hazta eze eztúpido mercenario es más útil que la mujer... La voz aguda del goblin susurró las palabras a oídos de su amigo.

Además de los variados cuchillos que portaba el ex-contrincante de Nauj, no presentaba mayores bienes. Típico contando que estaban robando el pueblo, no era que ostentaran demasiado.

El líder bandido tampoco tenía nada en los bolsillos, pero al cinto había una bolsa colgada, que tras comprobarla contenía 83 piezas de oro.

- Hasta en eso te ha ido mejor que a mí -le comentó refiriéndose a la bolsa que el goblin había encontrado en el cinto de su víctima- El patán ese que me hirió no llevaba encima más que cuchillos.

Con ese dinero, espero que me invites a una buena jarra, cuando sea posible.

Después de estos momentos de broma, caminaron juntos unos pasos hacia la posada. Bolg se tornó serio y ceñudo y, mirando hacia Syara, manifestó su opinión sobre ella. Ya antes, había dejado claro que no celebraba la elección de los compañeros de viaje.

- Es verdad que la muchacha no colabora muy activamente en las peleas -le concedió Nauj- Y que el mago tiene una forma muy peculiar de inmiscuirse en ellas -señaló con la mano la vegetación que les rodeaba- Pero tienen una misión similar a la mía, y parece que saben a dónde se encaminan, aunque no sean muy comunicativos al respecto.

Respecto a Inzar, deberás reconocer que a él no le importa meterse de lleno en una bronca -miró al goblin- Ya te dije un día que sóis más parecidos de lo que puedas creer.

Después añadió, en tono más alegre.

- ¡Arriba ese ánimo Bolg! No todos los días se puede formar parte de un grupo liderado por un poderoso mago, deberías estar contento. Y, quién sabe... hasta los más sesudos dominadores de la magia deben necesitar sus momentos de esparcimiento. -comentó mientras señalaba con un ademán de su cabeza el bonito cuerpo de Syara, que caminaba ya a pocos metros de ellos.

Interiormente, Nauj estaba convencido de que no era ese el papel exclusivo que jugaba la chica en esta historia. Algo en la preocupación peremne en su mirada, le decía que tenía una dura tarea que llevar a cabo, aunque no hubiese dicho cuál era.

Alguien salió de la posada mientras hablaban, pasando bastante cerca de la avanzadilla encabezada por Seryu en dirección a un edificio en llamas contiguo a la posada (posiblemente un establo).

Cabello negro y largo, ojos rojos como la sangre, piel palida y unos afilados colmillos sobresaliendo de la boca...un hombre de aparentemente treina años de edad, vestido elegantemente con una armadura de metal ennegrecido, hombreras con pinchos intimidantes y una larga capa roja aferrada a estas completan el atuendo. Sosteniendo el pantalon negro reforzado con perneras metálicas, un cinto oscuro que tiene unas letras bordadas en dorado.

Pendiendo de la cintura se puede ver la funda de una espada, y si bien no se ve la hoja hay una gema bastante rara en la empuñadura de color azulado.

La ligera sensación de asqueo que te produjo esa gema trajo un recuerdo a tu mente, de cuando estabas en Alanku...¿ese era el mismo hombre que viste liderando una división de soldados? ¿Uno de los comandantes?

En particular tu aguda vista captó las palabras grabadas en el cinturón: Ikandriel.

Quizá no fuera reelevante, pero hubo algo mas, en otro sitio. En la ventana de la posada en concreto, había una mujer humana mirando distraída por la ventana, no en tu dirección así que podías tener el privilegio de ver sin ser visto.

Tenía unos ropajes negros propios de los hechiceros con bordes dorados y de hecho...¿no era esa la que te había estado devolviendo la mirada hace unos instantes en el campo de batalla? Si no era quizá se parecía mucho, hasta la marca en la frente estaba ahí. Pero era imposible que hubiese cambiado su atuendo en esos pocos instantes.