Partida Rol por web

─Me llamo Bregolin y estoy aquí ─contestó tajante─. Sólo vi a un pequeño grupo goblin cerca del camino de Sandor a las granjas. Me atacaron, me defendí, maté a uno, herí otro y huyeron. Luego corrí al pueblo para informar. Nada más, nada de campamento. Pero sé exactamente dónde me atacaron, así que puedo llevar a cualquiera hasta allí y buscar huellas. Si alguno de ustedes sabe rastrear podremos seguir los rastros de los goblins. Creo que podrían haber vuelto a su campamento, por el herido... ─añadió el elfo, escueto o tal vez un tanto cohibido por la gente allí reunida, algunos de los cuales parecían mucho más aguerridos y fuertes que él. Y, sobre todo, mucho más violentos.

Bregolin, dada su dilatada experiencia gracias a la considerable edad que tenía (al menos en términos humanos), tal vez fuera capaz de seguir el rastro de los pequeños humanoides, pero hacerlo sin el apoyo de un grupo armado era poco menos que tentar la suerte, salvo que quien lo hiciera fuera alguien extraordinario y/o extraordinariamente equipado. Pero ahora, por lo visto, contaba con un nutrido grupo de, bueno, semi-orcos y humanos. Visto desde fuera, desde el punto de vista de los campesinos típicos de Sandor, daban miedo. Más que los goblins. No tanto como para dar por hecha la misión. Tendrían cosas que discutir cuando descubrieran el campamento. Si lo llegaban a descubrir, claro.

- Espera, ¿qué? - dijo Zenuri al escuchar que su marido se unía -. Nononono.

Y ya era tarde, la alcaldesa ya había convencido a todo el mundo de dejarnos hacernos cargo, y Gerard ya se había subido al carro.

- Descuéntemelo del sueldo, ya encontrará a alguien para cubrirme - le dije con tono cabreado a Waltherp antes de irme con los demás

Una vez allí arqueé la ceja ante las palabras de Traek, sin terminar de comprender cual era el salto de lógica que le hacía pensar que el guardia estaba ocultando la localización del campamento al capitán y los posibles aventureros que hubieran venido, pero decidí no hurgar en sus motivos. Escuché lo que el elfo tenía que decirnos y suspiré, antes de mirar a Gerard y luego de nuevo a los demás.

- Creo que ya que vamos a trabajar juntos, lo mejor será si sabemos mejor que aporta cada uno a este equipo. Yo aporto principalmente músculo. Puedo partir en dos fácilmente a cualquier trasgo que se nos ponga por delante, y no creo que me cueste mucho hacer lo mismo con la criatura que los comande; no caigo fácilmente. A parte, soy capaz de hacer que un hombre ensucie los pantalones con una mirada, y soy bastante buena trepando. Mi marido aquí presente es un maestro de las artes arcanas - dije solo como apertura para que pudiera profundizar el más, pero no pude resistir más y me giré hacia él -. Cariño, ¿ya estás seguro de esto? No me veo capaz de luchar en plenas facultades si tengo que preocuparme por tu seguridad.

Davor sonrió, socarrón, cuando escuchó la explicación de Zenuri.

- No creo que nadie en Sandor piense que has desarrollado esos brazos levantando jarras de cerveza. Puede que toneles... Bah. - El sarcasmo desapareció de su voz cuando se separó de la pared contra la que se reclinaba. - Sí fueráis orcos, igual me llamariáis Voz de Gurmash. - El semiorco enfatizó el "igual". - En estas tierras más refinadas, creo que me consideráis un clérigo, como Bertom. Puedo canalizar las bendiciones del Guerrero igual que soy capaz de partir por la mitad a criaturas inferiores. No voy a perder el tiempo predicando; me limitaré a daros un puntapie en las posaderas para que vayáis al campo de batalla y allí demostréis vuestra valía.

Sin embargo, la forma en que miró al elfo y a los humanos dejaba entrever que no esperaba gran cosa de ellos a ese respecto.

─Yo soy arquero. El mejor de Sandor ─añadió sin vergüenza alguna pues, visto lo visto, eso tampoco era un dato muy halagüeño─ Supongo que si no hay nadie mejor, seré yo el que siga el rastro.

El elfo, si algo era, era parco en palabras. Su postura no era arrogante, aunque tampoco estrictamente de tímido. Ergido, vigilante, elfo. Y portaba un arco largo, no uno de esos arcos cortos que cualquier cazadorucho de tres al cuarto se fabricaba él mismo para abatir pájaros o conejos. Aquel arco lo había fabricado con madera buena alguien que se dedicaba profesionalmente a ello. Un arco así, manejado por manos hábiles, era un arma mortífera, un arma de guerra. Y si era verdad que había puesto en fuga a un grupo de exploración goblin, no debía ser muy malo con él...

Todos estaban presumiendo de sus habilidades, aunque las mías para combate directo no eran demasiado eficaces.

Yo soy experto en intercambio de mercancías, ejem. Libero a la gente del peso de sus cosas y lo asumo yo. Mis artes son el sigilo y la discreción. Podría internarme en su poblado, castillo, o lo que sea que tengan y recoger información para vosotros, grandes guerreros

Miré al elfo

Y arquero.

Davor río con ganas la ocurrencia del humano con aspecto de bribonzuelo. Al menos no tenía reparos en admitirlo.

- Me alegra ver que alguien comparta las mismas habilidades que los trasgos. Si te infiltras, con suerte te confundirán con uno de ellos. Parece que ya tenemos algo parecido mínimamente a un plan. El elfo... - Se interrumpió al llegar a esta parte. Aunque el tono mordaz con que siguió tal vez hubiera hecho mejor que la corrección no se hubiera llevado a cabo. - Perdón, Bregolin encuentra el rastro de los trasgos, lo seguimos con suerte hasta su agujero, enviamos a nuestro "trasgo" para que vea qué se cuece y luego repartimos mandoblazos a diestro y siniestro. ¿Salimos de mañana, con las primeras luces del alba? - Por la forma e intención con que miró a ambos humanos, no parecía que lo dijera precisamente como una deferencia con ellos.

Este es un mapa en hexágonos de la región. El bosque se llama "Los Alerces" y se extiende mucho más al este, aunque no se espera que exploren todo.

Cada hexágono son 8 millas. Un grupo a pie puede recorrer 24 millas por día (considerando que todos tienen velocidad de 30 pies). Sin embargo la velocidad se reduce a la mitad en bosques sin senderos y colinas.

Entonces, partiendo de Sandor (C2), pueden gastar 8 millas para moverse a C3 y 16 millas para entrar a B4, donde tendrían que hacer campamento porque agotaron sus millas por día. Ya moverse por el bosque sin sendero se complica la cuenta porque 12 no es múltiplo de 8, así que simplificando las matemáticas:

Por camino: 3 hexágonos por día

Bosque y colinas sin caminos: 1 hexágono por día (1,5 para ser precisos. 3 hexágonos cada 2 días).

El ataque que sufrió Bregolin ocurrió en C3.

Los hexágonos B4, C4, C5, C6, D7 y C8 son colinas escarpadas. Es más difícil seguir rastros y son lugares más peligrosos. D1 y D3 son excepciones, allí pastorean las ovejas y está resguardado por la milicia.

Definan qué camino tomarán y abro la nueva escena.

Bregolin, muy serio ─aunque a decir verdad pocos en el pueblo recordarían haberlo visto sonreir─, asintió al plan del clérigo semi-orco. Parecía lo más razonable, pues al fin y al cabo los goblins estarían en ventaja durante la noche.

─Nos vemos mañana al amanecer en la salida del pueblo. Recuerden traer equipo adecuado y provisiones ─añadió el elfo echando una mirada furtiva al humano de la túnica y a su pareja.

No se iban de paseo al bosque, necesitarían material de acampada y raciones de viaje. Si cualquiera de los del grupo se olvidaba de ello se convertiría en una ominosa carga para los demás.

- Entonces, mejor será que aprovechemos las horas de luz, antes de que cierren los estantes, para comprar lo necesario.

Mientras hablaba, el semiorco ya se había vuelto hacia la salida, la cual apuntaba con un gesto de su pulgar extendido.

—¿Maestro arcano? —digo riendo—. Zenu, no. No digas cosas que no son, harás que esta gente espere cosas de mí que no podré dar.

Me dirijo entonces a los demás, aunque la mayoría no esté prestándome atención.

—Puede que sepa un truco o dos, pero sólo soy un bibliotecario. Mis habilidades especiales son acomodar libros en el menor espacio posible y dormir con los ojos abiertos.

Luego de despedirnos de todos, saco una bolsita con ahorros que me había traído.

—Cariño, ¿te parece si te encsrgas tú de las provisiones para el viaje? Yo me quedaré hasta tarde estudiando. Nunca se sabe, quizás encuentre algo en los archivos del pueblo, si la alcaldesa me deja mirarlos. Esto quizás haya ocurrido anteriormente hace años y, en ese caso, podría haber cierta información. Probablemente.

Viendo la cara que me pone, añado rápidamente:

—No, no es una excusa para quedarme leyendo, que mañana hay que madrugar.

Tanto hablar de descansar me había dado sueño y saber que partiríamos con las primeras luces, aún lo acrecentó más. No quería ser el lento de la patrulla, así que iba siendo hora de irse a dormir.

Solté un sonoro bostezo y me dispuse a ir a descansar. No necesitaba más que las raciones de viaje y poca cosa más. Me movía ligero y siempre tenía el equipaje preparado. Nunca sabía cuando tendría que huir de un lugar

Con las primeras luces. Nos vemos mañana.

Con permiso de mi señora, decidí pasar hasta altas horas de la noche entre el material que tuviera el pueblo para prestarme. Recorrí todos los sitios donde pudiera haber algo que me fuera útil y acarreé todos los libros prestados hasta casa.

Tras algunos mimos y una buena taza de té, le dejo un beso de buenas noches a Zenu y me quedo en la mesa, a la luz de una lámpara de aceite, bastante animado y ansioso por ver si descubro algo nuevo.

Sandor no es un pueblo que se caracterice por su aprecio por la cultura. Tal vez por eso tu idea de fundar una biblioteca no fue recibida con entusiasmo por la alcaldesa o el resto de la gente.

Sin embargo, ya sea por coleccionismo o para mostrar que era una persona culta, Kathil Fraga poseía una nutrida cantidad de libros y registros de muchas generaciones atrás. Algunos eran cuadernos de cuero rígido con hojas cosidas, otros eran pilas de pergaminos agrietados. Usando tu experiencia como bibliotecario pudiste separar los documentos interesantes.

Dos datos llamaron tu atención, de los tiempos de la fundación del pueblo.

La primera piedra fue colocada el primer día de primavera de 1503. Siendo que ya llevaban varios días de empezada la primavera de 1718, el pueblo había cumplido 215 años hace unos pocos días. Nadie celebró nada, de seguro porque nadie debe recordar el aniversario.

Entre las autoridades mencionadas encontraste, como era de esperarse, el apellido Fraga. También había un nombre que se repetía muchas veces con muchos honores: Sandor Shian. Algunos registros dicen que era un héroe, líder de una compañía de guerreros. Muchos documentos lo nombran a él como alcalde.

Recordaste la plataforma de piedra en el centro de la plaza, donde alguna vez hubo una estatua de bronce y oro. Algunos habitantes recuerdan que era en honor a alguien olvidado, y que habían tenido que venderla hace ya unos años para paliar las desgracias de un crudo invierno. Fue un tiempo antes de que llegaras a Sandor.

El otro dato que te pareció interesante es que, al principio, Sandor era un pueblo minero. Al parecer el héroe quiso explotar vetas de minerales y piedras preciosas. Con ayuda de sus aliados enanos, excavó profundo en las montañas y consiguió una gran fortuna.

El pueblo creció en riqueza e influencia, pero algo pasó y las minas se cerraron. El héroe falleció y el clan Fraga tomó el poder, y fue así por el resto de los años.

Todavía quedaba mucho para investigar, pero no podías pasar más tiempo leyendo. Te esperaban unas cuantas jornadas de viaje y tenías que dormir algo. Lamentablemente la cantidad de documentos desordenados te impedía llevarlos, así que tendrías que dejar todo en tu casa y retomar la investigación cuando regreses.